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tomado lo que hubiera podido o tenido que tomar, que no he exigido lo que
hubiera podido o tenido que exigir, o que no he pedido lo que hubiera podido o
tenido que pedir. En vez de imponerme y tomar o conseguir lo que me falta, me
enfurezco o enojo con las personas de las que no tomé o a las que no exigí o
pedí, aunque hubiera podido o tenido que tomar, exigir o pedir. Esta ira
sustituye el actuar y aparece como consecuencia de los actos omitidos. Por
tanto, paraliza, incapacita, debilita y, frecuentemente, dura mucho tiempo.
La ira como rechazo del amor tiene efectos similares. En vez de expresar
mi amor, me enfurezco con aquellos que amo. Esta ira se remonta a la infancia
si se desarrolla como consecuencia de un movimiento interrumpido hacia uno
de los padres. Posteriormente, al darse situaciones similares, la ira repite la
vivencia temprana, sacando de ella su fuerza.
Tercero: estoy enojado con una persona porque he cometido una injusticia
con ella sin querer admitirlo. Con esta ira me resisto a asumir las consecuencias
de una culpa, pasándosela al otro. También esta ira sustituye mi propio actuar,
permitiéndome permanecer pasivo, paralizándome y debilitándome.
Cuarto: alguien me da tanto que me resulta imposible compensarlo. Eso es
difícil de soportar. En consecuencia, me resisto al dador y a sus dones
enojándome con él. Esta ira se expresa en forma de reproche, por ejemplo, de
los hijos contra los padres. Así, sustituye el tomar, el agradecer y el actuar,
dejando a la persona paralizada y vacía. También es posible que se exprese
como depresión, que sería la otra cara del reproche. También ella sirve para
sustituir el tomar, el agradecer y el dar, dejando a la persona paralizada y vacía.
Asimismo, esta ira puede expresarse como un dolor interminable después de
una separación, cuando aún les debo a quienes han muerto o han sido excluidos
el tomar y el agradecer o, como sería el caso en la tercera forma de la ira, el
asumir mi propia culpa y sus consecuencias.
Quinto: algunos sienten una rabia que adoptan de otros y en lugar de
éstos. Así, por ejemplo, cuando en un grupo un participante reprime su propia
rabia, al cabo de un tiempo, otro miembro del grupo se enfurece, en la mayoría
de los casos, el más débil, que no tenía ningún motivo para hacerlo. En una
familia, este miembro más débil sería un niño. Cuando, por ejemplo, la madre
está resentida con el padre y, sin embargo, reprime su rabia, uno de los hijos se
enfadará con él.
Frecuentemente, el más débil no sólo se convierte en portador de la ira,
sino también en su blanco. Cuando, por ejemplo, un empleado se enfurece con
su jefe y, no obstante, reprime su ira, frecuentemente la dirigirá contra una
persona más débil; cuando un hombre se enfurece con su mujer y retiene, sin
embargo, su rabia, en su lugar lo pagará un hijo.