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About This Presentation

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EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
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UNIVERSITARIA
EDUCACIÓN
Víctor Hugo Condori Mamani
Yanet Violeta Sucari Sucari
Marisol Victoria Coaquira Vargas
Silvana Yadira Mantilla Cruz

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LOS AUTORES:
Víctor Hugo Condori Mamani
Yanet Violeta Sucari Sucari
Marisol Victoria Coaquira Vargas
Silvana Yadira Mantilla Cruz

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Título: Educación universitaria

Autores:
Víctor Hugo Condori Mamani
Yanet Violeta Sucari Sucari
Marisol Victoria Coaquira Vargas
Silvana Yadira Mantilla Cruz

Editado por:
Universidad Nacional de Juliaca
Av. Nueva Zelandia N° 631 - Juliaca – San Román

1a. edición digital – octubre 2025

ISBN: 978-612-XX-XXXX-X

Depósito Legal N° 2025-12215

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1. La universidad 1
2. La universidad y sociedad 14
3. Universidad e investigación 26
4. Universidad y la investigación formativa 47
5. Universidad y las normas legales 66
Bibliografía 80






ÍNDICE:

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LA UNIVERSIDAD 1

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LA UNIVERSIDAD
Las universidades surgen como consecuencia de las necesidades
sociales en el siglo XI en Europa, por lograr mayores y mejores
conocimientos; el creciente intercambio comercial, las relaciones
interculturales entre europeos y árabes, las necesidades educativas y
el desborde social del campo hacia las ciudades (Gómez, 1998), a la vez
Iyanga (2000) considera que el antagonismo de clase entre la burguesía
de artesanos, comerciantes y jornaleros libres, como la presencia de
grandes maestros, filósofos, el pensamiento islámico y judío, aumentan
el bagage cultural; los repercuten en el conocimiento y el pensamiento
de la época. Asimismo, el impulso por los estudios del pensamiento de
Aristóteles, fusionan el pensamiento griego, latino, cristiano, judío y
árabe; generando la aparición del studium como un tercer poder
después del sacerdotium e imperium; también aportaron, la estabilidad
política-social, el aumento del conocimiento, el sentido corporativo en
defensa de un grupo social o profesional como es el studium. La primera
universidad (Iyanga, 2000), en ser creada fue la de Bologna en Italia en
el año 1088 dedicándose inicialmente a las leyes con maestros de
gramática, retórica y lógica; se desarrollaron los estudios del derecho
civil o corpus iuris civils y el derecho canónico o corpus iuris canonici,
así como las artes liberales, puestos permanentemente a exámenes
rigurosos; utilizaron el trívium centrado en la gramática, lógica y retórica.
Sigue la fundación de la Universidad de París, al unir las Escuelas Notre
Dame, San Víctor y de Santa Genoveva; donde se inició los estudios del
trívium y las artes, luego serían incorporados las disciplinas de teología,

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derecho y medicina. Posteriormente son creadas las universidades de
Oxford en Inglaterra, Salamanca, Toulouse y otras.

El renacimiento cultural del siglo XII, genera el saber intercultural de la
universidad en la época medieval, las bibliotecas contaban con libros
bíblicos, historia, filosofía, poesía, matemáticas y astronomía; de este
modo los libros son la base de la enseñanza superior. La contribución
del latín, las lenguas romances, las ciudades, descubrir los saberes
griego y árabe, la economía urbana, la vida intelectual en las ciudades;
todo ello estimula el florecimiento cultural. El estudio y la enseñanza
aparecen como oficio en la ciudad, mientras las universidades son
corporaciones de maestros y estudiantes. La universidad de Bologna
fue gobernada por los estudiantes, mientras la universidad de París es
gobernada por los maestros (Obarrio y Piquer, 2015).

La curiosidad por el conocimiento se difundió por toda Europa, cuyo
origen se genera en la antigua Grecia, se desarrolla una nueva clase
social como la intelectual, cuyo oficio consistía en la enseñanza y
escritura de la nueva ciencia. Los preceptos más importantes se
sostienen en escribir y hablar correctamente, probar aquello que es
necesario probar, para lograrlo era necesario enseñar la gramática,
dialéctica y retórica; para luego estudiar filosofía. Se continua con
quadrivium donde se estudia la aritmética, música, geometría,
astronomía y la sagrada escritura, así del saber del hombre se pasa al
saber divino. Es así como maestros y estudiantes se dotan
intelectualmente desde el planteamiento de un problema, luego se

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desarrolla la argumentación, finalizando con una sentencia conclusiva;
es así como al lado de afianzar el derecho canónico y romano se origina
el método dialéctico usado en la filosofía y teología. La universidad se
centra en tres disciplinas como la teología, medicina y derecho (Obarrio
y Piquer,2015).

En la época moderna, como consecuencia de la ilustración la
universidad se convierte en el centro de la discusión acerca del
conocimiento académico, como es el caso de dos grandes personajes
que debatían sobre la constitución del universo. El conocimiento
asumido por Galileo con el copercanismo, se constituye en la capacidad
por refutar los dogmas clásicos y científicos en mecánica como de
astronomía. En este proceso Galileo y Kepler revolucionan el saber
clásico con las matemáticas y la física. Kepler desde la astronomía y
Galileo desde la filosofía de la naturaleza; el primero considero el estudio
de la astronomía desde la matemática debía ser complementada con
las causas físicas del movimiento planetario, mientras Galileo un físico
que estudio la naturaleza aplicando las matemáticas, desarrollando
tópicos como los indivisibles del continuo y la parábola para los
proyectiles, Kepler introduce la elipse para las órbitas planetarias.

Son los cálculos y las observaciones propiamente de la ciencia, en este
sentido la experiencia tiene un rol importante en el saber científico, sin
embargo, la sola experiencia no es suficiente, es la preparación mental
en la matemática la que ayuda a comprender mejor los hechos
observables para construir una explicación (Galileo y Kepler. 2007).

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A pesar de que el gobierno de las universidades recaía en los
sacerdotes, la discusión acerca de diversos temas del conocimiento
estaba ceñidos a la demostración de las explicaciones, motivo por el
cual Galileo tuvo serios problemas para plantear la teoría sobre el
centro del universo en esta parte central se ubicaba el sol, más conocida
como teoría heliocéntrica en oposición a la teoría geocéntrica, la cual
sería demostrada años más tarde de ser juzgado y haber sido sometido
a una penalidad. La teoría desarrollada por Galileo no sería en base a la
repetición memorística de los postulados establecidos en su época
como era la teoría geocéntrica desarrollada por el filósofo Aristóteles de
quien fue admirador y profeso dicha teoría, sino es parte de la pura
reflexión y dura crítica encontrada en los escritos de Copérnico, además
compartido con otros académicos entre los cuales se encuentra
Johannes Kepler, como los maestros que trabajan con él en la
Universidad de Pisa; son precisamente sus conocimientos sobre
filosofía, matemática, física y astronomía, estimuladores del
pensamiento reflexivos contradictorio a las ideas establecidas en
Europa.

Más adelante, la universidad alemana de Humboldt consagra la
universidad como una organización de más alta formación humanística
y de desarrollo integral. Es así como se reconoce a la universidad como
una organización al servicio del estudiante para lograr el proceso de
reflexión como un estudio para encontrar el saber o la verdad abierta,
rechazando al conocimiento centrado en la verdad dogmática. En ese
sentido los miembros de la universidad son formados en la vida

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espiritual y estos hombres centran su atención en la búsqueda externa
o se inclinan desde el interior a investigar por medio de la ciencia,
deslizándose libremente en la actividad intelectual (Obarrio y Piquer,
2015). La actividad principal de la universidad sigue siendo como en sus
inicios el centro de desarrollo del conocimiento con visibilidad social
plenamente abierta a la discusión reflexiva de los hechos para conocer
con profundidad las explicaciones de mayor nivel intelectual, además se
busca asegurar la plena formación de sus miembros incidiendo en la
investigación de las diferentes disciplinas del saber, fortalecido en el
pleno intercambio cultural.

De acuerdo a Russell (1984), la educación de mayor alcance es la
científica, en esta se preparan en una especialidad de la ciencia, en la
dirección del Estado, aumentan su inteligencia, practican la educación
física y dirigen a otros. Además, deben ser entrenados en la
investigación, un grupo es seleccionado por su talento y lealtad,
desarrollan estudios de alta especialización en técnicas para desarrollar
conocimientos. La sociedad del futuro tendrá la obligación de desarrollar
una sociedad más preparada intelectualmente, porque los niveles de
problemas aumentarán y la sociedad del conocimiento contará con una
mayor preparación para desenvolverse de manera rápida, eficiente y
eficaz en todo caso tiende a hacia la crisis, en el peor de los casos
desaparece. Los conocimiento desarrollados por el hombre se han
deslizado desde el vulgar o cotidiano, artístico, religioso, filosófico,
científico y tecnológico; cada uno de ellos pertenece a una época, y
la nuestra requiere de manera urgente el desarrollo del conocimiento

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tecnológico para afrontar problemas más severos, por ende la
universidad si bien es cierto debe continuar su tradición de perpetuar
los conocimientos es necesario la asunción y en especial el desarrollo
de la producción del último conocimiento como es la tecnología. El
desarrollo del conocimiento tecnológico requiere la fundación de
estudios profundamente científicos como base para el desarrollo de la
tecnología.

El conocimiento científico depende de la utilización del método
científico, como manifestó Popper (2002), quien considera errónea la
aplicación del método inductivo sostenido por Bacon, así la inducción
consistía en la justificación de la teoría por medio de las repetidas
observaciones o experimentos, esta servía para demarcar la ciencia de
la pseudociencia como la teología y la metafísica. Para realizar el
quehacer científico propone el método de falsabilidad usando la lógica
deductiva de Modus Tollens, este consiste en buscar un hecho real para
refutar al consecuente de una implicación lógica, luego se niega su
antecedente; es decir un solo hecho real contraria a la teoría, trae a bajo
la mencionada teoría; de manera que las teorías deben ser siempre
refutables, asimismo si no son refutables permanecen como hipótesis
pasibles a ser refutadas. El desarrollo del conocimiento científico se ha
esparcido en las universidades y los académicos en las últimas décadas
están cumpliendo un rol fundamental en el desarrollo de la ciencia
social, económica y político de los países, en especial en los más
desarrollados, de ahí que sus gobernantes se han preocupado por este
desarrollo en favor de la creación e innovación.

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La base del desarrollo del conocimiento científico se encuentra en el
método que se usa y a través de la historia se conocen varios métodos,
de ahí que Karl Popper, uno de los más connotados epistemólogos del
siglo XX, reflexiona y crítica la debilidad de ciertos métodos científicos
entre los cuales figuran la inducción, la deducción aristotélica e incluye
la metafísica; además encuentra solución en el método de la falsación
como impulsor de nuevos conocimientos, de esta manera el investigador
busca un hecho real que permita poner en crisis una teoría con la
intención de explicar mejor un fenómeno por medio de otra teoría
superior y de mayor alcance.

Las universidades modernas, a decir de Bunge (1999) están provistas
de talleres, laboratorios, bibliotecas, talleres usados por especialistas,
los cuales están capacitados en enseñanza al estudiante; los
laboratorios a cargo de profesores, estudiantes de postgrado e
investigadores post doctorales, ayudantes de prácticas que investigan
junto a los profesores. Las universidades norteamericanas albergan
profesores titulares, asociados y asistentes independientes, además de
instructores y ayudantes alumnos. En las universidades europeas e
hispanoamericana, el profesor toma distancia del estudiante, a
diferencia de los profesores norteamericanos y canadienses son
accesibles a los estudiantes. Tanto la preparación del talento
humano, la infraestructura, sueldos significativos, las tecnologías de
comunicación e información y la inversión son fundamentales para
lograr una universidad más competitiva en el desarrollo del
conocimiento en la cual recae el desarrollo de cualquier país.

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Sin embargo, en la actualidad aún quedan universidades de estilo
medieval a donde realizan los docentes solo realizan clases magistrales
muy común en las escuelas autoritarias, los docentes de estas
universidades suelen dictar mientras los estudiantes solo apuntan y
memorizan un tema, además suelen usar libros para largas horas de
lectura como memorizar determinados tópicos; en la actualidad, parte
de estas actividades son necesarias aún en la universidad moderna,
para realizar las actividades académicas, el más intenso es la lectura
de libros, esta están ligadas actualmente a la divulgación en revistas
académicas, en especial los artículos científicos en inglés, estimulando
la investigación y publicación de los hallazgos en revistas indexadas
(Bunge, 1999). La preparación de los maestros debe ser del más alto
nivel en su especialidad, capaz de investigar y divulgar sus
investigaciones en favor de su propia formación, y la institución donde
labora como el de los mismos estudiantes, quienes serán impulsados a
investigar por el mismo hecho de que esa es la finalidad de la
universidad. Además, la universidad es el lugar en donde los docentes
se convierte en investigadores, divulgadores, misioneros, innovadores y
retóricos, iluminando a través de sus conocimientos las mentes de sus
oyentes para lograr estimular la investigación, conocimientos, crítica,
argumentación, reflexión, creatividad e innovación, sometiendo todo
conocimiento a la reflexión argumentativa, a través de la contradicción
académica rigurosa (Kassaye, 2018).

