- 13 -
Cuando nos pidieron a todas y todos que colaboráramos, escribiendo
una página para nuestra revista, creo que se refería a las distintas
actividades que hemos realizado a lo largo del curso, dentro y fuera
del colegio, pero yo he decidido no hacerle caso, porque eso ya lo han
hecho muy bien mis compañeros del Equipo de Educación Especial.
Yo quiero aprovechar este espacio para otra cosa, y os explico: sucede
que en esta profesión nuestra, la gente viene y va, y un día llegas al
colegio y te encuentras con caras nuevas, caras que al principio no te
dicen mucho porque pertenecen a personas desconocidas. Pero sucede
también que poco a poco aquellas caras nuevas se acaban convirtiendo
en el rostro de alguien cercano, querido, alguien con quien trabajas,
con quien compartes pequeños proyectos cotidianos, alguien con quien
te ríes o te quejas, es ese alguien con quien pasas tanto tiempo que
acaba formando parte de tu vida.
Y luego se marchan, por diversas razones, por distintas circunstancias.
Y entonces te encuentras sin ellos, de repente, y siempre es de
repente, porque aunque sepas que se van lo ves como muy lejano, hasta
que llega. Entonces se agolpan los besos, los abrazos, los “llámanos
algún día”, “ven a vernos”, “dame tu correo”…
Pero sabes que se han ido, que a pesar de dejar un trocito de ellos
mismos en nuestra memoria, nos hemos quedado sin ellos, y nos queda
un vacío extraño, porque también algo de nosotros se va con ellos.
Esto me ha sucedido antes en numerosas ocasiones, pero nunca lo digo
porque, al fin y al cabo, es lo normal en esta profesión.
Es triste andar despidiéndose a menudo de la gente, sobre todo de
aquella que se te cuela por las rendijas del corazón, pero en esta
ocasión, en contra de mi costumbre, quiero decir que voy a echar
mucho de menos a mis compañeros Rocío y José, qu e siguiendo una
mala tradición en el Equipo, se marchan de dos en dos.
Durante este curso hemos trabajado mucho pero también es cierto que
nos hemos divertido bastante. Ellos han sido como un viento fresco,
han aportado junto con su magnífico trabajo, su maravillosa alegría, su
energía inagotable, su juventud y esa tierna candidez que da la falta
de trienios y sexenios.