Biografía
•David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Aunque de
familia acomodada, no lo era lo suficiente como para permitir a
Hume el poder dedicarse exclusivamente a la filosofía, por lo que
su padre lo orientó hacia la carrera de abogado, a la que llegó a
dedicarse durante unos meses en Bristol. No obstante, ya desde
muy joven Hume manifestaba, según sus palabras, "una aversión
insuperable hacia todo lo que no fuera la investigación filosófica y el
saber en general", por lo que abandonó su trabajo y viajó a Francia,
donde permaneció entre los años 1734-1737, dispuesto a dedicarse
exclusivamente a la filosofía.
•De esos años data la composición de su primera obra, "Tratado
sobre la naturaleza humana", redactada "durante mi retiro en
Francia -primero en Reims, pero principalmente en La Flèche,
Anjou", según nos cuenta en su autobiografía. Recordemos que fue
precisamente en La Flèche donde había estudiado Descartes, lo
que ha dado motivo a ciertas especulaciones sobre la
intencionalidad de este retiro en el mismo lugar por parte de Hume.
Biografía
•En 1737 regresa a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia,
donde vivirá unos años con su madre y hermano.
•En 1739 publicará los dos primeros volúmenes del "Tratado", al que
seguirá el tercero en 1740. El poco éxito alcanzado significó un
duro golpe para Hume, que llega a decir en su autobiografía "jamás
intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la
naturaleza humana".
•El éxito obtenido posteriormente, en 1742, por los "Ensayos", le
hizo olvidar por completo su fracaso anterior, estimulándole para
reescribir el Tratado (obra que será publicada en 1748 con el título:
"Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano").
•En 1745 optó a la cátedra de ética de la Universidad de Edimburgo,
plaza que no obtuvo probablemente por su reputación de escéptico
y ateo.
Biografía
•Después de un año Inglaterra, como tutor privado del marqués de
Annandale, fue invitado por el general St. Clair a una expedición
que, inicialmente dirigida contra Canadá, acabó con una pequeña
incursión en la costa francesa.
•En 1747, fue invitado por el mismo general a acompañarle como
secretario en una embajada militar por las cortes de Viena y Turín.
Estas últimas actividades le permiten mejorar su situación
económica.
•En 1749 regresa a Escocia, donde volverá a pasar dos años con su
hermano en su casa de campo, publicando algunas obras más.
• En 1752 se instala en Edimburgo donde fue nombrado bibliotecario
de la facultad de Derecho, dedicando su actividad filosófica más
bien a problemas históricos, sociales y políticos, como pone de
manifiesto las obras publicadas a partir de entonces.
Biografía
•En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarle
a París como secretario de embajada. Rechazada la invitación en
principio, Hume la aceptó ante la insistencia del conde, dirigiéndose
a París donde permanecerá hasta 1766, participando en las
actividades de los eciclopedistas y los círculos ilustrados y
entablando amistad con algunos de los personajes destacados de
la época, como Rousseau.
•A su regreso a Londres fue nombrado "subsecretario de estado
para el departamento septentrional", que se ocupaba de los asuntos
diplomáticos con los países situados al norte de Francia, cargo que
no estaba remunerado y que desempeñó durante dos años, hasta
1769. Ese año regresará a Edimburgo, continuando sus actividades
de estudio e investigación.
• Allí morirá el 25 de agosto de 1776, habiendo escrito previamente,
el 18 de abril, una breve autobiografía, conocedor ya de su pronta e
inevitable muerte.
Biografía
David Hume (1711-1776)
•Obra
Obra
•"Tratado sobre la naturaleza humana",
publicada en tres volúmenes entre1739-1740.
•"Ensayos sobre moral y política", 1741-1742.
•"Investigación sobre el entendimiento humano",
1748.
•"Investigación sobre los principios de la moral",
1751.
•"Discursos políticos", 1752.
•"Cuatro disertaciones: Historia natural de la
religión. De las pasiones. De la tragedia. Del
criterio del gusto", 1757.
