Himno Akáthistos (parte dogmática)
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Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que ilumina las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras.
Salve, surgieron de ti luminosos misterios;
Salve, brotaron en ti caudalosos arroyos.
Salve, figura eres tú de salubre piscina;
Salve, tu limpias las manchas de nuestros pecados.
Salve, oh fuente que lavas las almas;
Salve, oh copa que vierte alegría.
Salve, fragancia de ungüento de Cristo;
Salve, oh vida del sacro Banquete.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!
Estrofa 22
Por querer perdonarnos
el pecado primero,
el que paga las deudas de todos,
de sus prófugos busca el asilo,
libremente del cielo exiliado.
Mas, rasgando el quirógrafo antiguo,
oye un canto:
¡ALELUYA!
Estrofa 23
Celebrando tu parto,
a una voz te alabamos
como templo viviente, Señora.
Ha querido encerrarse en tu seno
el que todo contiene en su mano,
el que santa y gloriosa te ha hecho,
Himno Akáthistos (introducción)
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El himno mariano que hoy cantamos tiene por título un
extraño nombre griego:
Akáthistos. En realidad ese no es su
nombre, que no conocemos a ciencia cierta, sino que, a falta
de otro nombre mejor, se le dio por nombre una rúbrica, una
indicación práctica para su ejecución litúrgica.
Akáthistoslite-
ralmente significa
“no sentado”, y debe este nombre a que
desde antiguo se acostumbra a cantar en pie, en contraposi-
ción a los demás himnos de la liturgia bizantina, de la que pro-
cede, que se cantaban sentados.
El
Akáthistosse compone de veinticuatro estrofas. Las
doce primeras recorren el misterio de la encarnación y la in-
fancia según los relatos evangélicos de Lucas y Mateo, y las
doce siguientes, de naturaleza más teológica, recorren los
misterios principales de la virgen María. Así pues las 12 prime-
ras son históricas y las doce siguientes teológico-dogmáticas.
Pero además de esta diferenciación en los contenidos de ca-
da una de las partes existe otra diferenciación, de orden
métrico. Desde el punto de vista métrico podemos diferenciar
en el
Akáthistosdos tipos de estrofas: las estrofas impares y las
pares. Las estrofas impares están dedicadas a la
Theotokos (la
Madre de Dios). Tras una introducción se siguen trece aclama-
ciones laudatorias a la Virgen que comienzan por
¡¡Salve!!,
terminando rítmicamente por la exclamación:
Salve, ¡virgen y
esposa!.
Las estrofas pares, por su parte, son más breves, y tie-
nen como tema principal el misterio del verbo encarnado.
Acaban siempre, rítmicamente, con la exclamación: