Destino de las almas La República, mito de Er , Libro X Er es unsoldado que resulta herido en combate. Pensando que ha muerto, los dioses lo llevan al más allá y lo hacen asistir, a pesar suyo, a una especie de juicio universal. En un determinado momento se aclara el equívoco, pero los jueces le permiten quedarse, con la condición de que después refiera a los mortales todo lo que ha visto. Este es el relato: “ Junto a las almas de mis compañeros llegué a un lugar maravilloso, donde vi cuatro abismos: dos dirigidos hacia el centro de la Tierra y dos que perforaban el cielo. En medio, sentados en altísimos estrados, algunos jueces juzgaban alas almas y, según pertenecieran a hombres justos o injustos, las enviaban a los infiernos o hacia el cielo. Tanto las penas como los premios eran decuplicados en relación con las maldades y las buenas acciones efectuadas en el curso de la vida. Entrtanto, de los otros dos abismos salían en tropel las almas de individuos, muertos en tiempos remotos, que ya habían pagado sus penas o disfrutado de sus premios. Algunas de ellas daban de veras lástima, hasta tal punto estaban desgarrads y sucias; otras, en cambio, aparecían alegres y sonrients. Al encontrarse, tanto las unas como las otras se intercanbiaban saludos calurosos y se contaban lo que habían gozado o padecido. Luego, todos juntos, iniciamos un largo viaje y nos trasladamos a otro lugar, donde, justamente en el centro de un claro, se encontraban sentadas las tres Moiras: Láquesis, Atropos y Cloto. Sobre todas las almas se arrojaron piedras que contenían los signos de una vida futura. Las había de todo tipo: vidas de artistas, de animales, de científicos, de atletas, de mujeres, de esclavos y así sucesivamente. Cada individuo, apenas era sorteado, miraba en torno a sí y elegía entre las piedras más cercanas la vida que le parecía más deseable que las otras. Vi a un alma que tomaba con avidez el papel de un tirano, sin preocuparse por las amarguras que este destino le causaría, a otra que se apoderaba de la vida de un rico que no tenía ningún amigo. Vi a Ayax Telamonio elegir la existencia de un león, a Tamiris la de un ruiseñor, a Agamenón la de un ágila .Vi a Atalanta coger al vuelo las vistorias de un atleta olímpico , y finalmente a Ulises, último en el sorteo, recoger del suelo una piedra despreciada por todos: era la vida de un hombre cualquiera, sin grandes emociones, y fue justamente él quien vivio feliz y contento.” El mito concluye con todas las almas, a excepción de Er, obligadas a beber agua del río Leteo, para olvidar las experiencias vividas en las vidas precedentes.