de las facturas y de alguna otra cosa básica que, desde luego, no es para lo que
estuve casi cinco años en la universidad.
Tampoco quiero aburrirte.
Tu vida es tan interesante…
Ah, te contaré algo gracioso. El otro día abrí la puerta del baño de casa sin
llamar, ¿y a que no sabes qué me encontré? A Michael, nuestro compañero. A
Michael masturbándose. Fue muy… vergonzoso. Primero, porque no pude evitar
fijarme. A ver, soy humana, ¿vale? Y la tiene, mmm, grande. Tamaño extra,
como matizó mi hermana. Y, segundo, después me pasé días evitándolo por
casa. De hecho, sigo haciéndolo. Me da miedo que venga a hablarme en algún
momento, por si me pongo nerviosa y suelto alguna chorrada. Seguro que si me
pregunta ¿te has terminado el tetrabrik de leche de la nevera?, contestaré «pene,
pene, pene, PENE», como una chiflada. No sé cuánto tiempo podré soportar
convivir con alguien sin cruzármelo. Y ojalá pudiese sacarme la imagen de la
cabeza, arrhgg.
De: Rhys Baker
Para: Ginger Davies
Asunto: Qué traviesa
Venga, admite que te gustó. Te fijaste en su tamaño, ¿no? Eso debería
significar algo. Y sí, ahora mismo me estoy riendo a carcajadas. Te he dicho que
eres la chica más divertida que conozco, ¿verdad? Y también un poco traviesa…
Entrando en el cuarto de baño sin llamar a la puerta… Recuérdame que no
comparta nunca piso contigo.
En cuanto a tu trabajo, no eres ningún florero.
Odio que te sientas así, en serio. Lo odio.
Al final voy a tener que ir a Los Ángeles, así que supongo que aguantaré por
allí una temporada, por todo el tema de la promoción, y luego quizá aproveche
para pasar las Navidades con mi madre antes de regresar aquí. Lo último que me
apetece estos meses es moverme, y ahora mira, qué ironía, ¿no? Debe de ser el
karma o algo así.
Y si publicase Ginger, jamás le cambiaría el título. ¿Por qué tendría que
hacerlo? No puede llamarse de ninguna otra manera. Pero siento…, no sé, creo
que me incomodaría compartir algo mío, ¿entiendes? Más bien tuyo. Quizá
nuestro.