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COMO LA REFORMA AFECTO AL MUNDO ACTUAL

2. LA REFORMA
A MEDIO
MILENIO
Notas, Apuntes Históricos,
y Aplicaciones Espirituales
Carlos Puyol
UNION ESPAÑOLA DE LA IASD
2017

3. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
ÍNDICE
Introducción: Martín Lutero, 500 Años Después 3
I. “Aún No Era El Tiempo” : La Pre-Reforma 8
II. “El Tiempo Es Cumplido”: Lutero Y Su Tiempo 47
III. “Instrumento Escogido Me Es Este”: Lutero, El Hombre De
Dios Para Aquel Tiempo 86
IV. La Crisis Espiritual De Lutero 105
V. “Andarán Conmigo En Vestiduras Blancas”: Revolución
Teológica Y Doctrinal 153
VI. “Primero Hierba, Luego Espiga, Después Grano Lleno En La
Espiga”: Etapas De La Reforma. 192
VII. “Su Situación Final Resulta Peor Que La Primera” : La
Contrarreforma. El Concilio De Trento. 243
VIII. ¿Quién Nos Apartará Del Amor De Cristo?: La Reforma En
España. 297
IX. “Herederos De La Justicia Que Es Por La Fe”: La Reforma En
El Tiempo Del Fin. 361
2

4. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
INTRODUCCIÓN
MARTÍN LUTERO, 500 AÑOS DESPUÉS
Para la mayor parte de los historiadores, el 31 de Octubre
de 1517, fecha en que el fraile agustino, Martín Lutero, profesor
de la Universidad de Wittenberg, clavó sus 95 tesis contra las
indulgencias en la puerta de la Iglesia de la ciudad, fue el gran
aldabonazo que puso en marcha la Reforma Luterana en
Alemania. Este año, 500 años después, se conmemora aquella
efemérides y la Unión Adventista Española ha querido que todos
miembros de iglesia puedan ser instruidos, inspirados y
aleccionados, a lo largo de este año, por aquel evento. Por esa
razón, se me pidió que escogiese una selección de los temas más
relevantes y preparase documentación de base para que los
pastores pudieran elaborar una serie de sermones sobre la
Reforma y sus principales protagonistas.
Así lo he hecho, los temas seleccionados son los
siguientes:
1. La Pre-reforma (movimientos reformadores de los siglos
XIV y XV)
2. Lutero y su tiempo (el contexto histórico de la Reforma
del siglo XVI)
3. Lutero, un hombre para aquel tiempo (personalidad,
formación, piedad)
4. La crisis espiritual de Lutero y los orígenes de la
Reforma (la Turmerlebnis)
5. Revolución teológica y religiosa (la doctrina luterana)
3

5. 6. Etapas de la Reforma (de la crisis de las indulgencias en
1517 a la batalla de Mühlberg en 1547)
7. La Contrarreforma y el Concilio de Trento
8. La Reforma en España (autos de fe de Valladolid y
Sevilla, 1559-1562)
9. Herederos de la Reforma (conversaciones consultativas
entre Luteranos y Adventistas)
10. Anexos:
Bibliografía General sobre Lutero según R. García-
Villoslada Fuentes para la
historia de Martín Lutero según ibid.
Fechas más importantes de la historia de la
Reforma, según A. Greiner
Iconografía según fuentes diversas
Índice onomástico de la Reforma según R. García-
Villoslada
Mapas de la Reforma según fuentes diversas
Relación de los principales escritos de Lutero,
según R. García-Villoslada
Este es un trabajo de historiografía, es decir, no pretende
añadir una biografía más a los miles de libros que se han escrito
sobre Lutero en estos 500 años. La bibliografía de origen
protestante es, en su mayoría, de carácter laudatorio, exaltando y
encomiando, a veces en exceso, al Reformador. Las biografías y
estudios de origen católico, por el contrario, desde la obra de J.
Cocleo (Commentaria de actis et scriptis Martini Luteri, 1549),
sacerdote contemporáneo de Lutero, que se ha mantenido casi
400 años presente, consultado y citado en la luterología católica
adversa, inculpatoria y denigrante contra padre de la Reforma
hasta la aparición del libro escrito por el fraile dominico,
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
4

6. archivista del Archivo Vaticano, Enrique Susón Denifle (Lutero y
el luteranismo en su primer desarrollo, 1903), un libro monumental
que representa el colmo o climax de la agresividad, la
contradicción, la calumnia vergonzante, el juicio arbitrario de
intenciones del reformador, sin pruebas, gratuito, cargado de
denuestos. En suma, una selva de improperios que, junto a una
erudición reconocida, por tratarse de un especialista en filosofía
de la Edad Media, creó en torno a la historia del luteranismo y la
Reforma un pavoroso ambiente de denuncia y acusación de tal
magnitud que tanto los historiadores católicos sinceros como los
protestantes, lo rechazaron, obligándose a realizar un trabajo
histórico sin prejuicios ni falsos presupuestos. Así nació la
historiografía actual sobre Lutero.
Decía que aquí, se trata de un trabajo de historiografía,
porque no pretende ser nueva, original, ya que está basada en lo
que otros han escrito; es comparativa, coordinando tesis e
interpretaciones históricas distintas; es complementaria, porque
pretende unir y no disgregar para alcanzar una visión histórica de
conjunto; es, por otra parte, tan sólo introductoria porque lo más
importante, que es su aplicación homilética en un sermón, en
buena medida, está todavía por hacer.
En cada uno de los temas, hay material para preparar,
uno, dos e incluso tres sermones. Intencionadamente, la
selección del material que se va a usar, queda en manos de los
predicadores para no robar al sermón el sello de paternidad. No
obstante, he querido dar a los temas una estructura homilética
únicamente sugerente, por ello encontraréis en cada tema: un
título, un texto escogido; una breve exposición, exégesis o
comentario del texto; un pórtico introductorio; un cuerpo del
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
5

7. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
sermón que sigue las reglas homiléticas de la unidad, la
progresión y el climax, yendo de lo general a lo particular;
finalmente un epílogo recapitulador; el llamamiento y la
aplicación. Faltan en algunos casos las ilustraciones explícitas,
pero la materia de los sermones es de naturaleza histórica, con un
componente narrativo o descriptivo a veces dramático, como en
el caso de los autos de fe o en el episodio de la condena a la
hoguera de Miguel Servet.
Para los que tenéis la costumbre de presentar vuestras
predicaciones en un montaje de formato Power Point, tenéis
infinidad de citas entrecomilladas de los propios protagonistas o
de los historiadores-comentaristas. Además encontraréis láminas
de iconografía con pinturas y fotografías escogidas y también
mapas que desde el punto de vista didáctico ayudan a explicar y
comprender los hechos históricos. Este material, existente en el
Anexo, es perfectamente ampliable con vuestros propios
documentos personales. El trabajo que os entrego es de nivel
licenciatura tanto en el dominio teológico como histórico. Pero
con objeto de facilitaros una eventual investigación ulterior y el
desarrollo de un trabajo personal a nivel de Master o Doctorado,
he tomado del mejor libro consultado: Ricardo GARCÍA-
VILLOSLADA, tomo I, Martín Lutero. El fraile hambriento de Dios;
tomo II, Martin Lutero. En lucha contra Roma, BAC, Madrid, 1976;
los documentos señalados anteriormente en el apartado de
Anexos: Bibliografía general. Fuentes para la historia de Lutero.
Índice onomástico. Relación de los principales escritos de Lutero.
Y una curiosidad para terminar. La hermana White tiene,
en el Conflicto de los Siglos, varios capítulos dedicados a la Pre­
reforma y a la Reforma protestante. Cuando se hizo una revisión
6

8. de este libro para el colportaje, en vida todavía de ella, se decidió
incluir en el texto, las referencias bibliográficas de los autores que
ella había consultado y en los que se había inspirado por
considerarlos acordes con lo recibido del Señor. Uno de estos
autores, citado varias veces, en El Conflicto... es: Merle
d’AUBIGNÉ, Histoire de la Réformatión du Seiziéme Siécle, Paris,
1860-1862, 5 tomos. Pues bien, un amigo mío residente en
Ginebra, paseándose un día por las librerías de lance de la
ciudad, vio a la venta este libro, en una edición revisada de la
misma fecha. Lo compró y me lo regaló, de manera que he tenido
el privilegio de hacer correr mis ojos por, al menos, uno de los
autores que inspiraron a la hermana White al escribir E l Conflicto
de los Siglos.
Deseo de todo corazón que los episodios de la Reforma
luterana presentados en este trabajo, puedan serviros a todos para
honrar y alabar a Dios, Soberano de la Historia, repitiendo con el
profeta Daniel aquellas hermosas palabras:
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
7

9. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
I. “AÚN NO ERA EL TIEMPO”
La Pre-Reforma
Texto: “Voz que clama en el desierto: ¡Preparad el camino a Jehová;
nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios! ¡Todo valle sea alzado y
bájese todo monte y collado! ¡Que lo torcido se enderece y lo áspero se
allane! [...] Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sión; levanta
con fuerza tu voz anunciadora de Jerusalén. ¡Levántala sin temor! Di a
las ciudades de Judá: ¿Ved aquí al Dios vuestro!” (Isa. 40:3, 4, 9).
Comentario
Dios no actúa sin previo aviso, Dios no improvisa. Sus
planes más importantes son siempre precedidos por un período
de preparación, por un anuncio previo, por una advertencia, por
un llamamiento, a veces angustioso, a los hombres. Así nació el
profetismo: “Porque no hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su
secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Dos son los objetivos
que Dios persigue con estos tiempos anticipadores de una acción
definitiva: el primero es conceder a los hombres una oportunidad
de reflexión, un tiempo de gracia para que conozcan, se anticipen
a los acontecimientos, se responsabilicen y tomen una decisión
sabia en relación con el futuro; en definitiva, Dios quiere la
salvación del hombre, prevenirle, situarle en el nuevo contexto de
lo que va suceder, prepararle, conseguir su adhesión voluntaria y
responsable. Como dice el apóstol Pedro en relación con la
espera del segundo advenimiento: “ El Señor no retarda su promesa,
según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedr. 3:9). Además de este objetivo, ético,
espiritual, del amor divino, Dios quiere, en su providencia y
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10. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
sabiduría infinitas, allanar las dificultades existentes y, sin dejar
de respetar la libertad soberana de los hombres, asegurar el éxito
de sus planes, preparar adecuadamente el camino, crear las
estructuras que permitirán su desarrollo ulterior, escoger a los
hombres idóneos y propiciar las circunstancias coadyuvantes. Así
se conjuga la cooperación, divino-humana, consciente o
inconsciente, en la historia de la salvación.
La pre-reforma de los siglos XIV y XV, aunque participó
de la naturaleza transitoria de los movimientos previos, tuvo
entidad propia, no fue circunstancial ni casual. Arrancó en sus
postulados más importantes desde atrás, desde la baja edad
media, fue general, se dio en toda Europa, estuvo entroncada más
o menos directamente en una corriente cultural importantísima,
el Renacimiento, fue un hecho positivo, significativo, heroico que
ofreció pautas, que dejó como base una amplia producción
literaria, que abrió puertas, trazó itinerarios que ya no se podían
soslayar y que, como precedentes, condujeron necesariamente a la
Reforma luterana y a la Contrarreforma de Trento que
representan la consumación de todos aquellos intentos, pre­
reformadores, de las intuiciones de una Iglesia mejor, de los
preparativos ideológicos e históricos que las posibilitaron. Pero
¡Aún no era el tiempo!
Preámbulo
—No es posible creer —dice acertadamente Febvre, el gran
historiador de la espiritualidad del Renacimiento— que la reforma
luterana sea únicamente una consecuencia de la corrupción de la
Iglesia”. Existía en aquella época en toda la cristiandad el ansia
de una espiritualidad renovada; una espiritualidad, dentro de la
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11. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
ortodoxia, que fuese compatible con el nuevo ambiente del humanismo
renacentista. [...] La siembra espiritual de Cisneros y la acción
reformadora de la pre-reforma española crearon un ambiente propicio
a una nueva espiritualidad. ¿Qué hubiera pasado si la reforma por la
que clamaba la cristiandad, después de la crisis conciliar, la hubiese
realizado el Pontificado sincronizada con la pre-reforma española? El
Concilio esperado por todos, habría podido disciplinar la vida
interna de la Iglesia y abrir paso a una espiritualidad que satisficiese las
necesidades de la mentalidad del humanismo renacentista y a
tono con el espíritu de los tiempos. Esa espiritualidad llegó a
concebirse y elaborarse en España, y quedó frustrada por la reacción anti­
mística de la contrarreforma” (Pedro SAINZ RODRÍGUEZ,
La siembra mística del Cardenal Cisneros y las reformas en la Iglesia,
Fundación Universitaria Española, Madrid, 1979, p. 15,16).
Introducción
1. Significado histórico de la pre-reforma
El clima espiritual de Europa estaba llegando a un punto
sin retorno. La cristiandad estaba siendo sacudida por el impacto
individualista y liberador del humanismo renacentista procedente
de Italia. Como una enorme bola de nieve cultural iba creciendo,
desarrollándose e irrumpiendo en todos los países hambrientos y
sedientos de cambios importantes en la Iglesia. El clamor por una
reforma era general. No había marcha atrás; si algunos
movimientos reformadores estaban avocados al fracaso por la
falta de medios o estructuras, otros les iban a suceder mejor
trazados y con mayores apoyos. Así se llegó a la Reforma luterana
del siglo XVI. Pero antes, le precedieron movimientos que
prepararon el terreno, sensibilizaron las conciencias, ofrecieron
10

12. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
soluciones ideológicas, denunciaron abusos, pusieron el dedo en
la llaga de una Iglesia que reconocían decadente. La pre-reforma
de los siglos XIV y XV, no fue ni casual ni esporádica, tuvo y
tiene una entidad histórica significativa, un espacio y una
importancia en aquel tiempo, que todos los historiadores del
Renacimiento reconocen. Pero “aún no era el tiempo” para que
aglutinara en una verdadera revolución espiritual y religiosa de
efectos permanentes. La historia de la pre-reforma cuenta hoy con
una extensa historiografía, por eso le queremos dedicar este
estudio inicial en una serie que abarca el nacimiento, desarrollo y
expansión de la Reforma luterana y de la Contrarreforma
católica.
2. Importancia decisiva del Pontificado e Italia
Américo Castro, el famoso ensayista español, en su magna
obra La realidad histórica de España (1954), atribuye
paradójicamente al Pontificado y a Italia una importancia decisiva
en la gestación de la pre-reforma y en el asentamiento eficaz de la
Reforma protestante:
“A l tomar la inteligencia y el esteticismo como bases de la vida
del Pontificado en Italia, no pongo en ello ningún acento peyorativo,
sino sencillamente afirmativo. Justamente por ser así, consiguió Italia
humanizar a la tosca Europa del siglo X V I que, sin Italia,
habría mantenido su tono medieval. [...] Italia sola preparó el
“inyectable” que hizo virar en redondo a los europeos, por haber
humanizado, “secularizado” lo divino sin romper con ello. Roma halló
el común denominador para el hombre griego y el hombre moderno,
tendió el puente entre las tendencias hasta entonces “ilegales” y la fe,
y dejó a los “herejes” la ilusión de que eran ellos quienes
11

13. cambiaban el curso de la historia. Pero sin la “vida” secular de la
Italia católica del siglo XV, las herejías, tan viejas como el cristianismo,
habrían quedado reducidas a ensayos infecundos, algo así como
el anarquismo del siglo XIX, con muchos adeptos, con muchos
mártires, pero sin transcendencia efectiva” (Citado por Pedro SAINZ
RODRÍGUEZ, op. cit. pp. 15,16).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
I. CLAMOR GENERAL PIDIENDO UNA REFORMA
Desde el siglo XIV se escuchan en Europa, por todas
partes, clamores pidiendo una reforma. Todas las clases sociales,
todos los estamentos de la sociedad de aquel tiempo, algunos
dignos representantes de la jerarquía de la Iglesia y
particularmente los monjes de las órdenes religiosas, piden al
unísono la celebración de un concilio y la realización de una
reforma, estas eran las causas de aquel movimiento reformador:
1. Causas
a) El Cisma de Occidente (1378-1417)
“El llamado cautiverio de Aviñón, o sea, la residencia de los
pontífices en esta ciudad huyendo del ambiente de Roma y el
Cism a de Occidente, suponen una de las crisis más graves que ha
sufrido la Iglesia a través de su historia, en la que se llegó al
espectáculo, que los cristianos contemplaron escandalizados y
doloridos, de la existencia de tres pontífices que, al mismo tiempo,
aspiraban a ocupar la silla de Pedro y fueron causa y origen de una
profunda desmoralización.
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14. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“En toda la cristiandad, desde el Concilio de Constanza, se
había producido un movimiento de renovación. Los pontífices no
quisieron o no supieron poner decididamente remedio a la situación
cuando ya tenían lograda de nuevo la unidad del papado, y esta
demora fue prolongadísima, hasta el punto de que el concilio que
se veía necesario después del de Constanza no se convocó hasta el
siglo X V I en el Concilio de Trento, sin duda por el temor de los
pontífices a que se plantease el pavoroso tema de la supremacía
conciliar” (Ibid. p. 19).
b) La relajación de las costumbres y la decadencia moral
“El estado de la Iglesia y de la sociedad españolas desde el siglo
X IV no fue excepcional en España, sino que ofrece notas comunes
con el resto de Europa. E l siglo X IV representa una honda decadencia
moral. La conciencia europea sufre un retraso en el proceso de su
marcha hacia la civilización. [...] Parece como si se extendiese por
toda Europa la sensación de nuestra miseria y la necesidad de un
mejoramiento espiritual. Personalidades selectas se dan cuenta de
este estado de relajación y podredumbre moral y, con su
testimonio, nos han dejado una verdadera visión histórica de la
relajación de las costumbres, desde la Corte Pontificia hasta el
último hogar del villano” (Ibid.pp. 18,19).
Pero no se trata aquí de presentar un estado de
decadencia moral que pueda ser objeto de la crónica
sensacionalista de aquella época y que nos sirva para fustigar con
sus escándalos al catolicismo romano. Se trata de lo que era
entonces bastante normal, convencional u ordinario y que estaba
creando, no siempre de manera consciente, un vacío espiritual y
religioso en los creyentes, en las masas católicas que, por hábito o
13

15. rutina, seguían llenando las iglesias. Dejemos comentar esta
situación a un profesor de la Institución “Collége de France”:
“En lo recóndito de las aldeas se oía hablar tal vez de los
bastardos del papa o del boato en que vivía tal o cual obispo, pero
nunca se les veía. El concubinato de numerosos sacerdotes no era apenas
objeto de escándalo. La falsa bula de Inocencio VIH, que
permitía el matrimonio de los sacerdotes, no provocó a fines del siglo
X V emociones especiales. Por su parte, había muchos obispos (no
necesariamente personajes de escándalo) que no residían
suficientemente en sus diócesis, o que, si residían en ellas, eran
demasiado administradores y poco pastores. En cuanto a los curas (que
no salían del seminario, pues esta institución aún no existía), eran
admitidos al presbiterado tras unos exámenes muy someros, a
menudo de puro favor. En fin, los que poseían una instrucción más
sólida procuraban vivir en la ciudad, haciéndose sustituir en la aldea
por un capellán con la paga mínima. La no residencia de los curas en
su parroquia es una plaga de la vida religiosa en los años previos a la
Reforma” (Jean DELUMEAU, Los cristianos en la época de la
Reforma, en 2000 años de Cristianismo, SEDMAY Ediciones,
Madrid, 1979, p. 12).
c) Una práctica religiosa pagano-cristiana
El vacío espiritual existente estaba camuflado con una
práctica religiosa de aparente piedad, ajena y aún contraria a la
Palabra de Dios, que producía una incomprensiva mezcla
sincrética de cristianismo y magia. Sigue diciendo Jean
DELUMEAU:
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
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16. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
—Teniendo en cuenta este desconocimiento del cristianismo,
¿cómo la inmensa mayoría de los europeos, lo mismo en el campo que —en
cierta medida— en la ciudad, no iban a amalgamar con la
religión oficial, admitida, por otra parte, sin discusión, todo un
conjunto de creencias y prácticas mágicas procedentes de un pasado
antiquísimo? [...] ‘La Iglesia medieval inglesa, dice el historiador
inglés Thomas Keith —y esto vale para toda la cristiandad—, es
un ‘vasto depósito de poderes mágicos’. Se llevaban encima los
agnusdéi (panecillos de cera con la imagen del cordero pascual), tal
vez por devoción, pero también para protegerse del rayo y del
fuego, para evitar morir ahogados o de parto. H abía otros
talismanes, como el rosario o un fragmento del evangelio de San Juan,
para protegerse de las tempestades, de la fiebre, de los malos espíritus.
[...] El comulgante que no se tragaba la hostia, sino que se la
llevaba, creía disponer de una fuerza extraordinaria mientras la
llevara consigo: si caía enfermo, podría curarse y estaba a salvo
del infortunio. S¡ pulverizaba la hostia y la esparcía por su jardín,
morirían las orugas [...] El bautismo no solamente abría el acceso a
la gracia, sino que parecía necesario para la vida del niño. Se
decía que algunos niños ciegos llegarían a ver, una vez bautizados.
Debido a la significación popular que a veces se daba a este
sacramento, había gente que bautizaba a los perros, a los
caballos y a las ovejas...” (Ibid. p. 13).
Y sin embargo, la incidencia de estos y otros factores,
vistos por algunos con una mirada suspicaz y crítica, por otros
desde la sensación profunda de insuficiencia y deformación
religiosas evidentes, situación que provocaba hambre y sed de
algo mejor; en el curso de aquellos largos años de espera
impaciente de la pre-reforma, surgió una fecunda fermentación
religiosa que preparó la Reforma protestante.
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17. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2. Todos en aquella sociedad estaban persuadidos de la necesidad
de una reforma
a) Las clases populares
Dice Teófanes Egido, profesor de la Universidad de
Salamanca:
“El primer factor que hay que tener en cuenta es el ambiente
general de reforma que se respiraba en el tiempo de Lutero. La
Cristiandad estaba acostumbrada a intentos, no por disgregados
menos decididos. A l estudiar las reformas radicales podremos contrastar
como el pueblo, es decir, el campesinado, el pre-proletariado y artesanos
urbanos, sectores concretos de la ‘burguesía’, en sus programas
reivindicativos conjuntaban siempre la expresión de anhelos
reformistas de las estructuras eclesiásticas en su invocación,
tantas veces embriagada de acentos
Utópicos, con los cambios sociales y económicos” (Teófanes
EGIDO, La Reforma, en Gran Historia Universal, volumen
XVI, p. 146).
b) Los humanistas
En la polémica entre Erasmo y Lutero, el famoso
humanista holandés propugna un mejoramiento de la Iglesia
católica, pero sin ruptura, desde dentro de la Iglesia:
“Jam ás he desertado de la Iglesia católica. Nunca he tenido la
intención de reconocer a tu Iglesia [...].
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18. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Se que en esta Iglesia que vosotros llamáis papista hay muchos
hombres que no son de mi agrado; pero veo que en la vuestra hay
hombres semejantes. Y es más fácil soportar los males a los que uno
se ha acostumbrado. Así pues, soporto esta Iglesia mientras no
encuentre otra mejor, y ella misma está obligada a soportarme
mientras yo no me haga mejor” (Citado por Jean-Claude
MARGOLIN, Entrevista sobre Erasmo, humanista cristiano, en 2000
años de cristianismo, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1979, tomo
V, p. 22).
c. La jerarquía católica
—Desde la cúspide, no puede olvidarse lo que significará la
ocasión excepcional del Concilio V de Letrán (1512-1517).
Su convocatoria fue la respuesta al conciliábulo de Pisa; su desarrollo
estuvo condicionado por los intereses políticos de los papas (Julio II y
León X); pero allí se trató —y se gritó por Gil de Viterbo— por la
reforma en todos los niveles, desde la curia de Roma hasta de la
asistencia social”. Por otra parte, canónigos regulares, monjes,
frailes mendicantes, corrientes caudalosas como la ‘Devotio Moderna’,
ofrecían un espectáculo, no siempre pacífico, de inquietud reformista
caracterizada por el retorno a los orígenes, a exigencias de rigor y a una
espiritualidad más interna” (Teófanes EGIDO, op. cit. p. 146).
d. Los Reyes Católicos en su programa político
También los Reyes Católicos, en el siglo XV, participaron
del espíritu general de reforma de la Iglesia católica. En 1485, en
su programa político, para influir con carácter nacional y
definitivo en esas manifestaciones reformistas, utilizaron a Fray
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19. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Hernando de Talayera, el confesor de la Reina, y posteriormente,
en 1493, al Cardenal Cisneros a quien encargaron esa labor:
“...porque en nuestros reinos hay muchos monasterios e casas de
religión, así de hombres como de mujeres, muy disolutos y desordenados
en su vivir e en la administración de las mismas casas e bienes
espirituales e temporales, de lo cual nacen muchos escándalos e
inconvenientes e cosas de mal ejemplo... de que nuestro Señor es
muy deservido, e a nos se podría imputar e dar asaz cargo...”
(Citado por Pedro SAINZ RODRÍGUEZ, op. cit. p. 21)
3. Características comunes de los movimientos reformadores de
la pre-reforma
Estos moyimientos reformadores preyios a la reforma
luterana, tenían como características comunes:
a) No se pide la ruptura con la Iglesia romana, no son
movimientos cismáticos, como tampoco lo fue Lutero en los
primeros años de su reforma espiritual y religiosa.
b) Tampoco se trata de establecer modas o novedades
teológicas extrañas. Es curioso observar que una de las
acusaciones que se hicieron entonces y también ahora al
protestantismo es que la doctrina luterana no era nueva:
“Decir que la doctrina de la Iglesia era puro pelagianismo, de
confianza en las obras y no en la gracia, es ignorar lo más
esencial de la doctrina católica de todos los tiempos, es olvidarse de San
Agustín y de Santo Tomás, verdaderos modeladores de la teología
tradicional, los cuales proclaman con la mayor insistencia que
las obras sin la gracia carecen absolutamente de valor en el orden
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20. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
sobrenatural” (Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, Martín
Lutero. El fraile hambriento de Dios, Madrid, 1976, p. 253).
c) No se trata tampoco de deshacer la estructura
eclesiástica existente, sino de hacerla más transparente, más
eficaz, terminar con los vicios de la simonía y el nepotismo y de
conseguir una mayor participación de los fieles en el gobierno de
la Iglesia.
d) Se trata de que la Corte romana, raíz de todos los
males, sea reformada, comenzando por el papa. Hay por ello una
manifiesta desconfianza en las promesas del pontificado con las
que hacía frente al clamor de la cristiandad por la necesidad de
una reforma. Dice Fray Pablo de León en su obra G uía del Cielo:
—Apenas se verá la Iglesia catedral o colegial donde todos por la
mayor parte no estén amancebados [...] Todo este mal maldito
viene de donde había de venir la perfección que es de Roma. [...] Roma
había de ser espejo de todo el mundo y los clérigos allá habían
de ir no por beneficios, sino a desprender perfección. [...] Pero, por
nuestros pecados, en Roma es el abismo de estos males y otros
semejantes; y como los más eclesiásticos de las Iglesias
catedrales van a Roma, casi todos cuando vienen traen esta
pestilencia y así nunca la dejan hasta que se mueren” (citado por
Pedro SAINZ RODRÍGUEZ, op. cit. pp. 28,30,31).
e) Se trata de una vuelta a los orígenes, de recuperar el
espíritu de la primera Iglesia, de dar relevancia total a la Palabra
de Dios, de vitalizar y aplicar estrictamente la regla de las órdenes
religiosas:
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21. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
—He de advertir que, cuando en la historia de la espiritualidad se
habla de reformas, no se trata de implantar ninguna novedad,
sino de restablecer el espíritu primitivo de los fundadores: de volver a
las fuentes de la espiritualidad deformada por la debilidad
humana” (Ibid. p.20).
f) Se trata de un rearme moral y espiritual de los fieles y
del clero, de un verdadero avivamiento espiritual.
g) Se trata de una depuración, de una limpieza en
profundidad de las adherencias extrañas al Evangelio que la
Iglesia ha ido acumulando en el tiempo, procedentes del mundo
secular.
II. PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LA PRE­
REFORMA DE LOS SIGLOS XIV Y XV
Presentar aquí una síntesis de todas las reformas
medievales que precedieron a la Reforma luterana y que, de
alguna manera, pueden ser consideradas como un referente de la
misma, sería una tarea ardua y de difícil aplicación al tiempo y al
contexto histórico de Lutero. Nos limitaremos pues a algunos
movimientos que surgieron poco antes de la Reforma luterana,
en los siglos XIV y XV, porque fueron conocidos por Lutero,
porque influyeron en el desarrollo de su organización y de su
doctrina, porque tenían lugares comunes y porque, por la
proximidad en el tiempo, sirvieron de heraldos, de anunciadores
heroicos de los tiempos mejores, a los que se dirigían sus
esforzados intentos y que consumó el fraile agustino de Alemania.
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22. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
No deben considerarse esos movimientos pre­
reformadores como fenómenos meramente nacionales o
geográficos. Es cierto que Lutero apareció en Alemania, Wiclef en
Inglaterra, Hus en Bohemia, Savonarola en Florencia, pero la
sensibilidad por la reforma era general, como ya hemos dicho, y
existía un terreno abonado, un caldo de cultivo para cualquier
solución que se propusiera. “Tres años después de las Tesis (las 95
tesis) ya había luteranos en toda Europa. Cuando se plantea una
cuestión de importancia vital a todo un mundo y es adoptada una
solución desde el primer momento y en todas partes a la vez, el lugar en el
cual ésta ha sido encontrada apenas cuenta” (Émile G. LÉONARD,
Historia General del Protestantismo, Ediciones Península, Madrid,
1967, vol. I, p.15).
Los precedentes más significativos de la Reforma de los
siglos XIV y XV, los podemos encontrar en el wiclefismo inglés y
el pietismo popular de los “lolardos” o “sacerdotes pobres” de John
Wiclef; en el movimiento de los husitas de Juan Hus, en
Bohemia, que llegó a constituir una auténtica Iglesia nacional; en
el humanismo cristiano de Pico de la Mirándola y de Erasmo de
Rotterdam; en el apocalipticismo de Girolamo Savonarola y, sin
ninguna pretensión o posibilidad de influir en el futuro
luteranismo, pero sí en la Contrarreforma, en la siembra
espiritual del Cardenal Cisneros y la acción reformadora de la
pre-reforma española.
1. luan Wiclef (1320-1384), en Inglaterra
Nacido en 1320, en Yorkshire, poco sabemos de los
primeros años de su vida. Se sabe que estudió en Oxford donde
alcanzó el grado de “master” y donde obtuvo una cátedra en 1360.
21

23. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Fue considerado el teólogo más hábil del cuerpo docente de
aquella universidad. Se cree que dio a conocer por primera vez su
oposición a la Iglesia con la publicación de Determinatio quaedem
de dominio (1366), en donde apoyaba la decisión del Parlamento
inglés de no someterse a la petición de impuestos del papa
Urbano V. En 1351, participó, en Brujas, en el debate de los
‘provisores’ o nombramientos de cargos eclesiásticos que le
permitían al papa la intromisión de sus favoritos en Inglaterra. El
rey y el Parlamento ordenaron un Estatuto en el que se establecía
que las elecciones para los obispados y otros cargos eclesiásticos
debían estar libres de la intromisión papal, lo cual fue causa de
múltiples disputas entre la autoridad real y la papal en las que
Wiclef siempre se puso de parte de la Corona. En 1374 recibió la
rectoría de Lutterworth (Leicestershire) cargo que conservó hasta
su muerte. En 1376 proclamó que solo la rectitud confiere el
título de propiedad y que los eclesiásticos injustos deberían
perder tal derecho. En 1377, Gregorio XI publicó cinco bulas
condenando algunas afirmaciones de Wiclef sobre el poder
eclesiástico y el civil y ordenando el arresto y procesamiento de
Wiclef, pero no tuvo efecto porque estaba protegido por Juan de
Gante, el poderoso hijo del rey Eduardo III, y por un fuerte
partido en la corte y mucho favor popular.
En 1378 empezó a difundir sistemáticamente sus críticas
contra la Iglesia. Afirmaba apoyarse para ello en las Escrituras
como suprema autoridad; ese año escribió su tratado De ecclesia
en el que expone un resumen de sus puntos de vista sobre la
jerarquía. Este es el comentario de un monje benedictino:
—¿Qué es la Iglesia militante. La asamblea de los elegidos, es
decir todos los hombres que serán salvos, y sólo ellos: una
sociedad con fundamentos invisibles, en oposición a la comunidad visible
22

24. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
y jerárquica. Esa predestinación se afirma tan absoluta, que
ningún hombre, sea el papa, todavía menos un obispo, no sabe si su
pecado ha sido perdonado, y si verdaderamente pertenece a la
Iglesia. Esta opinión destruye evidentemente a la jerarquía
completa, desde el soberano pontífice hasta el más pequeño cura de
pueblo. Partiendo de este punto las consecuencias son
revolucionarias. Papas y cardenales podrán, efecto, ser
considerados como los primeros en dignidad, pero únicamente en la
medida en que agraden a Dios; una autoridad condicional, que está
sometida al juicio de los fieles. Así, ante cualquier orden del
pontífice romano, habrá que buscar si está de acuerdo con la
Escritura. [...] Nuestra salvación no depende ni de nuestra conexión con
la Iglesia visible, ni de la mediación de los sacerdotes. El
sacerdocio universal de los predestinados les da un acceso a Dios
y a Cristo, libre e inmediato. [...] Otra usurpación ha sido las
indulgencias. El perdón de los pecados depende únicamente de las
disposiciones del penitente. Todo el sistema de las indulgencias reposa
sobre la falsa base de un tesoro de méritos de subrogación a disposición
del papa. ¡Qué escándalo, sacar dinero a los fieles para su rescate
espiritual! Así mismo, las treintenas de misas, todas las oraciones
por los difuntos no son más que inventos diabólicos para robar a los
creyentes” (DOM Ch. POULET, Histoire de l’Eglise, París,
1943, t. I, Les origines des temps modernes, pp. 628,629).
En esa mismo año, organizó el grupo de “los sacerdotes
pobres” (lolardos) para que predicaran sus doctrinas por todas
partes, descalzos, vestidos con largas túnicas y con un báculo en la
mano, iban de dos en dos como lo habían hecho los antiguos
predicadores valdenses, el movimiento terminó aplastado por la
fuerza de lo acontecimientos; hacia 1380 inició sus ataques contra
la doctrina de la transubstanciación que consideraba una errónea
23

25. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
pretensión sacerdotal, publicando, en 1381, De eucharistia; y
después, entre 1382 y 1384 tradujo al inglés, con la ayuda de
otros, la Vulgata para que pudiera ser accesible al común del
pueblo. Escribió en latín y en inglés una serie de obras teológicas
que dieron lugar a lo que se llamó su Summa Theologiae, dirigida a
eruditos.
—Las Escrituras —enseñaba— son la única ley de la Iglesia. La
Iglesia misma no está, como imagina el hombre común, centrada en el
papa y los cardenales. Es en toda la compañía de los elegidos. Su única
cabeza cierta es Cristo, puesto que el papa puede no ser uno de los
elegidos. Wiclef no rechazaba al papado; la Iglesia puede muy bien
tener un jefe terrenal, si el tal es como Pedro, y lucha por mantener las
condiciones sencillas del cristianismo primitivo. Un papa tal sería
probablemente uno de los elegidos. Pero un papa que codicia el
poder temporal y está ansioso por cobrar impuestos es de suponer
que no es de los elegidos, y por lo tanto es anticristo” (Williston
WALKER, Historia de la Iglesia cristiana, C asa Nazarena de
Publicaciones, Kansas City 1967, pp. 299,300).
En 1382, el arzobispo de Canterbury convocó un sínodo
en Londres que declaró heréticas veinticuatro opiniones de
Wiclef. Aunque dejado en libertad, se retiró a Lutterworth en
donde conservaba el curato. En los dos años que le quedaban de
vida, escribió dos de sus mejores obras el Trialogus, sumario de sus
doctrinas, y el Opus evangelicum, inacabada, donde considera al
papa como el anticristo. Murió el último día de 1384. Cuarenta
años después, el Concilio de Constanza lo declaró culpable de
herejía y como hacía la Inquisición moderna más de un siglo
después, ordenó la exhumación de sus restos para ser quemados
públicamente y las cenizas arrojadas a un riachuelo. Wiclef no
24

