Entre el arrepentimiento y la confesión
11
1
A l octavo día alzó la cabeza Asenet del suelo donde yacía, ya que tenía los
miembros paralizados de tanta postración.
Confesión de Asenet
12
1
Extendió las manos hacia oriente, levantó los ojos al cielo y dijo:
2
—Señor, Dios de los siglos, que otorgas a todos el soplo de vida, que sacaste lo invisible
a la luz, que creaste todo e hiciste patente lo no aparente.
3
Tú que pusiste en lo alto el cielo y cimentaste la tierra sobre las aguas, que fijaste sobre
el abismo acuoso las grandes rocas, que no se hundirán, sino que estarán cumpliendo tu
voluntad hasta el fin:
4
Señor, mi Dios, a ti clamo. Atiende mi súplica. A ti voy a confesar mis pecados, ante ti
desvelaré mi iniquidad.
5
Pequé, Señor, pequé; falté a tu ley y a tu veneración, y llegué a proferir perversidades
ante ti. Está manchada, Señor, mi boca, por los sacrificios de los ídolos y de la mesa de
los dioses egipcios.
6
Pequé, Señor, ante ti, pequé y falté a tu veneración adorando imágenes muertas y
mudas; no soy digna de abrir mi boca para hablarte, miserable de mí.
7
Pequé, Señor, ante ti, yo, la hija del sacerdote Pentefrés, la altiva y desdeñosa; a ti
elevo, Señor, mi súplica, a ti dirijo mi clamor. Sálvame de quienes me persiguen, pues
vengo a refugiarme junto a ti, como el niño junto a su padre y su madre.
8
Señor, extiende tus manos sobre mí como padre amante y tierno con sus hijos;
arrebátame de la mano del enemigo.
9
Mira que el antiguo y feroz león me anda persiguiendo; sus hijos son los dioses de los
egipcios, a los que yo arrojé de mí haciéndolos añicos, y su padre, el diablo, intenta
engullirme.
10
Señor, sálvame de sus garras, y de su boca sácame, no sea que, como un lobo, me
rapte y me desgarre y me lance al abismo de fuego o a la tempestad del mar, y me
engulla el gran monstruo marino.
11
Sálvame, Señor, pues estoy sola, ya que mi padre y mi madre me aborrecen, pues he
destruido sus dioses, haciéndolos añicos. Ahora estoy huérfana y abandonada; no hay
para mí esperanza alguna si no es en ti, Señor, porque tú eres el padre de los huérfanos,
y de los perseguidos, escudo protector, y de los oprimidos, defensor.
12
Mira todas las riquezas de mi padre, Pentefrés, que son momentáneas y perecederas,
mientras que tus palacios, Señor, son incorruptibles y permanecen para siempre.
Plegaria de Asenet
13
1
Ayuda mi orfandad, Señor, porque en ti he buscado refugio.