43
¡OH, LAS CARNES!
A los hombres nos importa un pito que nuestra novia sea gorda o delgada, con
tal de que sea delgada.
Muchas mujeres se pasan la vida no comiendo, haciendo ejercicio, dándose
masajes, asistiendo a sesiones de baños terapéuticos, tirando la miga del pan, etc.,
para conseguir una línea que, a veces, más que línea es otra cosa. Y no saben que
a nosotros nos da lo mismo que hagan todas esas tonterías, porque lo único que
nosotros queremos es que estén delgadas, así, sin más ni más.
¿Por qué no nos complacen entonces? ¿Creen que a nosotros nos satisface que
tiren la miga y que se sumerjan en el baño de María? , ¡No! ¡Nunca! Lo único
que nos importa es que no estén gordas.
¿Queréis, mariposillas locas que me estáis leyendo, que os diga lo que tenéis
que hacer para no engordar? Pues bien, os lo diré.
Cuando vayáis con el novio, no le digáis que os lleve a un cine de la Gran
Vía, porque como son tan caros, las butacas son muy confortables, se reposa
demasiado, la tranquilidad es abrumadora y las grasas se acumulan. Es mejor uno
de sesión continua, en los que la gente se levanta y se sienta, las filas son
estrechas, tenéis que torcer el cuello porque el que está delante no os deja ver,
arrugar las piernas... Total, una incomodidad que compensa con el ejercicio, y la
línea se conserva. ¡Y todo por ocho pesetas que le ha costado a vuestro novio,
que muy bien podría ser yo mismo!
Lo de las gambas a la plancha y las patatas fritas es otra manía tonta. Los
mariscos son sumamente alimenticios y las patatas fritas para qué os voy a
contar. Y no se trata de las quince o veinte pesetas que le hacéis gastar al novio,
que muy bien podría ser yo, sino de que no se os quite el apetito cuando lleguéis
a casa y comáis esa comida que tantos sudores le cuesta a vuestro padre, que muy
bien podría ser un modesto empleado de Telégrafos o del Ministerio de Industria
y Comercio.
¿Y si se trata de los bailes o «boites»? ¡Siempre preferís salas de fiestas de
quince duros la entrada! En estos lugares ¡horror de los horrores! la orquesta
suele ser estupenda, las melodías dulces, la luz apacible. Y entonces llega la
relajación del músculo, el sopor abrumador, la mansedumbre y la calma
perniciosa para conservar esa línea que se trata de conservar. ¡Jamás vayáis a
esos sitios! Total, por dos duros, encontraréis un local a dos horas del «metro»,
donde noventa y seis parejas y un guardia bailan sobre un metro más o menos
cuadrado de suelo. Todos empujan, agobian, se suda y, en fin, el ambiente es de
lo más propicio para eliminar grasas nefastas.
Esa es, pues, la fórmula. En vuestras manos la tenéis. Ni merendolas a base de
pollo asado con ensalada, «pepitos» ni tonterías; ni «boites» lujosas, ni cines de
estreno, sino largos paseos por la Moncloa, el Retiro, la Castellana o, si tenéis
mucho interés, por O'Donnell.
¡Y no os deis tanto masaje, ni baño de vapor, porque a nosotros nos da lo
mismo que nuestra novia sea gorda o delgada, con tal de que no sea gorda!
Insigne e inoportuno autor de «Asunción tiene bigote» (impublicable)