DE CAZA POR
LAS MARISMAS
Los egipcios
usaban pequeños
botes hechos de
papiro para sus
expediciones de
caza y pesca en
las riberas del Nilo,
como muestra
esta pintura de la
tumba de Nebamón.
Museo Británico.
de los dos de uso corriente en el Imperio An-
tiguo, y también desapareció el mástil doble
que fue sustituido por un solo palo. A pesar
de ello, el diseño del casco de los barcos siguió
siendo básicamente el mismo.
Podemos conocer en detalle cómo eran las
embarcaciones egipcias por la decoración de
las tumbas, que normalmente incluía bajorre-
lieves o pinturas de barcos con detalles más o
menos definidos. En las mastabas de Ptahotep
y de Ti, de la dinastía V, en Saqqara, asistimos a
la construcción de barcas de madera y de papi-
ro. Otros detalles de aparejos, velas y cabos, así
como de las cabinas de barcos de transporte y
recreo, podemos verlos en la pared occidental
de la sala de pilares de la mastaba de Mereruka,
visir del faraón Teti, de la dinastía VI. También
aquí se aprecia que los barcos sólo tenían un
mástil y una vela cuadrada. El mástil, en esta
época, estaba compuesto por dos palos que
se unían en la parte superior. Allí, una pieza
semicircular fija permitía el deslizamiento de
los cabos de izado de la vela, ya que en Egipto
nunca se conoció la polea.
En la calzada de Unas, último faraón de la
dinastía V, se observan unas barcas grabadas
en el muro. La escena detalla cómo un sis-
tema de gruesas sogas de cáñamo permite
abatir el gran mástil sobre la cubierta, en la
que descansan dos columnas destinadas al
templo funerario del rey. Estas grandes co-
lumnas, una en su templo bajo y otra en el
Museo del Louvre, dan idea del gran peso que
podía aguantar la embarcación.
Enormes barcos de carga
Es interesante la escena grabada en el primer
pórtico del templo de la reina Hatshepsut en
Deir el-Bahari (dinastía XVIII). Allí, un gran
barco construido con madera de sicómoro
transporta, desde Asuán, en la primera ca-
tarata, al templo de Karnak, en Tebas, los dos
obeliscos que la reina mandó erigir para el
templo de Amón. Estos monumentos, de 29
metros de altura, pesaban unas 686 toneladas.
Para conocer las dimensiones que debía tener
un barco capaz de transportar semejante peso
se puede establecer una relación comparativa
con otro navío del mismo período, que trans-
portó dos obeliscos encargados por Tutmo-
sis I, padre de Hatshepsut, y que hicieron la
misma singladura. La biografía del arquitecto
Ineni, artífice del traslado, nos cuenta que
el barco de Tutmosis tenía una eslora
de 63 metros y una manga de 21.
En base a ello, el barco de carga
de Hatshepsut tuvo que tener una
eslora cercana a los 90 metros y una
manga de unos 30.
Cerca de donde aún
se erige uno de los
obeliscos de Hat-
shepsut, en Kar-
nak, un gran ba-
jorrelieve nos
habla de un bar-
co con un cometido
muy distinto. Se trata de Userhat, la
gran barca de Amón. En esta lujosa
nave se alojaba la capilla con la estatua
WERNER FORMAN / GTRES
Algunos navíos del Imperio Nuevo
eran capaces de transportar obeliscos
que pesaban casi 700 toneladas
visir del faraón Teti, de la dinastía VI. También
aquí se aprecia que los barcos sólo tenían un
mástil y una vela cuadrada. El mástil, en esta
época, estaba compuesto por dos palos que
se unían en la parte superior. Allí, una pieza
semicircular fija permitía el deslizamiento de
los cabos de izado de la vela, ya que en Egipto
nunca se conoció la polea.
En la calzada de Unas, último faraón de la
dinastía V, se observan unas barcas grabadas
en el muro. La escena detalla cómo un sis-
tema de gruesas sogas de cáñamo permite
abatir el gran mástil sobre la cubierta, en la
que descansan dos columnas destinadas al
templo funerario del rey. Estas grandes co-
lumnas, una en su templo bajo y otra en el
Museo del Louvre, dan idea del gran peso que
podía aguantar la embarcación.
Enormes barcos de carga
Es interesante la escena grabada en el primer
pórtico del templo de la reina Hatshepsut en
Deir el-Bahari (dinastía XVIII). Allí, un gran
barco construido con madera de sicómoro
transporta, desde Asuán, en la primera ca-
tarata, al templo de Karnak, en Tebas, los dos
obeliscos que la reina mandó erigir para el
templo de Amón. Estos monumentos, de 29
metros de altura, pesaban unas 686 toneladas.
Para conocer las dimensiones que debía tener
un barco capaz de transportar semejante peso
se puede establecer una relación comparativa
con otro navío del mismo período, que trans-
portó dos obeliscos encargados por Tutmo-
sis I, padre de Hatshepsut, y que hicieron la
misma singladura. La biografía del arquitecto
Ineni, artífice del traslado, nos cuenta que
el barco de Tutmosis tenía una eslora
de 63 metros y una manga de 21.
En base a ello, el barco de carga
de Hatshepsut tuvo que tener una
eslora cercana a los 90 metros y una
manga de unos 30.
Cerca de donde aún
se erige uno de los
obeliscos de Hat-
shepsut, en Kar-
nak, un gran ba-
jorrelieve nos
habla de un bar-
co con un cometido
muy distinto. Se trata deUserhat, la
gran barca de Amón. En esta lujosa
nave se alojaba la capilla con la estatua KIOSKOWAREZ