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ya evidenciado en otras coyunturas
32
, orientado a minimizar la realidad, a tri-
vializarla y hasta a ocultarla, discurso en torno al cual se han alineado todas
las fuerzas conspiradoras y opositoras (incluidos CONAIE, Pachakutik y MPD).
Ahora resulta que no hay hechos sino “versiones” de los mismos
33
. Se desnu-
da la ideología como falso discurso con fuerza material, algo que la derecha
mediática lo sabe y lo utiliza. De hecho, se ha desenmascarado su voluntad
política para crear realidad o velarla a partir de la manipulación ideológica
34
.
Empero, la represión generalizada por parte del sector sublevado de la Policía
que incluyó armas de fuego, el cerco inmovilizador del Presidente por once
horas en un hospital de la Policía, las escalofriantes órdenes cruzadas entre
policías de asesinarlo, incluyendo la fatídica orden de llevarlo a Nono
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y, final-
mente, su liberación a cargo de un operativo combinado del ejército y grupos
policiales, vistas y escuchadas por toda la ciudadanía a través de la señal de
la televisión pública, no son interpretaciones, sino hechos históricos. El saldo
de 8 muertos y 275 heridos, incluidos el mismo Presidente de la República y su
Canciller, tampoco constituye una realidad virtual, como quieren hacerlo creer
ciertos medios, la derecha y sus fuerzas auxiliares. Por el contrario, consti-
32 Por ejemplo, cuando Rafael Correa triunfó en la primera vuelta en las elecciones de abril del 2009, cuestión inédita en la historia de las elecciones con dos vueltas (desde 1979), en un panel de televisión el periodista Carlos Vera afirmaba, contra toda evidencia, que, por el contrario, él había sido el “gran perdedor” de dichas elecciones.
33 El discurso se sustenta en tres ideas fuerza: 1) no hubo intento de golpe de Estado sino una rebelión provocada por la “prepotencia del Presidente”; 2) no hubo secuestro: el Presidente estuvo voluntariamente en el hospital de la Policía y podía salir en cualquier momento; 3) no hubo intento de magnicidio: es una invención, una “show mediático”, un
“reality show” forjado por el gobierno.
34 Como lo ha hecho también con la masiva respuesta verificada el 15 de octubre del 2010 en Quito, a dos semanas
del “putch”, en la que alrededor de 50.000 personas respaldaron al gobierno. El Comercio, por ejemplo, minimizó
el evento presentando la información en la página 3 A, (mientras colocaba en portada a las candidatas a reina de
Quito). Su contenido es claramente favorable a la Policía, a quien presenta como víctima, mientras pone en duda
el carácter democrático del gobierno. Es despectivo con relación a las y los marchistas (se refiere a “su gente”, los
“gritos destemplados de una mujer”, “grupo variopinto”) y a la propia marcha que dice “caotizó” la ciudad. Asimismo,
distorsiona el número de asistentes focalizándose en los que recién se estaban congregando en el parque El Arbolito
(a las 3 p.m.) y no en los que efectivamente se congregaron en la plaza de San Francisco (a las 5 p.m.), dando a
entender que ese fue el número total de participantes, cifra inferior, por cierto, a la que esperaba el gobierno (20.000
de 40.000). Véase “El Régimen movilizó a su gente en Quito”, El Comercio, 16 de octubre del 2010, 3 A.
35 Nono es una pequeña parroquia rural del cantón Quito. Entre las demenciales órdenes dadas respecto al Presidente
secuestrado, escuchadas por todo el país, y originadas en una red de las Patrullas Policiacas, y entre las cuales se
pude escuchar la de “mátenlo”, hubo una fatídica: “¡Llévenlo a Nono!”. Ahí, en ese lugar, se acostumbraba a “des-
aparecer”, a discreción de los ajusticiadores, a los delincuentes apresados por policías o por paramilitares. Claro está,
sin juicio alguno y en un país donde, legalmente, no hay pena de muerte.