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Además, unos de los criterios fundamentales de la universidad es la
internacionalización, el cual consiste en la capacidad de lograr
convenios con universidades del ámbito nacional e internacional,
para una colaboración mutua en el desarrollo de la investigación,
cultura, intercambio académico y saberes. Asimismo, el desarrollo
del conocimiento en sus diferentes ámbitos como la filosofía, arte,
ciencia, y tecnología, a través de la investigación y su posterior
publicación en revistas indexadas, también el desarrollo de patentes.
Estas publicaciones permiten la visibilidad de las investigaciones
académicas, A la vez la visibilidad como la oportunidad de realizar
actividades de educación virtual través de cursos, diplomados,
maestrías, doctorados, postdoctorales, entre otras actividades que
permitan una mayor preparación académica y profesional (Velásquez,
2016).

Otra de las funciones fundamentales en la universidad es la asunción
de la ética, éste consiste en el bien, traducido en las buenas costumbres
de convivencia social, con e fin de lograr armonía social; cuya relación
práctica están constituidas por las reglas morales y se constituyen en el
comportamiento humano (Russell, 1984). La sociedad actual
consumida por el éxito y la utilidad de manera negativa, en las últimas
décadas ha logrado la decadencia humana, constituyendo un modo de
pensamiento negativo y en desmedro de la humanidad; por ello, es
necesario revalorizar en los claustros académicos la ética basado en el
bien. Las reglas morales son relevantes y se asientan en los valores
como la responsabilidad, la verdad, la prudencia, que rigen la conducta

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humana y la separan de la conducta sea por deficiencia o por exceso,
estos excesos priman en el sentido de no buscar la verdad, así el ser
humano ignora su propia experiencias o ajenas; o por exceso que se
considere un dios y desea la exterminación de quienes menos saben,
colocarse al centro o al medio de los excesos es la mejor manera de
actuar, es decir el saber con prudencia, sin hacer el mal y cuyo fin sea
la felicidad. Al conocer y aplicar el conocimiento logra mejorar las
condiciones de vida (Aristóteles, 2003).

La buena convivencia se basa en el comportamiento humano, a la vez
éste depende del modo de pensamiento ligadas a las ideas concebidas
entre las cuales se encuentran los valores. Los valores son las
cualidades de cualquier depositario y puede ser compartida o no, llegan
a ser parte de un objeto; de modo que los valores no pueden existir por
sí mismos. Así, los hombres se valen de acciones en un comportamiento
preferentemente bueno para ser distinguido en la sociedad, dejando de
lado la maldad (Frondizi, 2005). La universidad como centro de la
cultura universal tiene entre sus campos de acción en favor del buen
comportamiento de quienes son formados allí, este depende de la
formación ética, moral en valores; motivo por el cual existe la
imperiosa necesidad en la universidad de reflexionar y criticar
profundamente sobre las acciones de la humanidad; en consecuencia
quienes egresen no terminen cumpliendo penas restrictivas se su
libertad y la desaprobación social, cuyo efecto es el desprestigio social,
personal y de la comunidad universitaria.

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La universidad como organización tiene por finalidad la felicidad, la cual
se logra a través de la prudencia, estimulando la vida en la reflexión
filosófica, consagrada a la sabiduría y a la contemplación de la verdad.
El hombre bueno elabora con pureza y sin trabajo los deberes de la
justicia, o es capaz de elevarse hasta la contemplación divina
(Aristóteles, 2003). La universidad no es sólo un ente para investigar
sino de la absoluta compenetración humana por lograr un
acercamiento espiritual consigo mismo y la sociedad, como la
búsqueda permanente por sentirse y hacer sentir feliz a otros, logrando
saberes a ser usados durante su vida, así la universidad es compañera
inagotable educadora y capacitadora de la sociedad, cuya exigencia
permite desarrollar mejores y mayores capacidades, habilidades,
destrezas y competencias constantes, sin caer en la corrupción.

Ahora bien, en la universidad se requiere buscar solucionar los
problemas de la sociedad por medio del conocimiento creativo y la
generación de la innovación, logrando el desarrollo de la tecnología; de
manera que la universidad incremente su colaboración con otras
organizaciones, como la empresas productivas, es decir la colaboración
mutua entre los investigadores y los expertos de la producción, para
cubrir las necesidades nacional y global; así lograr su principal rol como
es producir conocimiento impulsando la innovación, dentro de los
campos de la economía, social y valor público, para mejorar las
condiciones de la vida en la sociedad (Snellman, 2015; Maassen, P.,
Magnus, A. y Stensaker, B, 2019).

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Asimismo, por extensión la universidad requiere participar de convenio
con las organizaciones públicas para desarrollar investigaciones de
manera conjunta, llevando a cabo investigaciones en sus diferentes
niveles, así lograr conocer la realidad de los diferentes aspectos y
contextos a nivel nacional, identificar problemas, como proponer
soluciones pertinentes, coherentes, eficientes, eficaces, creativa e
innovadora; e incluso adelantándose a su tiempo; este conocimiento
determinará la planificación y aplicación de las actividades en la gestión
pública de los gestores del Estado.

En consecuencia, el rol de la universidad busca fortalecer a esta
comunidad ilustrada del conocimiento universal, abierta, manejando
activamente el pensamiento de estudiantes y maestros en la formación
constante del diálogo reflexivo y crítico de las ideas; fundado en un saber
especializado y profesionalizado; enmarcado en una cultura científica,
filosófica, artística, tecnológica, humanística y enraizada en la ética y
moral fundada en los valores. En ese sentido, la universidad debe contar
con docentes universitarios intelectuales e investigadores, estudiantes
educados de manera integral, infraestructura arquitectónica y bienes
tecnológicos de última generación, acceso a las tecnologías de
información y comunicación. Transparencia en el gobierno universitario
como armonía democrática entre los miembros de la comunidad
universitaria. Es decir, la universidad tiene como fin el conocimiento,
traducido en la felicidad de la comunidad universitaria, por ende, la
felicidad de la sociedad mundial.

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LA UNIVERSIDAD
Y
SOCIEDAD
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UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD
La universidad peruana, a pesar de los cada vez más frecuentes y
rápidos cambios en el campo de la ciencia y de la tecnología, no
responde a las necesidades del país en cuanto a la creación de nuevos
conocimientos y aportes tecnológicos acorde a sus necesidades.

El desencuentro entre la investigación científica y la realidad nacional
no es reciente y la evidencia de ello puede verse desde la fundación y
el contexto en el que surgió y se desarrolló la universidad en el país. Al
respecto, cabe resaltar que, durante la Conquista, por parte de los
españoles, en el orden mundial sólo algunos países habían ingresado a
la modernidad.

La modernidad surgió con el capitalismo industrial en el S XVII e implicó
un modo de producción en el que se puso énfasis en la actividad
científica. Desde esta óptica los países que alcanzaron rápido la
modernidad como Inglaterra, Francia, Alemania y los países bajos
lograron un mayor desarrollo que los otros.

El modelo de cultura moderna anglosajona también tuvo influencia en
la cultura norteamericana conllevando a que ésta elabore una filosofía
pragmática orientada a desechar viejos hábitos y costumbres, para
pasar a aprender aquello que permitiera tener éxito en la vida.

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Por el contrario, la corriente de modernidad en el Perú -como en otros
países de Sudamérica-, no tuvo eco y se alcanzó muy tarde debido a
que la conquista española trajo consigo el modelo de cultura feudal, en
el que la filosofía prevaleciente era la escolástica: teología dogmática
que surge de la metafísica de Aristóteles y de la teología católica.

Con la dominación de la cultura española sobre las autóctonas, como
las culturas azteca, chibcha, quechua y aimara, ubicadas en los Andes,
se dio una yuxtaposición administrativa -con la supremacía de las
instituciones feudales esclavistas: virreyes, encomenderos, corregidores
y cabildos- y cultural, a partir de la imposición de costumbres propias
de los conquistadores. Es en este contexto en el que en Sudamérica se
crearon las primeras universidades. La Universidad Nacional Mayor de
San Marcos fue una de ellas.

Consecuentemente la fundación temprana de universidades en nuestro
país surgió con fuerte influencia española y se enmarcó dentro del
modelo escolástico que fue útil a los intereses coloniales, debido a la
necesidad de formar teólogos y sacerdotes que se encargaran de la
tarea evangelizadora y la formación de hombres preparados en leyes
para satisfacer las necesidades propias de la época.

La universidad, además, favoreció la propagación de la milicia, la
filosofía, la literatura, la retórica y la poesía. Ocupaciones intelectuales
que generaban abundantes consideraciones sociales, honores y
sobretodo un empleo público a los colonos.

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De esta manera, la universidad pasa a constituirse en una institución
elitista y selectiva creada para los hijos de los funcionarios de la Corona
y para los de la aristocracia colonial como lo señaló Villarán (2002).

Cabe destacar que si bien la universidad en sus orígenes tuvo
como finalidad transmitir conocimientos -la idea prevaleciente en la
época sostenía que el saber era fijo, no variaba ni se expandía- para
formar hombres cultos y eruditos, con el transcurrir del tiempo, durante
los siglos XI y XII, se orientó a superar el sometimiento intelectual y la
dependencia del dogma, lo que duraría en Europa hasta el siglo XVI en
que se da una radical transformación epistemológica que repercutió
en la universidad, sobre todo, en aquellas ancladas en el saber
tradicional. La nueva transformación implicó valorar los conocimientos
que surgían de la práctica en el mundo material. Desde esta óptica, el
desencuentro entre las demandas sociales reales y la universidad en
Europa, durarían hasta inicios del siglo XIX en que se incorporó la
investigación al quehacer de la actividad universitaria (Sota, 2002).

Durante las primeras décadas de la República en el Perú las
universidades también cumplieron el papel de preparar a las elites para
la legitimación, reglamentación y gestión del nuevo orden. A partir de
ello Sota (2002) refiere que el Derecho y las disciplinas jurídicas
administrativas continuaron siendo profesiones de primer orden.

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La no modernidad, en la que también estuvo inmerso el sistema
universitario, que se dio en el Perú desde el S. XVII se extendió hasta
fines del S. XIX e inicios del S. XX en el que surgen diversas propuestas
de modernización, una de ellas, influenciada por las ideas positivistas,
fue la que tuvo mayor arraigo. El proyecto positivista de modernización
abarca el gobierno de Nicolás de Piérola (1895-1919) y fue propuesto
por una elite política integrada por intelectuales del partido civil (Javier
Prado, Manuel Villarán, Mariano Cornejo Matías Manzanilla, Pedro
Labarthe) y del partido demócrata de Piérola. Estos intelectuales
consideraban que para diagnosticar los problemas del país era
necesario aplicar el método del positivismo. Es decir, utilizar el método
científico y hacer en él uso de procedimientos estadísticos.

Los cambios, sin embargo, fueron lentos y según Miro Quesada (2002)
las universidades mantuvieron hasta aproximadamente 1918, en gran
parte, su status virreinal; especialmente el origen aristocrático, el
carácter nepótico de los catedráticos; la vinculación del rectorado con
las altas posiciones políticas y la administración centralizada en manos
de autoridades y catedráticos.

Cabe señalar que el desencuentro entre la universidad y la realidad
nacional ha sido analizado por diversos pensadores como Mariátegui
(1986; 2002) quien destacó que el predominio de las aristocracias
coloniales segregó y marginó, a lo largo de muestra historia, a diferentes
sectores de la sociedad y, por el contrario, colocó por mucho tiempo a
las universidades de América Latina bajo la tutela de las oligarquías y

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de su clientela convirtiendo la enseñanza universitaria en un privilegio
de dinero o de casta.

Por otro lado, Salazar Bondi (1973) sostenía que el problema educativo
estaba condicionado porque el Estado operaba como un agente de las
minorías oligárquicas y estaba concebido como un instrumento
destinado a preservar los intereses de esa minoría en perjuicio del
conjunto de la población peruana.

