[…] Por eso, el México antiguo se presenta ante nosotros como un mosaico pluricultural . Esta profunda esencia cultural no ha sido reconocida por Occidente: en los tiempos de la Conquista, porque los españoles no podían validar el desarrollo cultural avanzado de un pueblo al que brutalmente arrasaron y, en la actualidad, porque la supremacía occidental es avasalladora en los terrenos de la filosofía, la Ciencia y la Cultura. […] Hoy, lejos de reconocer la existencia de una profunda filosofía mesoamericana, se habla de una transfigurada religión politeísta, en la que todavía pesan juicios desde la perspectiva europea. El pasado prehispánico de México representa, para la gran mayoría de quienes tienen el poder político y cultural, […] un patrimonio cultural inconexo de piedras y objetos de gran valor estético cuyo atractivo “turístico” es importante sólo desde el punto de vista económico. Pero, ¿dónde está la base en la cual pueda sustentarse la auténtica riqueza de nuestro patrimonio cultural? Sólo la existencia de una filosofía mesoamericana puede dar sentido y explicación a miles de años de evolución y desarrollo. ¿Cómo podríamos entender el patrimonio cultural grecolatino sin el estudio del conocimiento legado por sus filósofos y pensadores? Sin esa base fundamental, todos los vestigios de su pasado no tendrían una clara explicación. De la misma manera, sin el conocimiento de la filosofía mesoamericana es más difícil entender los procesos culturales del México antiguo. El investigador Rubén Bonifaz Nuño, en su libro Imagen de Tláloc , cuestiona la actitud de minusvalía que han manifestado los investigadores sobre las culturas del México antiguo. “[…] Se admite sin duda que los antiguos habitantes de Mesoamérica eran hombres sabios, capaces intelectual y moralmente, conocedores de sí mismos y del mundo que los acogía. Sin embargo, cuando se trata de considerar la visión que tenían de ese mundo y de sí mismos, los autores, casi unánimemente, los juzgan como salvajes rudimentarios, ocupados sólo en pensar la posibilidad de que la tierra fecundada por las lluvias les rindiera los frutos de que principalmente de alimentaban […]”. Octavio Paz atribuye esta indiferencia a la deformación profesional de los antropólogos de nuestro país debido a prejuicios cuentistas: dice que los antropólogos mexicanos son también herederos de los misioneros, de los brujos y de los sacerdotes prehispánicos. Sin embargo, como los misioneros del siglo XVI, los antropólogos se acercan a las comunidades indígenas para tratar de transformarlas e integrarlas a la sociedad mexicana, más que para conocerlas […] El premio Nobel de Literatura 1991 afirma: “El problema fundamental para acercarse a la comprensión integral de la filosofía mesoamericana consiste en que deben tomarse senderos diferentes a los tradicionales”. Lo cierto es que las culturas mesoamericanas poseían un conocimiento profundo y diferente, y que éste no se fundamentó en la realidad que podemos percibir y aceptar, de acuerdo con razonamientos lógicos que tienen como marco de referencia nuestra razón y concepción “moderna” del mundo occidental. […] La filosofía de los pueblos de Mesoamérica ha sobrevivido al sometimiento y al paso de los siglos, transmitiéndose de generación en generación de manera secreta y que, “por un designio del poder”, sale a la luz en este mundo occidentalizado […] La Toltequidad o Toltecayotl , a decir de investigadores como Miguel León Portilla, es la suma de conocimientos, usos y costumbres que los pueblos mesoamericanos han elaborado a partir de la experimentación con diversas vías para llegar al conocimiento […] Para los antiguos pueblos indígenas de mediados del siglo XV, la Toltequidad era un sinónimo de perfección, arte y sabiduría; en el periodo Tolteca se consideraba el pasado remoto y dorado del conjunto de los pueblos de origen náhuatl. Este conocimiento tiene dos grandes épocas. En la primera, muchos siglos antes de la Conquista, las personas que desarrollaban y exploraban este conocimiento fracasaron […] y los conquistadores que llegaron a sus tierras los destruyeron y quedaron sólo ciertas nociones “superficiales”. Muchos de los hechiceros de México que manejan empíricamente limitados conocimientos de la Toltequidad son descendientes de esos conquistadores, por eso su saber es incompleto […] No obstante, otros se refugiaron en una impecable discreción que se ha mantenido desde entonces hasta nuestros días. […] Para los Toltecas el mundo, además de ser como nosotros lo percibimos, es también un mundo de cargas energéticas. […] Entender que el mundo y la realidad además de ser como los percibimos son al mismo tiempo diferentes, exige un gran esfuerzo de flexibilidad. Y para llegar a tener esa “flexibilidad” es necesario acumular suficiente energía o “poder personal”, a través de un complejo procedimiento que los toltecas llamaron el camino del guerrero. Cuando un individuo común acepta la posibilidad de que existan otras realidades aparte de la que percibe, puede convertirse en aprendiz. […] Hay algo que hace realmente importante y diferente el camino propuesto por la Toltequidad para los mexicanos: constituye nuestra herencia cultural y filosófica que da esencia y sentido a todo lo que hemos sido y somos: hijos de una de las más antiguas e importantes culturas sobre la Tierra. El desafío de aceptar la existencia de este camino al conocimiento, y aún más, el tratar de seguirlo, se antoja casi imposible. Porque para ello no sólo debemos vencer la resistencia natural a lo desconocido, sino que además debemos luchar contra un colonialismo cultural e ideológico de 500 años, el cual, por fortuna, no ha podido borrar del todo la esencia de nuestro origen cultural autónomo. […] Para entrar al mundo de la Toltequidad , nos valdremos de la razón para allegarnos a este milenario conocimiento, tan propio y, a la vez, tan ajeno a nosotros. http://www.toltecayotl.org/tolteca/index.php?option=com_content&view=category&id=30&Itemid=67