David Hume (1711-1776)
•Influencias
Influencias
David Hume (1711-1776)
•Fenomenismo y
causalidad
Fenomenismo y causalidad
•Hume hereda, tanto del empirismo como de la Ilustración, el interés por
fundamentar y legitimar el conocimiento humano. Parte del hecho de que el
sujeto del conocimiento es el ser humano, por lo que la investigación debe
tener como paso previo el estudio de la naturaleza humana y, dentro de
ella, de las facultades del conocimiento.
•La teoría de Hume depende del psicologismo de Locke, pero no es
empirista como la de este, ni espiritualista coma la de Berkeley, aunque
sigue siendo una psicología de la naturaleza humana. Su teoría
cognoscitiva acabará sólo con el conocimiento de los fenómenos
(fenomenismo), de lo que impresiona a nuestros sentidos (percepciones).
•Todo el material de pensar procede de la experiencia. En su obra existen
principalmente dos interpretaciones sobre el sentido de la experiencia. Una
identifica la experiencia con un conjunto de sensaciones (impresiones) que
el ser humano recibe. Otra relaciona la experiencia con un conjunto de
percepciones habituales que tienen su origen en la costumbre. La
experiencia como impresión va a quedar referida al conocimiento de los
fenómenos sensibles, mientras que la costumbre queda como guía de la
vida humana, porque convierte en útil la experiencia.
1 Las impresiones y las ideas
•Hume aspira a construir una filosofía que tenga la misma exactitud
que la física, y para esto considera que no debemos superar los
límites de la experiencia. Así, trata de conocer el origen, validez y
límites del conocimiento humano. Todos los contenidos de la mente
humana no son más que percepciones.
•Las percepciones se dividen en dos grandes clases:
– Impresiones o datos inmediatos de la experiencia presente.
– Ideas, que son copias o imágenes atenuadas de las impresiones en el
pensamiento y en la razón.
•Impresión o ideas se diferencian por su grado de fuerza o
vivacidad. Así, por ejemplo, mirar un árbol sería una impresión,
mientras que cerrar los ojos y recordar la imagen de ese árbore
sería una idea.
•El primer principio de la ciencia de la naturaleza humana puede
formularse de la siguiente manera: “Todas las ideas simples
provienen, mediata o inmediatamente, de las correspondientes
impresiones”; con esto rechaza la posibilidad de las ideas innatas.
1 Las impresiones y las ideas
•Hume distingue dos clases de impresiones o
ideas:
–Impresiones/ideas sencillas o simples. Aquellas
que no admiten distinción ni separación; por ejemplo:
verde, rojo o cálido.
–Impresiones/ideas complejas. Las que se pueden
separar y dividir en partes; por ejemplo: la manzana
tiene varios colores, forma, tamaño, peso, etc. Las
impresiones complejas nos son dadas
inmediatamente como tales. Las ideas complejas, en
cambio, pueden ser copia de las impresiones
complejas; pero también pueden ser fruto de
combinaciones múltiples, que tienen lugar de
diversas maneras en nuestro entendimiento.
El principio de asociación de
ideas
•Las sensaciones son independientes
entre sí, sin embargo, a través de la
imaginación y de la memoria se
unifican las impresiones y las ideas
que se derivan de ellas. Hume
reconoce en el ser humano una fuerza
que lo mueve, aunque no de una
manera necesaria, a combinar
determinados tipos de ideas.
El principio de asociación de
ideas
•Al igual que Newton, distingue tres tipos de
asociación:
–Semejanza. Consiste en pasar de una idea a otra semejante.
Por ejemplo, un retrato nos hace pensar en la persona que
representa.
–Contigüidad. Una idea nos conduce naturalmente a otra
cuando entre ellas existe una relación de proximidad, bien
sea espacial o temporal. Por ejemplo, cuando mencionamos
la idea de Cibeles viene a nuestra mente la idea de Madrid.
–Causa-efecto. Cuando contemplamos un acontecimiento
(efecto) inmediatamente pensamos en la causa que lo
produjo. Por ejemplo, cuando pensamos en una hija,
rápidamente dirigimos nuestra atención a la madre y al
padre. Es la conexión más fuerte que realiza la fantasía y la
que hace que la mente recuerde rápidamente una cosa, y el
fundamento de la crítica a la metafísica.