Villarán (2002), en una época más reciente, recalca que se conserva en
mucho el alma colonial y por eso, aunque se han cambiado y
perfeccionado las formas, aún se mantiene el mismo régimen de
educación decorativa y literaria que los gobiernos españoles
implantaron con fines políticos en Sud- América. Así, se prefiere la
educación que adorna a aquélla que aprovecha; la que da brillo a los
espíritus cultos y no la que forma inteligencias útiles; la que sirve para
distraer el ocio de los ricos y no la que enseña al pobre a trabajar, a
comerciar, o a fabricar cosas.

El status virreinal de la formación universitaria en el Perú se mantuvo
en gran parte hasta inicios del S. XX en que se vio trastocado
por las propuestas de modernización y por la formación de la
Federación de Estudiantes Universitarios. En este periodo se impulsaron
los conocimientos científicos y las tendencias literarias modernas.

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Legalmente, sin embargo, no es sino hasta 1969 en que mediante el DL
17437 la Ley Universitaria de 1960 fue modificada, enfatizándose el
carácter nacional y científico que debía tener la institución universitaria.

En la actualidad, nuestro sistema universitario especialmente en
investigación científica, aún mantiene el desencuentro con la realidad
nacional. Particularmente, porque se tiene, entre otros aspectos, una
universidad desfasada que no responde a los rápidos avances de la
ciencia y de la tecnología; a pesar de los esfuerzos que se ha trazado el
Estado a partir del licenciamiento y de la acreditación.

El desencuentro entre la investigación universitaria y las demandas de
la realidad nacional se explican, en gran medida, porque la clase política,
en las últimas décadas, ha mostrado poco interés por la educación
superior. Este hecho se puede apreciar en las diversas propuestas
planteadas durante las campañas electorales en las que se dedica muy
poco o casi nulo espacio a la educación superior.

Por otro lado, se torna necesario la modificación de la ley universitaria
vigente, incorporando dispositivos que dinamicen la investigación
superior acorde al rápido cambio que el conocimiento ha tenido en el
orden mundial. La ley universitaria, en lo concerniente a la investigación
científica, debería abarcar dispositivos que regulen y contribuyan al
desarrollo de la misma dentro del contexto de los acelerados cambios
que se vienen dando en la ciencia.

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En este sentido llama la atención el hecho de que los artículos
pertinentes presentados en las nuevas propuestas de ley universitaria
de la Asamblea Nacional de Rectores y del propio Congreso de la
República, mantengan el mismo sentido y fin de la ley 23733 que ya
caducó. Al respecto, cabe resaltar que desde el ámbito universitario
estatal han surgido interesantes innovaciones a la actual ley; sin
embargo, parecería que no han encontrado eco en los organismos
mencionados. El desencuentro entre la investigación universitaria y la
realidad nacional también surge porque existe un desorden organizativo.
Las universidades investigan de manera aislada y los hallazgos a los
que arriban, en el mejor de los casos, suelen terminar publicados como
artículos de investigación científica.

Dependiendo del interés del investigador otros artículos, aunque muy
pocos son publicados en revistas electrónicas y la gran mayoría
simplemente queda en el olvido debido a que, sobre todo las facultades
de las universidades públicas, no cuentan con financiamiento para
publicar revistas. Este hecho no lleva a que se consoliden los diversos
hallazgos en nuevos modelos teóricos o en producción que contribuyan
a fomentar cambios importantes en el Perú.

Otro elemento del desfase entre la investigación científica y la realidad
nacional se relaciona a la carencia de una institución que establezca el
nexo entre la producción científica universitaria y las políticas de
investigación propuestas por el Estado Peruano para el desarrollo
nacional.

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Se torna necesaria la creación de un ente rector de la investigación
nacional. Este ente rector podría ser un Ministerio de Investigación
Científica o un Viceministerio de Investigación Científica adscrita el
Ministerio de Educación, que además de contribuir al fomento del
quehacer investigativo, supervise y coordine la producción científica de
otras entidades generadoras de conocimiento.

Esta institución debería, entre otras funciones, proponer líneas de
investigación nacional; consolidar la información obtenida, divulgar los
hallazgos a la comunidad científica e interesados y finalmente, a
fomentar la generación de nuevos conocimientos. Con relación a las
líneas de investigación, hasta donde se conoce, no existen propuestas
acerca de los tópicos de investigación de interés nacional. En este
sentido, las universidades deberían tomar como referencia las líneas de
investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología –
CONCYTEC; que hasta ahora es el ente que viene liderando la
investigación nacional.

En cuanto a la consolidación de la información obtenida, ésta debería
ser pública y de acceso sin restricciones a la comunidad de modo que
se pueda contar con información, que, a su vez, genere nuevo
conocimiento. Cabe resaltar que actualmente existen diversas
entidades, especialmente gubernamentales, que como parte de su
propia estructura producen investigación científica.

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Entre otras instituciones contamos con el Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología (CONCYTEC); el Instituto Peruano de Energía Nuclear
(IPEN); las universidades (especialmente públicas que cuentan con
subvención del Estado) e indirectamente, otras instituciones como el
PROMABEC (OBEC), actualmente órgano del Ministerio de
Educación.

Acerca del PROMABEC, esta institución produce o debería producir
información científica de manera indirecta, porque al constituirse en un
organismo que promueve la entrega de becas de perfeccionamiento en
doctorado, maestría e investigación, debería contar con el registro de la
información científica que producen los becarios que han sido
beneficiados por este sistema.

Con relación a la divulgación de los hallazgos a la comunidad científica
e interesados, ésta se podría realizar a partir de la implementación de
la Red Científica de Publicaciones Peruanas y mediante Internet, llegar
a cualquier miembro de la comunidad científica o persona interesada en
obtener información.

La divulgación de la información científica peruana, a su vez se tornaría
en importante literatura a ser analizada por otros científicos para
elaborar nuevos modelos teóricos que respondan al conocimiento
básico y al aplicado, y así, generar conocimientos que contribuyan al
desarrollo de nuestra nación.

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Finalmente, el desfase entre la investigación universitaria y la realidad
nacional también se da, porque la universidad en sí misma se encuentra
aislada de los problemas de nuestra sociedad. Son universidades que
no se han modernizado, no van acorde al actual desarrollo científico y
especialmente tecnológico; sus autoridades las manejan por inercia
haciendo lo mismo que las gestiones anteriores y muy pocas veces se
atreven a innovar y a generar cambios. Esto último podría ser explicado
desde dos perspectivas a) La escasa o nula capacidad de gestión que
en el sector público tienen quienes dirigen estas instituciones y b) El
temor a ser objeto de procesos administrativos al finalizar la gestión; lo
cual es muy frecuente también en el sector del Estado.

Por otro lado, los catedráticos que durante muchos años han sido
postergados, hoy evidencian limitaciones no sólo a nivel investigativo
sino también en lo académico, docente y uso de nueva tecnología, lo
que no va acorde con las condiciones que se vienen exigiendo y
promoviendo en la universidad privada.

Parafraseando a Toffler (1980) podríamos destacar que nuestro sistema
universitario, especialmente en investigación, al no responder a los
problemas de la realidad nacional, se constituye en un gran dinosaurio.
Este hecho ha dado pie a que cada vez se creen nuevas universidades
particulares y que en ellas una significativa cantidad de jóvenes vean la
solución a sus necesidades formativas. En contraposición, cada vez se
reduce más la cantidad de postulantes al sistema universitario estatal.

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En resumen, podría establecerse que el Estado Peruano a lo largo de la
historia, aún en la época actual, poco o nada viene haciendo por la
educación universitaria y de manera particular por la investigación
científica universitaria. Por otro lado, las universidades muchas veces
han sido gobernadas por autoridades poco comprometidas con
establecer un vínculo entre éstas y la realidad nacional.

Corresponde pues al Estado y a la comunidad universitaria velar por la
investigación científica en el país y promover condiciones que conlleven
a importantes transformaciones para que esta actividad adquiera la
relevancia que ha logrado en otras instituciones universitarias en el
mundo.

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UNIVERSIDAD
E
INVESTIGACIÓN
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UNIVERSIDAD E INVESTIGACION
Cada vez con más frecuencia es posible encontrar escritos sobre la
investigación, especialmente universitaria, y la problemática que sobre
ella se cierne. El presente ensayo pretende aportar también a esa
reflexión.

Para entender parte del problema de la investigación universitaria es
menester destacar algunos datos estadísticos como los señalados por
Cuevas y cols (2005). Estos autores, al informar acerca de las
instituciones que más producen ciencia en el país, refieren que las
universidades contribuyen con un 45% de la producción científica. De
esta manera, en lo concerniente a las universidades privadas, serían la
Universidad Peruana Cayetano Heredia, seguida de la Universidad
Católica del Perú, las que más destacan en este sentido.

En lo que respecta a las universidades estatales, en la ciudad de Lima
sobresalen la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (con 44
publicaciones en revistas científicas acreditadas) y muy lejos de ella,
con una muy reducida cantidad de publicaciones, se encontrarían la
Universidad Agraria de la Molina (9 artículos) y la Universidad de
Ingeniera (8 artículos). Lamentablemente, las universidades nacionales
de provincias tienen un número extremadamente reducido de
publicaciones.

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el 2007 da cuenta
que la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos destacaron en el ranking latinoamericano de
publicaciones en Internet entre las primeras 100 universidades. Al
respecto, la Pontificia Universidad Católica del Perú ocupó el puesto 31,
mientras que la Universidad de San Marcos el puesto 44 en el ámbito
continental. Información más actual Andina (2020), reporta el ranking
de las universidades nacionales con más docentes investigadores en el
país. Resalta que La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, figura
en primer lugar con 386 docentes, seguido de la Universidad Peruana
Cayetano Heredia (UPCH) con 172 investigadores y, en tercer lugar, se
encontraría la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) con 165
docentes investigadores.

Según Scimago Institutions Rankings (2019), las universidades
Cayetano Heredia, Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad
Católica del Perú, son las instituciones peruanas de educación superior
que más sobresalien en producción científica latinoamericana.

Los datos presentados no hacen sino reflejar el reducido número de
nuestras universidades que destacan en investigación científica, tanto a
nivel nacional como internacional. Esta situación denota la aguda crisis
por la que atraviesa esta actividad en el sistema universitario peruano.

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El problema de la producción científica universitaria no es reciente, por
el contrario, ha coexistido con el desarrollo de la universidad en nuestro
país. En todo caso, en la actualidad esta problemática se hace más
evidente. Así, comparativamente con otras realidades, poco o casi nada
se está aportando a los significativos avances científicos y tecnológicos
que en el contexto mundial se vienen dando; y a los cuales se tiene
acceso en forma rápida, gracias a la globalización y a herramientas
como la Internet. El déficit que existe a nivel de investigación
universitaria no obedece a hechos particulares. Son múltiples los
factores que han generado que esta actividad no alcance la
trascendencia que tiene en otros lugares.

Así, la problemática por la que atraviesa la investigación universitaria
tiende a agudizarse al no contarse con una política nacional que
fomente la misma. Desde esta óptica, el Estado generalmente destina
limitados recursos para investigar.

Por otro lado, a la fecha, se han dado leyes poco precisas o
disposiciones que finalmente no se cumplen. Esto pudo apreciarse en
la convocatoria- concurso al “Estímulo a la Investigación Científica”,
promovida del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología – CONCYTEC
que, en su momento, no se ejecutó y simplemente se ignoró esperando
que el tiempo genere el olvido por parte de quienes, haciendo especial
esfuerzo e inversión económica, se presentaron al mismo.

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Es también importante el hecho de que no existe una adecuada política
de fiscalización de los fondos estatales. Al respecto, se torna
imprescindible que el Estado recabe información acerca de los logros
alcanzados con los diversos fondos otorgados al sistema universitario
peruano para la realización de investigaciones científicas. En otras
palabras, habría que preguntarse ¿cuáles son los beneficios que el
Estado ha obtenido por la inversión que ha hecho en las universidades
a partir de los fondos de estímulo a la investigación? Dar respuesta a
esta interrogante es importante puesto que permitiría contar con
elementos que justifiquen la emisión de estos fondos o, por el contrario,
podría permitir reorientar la entrega de los mismos de tal manera que la
inversión genere mayor rentabilidad, se distribuya de manera equitativa
y democrática en un contexto donde se financien sólo las
investigaciones que reúnan criterios de calidad y aporten al desarrollo
del país.

En otros casos, el desarrollo de la investigación no se ve favorecida
cuando apelando a la autonomía universitaria se da la libertad a cada
universidad, para que esta actividad se rija por sus propios estatutos y
normas. A este respecto, preocupa que muchas veces los estatutos de
estas entidades académicas sirvan para normar intereses particulares
de los grupos de turno en la gestión administrativa y, como
consecuencia de ello, vulneren importantes derechos de los demás.