26. dejó un seguidor suficientemente hábil como para llevar adelante
la obra que había comenzado en Inglaterra. La principal
influencia de este reformador se produjo en Bohemia (República
checa), como vamos a ver.
“Wiclef resaltó la importancia de la estrecha relación del hombre
con Dios, que no necesita de intermediarios. En algunas de sus
doctrinas mantuvo ideas idénticas a las de los partidarios de la
Reforma, de la que fue en realidad precursor. Su traducción
inglesa de la Biblia y sus obras restantes le convierten en uno de los
primeros representantes de la prosa inglesa”. (Wilfred G. DAVIS, art°
John Wycliffe, en Gran Enciclopedia del Mundo, Ediciones
Durvan, Bilbao 1965, vol. 19, col. 330).
2. Juan Hus (1370-1415), en República checa
El gran propagador del wiclefismo en Bohemia fue Juan
Hus en el que se fundieron el celo religioso de un reformador y la
defensa patriótica de todas las aspiraciones nacionales. No es
cierta la imagen que ha proyectado de él la tradición protestante,
de un Hus mártir, asceta, enflaquecido. El verdadero Hus no
compartía los ideales de la ascesis, no era un moralista reseco que
mirase al mundo como un pozo de vicio o hechura del diablo.
Tenía un carácter abierto, alegre, y no se encerraba en sí mismo,
antes al contrario, observaba atentamente la vida a su alrededor.
Pero a medida que avanzaba en sus estudios en la capital del
reino, el joven estudiante iba perdiendo su despreocupada sonrisa
y, a las alegres distracciones, empezaba a preferir la meditación
sobre las causas de los abusos que constataba en derredor suyo.
De esta evolución interior él mismo llego a decir: “en tanto fui
joven por la edad y la razón, rebosaba de loca alegría. Pero cuando Dios
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
25

27. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
me hizo conocer la Biblia, abandoné las futilidades de la juventud”
(Véase Joseph MACEK, La revolución husita, Siglo veintiuno
editores, Madrid 1975, p. 38).
Día tras día, en su frecuentación de los oficios y cuando
acompañaba con el canto en el coro, a la misa, se iba dando
cuenta de la simonía de los sacerdotes que vendían las
ceremonias religiosas y los sacramentos: “ Se paga por la confesión, la
misa, los sacramentos, las indulgencias, las bendiciones, el entierro, la
absolución, los rezos: los sacerdotes siempre quieren dinero. Incluso el
último céntimo que la abuela ha anudado en una punta de su pañuelo
por temor al ladrón o al bandido, tampoco quedará en sus manos: un
cura fullero se apoderará de él” (Ibid. p. 39). Estas observaciones
críticas alimentadas por la influencia de las obras de Milic y Janov
de gran resonancia en la universidad, fueron generando el
convencimiento de que la Iglesia no vivía en armonía con la
comunidad original de los fieles de Cristo. Juan Hus leía con
admiración manifiesta las críticas contra la Iglesia del reformador
inglés, Wiclef, entonces en boga, y le parecía que ambos hablaban
el mismo lenguaje. Y así, bajo su influencia, se iban moldeando
los fundamentos de la doctrina de Hus sobre la Iglesia y sobre la
necesidad de efectuar una reforma radical en su seno, al igual que
en toda la sociedad.
El 14 de marzo de 1402, graduado en la universidad como
maestro de la Facultad de Artes y como sacerdote y maestro de la
Facultad de Teología, subió al púlpito de la espaciosa capilla de
Belén, en Praga, en donde, a partir de entonces, tuvo la
oportunidad de dirigirse regularmente a cerca de 4000 oyentes.
Combinando ideas y actos, los temas de la fe con sus propios
comentarios sobre la situación de la Iglesia, la interpretación de la
26

28. Biblia con sus opiniones políticas, en particular sus ideas acerca
de los derechos del reino de Bohemia, fue cautivando el
entusiasmo de sus oyentes hasta ganar amplias capas populares al
movimiento reformador contra los abusos de la Iglesia. Ya en
1410 los cronistas relataban que, por lo general, en Praga, todas
las gentes tomaron el partido de Hus: “Donde quiera que llega un
predicador de la santa doctrina, ya sea a un burgo, a un pueblo o a un
caserío, las gentes acuden en masa, despreciando a los sacerdotes que
viven en el desorden” (Ibid. p. 44).
Hus fue rompiendo poco a poco con la jerarquía católica
de Bohemia. El arzobispo de Praga, un tipo de prelado-caballero
medieval, más proclive a la espada que a la pluma, trató de
convertir al predicador de Belén en su aliado para conseguir una
reforma de la Iglesia desde arriba a partir de los prelados, obispos
y abades (1405-1407). Pero Hus no cesaba, cada vez con mayor
virulencia, de atacar a los prelados y la capilla de Belén se estaba
convirtiendo en un instrumento de la difusión de ideas
revolucionarias. Cuando la multitud popular de Praga se
manifestó en contra de los vendedores de indulgencias, Hus se
puso del lado de ellos y esto originó la ruptura definitiva con el
arzobispo y con los prelados. En realidad con lo que había roto el
predicador era con la idea de una reforma de la Iglesia desde
arriba. También perdió el apoyo del rey Wenceslao IV que tenía
intereses políticos y financieros en la venta de indulgencias
porque Hus estigmatizaba aquel tráfico como una muestra más de
simonía. Wenceslao exigió a Hus que abandonara la ciudad de
Praga de cuya universidad era rector, porque Roma había
pronunciado contra ella el anatema debido a la presencia del
reformador.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
27

29. Tras abandonar la ciudad, en 1412, se refugió en Kozí
Hrádek, en la Bohemia meridional, protegido por una familia de
la pequeña nobleza, allí desarrolló su obra de escritor
produciendo sus obras más importantes. Pero fue allí también
donde procuró con sus predicaciones ganar la admiración y el
fervor de la clase campesina reuniendo a grandes multitudes en
medio de los campos. La “herejía erudita” —según la expresión de
la ortodoxia eclesiástica— se había transformado en “herejía
popular”; en ese tiempo, cuando abandonó la esperanza de una
reforma desde arriba, comenzó a escribir en lengua checa, pues
hasta entonces todos sus discursos, discusiones universitarias y
sermones sinodales estaban redactados en latín escolástico, pero
ahora quería que el pueblo llano que no sabía latín, tuviese
acceso a sus obras en la lengua que ellos hablaban y leían.
La Iglesia romana se desinteresaba de la traducción de los
textos bíblicos a las lenguas nacionales porque, de este modo,
reservaba el derecho de su interpretación a los sacerdotes. Pero
todos los movimientos de la pre-reforma y la Reforma luterana
procuraron ofrecer al pueblo traducciones de la Escritura en
lengua vernácula. En Bohemia, Juan Hus procuró dar a sus fieles
la versión íntegra de la Biblia en checo. Pues bien, en la historia
cultural de Europa, esta Biblia ocupa un lugar de honor, como
ocurrió con la traducción de Lutero, la Biblia en checo de Hus,
no es sólo un hito importante en la evolución de la cultura y la
lengua checas, sino que además desempeñó un importante papel
en el desarrollo de la reforma checa, al convertirse en un
instrumento del movimiento reformador y contribuir a propagar
el conocimiento de las Escrituras entre amplias capas populares
que desconocían el latín.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
28

30. En 1412, tanto en Praga como durante su exilio en Kozí,
la producción literaria de Hus alcanzó su mayor desarrollo: la
Explicación de la fe, la Explicación del Decálogo y la Explicación del
Padre Nuestro, trilogía que es en parte traducción del Decálogo de
Wiclef, modificada, completada y ampliada por Hus. Otro de sus
escritos checos, titulado El conocimiento de los caminos de la justicia
que llevan a la salvación, era un vibrante llamamiento a la piedad
pura y ardiente. Los tratados checos más célebres son L a Postilla y
Los opúsculos sobre la simonía de 1413, donde llama a la simonía
“herejía”: “L a herejía consiste en dedicarse criminalmente a traficar
valores espirituales a cambio de retribuciones materiales”. Todo el
mundo desde el papa a los curas, se entregaba al comercio de
dignidades y beneficios eclesiásticos, violando de esta manera las
leyes de Cristo. El dinero, no el Espíritu Santo, reinaba en la
Iglesia. Frente a esta Iglesia decadente y corrompida, se alzaba el
ideal de la Iglesia de Cristo. La Postilla, escrita en Kozí Hrádek,
expuso en ella, de forma sencilla, sus opiniones sobre la Iglesia, el
clero, el papa y los deberes de la burguesía piadosa. Esta obra fue
la lectura favorita del gran público checo.
Hus no dejó de escribir en latín, simultáneamente a sus
reflexiones sobre la simonía, escribió su escrito teórico más
importante Tractatus de Ecclesia inspirado en la obra de Wiclef del
mismo nombre. Como el maestro inglés, define la Iglesia como
“el conjunto de los elegidos”, “el cuerpo místico de Cristo del que
él es la cabeza”. Esta obra es la base de su doctrina. La Iglesia
católica no puede ser la Iglesia verdadera porque tiene al papa por
cabeza. La Iglesia verdadera descansa sobre la fe, y la fe asociada al
amor y a la virtud basta para la salvación. Su preocupación
esencial, como lo será también la de Lutero en el siglo XVI, fue
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
29

31. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
alcanzar la salvación en la Iglesia de Cristo y llevar una vida
conforme al espíritu de los Evangelios. La obra tuvo alcance
internacional porque se hicieron infinidad de copias.
Convocado al Concilio de Constanza, su mente iba
preparando, en el camino, los opúsculos El discurso sobre la paz, La
explicación de la fe y el tratado Sobre la suficiencia de la ley de Cristo,
ninguno de ellos pudo ser leído en público. En Constanza
dominaba el odio contra él. Sin juicio, fue arrojado a un calabozo
y torturado a pesar del salvoconducto de Segismundo, hermano
de Wenceslao IV, que le protegía. Segismundo de Luxemburgo,
rey de los romanos y miembro del Concilio, fue cediendo ante la
presión que ejercían sobre él los cardenales y los teólogos que le
advertían de que la herejía de Hus no pretendía tan solo destruir
la jerarquía eclesiástica sino la totalidad del orden social. Fue,
pues, ante todo, el temor a las consecuencias sociales que podían
traer consigo las ideas de Hus, lo que impulsó a algunos prelados
a pedir su castigo consistente en entregar al “hereje” al brazo
secular, los soldados del rey, para que muriera quemado vivo.
En la prisión, aquel cuerpo torturado aunque siempre
lúcido y digno, repitió ante los iracundos padres del concilio:
“¡No me retractaré!, ¡No me retractaré!”. Y cuando pudo desde la
mazmorra, escribir algunas cartas a sus fieles de la capilla de
Belén, en ellas muestra su devoción a la verdad y su seguridad en
la victoria final. Escribe a “sus hermanos bien-amados en Cristo, los
zapateros, los sastres, y los artesanos de Praga, que con los nobles, los
caballeros y la propia reina Sofía, su hija de confesión, y les pide que
debían formar una comunidad unida de fieles, invocando el respeto de los
unos por los otros y el amor fraterno al tiempo que exponía su convicción
de que la verdad de Dios acabaría por triunfar (‘pravda vitezi, pravda
30

32. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
vitezi’, la verdad triunfará). Su legado a los fieles se encierra en esta
fórmula: ‘Busca la verdad, escucha la verdad, aprende la verdad, ama la
verdad, apoya la verdad, defiende la verdad hasta la muerte’ (citado y
comentado por Joseph MACEK, op. cit. pp. 46-57 passim).
Se anatematizaron contra él treinta proposiciones
extraídas de sus obras y se le pidió que se sometiera y un mes más
tarde se retractase. En vano los personajes más eminentes, como
el cardenal d’Ailly y el emperador Segismundo, le instaron para
que lo hiciera, Juan Hus permaneció inquebrantable. Se le
degradó, se le declaró excluido de la Iglesia y entregado al
magistrado, pereció en la hoguera y sus cenizas arrojadas al Rhin.
(Véase DOM Ch. POULET, op. cit. p. 637 passim). Aquel 6 de
julio de 1415, dice la tradición que mientras su cuerpo se
consumía en las llamas, uno que estaba presenciando el luctuoso
hecho, escuchó de aquellos labios moribundos: “pravda vitezi,
pravda vitezi, la verdad triunfara, la verdad triunfará”.
3. Jerónimo Savonarola (1452-1498), en Florencia
“Nicolás, padre de Jerónimo Savonarola, escribía, refiriéndose a
su Hijo: ‘Recuerdo como el día 21 de septiembre de 1452, la Lena
(Elena), mi mujer tuvo un niño a las 23 V2 horas, y fue en jueves, y en la
fiesta de San Mateo apóstol, evangelista. Y fue bautizado, y lo
tuvo en el bautismo el señor Francesco Libanori, Canciller de S.
Ilma. N.S., y le puse por nombre Girolamo, María, Francesco y
Mateo. Marchó a los frailes de Santo Domingo de Bolonia el día
24 de abril de 1475, y allí tomó el hábito”. (Citado por Luís
María de LOJENDIO, Savonarola. Estudio biográfico, Espasa Calpe,
Madrid 1960, p. 13).
31

33. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Se encargó de su educación, su abuelo Miguel Savonarola,
médico famoso de la corte del marqués de Ferrara y profesor de la
universidad, que quería perpetuar en el nieto la tradición familiar
por la profesión médica. ¿Por qué? Jerónimo, el tercer nieto,
acusaba un temperamento serio, algo concentrado y con notoria
afición al estudio. No gustaba participar en las pedreas de los
mozalbetes de Ferrara, ni se dedicaba como la mayoría a saltar las
tapias de las huertas vecinas. En parte por temperamento y en
parte por educación, aquel niño —dice su biógrafo LOJENDIO—
“no tuvo infancia. Cuando alcanzó la primera juventud, le vemos
enfrascado en la lectura de la Summa de Santo Tomás y absorto en la
meditación profunda de la Biblia”. También se distinguía por ser un
joven piadoso, frecuentando los templos, meditando, rezando y a
veces llorando por los pecados del mundo. Un día, su padre lo
llevó a una fiesta del palacio de Ferrara, y dicen que allí mismo
Jerónimo se afirmó en su propósito de de no volver a pisar las
cortes y los palacios de los príncipes de la tierra. Pero el fuego y la
pasión interiores de su personalidad, no hallaban la adecuada y
normal salida en las acciones y movimientos de su vida exterior.
Los volvió sobre sí mismo, los introvertió y allí operaron en el
fondo de su conciencia, dando lugar a sus encendidos primeros
escritos despreciando al mundo: Sobre la Ruina del mundo y Sobre la
Ruina de la Iglesia, dos poemas en verso italiano escritos en 1472 a
los 20 años de edad y otros posteriores que ocultaba detrás de los
libros de una ventana: un pequeño tratado latino, El Desprecio del
mundo y otro pequeño poema escrito en verso italiano. Y, como
ocurrió con el joven Lutero, “como último desahogo a su tormento,
tañía el laúd, y con él se acompañaba al entonar oscuras y melancólicas
canciones”. El 23 de abril de 1475, después de escucharle una de
esas canciones, su madre se percató que se estaba despidiendo, ¿a
dónde se iba? Al día siguiente, Jerónimo abandonaba la casa
32

34. paterna y, sin comunicar a nadie su propósito, corría a llamar a la
puerta del convento de Santo Domingo de los frailes dominicos
de Bolonia. (Ibid. pp. 13-16 passim).
Hay que decir que el tema de esas obras de juventud, el
desprecio al mundo, la condena de ese mundo corrompido, será
finalmente el leitmotiv de toda su obra y de su vida, hasta su
muerte. Ingresado como novicio en la orden de Santo Domingo,
la huella de fray Jerónimo se pierde por entre los conventos de
Toscana y Lombardía.
“Durante catorce o quince años, desde 1475 hasta 1489 -
1490, vive en la calma de los conventos. Un Savonarola, en gran parte
incógnito, se nos ofrece en tono distinto del Savonarola visionario,
tribuno, reformador y político, que es la estampa predominante
de su figura, perpetuada en la intensa acción a que se dedicó de 1490
a 1498: desde que subiera al púlpito de san Marcos de Florencia,
hasta su muerte en trágico suplicio sobre el patíbulo que se alzó en la
plaza de la Señoría” (Ibid. p. 35).
En ese periodo de su vida profesó los votos solemnes y fue
ordenado sacerdote. Subió por vez primera a un púlpito, visitó
Ferrara su ciudad natal como monje predicador, pero sin éxito,
porque, como dijo Jesús a sus conciudadanos, “ningún profeta es
acepto en su tierra” (Luc. 4:24). Como conventual de la Orden de
Santo Domingo, se dedicó al estudio de las Sagradas Escrituras,
en particular los Evangelios y el Apocalipsis. Pero debido a la
guerra entre Venecia y Ferrara, los superiores de su orden
decidieron cerrar el seminario ferrarense y los religiosos fueron
repartidos por lugares más pacíficos. Así fue como fray Jerónimo
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
33

35. de Savonarola marchó destinado al convento de San Marcos, en
Florencia.
En San Marcos, vivió la emoción del claustro, tuvo una
celda, un lugar de refugio, de reflexión y de paz. Pero Savonarola
no había buscado el claustro como remanso de vida
contemplativa, pertenecía a la Orden de Predicadores, y fiel al
impulso de su vocación, llevaba dentro de sí hambre y sed de
almas. Su mirada rebasó el claustro de San Marcos. Tenía allí,
junto a sí, el pueblo de Florencia donde convivían un tradicional
espíritu religioso cristiano junto al intenso cultivo del paganismo
renacentista. “Allí, dentro de los muros de Florencia, se encontraba con
un antiguo enemigo: el mundo. El enemigo del alma que había sido
predilecto de sus iras y de sus vehemencias” (Ibid. p. 52). Allí, el prior
le encomendó que fuera instructor de novicios, y lo fue
empapando sus lecciones en la Sagrada Escritura, en las cuales
volcaba el fondo atormentado, a la vez amargo y lírico de su
conciencia. Y más tarde, ya como predicador en los púlpitos de
las iglesias a los que era invitado en Cuaresma; su éxito fue
ambivalente: en Florencia, en los primeros tiempos, era
considerado como un predicador fracasado, en otras ciudades y
comunidades, era admirado y seguido por multitudes. En la villa
de San Gimignano, en 1485 o 1486, hizo públicas, por primera
vez, las tres proposiciones fundamentales de sus mensajes: la
Iglesia será castigada, y luego reformada, y todo esto es inminente.
Ante estos anuncios estremecedores que terminará por atribuir a
una revelación divina, las gentes comenzaron a considerarle un
nuevo profeta. “Savonarola había descubierto ya su fuerza: al conjuro
del acento tan sincero y convencido de su palabra, los terribles castigos de
la Escritura cobraban un relieve vivo y actual. Y cuando las lágrimas de
dolor e indignación ahogaban la voz del predicador, el pueblo de San
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
34

36. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Gimignano lloraba con él por el triste destino del mundo corrompido”
(Ibid. p. 65). Y tal vez por ello, los superiores de la Orden le
encomendaron un ministerio ambulante por los pueblos de la
Lombardía que se extendió durante tres años.
Pero en los primeros meses de 1490, mientras predicaba
en la ciudad de Génova, recibió aviso de sus superiores que le
pedían que volviese a Florencia, al convento de San Marcos. A
partir de ese momento la vida y la obra de fray Jerónimo
Savonarola va a ser inseparable de la historia y del medio
ambiente florentinos. Este cambio de itinerario, aunque no se
puede dudar que fue una providencia divina y así lo consideró
también Savonarola, se debió a la influencia que ejerció el joven
humanista Pico de la Mirándola en Lorenzo de Médicis, el
primero de los ciudadanos florentinos, gran político y humanista
él también quien requirió la vuelta del frate a Florencia. Pico de la
Mirándola había escuchado predicar a Savonarola en 1482, en el
Capítulo dominicano de Reggio de Emilia, quedando muy
impresionado del apocalipticismo que éste postulaba en la
exposición de la necesidad de reforma de la Iglesia, y al que
consideró una forma más, desconocida por él, del humanismo
cristiano.
Esta vuelta a Florencia significó para Savonarola que el
Altísimo había confirmado su mensaje y que aprobaba su misión,
e imbuido por este carácter providencialista de la obra a la que
había sido llamado, iba ganando popularidad de día en día entre
las gentes, aumentada por la convicción general, que él mismo
compartía, de que era un profeta inspirado divinamente. Sus
sermones sobre la inmoralidad de las costumbres de la época,
llegaron a convertir a la ciudad entera. En 1494, se desplomó el
35

37. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
gobierno de la ciudad ante la invasión del ejército de Carlos VIII
de Francia. Mezclado con aquel ambiente político turbulento,
aprovechando una revolución popular contra los Médicis,
Savonarola triunfó en Florencia (1495) convirtiéndose en el
gobernante de la ciudad. Al despotismo de los Médicis, opuso el
reino de Cristo; a las luchas ciudadanas, el amor al prójimo; al
espíritu pagano renacentista, la fe inquebrantable en los destinos
de la Cristiandad. Con estas ideas convierte Florencia en un
monasterio, en una ciudad penitencial. Savonarola ambicionaba
que esta ciudad llegara a ser el centro de una reforma que se
propagase por toda la Iglesia.
Pero esta especie de teocracia moralista, pietista, puritana
y democrática, no se podía sostener, le creó muchos enemigos a
Savonarola. Además no se podía seguir luchando contra la
corrupción en Florencia, mientras no se atacasen las vergüenzas
romanas. Como escribe Dufourcq, ‘la conciencia cristiana clama así
su horror y su dolor’. (Véase Émile G. LÉONARD, Historia General
del Protestantismo, Ediciones Península, Madrid 1967, vol. I, p.
30). En un sermón predicado en Florencia estigmatiza los abusos
de la Iglesia romana comparándola con la prostituta del
Apocalipsis: Arremete pues contra la “Iglesia infame”, la “Iglesia
prostituida” y propugna la reunión de un concilio ecuménico:
“¡Ven acá, Iglesia infame! Escucha lo que te dice el Señor. Yo te
he dado hermosos vestidos y tú te has hecho ídolos con ellos. Con
tus vasos preciosos has nutrido tu orgullo. H as profanado los
sacramentos con la simonía. Tu lujuria ha hecho de ti una
prostituta desfigurada. Eres peor que una bestia, un monstruo
abominable. En otro tiempo, al menos te ruborizabas de tus pecados;
ahora, ni siquiera tienes ese pudor [...] Has levantado una casa de
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38. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
lenocinio y te has transformado de arriba abajo en una mansión de
infamia. ¿qué hace ella, la mujer pública? Se sienta en el trono de
Salomón y hace señales a todos los que pasan. El que tiene dinero
entra y hace lo que le place. Pero el que quiere el bien es expulsado. Así
es como tú, Iglesia prostituida has destapado tus vergüenzas a los ojos
del universo entero y tu aliento envenenado se ha levantado hasta el
cielo. Por doquier has hecho alarde de tu impudicia” (Sermón citado
por R. AUBERMAS, L’Eglise et la Renaissance, en Jean
DELUMEAU, Los cristianos en la época de la Reforma, en
2000 años de cristianismo, tomo V, p. 10).
Alejandro VI, el corrupto papa español, le prohíbe
predicar en dos breves de 1495 y lo citó a Roma. El 12 de mayo
de 1497 el papa lo excomulgó, lo que hizo perder a Savonarola el
apoyo del Consejo de Florencia. El 19 de junio, el dominico le
respondió con el escrito “Epístola a todos los cristianos contra la
excomunión subrepticiamente obtenida contra él”. Alejandro VI pide
entonces a los florentinos que le impidan predicar y que lo
entreguen a la corte romana para ser juzgado.
“En abril de 1498 fue arrestado y torturado cruelmente, y el 23
de mayo fue ahorcado y su cadáver quemado por las autoridades de
la ciudad. L a persecución de este predicador de la justicia no es el menor
de los crímenes de Alejandro VI, aunque la muerte de Savonarola se
haya debido tanto a la reacción de los florentinos en su contra, como a
la hostilidad del pap a” (Williston WALKER, Historia de la Iglesia
Cristiana, Casa Nazarena de Publicaciones, Kansas City, 1967, p.
320).
37

39. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Y así concluye la historia de Jerónimo de Savonarola,
DOM Ch. POULET, monje benedictino de la abadía de San
Pablo de Wisques:
—Las cenizas de Savonarola fueron arrojadas al Arno. Más
tarde, sus escritos fueron examinados en los pontificados de Pablo III
(1534-1549), Julio III (1550-1555) y Pablo IV (1555-1559) y fueron
declarados exentos de todo error” (Histoire de l’Eglise, tomo
I, Paris, 1943, p. 680).
4. Cisneros y la pre-reforma española
Hijo de una familia hidalga venida a menos, “Francisco
Jiménez de Cisneros (1436-1517) ha llegado a ser, por un conjunto de
circunstancias ajenas enteramente a su voluntad, uno de los más excelsos
personajes de la historia de E spaña” (Luis SUÁREZ FERNÁNDEZ,
(Catedrático y Académico de la Real Academia de la Historia), en
Diccionario de Historia de España, art° Francisco Jiménez de
Cisneros, Alianza Editorial, Madrid 1981, tomo 1, p. 835).
Graduado en Salamanca, viajero a Roma, arcipestre de Úceda,
capellán mayor y vicario del obispo de Sigüenza, el cardenal
Pedro González de Mendoza, su protector. En 1484 ingresó en el
convento de los franciscanos de San Juan de los Reyes de Toledo,
donde vivió ocho años en pleno arrebato ascético. En 1492, por
recomendación del cardenal Mendoza, reemplazó como confesor
y consejero de la Reina Isabel la Católica, a Hernando de
Talavera, designado arzobispo de Granada. En esta posición de
gran influencia en la corte tanto religiosa como política, quedó
hasta la muerte de la Reina en 1504. En la crisis sucesoria en
Castilla entre Felipe el Hermoso y Fernando el Católico, apoyó a
este último y cuando en 1506 murió Felipe, estando el rey
38

40. Católico en Nápoles, organizó su propia regencia para calmar a
una parte de la nobleza que quería entregar la regencia a
Maximiliano de Austria. Urgió a Fernando V para que volviera
de inmediato a Castilla, el cual lo hizo trayéndole, de parte del
papa, el capelo cardenalicio.
Cisneros tenía una poderosa elocuencia, simple, tosca
pero honda y profundamente humana que arrastraba multitudes.
—Poseía dotes para el mando, pero era quizá excesivamente duro.
Cisneros marchó siempre hacia su objetivo derribando obstáculos, nunca
soslayándolos” (Ibid.). En diversos acontecimientos, se mostró como
un hombre inflexible, tenaz, infatigable al que admiró el rey
Fernando aunque no gozara de su simpatía. A la muerte de
Fernando V en 1516, éste 'le dejó encomendada la regencia
durante la minoría de edad de su nieto el príncipe Carlos de
Gante que él asumió a pesar de la oposición de los nobles y del
infante don Fernando. Aunque consiguió que el príncipe
heredero le ratificase la regencia, no pudo llegar a encontrarse
con él cuando desembarcó el 19 de septiembre de 1517, porque
el anciano cardenal murió en el camino, en Roa, el 8 de
noviembre de aquel año, ocho días después de que Lutero clavara
las 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg.
Apoyado por la autoridad real y por los poderes que tenía
de Roma, un breve de Alejandro VI de 23 de marzo de 1493 y
una bula de finales de 1494, daban a los reyes católicos amplias
facultades para reformar todos los monasterios masculinos y
femeninos de sus reinos. En 1495, comenzó la pre-reforma de
Cisneros que tuvo dos fases, la primera como provincial de su
Orden, comenzó a visitar los conventos franciscanos y a poner en
práctica la encomienda reformadora de los Reyes católicos,
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
39

41. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
consistente en restablecer la observancia de la regla franciscana en
toda su pureza; este fue su primer gran proyecto. La segunda, una
vez obtenido el primado de Toledo, consistió en poner coto a las
inmunidades y privilegios del clero secular, extender a las otras
órdenes religiosas la reforma franciscana y emprender una
extensa obra de edición y publicación de escritores espirituales
españoles y extranjeros. En ambos proyectos recibió una gran
oposición, del general de los franciscanos primero y de los
canónigos de las iglesias catedrales después que apelaron al papa e
invocaron su autoridad. Pero la reforma siguió adelante, de tal
modo y con tal fuerza que:
—Debemos remontarnos a Cisneros si queremos comprender la
actitud de España frente a la revolución protestante [...] Quizá sea en él
donde Pre-reforma, Reforma y Contrarreforma manifiestan mejor
su unidad profunda. L a España de Cisneros contiene en germen todo lo
que desarrollará la de Carlos V y todo lo que se esforzará en salvar la de
Felipe II. [...] Muy pobre concepto de la Reforma es el que ve en ella una
simple rebelión contra los abusos. El más formidable empuje del espíritu
evangélico desde la constitución de la Iglesia, empuje preparado por todo
el siglo XV, no puede tratarse como fenómeno secundario, simple espuma
brotada de esa agitación. En realidad, Cisneros fundador de la
Universidad de Alcalá, inspirador de la Biblia políglota, pertenece a la
historia de la Pre-reforma por toda una obra creadora que lo coloca en
primera fila entre los promotores de aquella philosophia Christi que va
a entusiasmar a Europa” (Marcel BATAILLON, Erasmo y España.
Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, Fondo de Cultura
Económica, 2a ed. Madrid 1966, pp. 1,2).
En la reforma de las órdenes religiosas: franciscanos,
dominicos, benedictinos, jerónimos, entre otros de menor
40

42. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
importancia, Cisneros tuvo que dirimir las disputas entre los
conventuales que, por lo general, poseían un patrimonio rentable,
las granjas, que administraban ellos mismos desatendiendo la
cura de almas, y los observantes, generalmente reformados, que
eran estrictos en el cumplimiento de la regla antigua y a los que se
les consideraba “mendicantes”. Tanto al clero regular como al
secular, Lutero impuso la reforma, no sin grandes protestas, a
través de las constituciones promulgadas en los sínodos que él
mismo convocaba. Se exigía: condena contra los sacerdotes
concubinarios, la promoción de la cura de almas, la residencia de
los sacerdotes en sus parroquias y frecuentar la confesión lo más
posible para celebrar con mayor pureza la misa. Bajo pena de
multa los sacerdotes estaban obligados a explicar a los fieles el
evangelio del día y a enseñar la doctrina a los niños. Como
testimonio, se guarda de aquella época un documento con la
estadística por parroquias, de los fieles toledanos que en 1503 no
cumplieron con la pascua. Dice de nuevo Marcel BATAILLON:
—El clero secular, en masa, ha renegado casi de su magisterio
espiritual. Aquí esta una de las causas del prodigioso empuje de las
órdenes monásticas, y especialmente de las órdenes mendicantes: a los
ojos de una sociedad en que la preocupación por la salvación es
más viva que nunca, aparecen estos frailes como los representantes
del ideal del cristianismo” (Ibid. p. 4).
Y, en efecto, la gravedad, la sobriedad, la austeridad
españolas, garantía de la vida virtuosa de su monacato, supera al
de los otros países de Europa. Por ello pudo proveer, durante los
reinados de Carlos y Felipe II, innumerables misioneros
evangelizadores del Nuevo Mundo. Esto también fue una
aportación importante de la reforma de Cisneros a la
41

43. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Contrarreforma. Pero todo no termina aquí. ¿Qué objetivo
persiguió el Cardenal Cisneros con la creación de la Universidad
de Alcalá, una de sus realizaciones más relevantes, junto con la
edición de la Biblia Políglota? Algunos han dicho que esa
institución fue un triunfo del humanismo, creada para recibir
humanistas, pero Cisneros tuvo otra intención que estaba
vinculada a su reforma de restauración clerical. La Universidad
debía ser un centro de reclutamiento y selección de clérigos, un
organismo completo de enseñanza eclesiástica, donde la Teología
determinara la orientación toda de su currículo, si cabe “su razón
misma de ser”. Si la Universidad de Alcalá aparecía como
innovadora en España, era sobre todo por su Facultad de
Teología. (Ibid. pp. 10-22, passim).
Pedro SAINZ RODRÍGUEZ, presenta aún otra faceta de
la pre-reforma cisneriana, la que él llama L a siembra mística de
Cisneros y que no tuvo poca relevancia: se trata de la traducción,
edición y publicación de obras de espiritualidad, a veces a su
costa, de autores espirituales tanto españoles como extranjeros.
Esta siembra espiritual-mística que se distribuía por los
monasterios, quedó sólo aquí, en España, no tuvo repercusión en
la Contrarreforma, porque tanto Trento como la Inquisición
española rechazaron y persiguieron a los místicos. Pedro de
Quintanilla y Mendoza, un biógrafo de Cisneros, escribió un
panegírico del Cardenal, Archetypo de Virtudes, en Palermo, 1653,
donde dice:
—Hizo nuestro venerable Cardenal imprimir a su costa y
divulgar, parte en latín y parte traducidos en nuestra lengua
castellana, algunos libros de piedad y devoción, con los cuales el siervo de
Dios se solía deleitar y aprovechar para alentar el espíritu de oración y
42

44. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
los repartió por todos los conventos de monjas para que se leyesen
en el coro y en el refectorio, y para desterrar la ociosidad y ocupar a
los fieles en la lección de libros espirituales de que no había
memoria en España ni estaban en lengua que todos los pudiesen
gozar” (Citado por Pedro Sainz RODRÍGUEZ, op. cit., p. 43).
De este modo, Cisneros colaboró en la difusión del ideal
contemplativo mandando imprimir en lengua vulgar libros como
la Escalera Espiritual de Juan Clímaco (Toledo 1504), el Libro de la
bienaventurada sancta Ángela de Fulgino, seguido de la Regla de
Sancta C lara y de un Tractado de la vida espiritual de San Vicente
Ferrer (Toledo 1510). Simplemente como una muestra de esa
ingente labor publicadora de Cisneros, vamos a citar un párrafo
de la Escalera espiritual de Juan Clímaco, uno de los
representantes de la tradición mística cristiana, el más popular de
los ascetas orientales de su época, cuya evocación parece cierta en
San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila, cumbres de nuestra
mística del siglo de oro, en sus respectivas obras:
“...en este libro de la Escalera Espiritual se contienen todos los
grados o escalones por los cuales el ánima ha de subir a la alteza
de la perfección espiritual ordenadamente, componiendo un grado tras
otro a manera de escalera, comenzando siempre de las cosas más
bajas, e subiendo a las altas hasta tanto que venga a la cumbre de
la perfección”. (Ibid. p. 51).
Conclusión
Aplicación
43

45. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
¿Qué aplicación de esta historia de la pre-Reforma nos
podemos hacer a nosotros mismos como un movimiento previo,
preparador, anunciador de la segunda venida del Señor? Hoy,
podemos repetir, al unísono con la palabra profética, “Aún no es el
tiempo”. Sí es cierto, pero Dios ya ha abierto el kairós, el tiempo de
oportunidad, el comienzo del tiempo del fin. Este momento
histórico, como lo fue el de la pre-reforma para Wiclef, Hus,
Savonarola o Cisneros, es un tiempo único, para ellos entonces y
para nosotros hoy; el tiempo que estamos viviendo, es el de
nuestra vocación, el de nuestro ministerio; un tiempo portentoso,
sin parangón, singular, cuajado de significado, con relación a los
planes divinos del fin. Este es un tiempo de acción y oración, de
observación y proclamación, de reflexión y estudio de las
Escrituras, de testimonio y ejemplaridad, de amor al Dios que
viene y a los hombres que le esperan, este es un tiempo de gracia,
de salvación, para los que no conocen el futuro; de
oportunidades únicas para el pueblo de Dios, para preparar,
prevenir, advertir, sacudir las conciencias, hablar claro, con
poder, con convicción, con valor, del Reino de Dios que se
acerca, “porque hoy está más cerca nuestra salvación que cuando
creimos”, porque Cristo viene, porque el tiempo se acaba, en el
reloj de Dios están ya sonando las últimas campanadas del fin,
del segundo advenimiento.
En este tiempo de preparación y proclamación que Dios
nos da, debemos terminar la predicación del evangelio, Jesús dijo:
“Me es necesario hacer las obras del que me envió, mientras dura el dia;
la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4). Este es
también un tiempo de heroísmo, de sacrificios, de peligros y
riesgos, de dar la cara, de morir por la verdad si es necesario,
como les ocurrió a los heraldos de la pre-reforma. Y finalmente la
verdad triunfará y Cristo volverá.
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46. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Epílogo
Un sueño de luan Hus
—Una noche el santo mártir creó ver en el fondo de su calabozo,
las imágenes de Jesucristo que él había mandado pintar en los muros
del oratorio de la capilla de Belén, medio borradas por el papa y por los
obispos. Este sueño le afligió; pero al día siguiente volvió a soñar
y a ver a diversos pintores restaurar, como nuevas, las imágenes, en
mayor número y de mayor belleza. Cuando este trabajo estuvo terminado,
vio a los pintores, rodeados de un gran número de personas, que
gritaban: ‘¡Vengan ahora papas y obispos, jam ás podrán volver a
borrarlas!’ Y varios pueblos se regocijaban en la capilla de Belén y yo con
ellos —añade Juan Hus—... Pasó un siglo, y la antorcha del
Evangelio, reencendida por los reformadores, alumbró, en efecto, a
muchos pueblos que se regocijaron de su luz”. (Citado por J.-H.
MERLE D’AUBIGNÉ, Histoire de la Réformation au seiziéme siécle,
París, 1860, p. 81).
Bibliografía citada
Marcel BATAILLON, Erasmo y España. Estudios sobre la historia
espiritual del siglo XVI, Fondo de Cultura Económica, 2a ed.
Madrid 1966.
Wilfred G. DAVIS, art° John WYCLIFFE, en Gran Enciclopedia
del Mundo, vol. 19.
Jean DELUMEAU, Los cristianos en la época de la Reforma, en 2000
años de Cristianismo, tomo V, Sedmay Ediciones, Madrid,
1979.
45

47. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran Historia Universal,
volumen XVI, Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997.
Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, Martín Lutero. El fraile
hambriento de Dios, Biblioteca de Autores Cristianos, 2 tomos, 2a
ed. Madrid, 1976.
Émile LÉONARD, Historia General del Protestantismo, Ediciones
Península, Madrid, 1967, 4 tomos.
Luis María de LOJENDIO, Savonarola, Espasa Calpe, Madrid,
1960.
Joseph MACEK, La revolución husita, orígenes, desarrollo y
consecuencias, Siglo veintiuno, Madrid, 1975.
Jean-Claude MARGOLIN, Erasmo, humanista cristiano,
entrevista, en 2000 años de Cristianismo, tomo V, Sedmay
Ediciones, Madrid, 1979.
J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, Histoire de la Réformation du seiziéme
siécle, 5 tomes, Paris, 1860.
DOM Ch. POULET, Histoire de l’Église, Paris, 1943, 2 tomes.
Pedro SAINZ RODRÍGUEZ, La siembra mística del Cardenal
Cisneros y las reformas de la Iglesia, Madrid, 1979.
Luís SUÁREZ FERNÁNDEZ, art° Cisneros, en Diccionario de
Historia de España, Alianza Editorial, Madrid, 1981 tomo I.
46

48. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
II. “EL TIEMPO ES CUMPLIDO”
Lutero y su tiempo
Texto: “El tiempo es cumplido y el Reino de Dios se ha acercado”
(Marcos 1:15)
Comentario:
Elena G. de WHITE y Henry DIDON OP, coinciden en
interpretar la expresión “Venido el cumplimiento del tiempo” de (Gál.
4:4) y “El tiempo es cumplido” de (Marc. 1:15), en un sentido
histórico providencialista, afirmando que el nacimiento de Jesús y
el comienzo de su predicación en el ministerio público,
estuvieron preparados por siglos de anuncios profético-mesiánicos
y por la concatenación y fusión de factores políticos, sociales,
lingüísticos, culturales y religiosos coyunturales que la
providencia condujo para facilitar el advenimiento del Salvador.
E.G. de WHITE dice: “Como las estrellas en la vasta órbita de su
derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premuras ni
demoras...el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador” (El
Deseado de todas las Gentes, Biblioteca del hogar cristiano, p.23,
24) y el dominico francés afirma: "... Jam ás hubo un momento más
crítico, pero Dios vela, y en su pueblo elegido, los humildes oran,
esperan... una vaga expectación palpita en el alma del mundo,
sobrecogido y anhelante; es el presentimiento que anuncia todos los
grandes acontecimientos de la historia. Va a nacer Jesús” (Jesucristo,
traducción de E. Álvarez Loyra, tomo I, Valencia, 1904, p. 101).
Del mismo modo, en la encrucijada de la historia, al
inicio de los tiempos modernos, cuando Europa se hallaba
convulsionada por todos los cambios e innovaciones del
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49. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Renacimiento, en la plenitud de los tiempos, cuando sonó la
hora en el reloj de la historia de la salvación, el momento de
reformar profundamente a la Iglesia cristiana, había llegado.
Preámbulo
“En el umbral de siglo XVI, la vida cristiana de Occidente se
componía de elementos numerosos, dispares, dispersos. El
protestantismo se aprovisionó abundantemente de esta reserva de
materiales sin agotar todos sus recursos. También el catolicismo
tridentino sacó su substancia de lo que habían reunido los siglos X IV
y XV. El terreno estaba preparado en lo religioso, en lo cultural, en lo
político y en lo social y económico. Todos estos sectores se
caracterizaban por la interacción, y era impensable el cambio de uno
sin que se viesen afectados los demás. L a razón es clara: aquella, como
todas las preindustriales, era una sociedad sacralizada, en la que las
barreras entre lo sacro y lo profano, entre lo natural y lo supranatural,
no estaban tan definidas como lo estarán después.
[...] “El antirromanismo era compartido por muchos, y el
humanismo alemán, con sus tintes nacionalistas y su
xenofobia, encontraban objetivos envidiables para sus ataques en la
rapacidad de los enviados pontificios, en la lejanía del pontífice. ‘Las
quejas de la nación alemana era un tópico obligado contra el
‘enemigo’ y la antipatía se compartía tanto por humanistas como por el
mismo pueblo. Lutero no tuvo que esforzarse por crear un clima anti­
papal: se lo encontró, y bien preparado. En el ambiente influyó el
desprestigio del pontificado como integrante político. No sólo —ni
principalmente— por las cantadas calidades morales de los papas del
Renacimiento sino por las exigencias de los estados modernos, que,
con su formación, necesitaban sustraer capacidades económicas y
48

50. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de poder al pontificado. Los monarcas estaban convencidos de su deber de
velar por sus iglesias, lo que explica el anhelo permanente de
convertirlas en nacionales, antes de Lutero ya existía de hecho el
‘galicanismo’, el ‘anglicanismo’ o el ‘hispanismo’ de los Reyes Católicos.
[...] “con todo lo anterior queremos decir, sin retóricas de ningún
género, que la Reforma de Lutero, al igual que la de Trento, fue
en buena parte fruto de las circunstancias históricas y del ambiente. No
obstante, el movimiento protestante debe mucho a la
personalidad de quien lo gestó, puesto que es inseparable en sus
orígenes de Lutero” (Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran
Historia Universal, vol. XVI, pp. 146-149, passim).
Introducción
1. La pre-Reforma y la Reforma hundían sus raíces en los
precedentes medievales
Las escisiones, disidencias, controversias doctrinales,
herejías, separaciones y rupturas en el seno de la Iglesia cristiana
son tan viejas como la misma Iglesia. Las encontramos ya
señaladas con dolor y denunciadas con energía en las propias
páginas del Nuevo Testamento. Durante los largos siglos de la
Edad Media proliferaron movimientos religiosos, algunos
aberrantes y falsos, otros legítimos y auténticos que, suscitados
por Dios, trataron de levantarse contra las doctrinas erróneas,
volver a los orígenes, recuperar la verdad apostólica y corregir los
abusos, las desviaciones o las apostasías de la Iglesia oficial. Esta
los desacreditó, los anatematizó y persiguió hasta su desaparición.
Todos esos movimientos tuvieron algo en común: primero,
confiaban en la Palabra de Dios a la que consideraban única regla
de fe infalible y piedra de toque de toda pretendida verdad;
49

51. segundo, se oponían al creciente desarrollo de la insolente
institución papal.
Las pre-reformas de los siglos XIV y XV y la Reforma
luterana del siglo XVI, hundieron sus raíces en esos precedentes
medievales, de algún modo se sintieron vinculados con ellos y
fueron inspirados por su espíritu de oposición y denuncia del
error. No pudieron influir en el nacimiento y desarrollo de la
Reforma protestante porque eran de otro tiempo, pertenecían al
pasado y porque vivieron y actuaron en un contexto histórico
diferente.
2. La Reforma de Lutero se produjo en el contexto histórico del
Renacimiento
Independientemente del origen de ese nombre, algunos
autores consideran al Renacimiento:
—Como un movimiento sostenido y uniforme del espíritu humano
que supuso una ruptura total con la vida y el pensamiento de los
siglos precedentes”, es decir contemplan al Renacimiento, “no ya
como una evolución lógica y previsible de la Edad Media, sino como
una verdadera revolución forjada por la actitud humanística... un
fenómeno espontáneo y aislado, un súbito torrente de luz que iluminó la
lobreguez estigia de la llamada ‘Edad de las Tinieblas’. Sin
embargo, advirtiendo que todo movimiento histórico lleva en su seno
las huellas del pasado y la semilla del futuro, otros eruditos se han
dedicado a la tarea de probar que el Renacimiento fue meramente una
proyección lógica de tendencias ya manifiestas en la Edad M edia...
Quizás la más sólida posición sea la tomada por John
ADDINGTON SYMONDS (Renaissance in Italy), quien,
mientras se muestra dispuesto a conceder que la época de la
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
50

52. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Reforma, ‘al igual que el resurgir de la ciencia y la cultura, tuvo sus
antecedentes y prefiguraciones medievales’, presenta un formidable
acervo documental para probar que, en todas las direcciones del
magno empeño, el Renacimiento representó muchísimo más que un
simple fenómeno de continuidad” (Robert J. CLEMENTS, art°
Renacimiento, en Gran Enciclopedia del Mundo, tomo 16,
Durvan ediciones, Bilbao, 1965, 15a ed., col. 398).
Es cierto que todos los autores renacentistas tienen la
convicción de que están viviendo una época de resurgimiento,
reflorecimiento o recuperación, que están participando de algo
común, en lo que se sienten involucrados individualmente.
“Esta nueva época aparece informada por el desenvolvimiento,
en proporciones desconocidas hasta entonces, de lo que constituye
la nota particular de Europa: el individualismo. M ás o menos
conscientemente, la tendencia de Europa y la aspiración de los
europeos consiste en realizar en cada hombre el ideal de la
humanidad: el hombre en la plenitud de la razón, poderío, goce, belleza y
bondad, que confíe su expansión a sus propias fuerzas y que se
preocupe menos de alcanzar los fines absolutos que de estudiar la
naturaleza, al objeto de adueñarse de ella por la ciencia y la técnica.
[...] El Renacimiento es verdaderamente del individuo, impelido
por una fuerza interior a gozar de la vida en todas sus formas; a
crecer y manifestar su pujanza en todos los ámbitos; a ser artista, sabio,
jefe de empresa, caudillo militar o gobernante; superior a todos y en todo;
creador y vencedor; a vivir intensamente y a sobrevivir por la
gloria, después de haber logrado poderío, riqueza y fam a” (Roland
MOUSNIER, Los siglos XV I y XVII. El progreso de la civilización
europea y la decadencia de Oriente (1492-1715), en Historia General
de las Civilizaciones, 2a ed., vol. IV, Barcelona, 1964, pp. 7,8).
51

53. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Hubo un Renacimiento económico con “la nueva
mentalidad económica que nace del mismo espíritu inquieto, dinámico e
individualista que informa el conjunto de las manifestaciones históricas
del Renacimiento... Capitalismo inicial y economía nacional aparecen,
pues, como los nuevos elementos económicos de los tiempos modernos...
“Se produjo la ruina del feudalismo (con el desquiciamiento
de la nobleza territorial) y la aparición de dos nuevas clases sociales: la
burguesía de las ciudades y el agricultor libre, base de los adeptos de las
teorías revolucionarias en el orden político y religioso”.
La formación del estado moderno con la aparición de la
monarquía autoritaria en cuya génesis intervino directamente la
obra del florentino Nicolás Maquiavelo, Il Principe. “Frente a la
fragmentación del poder público, derivado del tradicionalismo político y
económico de la Edad Media, los príncipes del Renacimiento inauguran
una nueva etapa en la organización estatal del Occidente de Europa, en
la que, a la concentración del poder en sus manos, se une, al mismo
tiempo, su extensión a territorios afines por su geografía, su cultura o su
evolución histórica. Resultado lógico de este cambio es la aparición del
Estado Moderno”.
La manifestación ideológica de orden cultural más
característica del Renacimiento fue el humanismo en sus dos
versiones, el humanismo laico que en su forma más radical,
teniendo como cabeza directriz del mismo a Pietro Pomponazzi,
se llamó “libertinismo moderno” y que negó “ la inmortalidad del
alma, la imposibilidad del milagro, la ineficacia de la oración y propugnó
la separación entre la fe y la observación, admitiendo la existencia de dos
verdades, una religiosa y otra científica”. Pero también hubo un
humanismo cristiano, en el arte y en la literatura, que “en
Alemania se caracterizó por la unión con la vida universitaria, su íntima
52

54. expresión religiosa y su carácter científico". En España, este
humanismo creyente, constructivo “se convirtió en un plantel de
intelectuales católicos instruidos en la erudición clásica, cuya futura
actuación en la obra de reforma y defensa de la Iglesia había de resultar
decisiva" (Véase Jaime VICENS VIVES, Historia General Moderna,
2a ed., tomo 1, Montaner y Simón, Barcelona, 1951, pp. 14-55
passim). La expresión más significativa del humanismo español
fue la creación de la Universidad de Alcalá (1508) y la
publicación de la Biblia Políglota.
3. Pero la Reforma luterana fue mucho más que un fruto de las
circunstancias de su tiempo
Como veremos al analizar la crisis espiritual de Lutero, los
elementos del contexto histórico de aquel tiempo, complejos,
singulares, generadores de cambios, decisorios, no explican todo
lo que se produjo en la Reforma luterana. Es cierto que fue un
tiempo crucial, que todo estaba maduro, dispuesto, para que la
Reforma comenzase en Alemania con garantías de éxito; que el
medio ambiente renacentista coadyuvó con sus novedades e
iniciativas, que creó una mentalidad social favorable, sensible,
receptiva, pero no podemos soslayar ni quitar importancia a la
personalidad y a la intervención de Lutero, ni tampoco debemos
ocultar la intervención de la providencia divina que como
soberana de la historia estaba conduciéndolo todo al
cumplimiento de los planes divinos. Esta es la filosofía
providencialista de la historia que nos presenta el profeta Daniel:
“Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos
son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades, quita
reyes y pone reyes; da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
53

55. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
entendidos. El revela lo profundo y lo escondido, conoce lo que
está en tinieblas y con El mora la luz” (Daniel 2:20-22).
OCHO FACTORES ESPECÍFICOS QUE CONFORMARON
EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA REFORMA
LUTERANA
—Hay siglos en la Historia —dice Manuel Fernández Álvarez,
profesor de la Universidad de Salamanca— con una gran
personalidad, de líneas muy definidas desde el principio al fin. Con la
óptica europea eso es lo que ocurre con el siglo XV, el siglo de los
descubrimientos geográficos. El siglo XV II es sobre todo, el de la
revolución científica. El siglo XV III es el de la ilustración. Quizá no
sea tan fácil evocar al siglo XV I con unos únicos términos
ideológicos, científicos o políticos tan precisos [...] salvo en lo
religioso, donde sí cabe encontrar la nota diferenciadora, porque el siglo
XV I es el de la brusca ruptura de la Cristiandad, con la rebelión de
Lutero frente a Roma. Lutero daría la señal de la escisión, después y
junto con él, o siguiéndole poco después, surgen un sinnúmero de
heresiarcas, de los que destacarían con particular fuerza
Zuinglio, su contemporáneo, y Calvino, el representante más
caracterizado de la segunda generación de la Reforma. Esto es lo que
lleva a Hegel a subrayar el papel de Alemania en aquella hora del
mundo. Otros pueblos habían volcado sus esfuerzos en una
expansión imperialista; pero Alemania había reservado sus energías para
una empresa espiritual, ‘los demás pueblos —nos dice en sus Lecciones
sobre la Filosofía de la Historia Universal— habían salido al mundo,
habían ido a América, a las Indias Orientales, a adquirir riquezas, a
fundar una dominación mundial, cuyo territorio debía circundar la
tierra, y en el cual no se ponía, en Alemania, donde se conservaba la
pura espiritualidad interior, hubo un monje sencillo, en quien se
54

56. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
encendió la conciencia del presente y fue causa de la ruptura con la
Iglesia’” (Manuel FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Profesor de la
Universidad de Salamanca, en Gran Historia Universal, vol. XVI
Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997, pp.
7,8).
1. Situación económica
Los cambios en la economía de los países de la Europa
occidental que tanta importancia tuvieron en el proceso
renacentista de los siglos XV y XVI, apenas fueron significativos,
según nuestro criterio, para el nacimiento y desarrollo de la
Reforma de Lutero. Se ha pretendido que “la historia de la Reforma
debería dar un lugar más o menos preponderante a las consideraciones
directamente resultantes de las necesidades materiales y de las
aspiraciones de las diversas clases. Karl Marx —para quien las religiones
eran “hijas de su tiempo” e “hijas de la economía, madre universal de las
sociedades humanas”—veía ya en “la Reforma, la gran y potente Reforma
nacida en siglo X V I”, la “hija de esa forma de nueva economía que surge
entonces y se impone al mundo, rápidamente conquistado: la economía
capitalista”. Otros autores de la escuela materialista hablan de una
revolución social. Pero “si la Reforma aparece a la vez en los medios
pobres y en los medios ricos, en la ciudad y en el campo, es señal de que
su causa principal no depende de situaciones económicas y sociales”
(Émil LÉONARD, Historia General del Protestantismo, TOMO I,
Ediciones Península, Madrid, 1967, pp. 16,17).
Una cuestión de cierto alcance económico, tuvo una
incidencia casi anecdótica, en el estallido inicial de la Reforma:
las 95 tesis de Lutero contra las indulgencias. Es sabido que las
indulgencias papales que compraban el perdón divino y libraban
55

57. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
a las almas de las penas del purgatorio, se vendían por precio,
pero no se pagaban con penitencias y obras de caridad
supererogatorias, sino con dinero “cantante y sonante”, cada fiel
de acuerdo a sus propias posibilidades económicas. En el caso de
las indulgencias otorgadas por León X para terminar la
construcción de la nueva basílica de San Pedro, el responsable de
su promoción y venta en esa región de Alemania, fue el dominico
Juan Tetzel, un monje dominico de gran elocuencia que,
decidido a recaudar los mayores ingresos posibles, usaba las
imágenes y los términos más groseros para presentar los
beneficios de las indulgencias. Aunque Federico el Sabio,
príncipe del electorado de Sajonia, no permitió la entrada de
Tetzel en su territorio, Lutero, profesor entonces de la
Universidad de Wittenberg bajo la tutela del príncipe elector, oyó
hablar de este comercio espiritual de las indulgencias, y,
convencido de que sólo una relación personal con Dios podía
salvar, consideró tales predicaciones atentatorias contra la
verdadera religión. Lutero predicó contra el abuso de las
indulgencias y, siguiendo el procedimiento universitario para la
convocatoria de un debate teológico o doctrinal, clavó en la
puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, sus memorables
noventa y cinco tesis contra las indulgencias, el 31 de octubre de
1517.
Puede parecer extraño que las tesis, destinadas a un
debate meramente académico, provocaran una chispa capaz de
producir semejante fuego, como así ocurrió. Para entenderlo,
conviene conocer qué intereses y compromisos económicos
estaban implicados en el asunto de las indulgencias, en Alemania
del Norte. Al parecer, el papa León X, último emisor, en 1506, de
las indulgencias, había accedido a los deseos de Alberto de
56

58. Brandeburgo, arzobispo de Maguncia, de que le permitiera ejercer
a la vez el arzobispado de Magdeburgo y la administración del
obispado de Halberstadt, todos ellos con rentas muy cuantiosas;
pero el derecho canónico prohibía que un prelado tuviera a su
cargo varias sedes episcopales a la vez, así que fue necesaria la
mediación del papa, a cambio de una fuerte suma por derechos
de cancillería. El joven arzobispo de Maguncia, a cuyo distrito
pertenecía Wittenberg, se vio entonces obligado a pedir a los
Függer, los banqueros más importantes de los países germánicos,
un préstamo de 21.000 florines, pero a cambio, para resarcirse,
consiguió del papa que se le concediera la mitad de lo que
produjera en su distrito la venta de las indulgencias. Este
complicado y escandaloso negocio, se vio, pues directamente
afectado por los ataques de Lutero contra la venta de
indulgencias, las 95 tesis. El prelado, perjudicado
económicamente, acusó de herejía a Lutero y a principios de
1518, lo denunció ante el papa y la corte romana. Así fue como la
cuestión de las indulgencias, en principio materia de un debate
universitario, alcanzó una resonancia inesperada, precipitó la
intervención de Roma y sirvió así de detonador de la Reforma
luterana: en su origen, como vemos, un “affaire” con
implicaciones de alta economía.
2. Situación política
El mapa político de Europa en general y el de Alemania
en particular, estaba formado por un conglomerado de pequeños
estados nacionales o regionales pertenecientes, los del centro de
Europa, al Sacro Imperio Romano Germánico, feudo patrimonial
de la casa de los Habsburgo y base de su poderío. Integrado por
ducados, principados y algunos reinos como el de Bohemia, de
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
57

59. diversa importancia tanto económica como política, y que debían
todos obediencia y sumisión al emperador quien, a partir del 28
de junio de 1519, ocupó esta dignidad y magistratura, el joven rey
de España Carlos I (V de Alemania), nieto de Maximiliano I de
Austria y de los Reyes Católicos. A este emperador correspondió,
por consiguiente, afrontar y resolver históricamente la Reforma
de Lutero.
A la muerte de Maximiliano de Austria en enero de 1519,
la cuestión sucesoria del emperador, obligó al papa León X a
tomar posición a favor de uno de los tres candidatos: Francisco I
de Francia, Carlos I de España, Enrique VIII de Inglaterra y
Federico el Sabio, elector de Sajonia. Rechazó al rey francés y al
español por el dominio creciente que estos tenían en Italia lo cual
representaba una amenaza para los estados pontificios en Roma;
el rey inglés se retiró, así pues, el papa propuso a Federico, el
elector de Sajonia, que se había manifestado abiertamente como
protector del monje agustino en la dieta de Augsburgo de 1518,
en la polémica sobre las indulgencias. Por esta razón, León X que
ya había definido las indulgencias precisamente en el sentido
contrario en que Lutero las criticaba, consideró que no era el
momento oportuno para proceder contra el profesor de
Wittenberg, favorito del elector Federico el Sabio, y prefirió dar
largas al asunto de Lutero, enviado a su chambelan, Carlos de
Miltitz, como nuncio. Williston WALKER dice que “El caso de
Lutero sin duda hubiera terminado rápidamente con su condenación, si
no hubiera tenido la poderosa protección de su príncipe, el elector
Federico ‘el s a b i o (Historia de la Iglesia cristiana, Casa Nazarena de
Publicaciones, Kansas City, 1967, p. 342). Una situación
semejante se produjo después, en la Dieta de Worms (abril de
1521), el príncipe elector de Sajonia consiguió que se expidiera
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
58

60. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
un salvoconducto del emperador para la participación de Lutero
en la dieta; el emperador se dirigió a él como: “honorable, querido y
ferviente Martín Lutero”; fracasado el intento de que Lutero se
retractase, en el viaje de regreso a Wittenberg, cuando éste ya se
encontraba excomulgado por el papa y bajo un edicto del
emperador que lo expulsaba del imperio, fue secuestrado y
escondido en el castillo de Wartburgo. “El rapto había sido
ejecutado por orden del príncipe Federico, preocupado por salvar la vida
de su protegido” (Albert GREINER, Lutero, Biblioteca de la
Historia, n° 27, SARPE, Madrid, 1985, pp. 109,110).
La posición de Carlos V con respecto a la revolución
religiosa luterana, fue siempre clara: defendería la fe de la Iglesia
católica contra la “herejía” y reduciría a la obediencia de Roma al
fraile alemán y a sus seguidores. Y ello a pesar de que sus
relaciones con el papado, por razones políticas, no siempre
fueron pacíficas. En la dieta de Worms, de 1521, y
contrariamente a todas las costumbres, el mismo emperador dio a
conocer su voluntad a la dieta, en un escrito redactado en
francés:
“Sabéis que soy descendiente de unos emperadores cristianísimos
de la noble nación germánica, de los reyes católicos de España,
de los archiduques de Austria, de los duques de Borgoña, los cuales
fueron hasta la muerte fieles hijos de la Iglesia romana, habiendo
siempre defendido la fe católica. Por esta causa, he determinado
mantener todo cuanto mis predecesores y yo mismo hemos mantenido
hasta el presente. Puesto que resulta evidente que un solo monje se
equivoca en su opinión cuando está en contra de toda la cristiandad.
Por lo cual estoy totalmente decidido a gastar en ello mis reinos y mis
señoríos, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma. Es de mi
59

61. propia mano, el 19 de abril der 1521. Carlos” (Citado por
Albert GREINER, op. cit. pp. 108,109).
Pero el emperador, no sólo trató de evitar entrar en
conflicto con los príncipes alemanes que habían aceptado la
Reforma y, en particular, con Federico el Sabio, con el propósito
de guardar, en ese frente, la estabilidad política, sino que además
tuvo que postergar una y otra vez, su intervención contra la
Reforma luterana por el creciente poderío y la expansión del
imperio otomano en el Mediterráneo que, desde la caída de
Constantinopla en 1453, representaba una amenaza permanente
para los estados cristianos de occidente. Esta situación generó, en
el imperio, una emergencia crítica cuando Solimán el Magnífico,
después de conquistar dos bastiones de la cristiandad, Belgrado y
Rodas, avanzó a lo largo del Danubio, derrotó al rey de Hungría,
cuya corona se ciñó y, al frente de un gran ejército, en el verano
de 1529, sitió la ciudad de Viena:
“Alemania entera —católicos y protestantes— despertó al peligro.
Lutero mismo que llamaba a los turcos “el castigo de Dios”, reconoció la
necesidad de defensa y colocó a los príncipes protestantes al lado
del emperador.
“El día 26 de septiembre la ciudad quedó totalmente cercada y
comenzaron los ataques. La población entera se preparó a la
defensa, y los asaltos fueron rechazados con gravísimas pérdidas para
los turcos. Esto, unido a la dificultad de aprovisionamiento y a la llegada
del invierno, mermó las esperanzas de Solimán. El día 12 de octubre,
la noticia de que se acercaba un ejército de socorro, aunque
inferior al suyo, le decidió a levantar el sitio y emprender la retirada, no
sin antes asolar gran parte de Austria, las bandas irregulares del ejército
turco” (José CANO SINOBAS, art° Sitio de Viena, en
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
60

62. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Diccionario de Historia de España, vol. 3, Alianza Editorial,
Madrid, 1981, p. 990).
El mismo efecto retardatario en la intervención del
emperador contra Lutero y su causa, tuvieron las guerras con
Francia y el pontificado en Italia, donde la oposición de Francisco
I y de Clemente VII, ocuparon un tiempo y unas energías que, de
otro modo, Carlos V hubiera empleado para frenar y liquidar la
cuestión de la Reforma. Así lo ve el historiador Robert J.
CLEMENTS que ya hemos citado:
“La muerte de Maximiliano (1519) señaló la renovación del
conflicto entre España y Francia, conflicto que duraría 40 años,
debilitaría la defensa de los cristianos frente a los turcos e impediría a
Carlos V sofocar la Reforma imponiéndose a los príncipes
germanos que la apoyaban. Hay que reconocer que, aún ocupado
como estaba en guerras con Italia, Francia y Alemania, fue Carlos V
quien resistió con mayor vigor a los turcos, tanto en la Europa
oriental como en Túnez. Con la paz de Cateau-Cambrésis (1559)
tuvieron fin, al parecer, las interminables campañas militares entre
España y Francia" (op. cit. col. 400).
3. Nicolás Maquiavelo y Tomas Moro y el hombre político del
Renacimiento
Así califica el historiador suizo Albert Renner la
personalidad y la obra de Maquiavelo (1469-1527):
“Fue el reflejo del espíritu de su tiempo y un profeta que evocaba
un Estado futuro pagano, liberado de la influencia de todos los
principios del cristianismo [...] En 1512 publicó su famosa obra
61

63. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
‘El Príncipe’, en ella, no considera que exista algo por encima del orden
terrestre, ningún poder moral y religioso. Su política es del más
puro realismo humano, su Estado absolutamente laico, su magistrado no
tiene que rendir cuentas a nadie. No se escribió en la época ninguna
obra más revolucionaria que ésta y que mostrase de una manera más
abierta una total ruptura con el cristianismo. Maquiavelo odia la
religión de Cristo. Le acusa de haber privado al hombre de su
dignidad y de haberle enseñado únicamente a sufrir [...] Duda
del poder del bien y no puede admitir que un príncipe sea capaz de
gobernar sin rechazar todo escrúpulo e impedimento y sin hacer suyo el
principio según el cual ‘el fin justifica los medios’.
[...] Se trata de un humanismo pagano llevado a sus últimas
consecuencias. Pero otras fuerzas estaban también obrando en ese
momento como lo prueba la reforma luterana que se estaba
propagando triunfante, uniendo a ciertos caracteres
revolucionarios una explicación profunda y seria del
cristianismo” (Histoire Universelle Illustrée, tomo II, pp. 401,402).
Y así presenta Jaime VICENS VIVES la Utopía de Tomás
More, el humanista británico:
“Simultáneamente a la publicación de El Príncipe, apareció en
Inglaterra otra importantísima obra de tema político: L a Utopía de
Tomás More (1478-1535). El libro del famoso humanista británico
echa sus raíces y proyecta sus ramas en suelo y atmósfera muy
distintos a los del florentino. Lo que en Maquiavelo es proyección
política pura, en More es evasión, disgusto por la mezquindad del
mundo que le rodea, perturbado por una crisis que desquicia
voluntades y llena de amargura a los espíritus selectos.
[...] ¿Y qué propone More al hombre de su tiempo?... Un Estado
previsor, regido por magistrados consentidos y elegidos por el pueblo, que
62

64. organiza el trabajo de los utópicos y distribuye entre ellos los víveres y los
bienes producidos por la colectividad. Nadie es rico en Utopía pero a
nadie le falta nada. Una legislación liberal evita las discrepancias
religiosas mediante una prudente tolerancia, y aunque la familia
forma el engranaje de la sociedad, se admite el divorcio para evitar
incompatibilidades... More preconiza un sueño irrealizable,
alrededor del cual, con distintos matices, irá girando la polémica de las
generaciones sucesivas. Hacer compatible elbien de todos, sin
sacrificio considerable de la integridad física y espiritual del
individuo” (Jaime VICENS VIVES, op. cit., 32,33).
No sabemos cuánto pudo influir ‘El Principe’ o la ‘Utopia’
en los líderes políticos de la época de la Reforma. Parece ser que
tanto Maximiliano de Austria como Carlos V, trataron de
conducir el Imperio desde una posición y concepción cristiana
del estado. Esto no le impidió al monarca español el saco de
Roma en 1527, cuando el papa Clemente VII con Francisco
I, formaron la Liga de Cognac o Liga Clementina contra el recién
nombrado emperador de Alemania. Un ejército formado por
españoles, italianos y alemanes, descontentos por no haber
recibido sus pagas, y sin su jefe que había muerto en la refriega,
atacaron y saquearon atrozmente la ciudad. Las ideas de
Maquiavelo, sin duda, flotaban en el ambiente en la época de
Lutero, como expresión del enfrentamiento ideológico entre el
humanismo cristiano y el secular y pagano del florentino.
4. Inestabilidad social desde fines del siglo XV
La transformación de la economía, a partir del siglo XV,
con el establecimiento del capitalismo inicial, generó una
evolución social un tanto inesperada, pues tanto entre los
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
63

65. trabajadores del campo como en la burguesía de las ciudades; en
todos los países europeos aparecieron clases sociales inestables en
cuyo seno se van a reclutar los adeptos de las teorías
revolucionarias en el orden político y religioso. La economía
campesina va a guardar su estructura tradicional hasta el siglo
XVIII. Pero en el transcurso del siglo XV, las rentas del campo,
percibidas siempre en especie, se monetizan, el comercio
marítimo o continental y más tarde, a partir del siglo XVI, el
comercio internacional, así lo imponen. Se produce la
concentración de las propiedades en manos de las poderosas
familias nobiliarias, aparecen los “grandes” españoles, los
“príncipes” franceses y alemanes y los “landlords” ingleses;
comienzan las grandes explotaciones agrarias, que los enriquecen
considerablemente, mientras se arruina la verdadera casta de los
señores del campo, la pequeña nobleza, “hidalgos” castellanos;
“donzells” catalanes; “hobereaux” franceses y “rittern” alemanes,
que aumentan en número a la vez que se empobrecen porque ven
mermados sus recursos y reducidas sus antiguas posibilidades
económicas. En algunos países, esta clase social se extinguió por
el entronque con la burguesía de las ciudades, dando lugar a una
clase social rival de la gran nobleza, “una clase socialmente
revolucionaria, que aspira, por su intervención decisiva en los asuntos
públicos, a regularizar y componer su precaria situación. Gran parte de
la masa evangelista alemana y calvinista francesa nutrió sus filas en la
nobleza agraria arruinada de ambos países” (J. VICENS VIVES, op.
cit. p. 22,23).
Pero ¿qué ocurre con las clases campesinas? Limitándonos
a Alemania, la condición social del campesinado se agrava
durante el siglo XV; entre los motivos más destacados, se hallan la
aplicación por nobles y caballeros de los nuevos principios
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
64

66. jurídicos romanizantes y de las fórmulas capitalistas de última
hora. Dice a este respecto el historiador español citado
anteriormente:
—El villano alemán se ve expoliado de los bienes comunales,
agobiado por los inmensos impuestos, las reclamaciones de las rentas
(de parte de los propietarios) debidas en dinero, y un alza imprevista
en los precios de las mercancías que él no produce. Es el ‘pobre
hombre’ de la Alemania del siglo XV, en quien se incuba el espíritu
revolucionario que pronto se manifiesta en las confederaciones
campesinas, como en la Bundschuh alsaciana, o en el
levantamiento del pobre Kunz en Suabia; ambas tan solo
precursoras de la oleada subversiva de los primeros años de la Reforma”
(Ibid. p. 24).
Durante el tiempo que Lutero estuvo residiendo en el
castillo de Wartburgo, protegido por el príncipe elector de
Sajonia, sus seguidores, en su ausencia, comenzaron a actuar de
una manera violenta y anárquica en Wittenberg. No solamente
habían aparecido movimientos de inspiración espiritualista y
revolucionaria a la vez, que proclamaban el fin de la Iglesia papal
y del mundo pecador, como el de Tomás Münztzer, sino que su
revolución halló eco en las aspiraciones del campesinado
explotado por los príncipes y los grandes señores. Alentados por
los escritos de Münztzer que desarrollaban todo un programa
social subversivo que atacaba incluso al propio Lutero,
comenzaron a producirse numerosos levantamientos en toda
Alemania. Lutero reconoció que aunque doctrinalmente su
Reforma era positiva y necesaria, podía ser también usada por los
extremistas para desencadenar pasiones y motines populares.
Defensor del orden público, del respeto a las autoridades y de la
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
65

67. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
paz social, Lutero negó obstinadamente su apoyo a los
insurrectos, pero a partir de la primavera de 1524, perdió el
control definitivo de los acontecimientos, y el alzamiento fue
general.
“Eran saqueados e incendiados sistemáticamente castillos y
conventos y sus habitantes eran masacrados. Los campesinos no daban
tregua y cuantos caían en sus manos no podían esperar perdón de
ninguna clase. [...] La revuelta se injertaba en las ideas religiosas de
Lutero, cuya aplicación sociopolítica intentaba. ‘La fe en Jesucristo —
había escrito Lutero en su Tratado de la libertad cristiana—libera al
cristianismo de la ley’. Lutero se refería a la ley de Dios, no a las leyes
humanas, sociales, políticas o eclesiásticas. Pero las masas
populares no captaban esos matices. [...] Los dirigentes del movimiento,
apasionados y fanáticos, no retrocedieron ante ningún tipo de
violencia, llevando a sus tropas, insuficientemente armadas, al
matadero.
“En febrero de 1525 los campesinos de Suabia publicaron un
manifiesto de Doce Artículos expresando sus reivindicaciones y
apelando al arbitraje de Lutero. Este, a su vez, entró en el
conflicto” (Daniel OLIVIER, El giro decisivo de 1525, en
2000 años de Cristianismo, Ediciones SEDMAY, Madrid, 1979,
pp. 467, 47)
5. Situación cultural: el humanismo
No se puede hablar del papel que jugó el humanismo en
el contexto histórico de la Reforma de Lutero, sin analizar
primero, como lo hace Jean DUCHÉ en su Historia de la
Humanidad, la situación política, social y religiosa en Alemania.
66

68. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
En un capítulo dedicado a la Reforma y al humanismo, titulado
El “pobre país alemán” dice :
“H abía alemanes, pero no había Alemania. Los grandes
Hohenstaufen (dinastía de emperadores del Sacro imperio
romano germánico) no habían participado en la operación anti-feudal
que los reyes habían llevado a feliz término en España, en Francia y
en Inglaterra. Maximiliano apenas había hecho sino intentarla:
el emperador era sólo un título honorífico, cuyas rentas —y por
consiguiente cuyo poder efectivo— “no valían un comino”. Algunos
príncipes, entre los que se contaban algunos obispos, jugaban a
hacer de reyes en sus provincias... Bajo ellos se contaban cuatrocientos
estados y cientos de millares de desgraciados: campesinos esclavos
de la gleba en las tierras de la Iglesia, de los príncipes y de los
terratenientes, [. ] granjeros abrumados de deudas, y que para pagarlas
debían pedir prestado a usureros judíos y ¡a qué intereses! [...] A falta de
un poder monárquico, aquí la Iglesia no se había nacionalizado, y
siguió considerándose siempre como en país conquistado. Las sumas
enormes que cada obispo debía pagar a Roma por su investidura, sumas
que él reponía a cuenta del pueblo [...] Esa Iglesia extranjera y
feudal que poseía la tercera parte de las tierras alemanas y que
prohibía negociar con el dinero, se hacía igualmente insoportable al
campesino, al caballero y al burgués y excitaba en todos una codicia
que sólo esperaba a que le pusiese alguien la etiqueta de
patriotismo.
“ [...] Ahora bien, este país medieval fermentaba también bajo la
acción de la levadura ‘moderna’ del Renacimiento. Importado de
Italia, entre el cortejo de los prelados, el humanismo en Alemania tomó
pronto la actitud anti-romana de reforma [...] En cuanto se
imprimieron las tesis de Lutero se difundieron por toda Alemania
y fuera de Alemania... Ya Lutero se encontraba, de grado o por
67

69. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
fuerza, transformado en estandarte del nacionalismo alemán.
Ulrico von Hutten, el libelista de la nación alemana, había
encontrado el esperado profeta que encendería una pasión general en la
jungla alemana, al cual le aseguraba el apoyo de los
terratenientes lo cual era ponerle en un plano inclinado y empujarle
pendiente abajo.” (tomo III, El dominio de la razón (1500-1815),
Ediciones Guadarrama, Madrid, 1963, pp. 117-121, passim).
Los humanistas que más influyeron en Lutero fueron: en
primer lugar Juan Staupitz, el vicario general de los agustinos para
la provincia de Alemania, hombre docto en las lenguas bíblicas.
Este fue su director espiritual, su mentor y, en cuestiones
doctrinales, su instructor, desde sus primeros tiempos en el
convento de los agustinos de Erfurt. A él le debe su amor y
afición por las Escrituras y también su primera Biblia; en la crisis
espiritual de Lutero, Staupitz fue quien le condujo a descubrir el
gran amor de Dios por el pecador. Siempre fue su amigo y
protector cuando se agravó la actitud de Roma contra Lutero.
Staupitz fue uno de los primeros humanistas alemanes convertido
al luteranismo.
Aunque no se conocen encuentros personales de Lutero
con el humanista francés Jacques Lefevre d’Étaples (1450-1537),
autor de una de las primeras traducciones de la Biblia al francés,
es evidente que Lutero, de algún modo, llegó a conocer su
Commentaire sur les Epitres de Saint Paul, por la similitud de sus
críticas a la Iglesia católica romana:
—Hay hombres en nuestro tiempo que enseñan al pueblo una
piedad necia en lugar de enseñarles la doctrina de Cristo. ¿De qué me
sirve ayunar nuevas cuaresmas? ¿Para qué fiarse de fórmulas de
oración de autores desconocidos, dejando de lado las
68

70. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
prescripciones apostólicas? Aferrémonos sólo a Cristo y a la doctrina
de los Apóstoles, porque ella sola basta, y ella es la primera y principal
para la salvación. L a salvación debe esperarse de la sola palabra de
Cristo. Tu salvación no es obra de tus obras, sino de las obras de
Cristo. No puedes tú salvarte; sólo Cristo te salvará; no te salvará tu
cruz, sino su Cruz” (Citado por Jean DUCHÉ, op. cit. p. 111).
Pero fue sobre todo con Erasmo de Rotterdam (1469­
1536), con quien Lutero tuvo más relación y comunicación, al
principio amigable, cooperadora, incluso de defensa, pero
finalmente contestataria, enfrentada y crítica. El humanista
holandés entró plenamente en el horizonte dialéctico de la
Reforma de Lutero. Pero Erasmo no fue un protestante, fue un
católico protestatario. Tuvo una gran influencia sobre muchos
hombres de Iglesia en toda Europa porque dogmáticamente sus
escritos no son heterodoxos, aunque así lo considerase la reacción
ultra-conservadora de finales del Concilio de Trento: “L a reacción
ortodoxa que coincide con el fin del Concilio de Trento se dedicó a
destruir los vestigios de una época escandalosa en que los erasmistas
soñaban con una paz blanca entre Roma y Wittenbers” (Marcel
BATAILLON, Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual
del siglo XVI, Fondo Cultura Económica, 2a ed., Madrid, 1966, p.
VIII).
Al leer la crítica que Erasmo hace de los pontífices y
cardenales pre-tridentinos en su libro Elogio de la locura, parecería
a primera vista que está hablando un luterano convencido, pero
no es así. Es un católico que quiere, como también Lutero, una
Iglesia más digna, más cerca de la fe de los apóstoles, más fiel a la
doctrina bíblica, pero que, al contrario de Lutero a partir de
1524, no quiere la ruptura de la Iglesia. Los escritos de Erasmo
69

71. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
anteriores a la Reforma de Lutero, habían hecho nacer la
expectativa entre los protestantes de poder ganar para su causa al
humanista, pero, a pesar de un cierto movimiento de simpatía
hacia la obra del monje alemán y de su notoria defensa ante el
papa después de la dieta de Worms, Erasmo nunca pensó en
formar parte del movimiento de reforma luterana. Al contrario,
en 1524, los dos personajes habían roto las paces y habían abierto
hostilidades. Un ejemplo:
—Escribe Erasmo en su Diálogo sobre el libre arbitrio, ‘La
fuerza de la voluntad hace al hombre capaz de aplicar su atención
a lo que interesa a su salvación o de desviar de ella su atención’, con
estas palabras, el humanista está propugnando la necesidad de
las buenas obras de parte del hombre en el proceso de su
salvación. “He aquí, en cambio, lo que escribe Lutero, ese hombre que
pretende acercarse a Dios, ¡extraña irrisión!: ‘¡Sépanlo bien! Una
cosa es vivir piadosamente, hacer grandes y múltiples obras buenas,
llevar una vida hermosa, digna y virtuosa, y otra cosa muy distinta es ser
uno cristiano’” (Citado por Jean DUCHÉ, op. cit. p. 134).
El papa Paulo III le ofreció a Erasmo el capelo
cardenalicio pero éste lo rechazó prefiriendo, hasta su muerte, su
libertad, no someterse a disciplinas claustrales ni pontificales, ser
fiel a su inefable egoísmo de hombre de letras, a su cultura, a su
soledad, en definitiva, fiel a su torre de marfil (Cf. Rafael
BALLESTER, op. cit. p. 146).
6. Situación religiosa
Además del estado de corrupción del clero católico,
señalado en el tema anterior, al hablar de los movimientos de la
70

72. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
pre-reforma, que ha constituido, durante siglos, uno de los
factores principales de la explicación protestante de la Reforma
luterana —hoy superado por el factor espiritual representado por
la crisis espiritual vivida por Lutero (tema n° 4 de esta serie)—,
quisiera mencionar aquí el comentario que el historiador de la
Iglesia, R.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, hace de la situación de la
Iglesia cristiana, en ese siglo XVI, y de cómo se fue preparando el
estallido de la Reforma protestante:
“El cristianismo desplegó, en efecto, en el siglo XV I el mismo
poder regenerador que había ejercido en el siglo I. Después de quince
siglos, las mismas verdades produjeron los mismos efectos. En los días
de la Reforma como en el tiempo de Pablo y de Pedro, el Evangelio con
una fuerza invencible, derribó inmensos obstáculos. Su poder soberano
manifestó toda su eficacia entre las naciones más diversas tanto con
respecto a sus costumbres, a su carácter, a su desarrollo intelectual. [...]
“¿Cómo se realizó esta vivificación de la Iglesia y del mundo? Se
pueden observar en ello dos leyes por medio de las cuales Dios ha
gobernado siempre el mundo: en primer lugar, Dios prepara
lentamente, desde lejos, lo que quiere hacer. Tiene a su
disposición siglos para hacerlo. Después, cuando el tiempo es cumplido,
Dios opera las cosas más grandes por medio de los medios más
pequeños. [...] En la época en que la Reforma estaba a punto de
estallar, Roma parecía estar en paz y seguridad. Se hubiese podido
decir que nada podía alterar sus conquistas: los concilios generales,
esas cámaras altas y bajas del catolicismo habían sido sometidos.
Los valdenses, los husitas, habían sido acallados. Ninguna
universidad, salvo posiblemente la de Paris, que elevaba su voz
cuando se lo pedían sus reyes, no dudaba de la infalibilidad de los
oráculos de Roma. El alto clero prefería dar la décima parte de sus
71

73. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
ingresos a un jefe lejano y gastar plácidamente las otras nueve, más bien
que arriesgarlo todo por una independencia que le costaría cara y le
reportaría poco. El bajo clero, seducido por la perspectiva de puestos
brillantes que la ambición le hacía imaginar y prever en un futuro
no lejano, compraba de buena gana, por un poco de esclavitud, la espera
lisonjera que deseaba. El pueblo doblaba sus rodillas ante el altar
romano; y los reyes aunque en secreto comenzaban a
despreciar al obispo de Roma, no se atrevían a levantar la mano contra
su poder porque al hacerlo se les hubiese acusado de sacrilegio.
[...] Pero si contemplamos el edificio de más cerca, descubrimos
más de un síntoma que presagiaba su ruina. Los defensores de la
jerarquía se habían dividido en dos grupos: los que sostenían el
sistema del dominio papal absoluto y los que querían un gobierno
papal constitucional que ofreciese garantías y libertades a las
iglesias. [...] En todos los partidos, la fe en la infalibilidad del obispo
romano estaba fuertemente quebrantada. Se temía la más
pequeña sacudida, que pudiese derrumbar el edificio. L a cristiandad
mantenía la respiración, pero era para prevenir un desastre en medio
del cual temía perecer. [...] La Reforma había sido poco a poco
preparada, por la providencia divina, en tres mundos diferentes: en
el mundo político, en el mundo eclesiástico, en el mundo literario. Los
reyes y los pueblos, los cristianos y los teólogos, los escritores y los sabios
contribuyeron a traer la revolución del siglo X V I” (Histoire de la
Réformation du seiziéme siécle, París, 1860, tome I, pp. 56- 58
passim).
A este declive de la institución papal, en apariencia
todavía fuerte, poderosa, pero en la realídad desprestígíada,
discutida, debilitada y amenazada, MERLE D’AUBIGNÉ añade
72

74. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
aún en otro lugar lo siguiente sobre la situación de la Iglesia
romana:
—La pretendida unidad de la Iglesia no era más que un vasto
desorden. En Roma había las doctrinas de la corte papal y las doctrinas
de la Iglesia. La fe de la metrópolis difería de la fe de las provincias.
Y en las provincias la diversidad llegaba al infinito. Existía la fe
de los príncipes, la fe de los pueblos y la fe de las órdenes religiosas y
aún en ellas, se podían distinguir las opiniones de un determinado
convento, las de un distrito, las de un doctor y las de un monje
en particular.
[...] La Iglesia estaba caída porque la gran doctrina de la
justificación por la fe en el Salvador le había sido quitada. Era pues
necesario que esta doctrina le fuese restituida para que la Iglesia se
levantase. Desde el momento en que esta verdad fundamental
fuese restablecida en la cristiandad, todos los errores y las prácticas
religiosas que habían tomado su lugar, toda esa multitud de santos,
de obras pías, de penitencias, de misas, de indulgencias, etc.,
debían desaparecer. Tan pronto como se reconociese al solo mediador
y su solo sacrificio, todos los otros mediadores y los otros sacrificios se
borrarían” (Ibid. pp. 76,78).
7. Los papas del tiempo de Lutero
—Los papas del Renacimiento son hombres de su tiempo. No
escapan ni a su refinamiento ni a su sensualidad. Pero no todo es
negativo en su voluntad de conseguir el arraigo del cristianismo en el
humanismo de la época.
[...] Desde la elección de Martín V, en 1417, hasta el estallido
del caso ‘Lutero’ pasa un siglo. Este tiempo que discurre entre las
73

75. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
dos grandes crisis que sacuden a la cristiandad occidental —el Cisma y
la Reforma— tiene algo de trágico. El papado recupera
efectivamente su poder. Pero se muestra incapaz de realizar la Reforma
a la que aspira la gran mayoría de la Iglesia. De ahí el inmenso
desprestigio que sufren entonces los papas del Renacimiento”
(Jean Delumeau, Una Roma excesivamente humana, en 2000
años de cristianismo, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1979, tomo
V, p. 18).
Los papas del tiempo de Lutero hasta el Concilio de Trento
fueron:
Julio II (1503-1513)
También llamado “el Terrible”, el pontífice guerrero,
hombre activo, robusto y violento. La guerra más importante
emprendida por este papa fue la doble campaña contra los
franceses y contra los venecianos, en que supo servirse
alternativamente de unos contra otros. El papa en persona iba a
la cabeza de sus tropas. El rey de Francia Luis XII, convocó el
Conciliábulo o falso Concilio de Pisa para deponer al papa, pero
fracasó. No obstante, este hecho sirvió para paralizar, durante
todo el pontificado, la reforma católica de la Iglesia, por tanto
tiempo ansiada. Por otra parte, algunos soberanos europeos,
convocaban concilios con fines políticos y tendencias cismáticas.
La desconfianza a convocar el concilio de la Reforma estaba
justificada. No tuvo que intervenir en el caso de Lutero porque
falleció en 1513, antes de las 95 tesis del monje agustino de
Wittenberg.
A Julio II se le conoce particularmente por su mecenazgo
a Miguel Ángel a quien encargó los frescos de la Capilla Sixtina y
74

76. el Moisés que debía formar parte de su propio sepulcro, también
a Bramante y al pintor Rafael que le hizo un famoso retrato.
León X (1513-1521). El papa de Lutero
Hijo de Lorenzo el Magnífico, Juan de Médicis fue
cardenal a los trece años, sin ser sacerdote. En 1513, el año en
que fue elevado al solio pontificio, le ordenaron sacerdote el 15
de marzo, le consagraron obispo el 17 y le ciñeron la tiara el 19,
tenía 38 años. “no carecía de elegancia, ni de dignidad, ni incluso de
seducción; sabía ganar los corazones por su amabilidad, su caridad y su
generosidad; multiplicaba con facilidad sus promesas, pero no siempre
con buena fe, procuraba esconder sus propósitos, jugando a menudo un
doble juego; no tenía ni espíritu de decisión, ni energía, siendo incapaz de
resistir a las tentaciones de la facilidad, y al atractivo del placer. Si el
Cónclave decidió escoger para suceder a Julio II, un hombre afable,
conciliador, generoso, fue porque tras un pontificado duro y belicoso, se
deseaba un periodo de distensión y de paz; y si había que continuar la
guerra, con él se tenía asegurada la alianza florentina” (Henry MARC-
BONNET, Les papes de la Renaissance, Presses Universitaires de
France, collection Que sais-je?, n° 575, Paris, 1953, p. 96). Fue el
papa no sólo de Lutero sino también de Polidoro da Caravaggio,
Miguel-Angel, Sebastiano del Piombo, Rafael, Ticiano, Léonard
da Vinci y otros muchos artistas y personajes de su tiempo (Cf.
Jean Babelon, L ’Art au siécle de Leon X, La Guilde du Livre,
Lausanne, 1947, pp. 5-13, 141.142).
Al comienzo de la cuestión de las indulgencias, en 1517, y
con respecto a las 95 tesis de Lutero, aunque el asunto llegó a
Roma por la denuncia del arzobispo Alberto de Brandebourg,
León X no le prestó mucha atención, consideró la polémica “una
disputa de frailes”, dando prueba de este modo “de la gran
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
75

77. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
indiferencia y del más profundo menosprecio que los medios romanos
tenían hacia la opinión de los alemanes” (Ibid. p. 117). Pero los
problemas de agitación religiosa ya se habían producido en
Alemania en el asunto de la “guerra de los panfletos” (1511-1513)
entre el humanista Jean Reuchlin, sostenido por todos los
humanistas de Europa, y los franciscanos de Colonia. León X que
al principio había dado la razón a Reuchlin, tuvo que cambiar de
opinión cuando la cuestión de Lutero se agravó y tuvo que contar
con los dominicos para defenderse del monje agustino. El papa,
incapaz de comprender el pensamiento religioso de Lutero, ve en
él un nuevo Juan Hus; Lutero, por su parte, polariza sus ataques
en la persona del pontífice e invoca la intervención del poder civil
y la convocatoria de un concilio, y la ruptura se consuma.
Primero a través de la bula Exsurge Domine de 1520 que Lutero
quemó y que condenaba sus principios doctrinales sobre la
justificación por la fe; y el 3 de enero de 1521, por la sentencia de
excomunión a pesar de la mediación de Erasmo. “Así pues, cuando
León X muere a finales de 1521, (a los cuarenta y seis años de edad),
la revolución luterana, ya ha comenzado y la escisión de la Cristiandad
es un hecho consumado que no cesará de agravarse, pues la gran voz de
Lutero se ha extendido por toda Europa” (Ibid. p. 121).
Adriano VI (1522-1523)
Había llegado a España procedente de Flandes, con el
joven príncipe Carlos de quien era su preceptor. El Cónclave lo
eligió casi por unanimidad, hombre de buena fe, severo consigo
mismo, quería reformar la Iglesia en la cabeza y en los miembros;
pero “¿Era tiempo entonces, después de la resonante condena de Lutero y
el inmenso éxito de sus doctrinas, de promover una verdadera reforma de
la Iglesia? La duda existe si se tiene en cuenta la mediocridad de los
resultados obtenidos por un papa de buena voluntad durante un
76

78. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
pontificado, es cierto, demasiado corto. Era un prelado casi desconocido y
completamente extraño para los medios romanos. Escogido para suceder a
León X por un golpe de suerte inesperado incluso para los electores,
estaba ausente de Roma cuando fue elegido pero estaba avalado por las
relaciones que mantenía con Carlos V de quien había sido consejero en
la corte de Castilla y aún más por su austeridad, la pureza de sus
costumbres y su piedad” (Ibid, p. 123). Adriano VI rechazaba
interesarse en las letras y en las artes, desaprobaba el
Renacimiento y fue impopular en la propia corte romana por sus
intentos de reforma; murió poco más de un año después, “sin
haber sido comprendido por aquellos italianos a quienes los protestantes
miraban, no sin motivo, con escándalo e indignación” (Rafael
BALLESTER, Historia de los papas, Editorial Bruguera, Barcelona,
1972, p. 142).
Clemente VII (1523-1534)
Este pontífice, perteneciente de nuevo a la familia de los
Médicis florentinos, tuvo un pontificado muy desgraciado:
Enrique VIII de Inglaterra, engreído por el título de Defensor de
la fe que le otorgó León X por su escrito contra Lutero, se
consideró con derecho de reformar, por su propia cuenta, la
Iglesia de Inglaterra y de paso divorciarse de su primera esposa
Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena y, aunque
conservó los dogmas católicos, dictó el Acta de Supremacía (1534)
declarándose cabeza de la Iglesia nacional, lo cual más que una
reforma fue un verdadero cisma. El luteranismo se consolidó en
los países germánicos y comienzó la escisión del protestantismo
en varias confesiones diferentes. En el mismo año del desastroso
“saco de Roma” por los ejércitos de Carlos V (1527), debido a su
alianza con Francisco I en la Liga Clementina, la doctrina
luterana triunfa en Suiza con Zuinglio, en Suecia, en Dinamarca
77

79. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(1534); la cuestión de los protestantes estaba también creando
diferencias importantes entre el emperador y el papa, éste
propiciaba un concilio que restableciese la pureza del dogma,
mientras que Carlos V buscaba la conciliación política a la vez
que la religiosa en Alemania, en particular con aquellos de sus
súbditos que habían aceptado el luteranismo cuyo control se le
escapaba de las manos. Finalmente, este cúmulo de calamidades
se agravaron, en 1529, con el cerco de Viena por el sultán de los
turcos, Solimán el Magnífico, lo que hizo decir a algunos que era
“el fin de la Cristiandad” .
Pero desde el punto de vista religioso, el balance de este
pontificado no fue completamente negativo para la Iglesia
católica; en el tiempo de este papa que fue el último del
Renacimiento y el primero de la Contrarreforma, aparecen
diversas órdenes religiosas: los teatinos, los capuchinos entre los
franciscanos e Ignacio de Loyola, en 1526, escribe los Ejercicios
espirituales que dará lugar, más tarde, en 1539, a la fundación de
la Compañía de Jesús.
8. Traducciones y difusión de la Sagrada Escritura
Dice un historiador del siglo de la Reforma luterana:
“El instrumento inevitable en todos los proyectos de reforma fue
la Biblia, como fuente de revelación y de vida cristiana. Lutero
acusaría al papismo, en fechas tardías, de que antes de él “nadie leía la
Biblia, era una desconocida para todos; incluso yo, a mis veinte años,
aún no había visto la Biblia”. Monografías actuales han evidenciado
la inconsistencia del reproche y la divulgación de la Sagrada
Escritura, ya fuese en ediciones cultas, ya en las “biblias de pobres”
ilustradas, en coincidencia entre elites y pueblo por unos motivos o por
78

80. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
otros. Una de las primeras cosas que recibió al ingresar en los
agustinos de Erfurt fue precisamente una Biblia. Su primera y magnífica
oferta del Evangelio en alemán es deudora de las tareas previas
de Erasmo, de V alla; sus lecciones magistrales sobre los Salmos
bebían de las versiones anteriores de Lefévre d ’Etaples [...] aunque
ninguno de estos se atreviese a formular —como lo hizo Lutero a
partir de 1519— el principio de “Sola Scriptura” con su vigor, su
coherencia y la explícita negación de estructuras intermedias”
(Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran Historia
Universal, Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997, vol.
XVI, p. 147).
El paso de la latinidad a las lenguas romance que tanto
éxito dio a la producción literaria del Renacimiento, también
afectó a la difusión y lectura de la Biblia que se hizo accesible al
pueblo llano mediante la traducción a las lenguas vernáculas y su
impresión tipográfica a partir de la imprenta de Gutenberg. No se
puede tampoco ignorar, como un factor de acceso a las Escrituras,
el descenso del nivel de analfabetismo de la sociedad alemana del
siglo XVI, como aspiración de la burguesía de las ciudades.
uNo era frecuente ser habitante de la ciudad en la Europa del
siglo XVI. Sólo entre un 15 y un 20% de la población tenía ese
privilegio que le permitía acceder al mundo de la cultura, no sólo presente
en las universidades ubicadas en estas ciudades del Quinientos, sino
en ese mismo ambiente urbano en el que viven y actúan
humanistas, literatos y artistas y que por sí sólo constituye un elemento
culturizador. Por ello el atroz grado de analfabetismo de aquella
época no hacía su presa de modo tan terrible en las ciudades, en
las que se daban índices de alfabetización de hasta un 65%, mientras
que en las zonas rurales apenas se alcanzaba el 10% ” (Ana
79

81. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
DÍAZ MEDINA, Demografía y Sociedad, en Gran Historia
Universal, Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997, vol.
XVI, p. 40).
En cuanto a la lengua castellana, la verdad es que el
pueblo español conocía la Biblia mucho mejor que el pueblo
alemán o el inglés antes de Lutero. Así por ejemplo, la Biblia
Alfonsina de la biblioteca de El Escorial, cuya traducción de la
Vulgata se debe a Alfonso X el Sabio, hecha en 1280, compuesta
de cinco volúmenes y que el rey incorporó a su “General e Gran
Estoria”, llevó cien años de adelanto a la primera Biblia inglesa.
Pero la prohibición de los Reyes Católicos primero y la
persecución de la Inquisición después, impidieron la traducción,
impresión y difusión de la Biblia en castellano durante los
tiempos de la Reforma. En 1569, Casiodoro de Reina, monje
huido del convento de San Isidoro de Sevilla, tradujo e hizo
imprimir en Basilea la llamada Biblia del Oso, de difusión
clandestina y heroica en los territorios españoles.
—Observemos que mientras en España se estaban quemando las
Sagradas Escrituras, escritas a mano con grandísimo trabajo y
devoción, en otros países de Europa se había pasado ya a la impresión
tipográfica de la Biblia (Italia en 1471 y Francia en 1477)
después de la primera de Gutenberg en 1454. La Biblia en latín anuló
en España la difusión impresa del texto bíblico castellano” (José
FLORES, Historia de la Biblia en España, CLIE, Tarrasa,
1978, p. 44).
Fue durante su retiro forzado en el castillo de Wartburg
(mayo 1521-marzo 1522) que Lutero, conocido allí por “el
caballero Jorge”, tradujo al alemán el Nuevo Testamento,
80

82. sirviéndose de una edición anterior del humanista Erasmo de
Rotterdam. Su reclusión que nadie debía conocer, la soledad y la
inactividad le generan, según se confiesa a Melanchton, en una
carta del 13 de julio de 1521, dolores de cabeza, insomnios,
desarreglos digestivos y una crisis espiritual “me veo insensible y
endurecido, holgando en la ociosidad, pocas veces en oración, sin exhalar
un solo gemido por la suerte penosa de la Iglesia. Mi carne indómita me
quema con un fuego devorador. Yo, que no debería ser sino presa del
espíritu, me consumo por la carne, la lujuria, la pereza, la ociosidad, la
somnolencia" (Citado por Daniel OLIVIER, L a época de la
Wartburg, Ibid. p. 35). Es para el reformador, tiempo de prueba,
de duda y de lucha contra el diablo, pero a pesar de todo, Dios
está velando por él y escribe cartas, tratados importantes, contra
los votos monásticos, contra la misa privada y en defensa del
sacerdocio universal de los cristianos; está en continua
comunicación con la universidad de Wittenberg y responde a los
ataques de los teólogos de Paris y de Lovaina, en suma una
actividad prodigiosa. ¿Cómo es posible? Porque aunque no se
siente perfecto, confía en el perdón divino; porque aunque se
siente indigno, sabe que la gracia de Dios le justifica; porque se
siente llamado por Dios a una gran obra. Por eso no paraliza su
actividad reformadora, traduce el Nuevo Testamento a la lengua
del pueblo y prepara la traducción de toda la Biblia. Y Dios
estuvo con él.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Conclusión
Resumen
“La Reforma es mucho más que una vuelta a las fuentes del
cristianismo o a la filosofía antigua, es un fenómeno nuevo, la
81

83. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
necesidad de considerar la religión y la vida social bajo una perspectiva
diferente. No es tampoco una adaptación obtenida de una
política y una ética que se han desarrollado y han evolucionado debido
a costumbres consideradas corrompidas. [...] La reforma no es
una, sino varias: tanto política como moral; tanto mística como erudita;
es una voluntad de ver claro en un mundo complejo y diverso como
jam ás lo había sido antes. La Iglesia ha debido ceder poco a poco
ante tres sociedades nuevas nacidas de una triple reforma: las naciones,
las academias eruditas y las comunidades protestantes. Los tres
dominios en los cuales combate la Iglesia son en efecto la política, la
vida intelectual y la moral. Superior a los monarcas por derecho divino, el
papado no debía depender de ninguna de ellas. Heredera de la
pobreza de Cristo, no debía buscar ninguna ambición temporal o
particular. Pero la doble adhesión del poder religioso al rey de Francia
por una parte y a la banca italiana por otra, había mostrado,
desde la primera mitad del siglo X V I, que la tradición antigua se
había roto” (Paul FAURE, La Renaissance, Presses Universitaires de
France, Collection Que sais-je?, n° 345, 3a ed. Paris, 1961,
pp. 108, 109).
Epílogo y aplicación final
“Como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado,
los propósitos de Dios no conocen premura ni demora [...] Así
también se determinó en el concilio celestial la hora en que Cristo debía
venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó esa hora, Jesús
nació en Belén.
‘Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su H ijo’.
La Providencia había dirigido los movimientos de las naciones,
así como el flujo y reflujo de impulsos e influencias humanos, a tal
punto que el mundo estaba maduro para la llegada del
82

84. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Libertador. Las naciones estaban unidas bajo un mismo gobierno. Un
idioma se hablaba extensamente, y era reconocido por doquiera como
la lengua literaria [...] En aquel tiempo los sistemas paganos estaban
perdiendo su poder sobre la gente. Los hombres estaban cansados de
ceremonias y fábulas. Deseaban con vehemencia una religión que
pudiese satisfacer el corazón. Aunque la luz de la verdad parecía haberse
apartado de los hombres, había almas que buscaban la luz, llenas de
perplejidad y tristeza. Anhelaban conocer al Dios vivo, con el fin de
tener cierta seguridad de una vida más allá de la tumba.
[...] El cumplimiento del tiempo había llegado. La humanidad,
cada vez más degradada por los siglos de transgresión,
demandaba la venida del Redentor. Satanás había estado obrando para
ahondar y hacer insalvable el abismo entre el cielo y la tierra
[...] El principio de que el hombre puede salvarse por sus obras,
fundamento de toda religión pagana, ahora había llegado a ser el
principio de la religión judía [...] El pecado había llegado a ser
una ciencia, y el vicio estaba consagrado como parte de la religión.
La rebelión había hundido sus raíces en el corazón, y la hostilidad del
hombre contra el cielo era muy violenta [...] En el mismo momento de la
crisis, cuando Satanás parecía estar a punto de triunfar, el Hijo de
Dios vino como embajador de la gracia divina [...] Y
llegada la plenitud del tiempo, la Deidad se glorificó derramando sobre el
mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se interrumpiría
hasta que se cumpliese el plan de la salvación” (EGW, El
Deseado de todas las Gentes, cap.3, passim).
Salvadas las distancias entre el nacimiento de Jesús y la
aparición de Lutero en la historia de la Iglesia, la descripción que
Elena G. de White hace de la situación del mundo en el tiempo
del advenimiento del Salvador nos muestra, después de este
estudio del contexto de la Reforma de Lutero, que la misma sabia
83

85. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Providencia divina preparó al mundo para la aparición histórica
de ambos sucesos.
Bibliografía citada
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Lausanne, 1947
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1981
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Teófanes EGIDO, L a Reforma, en Gran Historia Universal, vol.
XVI, Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997
84

86. Paul FAURE, La Renaissance, Presses Universitaires de France,
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Manuel FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Renacimiento y Humanismo, en
Gran Historia Universal, vol. XVI, Ediciones Generales de
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Albert GREINER, Lutero, Biblioteca de la Historia, n° 27,
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Roland MOUSNIER, Los siglos XV I y XVII. El progreso de la
civilización europea y la decadencia de oriente (1492-1715), en
Historia General de las civilizaciones, vol, IV, Ediciones
Destino, 2a ed., Barcelona, 1964
Daniel OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de
Cristianismo, tomo V, Sedmay Ediciones, Madrid, 1979
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carolingien aux traités de Westphalie, Editions Rencontre,
Lausanne, 1953
Jaime VICENS VIVES, Historia General Moderna, vol. 1,
Montaner et Simon, Barcelona 1951
Williston WALKER, Historia de la Iglesia Cristiana, Casa Nazarena
de Publicaciones, Kansas City, 1967
Elena G. de WHITE, El Deseado de todas las Gentes, Biblioteca del
Hogar cristiano
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
85

87. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
III. “INSTRUMENTO ESCOGIDO ME ES ESTE”
Lutero, el hombre de Dios para aquel tiempo
Texto: “Ve, porque instrumento escogido me es este para llevar mi
nombre en presencia de los gentiles, de reyes y de los hijos de Israel”
(Hechos 9:15).
Comentario: Dios suscita hombres para los tiempos
“En el relato de la conversión de Saulo —dice Elena G de
White— se nos dan importante principios que debiéramos tener
siempre presentes [...] Era valeroso, independiente, perseverante, y sus
talentos y preparación le capacitaban para prestar casi cualquier
servicio. Razonaba con extraordinaria claridad, y mediante su
aplastador sarcasmo podía colocar a un oponente en situación nada
envidiable [...] como elocuente orador y crítico severo, Pablo, con su firme
propósito y denodado valor, poseía precisamente las cualidades que
se necesitaban en la iglesia primitiva.
“ [...] Jesús mismo que detuvo a Saulo en el camino a Damasco,
declaró: ‘Para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y
testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti:
librándote del pueblo y de los gentiles, a los cuales ahora te envío,
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a
la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe
que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados
(Hechos 26:16-18).
“Cuando la mente del hombre se pone en comunicación con la
mente de Dios, el ser finito con el Infinito, el efecto sobre el
cuerpo, la mente y el alma es superior a todo cálculo. En esa comunión se
86

88. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
halla la más elevada educación. Es el método de Dios para
desarrollar a los hombres.
“[...] Dios no escoge, para que sean sus representantes entre los
hombres a ángeles que nunca cayeron, sino a seres humanos, a
hombres de pasiones semejantes a las de aquellos a quienes tratan de
salvar” ( Los Hechos de los Apóstoles, Biblioteca del Hogar Cristiano,
pp. 98-109 passim).
Y en otro testimonio, Elena G. de White califica a esos
hombres como “hombres de oportunidad” o haciendo una
traducción libre, “hombres para los tiempos”:
“Dios nunca ha dejado a su iglesia sin un testigo. En todas las
escenas de prueba, de oposición y persecución en medio de las
tinieblas morales, por las cuales pasó la iglesia, Dios ha tenido hombres
de oportunidad que han sido preparados para asumir su obra en
deferentes etapas, y hacerla avanzar hacia adelante y hacia arriba”
(Testimonios para los Ministros, Biblioteca del Hogar Cristiano, p.
411).
Saulo de Tarso, en el primer siglo de la Iglesia, fue uno de
esos hombres; Martín Lutero, en el siglo XVI, fue otro; Guillermo
Miller, Elena G. de White, en el siglo XIX, también lo fueron.
Esta última en su libro El Conflicto de los Siglos, dice:
“La obra de Dios en la tierra presenta, siglo tras siglo,
sorprendente analogía en cada movimiento reformatorio o religioso
[...] Los hombres son en mano de Dios instrumentos de los que él se vale
para realizar sus fines de gracia y misericordia. C ada cual tiene
su papel que desempeñar; a cada cual le ha sido concedida cierta
medida de luz adecuada a las necesidades de su tiempo, y suficiente
87

89. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
para permitirle cumplir la obra que Dios le asignó” (Biblioteca
del Hogar Cristiano, p. 391).
Pórtico
—He redescubierto Alemania por mis estudios, sobre todo en la
persona de Lutero. Este hombre ejerció una gran influencia sobre mis
investigaciones. Veía claro—es demasiado evidente—que se le
puede reprochar su carácter, o bien su doctrina, o el papel que jugó, sin
duda involuntariamente, en la terrible división de las iglesias. Y,
sin embargo, este hombre es uno de los mayores genios religiosos de
toda la historia. En este aspecto le sitúo al mismo nivel que San Agustín,
Santo Tomás de Aquino o Pascal. En cierto modo, es aún superior.
Lutero repensó todo el cristianismo. Le dio una nueva síntesis, una
nueva interpretación. Este hombre, enraizado en el Medievo, sublevó al
mundo medieval. Al contrario que Calvino, que es más bien un
humanista y un jurista. Lutero fue un hombre de Iglesia; tenía una
formación teológica, conoció una experiencia espiritual católica muy
profunda. Todo ello impregnado y animado por una inmensa
energía creadora” (Yves CONGAR, O.P, Jean Puyo interroga
al padre Congar, Paris, Le Centurión, 1975, p. 59. Citado por
Daniel OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de
cristianismo, tomo V, p. 27).
Introducción
1. La polémica en cuanto a la persona, vida y obra de Martín
Lutero
No es fácil pretender hacer un esbozo de la persona, la
vida y la obra de Martín Lutero sin poder consultar las fuentes -
88

90. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
inaccesibles para quienes no dominen el latín y el alemán
antiguo—, disponibles desde 1883 [“Weimarer Ausgabe” de
Lutherswerke (Weimar 1883 ss). Comprende 4 series: a) Werke
(Obra) 1883-1970. b) Briefwechsel (Correspondencia) 1930-1967. c)
Die deutsche Bibel (La Biblia en Alemán) 1906-1960. d) Tischreden
(Charlas de sobremesa) 1912-1921].
Unos apuntes, notas y comentarios biográficos, como
quisiera ser este capítulo, están extraídos de la historiografía, es
decir de la bibliografía disponible y en ello se encuentra la mayor
dificultad del intento. La persona, la vida y la obra de Lutero
están muy debatidas entre sus historiadores, dependiendo
siempre de la confesionalidad del erudito en cuestión. Teófanes
EGIDO, historiador, profesor de la Universidad civil de
Salamanca (no la pontificia), dice a este respecto:
“A la hora de transmitir lo que fue y significó Lutero, el
historiador se encuentra ante una doble realidad: la de la recepción de
Lutero a través del tiempo y de las interpretaciones, y el otro Lutero,
resultado de los análisis más rigurosos de hoy día. Posiblemente
haya influido más el primero que el segundo. Es decir, el producto
de las manipulaciones ideológicas y de intereses multiformes.
“En efecto, antes incluso de la desaparición del reformador, una
avalancha de instrumentalizaciones se arrojó sobre su persona. Eran
fruto de las pasiones confesionales, de forma que, desde aquel
furibundo Cocleo (1479-1522, sacerdote alemán que
escribió contra Lutero su obra Commentaria de actis et scriptis
Martini Lutheri al final de su vida), que formó la leyenda anti-luterana
perdurable, hasta manifestaciones demasiado recientes, el
catolicismo combativo se nutrió de la imagen de un Lutero cuasi
diabólico y pervertido, imagen reforzada por la—por otra parte—
documentadísima obra de Denifle (fraile dominico autor,
89

91. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
en 1903, de Lutero y el luteranismo en su primer desarrollo) a
principios de este siglo. Contra esta figura, culmen de las
corrupciones bajomedievales, se lanzó la otra, también confesional, de
un Lutero, poco menos que divino y canonizado por los polemistas
luteranos y protestantes, como reactivo contra todas las
perversiones de que adolecía el papado.
“[...] Hoy día puede decirse que, al menos en parte, estas
posturas radicales han cedido el terreno a visiones menos
apasionadas y más sosegadas. Han influido de manera decisiva las
actitudes ecumenistas por parte de los católicos, y, desde la ladera
histórica, los análisis científicos que han desplazado a los destemplados
de otrora. Obras como las de Lortz (La reforma en Alemania),
(Joseph Lortz, autor católico, luterólogo, profesor de
Historia eclesiástica de la Universidad de Maguncia,
escribió en 1941, esta obra en dos volúmenes), o como la de
Lucien Febvre, (Martín Lutero, un destino) (autor francés,
escribió su obra en 1828), fueron decisivas para estos cambios. Los
historiadores actuales han superado decididamente la fase
polémica para situarse en la serenidad de los análisis científicos" (La
Reforma, en Gran Historia Universal, Ediciones Generales de
Castilla, Valladolid, 1997, vol. XVI, p. 149).
2. Pero los testimonios laudatorios han continuado hasta hoy
Por muy debatido que nos parezca el tema de su persona,
vida y obra, los testimonios laudatorios, recapituladores sobre
Lutero permanecen vivos hasta hoy, tanto entre los autores
católicos como entre los evangélicos. La figura del reformador
supera cualquier juicio de valor que pueda nacer de una posición
tendenciosa. Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, profesor de la
Universidad gregoriana de Roma, autor de una biografía de
90

92. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Lutero en dos volúmenes, publicada por la Editorial Católica, en
la colección Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), en 1976,
dice:
“De Lutero puede afirmarse que era esto, y eso, y aquello, y
también lo contrario. Todos los calificativos son verdaderos y falsos, si
se toman en absoluto. Las estampas dibujadas por sus amigos y por
sus enemigos hay que sobreponerlas una a otra para que nos den una
tercera, más próxima a la realidad.
“Si en la orografía espiritual, religiosa, cultural y política de
Europa hubiera que señalar cinco cumbres a lo largo del siglo
XVI, yo no vacilaría en escribir estos cinco nombres: Erasmo, Lutero,
Loyola, Calvino y Felipe II. Todos ellos influyeron decisivamente,
aunque de distinta manera, en la orientación y en la posición
religioso-política de sus contemporáneos y, consiguientemente, en la
marcha histórica de la humanidad. Todos ellos tuvieron—y tienen
aún—ardorosos panegiristas y detractores encarnizados” (Martín
Lutero. El fraile hambriento de Dios, BAC, Madrid, 1976, vol. I, pp.
16,18).
Y bastante más directa y entusiasta es la declaración del
profesor de la Universidad de Maguncia, Joseph LORTZ:
“Lutero es un fenómeno primitivo de propiedades y fuerzas
creadoras... Lutero es un mar de fuerzas, de impulsos, de conocimientos y
vivencias. Incomparable es la fuerza plástica de su lenguaje, la
pujanza de su pathos... Él mismo conoció y confesó lo volcánico
de su producción... Por eso es tan enormemente difícil abarcar de
una mirada la totalidad y escapa al defecto capital del análisis de
Lutero... Lutero trabaja vivencialmente. Conciencia de sí mismo,
conciencia de su misión divina, engreimiento, dogmatismo presuntuoso,
91

93. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
fuerza de voluntad: todo en la plenitud de lo genial; todo contribuye a
que para él la situación de cada instante asuma el carácter de lo
absolutamente decisivo.
“Lutero es un gigante espiritual, o, para usar la fórmula de
Althaus, es un océano; el peligro de ahogarse en él, el peligro de no
dominarlo sino de modo insuficiente, está en la enormidad de
materiales, y no menos en su modo de ser. Es preciso repetir,
aunque la frase parezca trivial, que Lutero pertenece a la suprema
galería de hombres dotados de creadora fuerza espiritual, extraordinaria;
es un genio en el más alto sentido, una fuerza primigenia en el campo
religioso y aun en el campo teológico... Era, ante todo, un creyente, y un
profeta, y un luchador... Era un teólogo de grandiosa magnitud”
“Lutero, con la seriedad de su conciencia cristiana, se levantó
según él creía, para salvar la revelación, para restablecer en su
pureza la palabra de Dios, para arrojar del campo de la fe a esa
prostituta de la razón (die Hure Vernunft), para alejar de la
obra y de los méritos de Cristo lo propio del hombre. La Reforma
luterana es una lucha por la genuina forma del cristianismo” (Citado
por Ricardo GARCIA-VILLOSLADA, op. cit. tomo I, pp.
290,291).
I. “HITO DE UN CAMPESINO”
(La niñez de Martín Lutero)
1. Fecha y lugar de nacimiento
Nació Martín Lutero el 10 de noviembre de 1483,
veintiocho años después de que Johann Gutenberg, un
compatriota suyo natural de Maguncia, comenzara a imprimir
libros mediante tipos móviles: la imprenta, el instrumento más
poderoso del que se serviría Lutero para difundir la Reforma. Vio
92

94. la luz en la pequeña ciudad de Eisleben, en el condado de
Mansfeld, en el centro de Alemania. La región de Sajonia, el
llamado país de Lutero, estaba dividida en dos, la Sajonia
electoral o ducado de Wittenberg y la Sajonia ducal; era
emperador del Sacro Romano Imperio Germánico, Federico III,
padre de Maximiliano I y abuelo de Carlos V; pontífice en Roma
el papa Sixto IV (1471-1484), constructor de la Capilla Sixtina y
quien estableció, a petición de los Reyes Católicos, en 1478, la
Inquisición española o Inquisición moderna; a su muerte, en
1484, le sucedió Inocencio VIII (1484-1492) y a éste, Alejandro
VI, el papa Borgia; gobernaba en la Sajonia electoral el príncipe
Ernesto que murió en 1486, sucediéndole su hijo Federico III el
Sabio, el protector del reformador contra Carlos V, y en la
Sajonia ducal el duque Alberto, hasta 1500 y luego su
primogénito Jorge el Barbudo, un denodado campeón del
catolicismo y el más encarnizado, tenaz y enérgico enemigo de
Martín Lutero.
La existencia del reformador, salvo algunos viajes,
transcurrió toda en ese país, el territorio de la Sajonia electoral en
la cual Federico III enalteció, sobre las demás, a la ciudad de
Wittenberg, edificando allí su castillo-palacio y fundando a su
lado la Universidad. Así pues, Lutero era sajón, “yo soy sajón, —
solía decir con ufanía— un rústico y duro sajón’’. La dureza de la
tierra de esa región de Alemania, según él, se comunicaba al
carácter de sus habitantes. “Se llaman sajones porque Dios les procura
el sustento no de una forma pingüe, sino del suelo pedregoso y roqueño"
(Citado por R. GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit. p. 36).
2. Padres y hermanos de Martín Lutero
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
93

95. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
En esa región de economía forestal, minera y agrícola, de
gentes descorteses y codiciosas, a decir del propio Lutero, pero
bien dotadas para la poesía y el canto, debemos encontrar las
raíces ancestrales de la genialidad del reformador. Su padre, Hans
Luther de veintitrés años y su madre, Margarita Ziegler (apellido
de soltera) de veinte, eran campesinos, en el pueblo de Mohra, en
realidad pequeños propietarios rurales obligados a una
contribución anual o censo perpetuo hereditario gravado a sus
propiedades. La situación económica y la posición social no eran
del todo malas. En sus Conversaciones de sobremesa, de 1530,
Lutero comentaba:
—Soy hijo de campesinos. Mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre
fueron auténticos campesinos. Yo tendría que haber sido granjero
o corregidor de aldea. Pero mi padre se fue a Mansfeld y se hizo
minero. De ahí procedo yo. Tras el bachillerato y la maestría,
dejé para otros la birreta oscura del maestro de escuela para
hacerme fraile, con gran escándalo de mi padre, que me guardó un fuerte
rencor. Todo ello para tirarme de los pelos con el papa y casarme
con una monja rebotada. ¿Quién hubiera podido leerlo en las
estrellas? ¿Quién lo habría podido predecir? (Martín LUTERO,
Conversaciones de sobremesa de 1530, citado por Daniel
OLIVIER ibid. p. 26).
Pero Martín Lutero nunca conoció a su padre como
campesino ni lo podía recordar faenando en sus tierras, porque
pocos meses antes de su nacimiento, en 1483, Hans Luther se
había trasladado con su esposa a Eisleben en el condado de
Mansfeld, para buscar una posición mejor en las minas de cobre y
de plata de la región. Al principio, fueron años muy duros de
gran trabajo y austeridad: cavar pozos en el monte, entibar
94

96. galerías, extraer escombros y escorias. Pero hay que reconocer
que, en el aspecto social, el trabajo de los mineros estaba
sometido a una organización más justa y humana que el de los
oprimidos campesinos. Lutero recordaba aquellos comienzos de
sus padres en Eisleben:
“Mis padres fueron al principio muy pobres, y mi madre, para
subirnos, tuvo que cargar la leña sobre sus espaldas. Llevaron una
vida de una dureza extrema... pero los sudores de este hombre han hecho
de mí lo que soy” (Citado por Albert GREINER, op. cit. p.
34).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Algunos meses después, posiblemente en el verano de
1484, visto que las minas de Eisleben no le estaban reportando
los beneficios y las oportunidades de trabajo esperados, Hans y
Margarita, con su bebé, decidieron trasladarse a la ciudad de
Mansfeld, capital del condado, donde el padre de Lutero pasó, en
pocos años, de simple minero a jefe de mina, después, en 1491,
como reconocimiento de sus cualidades de laboriosidad, sensatez
y probidad, le hicieron miembro del Consejo comunal y, desde
1507, los documentos de las minas de Mansfeld lo citan como
empresario, explotando, con otros, varios pozos metalíferos que
habían tomado en arriendo. En este contexto de creciente mejora
económica, criaron ocho hijos, cuatro varones y cuatro hembras,
sin contar algún niñito que murió en la primera infancia. De los
ocho, Lutero debió ser el primogénito; las cuatro hermanas se
casaron y tuvieron descendencia, dos de los hermanos murieron
en la peste de 1505 y el mismo Martín estuvo gravemente
enfermo. A los siete años, fue escolarizado en la escuela
municipal, pero no con los niños de los aldeanos del campo, sino
con los hijos de los pequeños burgueses de la ciudad. En esas
95

97. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
escuelas elementales se enseñaba a leer, a escribir, a contar, más
un poco de latín y algo de catecismo. Aunque parezca
sorprendente, no se enseñaba alemán, la lengua vernácula,
porque el alemán era la lengua de la gente inculta. El alumno al
que se le sorprendía hablando en alemán era castigado.
3. Disciplina
La educación que recibió en el hogar fue bastante severa.
Lutero recuerda que en casa, su padre, de carácter irritable y
áspero, una vez le golpeó tanto que el muchacho huyó temeroso
de él sin poder mirarle o hablarle con confianza durante algún
tiempo. En cuanto a la madre, recordaba el reformador que un
día por el motivo fútil de haber robado una nuez, en un ataque
de ira, le azotó hasta sacarle sangre. A pesar de todo, Lutero los
justificaba: “Mis padres fueron muy severos conmigo y me volví tímido
hasta el acoquinamiento, aunque sólo querían mi bien; pero no sabían
discernir los espíritus y eran desmedidos en los castigos” (Citado por
Albert GREINER, op. cit. p. 34).
Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, no obstante, sale al paso de la
acusación de que debido a esta intransigente educación paterna,
el niño Martín Lutero pudo sufrir alguna alteración psicológica:
“Pero querer descubrir en esa severa educación las causas de una
psicosis maniaco-depresiva, o como se la quiera llamar, que ciertos
psiquiatras atribuyen al futuro Reformador, es olvidar que en
aquellos tiempos esa austeridad y dureza eran cosa corriente,
estimada por los mismos niños como justa y natural, y que jóvenes
de las cualidades de Martín lograban fácilmente superar esas
deficiencias pedagógicas del hogar paterno.
96

98. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“[...] Recuérdese también que, desde los trece años, la juventud
de Martín se desenvolvió lejos de la tutela paterna y en un
ambiente familiar muy diferente a l propio.
“[...] Decir con algunos escritores freudianos que entre padre e
hijo surgió una tensión emotiva y que el temor del niño Martín a su
padre se tradujo más adelante en el temor a un Dios implacable y en
la conciencia morbosa de su propia culpabilidad, me parece un
procedimiento fundado más en teorías abstractas y en sospechas que
en hechos históricos. Lutero amó a su padre tal vez más que a su
madre” (op. cit. p.46).
En cuanto a la disciplina y a la pedagogía aplicada en la
escuela elemental comunal, Lutero dijo que se parecía bastante a
la del hogar:
“El maestro manejaba la férula (palmatoria) con crueldad de
verdugo; tanto que una sola mañana vapuleó a Martín quince veces
‘sin culpa alguna’, solamente porque no acertaba a declinar un
nombre o a conjugar un verbo. Los días que a l muchacho se le
hacían más temerosos eran los jueves y los viernes, en que uno de los
alumnos más despiertos, apellidado ‘el lobo’, hacía de monitor,
anotando las faltas gramaticales y de conducta de los escolares y leyendo
ante el maestro
la suma correspondiente a cada cual.
“En contraposición al ‘lobo’, se veía en la escuela el ‘asno’, el
último de los escolares, que portaba una cabeza de asno, de
madera, colgada a l cuello. E l lobo, el asno y la férula seguían
figurando en la ordenación escolar de Mansfeld de 1580 a pesar
de las protestas luteranas y del progreso que se hizo en el campo
pedagógico durante el siglo X V I” (Ibid. p.49).
97

99. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
II. “PAN. POR AMOR DE DIOS”
(Adolescencia y juventud)
1. En la escuela latina de los “Hermanos de la Vida Común” a los
13-14 años
Pero a pesar de la dura disciplina a la que fue sometido
hasta los trece años, Martín no fue un niño mártir; hay que
señalar que sus padres, Hans y Margarita, eran buenos cristianos,
piadosos según se entendía entonces la religiosidad y la piedad,
cumplidores “con parroquia” y fieles a las tradiciones de la Iglesia
católica. Así educaron al jovencito Martín. Dice Daniel Olivier,
del Instituto Superior de Estudios Ecuménicos de Paris:
—De la infancia y juventud de Lutero hay que retener el hecho de
que recibió una sólida formación religiosa y todo indica que la aceptó
dócilmente. Esa formación llevaba el sello de su medio popular
(devoción a Santa Ana, patrona de los mineros; creencia en el
diablo, supersticiones) y de esa espiritualidad intimista del siglo X V
denominada ‘devoción moderna’ (siendo ya un adolescente). Esa
formación le inspiró el terror ante el ‘juicio particular’ que viene
inmediatamente después de la muerte” (Lutero y la Reforma, en 2000
años de Cristianismo, Ediciones SEDMAY, Madrid, 1979, tomo
V, p.26).
Con el deseo de mejorar la formación de su hijo a quien
tenía la intención de hacerle estudiar en la universidad, su padre
lo mandó, a los catorce años, en el umbral de la adolescencia, a la
escuela latina que los Hermanos de la Vida Común tenían en
Magdeburgo, en las instalaciones de la escuela catedralicia, la más
famosa e importante de la ciudad. Este grupo religioso formado
98

100. por la asociación mixta de sacerdotes y laicos que vivían en
comunidad bajo un rector, no profesaban votos religiosos, pero
tenían ciertos estatutos casi monacales y eran los típicos
representantes de la “Devoción moderna”, postulando también una
reforma de la Iglesia en sentido tradicional. Sin duda, allí conoció
el jovencito Martín Lutero algunos principios de esa reforma
necesaria: la lectura de fragmentos de la Escritura y de los padres
de la Iglesia, la reforma de las costumbres, la frecuentación de los
sacramentos, la excelencia de la vida monástica para alcanzar la
salvación, una religiosidad más interior y menos formalista, la
vida ascética y la renovación espiritual. ¿Hasta dónde el año
vivido, cuando tenía catorce, con los Hermanos de la Vida en
Común pudo influir en la preparación inconsciente de la gran
Reforma que él hizo estallar cuando tenía treinta y cuatro?
¿Depositaron, sin saberlo, aquellos religiosos, medio frailes,
medio laicos, alguna semilla de cambio y depuración religiosa en
el alma de aquel adolescente que llegaría a germinar como un
frondoso árbol años después? No tenemos pruebas para
confirmarlo, pero el alma de un jovencito es como una esponja y,
si tengo en cuenta mi propia experiencia religiosa personal,
iniciada a los 12 años, sin más apoyos que la fe que despertó en
mí el descubrimiento de la Palabra de Dios, pudo, en efecto, ser
así.
2. Cantando y mendigando bajo las ventanas
La casa en la que recibía hospedaje en Magdeburgo, la
cual realmente se desconoce, no debió ser muy acogedora para un
muchacho de 14 años, Martín pasó allí episodios de enfermedad
y sobre todo de soledad que movieron a su padre a pedirle que
regresara a casa y enviarlo posteriormente, para que siguiera sus
estudios preuniversitarios, a la ciudad de Eisenach, el país de sus
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
99

101. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
padres y abuelos, donde tenía varios parientes. Un tío-abuelo,
Conrado Hutten, debía hacerse cargo de él, pero, debido a sus
muchas ocupaciones, no pudo hacerlo. En Eisenach, llamada más
tarde por Lutero “nido de curas” por el alto porcentaje de
eclesiásticos que allí vivían, ingresó en la escuela de San Jorge,
cerca de la parroquia del mismo nombre, donde cursó tres años
completos de estudios de humanidades. Dice el profesor español
de la Gregoriana: “Martín Lutero conservó hasta los últimos días de su
vida la costumbre de componer breves poesías ocasionales en latín,
idioma que desde los días de Eisenach sabía manejar con sorprendente
facilidad y dominio, aunque sin pretensiones de elegancia clásica” (Ibid.
p. 56).
Lo cierto es que, a pesar de tener allí muchos parientes, lo
pasó muy mal y que la indigencia le obligó a mendigar
mendrugos de pan como hacían otros escolares: “Pan, por amor de
Dios”, pedían de puerta en puerta. Lutero había aprendido a
cantar en grupo, a voces, en la escuela comunal de Mansfeld, así
que ahora, con otros estudiantes,
“Cantaban debajo de las ventanas y en los porches afín de
enternecer el corazón de los burgueses. Aquella práctica, a pesar de
estar de acuerdo con las costumbres de la época, y revestida por los
monjes con el nombre de obra pía, fue, en realidad, muy dura
para Lutero. De todas formas le permitió zafarse de la pesada soledad”
(Albert GREINER, op. cit. p. 36).
Y el mismo Lutero escribió en 1530:
“No despreciéis a los muchachos que de puerta en puerta van
pidiendo el pan por amor de Dios... También yo he sido un
100

102. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
apañador de mendrugos, y he mendigado el pan a las puerta de las casas,
especialmente en mi querida ciudad de Eisenach, aunque
después, mi amado padre, con todo amor y bondad, me mantuvo
en la Universidad de Erfurt, y a costa de amargos sudores y fatigas, me
ayudó a llegar a donde he llegado” (Citado por R. GARCIA-
VILLOSLADA, op. cit. p. 57).
3. “El filósofo” en la Universidad de Erfurt
Lutero había cumplido los dieciocho años, había
concluido los estudios de humanidades y su conocimiento del
latín, la lengua oficial de todas las universidades, era bueno,
superior al de la media de los otros estudiantes. Sus maestros lo
consideraron suficientemente capacitado para pasar a los estudios
universitarios. También su padre, que había prosperado social y
económicamente, podía asumir ahora los gastos que suponía una
carrera universitaria, fuera del hogar. Además, Hans Luther,
viendo los talentos de su hijo, había albergado planes ambiciosos
para él. Quería que estudiase derecho y llegase a ser un jurista, un
notario, un profesor universitario o consejero de príncipes o
ciudades. Y para estudiar derecho, ninguna universidad mejor
que la de Erfurt, de gran prestigio en toda Alemania, pues la
gente decía: “Para estudiar derecho no hay como Erfurt”. Así pues, en
la primavera de 1501, el joven Martín Lutero ingresaba en la
universidad de esa ciudad para cursar los estudios preparatorios
de artes o filosofía, necesarios para las facultades superiores.
Lutero debía seguir primero el ciclo de las artes liberales:
gramática, lógica, psicología, cosmografía, metafísica y música.
101

103. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“El conjunto de estas asignaturas estaba dominado, como la
misma teología de la época, por el pensamiento filosófico de
Aristóteles. Lutero no se dejó encerrar en los límites de su programa.
Aprovechó sus años de estudio para hacer contacto con la
espiritualidad occamista, con el humanismo y la cultura antigua. La
vida recluida que llevaba en aquel internado donde reinaba una
disciplina de hierro, le permitió acabar los estudios en plazos muy
breves. En febrero de 1505 fue recibido como segundo entre diecisiete
aspirantes al examen final y le fue otorgado, en el curso de una
solemne ceremonia, el envidiable título de Maestro en Artes. Empezando
sus estudios de derecho, podría dar sus lecciones. [...] Aquel muchacho
tranquilo y celoso, a quien sus compañeros habían dado el
sobrenombre de ‘el filósofo’, no parece haber padecido hasta aquel
momento ninguna crisis religiosa” (Albert GREINER, op. cit. p.
36,37).
Lutero no se afilió al grupo de los humanistas, pero Juan
Crotus Rubeanus, uno de aquellos compañeros de estudios que sí
llegó a ser un humanista en Erfurt, le escribió en abril de 1520:
“Eras en mi convictorio buen músico y filósofo erudito” (citado por R.
GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit. p. 74).
La vida en los colegios mayores de la universidad, en uno
de los cuales estuvo sin duda residiendo Martín Lutero, era muy
parecida a la vida conventual; tenían el día entero muy ocupado,
pues debían asistir
a muchas clases y lecciones, disputas académicas, cabalgatas y
desfiles en ocasión de las graduaciones y otros actos
universitarios. Lutero dirá más tarde “que no hay gozo en el mundo
como el que produce el espectáculo de una promoción magistral” (citado
por R.GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit., p. 70). En cuanto a la
102

104. vida religiosa: misa diaria, confesión al menos cuatro veces al año,
visitación a las innumerables reliquias de las iglesias, procesiones,
desfiles, actos litúrgicos en la iglesia, etc. Los estudiantes debían
rezar diariamente cinco padrenuestros y avemarías y
semanalmente una plegaria de acción de gracias por haber nacido
varón y no hembra... se inauguraba cada uno de los dos semestres
del curso, con una misa mayor y era preceptiva la participación de
los estudiantes en los oficios. El carácter confesional de la
enseñanza universitaria era un hecho general e incuestionable
antes de la Reforma luterana. Es importante señalar también que
en este tiempo tuvo Martín Lutero su primer encuentro con una
Biblia. El asunto ha sido debatido porque algunos lo sitúan antes,
en la escuela de los Hermanos de la Vida Común, pero esto es lo
que alguien, en 1540, dice haber escuchado al propio
reformador:
—Siendo yo un adolescente en Erfurt (tenía unos veinte años),
vi la Biblia en la biblioteca de la Universidad, y leí un pasaje del
libro de Samuel (la historia de Ana, madre del profeta). Pero no pude
seguir, porque la hora de clase me llamaba. Yo deseaba muy
ardientemente leer todo el libro; pero en aquellos tiempos no había
ocasión de hacerlo” (Ibid. p. 75).
Y este fue el contexto en el que se enfrentó con la
situación más importante y transcendental de su juventud: la
crisis espiritual que le llevó al convento y que sería, más tarde, la
causa más decisiva del origen de la Reforma evangélica. Martín
Lutero tenía una sólida formación y práctica religiosa católica; no
era negligente con la fe que le habían enseñado desde niño; antes
de profesar como fraile agustino, no era un católico nominal, un
no profesante, ni un escéptico, ni un mundano sensual y amador
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
103

105. de los placeres de la carne como han escrito algunos de sus
enemigos, ni un indiferente para las cuestiones religiosas; no era
un renegado, ni un crítico mordaz e irresponsable de la jerarquía
de la Iglesia; no era un humanista paganizante. Tampoco fue un
ignorante, sin estudios, sin cultivar; era un buen latinista, conocía
la doctrina de la Iglesia a un nivel teológico; estaba iniciado en los
sistemas filosóficos imperantes en la época y había estudiado la
antigüedad y la historia de la Iglesia cristiana. Pues bien, en
medio de esas coordenadas, y teniendo, al acabar sus estudios de
derecho, un futuro promisorio, el joven Martín Lutero, tomó una
decisión que decepcionó en gran manera a sus padres, y que
cambió por completo la trayectoria de su vida: quiso dejarlo todo
e ingresar como novicio en un convento. ¿Por qué? Sólo hay una
respuesta: porque buscaba la seguridad de su salvación personal,
porque tenía que encontrar la solución a su crisis espiritual y
religiosa, lo que algunos han llamado “la fiebre de lo divino”.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
104

106. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
III. “LA FIEBRE DE LO DIVINO”
(La crisis espiritual de Lutero)
Este apartado acerca de la crisis espiritual de Martín
Lutero, será objeto de un tema entero, el cuarto, de esta serie de
apuntes históricos, notas y comentarios homiléticos acerca del
reformador.
IV. CARÁCTER Y PERSONALIDAD
(Respondiendo a los críticos)
Como dijo el escritor francés, barón de Montesquieu
(1689-1755), la patria chica donde uno nace, vive, trabaja y
muere, imprime en la personalidad de los individuos
características extraídas de la propia naturaleza de la tierra:
tenacidad, dureza, perseverancia y un tanto de pesimismo,
cuando el terreno es difícil de explotar y no siempre da lo que se
espera; sensibilidad, talento artístico, ingenio, un tanto de
superficialidad, cuando el paisaje es bello y la explotación del
campo es fácil y próspera. A esto habría que añadir las
costumbres y tendencias atávicas que pasan de padres a hijos
durante generaciones. Daniel OLIVIER, historiador de la
Reforma, dice de la personalidad de Lutero:
—Lutero tendrá durante toda su vida, las cualidades de su
pueblo: trabajador infatigable, sentido común, valentía física (jamás
abandonará en las epidemias de peste a los que tiene bajo su
responsabilidad y responderá a las convocatorias del legado
papal, y luego del emperador, como el soldado que recibe la orden de
lanzarse al asalto), acogida benévola, comunicación de lo poco que
105

107. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
pueda poseer, gran honestidad en la vida fam iliar” (op. cit. p.
27).
1. Con respecto al lenguaje
Del reformador alemán se han dicho muchas cosas desde
posiciones encontradas, marcadas unas por los ataques y
acusaciones más burdos y otras por los encomios y panegíricos
más laudatorios, por lo cual es presumible que lo que se le
imputa en algunas biografías, no sea del todo real ni verdadero.
Por su lenguaje a veces tosco, grosero, impetuoso, incluso
violento, que le han echado en cara tantas veces, se le ha querido
equiparar con los mineros de las montañas de Mansfeld o de los
Alpes austriacos:
“¿Aprendería de su padre, minero bronco y sin cultura, la
costumbre de las palabrotas vulgares y del vocabulario soez y aún
obsceno? No es de creer que los mineros de Mansfeld fuesen de mayor
urbanidad y cortesía que los camorristas y matachines de
Annaberg, en el ducado de Sajonia; ni muy diferentes de los
mineros de los Alpes, ‘gente feroz, tumultuosa, indómita’ según decía un
arzobispo de Salzburgo, por eso, bien podemos pensar que el buen
hablar y los finos modales no serían los rasgos característicos del padre
de M artín” (Ibid. p. 45).
Sorprende este comentario de GARCÍA VILLOSLADA
con respecto al lenguaje usado por Martín Lutero y la influencia
recibida de su padre. En primer lugar, Lutero nunca trabajó con
mineros ni fue uno de ellos; su padre, Hans Luther, tampoco fue
minero durante toda su vida pues procedía de una familia de
agricultores, pequeños terratenientes. Si bien es cierto que no era
106

108. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
un hombre cultivado, llegó a ser elegido miembro del Consejo
comunal de Mansfeld, lo cual significaba que no era un “iletrado”
y que le situaba socialmente por encima del común del pueblo.
Por otra parte, el niño Martín, como ya hemos dicho, no se
educó entre los aldeanos del campo, sino entre los pequeños
burgueses de la ciudad; y él sí fue un hombre culto, con unos
estudios en Artes y Teología que le abrieron una cátedra de
profesor universitario. Fue un buen latinista y doctor en Teología.
Pero ante todo fue un eximio escritor enormemente prolífico,
¿cómo se le puede atribuir un lenguaje frecuente de “cierta rudeza
brutal”? (Ibid. p. 40). Es evidente, no obstante, que fue un
reformador y que como tal puso más de una vez, con sarcasmo, el
dedo en la llaga de los abusos de Roma y que los escándalos de la
jerarquía le irritaban y obligaban a no usar con ellos un lenguaje
de “paños calientes”. Así mismo les ocurrió a otros reformadores,
recordemos los sermones de Savonarola en Florencia y, en
particular aquel en el que identifica a la Iglesia romana con la
prostituta del Apocalipsis: ¡Ven acá, Iglesia infame!
2. Los excesos y calumnias de Johannes Cocleo (1479-1522) y
Enrique Susón Denifle (1844-1905)
Puesto que estamos hablando del carácter y personalidad
del reformador alemán, nos vemos obligados a citar aquí a dos de
los autores católicos que más contribuyeron, el primero durante
casi cuatro siglos, a popularizar una imagen distorsionada y
caricaturesca de Lutero, como un individuo sensual, bebedor,
comilón, lujurioso, mentiroso, orgulloso, soberbio y contumaz. Se
trata de Cocleo, contemporáneo del reformador y de Enrique
Denifle, un fraile dominico, subdirector del Archivo Vaticano. La
valoración y respuestas a las declaraciones de estos autores, no las
107

109. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
haré yo, sino otro biógrafo también católico y poco proclive a
ocultar los defectos y los errores del reformador cada vez que cree
tener base histórica para hacerlo, se trata del español, Ricardo
GARCÍA-VILLOSLADA, cuyo libro Martín Lutero. El fraile
hambriento de Dios, ya hemos citado en varias ocasiones. Con él,
evitamos caer en un juicio personal meramente reaccionario
contra los dos opositores de Martín Lutero.
Johannes Cocleo, en su libro Commentaria de actis et scrptis
Martini Lutheri, publicado en 1549, más de 25 años después de la
muerte del autor, dijo de su biografiado:
“Los frailes agustinos veían en aquel su hermano de religión algo
raro y extraño, que podía proceder del trato íntimo con el demonio
o de enfermedad epiléptica”. [...] Le niega íntima y sincera
religiosidad. No entiende su verdadera psicología y los problemas
espirituales que atenazaban su conciencia [...] “en el aspecto moral era
abominable, no por su lujuria—Cocleo no le acusa sino de su
matrimonio sacrílego con una monja—sino por su orgullo y
soberbia, por su ambición, por su hipocresía, por su iracundia,
por sus blasfemias contra el papa y los santos, por su desprecio de la
virginidad, por sus calumnias, por sus mentiras, por su astucia
serpentina, por sus insolencias y turpiloquios. Lutero es un monje
sedicioso y rebelde, perturbador de Alemania, falso intérprete de la
Sagrada Escritura y autor de dogmas perniciosos” (lo cuenta G-
Villoslada, op. cit. p. 255).
¿Qué crédito merecen tales afirmaciones? G.-Villoslada
apunta:
108

110. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Conoce y utiliza casi todos los escritos de Lutero, de los que
extracta una antología repulsiva, pero también conoce y aprovecha,
con habilidad de polemista, los más virulentos escritos anti-luteranos,
al mismo tiempo que recoge rumores e historietas que corrían
entre los antiguos compañeros y conocidos de Fr. Martín,[...]es
demasiado superficial y contrario a muchos hechos ya descritos” (Ibid.).
En cuanto a Enrique S. Denifle que fue un erudito,
especialista en Historia de la Iglesia medieval, expone su singular
teoría sobre el origen de la doctrina luterana, en su obra Lutero y
el luteranismo de 1903:
“Este hombre, que por naturaleza era un soberbio y arrogante,
despreciador de todas las opiniones que no se ajustaran a la suya y
que estaba dotado de fuertes pasiones y tendencias a la sensualidad,
una vez ingresado en el claustro quiso alcanzar la santidad por
sus propias fuerzas. Llego a hacer—si prestamos fe a sus tardías
declaraciones—verdaderos excesos de penitencias y mortificaciones,
martirizando su cuerpo con vigilias, ayunos, abstinencias,
flagelaciones y continuas plegarias [...] Con el desaliento de la
voluntad surgió más impetuosa la inclinación al mal, particularmente a
la lujuria. Entonces, en vez de humillarse y pedir a Dios perdón,
adoptó una actitud de soberbia, que le precipitó en la desesperación y
en la melancolía. Las continuas tristezas y terrores de su juventud se
han de atribuir a remordimientos de conciencia.
“Se empeñó en justificar teológicamente su bancarrota moral;
necesitaba para eso una teoría que le permitiese vivir en la
satisfacción de sus bajos instintos y no tardó en encontrarla formulando
la doctrina de la concupiscencia invencible y la negación del libre
albedrío.
109

111. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Esa interna corrupción moral supo Lutero dorarla con
apariencias de misticismo, inventando una nueva teoría, la de la
justificación imputativa. Las buenas obras son inútiles para la salvación,
basta la fe”. (Ibid. p. 259).
A primera vista, esta teoría hace sonreír a todos los que
conocen la teología paulina y han estudiado la epístola a los
Romanos y a los Gálatas que Lutero explicó a sus alumnos. Pero
Denifle era y es aún una autoridad para muchos católicos, por
consiguiente no se le pueden atribuir sus excesos con respecto a la
personalidad de Lutero a la ignorancia. G-VILLOSLADA lo
explica así:
—Sus largas disgresiones están reforzadas con afirmaciones
rotundas que caen como mazazos; sin contemporizaciones, sin
atenuaciones ni matices; en un estilo robusto, lleno de sangre y de vida,
no raras veces crudo, hiriente, retador [...] Más que una aportación
serena, su obra parece un desafío. No puede contener su pasión al
hablar de Martín Lutero. [...] Con fuertes pinceladas de ciencia,
Denifle hizo una caricatura. Su Lutero es una estatua deforme y
monstruosa, esculpida a golpes de
______
titán. [...] En realidad la tesis fundamental de Denifle es, en su
conjunto, insostenible.
Que la juventud de Fr. Martín fuese un continuo reincidir en
pecados de lujuria, sin resistir a la concupiscencia, y que la
teología luterana brotase de la corrupción moral del monje sajón, sin
ninguna raigambre auténticamente religiosa, es una opinión que
ya ningún historiador serio se atreve a propugnar” (Ibid. p. 258,
261, 263).
3. Acusación de padecer trastornos mentales
110

112. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
También algunos médicos y psiquiatras se han empeñado
en encontrar síntomas de algún trastorno o enfermedad mental,
en la personalidad y en la actividad reformadora de Lutero y, en
particular, durante el proceso de su crisis espiritual. No queremos
dar demasiada relevancia a este hecho porque, con cierta
frecuencia, algunos facultativos pretenden asociar o identificar la
fenomenología de la experiencia religiosa con determinados
trastornos mentales de la psicopatología—de hecho, también Jesús
tuvo que soportar esta acusación: “está fuera de sí” (Mar. 3:21;
Juan 10:20) y Pablo: “Estás loco Pablo: las muchas letras te vuelven
loco” (Hech. 26:24)—Lutero no fue un enfermo, no lo deja
entrever la gran actividad que desarrolló como profesor,
predicador, escritor y reformador, ni tampoco hay lugar para
deducirlo de sus testimonios personales: “Dios me concedió un
cuerpo sano hasta el año cincuenta de mi vida” (Ibid. p. 265).
La mayor parte de los doctores que se han ocupado de
diagnosticar los supuestos trastornos mentales de Lutero, insisten
en su niñez, en el hecho de haber tenido un padre autoritario y
violento, hablan de un complejo sexual llamado de Edipo, y
subrayan, desde una perspectiva freudiana, las tentaciones de su
juventud, asociándolas con problemas sexuales, que según estos
doctores se dejan traslucir, a veces, en su lenguaje y en sus
escritos. En 1904, en una biografía del fraile reformador, se le
diagnosticó “una psicosis circular”. El psiquiatra Pablo Moebius,
que estudió la posible psicopatología de grandes hombres como
Rousseau, Goethe, Schopenhauer, Nietzsche y otros, dijo de
Lutero que padeció una “psicosis maniaco-depresiva”, lo mismo
pensaba Reiter, famoso psiquiatra danés que añade: “Como efecto
de sus combates espirituales cristalizó el núcleo de la concepción religiosa
111

113. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de Lutero; y de las interferencias de ésta con las corrientes históricas de su
tiempo surgió la Reforma luterana” (Ibid. p. 267). El psicoanalista
americano Erik H. Erikson escribió: “Para Martín, la sexualidad fue
un agudo problema”. De ahí que hablase de ‘celibato suicida’, contrario
a la naturaleza y absolutamente imposible de guardar” (Ibid. p. 271).
Todavía el jesuita Hartmann GRISAR, reconocido como el más
eminente biógrafo católico de Lutero, que escribió en 1911-1912,
una biografía del reformador de 2600 páginas, en tres
imponentes volúmenes, lo califica de psicópata y neurótico, con
una psicología perturbada, sin llegar a la demencia (Ibid. p. 276).
Difícil de admitir, ya lo hemos dicho y lo volvemos a
reiterar. Indiquemos, como una respuesta no comprometida, los
comentarios y argumentos contrarios que G-VILLOSLADA hace
al respecto:
“Son muchos los historiadores, como Sheel, en primer lugar, y
luego Boehmer, MacKinnon, Buonaiuti, Febvre, Messinger, etc., que
o rechazan expresamente cualquier explicación psicopatológica y aun
cualquier anormalidad en Lutero, o no toman en serio las teorías de los
médicos” (Ibid. p. 273).
“A priori, podemos afirmar que la explicación psicopatológica de
la crisis religiosa de Lutero, será siempre parcial e incompleta. Podrá dar
razón de ciertos fenómenos psíquicos, temperamentales y aún somáticos
que nos chocan en la vida del reformador, pero aclarar el porqué y cómo
aquel fraile, a los treinta años de su vida, creó un nuevo sistema
teológico e inventó una nueva forma de cristianismo, es problema muy
complejo, en cuya solución intervienen otros factores ajenos a la
psicopatología.
112

114. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Humorísticamente Lucien Febvre ha escrito: ‘Admiremos por lo
pronto, sin pretender rivalizar con ellos, a esos psiquíatras
improvisados que con magnífica seguridad emiten diagnósticos
contradictorios contra Lutero enfermo. Resistamos a los
encantamientos de esos psicoanalistas fáciles, que dan—y con qué
solicitud—a los requisitorios de Denifle sobre la lujuria secreta de Martín
Lutero el apoyo esperado de las teorías freudianas sobre la libido
y la represión’.
“[...] Una cosa desconcierta en Martín Lutero a cuantos
estudian sus enfermedades psíquicas: la tremenda resistencia de su
alma y de su cuerpo, con que soporta fatigas mentales y físicas—,
hablando, enseñando, disputando, predicando y, sobre todo,
escribiendo sin cesar, en latín y en alemán, libros y más libros de
carácter teológico, exegético, pastoral y polémico. Parece que un
hombre tarado psíquicamente o neurasténico no puede tener
aguante para desplegar tantas energías y perseverar en su tarea” (Ibid.
pp. 265, 273).
IV. “ C U M SA C C O C IV IT A TEM ”
(Cómo era realmente Martín Lutero)
Fríamente, sin pasión demoledora o laudatoria, sin
intención difamatoria, sin pretender ensalzarlo o desautorizarlo,
juzgándolo a través de su biografía más íntima, más humana, la
que se desprende de los+ documentos no polémicos, los escritos
que no pertenecen al elenco de la Reforma religiosa, los que
hablan de él como persona, como creyente, como esposo, como
padre, como amigo... Esto es lo que recoge de él, el biógrafo
católico G-VILLOSLADA:
113

115. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Su temperamento apasionado y su pluma prodigiosa le hicieron
grande entre los grandes, y también—por contragolpe—le crearon
tremendas aversiones y antipatías... En todo lo concerniente a la
religión se mostraba dogmatizante, categórico, increíblemente obstinado,
más inflexible que el acero, incapaz de retractación, quizá porque no
era un razonador; era un intuitivo, un vidente. Y aquel hombre que
tenía conciencia de profeta y, como tal, se alzaba orgullosamente retador
frente a todas las autoridades humanas (con algunas
excepciones de debilidad servil), era en la intimidad de su
hogar, el mejor padre de familia, obediente a su mujer, tierno y severo
educador de sus hijos, juguetón y humorista en el trato con
______aquella y con éstos, buen amigo de sus amigos, humanísimo,
hospitalario, modesto y sencillo, sin ningún apego al dinero [...]
Si en la orografía espiritual, religiosa, cultural y política de Europa
hubiera que señalar cinco cumbres a lo largo del siglo XVI, yo
no vacilaría en escribir estos cinco nombres: Erasmo, Lutero,
Loyola, Calvino y Felipe II. Todos ellos influyeron decisivamente,
aunque de distinta manera, en la orientación y en la posición
religioso- política de sus contemporáneos y, consiguientemente, en
la marcha histórica de la humanidad” (op. cit., pp. 16-20,
passim).
Sobre la vida de Martín Lutero en el convento—donde
cambió su nombre por el de Agustín—, la solución a la crisis
religiosa y posteriormente, durante el nacimiento y desarrollo de
la Reforma, no lo trataremos aquí para no repetirnos, porque el
próximo tema, el IV, LA CRISIS ESPIRITUAL DE LUTERO y
el VI, ETAPAS DE LA REFORMA, nos permitirán volver a
entrar en los contenidos propios de su biografía. Señalemos, para
concluir este comentario sobre su carácter y personalidad, las
114

116. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
vejaciones que tuvo que soportar en los comienzos de la vida
conventual:
“Se quería humillar al doctor en filosofía, y hacerle comprender
que su ciencia no lo elevaba por encima de sus hermanos. Se pensaba
además impedirle que siguiera cursando estudios de los cuales el
convento no obtendría ningún provecho. E l antiguo Maestro en Artes,
debía hacer las funciones de guardián, abrir y cerrar las puertas,
dar cuerda al reloj, barrer la iglesia, limpiar las habitaciones. Luego,
cuando el pobre monje, a la vez portero, sacristán y doméstico del
claustro, había terminado su trabajo. ‘¡cum sacco civitatem!’, ¡con
el saco por la ciudad!, le gritaban los frailes; debía ir por todas las calles
de la ciudad de Erfurt, mendigando pan de casa en casa, obligado incluso
a llamar a las puertas de los que habían sido sus amigos y sus
inferiores... Pero él lo soportaba todo, impulsado por su carácter de
consagrarse enteramente a todo aquello que acometía” (J.-H. MERLE
D’AUBIGNÉ, Histoire de la Réformation au seiziéme
siécle, Paris, 1860, tomo I, p. 156).
Y llegados aquí, no me resigno a callar esta pregunta
cauciosa dirigida a sus críticos: ¿dónde es ostensible, en este
episodio, la congénita soberbia y el orgullo irrefrenable de su
personalidad y carácter que le atribuyen sus detractores?
V. UN HOMBRE COMO LOS DEMÁS
(Motivos del matrimonio de Lutero?
1. El matrimonio de Martín Lutero
El 13 de junio de 1525, cuando eran todavía muy
patentes los efectos de la revolución campesina, Martín Lutero se
115

117. casaba con la ex-monja Catalina de Bora, hija de una familia de la
baja nobleza. El reformador tenía cuarenta y dos años, la esposa
veintiséis. Este matrimonio no fue bien visto por mucha gente,
aunque ya hacía tiempo que algunos sacerdotes, religiosos y
monjas se casaban, reivindicado así la libertad cristiana; la boda
fue tema de mofa para unos (Erasmo decía “me ensordecen los oídos
con el drama luterano. Pero, como en una buena comedia, todo acaba en
boda”), de disgusto para otros (su amigo Melanchton que no lo
consideraba oportuno, por lo que no asistió a la boda), de
sorpresa para otros que le habían escuchado, en 1522, que no
tenía intención alguna de contraer matrimonio, y de decepción
para la mayoría, pues el sentir general era que los hombres de
iglesia, no sólo los frailes porque hacían voto de castidad, debían
quedar célibes, como mandaba la tradición cristiana occidental,
multisecular. Lutero que era consciente de ello, llegará a decir:
“Debido a nuestro matrimonio hemos perdido nuestra autoridad ante el
pueblo” y Melanchton escribía: “ Le veo dolido e inquieto por este
cambio de vida” (citado por Daniel OLIVIER, op. cit. p. 53). Pero
el matrimonio del fundador del protestantismo ha sido materia
dilecta en todas las críticas de los detractores de la Reforma que
lo han calificado de “escándalo”, “matrimonio sacrilego con una
monja”, viendo en ello la confirmación del carácter sensual de
Lutero y de sus tentaciones con los placeres de la carne. “No hay
quien pueda evitar—dice OLIVIER—la opinión que, tras los conflictos
de un sacerdote con la Iglesia, entrevé un asunto de faldas” (Ibid. p. 51).
Pero, a pesar de todo, Lutero siempre consideró su
matrimonio providencial y legítimo. En 1527, creyéndose
próximo a morir y sabiendo que Catalina tenía, a veces,
problemas de conciencia, escribió a su esposa esta carta:
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
116

118. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Querida Catalina, si Dios cree oportuno el que yo me retire ya
con El, te ruego que te sometas a su graciosa voluntad. Tú eres, en
verdad, mi mujer legítima, puedes estar segura de ello, y no tienes por
qué dudarlo. Que el mundo impío y ciego diga de ti lo que
quiera, déjale decir, toma por regla la Palabra de Dios, y mantente
firmemente adherida a ella, en la cual encontrarás una fuente cierta y
constante de consuelos contra el diablo y los calumniadores”
(Albert GREINER, op. cit. p. 152).
2. Motivos del matrimonio
Este matrimonio súbito del reformador, discutido por sus
contemporáneos, incluso por sus amigos, ha guardado siempre
una parte de misterio. ¿Por qué se casó Lutero? ¿Pretendía
simplemente formar una familia y gozar del cariño necesario, de
una esposa y de unos hijos? ¿Quiso de este modo desafiar al papa
y al magisterio eclesiástico, atacando “la tiranía del celibato
eclesiástico, imposible de guardar”? (Conversaciones de sobremesa, enero
de 1538, citado por OLIVIER, Ibid. p. 52) ¿Fue su matrimonio un
aspecto más de la nueva praxis de su gran Reforma, instaurando a
partir de entonces en la Iglesia cristiana occidental, el principio
de que los pastores, los presbíteros debían ser casados como dice
la Escritura (Tito 1:5,6)? ¿Quiso simplemente complacer a su
padre que se había opuesto a su vocación de fraile y que ya había
querido casarle cuando era estudiante? Después del matrimonio
escribió a su padre: “Como ves he cumplido tu voluntad y voy a poder
darte nietos” (Ibid.).
Todo esto tiene mucho de verdad y no debemos dudar del
carácter de ejemplaridad que encerraba su matrimonio. “ Los
partidarios de Lutero tuvieron la impresión de que, de repente, el
117

119. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
acontecimiento reducía a su héroe a dimensiones completamente
ordinarias”, por eso no todos estuvieron de acuerdo, pero lo que
pretendía el reformador era: “quiso desmitificar al ‘ídolo Lutero’
dando a entender que él era un hombre como los demás” (Ibid. p. 51, p.
52), que no estaba obligado a rehusar la felicidad doméstica, que
tenía derecho, como cualquier ser humano, a amar y ser amado, a
gozar de la intimidad entrañable de la vida y del calor de un
hogar. El celibato era lo contrario de todos esos profundos y
legítimos sentimientos y aunque se aceptaba como una ofrenda
de renunciamiento y sacrificio a Dios, representaba la negación
de la propia voluntad divina para el bien del hombre desde la
creación. Por eso, algún tiempo después de casado, afirma: “H a
sido Dios mismo quien, súbitamente me ha llevado al matrimonio, en el
que yo no pensaba. He querido confirmar, con mi propio ejemplo, lo que
siempre he enseñado” (Ibid. p. 53).
3. Una vida doméstica feliz con algunos lutos
Martín y Catalina se casaron y la pregunta que surge no es
frívola: ¿pero se casaron enamorados? No lo creemos, porque
antes de la boda, durante un año, había intentado casarla con
otros. Él mismo cuenta que: “Por entonces no amaba a mi Catalina.
Sospechaba que era ruda y orgullosa. Pero Dios quiso que sintiera
compasión por ella” (Ibid.). Y en otra ocasión, después de años de
matrimonio, nos da un testimonio entrañable del amor por ella y
los niños: “Amo a mi Catalina; la quiero más que a mí mismo,
segurísimo; preferiría morir antes que verla morir a ella y a cualquiera de
los niños” (Albert GREINER, op. cit. p. 152).
El matrimonio de Martín Lutero y Catalina Bora fue un
matrimonio feliz pero con algunos aciagos días como le ocurre a
118

120. cualquier familia. Efectivamente, seis niños vinieron a enriquecer
aquel hogar, cuatro varones y dos niñas, el mayor, Juan, nació el
7 de julio de 1526, la segunda, Elisabeth, murió a los ocho meses,
Magdalena, la tercera, a quien Lutero profesaba un cariño
particular por ser la única niña de la familia, también falleció a
los trece años, con gran desconsuelo de sus padres, aunque el
reformador la había preparado espiritualmente. Lutero tomó muy
en serio la educación de sus hijos, había aprendido de su propio
padre las fatales consecuencias de una severidad extrema, así que,
sin ser condescendiente o transigente con sus errores graves, los
envolvía de amor y solicitud, para su instrucción escribió para
ellos unas fábulas alemanas y una colección de 489 proverbios; se
paseaba y jugaba a los bolos con ellos y pasaba largos momentos
enseñándoles la fe cristiana. Dice: “Creen de una manera ingenua,
sin discutir y sin dudar, en la gracia de Dios y en la vida eterna” (Ibid.).
“Liberado de múltiples cuidados por la presencia de su mujer,
Lutero halló, en la intimidad del hogar, tiempo para descansar y para
distraerse. Los días de fiesta jugaba al ajedrez. Admiraba el jardín de
su casa. Por encima de todo, le gustaba la música porque ‘la
música es un don de Dios... hace olvidar la cólera, la impureza, el
orgullo y toda clase de vicios’” (Ibid. p. 153).
“Un hombre como los demás”, titulaba este capítulo. Así
lo han visto sus mejores biógrafos:
“Un hombre entre los hombres, una personalidad dotada de una
prodigiosa vivacidad, así es como nos aparece Lutero a lo largo
de toda su existencia. Aquellos que exigen que el hombre de Dios, el
hombre de la Iglesia sea uno de esos hombres perfectos, santos
moderados, y, por decirlo todo, un poco insípidos, quedarán
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
119

121. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
escandalizados por el reformador, cosa que les ocurrirá, por otra parte,
con todos los personajes de la Biblia. Es demasiado poco, en verdad,
decir que existen dos hombres en Lutero; son innumerables: el meditativo
y el apasionado, el tímido y el luchador, el conciliador y el intratable, el
amable y el colérico, el tierno y el grosero, el confiado y el melancólico, el
alegre y el desesperado. Todo lo cual da una impresión de vida real,
de vida vivida, que hace de Lutero un hombre infinitamente próximo
a nosotros e infinitamente actual” (Albert GREINER, op. cit.
conclusión, p. 187).
VI. TESTAMENTO Y MUERTE
1. Testamento
El testamento lo hizo Martín Lutero el 6 de Enero de
1542, cuatro años antes de su muerte, por sí y ante sí, es decir, sin
la intervención o presencia de un notario; esta inhibición de toda
acta notarial la explica así García-Villoslada: “¿No tenía él mayor
autoridad que cualquier notario público, pues era, o se decía notario de
Dios? ¿Qué falta hacían escribanos y testigos? Lo único que le interesa es
nombrar a su mujer C atalina heredera universal de sus bienes, y espera
que el príncipe ratificará su decisión escrita” (Ibid. p. 576).
Dejando de lado la declaración de todos sus bienes
muebles e inmuebles que asigna por entero a Catalina, y que pide
que así lo ratifique y autorice su señor el duque elector Juan
Federico de Sajonia, voy a recoger la parte final del testamento:
“Por último, yo ruego a todos—puesto que en esta donación o
asignación no uso de formas o términos jurídicos, para lo cual tengo
mis razones—me dejen ser lo que soy en realidad, a saber, una
120

122. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
persona pública, bien conocida en el cielo, en la tierra y en el
infierno, con autoridad bastante para que se fíen de mí y me crean
más que a un notario. Porque si a mí, condenado, pobre, indigno y
miserable pecador, Dios, padre de toda misericordia, me ha
encomendado el Evangelio de su querido Hijo y me ha hecho fiel y veraz
respecto de ese Evangelio, conservándome así hasta ahora, y si por mi
medio muchos en el mundo lo han recibido, y me han estimado
como maestro de la verdad a pesar de la excomunión del papa y de
la furia del emperador, reyes, príncipes, curas y de todos los
demonios, se me debería prestar mucho más crédito a mí en estas
pequeñas cosas, especialmente porque aquí está mi mano, muy bien
conocida de todos; y espero que lo será bastante para que se pueda
decir y mostrar que esta es la seria y deliberada voluntad del Doctor
Martín Lutero, notario de Dios y testigo de su Evangelio, firmada
con su propia mano y con su sello. Día de la Epifanía de 1542. M.
Lutero” (Ibid. p. 577).
2. Fallecimiento
—Falleció Lutero durante una visita a su pueblo natal de
Eisleben, el 18 de febrero de 1546, a consecuencia de un
ataque cardiaco o una apoplejía. Sus últimos años no habían sido muy
felices. Su salud estaba quebrantada desde hacía tiempo. Las
reyertas entre los reformadores, en las cuales él mismo había tenido
una parte cabal, lo apenaban. Sobre todo, lo afligía el hecho de que la
predicación pura de la justificación por la fe sola no había
conseguido transformar en mucho la vida social, cívica y política
a su alrededor. Lo consolaban la felicidad de su vida doméstica, y su
confianza plena en el evangelio. Un hombre solo, por dotado que
fuera, ya no podía controlar la obra por él comenzada. Él había
dejado de ser necesario, pero su memoria será recordada siempre como la
121

123. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de una de las figuras más titánicas de la historia de la Iglesia”
(WILLISTON WALKER, Historia de la Iglesia Cristiana,
Kansas City, 1967, p. 379).
Resumen
Conclusión
Elena G. de White dice que como en el caso de Saulo, “los
ángeles del Señor efectuaron la obra que se les había confiado, movieron
el corazón de Martín Lutero y Melanchton despertándoles la sed del
viviente testimonio de la Palabra de Dios. Lutero fue escogido
para arrostrar la tormenta, hacer frente a las iras de una iglesia
caída y fortalecer a los pocos que permanecían fieles a su santa
profesión. Alzando su voz contra los errores y pecados de la
iglesia papal, procuró ardientemente quebrantar la cadena de
tinieblas que ataba a millares de personas y las movía a confiar en las
obras para obtener la salvación. Anhelaba poder presentar a su
entendimiento las verdaderas riquezas de la gracia de Dios y la
excelencia de la salvación obtenida por medio de Jesucristo. Era
valiente, celoso y osado, y hasta a veces arriesgaba llegar al
exceso; pero Dios levantó a Melanchton, cuyo carácter era
diametralmente opuesto al de Lutero, parea que ayudase a éste en la
obra de la Reforma. Mediante estos hombres escogidos, los rayos
de luz comenzaron a dispersar las tinieblas, y muchísimos
recibieron gozosamente la luz y anduvieron en ella” (Primeros Escritos,
Biblioteca del Hogar Cristiano, p. 222-226 passim).
Epílogo
“Martín Lutero es uno de los pocos hombres de quienes se puede
decir que con su acción cambiaron profundamente la historia de la
122

124. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
humanidad. Sin ser un gran erudito, ni organizador ni político, movió
a los hombres por el poder de una profunda experiencia religiosa que le
inspiraba una inalterable confianza en Dios y en la relación
directa y personal con él [...] Lutero no se convirtió en reformador
por consideraciones teóricas de ninguna especie. Fue arrastrado por la
fuerza de una profunda experiencia interior, a probar las creencias y
las instituciones que veía a su alrededor. No puede ponerse en duda
la profundidad y la nobleza de su experiencia” (Williston Walker, op.
cit., pp. 336, 339)
Aplicación
“Instrumento escogido me es este”, “Hombres para los tiempos”.
Lutero, como Saulo de Tarso, fue un elegido de la Providencia
divina para una misión especial: reconducir el cristianismo a sus
orígenes neo-testamentarios y restaurar una buena parte de las
creencias cristianas perdidas o alteradas durante los largos siglos
de dominio del catolicismo romano. Eso ocurrió en el plano
mundial del pueblo de Dios. Así también Dios ha hecho y seguirá
haciendo en el pueblo de Dios de este tiempo; pero Dios sigue el
mismo principio a niveles más limitados, más próximos a la
experiencia personal del creyente: en la administración de una
unión, en la dirección de una iglesia o de una institución, en el
desenvolvimiento de una determinada responsabilidad. ¿Cuándo?
¿Cómo? ¿Por qué? ¿quiénes van a ser los escogidos? No nos
engañemos, en los planes de Dios no existe la improvisación, no
es la casualidad fortuita, ni los intereses personales egoístas, ni los
movimientos de presión o de manipulación, ni la fuerza de las
actitudes de reivindicación o protesta por muy justificadas que
123

125. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
estas sean, los que van a determinar la elección divina. Es el
carácter, la fidelidad, la visión, la fe, la ejemplaridad, el valor, la
honradez, la ejemplaridad, la íntima relación con Dios, como en
Lutero, lo que despejará la incógnita divina de “hombres para los
tiempos”.
Bibliografía citada
Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran Historia Universal, vol.
XVI, Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997
Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, Martín Lutero. El fraile
hambriento de Dios, tomo I, Martín Lutero. En lucha contra Roma,
tomo II, 2a ed., Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid,
1976
Albert GREINER, Lutero, Biblioteca de la Historia, n° 27,
SARPE, Madrid, 1985
J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, Histoire de la Réformation du seiziéme
siécle, 5 tomes, Paris, 1860
Daniel OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de
Cristianismo, tomo V, Sedmay Ediciones, Madrid, 1979
Williston WALKER, Historia de la Iglesia Cristiana, Casa Nazarena
de Publicaciones, Kansas City, 1967
Elena G. de WHITE, El Conflicto de los Siglos, Biblioteca del Hogar
cristiano
Id. Los Hechos de los Apóstoles, Biblioteca del Hogar
cristiano
Id. Primeros Escritos, Biblioteca del Hogar cristiano
Id. Testimonios para los Ministros, Biblioteca del
Hogar cristiano
124

126. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
IV. LA CRISIS ESPIRITUAL DE LUTERO
Texto: “Pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para
fe, como está escrito: ‘mas el justo por la fe vivirá" (Rom. 1:17).
Comentario:
Este texto de Pablo fue la piedra angular de la crisis
espiritual de Lutero. Por su interpretación incorrecta, padeció la
angustia y el temor de la inseguridad en la salvación, que le
afligieron durante mucho tiempo durante su profesión
monástica. En el descubrimiento de su correcta interpretación
por medio de una revelación, Lutero encontró la paz y la
seguridad en la salvación que llenaron su vida de gozo y
esperanza.
Este texto, se convirtió así en una de las columnas
principales de la Reforma luterana y en el corazón de la doctrina
protestante. Lutero descubrió en él la justicia de Dios que
justifica al hombre por la fe. Y sobre este fundamento de la
justificación por la fe, por gracia, sin las obras de la ley, se ha
construido todo el sistema teológico que ha caracterizado a las
iglesias evangélicas, como una opción superadora de la tradicional
teología católica de la fe más las obras. Vamos a citar algunos
autores que definen bien qué es la justificación por la fe:
“Ser justificado, es ser absuelto, en la actualidad, ante el tribunal
de Dios; o dicho en otros términos, es ser declarado justo por él y tratado
como tal" (Charles É., BABUT, La vérité crétienne, 9 eme. ed. Paris,
1942, p. 119, citado por A.F. VAUCHER, Historia de la Salvación,
Safeliz, Madrid, 1988, p.296). Según Augustin G RETILLA T, las
125

127. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
características de la justificación son éstas: I o La justificación es un acto
declarativo o forense, que reside en Dios y no un efecto que se realice en
el hombre; 2° la justificación es un acto inicial y no consecutivo a la
regeneración; 3° la justificación es un acto absoluto, y no progresivo; 4° la
justificación es un acto continuo, y no intermitente.
“La justificación no es un acto que se ha realizado una sola vez,
sino que hasta el término de la carrera moral, es condicional y en
consecuencia amisible (¿)” (Exposé de théologie systématique, Neuchatel,
1890, t. 4 (Dogmatique, 2), p. 392, citado por A. F. VAUCHER,
Ibid, p. 296,297).
Lutero no habla de la justicia impartida, complemento
necesario de la imputada como resultado de la obra del Espíritu
Santo en el creyente que ha sido declarado justo. Como dice la
Escritura: “Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá
al Señor” (Hebr. 12:14), por consiguiente la santidad es también
condición de la salvación, pero ¿cómo?, ¿conseguida por nuestros
propios esfuerzos como Lutero creía durante su crisis espiritual?
No, la santidad es la justicia impartida consecuente con la
imputada que el creyente recibe por la gracia y mediante la fe.
E.G. de WHITE nos dice de ambas:
“La justicia por la cual somos justificados es imputada; la
justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es
nuestro derecho al cielo; la segunda es nuestra idoneidad para el cielo”
(Mensajes para los jóvenes, Casa Editora Sudamericana,
Buenos Aires, 1941, p. 32).
126

128. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Preámbulo
“Se había apoderado de mí un ansia realmente llamativa por
conocer al Pablo de la epístola a los Romanos; mas hasta ese
momento se había interpuesto una única palabra en el capítulo 1: “La
justicia de Dios se revela en él. -Sentía aversión, en efecto, hacia
la expresión la justicia de Dios que me habían enseñado, siguiendo
el uso y la costumbre de todos los maestros, a interpretar filosóficamente
como la justicia que llaman formal o activa, por la cual Dios es justo y
castiga a los pecadores e injustos.
“Mas yo que a pesar de vivir como un monje irreprochable, me
sentía ante Dios pecador con la conciencia
profundamente inquieta, y no podía confiar en aplacarla con mis
satisfacciones, no amaba sino que por el contrario odiaba a ese
Dios justo y castigador de los pecadores y me revelaba
contra Dios [...] Mi conciencia azuzada y perturbada me hacía enfurecer,
mas por otro lado llamaba importunamente a las
puertas de Pablo en aquel pasaje, abrasado por la
sed ardiente de saber qué querría decir san Pablo.
“H asta que apiadándose Dios de mí, mientras meditaba día y
noche, se me alcanzó el sentido de la expresión, a saber: L a
justicia de Dios revela en él, como está escrito, el justo vive de la
fe. En aquel punto comencé a entender la justicia de
Dios como la justicia por la que el justo vive por don
de Dios, es decir por la fe; y que éste era el sentido: por el evangelio se
revela la justicia de Dios, es decir la justicia
pasiva, por la que Dios misericordioso nos justifica
mediante la fe, como está escrito: el justo vive de la fe.
En ese momento sentí que realmente había nacido
de nuevo y que había entrado en el paraíso por sus puertas abiertas de
par en par” (M. Lutero, Prólogo al vol. 1 de las Obras
127

129. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
latinas de la ed. de Wittenberg, 1545, citado por Miguel
ARTOLA, Textos fundamentales para la Historia,
Alianza Editorial, Madrid, 1978, pp. 249,250).
Introducción
1. La polémica sobre los orígenes de la Reforma luterana
Los orígenes de la Reforma luterana es un capítulo tópico
que está sujeto a diversas explicaciones no siempre en armonía
con la realidad histórica y con las fuentes disponibles. Algunos
comentaristas del periodo dicen que los historiadores católicos
han insistido preferentemente en las razones de orden político,
particularmente el autoritarismo y la codicia de los príncipes y
gobernadores municipales alemanes, a su sed de independencia, a
su pretensión de liberarse de las cargas económicas impuestas en
sus territorios por la jerarquía y las instituciones católicas y a su
inconfesable propósito de apoderarse, mediante un proceso de
desamortización, del patrimonio de iglesias, abadías, monasterios
y sedes episcopales. Los historiadores protestantes, por su parte,
han subrayado particularmente las causas morales y religiosas, es
decir las escandalosas costumbres existentes en el clero,
comenzando por la Santa Sede, tanto en el clero regular que está
ligado con los votos de pobreza, obediencia y castidad, como en el
secular de las parroquias que no hace esos votos. En cuanto a las
causas religiosas, los abusos en la venta de oficios e indulgencias,
simonía, nepotismo del alto clero y en el bajo clero, su escasa
formación teológica, el absentismo de las parroquias y la falta de
catequesis de los fieles. Para los historiadores llamados “neutros”,
pertenecientes a la escuela economista, desde Max Weber a
Barbagallo, la Reforma luterana fue la expresión, en términos
128

130. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
teológicos, de las consecuencias de la conmoción de la economía
que se produjo en los inicios de los tiempos modernos: la crisis
agraria, el crecimiento de las ciudades, la demanda de productos
industriales, trabajo y capital, el comercio europeo y el
transoceánico, la llegada de metales preciosos del Nuevo mundo,
las finanzas y la especulación, la circulación monetaria, los
instrumentos de crédito y ferias de cambio, etc. Teófanes EGIDO
dice que “en principio, el análisis de las motivaciones de la Reforma se
convirtió en el vertedero de todos los rencores confesionales” (La Reforma,
en Gran Historia Universal. El Renacimiento, tomo XVI,
Universidad de Valladolid, 1997, p. 145). Y así ha sido
lamentablemente durante más de cuatro siglos en la historiografía
sobre el tema.
2. La causa religiosa-espiritual
Pero en 1929, Lucien FEBVRE, historiador francés no
comprometido por el apriorismo confesional, en un artículo de la
Revue historique titulado Les Origines de la Réforme frangaise et le
probléme des causes générales de la Réforme, decía que una revolución
religiosa tiene, en primer lugar, causas religiosas: “los grandes
avivamientos religiosos del siglo XVI, comenzando por el de Lutero, se
preocuparon sobre todo de problemas espirituales: no de reformar la
Iglesia, sino de salvar al hombre pecador y perdido, y en particular de
encontrar la salvación de ellos mismos” (t. CXLI, citado por Émile
LÉONARD, Histoire du Protestantisme, colección Que sais-je?, n°
427, PUC, Paris, 1960, p. 6).
No es, por consiguiente, posible simplificar las
motivaciones históricas de la Reforma a planteamientos
negativos, moralizantes o maniqueos de recriminaciones mutuas
129