El principio de asociación de
ideas
•Los efectos más importantes de este principio de asociación
de ideas son las ideas complejas. Al igual que Locke, las
clasifica en substancias, modos y relaciones. Entre las ideas
tenemos relaciones naturales (leyes de asociación) y
filosóficas, que se originan por comparación entre las ideas sin
conexión ninguna. Las substancias y los modos se reducen a
la relación natural de las ideas.
•Con estas pretensiones, Hume llega a un segundo principio de
la naturaleza humana: “Para probar la validez de las ideas que
se discuten, es preciso indicar cuál es la impresión
correspondiente a cada una de ellas”. Para Hume toda idea es
particular, la producción de ideas abstractas es producto de la
costumbre.
Relaciones entre ideas y
cuestiones de hecho
Para Hume como hemos visto en el anterior apartado, existen dos
tipos de relaciones entre las ideas: las naturales y las
filosóficas. Entre las filosóficas distingue dos clases:
•Relaciones de ideas. Comprenden las proposiciones lógicas y
matemáticas; por ejemplo, “el todo es mayor que la parte”.
Constituyen un conocimiento demostrativo. Se basan en el
principio de no-contradicción y en la semejanza entre las ideas.
En ellas es posible la certeza absoluta, puesto que lo contrario
de una verdad conceptual es lógicamente imposible. Su verdad
no depende de la existencia de sus objetos y no necesitan ser
confirmadas por la experiencia. Se corresponden con las
“verdades de razón” de Leibniz.
Relaciones entre ideas y
cuestiones de hecho
•Cuestiones de hecho. No se pueden deducir, sólo constatar. Son
contingentes. Se basan en la relación causa-efecto. Las causas y los
efectos sólo pueden descubrirse por la experiencia. Todos los efectos
que se basan en la experiencia se fundan en la semejanza que
descubrimos en los objetos naturales, lo que nos induce a esperar
efectos semejantes a los que hemos visto seguir a tales objetos. Se
basan también en el principio de contigüidad. La costumbre nos
llevará, así mismo, a la creencia de que volverá a repetirse el mismo
acontecimiento (conocimiento moral y probable). Son la observación
y la experiencia las que pueden garantizar la veracidad en el ámbito
de los hechos, acerca de los que no cabe una certeza demostrativa,
aunque sí “vital”, que proporciona probabilidad probada, lo que nos
permite anticiparnos a acontecimientos futuros. Ejemplo, la
afirmación: “el hidrógeno es menos pesado que el aire”. Se
corresponden con las “verdades de hecho” de Leibniz.
La naturaleza humana:
costumbres y creencias
•La naturaleza humana es una preocupación
prioritaria de Hume en el contexto de su
investigación cognoscitiva, porque está
convencido de que es preciso un
pensamiento libre y tolerante como la
filosofía, que requiere esa entera libertad
sobre todo otro privilegio, y que florece por
la libre oposición de sentimientos y
argumentos de la naturaleza humana, núcleo
y fundamento de las demás ciencias.
El problema de la causalidad: la
costumbre y la creencia
•Hume afirma que la conexión causa efecto entre dos hechos
no es un dato de la experiencia, sino más bien resultado de
una creencia (believe), tras advertir repetidamente la
conjunción de ambos elementos. En consecuencia, la
causalidad tiene un origen psicológico, es fruto de una
asociación de ideas. Rechaza la falacia post hoc; ergo propter
hoc (“después de esto por lo tanto, a consecuencia de esto”).
Por ejemplo, si afirmamos “el fuego calienta el agua”,
podemos concluir que existe una relación de causa efecto.
Para el autor, el sujeto observa esa relación como si se tratase
de una conexión necesaria, de tal manera que la aparición del
efecto (calentar el agua), conduce necesariamente a la causa
(fuego). Hume recurre a la experiencia para dar validez a este
supuesto conocimiento y concluye que no encuentra ninguna
impresión de esta conexión necesaria. Como mucho
observamos que ambos hechos van unidos.