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Consecuentemente, no es raro encontrarse con universidades en las
que la actividad de investigación, a nivel de dirección, se limita a la plana
docente que solamente cuenta con determinadas categorías
(principales y asociados) y que laboran a tiempo completo. Este hecho
redunda en un pobre o nulo aprovechamiento del potencial de
profesionales docentes que sin contar con dichas categorías ostentan
el Grado Académico de Doctor o Maestro y que, en muchos casos,
tienen una reconocida trayectoria en el contexto de la investigación.
Resulta paradójico y desconcertante que siendo la universidad una
institución que, por excelencia, tiene como una de sus principales
funciones la investigación, subsistan normas que, por el contrario, van
en un claro desmedro de esta actividad.

Es ilógico pensar que en una época de significativos cambios, donde
gran porcentaje de los profesionales cuentan con un importante bagaje
de información científica y disponen de habilidades para el manejo de
herramientas y tecnología de punta, este potencial humano se vea
impedido de dirigir sus propias investigaciones y que sea postergado a
una labor meramente asistencial, esperando que con el transcurrir del
tiempo puedan ser promovidos a otras categorías docentes y, por ende,
dirigir sus propios estudios. De esta manera es cuestionable que, en
algunos contextos universitarios estatales, determinadas autoridades
consideren que la investigación es un privilegio que surge a partir de
una categoría docente; aun cuando en la realidad se aprecia que no son,
necesariamente, los docentes principales o asociados quienes destacan
en este menester.

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Importante también es evaluar qué tanto invierten las universidades en
recursos necesarios e imprescindibles para la investigación. Antes del
boom de la Internet y del fenómeno de la globalización, en nuestro país
universidades como la Cayetano Heredia y la católica contaban con
hemerotecas en las que existía una significativa cantidad de revistas
científicas y publicaciones que se constituían en fuentes de consulta
para acceder a información vinculada a los avances científicos de las
diversas disciplinas.

Poco tiempo después, la Universidad Cayetano Heredia mantenía la
vanguardia en este sentido al brindar el servicio denominado “Sistema
de Búsqueda Especializada” a través de los programas PSICCLID,
MEDLINE, LILACS, entre otros. Este sistema permitía acceder a una
amplia gama de información reciente que se incrementaba cada año, se
comercializaba a elevados costos y se distribuía a través de diskettes o
de manera impresa.

En la actualidad, independientemente del acceso a Internet, en nuestro
medio existen bases de datos bibliográficas multidisciplinarias como la
de la Academic Search Premier(tm) de la empresa EBSCO que se ha
constituido en una importante fuente de información para la comunidad
académica. Acceder a estas fuentes de información demanda la
suscripción a las mismas; lo que por lo elevado de su costo está al
alcance de un grupo reducido.

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Por otro lado, es preocupante la tendencia decreciente que se observa
en lo concerniente a las publicaciones universitarias, Esta situación se
ha visto favorecida en gran medida por lo costoso que resulta publicar
en este medio; la limitada presencia de publicaciones de calidad; lo poco
arraigada que está en los profesionales la costumbre de suscribirse o
adquirir publicaciones científicas; la presencia de revistas electrónicas
en la Internet (en las que hay mayores oportunidades de publicación
y difusión de artículos científicos), entre otros aspectos.

En general, se puede decir que el sistema universitario -traducido en el
conglomerado de universidades del país- poco o muy poco ha hecho
con relación al avance científico, aspecto que tiene como consecuencia
directa la limitada investigación que se realiza en nuestro medio.

Una mirada retrospectiva hacia nuestro sistema universitario permite,
por ejemplo, preguntarnos ¿qué nueva tecnología han producido en la
última década universidades como la Nacional de Ingeniería, la
Universidad del Callao e incluso las mismas escuelas de oficiales de las
FFAA (que se enmarcan dentro de la Ley Universitaria), ¿entre otras
instituciones de educación superior? Si analizamos el avance que en la
ciencia y en la tecnología se viene dando a nivel mundial, no es difícil
darse cuenta que nuestro país no es precisamente uno de los que ha
dado importantes contribuciones. Esto no significa que no existan
destacados profesionales que utilizan con destreza la diversa tecnología
y el conocimiento en general.

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Los hechos descritos no son sino el reflejo de una inadecuada política
de investigación que aunada a los escasos recursos que se destinan a
esta importante actividad, en poco o nada favorecen a la misma.

Luis Alberto Sánchez (Miro Quesada, 2002), en su artículo titulado “La
Universidad no es una isla”, señaló que en 1984 “de cada 20 estudiantes
universitarios sólo cuatro coronaban sus estudios optando por un título”.
Esto, según el autor, habría generado una pirámide en la que
destacaban algunos profesionales con relación a otros. Esta tendencia
en la actualidad ha sido revertida. De esta manera, hoy por hoy, nos
encontramos con una significativa población universitaria que al corto
tiempo de haber egresado de la universidad ya cuenta con el grado
académico de bachiller y poco tiempo después con el título profesional.

Estos hechos se han visto favorecidos por dispositivos legales que han
implementado nuevas modalidades para la obtención del grado
académico de bachiller. El cual hasta hace poco tiempo era automático.
De igual manera, la modalidad de Examen por Curso de Actualización
para optar el título profesional acorta, en muchos casos, el tiempo
necesario para la obtención del mismo.

Se puede señalar, entonces, que la pirámide profesional que Luis
Alberto Sánchez (Miro Quesada, 2002), señalará, y que se caracterizaba
porque en su ancha base se encontraba la gran mayoría de los
egresados que no alcanzaba el bachillerato ni la licenciatura, se ha
invertido.

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Debido a ello, en la actualidad prevalecen en una muy alta proporción
los profesionales que cuentan tanto con la licenciatura como con el
bachillerato con relación a aquellos egresados que no han logrado estas
metas.

Importante es preguntarse si en menos de dos décadas tiempo
transcurrido desde que surgieron las normas antes referidas en torno a
la obtención del bachillerato y la licenciatura- se puede apreciar una
contribución relevante de los profesionales y de las diversas disciplinas
al desarrollo del país. Para responder a este cuestionamiento no hace
falta sino observar la realidad y apreciar las diversas consecuencias
adversas que ello ha condicionado.

Es menester destacar que las antiguas modalidades de titulación y de
obtención del bachillerato -realizables a través del sistema de tesis- se
constituían en un “tamiz”, “cuello de botella” o “embudo” que permitían
discriminar y promocionar a aquellos egresados que eran más
competentes tanto en el aspecto académico como en el personal. Por
el contrario, hoy se puede apreciar una sobrepoblación profesional.
Como consecuencia de ello un alto porcentaje de profesionales trabajan
como sub empleados o en actividades diferentes para las cuales fueron
formados. En lo que respecta el grupo de profesionales que se dedican
a su profesión, algunos suelen denotar insuficiente preparación, mala
praxis y desvalorización de su propio trabajo. Demás esta señalar que
se ha reducido considerablemente la producción científica universitaria,
que, a nivel de tesis, se produjo hasta la década del 80.

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Por consiguiente, la modalidad de obtención del bachillerato y algunas
de licenciatura han restringido y limitado la oportunidad de desarrollo de
las diversas disciplinas. Consecuentemente, como dijera Luis Alberto
Sánchez (Miro Quesada, 2002), una universidad que no investiga, no
crea nada, repite. En este sentido, se torna necesario que las facultades,
en todos sus estamentos, promuevan la investigación de hechos
inherentes a las diversas disciplinas, puesto que sólo con ello se
fomentará su desarrollo. Por otro lado, al no analizarse los principales
problemas sociales, económicos y culturales de nuestra realidad, que
ameritan ser revisados con mayor detenimiento para poder establecer
políticas que promuevan su superación, se limita el desarrollo del país

Si hacemos un análisis de los graduados y de los titulados a partir de
las disposiciones y normativas existentes, hasta antes de la nueva ley
universitaria, es posible apreciar una relación inversamente proporcional
entre la cantidad de investigaciones realizadas para obtener la titulación
y la proporción de profesionales titulados por una modalidad diferente a
la señalada.

Una somera revisión del costo del curso de actualización promovido por
diversas universidades para obtener el título de licenciado en diversas
disciplinas del sistema universitario estatal, nos permite establecer que
suele ser en promedio mil dólares. Organizar este tipo de cursos,
consecuentemente, se constituyó en una fuente importante de ingresos
para las universidades.

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Sin embargo, también conllevó a que se enfatice el fin comercial de la
educación, el cual en los últimos años se ha asumido como un
importante negocio, no sólo en las universidades privadas sino también
en las públicas.

El promover los cursos de actualización resultó contraproducente para
la actividad científica porque en el afán de lograr mayor captación de
recursos económicos, muchas veces, se suele descuidar el aspecto
académico. Por otro lado, existe la tendencia a destacar
comparativamente que esta modalidad de titulación es más rápida en
el tiempo, demanda menor esfuerzo y hay casi total probabilidad de ser
aprobado. De esta manera, se desnaturaliza el fin educativo universitario
y se merma el interés por la investigación. Revertir estos hechos
conforme transcurre el tiempo, sin duda, será cada vez más difícil.

Puede sostenerse que la mencionada modalidad de obtención de la
licenciatura se institucionalizó y fue ampliamente aceptada por los
egresados y promovida por muchos docentes, especialmente, por
aquellos profesores que veían en ella la oportunidad de incrementar sus
magros sueldos mediante el dictado de alguna ponencia o asumiendo
una coordinación. Debido a ello, al interaccionar con las nuevas
generaciones de alumnos, se aprecia a éstos cada vez más reacios y
menos interesados por la actividad de la investigación.

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De esta manera, en una época en la que prima el individualismo y en la
que el quehacer diario está teñido de competitividad y desafío, los
jóvenes se tornan más pragmáticos y aspiran a alcanzar sus metas
personales y el éxito en periodos de tiempo cada vez más cortos. En
este sentido, la investigación no se vislumbra como un ejercicio en el
que los futuros profesionales se puedan desempeñar laboralmente;
menos aún que genere condiciones de éxito, sobre todo de índole
económico.En el sistema universitario actual, además, se da una mayor
tendencia a la profesionalización y a dotar a los estudiantes de
conocimientos y habilidades que les permitan tener mayor éxito en su
futuro laboral. Esto se debe a que precisamente en la universidad
peruana, en los últimos tiempos, se ha puesto mayor énfasis en la
formación profesional que en otras actividades como la investigación.

Por otro lado, en cuanto a los estudios de postgrado, la problemática
asociada a la investigación se vincula a otros factores. Así, por lo
general, cuando se suele indagar en los alumnos de los primeros ciclos
cuántos de ellos se sienten motivados por investigar, la respuesta suele
ser desalentadora debido a que la proporción es extremadamente
insignificante. De allí que es importante contar con docentes que se
dediquen exclusivamente a esta actividad; sean modelos de
investigadores, no sólo enseñando a investigar, sino que también
motiven y generen adecuadas disposiciones hacia la actividad
investigativa, especialmente porque ese es un fin de la formación, sobre
todo, en Maestría.

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Independientemente del escaso interés por la investigación, se suele
percibir que muchos de los alumnos particularmente de post grado-
estudian no por adquirir nuevos conocimientos, sino por la creencia que
ello les generará un mayor reconocimiento en sus centros laborales. De
esta manera, algunos se conforman tan sólo con egresar y obtener una
constancia en la que se señale que han estudiado una maestría o un
doctorado.

Asimismo, el desinterés se refleja en un alto índice de inasistencias; una
inadecuada disposición hacia la investigación durante la formación, a
pesar de que prácticamente, en todos los ciclos de estudio, se incluyen
cursos vinculados a ésta; y en un limitado esfuerzo por asumir un
comportamiento presencial en las clases. Este hecho ha condicionado
que algunas universidades exijan a sus docentes estrictas medidas de
control de asistencia, aspecto que no va acorde al tiempo actual en el
que cada vez es más frecuente la capacitación no presencial.

Por otro lado, constantemente se ha destacado que tan sólo el 5% de
los alumnos que egresan del sistema de post grado obtienen el diploma
respectivo. Se suele apreciar, entre otros factores restrictivos que
inciden desfavorablemente en este hecho, el desconocimiento del o de
los idiomas extranjeros requeridos para obtener el grado de maestro o
doctor.

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La demora en la obtención del grado académico parecería estar también
asociada a factores de dejadez o desmotivación; a cierta inseguridad, a
una tendencia hacia la postergación de actividades importantes y a
dejar inconclusos proyectos emprendidos. Esto tomaría matices
patéticos al apreciarse incluso que docentes universitarios del área de
investigación, no han logrado obtener el grado académico o, por otro
lado, que profesionales que cumplen labores académicas en otros
centros, equipos o institutos de investigación, tampoco cuentan con el
grado necesario.

