Erick Loría. Evaluación de los aprendizajes.pdf

Funciona para la evaluación de los aprendizajes acerca de las infinidades y se como se evalúa a través de diversas herramientas.

1. Gestión educativa y administración
en el centro escolar.
Alumno: Erick Gustavo Loría Jiménez
Docente: Dionicio Ricardo Almeyda Burgos
Licenciatura en Educación Primaria 6 “C”
La Evaluación de los Aprendizajes.

2. La tarea de evaluar los aprendizajes de las y los estudiantes debe estar estrechamente vinculada
con el proceso formativo que se desarrolla en el aula y no ser delegada a instancias ajenas a la
realidad educativa cotidiana. Cuando la evaluación se desvincula de lo que sucede en la vida de
los estudiantes, de su contexto y de su relación con los docentes, se corre el riesgo de fragmentar
la práctica pedagógica, separando la evaluación de la didáctica.
En este sentido, la evaluación de los aprendizajes es una dimensión fundamental del proceso
educativo que forma parte de la relación pedagógica entre profesores y estudiantes, y se encuentra
enmarcada en un currículo que busca articular conocimientos y saberes con base en la realidad de
los propios estudiantes. Lejos de ser un acto burocrático o una mera formalidad, la evaluación debe
situarse en los contextos del aula, la escuela y la comunidad como espacios de interdependencia y
construcción colectiva de saberes.
Su función principal es retroalimentar el proceso educativo mediante un diálogo constante entre
docentes y estudiantes. Este diálogo promueve procesos de autorreflexión que permiten identificar
logros, obstáculos, áreas por mejorar y trazar acciones para el crecimiento y fortalecimiento del
aprendizaje. No se trata de evaluar para castigar o premiar, sino de generar oportunidades para
aprender a partir de la reflexión conjunta.
Este proceso debe estar acompañado por estrategias de observación sistemática, personalizada y
contextualizada.
Compromiso docente:

3. Así, la evaluación formativa contribuye a consolidar la escuela como un espacio público donde
es legítimo equivocarse y donde todos los actores pueden observar, reflexionar y contribuir al
mejoramiento colectivo. Las situaciones de enseñanza y aprendizaje deben integrar saberes
provenientes de la escuela, la familia y la comunidad, vinculándose con los contenidos
disciplinares de los campos de formación.
Observar, reflexionar y retroalimentar estas situaciones permite identificar contenidos de
valor sustantivo para el aprendizaje, así como aquellos de valor coyuntural que se relacionan
con otras disciplinas. También ayuda a reconocer si el estudiante vincula los conocimientos
con su realidad, si lo hace de forma individual o en equipo, y cómo se articulan estos saberes
con los ejes transversales del currículo.

4. Valoren cómo los contenidos aprendidos se expresan en diferentes momentos del ciclo escolar y,
sobre todo, en la vida cotidiana de los estudiantes. Evaluar significa entonces reconocer tanto el
trayecto recorrido como el que falta por recorrer, con el fin de emitir una valoración provisional,
abierta a revisión y mejora continua.
Es crucial distinguir entre la evaluación del aprendizaje y la acreditación del mismo, pues
corresponden a momentos distintos. La evaluación formativa, como primer momento, se enfoca
en el seguimiento que hace el profesorado del desarrollo del estudiante en múltiples contextos,
incluyendo sus experiencias cotidianas. Esta evaluación no puede ser entendida como la suma de
tareas entregadas, asistencias registradas o exámenes aprobados, sino como un análisis profundo
del proceso vivido y de los aprendizajes construidos.
La autonomía profesional del magisterio y la libertad del estudiantado son pilares para establecer
acuerdos que permitan una reflexión pedagógica compartida. Esta construcción de puentes
pedagógicos requiere confianza, conocimiento mutuo y un compromiso por la mejora continua. En
este marco, el error adquiere un valor didáctico: trabajar con él implica interpretarlo, comprender
su sentido y convertirlo en una oportunidad de aprendizaje.
Por ello, es necesario que niñas, niños y adolescentes puedan experimentar con el error en
situaciones concretas, en las que el docente facilite procesos reflexivos para comprender lo que
está bien a partir de lo que no lo está. Esto significa, por ejemplo, entender por qué tirar basura
perjudica a la comunidad antes de aprender que colocarla en su lugar mejora el entorno común.

5. REFLEXIÓN DEL
TEXTO.
La evaluación formativa, tal como se plantea en el texto, nos invita a repensar el verdadero sentido del acto de
evaluar en el contexto educativo. Más allá de calificar, evaluar debe ser una práctica continua, profundamente
humana, que permita al estudiantado reconocerse en su proceso de aprendizaje, identificar sus fortalezas,
dificultades y contextos que influyen en su desarrollo. En este sentido, la evaluación no puede ser una acción rígida
ni reducida a números; debe ser un diálogo constante entre el docente, el estudiante y su realidad. Es fundamental
comprender que cada niña, niño y adolescente trae consigo una historia, unas condiciones de vida específicas que
impactan en su forma de aprender. Por ello, una evaluación significativa debe abrir espacios para la reflexión
individual y colectiva, permitiendo que el conocimiento se relacione con la vida cotidiana y que el aprendizaje sea
realmente transformador. El texto señala con claridad que la evaluación debe servir también para que el magisterio
se autoevalúe mejore su práctica y desarrolle nuevos saberes. Esta visión plantea un desafío ético y pedagógico:
enseñar y evaluar desde la empatía, la contextualización y el compromiso con la mejora constante, no solo del
estudiantado, sino también de quienes enseñan.
Al final, la calificación es un trámite institucional necesario, pero no debe eclipsar la riqueza del proceso. La
verdadera evaluación es la que permite crecer, reconocer obstáculos y, sobre todo, humanizar el acto de aprender
y enseñar.

6. GRACIAS
Muchas