El problema de la causalidad: la
costumbre y la creencia
•Toda inferencia que el ser humano realiza a partir de
la experiencia es efecto de la costumbre (costums) y
no de razonamientos. Por tanto, entiende que esa
idea de conexión necesaria es fruto de la
imaginación, costumbre o hábito, que nos viene
indicando que siempre sucede así. La costumbre de
imaginar una dependencia posee el mismo efecto
que tendría si lo observásemos realmente. Esta
costumbre sólo puede proporcionar creencias, pero
nunca un conocimiento universal y necesario. La
costumbre representa para Hume un verdadero
principio de la naturaleza humana que hace más
fácil la vida ordinaria.
La crítica de la metafísica
•El principio de Hume, indicado
anteriormente, que afirmaba que todas las
ideas provienen, mediata o inmediatamente,
de las impresiones, hace de la validez de la
ciencia un problema y supondrá un rechazo
de la metafísica.
•Hume lleva a cabo una crítica de las tres
realidades nucleares de la metafísica
tradicional, a las que ya Descartes había
conceptuado como substancia pensante
(yo), substancia extensa (mundo de los
cuerpos) y substancia infinita (Dios).
La crítica de la metafísica
•Crítica de la idea de substancia
•Locke había constatado la dificultad de conocer la substancia.
Para Hume, la substancia, como cualquiera otra idea, tiene que
derivar de su correspondiente impresión y, dado que este no
es el caso, debemos concluir que tal idea carece de
fundamento real extramental, porque no podemos tener
impresión ninguna de la substancia, entendida como realidad
en sí, distinta de nuestras percepciones. Afirma: “La idea de
substancia, como la de modo, no es sino una colección de
ideas simples unidas por la imaginación, que poseen un
nombre que se les asigna, por lo que somos capaces de
recordar, a nosotros mismos y a otros, esas colecciones”.
La crítica de la metafísica
•La crítica de la idea de “yo”
•Tanto en Descartes como en Locke, la idea de “yo” aparece en
nosotros por una evidencia intuitiva: un yo que piensa, quiere, ama y
que, por tanto, existe. Para Hume, la mente no es sino “una colección
de distintas percepciones, unidas entre sí por ciertas relaciones, con
la falsa suposición de que están dotadas de una perfecta simplicidad
e identidad”. Entiende que la existencia de una substancia espiritual,
en particular la existencia del “yo”, en tanto realidad dotada de
subsistencia continuada y autoconsciente, no aparece en nosotros
como tal idea, porque no se deriva de ninguna impresión.
•El yo” o la “persona” no son una impresión. Representan aquello a lo
que se refieren por suposición, nuestras diferentes impresiones e
ideas. En realidad, no tenemos ninguna impresión constante e
invariable: dolores y placeres, anhelos y alegrías, pasiones y
sensaciones se alternan de manera continuada y nunca existen todas
a la vez. Por tanto, la idea de “yo” no se puede derivar de ninguna de
estas impresiones y tampoco de ninguna otra. En consecuencia, el
referente de tal idea no existe.
La crítica de la metafísica
•La crítica de la idea de mundo exterior
•Hume considera que se pretende que la afirmación
de ese mundo externo al sujeto esté basado en la
inferencia causal, que parte de nuestras ideas y nos
conduce a una realidad exterior causante de las
mismas. Esta pretensión resulta infundada, porque
la inferencia es ilegítima, dado que damos un salto
improcedente desde nuestras percepciones hasta
una supuesta realidad, que está más allá de ellas y
de la que no tenemos impresión. Esto no supone la
negación del mundo externo, dado que su no
conocimiento queda suplido por la creencia en el
mismo, tal como se mencionó con anterioridad.
La crítica de la metafísica
•La crítica de la idea de Dios
•Nuestro autor parte de la idea que tenemos de Dios como una
substancia infinita con todas sus perfecciones (omnipotencia,
omnisciencia...). Aplica el criterio que se viene reiterando,
acorde con su radical empirismo. La idea que tenemos de Dios
o de la perfección infinita no se corresponde con ninguna
impresión que la legitime. Por lo tanto, se infiere que no existe
ningún tipo de conocimiento de Dios, ni teológico, ni
metafísico. No obstante, reconoce que la religión y la creencia
en la existencia de Dios son naturales y necesarias entre las
personas. En consecuencia, la actitud de Hume puede
denominarse como agnóstica, pero no como teísta o atea