Cuento auto rojo

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El sue rojo.

Se de la revista Maestra Preescolar
ida su vea por separado ,
ae

abía una vez un auto rojo
estacionado en una cochera
¿FS muy especial. Era un auto de
verdad, aunque su motor no quería
funcionar, Todo flamante, pintado
de brillante color rojo, esperando
que alguien lo viniera a buscar.
Claro, a los autos no les gusta estar
abandonados sin ninguna utilidad,
pero por más que insistía, su motor
no quería arrancar,

“Brum, brum” se escuchaban los
motores de los autos vecinos.
“brum, brum” y salían todos a
pasear.

El auto rojo estaba triste y
aburrido; de sus grandes faroles
se escapaban gotitas de lágrimas.

«¡Ay! -suspiré-, hace tanto
tiempo que no puedo hacer un
viaje, recorrer las calles, mirar los
árboles...¡Qué ganas de hacerlo
‘aunque sea una sola vez más en
mi vida!

El auto rojo estaba tan pero
tan triste que no sólo sus faroles
lloraban, sino que desde el
tanque de combustible se
escapaban una a una las últimas
gotitas de gasolina.

-¿Qué te pasa que lloras asi? -
preguntó una personita sonriente
de cabellos enrulados y pecas en
la nariz.

El auto, entre estornudos de
llanto, contestó;

«Hace mucho, mucho tiempo.
que no salgo a pasear, mi motor
no quiere funcionar.

“Sino es más que eso, no te
preocupes, ya encontraremos
una solución,

-¿Solución? «dijo el auto rojo-,
¿cómo voy a andar si no arranca
mi motor?

Y para colmo las últimas
gotitas de combustible se
arrojaron al asfalto de tanto
lamentarse y llorar,

Sin preguntar más, el niño de
cabello enrulado y pecas en la
nariz se sacó los tirantes rayados
que su mami le colocaba para
sujetarse los pantalones y los
enganchó en la carrocería del auto
rojo.

«¡Ya estäl Ahora sí podemos
salir a recorrer los caminos.

Y sin esperar una respuesta, se
subió al auto rojo, se puso la
gorra de conductor y se colocó
nuevamente sus tirantes, que
ahora estaban sujetos a la
carrocería brillante del auto rojo.

“TuTuTú", hizo sonar la bocina
y, casi sin darse cuenta, muy
lentamente fue saliendo de la
cochera.

El sol brillaba más que nunca, los
faros dejaron de llorar y cerraron sus
‘jos para no encandilarse. Las ruedas se |
movían al compás de cada paso del niño |
de cabello enrulado y pecas en la nariz.
Pasito a paso el auto rojo se
ilizaba recorriendo la ciudad.
Claro... por la vereda... como todos
s autos que conducen personitas con

ora sí puedes avanzar.
conductor de cabellos enrulados y
la nariz respetaba las normas

SERENO

<a>
pS

No cruces con luz roja,
ni con luz amarilla;
la verde te dará paso

y regalará cosquillas
| Cuando llegues a la esquina,
cruza con precaución;
no siempre estará el semáforo
| para darte la indicación
| Rayedas de amarillo y blanco
las sendas del peatón,
prohibido doblar a la izquierda
si por la avenida voy
Una “E” coloradita
te permite estacionar
pero, si tiene una raya,
ése no es tu lugar.
Despacito por la escuela
y también el hospital, (7
que no suene la bocina,
a todos hay que respetar.
Los números de los carteles
marcan la velocidad,
y nunca olvides ponerte
el cinturón de seguridad.

Entre tantas vueltas y recorridos, la noche cubrió la ciudad, los faros se encendieron, altaneros;

la bocina comenzó a bostezar, El auto rojo y el niño de cabello enrulado y pecas en la nariz
regresaron felices y cansados de tanto pasear.
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