El aspecto económico, si bien es importante, parecería ya no tener un
rol tan trascendental en la postergación de la obtención del grado en los
egresados; puesto que, actualmente, un alto porcentaje de las
universidades promueven que sus alumnos a partir del tercer ciclo
de estudios presenten sus respectivos proyectos de investigación.
Desde esta óptica, van realizando pagos progresivos por los diversos
pasos del proceso. Este hecho genera que la inversión que deben
realizar los egresados no se dé en un solo desembolso de dinero sino
por cantidades más pequeñas.

El currículo de estudios es otro de los elementos a tomarse en
consideración al realizar el análisis de la investigación en nuestro medio.
Al respecto, cabe señalar que los currículos de estudio
permanentemente deberían ser reestructurados de acuerdo al avance
científico, a los nuevos conocimientos y a las necesidades que
demandan cada época y contexto.

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Si se hace referencia de manera particular a las asignaturas orientadas
a la investigación, en el pre grado se suele apreciar que existen diversos
cursos que podrían coadyuvar a promover el interés por esta actividad
y a fortalecer el desarrollo de competencias que se consolidarían a partir
de cursos más especializados; es decir, los directamente vinculados a
la investigación científica. La experiencia lleva a apreciar, sin embargo,
un limitado compromiso por parte de los docentes que no son del área
de investigación por el fomento de la misma; consecuentemente, se
cuenta con una importante restricción.

Por otro lado, la inducción o generación del interés por la investigación
es una tarea que debería promoverse desde los primeros ciclos de
estudio. De esta manera, el periodo formativo-académico del futuro
profesional serviría para consolidar este interés. En todo caso, los cursos
de investigación dentro de la malla curricular deberían estar
estructurados de manera que no sólo fomenten el desarrollo de
competencias orientadas hacia esta actividad, sino que también se
vinculen al análisis y reflexión de los principales problemas que aquejan
a la sociedad peruana. De este modo se obtendrían aportes, que se
constituirían en contribuciones significativas para el abordaje de los
mismos. Con relación al post grado, la evidencia lleva a establecer que
generalmente los cursos son estructurados de manera secuencial. Por
lo general, las asignaturas vinculadas a la investigación se suelen dictar
en todos los ciclos, con la salvedad que en algunas universidades se
inician con el curso de Epistemología para posteriormente, en el
segundo ciclo, proceder al dictado de Metodología de la Investigación.

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Luego vendrían Seminario de Tesis I y Seminario de Tesis II en el tercer
y cuarto ciclo, respectivamente. Los programas de doctorado, por lo
común, suelen seguir esta misma secuencia y difieren de los de
maestría en el grado de análisis y de aporte exigido. De esta manera,
se espera que las tesis a realizarse en este nivel evidencien un análisis
mayor y más profundo en lo concerniente a los aspectos teórico y
filosófico.

Por otro lado, cabe también resaltar el rol que tiene el docente,
particularmente del sistema estatal, en la crisis vinculada a la
investigación. Así, es frecuente apreciar que existe una limitada
renovación de la plana docente. Es por ello, que usualmente se suele
encontrar docentes que aún muchos años después de la reforma del
sistema educativo universitario de 1919 no han asumido los cambios
planteados y se manejan bajo esquemas educativos tradicionales. De
igual manera, denotan especial resistencia al cambio; al uso de la nueva
tecnología (Internet y audiovisuales) y a la modernización de las técnicas
de enseñanza-aprendizaje. Aún más, mantienen su clásico dictado de
clases a través de la modalidad expositiva; abusan de la entrega de
separatas de artículos que no explican y que utilizan posteriormente,
para evaluar a sus alumnos. Lo más cuestionable quizás es que no
aceptan que, muchas veces, los alumnos están más y mejor informados
que ellos; y se esfuerzan por limitar su capacidad crítica, relevante
aspecto que se debe fomentar especialmente en la educación superior
moderna.

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Con relación a la investigación, si bien muchos docentes no están
preparados para hacer esta actividad, la llevan a cabo porque de esta
manera reciben incentivos especialmente económicos. El dinero que
reciben para solventar sus estudios y/o investigaciones, generalmente
es percibido como un mecanismo compensatorio por el bajo sueldo
obtenido por la actividad docente. Aún más, en muchos casos, no es
concebido ni por los propios docentes como posible sustento económico
para proyectos de investigación.

La inadecuada preparación de los docentes se refleja en la baja calidad
de los trabajos realizados; el escaso involucramiento con la realización
del estudio en sí mismo; la limitada capacidad para usar sistemas
informáticos y peor aún, software o paquetes estadísticos.

De esta manera, más allá de la poca preparación que denota un
significativo porcentaje de docentes para la utilización del software
estadístico, es alarmante que a veces, ni siquiera manejen las nociones
básicas de estadística que todo investigador debe conocer. Si bien es
cierto que no necesariamente deberán realizar la totalidad del trabajo
estadístico en los estudios que realicen existiendo la opción de trabajar
en equipo con otros profesionales es relevante que estén capacitados
para orientar al especialista, acerca de la forma que se espera
proceder para lograr el objetivo de estudio. Más aún, se debe tener la
información que permita tener una percepción real, clara y precisa de la
lectura de los resultados.

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Con relación a los docentes de post grado, la problemática vinculada a
la investigación es aún más trascendental. Esto es debido, entre otros
aspectos, a que tanto en los estudios de maestría como en los de
doctorado, se pretende desarrollar en los alumnos competencias
académicas y personales vinculadas al espíritu científico y al interés por
el conocimiento de la realidad, a partir de la investigación.

Por lo general, no existe una política establecida en las escuelas de post
grado para la selección de la plana docente, especialmente en los
cursos vinculados a la investigación. Los docentes, usualmente son
sugeridos por otros colegas o ingresan por vínculos de amistad. De esta
manera, se cuenta con docentes que muchas veces no están
especializados y, peor aún, que no hacen ni han hecho investigaciones.
Esto da lugar a que se constituyan en improvisados que aceptan dictar
cursos en los que, en el mejor de los casos, se memorizan un libro o
abusan de las diapositivas (que luego leen en clase). De esta manera,
logran teorizar, pero no favorecen que sus asesorados concreticen la
realización de una investigación idónea y en muchos casos se observa
que estas investigaciones evidencian significativos errores.

En este sentido, es pertinente que quienes ejerzan la docencia a nivel
de post grado en el área de investigación, no sólo acrediten un óptimo
conocimiento del área, sino también habilidades prácticas demostradas;
esto a partir de la constante producción y publicación de investigaciones
de calidad.

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Por otro lado, también es lamentable que la publicación de los trabajos
de investigación -en las pocas revistas científicas existentes- se logre
primordialmente por relaciones o vínculos de amistad. En este sentido,
adquiere especial importancia que las instituciones universitarias o
centros de investigación, cuenten con comités científicos. De esta
manera, a partir de determinadas pautas, se podría seleccionar aquellos
artículos que reúnan criterios de calidad y confiabilidad y, por ende,
contribuyan al avance disciplinario. Otro importante mecanismo de filtro
para la elección de los escritos es la evaluación por pares. El
CONCYTEC viene utilizando esta modalidad para la revisión de los
artículos, previamente a su publicación.

Cabe resaltar que en nuestro medio existen importantes investigadores
en las diversas disciplinas que, muchas veces con perfil bajo, con
escasos recursos y aisladamente, han realizado trascendentes
contribuciones al saber científico.

Por otro lado, es loable que, en el sistema educativo escolar,
especialmente en los colegios particulares, el currículo de algunos
cursos ya incorporé las bases teóricas y aspectos prácticos relacionados
a la investigación. Sin duda, ello generará interés por la actividad
científica y contribuirá a la formación de los futuros investigadores
nacionales.

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Esperemos que el avance científico y tecnológico mundial, propio de la
era de la globalización e información que estamos viviendo, encuentre
asidero en nuestro medio y se generen los lineamientos necesarios que
promuevan el desarrollo de la investigación; siendo éste un importante
mecanismo que contribuiría a la solución de múltiples problemas del
país y por lo tanto, a sus desarrollo.

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Y LA
INVESTIGACIÓN
FORMATIVA
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UNIVERSIDAD Y LA INVESTIGACIÓN FORMATIVA
La investigación científica es una actividad necesaria para el desarrollo
de cualquier disciplina y en los últimos tiempos ha generado
significativas contribuciones al desarrollo científico y tecnológico en el
contexto mundial.

La investigación científica se orienta hacia la búsqueda de nuevos
hechos o datos, relaciones o leyes, en cualquier campo del conocimiento
humano. Es un quehacer al que tradicionalmente se le ha atribuido al
sistema formativo, especialmente, universitario. Sin embargo, hoy por
hoy es desarrollada por muchas instituciones y personas.

Ahora que se vive en la era del conocimiento, investigar se torna en una
actividad que debería tener carácter prioritario en cualquier disciplina y
contexto y ser revalorada especialmente en el sistema educativo. Al
respecto, cabe resaltar que la investigación en el Perú atraviesa por una
severa crisis caracterizada entre otros factores- por su limitado fomento
y el escaso interés de los profesionales jóvenes que egresan del sistema
universitario. El problema de la investigación no es reciente, sin
embargo, se ha agudizado en los últimos años debido a que si bien en
la actualidad se cuenta con mayor información y mecanismos que
permiten investigar diversos hechos, el sistema universitario no ha
previsto la formación de cuadros profesionales que realcen esta labor.
Por otro lado, el propio gobierno (en las décadas anteriores) fomentó
dispositivos legales que actualmente no contribuyen a promover nuevas
elites de investigadores.

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Por el contrario, cada vez es mayor el número de profesionales que a
través de modalidades como el Examen por Curso de Actualización,
obtienen el título profesional o de manera automática, el grado
académico de bachiller al concluir sus estudios.

La problemática que aqueja a la investigación científica no sólo va en
detrimento de la disciplina que no investiga, sino también en contra del
desarrollo del país, al tener que depender de la producción científica e
intelectual de otros países y no estar ésta, necesariamente, acorde a
sus necesidades.

Estos hechos han llevado a que diversos investigadores centren su
interés en analizar el problema de la investigación desde diversas
perspectivas. Así, al tratar acerca de la investigación en la universidad:
Rama (2002), señala que las instituciones de educación superior han
comenzado a perder su monopolio como instituciones generadoras de
conocimiento y enfrentan el dilema de fomentar la investigación o
limitarse a la educación.

García (s/f), por su parte, sostiene que en las naciones industrializadas
se conoce muy bien el impacto de la ciencia en el desarrollo de las
actividades productivas, en la tecnología, en la economía y han fundado
su avance en la ciencia y en la tecnología; mientras que en los países
subdesarrollados, casi no se destinan recursos económicos para la
ciencia, lo que fomenta su mayor dependencia académica, tecnológica
y económica hacia los países desarrollados.

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Desde otra óptica, Alegría (2001) al hacer un análisis de la universidad
peruana en el contexto global y latinoamericano señala que las
universidades nacionales destacan centralmente por anteponer la
enseñanza a la investigación. Destaca, que la percepción de la
ciudadanía en su mayor parte identifica a la universidad como un centro
de formación de personas y no como un centro de investigación.

Cruz (2002), en un análisis acerca de la universidad que el Perú
necesita, concluye que la universidad tiene que constituirse en el centro
donde la tarea principal sea la formación profesional a través de la
creación intelectual y el cultivo de la investigación científica y
tecnológica.

Investigar es una actividad de búsqueda e indagación de hechos que
llevan a entender la realidad. Puede ser una actividad propia de un
profesional en medicina, antropología forense, psicología, sociología,
historia y cualquier otra disciplina, etc. y también de aquellos que no
necesariamente han realizados estudios superiores, por ejemplo, un
detective privado, aquel interesado en los ovnis, la parapsicología, los
hechos sobrenaturales o simplemente de quien quiera conocer más
acerca de cualquier tema de interés. En realidad, las personas
permanentemente buscamos y pretendemos dar explicación de los
hechos.

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La investigación en general se diferencia de la científica en tanto es esta
última una actividad orientada a la búsqueda de nuevos hechos, datos,
relaciones o leyes con el objetivo de contribuir al desarrollo del
conocimiento en cualquier disciplina. El aporte puede ser desde el
enfoque teórico o práctico. La investigación científica, como actividad
generadora de conocimiento, surge cuando nos encontramos frente a
un hecho ante el cual, dentro de la literatura o repertorio de
contrastación, no se tiene una explicación válida.