131. entre católicos y luteranos, ni a causas políticas y económicas que
aunque existieron, fueron mucho más circunstancias
coadyuvantes de la eclosión de la Reforma que su verdadera
causa. No nos engañemos, la razón personal que convirtió a
Martín Lutero en el adalid de una verdadera revolución religiosa,
fue su crisis espiritual, su profunda preocupación por la salvación
personal y la solución que encontró en una correcta
interpretación de la Escritura. Elena G. de WHITE,
seleccionando y comentando declaraciones de J.-H. MERLE
D’AUBIGNÉ en su Histoire de la Reformation du seiziéme siécle,
Paris, 1860, libro 2, capítulo 3 y 4, dice: “Un sincero deseo de
librarse del pecado y de reconciliarse con Dios le indujo al fin a entrar en
un claustro para consagrarse a la vida monástica [...] A medida que se
iba convenciendo más y más de su condición de pecador, procuraba por
medio de sus obras obtener perdón y paz. Observaba una vida llena de
mortificaciones, procurando dominar por medio de ayunos y vigilias y de
castigos corporales sus inclinaciones naturales, de las cuales la vida
monástica no le había librado [...] El piadoso Staupitz (Vicario general
de los agustinos para Alemania) le expuso la Palabra de Dios y le
indujo a apartar la mirada de sí mismo, a dejar de contemplar un castigo
venidero infinito por haber violado la ley de Dios, y a acudir a Jesús, el
Salvador que le perdonaba sus pecados. ‘En lugar de martirizarte por tus
faltas, échate en los brazos del Redentor. Confía en él, en la justicia de su
vida, en la expiación de su muerte... Escucha al Hijo de Dios, que se hizo
hombre para asegurarte el favor divino’ ‘¡Ama a quien primero te amó!’.
Sus palabras hicieron honda impresión en el ánimo de Lutero. Después
de larga lucha contra los errores que por tanto tiempo albergara, pudo
asirse de la verdad y la paz reinó en su alma atormentada” (El Conflicto
de los Siglos, Biblioteca del Hogar cristiano, pp. 132,133).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
I. La salvación, problema capital del tiempo de Lutero
130

132. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
1. Historia de las mentalidades colectivas
Difícilmente podremos comprender ese tiempo convulso
de la Reforma protestante sin analizar primero la historia de las
mentalidades colectivas, la visión del mundo de los
contemporáneos de Lutero: sus inquietudes, sus temores, sus
ideales y consignas, sus aspiraciones, su conformismo con el
orden establecido, lo que la sociedad asumía como normal o lo
que rechazaba por considerarlo extraño, herético, la religiosidad y
espiritualidad de las masas, sus tópicos y tendencias más
generalizadas, sus goces y sus miedos, etc. La historia de las
mentalidades nos ha permitido comprender por qué la
Inquisición moderna se mantuvo en España 350 años; por qué
existieron, durante toda la edad media, las aljamas y juderías, las
matanzas de judíos, símbolos de exclusión social, y antisemitismo,
y mucho más recientemente, ¿cómo fue posible el
establecimiento, en Alemania, del nacionalsocialismo, del tercer
Reich y sus desastrosas consecuencias en la segunda guerra
mundial?
¿Cuál era la mentalidad colectiva existente en Europa y
más particularmente en Alemania mientras se estaba gestando la
revolución luterana? ¿Cómo pudo contribuir el clima religioso
general e individual del pueblo alemán en el éxito y expansión de
la Reforma luterana? Este tema ha sido objeto de mucha
consideración entre los estudiosos del periodo que han llegado a
reconocer que, en realidad y como respuesta a esa mentalidad
colectiva, hubo dos reformas, la de Martín Lutero que dio lugar a
una ruptura y división definitiva de la Iglesia cristiana, con el
establecimiento del luteranismo protestante-evangélico y la
131

133. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
reforma católica, llamada también contrarreforma, del concilio de
Trento. Las dos Reformas, pretendidamente rivales, perseguían
fundamentalmente —aunque por diferentes caminos— el mismo
objetivo: cristianizar una Europa de la que se pensaba que no
había sido impregnada en profundidad por el mensaje de Jesús.
Jean DELUMEAU reconoce que “ estas fueron las dos grandes
respuestas doctrinales a la angustia colectiva de los cristianos más
conscientes, que estaban atormentados por la inquietud del pecado” (Los
cristianos en la época de la Reforma, en 2000 años de cristianismo,
Sedmay ediciones, Madrid, 1979, tomo V, p. 17).
2. El problema angustioso de la salvación
Johann Bohn, geógrafo humanista oriundo del norte de
Baviera (Alemania) describió, en 1515, las costumbres de los
habitantes de su región:
“En mitad de la cuaresma, cuando la Iglesia comienza a darnos
algún gozo y consuelo,
los mozos de mi tierra hacen un muñeco de paja
que se parece al retrato de la muerte
y lo llevan de aldea en aldea
en medio de gran alboroto; algunos reciben con sentimientos
humanitarios a esta comparsa y les dan leche, queso,
requesón, guisantes, peras asadas, de las que generalmente
se alimentan por esa época; pero algunos se lo toman a mal
y los echan fuera del pueblo, pensando que este
pasatiempo es un presagio de mortalidad”.
(Citado por Jean DELUMEAU, Ibid. p. 12).
132

134. En efecto, esta descripción folclórica es un testimonio de
la época, de la obsesión por la muerte, a lo que hay que añadir el
temor al infierno y al purgatorio, una angustia creciente motivada
por lo que algunos han llamado “el ocaso de la edad Media”:
periodos de escasez de alimentos y epidemias, como la peste negra
del siglo XIV que se llevó a la tumba a 25 millones de personas,
un tercio de la población de Europa; el cisma de Occidente, un
escándalo que generó decepción e incredulidad en la institución
papal y en la Iglesia, la guerra de los cien años, las guerras husitas
y la amenaza del avance de los turcos en el Mediterráneo, todo
esto traumatizó hondamente al cristianismo porque se creyó que
eran castigos de la justicia divina por los pecados del pueblo y dio
lugar a una mentalidad colectiva de fermentación religiosa
aberrante que creía que era necesario calmar la cólera divina.
Albert GREINER, en su biografía de Lutero, dice:
“Todo este siglo repleto de vitalidad está marcado por el signo de
la muerte. En los aguafuertes de Durero, en las danzas macabras de
Holbein, aquella revelará su presencia constante, y pronto Pierre
Brueghel el Viejo pintará aquel alucinante ‘Triunfo de la
Muerte’ [...] L a muerte todo lo turba, tanto los placeres de la mesa
como los del amor. ¡Es un sálvese-quien-pueda general! ¡Pero en vano!
¿Cómo, pues, encontrar la salvación? Este interrogante que por
todas partes se expresa, manifiesta la profunda inquietud que el
hombre del Renacimiento no ha podido superar.
“[...] El hombre del siglo XV I se encontraba pues cogido en
medio de terribles problemas. Sin embargo los más agudos problemas se
planteaban en el aspecto espiritual y religioso: ¿quién aportaría una
respuesta clara y válida frente a las angustias del hombre preocupado por
la idea de la salvación?
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
133

135. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
3. La Iglesia del siglo XVI incapaz de dar solución satisfaciente al
problema de la salvación
Sigue diciendo el pastor GREINER en otro lugar:
“[...] La Iglesia, precisamente, se mostraba incapaz de ofrecer
una respuesta satisfactoria a este problema crucial. La doctrina
católica enseñaba, ciertamente, que Jesucristo ha pagado la pena debida
por todos los pecados de los hombres; pero, enredada en los fárragos de las
leyendas de santos, esta doctrina no parecía apenas llegar a los oídos
de los fieles. Además, la Iglesia añadía que, para conseguir su
salvación, el hombre debía unir a los méritos de Cristo sus propios
méritos, su contrición perfecta y la expiación de sus culpas [...] Así,
la Iglesia dispensaba la piedad y la fe de los fieles en cantidad de
devociones extrañas al Evangelio: culto de los santos, adoración de
reliquias, indulgencias y peregrinaciones, dejando al hombre
desamparado frente a su tormento esencial” (Lutero, Biblioteca de
la Historia n° 27, Sarpe, Madrid, 1985, pp. 31,32).
Para resolver estas cuestiones esenciales, los alemanes del
siglo XVI necesitaban un director de conciencias como Lutero,
un teólogo, un creyente fiel que supiera expresar correctamente la
angustia de los cristianos, participando, con su propia experiencia
personal, de la crisis espiritual de su tiempo y que hubiera
encontrado la respuesta ofrecida por la Palabra de Dios. Así lo
corrobora Miguel ARTOLA en su introducción a la Reforma:
“La total inseguridad ante el problema de la salvación personal,
que caracteriza la teología de Occam constituye el origen del
pensamiento de Lutero que se centra en torno al problema de la
134

136. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
justificación personal, de su concreta e individual salvación,
causa de su profesión monacal y de un esfuerzo penitencial que no será
suficiente a proporcionarle la paz espiritual. El “descubrimiento de
la torre”, acaecido antes de 1514, es el punto de partida de la
teología luterana, que se inicia con un nuevo concepto de la fe, que
deja de ser el consentimiento constante en la doctrina de la Iglesia
infalible, para designar la experiencia del inmediato contacto con
Dios. L a fe luterana es un don de Dios, ‘una obra de Dios en
nosotros’ que permite la intuición de las realidades trascendentes,
intuición tanto más amplia cuanto intensa sea la fe”. (Textos
fundamentales para la Historia, Alianza Editorial, Madrid,
1978, pp.243, 244)
II. LA SALVACIÓN Y EL PERDÓN EN LA CRISIS
ESPIRITUAL DE LUTERO
1. Experiencias religiosas de Lutero antes de su vida conventual
A los 14 años, en la escuela latina de los Frailes de la vida
común de Magdeburgo, a donde le había enviado su padre, fue
donde Martín Lutero recibió sus primeras impresiones
profundamente religiosas, allí se inició en la piedad personal y el
canto religioso, servía la misa y comenzó a comprender el sentido
de la liturgia. Allí fue también donde vio, por primera vez, una
Biblia que al abrirla, casualmente se encontró con el pasaje de
Samuel en casa del Sumo sacerdote Elí. Allí también recibió de
sus maestros la admiración por la vida monástica que ellos
enaltecían como la única forma de vida totalmente cristiana y
seguro total de salvación. En 1501, a los 18 años, su padre lo
envió a estudiar derecho en la universidad de Erfurt donde poco
a poco y en circunstancias sin duda providenciales, se fue
135

137. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
conformando su vocación religiosa. Como otros estudiantes y
como los mismos profesores, Lutero que hasta ese momento no
había tenido ninguna crisis religiosa, se vio enfrentado al
problema de la muerte y la salvación (tal vez debido a que una
grave enfermedad le llevó cerca del trance de muerte), por otra
parte la austeridad y penurias de sus años de estudiante así como
sus profundas meditaciones le impusieron una visión severa de la
existencia de Dios en la que la cólera divina, posiblemente como
una reminiscencia de las cóleras paternas, le tuvieron
obsesionado, por no decir subyugado.
Su amigo Melanchthon cuenta que: “a menudo, al pensar en
la cólera de Dios y en sus juicios, quedaba tan aterrorizado que casi
perdía el aliento” y el propio Lutero confiesa: “Palidecíamos al solo
nombre de Cristo, ya que sólo nos era presentado como un juez severo,
irritado contra nosotros. Se nos decía que en el juicio final, nos pediría
cuentas de nuestros pecados, de nuestras penitencias, de nuestras obras. Y
puesto que no podíamos arrepentirnos bastante ni hacer obras suficientes,
no nos quedaba más que, ¡ay!, el terror y el miedo de su cólera”
(GREINER, p. 37).
J.-H. Merle d’Aubigné, en su excelente Histoire de la
Réformation au seiziéme siécle, nos dice sobre ese momento de la
vida de Lutero:
“Mientras Lutero se ocupaba de estudios diversos, mientras
enseñaba filosofía, su corazón gritaba en su interior que la piedad era
la única cosa necesaria, y que ante todo debía estar seguro de su
salvación. Conocía el desagrado que Dios tiene contra el pecado,
recordaba las penas que su Palabra anuncia contra el pecador y se
preguntaba con temor si estaba seguro de poseer el favor divino. Dos
136

138. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
acontecimientos que se produjeron el uno después del otro,
llegaron a quebrantar su alma y a precipitar su vocación:
“Alexis, uno de sus mejores amigos de la universidad falleció, y
una mañana, se extendió el rumor en Erfurt que había sido
asesinado. Esta pérdida tan súbita de su amigo le conmovió y se hizo la
siguiente pregunta: ‘¿Qué sería de mí, si yo también fuera
súbitamente llamado por Dios?’ Este pensamiento llenó su alma de
los más vivos terrores durante algún tiempo.
“Durante el verano de 1505, Lutero, en el periodo de
vacaciones, decidió hacer un viaje a Mansfeld para visitar los lugares
queridos de su infancia y abrazar a sus padres. Posiblemente su intención
era abrir su corazón a su padre y sondearle sobre el deseo que iba
tomando cuerpo en su espíritu, recibiendo su autorización para abrazar
una vocación religiosa [...] En el corto viaje de regreso, le sorprendió una
violenta tempestad y un rayo cayó junto a él. Lutero se arrojó al suelo de
rodillas; la muerte, el juicio, la eternidad le rodearon con todos sus
horrores y, según él mismo cuenta, allí mismo hizo votos de que
abandonaría el mundo y se entregaría totalmente a él, si el Señor le
libraba de aquel peligro.
“A l levantarse del suelo, Lutero se examinó cuidadosamente a sí
mismo y se hizo las siguientes preguntas: ‘¿qué debo hacer ahora?, ¿en
qué estado se encuentra mi alma?, ¿cómo podría comparecer ante el
tribunal de un Dios temible, con un corazón sucio?, es necesario que
llegue a ser santo, pero ¿dónde encontrar la santidad?, ¿cómo
adquirirla?, ¿quién apagará esta angustia, este ardor que me
consume?, ¿a qué escuela de santidad dirigiré mis pasos? —iré a un
claustro; la vida monástica me salvará, entraré en una orden
monástica”• (París, 1860, tomo I, libro I, II, pp. 150,151).
Su decisión ya estaba echada, pero ¿encontró en el
convento la paz y la seguridad espiritual que buscaba?
137

139. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2. La crisis espiritual de Lutero en el convento
El 17 de Julio por la tarde, se reunió con sus amigos, en su
habitación del internado profesoral de la universidad, para
celebrar una fiesta:
“pasa la tarde en un ambiente de franca alegría; se come, se
bebe, se canta; el joven maestro tañe las cuerdas del laúd, su
instrumento predilecto. A l separarse, Lutero distribuye entre sus amigos
los pocos objetos de su propiedad y les declara la decisión que ha
tomado: ‘hoy podéis verme todavía, dentro de poco ya no me veréis’.
Todos han comprendido. A l día siguiente, por la mañana, el 18 de
julio de 1505, llama a la puerta del convento de los Ermitaños
agustinos" (GREINER, p. 38).
Cuando sus padres se enteran, reaccionan violentamente,
ven rotas todas sus expectativas que habían cifrado en los estudios
de derecho de Martín; pero la situación se hace diferente
súbitamente al morir por la peste dos de sus hijos y conocer que
existe la posibilidad de que también Martín esté contagiado.
Llenos de angustia y terror, los padres le dan el deseado
consentimiento.
Pero “Lutero no encontrará ciertamente en el convento aquella
paz tan cacareada por sus confesores. Sin embargo, jamás dudará
de que su entrada en el convento correspondía a la voluntad de
Dios. ¿No era verdaderamente necesario que conociera por experiencia la
vida monástica para poder hablar de ella razonablemente? Y, sobre
todo, el convento ¿no debía ser el retiro ideal en el que Martín Lutero
pudiera, al abrigo de todas las miradas, a solas con Dios, llevar el
138

140. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
combate solitario que le conduciría a redescubrir el puro
Evangelio?” (Ibid. p. 39).
El rigor de la orden no le afecta, el haber descendido en
su función de ser maestro en artes en la universidad a ocupar un
puesto ínfimo de servidor de la comunidad, no le importa.
Pasado el tiempo previsto, recibe el hábito de la orden: sayal
negro y escapulario blanco; en la ceremonia de investidura, se
comprometió a hacer todo lo necesario para subyugar la voluntad
propia y vencer a los deseos carnales, por medio del trabajo
durante el día y la oración durante las vigilias de la noche;
cumplió el año de noviciado obligatorio; en septiembre de 1506,
pronunció los votos definitivos; fue ordenado sacerdote y el 2 de
mayo de 1507 celebró su primera misa en Erfurt. Y mientras
consagraba la hostia y el vino de la comunión, la idea de la
santidad divina se le presentó con tal fuerza que estuvo a punto
de huir del altar, él mismo confiesa: “Cuando, en Erfurt, yo celebré
mi primera misa, estuve a punto de morir, no tenía la fe; sólo pensaba
en ser una persona digna y no ser un pecador”. (Ibid. p.42).
Más tarde, en 1518, escribe Lutero:
—Yo también he conocido un hombre bien de cerca que afirmaba
haber soportado tales suplicios (todos los tormentos del infierno).
No por mucho tiempo, ¡es verdad!, pero las torturas eran tan
grandes, tan infernales, que no existe lengua humana ni pluma
capaces de describirlas. El que no lo ha pasado es incapaz de
figurárselo. Si alguien se viera obligado a soportarlas hasta el extremo,
aunque duraran solamente media hora, ¿qué digo?, aunque sólo
fueran cinco minutos, moriría de tal forma que hasta los huesos se
convertirían en ceniza” (Ibid. p. 42,43).
139

141. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
En el comentario a la epístola a los Gálatas recuerda:
“Cuando era monje pensaba inmediatamente que se había
perdido mi salvación cada vez que experimentaba la codicia de la
carne, es decir, un movimiento de deseo, de cólera, de odio, de celos
para con un hermano... El suplicio era continuo para mí al
pensar: acabas de cometer este o aquel pecado, eres todavía víctima de
la envidia, de la impaciencia etc.” (Ibid. p. 44).
En 1544, reconoció: “Yo con sumo afán trabajaba por
justificarme con mis propias obras; no comía ni bebía, no dormía.
Otros no tenían mala conciencia, no experimentaban tales terrores, yo
tenía miedo del último día de la ira y del infierno. Buscaba auxilio en
todas partes, invocaba a M aría, a San Cristóbal; y cuanto más
me esforzaba, más idolatrías acumulaba; no pude ver a Cristo, porque
los escolásticos me habían enseñado a esperar de nuestras obras
la remisión de los pecados y la salvación. Allí perdí a Cristo vulnerado;
tanto que al verle apartaba de él la vista con horror” (Ricardo
GARCIA-VILLOSLADA, Martín Lutero. El fraile
hambriento de Dios, BAC, Madrid, 1976, p. 252).
Los testimonios sobre sus luchas y sufrimientos
espirituales durante su vida monacal se multiplican, en sus
“Escritos de sobremesa”, Ricardo García-Villoslada ha hecho la
recesión de ellos en su biografía de Lutero; este profesor católico
de la Gregoriana de Roma dice, en un sentido marcadamente
crítico, que la mayor parte de ellos no son coetáneos sino que los
recordó años después: “Los hizo muchos años después de su rebelión,
en momentos de exaltación anti-romana, intentando justificar ante el
mundo su nueva religión; por eso sus palabras son a veces apasionadas y
a veces anti-históricas, o menos conformes a la realidad que nosotros por
140

142. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
otras fuentes conocemos” (Ibid. p. 248,249). Pero hay demasiada
sinceridad y vehemencia en esos testimonios, son tan verosímiles
y tienen tal hondura espiritual que difícilmente se pueden
atribuir a otro origen que no sea a la realidad vivida por el
reformador en el convento que le dejó una huella indeleble. Y
admitidos como veraces y reales, está claro que la misma pregunta
que le había llevado al convento: ¿Cómo conseguir que Dios me
sea favorable?, le seguía torturando, impotente de tener la
seguridad del perdón, de la salvación y la bienaventuranza.
3. Naturaleza y causa del tormento espiritual
Se ha especulado sobre cuál era el pecado específico que le
producía aquel tormento espiritual, en qué consistía exactamente
su crisis espiritual, qué inclinaciones personales contrarias a su
conciencia conformaban su lucha consigo mismo y con Dios.
GREINER abre, en su libro sobre Lutero, la polémica sobre esta
cuestión: “Se ha dicho que Lutero era un mal fraile. Estaba irritado por
la regla del convento y por la disciplina de la Iglesia y que así se preparó
su liberación de una y otra”. Trataremos de responder con
testimonios del propio Lutero:
“He sido un monje piadoso, puedo afirmarlo y he observado la
regla tan severamente como pueda otro pretenderlo: si alguna vez
un monje ha llegado al cielo por su vida monástica, yo de cierto que
también hubiera llegado” (Ibid. p. 41). “¿Qué es lo que yo
buscaba con todo eso sino a Dios? El sabe cómo yo guardé mi
regla y llevé vida durísima, creyendo siempre en ilusiones y en verdadera
idolatría, pues yo no creía en Cristo, sino que lo tenía solamente
por un riguroso y terrible juez, como se le pinta sentado en el arco
iris” (GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit. p. 251).
141

143. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Sigue diciendo GREINER:
“¿Se trataba entonces de una duda intelectual, y convendría ver
en el joven Lutero al precursor de los racionalistas ateos? Es
verdad que en uno de sus arrebatos pasionales en los que explota su
temperamento, Lutero exclama: ‘¡Qué Dios tan terrible! ¡ojalá
no existiera!’ Pero, en realidad este grito está demostrando la
absoluta seguridad de Lutero en la existencia de Dios; ¡el Señor es una
realidad de la que no puede dudar lo más mínimo!
—La crisis que atraviesa el monje ¿será, pues, imputable a algún
pecado moral, y Lutero se estará agotando en una lucha inútil para
guardar su voto de castidad? Alguien, en verdad, lo ha afirmado:
incluso ha habido quien ha querido demostrarlo con la cita de
textos. [...] Pero Lutero es formal con relación a su propio caso, y no
existe razón alguna para dudar de su palabra: ‘En el convento no
pensaba ni en dinero, ni en los bienes de este mundo, ni en
mujeres, sino que mi corazón temblaba y se agitaba pensando cómo
podría hacer que Dios me fuera favorable’. No, lo que ocupa el espíritu
de Lutero no son ciertamente las imágenes lascivas, cuerpos
femeninos muellemente tendidos. En el centro de su pensamiento
gravita Dios, el Dios de majestad, el Dios que truena en el cielo lejano, el
Dios de la Ley, el Juez, el Viviente, el Santísimo, el Señor que
odia al pecado y que, por consiguiente, condena al pecador” (op. cit..
p. 44).
“En resumen —dice el padre GARCIA-VILLOSLADA—
Lutero viene a decir que su crisis religiosa se debió a que el
catolicismo de su juventud no poseía la verdadera doctrina de Jesucristo;
era puro pelagianismo, que ponía toda su confianza en las obras
humanas, despreciando la fuerza de la gracia; el joven Lutero,
educado en un concepto estrecho y mecánico de la vida religiosa, practicó
142

144. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
— si hemos de creerle— todo cuanto la Iglesia recomendaba, guardó
fielmente los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, hizo
mucha oración, muchísima penitencia corporal, confesaba sus
culpas frecuentemente, celebraba misa casi a diario: ‘Si algún monje
puede decirse santo, yo lo era’. Y, a pesar de todo, no encontró la
paz del alma, la tranquilidad de la conciencia, la certidumbre de
estar en gracia de Dios, antes, por el contrario sentía espantosos terrores
ante la faz inexorable del Juez eterno; lo cual viene a significar que la
Iglesia tenía un concepto erróneo de Cristo y que los medios que
ofrecía para ir a Dios eran falsos; a saber, las buenas obras, los
sacramentos, la oración, la mortificación" (op. cit. pp. 252,253).
No podemos esperar que el teólogo católico de la
Gregoriana de Roma, asuma esta conclusión como cierta y acepte
la insuficiencia de la teología católica de aquel tiempo, pero así
fue como Lutero y el común de los creyentes católicos la
entendían y la experimentaban en su espiritualidad personal. Por
otra parte, aunque Lutero estaba facultado para leer y profundizar
los escritos teológicos de Tomás de Aquino, de Tomás Gerson, de
Gabriel Biel o de Occan, ¿cuándo una respuesta teórica,
intelectual, ha podido satisfacer plenamente el sufrimiento, la
angustia del ser, la búsqueda existencial de la salvación personal?
Lutero, necesitaba más, necesitaba descubrir la Palabra de Dios
(Jer. 15:16), recibir la iluminación del Espíritu Santo (Juan 16:13)
y como consecuencia, vivir la experiencia profunda del amor a
Dios (Luc. 10:27). Y esto fue lo que la Providencia divina y su
amor hacia él, le tenían reservado.
III. LA SOLUCIÓN A LA CRISIS ESPIRITUAL
1. Frecuentación de la Palabra de Dios
143

145. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Sí, será gracias a la lectura y meditación de la Biblia, a la
frecuentación asidua de la Palabra de Dios, por lo que Lutero
consigue la libertad. Y para conducirlo a esta lectura y a esta
meditación, el Señor se sirvió de Juan Staupitz, vicario general de
los Ermitaños agustinos para la provincia de Alemania.
“Desde 1508, Staupitz se había fijado en la piedad y la
inteligencia de Lutero. A causa de ello, y seguramente también para
distraerle de su constante tormento, le había confiado la enseñanza de
las artes liberales en la Universidad de Wittenberg, donde
además, se le pedía que cursara su bachillerato en teología. [...]
Obedeciendo a su superior, Lutero hizo su licenciatura el 4 de octubre de
1512, y el 19 del mismo mes, gracias a la liberalidad de su
futuro protector, el príncipe elector Federico de Sajonia, fue
promovido doctor en teología. El juramento que pronunció en esta
ocasión conservará siempre para él una importancia decisiva: ‘Hube de
aceptar el doctorado, jurando y prometiendo a mi queridísima Escritura
santa que la predicaría fiel y puramente ’. Desde aquel momento, la
Palabra de Dios viene a ser para Lutero como una especie de personaje
viviente, un soberano espiritual, frente al cual no podría, so pena de
grave perjurio, romper su juramento de fidelidad”. (GREINER, op.
cit. 48,49).
Veamos cómo interpreta J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ el
significado de aquel juramento:
“Este juramento solemne fue para Lutero su vocación de
reformador... él fue desde entonces el heraldo intrépido de la Palabra
de vida. En ese día memorable, Lutero fue armado caballero de la
Biblia.
144

146. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Además, ese juramento prestado a la santa Escritura puede ser
considerado como una de las causas de la renovación de la Iglesia.
La autoridad infalible de la Palabra de Dios, constituyó el primero y
fundamental principio de la Reforma. Todas las reformas
operadas más tarde en la doctrina, en las costumbres, en el gobierno de la
Iglesia y en el culto, no fueron más que una consecuencia de ese primer
principio” (op. cit. p.197)
Aunque Staupitz no supo dar solución a algunos
problemas teológicos y exegéticos acerca de la justicia divina que
martirizaban a Lutero, bajo su influencia consiguió desprenderse
de aquella visión terrorífica de Dios que le había condicionado,
de la predestinación occamista que había aprendido en sus
lecturas, del temor a un Cristo justiciero, y comenzó a brillar
tenuemente al principio, en su interior, la luz del Evangelio. La
solución a su crisis espiritual estaba comenzando a alborear en su
conciencia:
“Se batía cuerpo a cuerpo con el texto de la Biblia, y el Espíritu
Santo, por medio de esta Palabra, iluminaba progresivamente el
sentido verdadero y global, el centro, o, como dice Lutero, el corazón
del mensaje divino, ‘Fui errante durante mucho tiempo —dice—;
vislumbrando cierta cosa, es verdad, pero no sabía hasta que hube
encontrado el sentido de Romanos 1: El justo vive por la fe. Esto
fue lo que me ayudó. Cuando aprendí a distinguir el Evangelio de la Ley,
fue cuando di el gran paso’. H asta ese momento, efectivamente,
Lutero sólo había escuchado en la Biblia una voz: la del Dios santo que
nos hace conocer, en la Ley, todas sus exigencias. La frecuentación asidua
de las Escrituras ha hecho más sensible ahora los oídos espirituales de
Lutero; actualmente ya percibe el aire jubiloso del Evangelio que
otorga a los pecadores la buena nueva de la salvación; ahora
comprende que, mucho más que sus exigencias, lo que Dios
145

147. quiere declarar a los hombres es su amor [...] La Palabra de Dios será
siempre para él una fuerza y una vida, la misma vida de Cristo, que
irrumpe en el mundo de la muerte, que en él se instala y lo
transforma”. (A. GREINER, op. cit. p. 50,51).
En realidad, debemos considerar a Juan Staupitz como el
instrumento humano que nos dio al Lutero reformador.
2. La iluminación de la torre (La Turmerlebnis)
“La iluminación que recibe Lutero queda concretada en aquello
que se llama ‘la experiencia de la torre’. La fecha concreta del
acontecimiento quedará siempre como un secreto entre Dios y el
combatiente solitario. Se supone que tuviera lugar durante el
invierno de 1512-1513, en una de aquellas largas meditaciones
sobre la Biblia que el monje acostumbraba a realizar en la celda por él
ocupada en la torre del “convento negro” de Wittenberg. En
todos sus cursos sobre los Salmos (1513- 1515), sobre los G álatas 1516­
1517), sobre los Hebreos (1517-1518), y, sobre todo, en su gran curso
sobre la carta a los Romanos, profesado desde noviembre de
1515 hasta septiembre de 1516, así como en sus numerosas
predicaciones de aquel tiempo, proclama su gran descubrimiento y canta
la dicha de su alma, inmerso en la salvación. Incluso mucho tiempo
después, Lutero encontrará acentos apasionados para describir
aquel momento en que la gracia de Dios le arrebata y le persuade de la
salvación: ‘Me sentí encendido —escribe— por el deseo de
comprender debidamente un término empleado en la carta a los
Romanos, en el primer capítulo, donde dice: La justicia de Dios ha sido
revelada en el Evangelio [...] A l fin, Dios tuvo piedad de mí.
Mientras yo meditaba día y noche y examinaba la lógica de estas
palabras: la justicia de Dios ha sido revelada en el Evangelio, como está
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
146

148. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
escrito: el justo vivirá por la fe, empecé a comprender que la
justicia de Dios aquí significa la justicia que Dios da y por la cual el
justo vive, si tiene fe. El sentido de la frase es, pues, el siguiente: El
Evangelio nos revela la justicia de Dios, pero esta justicia es ‘la
justicia pasiva’ por la cual Dios, en su misericordia, nos justifica por
medio de la fe... De pronto me sentí como renacer y me pareció haber
entrado por unas puertas abiertas de par en par en el mismo
paraíso. Desde aquel momento, la Escritura toda tomó para mí
un aspecto nuevo [...] Cuanto había detestado este término de justicia
de Dios, tanto ahora lo amaba, lo acariciaba como palabra
suavísima, y, de este modo, aquel pasaje de san Pablo se convirtió para
mí en la puerta del paraíso’.
“El descubrimiento de Lutero nos lleva únicamente a la exégesis
del término bíblico de justicia de Dios. Captando el mensaje bíblico en
su centro, Lutero comprendió que, en el Evangelio, aquel término no
designa la justicia que Dios reclama del hombre ni la condenación que
éste debe padecer, designa, en cambio, la justicia que Dios funda
en la muerte de su Hijo y que otorga al pecador que cautiva por la
fe [■■■] El designio eterno de Dios no es el de hacernos morir; quiere
hacernos vivir dándonos su vida. Cierto, la ley permanece, absoluta e
intangible. Pero hay alguien distinto a nosotros, Jesucristo, el propio
Hijo de Dios, quien ha satisfecho las exigencias de la Ley; ha pagado
sobre la Cruz, en lugar nuestro y por nosotros, toda la deuda de
nuestro pecado. Dios nos imputa su justicia; quedamos justificados
gratuitamente gracias a la muerte de Jesús”. (Ibid. pp. 51-53 passim).
Así como la crisis espiritual fue el resultado de un proceso
creciente, así también la implantación en su alma de la solución
que Dios le había inspirado. Lutero estaba entre las manos de
Dios, el Dios providente y de amor que estaba descubriendo en la
Escritura, y con el cual ya mantenía un diálogo directo, estaba,
147

149. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
paso a paso, consciente e inconscientemente, modelando en él un
singular líder espiritual, el reformador de la Iglesia, el fautor
humano de la Reforma protestante.
3. Durante su crisis espiritual ¿en qué estaba equivocado Lutero
a) Lutero estaba equivocado en su visión pesimista que
tenía de un Dios vindicativo y castigador sin medios válidos para
perdonar el pecado de los hombres porque éstos no podían
aportar, en su penitencia, el arrepentimiento verdadero, y
también en la visión de un Cristo que más que Salvador, era juez
implacable de los hombres.
b) Lutero estaba equivocado al considerar que el pecado
original había hundido a los seres humanos en un estado de
depravación insalvable.
c) Lutero estaba equivocado al creer que la justicia de
Dios era solamente punitiva y no redentora.
d) Lutero estaba equivocado al vivir permanentemente
aterrorizado por las penas horribles de un infierno y de un
purgatorio que, en realidad, no existían.
e) Lutero estaba equivocado al sentirse sólo, abandonado
ante el problema de la salvación, al querer conquistar el cielo con
sus propias fuerzas y por sus propios méritos.
f) Lutero estaba equivocado al no tener en consideración
la gracia perdonadora y forense de Dios que satisface todo y que
ha pagado todo lo necesario para la salvación del hombre y al
querer acumular buenas obras como moneda de pago del costo
de la misma.
g) Lutero estaba equivocado al centrar su crisis espiritual
en sí mismo. Porque en sí mismo sólo podía encontrar vergüenza,
148

150. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
incertidumbre, pecado, condenación, sin admitir que la salvación
está fuera del hombre, está en Dios, viene de Dios y nos es
imputada en Cristo.
h) Lutero estaba equivocado al creer que para comparecer
ante Dios, el hombre debía de antemano, llegar a ser santo y
perfecto, con lo cual ningún hombre podría jamás encontrarse
con Dios sin morir.
i) Lutero se equivocó al asumir la vida monástica y todas
las exigencias de su regla como un medio seguro de salvación. No
sólo los monjes pueden ser salvos a los ojos de Dios, ni el
monacato o el sacerdocio son garantía de salvación.
j) Lutero se equivocó en estos y en otros muchos puntos,
como después reconocería el reformador de la Iglesia, pero no se
equivocó en tratar de ser fiel y coherente con lo que le habían
enseñado y había aprendido y en lo que sinceramente creía,
aunque después reconociera que no era el camino verdadero de la
salvación. No se equivocó en estar abierto a los consejos de otros
y en buscar permanentemente una solución mejor a su crisis, en
aceptar y luchar por la misión reformadora que Dios le reveló.
Conclusión
Aplicación
Aunque la crisis espiritual de Lutero, tal como él nos la ha
contado, nos haya parecido singular, cargada de dramatismo,
tremendamente agitada y voraz para su alma sensible, tiene
muchas cosas que nos incumben a nosotros también. La
preocupación por nuestra salvación, sin necesidad de ser
arrebatadora, debe ser seria y responsable. No podemos
considerarla como algo baladí, como un tema tópico de la
149

