SociedadJulioGaravito
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Feb 06, 2022
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Por si alguien quiere leer el documento relativo al libro que mecionó uno de los presentes en el la charla virtual de hoy 6 de Febrero de 2022 (https://youtu.be/IcuqN4Y9CqQ), dictada Por: Antonio BernalDivulgador Científico - Observatorio de Fabra - Barcelona - España
Fundador Sociedad Julio G...
Por si alguien quiere leer el documento relativo al libro que mecionó uno de los presentes en el la charla virtual de hoy 6 de Febrero de 2022 (https://youtu.be/IcuqN4Y9CqQ), dictada Por: Antonio BernalDivulgador Científico - Observatorio de Fabra - Barcelona - España
Fundador Sociedad Julio Garavito para el Estudio de la Astronomía (SJG - Astronomy); Ciudad de Medellín (Distrito Espacial, Especial en Ciencia, Ingeniería, Tecnología, Innovación, Creatividad e Industria Aeroespacial), Departamento de Antioquia, República de Colombia, América del Sur.
Size: 93.28 KB
Language: es
Added: Feb 06, 2022
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Slide Content
RESEÑA
1421 el año en que China descubrió el mundo
Un libro que contiene un sartal de errores astronómicos, nos describe un interesante
método para calcular la longitud geográfica sin necesidad de utilizar un cronómetro.
A los chinos se les atribuyen importantes inventos, como la brújula, la pólvora, la
porcelana, el papel y la imprenta, esta última, más de 700 años antes de Gutenberg.
Ahora se les abonan también la exploración del mundo y los grandes descubrimientos
que, según aprendimos en la escuela primaria, fueron hechos por europeos: América,
Australia, Brasil, Canadá, la Antártida y otros muchos. En resumen, el mundo entero.
La idea ha sido muy difundida en los últimos tiempos, en especial a raíz de la
publicación hace unos años del libro 1421, el año en que China descubrió el mundo. El
autor, Gavin Menzies es un inglés retirado de la Royal Navy, en la que fue submarinista
y según sus propias palabras, siguió las rutas de Magallanes y James Cook.
Aunque el libro está bien escrito y atrapa al lector con su interminable lista de datos
sorprendentes, deja el sabor amargo que dejaban hace años las especulaciones de Von
Däniken, salvo que Menzies tiene el mérito de atribuirles los logros a seres humanos –
los chinos– en lugar de hacerlo a criaturas venidas de otros mundos, como lo hacía el
escritor alemán. Esa duda que surge sobre el rigor científico del libro ha sido comentada
por varios historiadores y ha llegado a tener eco en la Biblioteca del Congreso
(www.1421exposed.com/html/library_of_congress.html). Aunque es tentador analizar
el cúmulo de hechos presentados en el libro, nos limitaremos a hacer algunos
comentarios sobre los métodos astronómicos descritos en él.
El observatorio de Dengfeng o torre
Zhou Gong, mencionada en el libro
de Menzies, data de1276 y se usaba
para medir la trayectoria del Sol en el
cielo.
(Fotografía: Tak Wing)
Ante todo hay que decir que el libro no arroja claridad sobre los instrumentos de medida
utilizados por los marineros chinos, y que el propio autor no parece tenerla, pues llega a
atribuirles el uso del sextante, que no fue inventado sino trescientos años después de los
viajes descritos. También comete el error de decir que "en 1421 los chinos tenían más
de seis siglos de experiencia en navegación basando sus cálculos tanto en la Estrella
Polar como en las que la rodean". No. Seis siglos antes de 1421 no había Estrella Polar
pues la actual se encontraba a 7 grados del polo celeste, con lo que orientarse por ella
podría haber llevado a un error de 14 grados que es monstruosamente grande si uno está
en alta mar. Y aún en 1421 el error era apreciable, pues la estrella se encontraba a tres
grados y medio del polo, como lo menciona Menzies varias veces en el libro. Son
pequeñas contradicciones que indican un conocimiento precario del autor sobre la
navegación por estrellas. Ahora bien, para viajar por los mares del hemisferio sur los
navegantes debieron tener algún método para encontrar la latitud, y Menzies les
adjudica una técnica que, de nuevo, desdice mucho acerca de sus conocimientos
astronómicos y de sus habilidades como navegante. Primero, empieza comparando la
estrella Canopus con el planeta Venus: "Canopus es la segunda estrella más brillante del
cielo, casi tan brillante como Venus…". Esta afirmación es equivalente a decir que una
lámpara brilla casi lo mismo si está a un metro de distancia que si está a cinco, porque,
pese a que es verdad que Canopus es la segunda estrella más brillante del cielo, el
planeta Venus es 22 veces más brillante que la estrella. Luego el autor dice: "Para usar
Canopus para latitud, los chinos debían determinar su posición precisa viajando hasta un
punto directamente debajo de la estrella". Es una afirmación en la que insiste varias
veces y que no se entiende en boca de un "experto" en navegación astronómica. ¿Acaso
los marineros de todo el mundo no se sirvieron de la Estrella Polar para encontrar su
latitud en el hemisferio norte, sin necesidad de que ninguno de ellos viajara hasta un
punto directamente debajo de ella?