Desde luego la investigación científica es concebida con tal desde que
se sigue un método y se arriba a resultados que pueden ser
comprobados y contrastados por otros científicos, en cualquier otro
lugar del estudio original, siempre y cuando se utilicen las mismas
condiciones de la investigación inicial. Se considera científica, además,
a partir del desarrollo de la ciencia moderna durante el siglo XVI, gracias
a los aportes que dieran Francis Galton, mediante el uso del método
inductivo; René Descartes, con la aplicabilidad del método deductivo; y
Galileo Galilei, entre otras contribuciones, con el uso de hipótesis.

Posteriormente, con el transcurrir del tiempo se ha visto nutrida de
nuevos aportes como los que plantearon, a finales del siglo XIX e inicios
del Siglo XX, pensadores provenientes de la corriente neopositivista,
quienes no sólo señalan las pautas metodológicas a seguir durante el
proceso investigativo, sino que también resaltan la importancia de la
verificación de los resultados.

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Esta corriente de pensamiento, además, pone énfasis en la observación
y la experimentación como formas de demostrar los resultados. En
décadas recientes, factores que han favorecido significativamente el
avance científico han sido las contribuciones desde el campo de la
tecnología y sobre todo de la globalización de la información.

De esta manera la investigación, a lo largo de los últimos años, ha ido
evolucionando y probablemente seguirá un proceso de transformación
continua acorde al avance del conocimiento, la tecnología, las
necesidades de una mayor comprensión de la realidad, la generación
de conocimiento y la solución de diversos hechos que se presentan en
la sociedad. Ha alcanzado un importante sitial no sólo en la contribución
hacia el desarrollo de las diversas disciplinas sino también al de los
países. Debido a ello, en el proceso formativo de los futuros
investigadores se torna importante la utilización de estrategias
didácticas por parte de los docentes, tanto de los que están
directamente vinculados a la formación como de aquellos que, no siendo
investigadores, deben fomentar y contribuir colateralmente el desarrollo
de competencias particulares que coadyuven al logro de dicho fin.
Dentro de las estrategias didácticas es imprescindible la utilización de
actuales teorías, estrategias y uso de moderna tecnología. En este
sentido lo que debe primar es asumir que investigar no sólo es teorizar
sino que para aprenderla se tiene que hacer investigación.

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El hacer investigación desde luego es parte de un proceso prolongado y
continuo de aprendizaje que se da desde la infancia con las tempranas
exploraciones que el niño se hace con relación a sí mismo, a los objetos,
hechos y diversas situaciones acerca de la realidad. Es decir, el interés
investigativo es parte de la naturaleza del ser humano. De esta manera
el preguntarse acerca del porqué de las cosas es un acto que siempre
ha estado presente en los seres humanos.

Es una condición que ha promovido la adaptación al mundo y a
manejarse en el mismo. La formulación de objetivos, hipótesis y las
conclusiones que se derivan de los mismos también son actividades que
cotidianamente nos hacemos los seres humanos.

Consecuentemente diversos aspectos del método científico coexisten
con nosotros, pero por no ser utilizados dentro de un marco de
generación de conocimiento científico y no utilizar otros elementos
dentro del proceso investigativo, los hallazgos no son valorados como
tales y, en todo caso, sólo son concebidos como parte del conocimiento
común. Es más, con el transcurso de la educación básica regular el
educando ingresa a una etapa en la que si bien aún no se habla de
investigación científica no por ello se puede decir que en la escuela no
se realiza. En realidad, ésta es una actividad frecuente que se realiza de
manera directa o indirecta. Por ejemplo, las asignaciones, las tareas, los
trabajos monográficos, etc., son formas de investigación bibliográfica y
su fin es la revisión exhaustiva de documentación vinculada a un mismo
tema.

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Por otro lado, los experimentos en física y en química durante la
educación secundaria, implican también vivenciar y demostrar
experimentos. Así, son diversos cursos, especialmente en los últimos
años, en los que se promueve con mayor frecuencia la participación
activa del educando en temas que permitan explicar mejor diversos
sucesos y de aquellos aspectos que sirvan para solucionar problemas
de la realidad. Este tipo de investigación también se denomina práctica
o aplicada.

El creciente interés que cada día adquiere la investigación, tan venida a
menos en nuestro país, ha conllevado a la realización de diversos
encuentros científicos, foros académicos y otras actividades con la
finalidad de plantear soluciones que permitan revertir esta situación. A
partir de ello, en el presente año con más frecuencia se escucha la
necesidad de crear el Ministerio de Investigación, e incluso, se ha
presentado al Congreso de la República un proyecto de ley orientado a
implementar en los colegios un curso de Investigación a partir del tercer
año de educación secundaria.

De hecho, promover el interés por esta actividad no pasa por
implementar un curso en la Educación Básica Regular sino crear una
cultura de investigación fomentada colateralmente, o transversalmente,
desde los diversos cursos que integran la estructura curricular.

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Desde luego son muchas las instituciones educativas que fomentan la
investigación y lo efectúan con estrategias muy particulares, como por
ejemplo: la demostración de experimentos tomados de Internet o de los
libros que pueden ser realizados por alumnos de educación primaria en
el aula de clase; la formulación de temas de estudio, la argumentación
teórica y el establecimiento de conclusiones son tan sólo algunos de los
aspectos en los que se suele incidir. Por otro lado, en el nivel secundario
se imparten conocimientos algo más avanzados, especialmente con
relación a seguir algunos pasos del método científico. Por ejemplo,
formular el tema de estudio, objetivos, hipótesis, determinación de la
muestra y conclusiones.Quizás estas nuevas tendencias orientadas a
la enseñanza de la investigación presentada, de manera más
estructurada y formal, en la Educación Básica Regular, en este último
quinquenio, marcan el inicio de una nueva era que, sin duda, contribuirá
a la generación una mayor clase investigadora en un futuro muy
cercano.

Con relación a la formación en investigación en la Educación Superior
cabe mencionar que, si bien durante mucho tiempo no ha sido una
prioridad, en la actualidad viene adquiriendo mayor importancia. Ello se
puede apreciar en las universidades que van a la vanguardia, como la
Cayetano Heredia que ha sido acreditada como investigadora. Por otro
lado, tenemos las otras instituciones de educación superior que más
destacan en producción científica como la Nacional Mayor de San
Marcos, Pontificia Católica del Perú, Agraria de la Molina y la propia
Cayetano Heredia.

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En otros casos, en algunas universidades se ha iniciado un proceso de
reestructuración interna a partir de la cual el Vicerrectorado en
Investigación ha pasado a suplir al Vicerrectorado en Administración.

De hecho, la formación de investigadores al interior del sistema de
educación superior va más allá de las buenas intenciones de modificar
la denominación de determinadas áreas. En este sentido, lo prioritario
es fomentar una cultura investigativa. Esta implica toda manifestación
cultural, organizaciones, actitudes valores objeto, técnicas y es iniciada
por profesores los cuales, en ocasiones de manera independiente,
generan producción científica y progresivamente promueven la
integración de otras investigaciones o de personas interesadas en
desarrollar este quehacer. A partir de ello pueden constituirse los
equipos de trabajo, comités, oficina de investigación y de desarrollo
tecnológico y de redes.

La cultura investigativa implica, además, que quienes tienen la potestad
de dirigir las instituciones tengan una visión clara del rol que deben
cumplir. Para entender esto, una reflexión importante de tener en
consideración que esta actividad es la base para el desarrollo de
cualquier disciplina. Como consecuencia de ello no investigar implicará
continuar dependiendo de la ciencia y de la tecnología extranjera y dejar
pasar la oportunidad de alcanzar el sitial de país desarrollado; logrado
sólo por aquellos que sí lo han hecho.

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Es importante destacar hasta dónde debe llegar el proceso formativo en
investigación. Al respecto, en la Ley Universitaria (23733) se señala que
los centros de educación superior en el Perú se orientan a “Formar
humanistas, científicos y profesionales de alta calidad académica…”.
Esto implica, desde el punto de vista investigativo, formar personas
capaces de aplicar conocimientos y el propio método científico con el
fin de contribuir a la ciencia -básica o aplicada - y por ende al
conocimiento científico. Consecuentemente en la Educación Superior la
investigación se torna en una actividad compleja y especializada que se
adquiere de manera progresiva.

La adquisición del conocimiento implica aprehender las nociones y
fundamentos de esta actividad consolidándose al término de la carrera
profesional en un trabajo de tesis. A partir de lo anterior se infiere que
quien ha sido formado dentro del contexto de la educación superior al
egresar del mismo debe de contar con las competencias básicas para
elaborar un proyecto y el respectivo informe, pudiendo ser el producto
del mismo presentado o no como un trabajo de tesis. En general, los
conocimientos adquiridos podrían servir para elaborar un proyecto y su
respectivo informe de investigación de tipo básico, orientado a describir,
explicar y predecir un determinado hecho; o de tipo aplicado, el que
tendrá como fin demostrar la utilidad de determinados instrumentos,
técnicas o procedimientos.

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Nos referimos al conocimiento teórico cuando, a partir de una
investigación, se profundiza en el análisis del problema con la finalidad
de obtener mayor información y teorizar acerca del mismo. Por otro lado,
es tecnológico, cuando se aporta al conocimiento desde un punto de
vista práctico que puede ser innovando, trasformando o creando
tecnología, o formulando nuevos métodos, procedimientos y estrategias
que hagan viables el quehacer laboral o las propias actividades
cotidianas. En la educación superior se debe promover, en quienes son
formados en ellas, el desarrollo de competencias para discriminar y
seleccionar el método de estudio más apropiado para explicar un hecho.

El éxito del desarrollo de competencias para la investigación, sin
embargo, va a depender de diversos factores. Uno de ellos está
relacionado al propio estudiante. Por lo general la disposición de éstos
hacia esta tarea no suele ser la más esperada. Muchos factores podrían
explicar este supuesto, entre otros, que aún contamos con una
significativa población de estudiantes de educación superior que
durante su formación secundaría hayan recibido información o
motivación por la investigación. En otros, no se ha inculcado o se ha
restringido, dentro del contexto familiar, el interés por la explicación de
las cosas, el sentido crítico, la innovación y la creatividad. Asimismo,
como quehacer laboral esta es aún una actividad que, en el Perú, no se
considera bien remunerada o que cuente con un amplio campo de
trabajo e incorporación laboral.

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Por otro lado, dependerá del docente. Al respecto, es necesario contar
con profesionales altamente capacitados y que permanentemente
realicen actividades propias de la investigación científica y que no sólo
sean teóricos sino que tengan frecuente producción y publicación de
artículos científicos y de textos académicos. Es, por ende, viable y
constructivo discutir acerca de investigación si quienes lo hacen tienen
el conocimiento acerca de lo que ella implica, han tenido la experiencia
de haberlas dirigido, poseen el hábito de leer artículos científicos y
disponen de la motivación o de la convicción de que esta es una tarea
académica que puede ser desarrollada en cualquier circunstancia,
siempre y cuando existan condiciones mínimas.

Demás esta destacar, con relación a los docentes, que quizás en la
actualidad tenemos un déficit, sobre todo en cuanto a las nuevas
generaciones, debido a que, durante las dos últimas décadas, con la
implementación de la titulación mediante modalidades diferentes a la
tesis, muchos egresados de la educación superior no han tenido la
oportunidad de realizarlas. Es más, se ha privilegiado el curso de
actualización debido a que ha sido una fuente importante y rápida de
ingresos económicos para las facultades y para el pago de quienes han
participado en los mismos.

Las propias instituciones de educación superior con la implementación
de las nuevas modalidades de obtención del bachillerato como la tesis,
a inicios de los años 90, descuidaron la formación relacionada a la
investigación.

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En la actualidad aún puede apreciarse que en los currículos de diversas
facultades sólo figuran escasos cursos y no se maneja como un eje
transversal en la formación brindada. Estos aspectos destacados, los
docentes y las estructuras curriculares, son quizás los principales temas
que deberán abordar las instituciones de educación superior para
contrarrestar la aún deficiente investigación formativa. Para ello,
entonces, se torna necesario contar con una política de capacitación de
los cuadros docentes y la incorporación progresiva de profesionales con
grados académicos de Doctor y/o de Magister, como sucede con los
centros de educación superior de vanguardia; grados que facultan a los
profesionales para generar conocimiento y contribuir con el desarrollo
del país.

En la actualidad se viene dando un permanente interés por la
capacitación. Desde luego ésta se ha tornado en una tarea que tiene y
debe ser permanente durante la historia del individuo debido a que el
conocimiento, dado el avance de la ciencia y de la tecnología, se
transforma cada vez de manera más acelerada.

