Los deseos de cuerpo tienen como fin mantener las funciones del cuerpo y preservar su vida, así como garantizar su multiplicación. Los deseos de comer, dormir, relajarse, hacer ejercicio, tener relaciones sexuales, abrigarse o resguardarse de las inclemencias, poseer vestidos, casas, utensilios y medios de transporte, así como los deseos de tener buena salud, fuerza física o un aspecto bello, todos ellos tienen el propósito de conservar, mantener y multiplicar la vida del individuo. Las funciones principales de la mente son el intelecto, la emoción y la voluntad. Los deseos de hablar, comunicarse, estudiar, saber, investigar, adquirir conocimientos y buscar la verdad, todos ellos se corresponden con las funciones intelectuales o cognitivas de la mente. Los deseos de estar rodeados de cosas agradables o bellas, apreciar y crear obras de arte, tener relaciones afectivas armoniosas, formar familias o tener amigos, todos ellos se corresponden a los aspectos emocionales o sentimentales de la mente. Los deseos de ser útiles o valiosos para los demás, hacer el bien, ajustarse a normas de conducta, costumbres y leyes que rigen la convivencia, actuar correctamente, ser justo, equitativo, honesto, saber qué es lo más conveniente o lo mejor en cada situación de la vida, todos ellos se corresponden con los aspectos volitivos y prácticos de la mente. Así pues, se podría decir que los deseos del cuerpo, que buscan preservar y mejorar la vida y circunstancias del individuo, están orientados a cumplir el propósito individual, mientras que los deseos de la mente, que persiguen los clásicos valores de verdad, belleza y bondad, están en cambio orientados a cumplir el propósito del conjunto. Nuestra mente y conciencia buscan verdades universales, ideales y formas de vida compartidas, unas relaciones armoniosas y pacíficas en nuestras familias y comunidades, y un bienestar y felicidad común.