En un eclipse de Luna los
cuatro momentos cruciales son
el inicio y fin de la parcialidad
y el inicio y fin de la totalidad.
Estos dos últimos son los más
apropiados para aplicar el
método de medir la longitud
geográfica descrito en el texto.
Lo que sí es verdaderamente interesante en el libro es el método que describe para
encontrar la longitud geográfica por medio de los eclipses de Luna, sin necesidad de
cronómetro. Los eclipses fueron utilizados varias veces por los navegantes en los siglos
anteriores a la invención del cronómetro por John Harrison, pero los resultados nunca
fueron satisfactorios por las dificultades en la medición de la hora exacta de ocurrencia.
El método consistía en observar el eclipse desde la localidad a la que se quería medir la
longitud y cronometrar los tiempos de ocurrencia de los momentos más importantes:
inicio de la fase de totalidad y fin de la misma. Después se comparaban los datos con las
predicciones hechas para otro lugar de la Tierra y de ahí se deducía la longitud
geográfica porque ésta es proporcional a la diferencia en el tiempo medido. (Cada hora
de diferencia en el tiempo de ocurrencia del eclipse equivaldría a 15 grados de
diferencia en longitud). Este método fue utilizado por Colón en dos ocasiones, el 14 de
septiembre de 1494 y el 29 de febrero de 1504, pero los resultados fueron algo menos
que desastrosos debido a las dificultades en la toma de los tiempos, que se hacía por
medio de relojes de arena.
El método que según Menzies utilizaban los chinos, elimina el cronometraje, y así se
quita la mayor dificultad y la causa de error más importante con que se topaban los
marinos en tiempos anteriores a Harrison. Consistía también en observar los momentos
culminantes del eclipse pero, para no utilizar ningún artilugio de medición del tiempo,
se debía usar el reloj celeste, mirando qué estrella cruzaba el meridiano local en el
momento del contacto. Lo mismo debía hacerse en el lugar de origen, aunque el eclipse
no fuere visible allí, anotando la estrella que cruzaba el meridiano en los instantes
calculados del inicio y del fin de la fase de totalidad. La observación de la estrella
implica que se debía tener algún tipo de mira para marcar el meridiano local, por lo cual
se debía preparar de antemano el escenario, calculando el meridiano por medio de la
trayectoria del Sol, y luego montando un artefacto, probablemente un nomon, que
marcara la dirección de esa línea imaginaria.
Es muy improbable que los almirantes chinos hubieran cartografiado el mundo entre
1421 y 1425 siguiendo el método de los eclipses de Luna porque esos años fueron
especialmente desfavorables para ese tipo de fenómenos. El 17 de febrero hubo uno
visible desde el Este de África, sólo un mes después de que partiera hacia allí la primera
flotilla china, y ese es un tiempo muy corto para ejecutar los preparativos y hacer las
medidas en más de 5000 kilómetros de costa. El siguiente fue en diciembre de 1424,
éste visible en América, del que se podría decir que las dificultades fueron mayores
porque la cantidad de costa a cartografiar era mucho mayor y los sitios más
desconocidos. En realidad, el método es técnicamente correcto y teóricamente aplicable,
pero es muy difícil de llevar a la práctica por la escasez de los eclipses lunares, que se
presentan una vez cada varios años en el mismo sitio de la Tierra y porque su
observación depende también de las condiciones meteorológicas. Pero podríamos
abonarle al libro 1421 El año en que China descubrió el mundo, el que nos hubiera
dejado la descripción de este método, aunque, como tantos otros inventados para el
mismo fin, no pasa de ser una curiosidad histórica.