PLEGARIA A LA AMISTAD
Braulio F. Pérez Marcio
Señor, Señor
Un eco que es lamento y es ruego a un tiempo mismo,
un eco que es del alma la voz que triste implora,
un eco que su llanto sin lágrimas la llora,
con triste desconsuelo, con célico lirismo.
Un eco que ora es débil o tórnase rugido,
un eco que vacila o enérgico apostrofa,
un eco que es del verso la suave y dulce estrofa
que con candente ritmo añora un tiempo ido.
Implora a tu clemencia, Señor, por la amistad,
que lazo más divino no unió nunca a mortales,
y es lazo casi roto: figura en los anales
tan sólo de la historia: hoy ya no es realidad.
Señor, Señor,
Elévese gloriosa, purísima y potente,
en pedestal aurífico la imagen no alterable
de la amistad, que noble, gentil y siempre amable
nos dé por un amigo, impávido y sonriente.
Vuelva, Señor, el lazo más firme que la muerte,
que unía a los mortales con vínculos divinos,
y hacía que las almas marcharan sus caminos
unidas de las manos; sostén siendo el mas fuerte.
Tu vez, Señor, hoy se odia, y el odio esta sembrado
en cada ser humano; despojo es ya el hogar,
despojo el mundo entero, y en nada va a quedar
si falta la amistad. ¡Ah, todo se ha esfumado¡
En nombre de David que supo ser amigo,
en nombre de su amigo, el bravo Jonatán,
en nombre ... se fué ya, Señor, como se van
las almas grandes, nobles, siéndote fiel testigo.