MITOS Y LEYENDAS CORRENTINAS
El rey de los pajaritos
La penumbra, los rumores, la humedad y el calor de la selva despiertan la leyenda, impulsan a la gente a ver seres
todopoderosos que los envuelven y dominan con su magia. Pero los que saben, aseguran que no todo es imaginación: la selva tiene
una potencia muy real, representada por seres de carne y hueso capaces de reinar sobre los demás con la fuerza de su espíritu.
Uno de ellos es el Caburé. No es, como decimos, un demonio imaginario: es un ser vivo como nosotros, apenas un pajarito por su
tamaño ( no pasa de los quince centímetros); pero es la más poderosa de las aves. De allí su nombre: Rey de los Pajaritos.
A primera vista es una lechucita, de plumaje gris parduzco, que se confunde en la hojarasca. Llaman la atención sus garras,
poderosísimas para su tamaño, y la cabeza, relativamente grande, armada de un afilado pico y un par de ojos capaces de dominar con
la mirada.
¡ Los ojos del Caburé! Innumerables testimonios aseguran que cuando el Rey de los pajaritos quiere saciar su voracidad, se posa en
la rama de un árbol elevado, da un grito dominador y penetrante y mira rápidamente a su alrededor.
Los pajaritos que lo rodean se aterran y quedan casi inmóviles: no pueden huir ni volar.
Como atraídos por un imán, se acercan al Caburé saltando de rama en rama, torpemente, para que el Rey, impasible, elija su
presa, que mata de un certero picotazo.
Otros testigos, en cambio, aseguran que no es cierto que el Caburé hipnotice con sus cloqueos y su mirada; lo que ocurre –dicen-
es que el implacable cazador mata de noche, especialmente a pichoncitos tiernos. A la mañana siguiente, cuando los pajaritos
descubren sus crímenes, se alborotan, lo rodean, chillan; como acusándolo de las muertes cometidas, mientras él permanece
impasible, despreciativo, sabiendo que ninguno se atreverá a atacarlo.