er
muchas mujeres para elegir, las hay por todas partes, traba-
jando junto a los hombres, viviendo en edificios de departa-
mentos, viajando en tren y autobús, divirtiéndose en clubes.
La tecnología ha llegado al punto en el que puedes contactar
a una mujer sin haberla visto antes. Ya no es 1945, ya no
puedes conservar viejas ideas en la cabeza. La idea: “Si me
quiere, me pedirá matrimonio”, debe desaparecer porque
no lo haremos cuando ustedes estén listas, jugaremos hasta
que nos pongan límites y clarifiquen sus requerimientos. No
digo que se hinquen, sino que pongan y dispongan del ca-
lendario, para el anillo y la fecha, y que le digan al hombre
que se quieren casar y punto.
Reconozco que es dificil.
Pero es aún más dificil: salir/vivir con/tener el bebé
de un hombre que no liene intenciones de casarse, y que des
pués de ocho años de relación se aleja, se larga y renuncia
y así las cosas, no te queda de otra más que buscarte otra:
pareja con quien dividir los gastos después de haberlos com-
partido y criar a los niños sola. Esto sí se puede hacer, pero
tengan en cuenta que es muy difícil. Sugiero que se libren de
los momentos incómodos desde el principio.
Dejen que se entere de cuánto valen y qué esperan.
Déjenle claro su importe: diganle cuánto valen y pongan el
precio como si se fueran a subastar en eBay por un millón de
dólares. Desglosen su valía, expliquen: “Te respeto, te ado-
ro, soy cariñosa, te presto atención, soy puntual, bondadosa,
leal, tendré a tus hijos, los amaré con locura, todo esto para ti
a cambio de una generosa suma. Necesito tu tiempo, lealtad,
apoyo, afecto, atención, puntualidad, bondad, educación;
+) COMO CONSEGUIR EL ANILLO
que me brindes el asiento; me abras la puerta, me respetes y,
sobre todo, me ames. También quiero un anillo de diamantes
y un paseo hacia el altar.”
El hombre que lo escuche prestará atención, sabrá
que tienes una gran auloestima. Lo verá y cuestionará: “¿Vale
todo eso?”, si el precio le parece alto, se irá. Pero no quieres
a ese, ¿verdad? Él sólo quería rentarte. La gente que renta
no se preocupa por la propiedad que habita. Permite que se
deteriore, la ignora, no le importa cómo se ve. Usa el espacio
y cuando encuentra algo mejor, se va.
Quieres y necesitas al tipo dispuesto a hacer la com-
pra en la Avenida Broadway. El que quiere mudarse, que-
darse, cuidar el jardín, asegurarse de que el drenaje marcha
como debe, pintar las paredes, poner muebles, pagar la
hipoteca con regularidad, el que hace de su casa un hogar.
¿Ese? Ese se hará responsoble y hará la pregunto, como
necesitas.
Después de todo, son los jóvenes los que rentan, los
hombres construyen hogares.
Exigele que sea un hombre. Si no te ama, no se com
promeleré, no se meterá en honduras y es mejor que lo sepas
ahora, Pero si te ama, declara, provee, y protege. Si te ama,
la más alta declaración es: “Ello es mi esposa.” Puedes empe-
zar con “esta es mi chica” y luego “esta es la madre de mis
hijos”, o hasta “esta es mi prometida”. Pero después de un par
de años hay que dejar atrás ese titulo. Por lo menos, mereces
claridad de hecho, a las mujeres les va muy mal si no la tie-
non, lo que ellas quieren saber es: ¿adónde va esta relación?,
¿mo ama?, ¿soy "la indicada”?, ¿qué ve en nuestro futuro?