Quizás muchos profesionales lo cual no implica dejar de lado a los no
profesionales- han comprendido la importancia de esta necesidad, que
también debería asumirse por quienes dirigen las instituciones de
educación superior y que en la práctica implicaría la incorporación de
profesionales especialmente de aquellos que disponen de los mayores
Grados Académicos en determinadas profesiones, o actividades entre
otras, la investigación, los que denotan competencias para el manejo de

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tecnologías de la información y comunicaciones (TICs) y de los que
disponen del conocimiento de idiomas, adicionales al materno.

En cuanto a las estructuras curriculares es imprescindible contar con
una línea de cursos que de manera directa fomenten la investigación
científica. Cursos que sean secuenciales y que no se superpongan entre
sí. De esta manera, con la finalidad de fomentar una línea de
investigación las instituciones de educación superior deberían
contemplar necesariamente el dictado de Metodología de Estudio,
Metodología de la Investigación Científica, Taller de Tesis I y Taller de
Tesis II. A continuación, se describe la importancia de cada uno de ellos.
El curso de Metodología de Estudio generalmente brindado en el primer
o segundo ciclo de estudio se torna importante porque mediante él se
enseña a quienes recién inician los estudios superiores las nociones
básicas para la revisión y el análisis de literatura, la elaboración de
ensayos y documentos y la aplicación de algunos puntos de la
investigación científica como, por ejemplo: citar, elaborar el marco
teórico, formular conclusiones y redactar las referencias.

En el curso de Metodología de la Investigación Científica se familiariza,
capacita, adiestra e introduce al estudiante en las bases conceptuales
y los fundamentos de los diferentes componentes de la investigación
científica con el propósito de ser aplicados para explicar determinados
hechos o sucesos.

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En el aspecto práctico se espera que el capacitado formule
apropiadamente cada uno de los diversos aspectos que constituyen un
proyecto debiendo, al finalizar el curso, presentar un informe grupal.

El curso de Taller de Tesis I tiene por finalidad fortalecer, en el alumno,
el manejo conceptual y la aplicación eficiente del conocimiento con
relación a temas de investigación científica. En el aspecto práctico se
orienta a la elaboración, preparación y presentación del Proyecto de
tesis. El curso de Taller de Tesis II se orienta al asesoramiento
permanente, sistemático y personalizado en el desarrollo de la
investigación. En el aspecto práctico culmina con la consolidación del
informe de tesis.

Por otro lado, se requiere que la investigación se constituya en un eje
transversal en los otros cursos. Es decir, la enseñanza de la
investigación sea colateralmente abordada por todos los docentes en
sus respectivas materias.

En resumen, investigar es un proceso dinámico y continuo que se da a
lo largo de la historia del individuo. Por ser una forma de conocimiento
que está en función a los intereses y a los aprendizajes que se
adquieren durante la Educación Básica Regular y la Educación Superior,
algunas personas suelen desarrollar competencias para realizar
investigación, aportando, de esta manera, a la ciencia y al conocimiento
científico básico o aplicado.

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Demás está preguntarnos acerca del rol de las instituciones de
educación superior en la actividad investigativa. Al respecto debe
destacarse que la educación superior, con relación a la producción
científica, tiene dos fines centrales: enseñar a investigar y hacer
investigación científica. El primer fin hace alusión a la docencia
investigativa, esto es, a utilizar la investigación para familiarizar al
estudiante con la investigación y su práctica. El segundo fin, se orienta
a la contribución que las instituciones de educación superior dan al país.

En el presente artículo sólo nos centraremos en la investigación dirigida
a la enseñanza aquella que también ha sido denominada formativa.
Esta, a decir de Restrepo (2003) aborda la importancia de la
investigación dentro del proceso de aprendizaje de la misma
investigación y de la generación de conocimiento; ello implica que el
estudiante se constituya en el protagonista de las actividades de clase,
busque, indague, revise situaciones similares, examine literatura
relacionada, recoja datos, los organice, interprete y enuncie soluciones.

Según Parra (s/f) el propósito de la investigación formativa es contribuir
a la finalidad propia de la docencia. En otras palabras, debe servir para
ayudar a que el estudiante adquiera actitudes, habilidades y
competencias, suficientes para aportar los conocimientos teóricos,
prácticos y técnicos necesarios para el ejercicio calificado de una
actividad profesional o académica. Entre otras habilidades y
competencias se encontraría la interpretación, análisis, pensamiento
crítico.

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Desde otra perspectiva Agudelo (2004) sostiene que la propuesta
formativa lleva implícita un propósito de mejora continua del
conocimiento, por lo que es indispensable el seguimiento sistemático de
dicho proceso, con el fin de lograr que la propuesta construida sea
pertinente, oportuna y responda a las expectativas de los involucrados.

Sánchez (2002) va más allá del aspecto formativo y destaca que esta
es una actividad que se realiza día a día y que está orientada a verificar
los logros que alcanzan los docentes, el progreso de los alumnos en el
aprendizaje y la transferencia de los procesos a la enseñanza de otras
materias.

Cabe señalar que Restrepo (2003) ha consolidado de manera más
organizada tres acepciones del término investigación formativa la cuales
están vinculadas a la investigación exploratoria, la formación en y para
la investigación y la investigación para la transformación en la acción o
práctica.

La Investigación exploratoria. Es aquella orientada a llevar a cabo un
sondeo en artículos, documentos, investigaciones publicadas, etc., para
plantear problemas relevantes y pertinentes o sopesar explicaciones
tentativas de los mismos. La formación en y para la investigación. Una
segunda acepción del término investigación formativa es la de “formar”
en y para la investigación a través de actividades que no forman parte,
necesariamente, de un proyecto concreto de investigación.

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Su intención es familiarizar con la investigación, con su naturaleza como
búsqueda, con sus fases y funcionamiento. Es el concepto que asume
en 1988 el Consejo Nacional de Acreditación en sus publicaciones sobre
evaluación y acreditación. En síntesis, la investigación formativa es una
estrategia pedagógica en sus diferentes niveles e implica dar forma o
estructurar un proyecto mediante un proceso dinámico, progresivo y
continúo orientada desarrollar actitudes, habilidades y competencias
para la generación de nuevo conocimiento.

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UNIVERSIDAD
Y LAS NORMAS
LEGALES
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UNIVERSIDAD Y LAS NORMAS LEGALES
Se suele escuchar que los peruanos son creativos, innovadores y
encuentran soluciones rápidas a los problemas; sin embargo, a nivel de
producción científica, estas características no suelen reflejarse en la
realidad. Tan sólo basta echar un vistazo alrededor y evaluar qué
productos, conocimientos, tecnología, etc., se han producido en esta
última década.

La producción en investigación es aún insuficiente y los aportes
obtenidos a la fecha no han contribuido a generar nuevos conocimientos
de manera significativa; no han promovido el necesario desarrollo
tecnológico, ni han permitido solucionar importantes problemas que
afronta la nación: la violencia de género, la delincuencia, la trasgresión
de normas, etc.

Se vive, consecuentemente, en un país en el que se depende de la
ciencia y de la tecnología que surge en otras latitudes. Si no fuera por
los esfuerzos aislados de algunos intelectuales y de creativos e
innovadores que, sin haber pasado necesariamente por las aulas
universitarias producen nueva tecnología y conocimientos, existiría aún
más dependencia. Centrándose en el contexto universitario, se puede
establecer que existen muchos factores que no contribuyen al desarrollo
de la producción científica ni al fomento de una cultura de investigación.

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Parecería ser que las universidades -particularmente las pertenecientes
al sector público- no se han modernizado; no les ha llegado la reforma
de1919 y, tímidamente, casi por inercia, van vislumbrando un cambio
que ven todavía muy lejano.

La clase dirigente de las universidades estatales, por lo general no
innovadora, muchas veces de manera constante y reiterativa aspira a
ocupar cargos directivos que les representan prebendas, beneficios y
reconocimiento social. Ocupan cargos sin plantear planes de trabajo
definidos. Este hecho, aunado a las engorrosas normas y dispositivos
legales impuestos por el gobierno central, llevan a que la gestión sea
“más de lo mismo” y, al final, sin grandes cambios. De tal manera, la
mentalidad reinante en muchos de los rectores y en sus entornos no
hace sino mantener en el constante atraso a estos centros de
instrucción superior.

Por otro lado, un alto porcentaje de docentes y autoridades
universitarias actúa en base a la creencia que la tarea docente debe
circunscribirse básicamente en el dictado de clases que permita a los
estudiantes obtener los conocimientos suficientes para ejercer una
profesión a futuro. Debido a ello, subestiman la tarea de investigar, a
pesar de que ésta constituye una actividad central en el quehacer del
docente universitario.

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Más aún, ahora que se vive en la “era del conocimiento”, éste ya no es
privilegio de pocos y, el conocimiento que se transmitía al estilo
medieval, sin ser examinado críticamente, ya no es aceptado sin ser
debatido racionalmente. Por el contrario, actualmente nos encontramos
con que muchos alumnos y docentes jóvenes muestran mayor
permeabilidad al avance científico y tecnológico; son más receptivos a
la nueva información y manejan herramientas, técnicas, procedimientos
y conocimientos que, cada vez más, les permiten desarrollar mayores
competencias personales.

Dentro de estas competencias personales se encuentran las
habilidades y aptitudes para generar proyectos e investigaciones que se
tornan importantes en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología en
nuestro país. Este hecho, sin embargo, se vería más favorecido si los
dispositivos y normas legales ampararan y motivaran más a los
docentes en el desarrollo de investigaciones universitarias.

Es necesario enfatizar en que no existen condiciones que promuevan el
surgimiento y crecimiento sostenido de una cultura de investigación en
el ambiente universitario. Esto se debe a que las leyes pertinentes son
obsoletas y creadas para un momento diferente al actual y, por otro lado,
porque las normas colaterales que a la fecha se han dado, en poco o
nada se orientan a resaltar la importante labor que la educación superior
tiene en el desarrollo del país y, menos aún, en el fomento de la
investigación científica al interior de las universidades.

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En la nueva ley universitaria se puede apreciar que la historia se repite
en torno a la investigación científica. Así, a pesar de que se tiende a
reconocer la importancia que tiene la investigación, son cambios
mínimos los que se han generado con relación a la antigua Ley
Universitaria 23733 que surgió hace más de un cuarto de siglo.

El problema de la investigación científica universitaria no es reciente y
ha pasado por diversos momentos. Sin embargo, en las dos últimas
décadas la debacle de la investigación en el país ha tenido como
corolario, particularmente durante el gobierno del presidente Alberto
Fujimori, la disposición del D.L. 739. A través de éste, en 1991, se
modificó el artículo22 de la Ley Nº 23733 con el texto que dice
“Cumplidos los estudios satisfactoriamente se accederá
automáticamente al Bachillerato”. Es decir, a partir de la mencionada
modificación, las universidades eliminaron el sistema de obtención del
Grado de Bachiller mediante la presentación de un trabajo de
investigación científica; y, otorgaron el grado académico, al solo
requerimiento por parte del egresado universitario, previo cumplimiento
de los otros requisitos estipulados por cada universidad.

Como consecuencia de la modificación del artículo 22 de la Ley 23733,
según comentarios de Flores (Congreso de la República, 2007),
debatidos durante el IV Foro Descentralizado acerca de la Ley
Universitaria llevado a cabo en Huamanga – Ayacucho, durante el
período 1992-2006, se habrían graduado anualmente de manera
automática en universidades públicas y privadas 47,500 egresados.

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En cambio, en el período de 1985-1991, mediante la modalidad de
sustentación de tesis, tan sólo se habría otorgado un promedio anual de
veinte mil diplomas del Grado de Bachiller.

Por otro lado, en lo referido a la modalidad de titulación, en el mismo
artículo 22 se aprecia que existen diferentes procedimientos para lograr
este fin. Sin embargo, tan sólo el primero de ellos (inciso a), en el cual
se señala que el título profesional se obtiene “a la presentación y
aprobación de la tesis”, fomenta la actividad científica. En realidad, esta
modalidad debería ser la única que prevalezca en el sistema
universitario. Esto no sólo fomentaría la actividad intelectual, traducida
en una mayor producción científica, sino también sería un elemento para
garantizar una mayor calidad en los titulados.

Por otro lado, el inciso “b” destaca que la titulación se podría obtener
por suficiencia profesional. Es decir, “después de ser egresado y haber
prestado servicios profesionales durante tres años consecutivos en
labores propias de la especialidad, debiendo presentar un trabajo u otro
documento a criterio de la Universidad”. En relación a esto, se debe
señalar que la norma se contradice con dispositivos legales vigentes,
especialmente, con los vinculados a las respectivas leyes de los diversos
Colegios Profesionales. Actualmente en las leyes de los colegios
profesionales se exige para el ejercicio de la profesión, contar con el
título profesional otorgado por una universidad.

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Consecuentemente, si los futuros egresados no pueden prestar
servicios profesionales porque no tienen el título de acuerdo a ley,
entonces ¿cómo se podría titular por la modalidad de suficiencia
profesional? Es por ello, que el inciso “b” es un dispositivo legal
contradictorio que se contrapone a otras normas y, es inadmisible e
inaceptable que se mantenga en la presente Ley Universitaria.

En cuanto al inciso “c” del mencionado artículo, se destaca que dentro
de las posibles formas de acceso a la titulación se aceptará “cualquier
otra modalidad que estime conveniente la universidad". Cabe señalar
que se han utilizado diversas modalidades de titulación a la fecha. Así,
éstas se han constituido en mecanismos que han permitido a las
universidades obtener mayores ingresos y rentas y no han hecho sino
promover el incremento desmesurado de titulados que, muchas veces,
son poco competentes y terminan como subempleados o realizando
labores para las cuales no han sido formados.

La entrega desproporcionada de grados de bachiller que las
universidades han otorgado a nombre de la Nación al amparo de las
diversas modalidades de titulación, ha generado el incremento
desmesurado de profesionales. Lamentablemente esto ha tenido una
clara repercusión desfavorable en el desarrollo de la cultura científica y
en el no fomento de la clase intelectual investigadora.

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Por otro lado, en la antigua 23733 y en la nueva ley universitaria 30220,
se aprecia un segundo problema asociado a la investigación cuando
señala: “Los profesores contribuyen a ella como parte de su tarea
académica en la forma que determine cada universidad, en el marco de
respeto de la libertad creativa de los investigadores y del
comportamiento ético”.

El cuestionamiento del mencionado texto puede ser destacado desde
dos perspectivas. La primera, a partir del sustento de hecho o
descripción de las vivencias en la comunidad universitaria. La segunda,
el sustento legal, debido a que se contradicen otras normas que facultan
a cualquier docente a investigar e incluso a recibir el bono de incentivo
por investigación.

Quizás uno de los mayores problemas que se derivan a partir de las
imprecisiones que normativamente han surgido al respecto, es que se
han producido interpretaciones erróneas o tergiversadas al momento en
que las autoridades universitarias de turno han elaborado sus estatutos.
Así, la evidencia permite establecer que las diversas universidades
hacen interpretaciones diferenciadas de la frase antes señalada
generando que algunas promuevan que sus docentes, sin excepción,
realicen investigaciones, mientras que otras no lo permiten. Al respecto,
se vive en una sociedad donde el conocimiento no es sólo privilegio de
algunos.

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Consecuentemente, no se puede impedir que los docentes debido a su
condición de asociados, auxiliares o jefes de práctica, sean nombrados
o contratados, a tiempo completo o parcial (especialmente si ostentan
el Grado Académico de Doctor o de Maestro) no generen, ni dirijan sus
propias investigaciones.

Es decir, la producción y dirección de los estudios de investigación en
las diversas universidades no puede ser tarea exclusiva de los docentes
principales. Especialmente, siendo conscientes de que una gran
proporción de docentes, particularmente del sistema universitario
público, alcanzó la condición de docentes principales amparados en
épocas o condiciones de magra exigencia a nivel académico. Este hecho
se traduce, entre otros factores, en los pocos profesores que ostentan
el Grado Académico de Doctor y en la limitada capacidad de los mismos
para producir nuevos conocimientos.

Por otro lado, sobre todo en el sistema universitario estatal, se suelen
formar equipos de investigación que muchas veces son dirigidos
precisamente por los docentes académicamente menos capacitados.
Por el contrario, puede apreciarse que es muy común que la producción
intelectual venga justamente de los investigadores colaboradores,
adscritos o asistentes (que paradójicamente, muchas veces, tienen
mayor Grado Académico que el investigador principal).

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La autoría principal y el mérito del producto de los equipos de
investigación, sin embargo, generalmente recaen en quien dirige la
investigación y, consecuentemente, se vulnera el derecho a la propiedad
intelectual de los demás.

De esta manera, ahora existen muchos profesionales jóvenes que se
han perfeccionado y cuentan con los más altos grados académicos.
Debido a esto, es imperativo fomentar y estimular que las nuevas
generaciones de profesionales calificados, acorde a las exigencias de la
modernidad, no sean relegados; especialmente aquellos que ostentan
los mayores grados académicos y que se encuentran facultados para el
ejercicio docente y la producción de nuevos conocimientos científicos.

Cabe señalar que en la era de la globalización, el conocimiento ya no es
un privilegio de pocos. Por el contrario, está al alcance de todos y debe
ser aprovechado. En este sentido, muchos de los jóvenes profesionales
no sólo están ávidos de la captación de nuevo conocimiento, sino
también de la producción del mismo. Ello se ve favorecido por su buena
disposición y utilización de la tecnología y el constante interés por
capacitarse a nivel de post grado. La necesidad de reformular viejos
esquemas y procedimientos estipulados en diversos estatutos
universitarios, que facultan a unos a “generar” y a dirigir investigaciones,
debe ceder paso a procedimientos actualizados que se aúnen a la
evaluación de las condiciones personales de quienes aspiran a ser parte
de la clase investigadora universitaria peruana.

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Particularmente el ejercicio de esta actividad debería circunscribirse a
ser efectuada y dirigida por quienes ostentan los mayores grados
académicos y que en el ejercicio permanente y sostenido, a lo largo de
su desempeño laboral o profesional, hayan demostrado adecuadas
aptitudes y habilidades para tal fin.

Una reformulación de la frase en cuestionamiento, generaría una mayor
equidad, especialmente si se tiene en cuenta que en algunas
universidades los parámetros para la promoción de docentes son únicos
y, consecuentemente, generan desventajas en la evaluación de unos
con relación a los otros.

Considerando que la universidad tiene la obligación de fomentar el
surgimiento de docentes investigadores, -y que existen muchos
profesores interesados en esta actividad que no se circunscribe a
quienes gozan de la Categoría de Docente Principal-, es que se debe
priorizar el que todos los docentes motivados por esta actividad puedan,
si lo consideran pertinente, generar y dirigir sus propias propuestas de
investigación previa evaluación de la misma.

En cuanto a los aspectos legales del fomento de la investigación
científica, éstos se destacan desde diversas ópticas. Sin embargo, el
presente artículo motiva específicamente a realizar el análisis desde dos
perspectivas, La Ley Universitaria vigente y la Constitución Política del
Perú.

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En cuanto a la Ley Universitaria el Artículo 2 (Inciso b) específica que
un fin de la universidad es “Realizar investigación en las humanidades,
las ciencias y las tecnologías, y fomentar la creación intelectual y
artística”. Por otro lado, el Artículo 43 destaca que “Es inherente a la
docencia universitaria la investigación, la enseñanza, la capacitación
permanente y la producción intelectual”; siendo éstas consideradas
tareas académicas que corresponden, incluso, a los profesores a tiempo
parcial (Artículo 49-Inciso C).

Finalmente, en el Artículo 65, independientemente del cuestionamiento
al cual es sometido este artículo, se realza que el “cumplir con investigar
recibe el estímulo y el apoyo de su institución”.

Si se promueve en la Ley Universitaria el fomento a la investigación, nos
preguntamos ¿por qué las universidades, especialmente públicas,
restringen la generación y dirección de investigaciones en sus docentes;
más aún si ella es parte de su tarea académica?

Como se ha venido sosteniendo, el problema es sustancialmente de
orden estatutario y se consolida al interior de cada universidad;
amparados en la autonomía universitaria. De esta manera, al no existir
consenso en la interpretación de la norma transgreden la Ley.

Por otro lado, este hecho contradice y vulnera derechos establecidos
por la Constitución Política del país, específicamente en lo referido a los
siguientes artículos: el Artículo 2 (Inciso 8) que dice que “toda persona

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tiene derecho: A la libertad de creación intelectual, artística, técnica y
científica, así como a la propiedad sobre dichas creaciones y a su
producto”. El Artículo 18, en el que se refiere que “La educación
universitaria tiene como fines la formación profesional, la difusión
cultural, la creación intelectual y artística y la investigación científica y
tecnológica. El Estado garantiza la libertad de cátedra y rechaza la
intolerancia”. El Artículo 26 en el que se sostiene que “En la relación
laboral se respetan los siguientes principios: 1. Igualdad de
oportunidades sin discriminación. 2. Carácter irrenunciable de los
derechos reconocidos por la Constitución y la ley. 3. Interpretación
favorable al trabajador en caso de duda insalvable sobre el sentido de
una norma”. Finalmente, al mantener normas estatutarias universitarias
que contradicen leyes superiores se va en contra de la Constitución y
específicamente del Artículo 51 en el que se señala que “La
Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas
de inferior jerarquía, y así sucesivamente”.

Cabe resaltar que la autonomía universitaria se debe dar dentro del
contexto y respecto de las leyes imperantes en nuestra nación y de la
Constitución Política. En consecuencia, se puede inferir que algunas
universidades públicas estarían haciendo interpretaciones particulares
del sistema normativo peruano respecto a la actividad de investigación.
Esto habría conllevado a que no se fomente la generación de una cultura
de investigación ni se promueva la formación de nuevos cuadros de
profesionales investigadores.

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Particularmente, la interpretación diferenciada del mencionado texto
estaría condicionando que se limite el derecho del docente a producir
intelectualmente y a destacar como profesor investigador. De esta
manera, se transgrede el derecho a la propiedad sobre los diferentes
tipos de creación (intelectual, artística, técnica y científica) y a su
producto. Esto debido a que la producción intelectual se asume como
mérito del docente responsable que “dirige” el estudio, el que, a su vez,
pasa a ser percibido como el más hábil y competente para dicho fin.

Al no reconocerse el derecho del docente investigador a dirigir su propia
investigación y al negársele la propiedad intelectual o de su creación, se
le niega toda posibilidad de participar en concursos y de acceder a
financiamientos de programas tales como el “Incentivo a la Investigación
Científica Universitaria” y otros orientados a fomentar el espíritu
científico.

Indistintamente de la condición docente y tiempo de dedicación laboral,
puesto que la producción intelectual es independiente de estas
condiciones y, por el contrario, representan una producción de nuevo
conocimiento en las diversas especialidades que contribuirá al fomento
y generación de tecnología para el desarrollo del país. Por otro lado, se
violan normas de mayor jerarquía que deben prevalecer sobre otras
normas legales. De esta manera, es realmente preocupante que
universidades que tienen la potestad de regirse por sus propios
estatutos, contemplen dispositivos no enmarcados en la Constitución
Política del Perú ni en la Ley Universitaria.

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Finalmente, en el proceso de elaborar investigaciones que contribuyan
al desarrollo sostenible del país y a la solución de diversos problemas,
no sólo se deben dar diferentes normas y dispositivos sino y,
principalmente, generar una disposición favorable hacia esta actividad.
Disposición que se debe promover desde el ámbito escolar y
consolidarse en el sistema universitario.

Fomentar la cultura de la investigación en los jóvenes peruanos
conllevará a que esta actividad alcance su real sentido y valor.
Adicionalmente, en el contexto universitario, hará que se constituya en
la tarea central que debe tener toda institución de este tipo.En este
sentido y teniendo en cuenta que: a) el conocimiento no es
privilegio exclusivo de algunos docentes; b) que es importante reconocer
el mérito académico de los docentes; c) que cada vez más docentes se
capacitan a nivel de post grado; d) que las leyes no deben fomentar la
discriminación ni la intolerancia, y que e) parte del texto del de la Ley
Universitaria no se sujeta a la Constitución Política del Perú y a los
hechos descritos, se torna necesario promover condiciones normativa
que fomenten la meritocracia a otras condiciones en los docentes
investigadores La importancia de legislar en torno a la investigación
científica o a la propia educación superior no sólo debe estar en función
a dar un conjunto de dispositivos y normas fríamente propuestas, sino
que debe fundamentarse en concordancia a las necesidades de
desarrollo del país; al avance del conocimiento, al desarrollo científico y
tecnológico y a una visión futurista.

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Desde este enfoque se torna necesario que se promuevan dispositivos
que, desde el ambiente escolar, especialmente público, incentiven el
interés por la ciencia.

No es suficiente que algunas instituciones promuevan premiaciones tan
sólo para quienes han inventado algo novedoso, haciendo convocatorias
y concursos para financiar proyectos de investigación en algunas
disciplinas. Hay que ir más allá. Es importante propiciar una nueva
cultura de la investigación que parta desde la adecuada disposición y
motivación de los educandos, para dar mayores contribuciones
científicas.

Fomentar esta cultura de investigación en la Educación Básica Regular
contribuiría, sin duda, a que en un corto o mediano plazo se cuente con
una importante elite de jóvenes investigadores que consoliden este
interés en el sistema universitario.

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