151. doctrina, como algo intranscendente por la seguridad que nos
inspira la que Cristo nos ofrece. San Pablo dice a los Filipenses:
“Ocupas de vuestra salvación con temor y temblor” (2:12). La
salvación, el gran tema medular de la crisis espiritual de Lutero y
de muchos de sus contemporáneos, fue, en su experiencia,
primeramente sufrida con gran temor; después buscada con
angustia, con irrefrenable solicitud; más tarde encontrada, como
una revelación, como fruto de la obra de la Palabra de Dios y del
Espíritu en su vida, finalmente vivida aquí y ahora, como una
bendición de la gracia divina, como un anticipo de la
bienaventuranza del cielo.
Esta salvación nos es ofrecida a nosotros, como a él, en la
Palabra de Dios; nos es prometida, como a él, en Cristo, el
Salvador: Pablo decía a su discípulo Timoteo que “las Sagradas
Escrituras nos pueden hacer sabios para la salvación por la fe que es en
Cristo Jesús” (2 Tim. 3:15). Y en la epístola a los Hebreos, donde
este tema es palpitante desde sus primeros textos, el apóstol nos
advierte: “¿Cómo escaparemos nosotros, si tuviéramos en poco una
salvación tan grande? (2:3). La crisis espiritual de Lutero debe ser
hoy no solamente una cuestión de estudio histórico porque
explica el origen de la Reforma protestante 500 años después, no
solamente una cuestión de polémica entre los defensores y los
opositores de Lutero, no solamente una cuestión de investigación
teológica sobre la fe y las obras, la gracia y la Ley, debe ser, sobre
todo, una cuestión de reflexión espiritual personal, como dice el
pastor Albert GREINER, un asunto de cura de almas, es decir,
un asunto pastoral.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
150

152. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Epílogo
—La Reforma luterana no tiene nada de prejuicio revolucionario,
ni de rebelión sistemática en contra de la autoridad, ni de afición
enfermiza por las modas y las innovaciones teológicas. Brota de la
experiencia viva y personal de un hombre que ha redescubierto el
Evangelio y que debe ahora proclamar para los demás la bendición,
la paz y la dicha que él ha encontrado. La Reforma luterana
esencialmente es un asunto de cura de almas. Un asunto de cura
de almas, es cierto, que llevará muy lejos” (Albert GREINER,
Lutero, Biblioteca de la Historia, n° 27, Sarpe, Madrid, 1985, p.
57)
BIBLIOGRAFÍA citada
Miguel ARTOLA, Textos fundamentales para la Historia, Alianza
Editorial, Madrid, 1978
Jean DELUMEAU, Los cristianos en la época de la Reforma, en 2000
años de Cristianismo, tomo V, Sedmay Ediciones, Madrid,
1979
Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran Historia Universal,
volumen XVI, Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997
Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, Martín Lutero. El fraile
hambriento de Dios, Biblioteca de Autores Cristianos, 2 tomos, 2a
edición, Madrid, 1976
Albert GREINER, Lutero, Biblioteca de la Historia, n° 27, Sarpe,
Madrid, 1985
Émile G. LÉONARD, Histoire du Protestantisme, Presses
Universitaires de France, collection Que sais-je?, n° 127, 5a
edición, Paris,1960
151

153. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, Histoire de la Réformation du seiziéme
siécle, 5 tomes, París, 1860
Alfred F. VAUCHER, Historia de la Salvación, Safeliz, Madrid,
1988
E.G. WHITE, El Conflicto de los Siglos, Biblioteca del Hogar
Cristiano, Pacific Press, Mountain View, 1954
Id. , Mensajes para los jóvenes, Casa Editora Sudamericana,
Buenos Aires, 1941
152

154. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
V. “ANDARÁN CONMIGO EN VESTIDURAS BLANCAS”
Revolución teológica y doctrinal
Texto: “Tienes unas pocas personas en Sardis que no han ensuciado sus
vestiduras: y andarán conmigo en vestiduras blancas: porque son dignos”
(Apocalipsis 3:4)
Comentario
1. Aplicación Histórica: Mensaje a la iglesia de Sardis = época de
la Reforma
Aunque la interpretación de las visiones del Apocalipsis
puede depender de la escuela interpretativa que se siga y aplique:
preterista, futurista o historicista. El estudio global de la literatura
apocalíptica y de sus características, por una parte, y el análisis de
la estructura literaria de los libros, por otra, han venido a
confirmar el valor esencial de la escuela historicista y de su
carácter profético o predictivo. Kenneth A. STRAND, profesor
de Historia de la Iglesia y Nuevo Testamento de Andrews
University, afirma:
“Debe enfatizarse que la profecía apocalíptica trata de hechos y
desarrollos reales en el continuo histórico, desde el tiempo del profeta en
adelante hasta el final del tiempo. Todo estudio que divorcie el
cumplimiento de anuncios apocalípticos del futuro de la historia real, irá
en sentido contrario a la esencia verdadera de la interpretación
histórica del apocalipsis” (Foundational Principles of
Interpretation, en Daniel and Revelation Committee Series, vol. 6,
153

155. Symposium on Revelation—Book I, BRI, Silver Spring, 1992,
p.19).
En lo que respecta a la estructura literaria del Apocalipsis,
STRAND, ha dividido los 22 capítulos del libro en dos grandes
partes: primera parte, los primeros 14 capítulos que comprenden
4 series o visiones de 7 secuencias cada una de la historia de la
Iglesia que van desde la iglesia apostólica hasta la segunda venida:
después del prólogo (1:1-11), serie primera, (A) la Iglesia
militante, los mensajes a las siete iglesias (1:12-3:22); serie
segunda, (B) las actividades de Dios en curso, los 7 sellos (4:1-8:1);
serie tercera, C(a) las 7 trompetas (8:2-11:18); serie cuarta, C(b)
las fuerzas del mal opositoras del pueblo de Dios (11:19-14:20);
estas secuencias son históricas y predicen el devenir de la Iglesia
en el tiempo histórico. La segunda parte, los 8 capítulos restantes,
presentan 4 visiones de consumación escatológica: C(a)’ las siete
plagas postreras (15:1-16:21); C(b)’ el Juicio de Dios de las fuerzas
del mal: Babilonia, el Falso profeta, la Bestia y el Dragón (17:1-
18:24); (B)’ el juicio final de Dios (19:1-21:4); (A)’ la Iglesia
triunfante en la tierra nueva (21:5-22:5); epílogo (22:6-21).
STRAND ha descubierto y expuesto además la estructura en
forma de “quiasmo” de todo el libro, de forma que cada serie de
la primera parte del libro: Prólogo (A) (B) C(a) C(b) tiene una
correspondencia literaria en quiasmo con las series de la segunda
parte: C(a)’ C(b)’ (B)’ (A)’ Epílogo.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
154

156. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
C(a) C(b) C(a)’
C(b)’
(B)’
(A)’
(B)
(A)
Prólogo
Epílogo
(Interpreting the Book of Revelation, Hermeneutical Guidelines with
Brief Introduction to Literary Analysis,
Ann Arbor, 1976, p. 52)
En la primera parte del Apocalipsis, las secuencias
históricas presentan al mundo dirigiéndose hacia el fin, mientras
que las visiones de la segunda parte presentan al mundo estando
ya en el fin, Las siete secuencias de cada visión de la primera
parte, son sucesivas abarcando todo el periodo histórico que va
del siglo I al final del tiempo. Pero las visiones mismas no son
sucesivas, como algunos intérpretes pretenden, sino repetitivas o
paralelas y cronológicamente simultáneas. Este hecho es de vital
importancia para la interpretación correcta del Apocalipsis.
Desmond FORD, antiguo profesor de Pacific Union College,
dice:
—Debemos señalar que si la estructura deja claro el carácter
paralelo de las series proféticas, entonces la interpretación de una debe
inevitablemente proyectar luz sobre las otras. Y del mismo modo, si la
estructura en forma de quiasmo es correcta, tenemos secciones que se
corresponden con las otras y, por consiguiente, también esto
155

157. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
facilita su interpretación”. (Crisis! A Commentary of the book of
Revelation, 1982, vol. I, p. 64).
De acuerdo con estos principios interpretativos, todos los
comentaristas adventistas del Apocalipsis y muchos no
adventistas, consideran que la aplicación histórica del mensaje a
la iglesia de Sardis corresponde al periodo de la Reforma
protestante del siglo XVI. Dice Jacques DOUKHAN:
“La iglesia de Sardis representa un regreso del cristianismo a sus
fuentes. En la iglesia de la Reforma, su pueblo redescubre el mensaje
original de la Biblia. Las mentes se abren cuando reina la búsqueda
de la verdad. El movimiento de la Reforma estableció un acceso
directo a los documentos bíblicos al suprimir las barreras del
sacerdote y la tradición. Los eruditos incentivaban el estudio de la Biblia
en sus idiomas originales, el griego y el hebreo, y comenzaron a
producir las primeras gramáticas hebreas” (Secretos del Apocalipsis.
Apia, 2008, p. 40).
Y Richard LEHMANN:
“Como la Iglesia de Sardis, la de la Reforma había tenido un
buen comienzo. H abía escuchado el mensaje de la justificación por
la fe, y lo había recibido con entusiasmo. El espíritu de la Reforma ha
turbado a toda Europa, y alcanzado a casi todo el planeta. La
Biblia fue situada en el mismo corazón de la célula familiar, de la
predicación, y los reformadores insistieron en la importancia de un
cristianismo vivido.
“La Reforma fue un inmenso “canto de gozo” como lo sugiere la
etimología del nombre de Sardis”.
156

158. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(L ’Apocalypse de Jean, Faculté Adventiste de Théologie,
Collonges sous Saleve, 1995, pp. 116,117).
2. Las vestiduras blancas son la justificación por la fe
Pero ¿qué simbolizan las vestiduras blancas? ¿cómo
debemos interpretar la mención de que aquellos a quienes va
dirigido el mensaje andarán con Cristo en vestiduras blancas?
¿tiene esto algo que ver con la Reforma de Lutero? En primer
lugar digamos que la expresión “vestiduras blancas” aparece 9
veces en el libro (3:4,5,18; 4:4; 6:11; 7:9,14; 19:8,14), siempre
con un sentido positivo, sin que lleven implícito ningún tipo de
acusación, simbolizan la pureza, el vestido de bodas, de gala, gozo
y del triunfo de los redimidos, son también el vestido de los
sacerdotes. En Isaías 61:10 el profeta añade que Dios viste a los
redimidos de “vestiduras de salvación, de manto de justicia”, y en
Zacarías 3:2-5, el profeta tiene una visión en la que el sumo
sacerdote Josué estaba vestido de vestiduras viles y el Señor
ordena y dice: “Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: M ira que
he hecho pasar tu pecado de ti y te he hecho vestir de ropas de gala.
Después dijo: pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra
limpia sobre su cabeza y le vistieron de ropas”. En Apocalipsis 7: 14 la
gran compañía que estaba delante del trono y en la presencia del
Cordero estaban vestidos de vestiduras blancas y “eran los que han
venido de gran tribulación y han lavado sus ropas y las han blanqueado
en la sangre del Cordero”. Finalmente, se cierra este cuadro
interpretativo con la declaración de Apocalipsis 19:8, “Y le fue
dado que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino son
las justificaciones de los santos”. Quitar el pecado, blanquear las
ropas en la sangre del Cordero, cubrir al pecador con un manto
de justicia y de salvación, tiene que ver directamente con la
157

159. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
justificación por la fe que fue la doctrina fundamental de la
Reforma de Lutero. EGW comentando el episodio del Sumo
sacerdote Josué de Zacarías 3:2-5, dice:
"Sus propios pecados y los de su pueblo fueron perdonados. Israel
había de ser revestido con "ropas de gala", la justicia de Cristo que les
era imputada. La mitra puesta sobre la cabeza de Josué era como
la que llevaban los sacerdotes, con la inscripción: ‘Santidad de Jehová’
(Ex. 28:36), lo cual significaba que a pesar de sus antiguas
transgresiones estaba ahora capacitado para servir delante de
Dios en su santuario” (Profetas y Reyes, Biblioteca del Hogar
Cristiano, p. 429).
3. La doctrina de la justificación por la fe, anunciada por la
profecía apocalíptica
Así pues, la mención de las vestiduras blancas debe ser
una prueba para la interpretación correcta del mensaje a la iglesia
de Sardis y un argumento para su identificación profética con el
periodo histórico de la Reforma luterana, significada
principalmente, como vamos a ver, por la doctrina de la
justificación por la fe. Lutero y los reformadores del siglo XVI, a
pesar de toda la oposición sufrida de parte de la Iglesia romana y
del Imperio, "anduvieron con Cristo en vestiduras blancas” y
vencieron.
Pórtico
"Veo que el diablo ataca sin cesar este artículo fundamental por
medio de sus doctores, y que no puede acerca de esto ni cesar ni
descansar. Pues bien, yo, el doctor Martín Lutero, indigno evangelista de
nuestro Señor Jesucristo, yo confieso este artículo: que sólo la fe justifica
158

160. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
delante de Dios sin las obras y declaro que el emperador de los
Romanos, el emperador de los Turcos, el emperador de los Tártaros, el
emperador de los Persas, el papa, todos los cardenales, los obispos, los
sacerdotes, los monjes, las monjas, los reyes, los príncipes, los
señores, todo el mundo y todos los diablos, deben dejarlo en pie y
permitir que permanezca para siempre. Que si pretenden combatir
esta verdad, atraerán sobre sus cabezas el fuego del infierno. Ese
es el verdadero y santo Evangelio, y mi declaración, revelada a
mí, doctor Lutero, por medio de las luces del Espíritu Santo.... No hay
nadie que haya muerto por nuestros pecados, sólo Jesucristo el
Hijo de Dios. Lo digo todavía una vez, aunque el mundo y todos los
diablos se destrozasen unos a otros y reventasen de furor, esta
declaración no dejaría de ser verdadera. Y si sólo É l puede quitar
los pecados, no somos nosotros quienes podemos por medio de nuestras
obras. Nuestras buenas obras son consecuentes a la redención,
como los frutos aparecen en el árbol. Esta es nuestra doctrina, la que el
Espíritu Santo enseña con toda la santa cristiandad. Nosotros la
guardamos en nombre de Dios. Amén” (Martín Lutero, Glosa al
Edicto imperial de 1531 en Obras completas de Lutero, (I.) t. XX,
citado por Merle d’AUBIGNÉ, op. cit. p. 192,193).
Introducción
1. La justificación por la fe: doctrina fundamental de la Reforma
de Lutero
Todo el sistema doctrinal de la Iglesia católica con
respecto a la salvación, partía entonces del principio de los
méritos supererogatorios de condigno e incluso de los méritos de
congruo para obtener la salvación. Es cierto que se reconocía el
valor de la muerte vicaria (forense) de Jesucristo por todos los
159

161. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
hombres, pero esta verdad bíblica palidecía y se diluía ante el
valor y la importancia dados a las obras pías o buenas obras. De
ahí procedían un gran número de instituciones eclesiásticas y
prácticas religiosas constitutivas de la común praxis católica:
monacato, peregrinaciones, misas, ayunos y abstinencias,
indulgencias, limosnas etc., todas ellas generadoras de méritos
para obtener el perdón de los pecados, alcanzar la salvación y
reducir las penas del purgatorio. La teología de Lutero fue, en
este sentido, una verdadera revolución religiosa y una de las
aportaciones más importantes de la doctrina de la Reforma, al
ideario cristiano de aquel tiempo:
“La salvación conseguida utilizando únicamente los caminos
ofrecidos por la fe constituiría una de las aportaciones más
destacadas de la doctrina luterana, en abierta oposición al ideario
mantenido por la Iglesia hasta esos momentos” (A. GREINER,
Lutero, Biblioteca de la Historia, n°27, Sarpe, Madrid, 1985,
p. 10).
“Mi enseñanza—escribe en una carta a Staupitz—consiste en
que los hombres no deben buscar su salvación más que en
Jesucristo, no en sus plegarias, sus méritos o sus obras. Pues lo que nos
salvará, no es nuestro celo, sino la misericordia de Dios” (Carta
de Martín Lutero a Juan Staupitz, 31 de marzo de 1518, citado
por Daniel OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de
Cristianismo, SEDMAY ediciones, Madrid, 1979, p. 29)
Juan Federico, el nuevo elector de Sajonia, sucesor de
Juan el Constante, muerto en 1532, convocó una reunión de la
Liga de Esmalcalda, prevista para febrero de 1537, y pidió a
Lutero que redactara una confesión de fe sobre lo esencial de la
160

162. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
doctrina de la Reforma. Así aparecieron los Artículos de
Esmalcalda, la única confesión personal de fe del Reformador.
Después de presentar, en la primera parte, en los cuatro artículos
iniciales, la doctrina trinitaria, en la segunda parte, Lutero
formula en términos definitivos, sin discusión posible, “el
descubrimiento hecho por la Reforma, el centro del Evangelio, el artículo
con el cual se derrumba o permanece la Iglesia:
“He aquí—dice—el artículo supremo: Jesucristo, nuestro Dios y
nuestro Señor, murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra
justificación. Sólo Él es el cordero de Dios que quita los pecados del
mundo, y Dios ha puesto sobre Él los pecados de todos nosotros.
Dice además: todos los hombres son pecadores y son justificados sin
mérito alguno, por su gracia, por medio de la redención operada por
Jesucristo, con su sangre. Ya que esto debe ser creído y no puede
ni obtenerse ni captarse por medio de ninguna obra humana, ni de
ninguna ley, ni de ningún mérito, es claro y cierto que sólo una fe así
nos justifica, como dice San Pablo en Romanos 3: ‘Creemos que
el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley’. Dice,
además, a fin de que se reconozca que sólo Dios es justo y justifica a
aquel que tiene la fe en Jesús. Acerca de este artículo no se puede hacer
ninguna concesión; nadie puede separarse de él aunque se derrumben el
cielo y la tierra con todo cuanto existe de perecedero” (A. GREINER,
op. cit. pp. 174,175).
2. Evolución progresiva de la teología luterana
Como el propio Jesús enfatizó en el sermón de la
montaña y otros autores inspirados en el texto del Nuevo
Testamento, la revelación divina es progresiva. La verdad no
siempre se da de una sola vez. Los primeros destinatarios de los
161

163. mensajes de los profetas eran sus contemporáneos. A ellos habla y
escribe, en primer lugar, el mensajero divino inspirado. Por esta
razón, Dios, en su sabia condescendencia, tiene en cuenta el
contexto histórico del profeta. No sólo los contenidos de la
revelación son progresivos, sino también los énfasis, las imágenes
y los estilos literarios están, en cierta medida, adaptados al medio
cultural en el que son dados, sin que por ello dejen de tener valor
normativo y sean reconocidos como Palabra de Dios. Jesús dijo:
“Oísteis que fue dicho a los antiguos...mas yo os digo” (Mat. 5:21,22;
27,28; 31-34; 38,39). En ese proceso revelador, la verdad
fundamental queda siempre incólume pero ampliada,
desarrollada, enfatizada y aplicada a nuevas circunstancias.
Del mismo modo actúa Dios en el último paso del
proceso de la revelación, en la iluminación del Espíritu Santo
necesaria para la interpretación correcta del texto sagrado. En lo
que respecta a la teología luterana, Lutero mismo afirma que “no
he aprendido de una sola vez mi teología; me ha hecho falta sepultarme
en ella cada vez más profundamente; como Agustín, he sido de los que
han progresado al escribir y al enseñar” (Citado por Émile
LÉONARD, Historia General del Protestantismo, I, p. 52). Así
explica este autor la evolución progresiva de la teología luterana:
“Pero una evolución, aunque sea muy lenta, cristaliza
corrientemente en una ocasión bien determinada, el día en que
aparece la fórmula definitiva, alrededor de la cual el espíritu daba
vueltas desde hacía mucho tiempo. Puede admitirse, pues, la
aserción de Lutero, sobre el súbito término de su búsqueda, pero
marcando las etapas del proceso.
“La primera, son las glosas que aporta a los textos de Pedro
Lombardo, San Agustín y San Anselmo. En ellas intenta conciliar la
escolástica con el agustinismo en el que empieza a presentir su camino.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
162

164. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Cree todavía en el libre albedrío: ‘Hay que hacer notar, escribe
entonces, que la voluntad puede querer algo absolutamente, puesto que
es libre’; la Gracia y el libre albedrío ‘se conciertan para justificar y
salvar al hombre’. De 1513 a 1515, el comentario a los Salmos
representa un paso decisivo hacia adelante. Al hacerse
preponderante la influencia de Agustín, el joven profesor opone la Ley
al Espíritu, empieza a hablar de la regeneración por la sola fe, de la
corrupción total de nuestras obras, y a entender por justicia de Dios
el hecho de que Él consienta en justificar al pecador que tiene fe en
Él. Pero todavía le queda al hombre la libertad y el deber de cooperar con
el arrepentimiento a la obra de Dios.
—En 1516, son los Comentarios sobre la Epístola a los
Romanos. L a meditación de san Pablo ha fijado la doctrina de
Lutero procurándole las experiencias decisivas: ‘Nacemos, morimos en la
iniquidad y en la injusticia, justificados por la sola imputación del
Dios misericordioso y la fe en su Palabra’ ¿Qué queda ahora del libre
albedrío? ¿Dónde están los que afirman que con nuestras facultades
naturales podemos amar a Dios por encima de todo? En lo
sucesivo el joven profesor está en posesión de la doctrina que va a
difundir entre sus discípulos y que afirmará en las tesis de Wittenberg
(op. cit. pp. 52,53).
3. Aunque ya había sido enseñada por Pedro Lombardo en el
siglo XII, la doctrina de la justificación
por la fe de Lutero era nueva por su valor absoluto
Entre los opositores al protestantismo preconizado por
Martín Lutero, ninguno tan escarnecedor como el dominico
Enrique Susón Denifle en su obra Lutero y el luteranismo. Como
especialista en Historia medieval, este subdirector del Archivo
Vaticano, argumentó contra Lutero diciendo que la Teología del
163

165. reformador no era nueva y que su pretendida autoría sobre la
doctrina de la justificación por la fe, ya había sido enseñada por
Pedro Lombardo (1100-1160), llamado Maestro de las Sentencias,
deduciendo de ello que si Lutero no le reconoce como un
antecedente medieval de su doctrina fundamental, era por
ignorancia del fraile agustino o por deshonestidad, tratando de
atribuirse, por medio de relatos inventados, la revelación que
Dios le hizo al respecto. Pedro Lombardo, de origen italiano, fue,
en efecto, profesor en Paris en el siglo XII, donde escribió el libro
de Las Sentencias en cuatro volúmenes, texto obligado hasta el
siglo XVI de los estudios de Doctorado en Teología, en el
segundo, entre otros temas presentó la creación, el hombre, el
pecado y la gracia. E. LÉONARD dice sobre el pretendido plagio
de Lutero del autor medieval:
“(Lutero) se basa en el versículo 27 del capítulo III de la
Epístola a los Romanos: ‘Sostenemos que el hombre es justificado
por la fe sin las obras de la Ley’. ¡vaya descubrimiento, exclaman el P.
Denifle y sus émulos. Pedro Lombardo, al que Lutero había
comentado, habría debido enseñárselo desde hacía mucho tiempo.
(Había enseñado el teólogo medieval): ‘la justicia de Dios es aquella
que justifica gratuitamente al impío por la fe sin las obras de la Ley’:
‘las obras siguen a la justificación y no la preceden, pero es por la
sola fe sin la precedencia de las obras que el hombre es justificado. Ante
la fe, las obras son vanas’. El hecho es que la Reforma no dio una
mayor firmeza al principio de la salvación por la fe y que ésta, lo
hemos visto, no era ignorada por los humanistas cristianos. Pero si bien
la fórmula era conocida desde hacía mucho tiempo, la teoría de Lutero le
aportaba una novedad y una novedad revolucionaria: la de que era
necesario tomar la fórmula en el sentido más absoluto y de que
respondía a una experiencia absoluta en sí misma.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
164

166. —La salvación por la fe quería decir en el sistema católico y según
los humanistas que las obras no salvan por sí mismas, mecánicamente,
como podían hacerlo creer a los fieles poco cultivados y
espiritualmente poco exigentes unos predicadores de indulgencias.
Para Lutero, la cuestión del valor justificativo de las obras
religiosas va mucho más allá. Las obras son toda la vida humana,
cualquier participación del hombre. ‘Sin las obras de la Ley’, esto
es, la renuncia a todo lo que, en la salvación, provendría del
hombre. Este está siempre bajo el determinismo absoluto de la caída”.
(Ibid. p. 53).
I. PREEMINENCIA DE LA PALABRA DE DIOS
1. Regla infalible de la conciencia y de la vida cristiana
Toda la doctrina de Lutero y la Reforma está fundada en
la Palabra de Dios. Regla infalible de la conciencia, fuente
inagotable de la revelación divina acerca de la salvación, suprema
autoridad en la Iglesia y para la Iglesia, nada ni nadie puede
situarse por encima de la Escritura: ni los concilios ecuménicos,
ni la tradición canónica, ni el papa y sus encíclicas o documentos
pontificios para la Iglesia mundial, ni los obispos en sus diócesis o
los abades en sus monasterios, ni los teólogos o los creyentes,
nadie; todos deben someterse a la preeminencia de la Palabra de
Dios, tanto en lo que incumbe a la doctrina, como en lo que
respecta a la vida espiritual, tanto la fe como la esperanza de los
fieles. La existencia misma de la Iglesia así como la vida personal
del creyente, todo, todos dependen de la Palabra de Dios. Este es
el lugar que ocupan las Escrituras en la doctrina luterana. La
Reforma fue, en este dominio, una verdadera restauración del
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
165

167. valor de la Biblia en la Iglesia. Así lo vemos y sentimos al estudiar
la vida y la obra de Lutero.
"Si la vida del cristiano depende totalmente del don que Dios le
hace con su Palabra, es importante decir qué es esta Palabra de
Dios. Conviene, en efecto, dice Lutero, distinguir dos elementos en la
Escritura: los preceptos y las promesas. Ahora bien, no son los
preceptos los que pueden salvar al hombre y colmarle de
libertad y de alegría. Los preceptos enseñan lo que está bien, pero ¡qué
distancia entre el mandamiento y la obediencia! Prescriben las
cosas que debemos hacer pero no dan el poder de hacerlas. Revelan el
hombre a sí mismo, persuadiéndole de su impotencia para el bien,
de manera que le conducen a desesperar de sus fuerzas. Si la Ley, si el
Antiguo Testamento condenan, por el contrario, el Evangelio, la
promesa de Dios, sosiega y justifica al creyente. A fin de que puedas
liberarte de ti mismo y escapar de la perdición, Dios coloca delante de ti
a su querido Hijo Jesucristo y le hace decir con su palabra viviente y
consoladora que debes darte a Él con una fe firme y confiarte
enteramente a É l”. (A. GREINER, op. cit. p. 87).
Uno de los males que había que reformar en la Iglesia del
siglo XVI era, por consiguiente, el poco o el mal uso que los
sacerdotes hacían de la Palabra de Dios:
"... ¡Ay!, el otro mal, esta peste incomparablemente más
perniciosa y más cruel: el silencio organizado en torno a la
Palabra de verdad y su adulteración, este mal que no es groseramente
material, éste, apenas si nadie lo advierte; a nadie conmueve;
nadie siente su horror. El único pecado posible para un sacerdote en
cuanto sacerdote, va contra la Palabra de verdad”. Ya en esta época,
como vemos, Lutero va mucho más allá que la crítica
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
166

168. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
moralizante y, en el fondo, superficial de los humanistas. Habla
como cristiano y como pastor” (A. GREINER, op. cit. pp. 59, 60).
2. Acatamiento de la autoridad infalible de la Palabra de Dios
“Cedo de buena gana en todo y para todos; pero en cuanto a la
Palabra de Dios, ni puedo ni quiero abandonarla ni traicionarla. El
que piense de otra manera de mí se engaña y no me comprende.
Nadie, al menos que quiera complicar más el problema, puede
exigirme una simple retractación. No puedo permitir que nadie me
imponga una manera concreta de interpretar la Palabra de Dios, pues
necesario que la Palabra, fuente de todas las libertades sea ella
también libre” (Ibid. p. 94, Carta de Lutero a León X
acompañando el documento La Libertad Cristiana, diciembre
1520).
Y confirma esta posición ante el emperador y el legado
pontificio, el testimonio capital que dio como respuesta a la
orden de retractarse, en la Dieta de Worms, el 18 de Abril de
1521:
“Ya que se me pide una simple palabra, voy a darla sin ambages
de ninguna clase. Si nadie me convence con el testimonio de la
Escritura o con razones decisivas, no puedo retractarme. Pues no creo ni
en la infalibilidad del papa ni en la de los concilios, ya que es bien
manifiesto que con frecuencia se han equivocado y contradicho. Me
siento vencido por los argumentos bíblicos que acabo de citar, y mi
conciencia está vinculada a la Palabra de Dios. Ni puedo ni quiero
retractarme de nada, porque es peligroso y nadie tiene derecho a
actuar en contra de su propia conciencia. Que Dios me ayude. Amén”
(Ibid. pp. 106,107).
167

169. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
3. El libre examen
“Las amplias posibilidades que suponía la libre interpretación de
los textos de las Sagradas Escrituras introducía un elemento de
disensión de amplitud incalculable en el ámbito de la comunidad regida
espiritualmente por la Iglesia de Roma. Las posiciones que
habían de tomarse adoptarían desde los primeros momentos actitudes
irreconciliables. Así, mientras la Iglesia oficial insistía en el valor del
dogma y en la necesidad de actuar como intermediaria entre la
Palabra de Dios y el creyente, los reformadores hablaban acerca
de la directa comprensión de los textos sagrados por parte de los
miembros del pueblo de Dios”. (Ibid. Introducción: Los
hechos).
II. LA SALVACIÓN
“En cada época hay un nuevo desarrollo de la verdad, un
mensaje de Dios al pueblo de esa generación. Las viejas verdades
son todas esenciales; la nueva verdad no es independiente de la vieja,
sino un desarrollo de ella. Es únicamente comprendiendo las viejas
verdades como podemos entender las nuevas. Cuando Cristo deseó
revelar a sus discípulos la verdad de su resurrección, comenzó
‘desde Moisés, y de todos los profetas’, y ‘les declaraba en todas las
Escrituras lo que de Él decían’. Pero es la luz que brilla en el nuevo
desarrollo de la verdad la que glorifica lo viejo. Aquel que rechaza o
descuida lo nuevo no posee realmente lo viejo. Para él la verdad pierde su
poder vital y llega a ser solamente un forma muerta” (EGW,
Palabras de Vida del gran Maestro , Biblioteca del Hogar
Cristiano, p. 98).
168

170. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
1. El hombre bajo el determinismo absoluto del pecado
No se puede comprender la doctrina luterana de la
salvación, sin conocer primero lo que él cree y enseña acerca del
determinismo absoluto del pecado en el ser humano, desde la
caída:
“Sin las obras de la Ley”, esto es, la renuncia a todo lo que, en la
salvación, provendría del hombre. Este está siempre bajo el
determinismo absoluto de la caída. De ahí las afirmaciones múltiples e
inexorables: ‘Pecamos siempre, incluso cuando hacemos el bien’;
“hasta para el justo serían mortales sus obras sin dejara de
juzgarlas en el temor de Dios”. El hombre, por lo tanto, debe
renunciar a tener poder alguno contra el pecado, al que ha de
tener constantemente presente.
“Pero ¿no desesperará? Sí, y hace falta que llegue a la más
completa desesperación: será cuando no se sentirá más que pecado que
Dios le salvará. En vez de ser la prueba del alejamiento de Dios, el
sentimiento aplastante del pecado es la condición de la
salvación.
“[...] Pero si el sentimiento aplastante del pecado es una de las
condiciones de la salvación y renunciando a obrar debe el hombre
entregarse a Dios, consecuentemente Dios, por amor, lo ha hecho
todo para su salvación al aceptar que Cristo pague en la Cruz los
pecados de la especie humana” (E. LÉONARD, op. cit. pp. 53,54).
La enseñanza de la Reforma sobre el hombre y su
impotencia frente a la salvación, no fue un anticipo del
“quietismo” de Miguel de Molinos. Aunque propugna la
imposibilidad y la nulidad de los méritos y obras humanos en la
salvación, el hombre ha de ejercer fe, fe en Dios, fe en Cristo, fe
169

171. en su sacrificio redentor, fe en sus méritos y obras imputados a
los creyentes.
—La impotencia del hombre, la omnipotencia de Dios, tales eran
las dos verdades que Lutero quería restablecer. Es una triste
religión y una triste filosofía las que remiten al hombre a sus fuerzas
naturales. Los siglos lo han intentado, esas fuerzas tan
mentadas; y mientras que el hombre ha conseguido por sí mismo cosas
admirables en lo que concierne a su existencia terrestre, jamás ha podido
disipar las tinieblas que ocultan a su espíritu el conocimiento del
verdadero Dios, ni cambiar una sola de las inclinaciones de su
corazón. El nivel más elevado de sabiduría que han podido
alcanzar algunas inteligencias ambiciosas o aquellas almas que
arden en deseos de perfección, ha sido llegar a desesperar de sí
mismas. Por consiguiente, es una doctrina generosa, consoladora, y
soberanamente verdadera aquella que nos desvela nuestra propia
impotencia, para llevarnos al reconocimiento del poder de Dios por
medio del cual podremos alcanzar todo lo que nos propongamos.
Grande es pues la Reforma que reivindica en la tierra la gloria del cielo,
y pide para los hombres los derechos de un Dios fuerte”
(Comentario de J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ sobre la polémica
entre Lutero y Erasmo acerca del libre albedrío, op. cit. p.
211).
2. Peca mucho pero mucho más todavía pon tu fe en Cristo, el
vencedor del pecado
(Pecca fortiter sed fortius fide in Christo...)
Para Lutero, los creyentes no son efectiva, sino
virtualmente justificados, son efectivamente pecadores, pero
justos en esperanza. Es preciso que siempre se sientan pecadores
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
170

172. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
con objeto de que dependan constantemente de la gracia divina,
perdonadora y santificante. Es tanto como si quisiera decir que
“el pecado nos es necesario” para poder recibir y gozar de la gracia
divina. El 1 de agosto de 1521, desde el castillo de Wartburgo,
escribió a Melanchthon:
“Si predicas la Gracia, predica una Gracia, no ficticia, sino real.
Si la G rad a es real hace falta que borre pecados reales; Dios no
salva a pecadores imaginarios. Sé, pues, pecador y peca mucho, pero
mucho más todavía pon tu fe, tu alegre esperanza en Cristo, el
vencedor del pecado y de la muerte (pecca fortiter, sed fortius
fide in Christo...)”. (Citado por E. LÉONARD, op. cit. p. 55).
¿Qué quiso decir el reformador con estas palabras? ¿Está
acaso incitando al pecado para que sobrepuje la gracia? (Rom.
5:20). La expresión, ¿no es acaso antitética de Rom 6:1
“perseveraremos en el pecado para que la gracia crezca? ¡En ninguna
manera!” responde Pablo. Lutero ha sido atacado por esta confusa
frase. No, no existe esta tal necesidad del pecado para que se
manifieste la gracia de Dios. No estamos obligados a pecar para
poder tener recurso a la gracia divina. Así entiende LÉONARD la
declaración de Lutero:
“Es un argumento de mala polémica cargar el acento en pecca
cuando en realidad está en fortiter, fortius al dirigirse al puro y
dulce Melanchthon; el “pecas mucho” es dirimente. Lo que Lutero pide es
un alma ardiente, y coincide en esto con el Apocalipsis: “porque
eres tibio, y no eres frío ni caliente, te vomitaré”. [...] Lutero
espíritu recio y amante de las situaciones honestas daba una forma
didáctica a estos consejos de un director de conciencia sagaz: a
verdadero Salvador, verdaderos pecadores; y en cuanto a la suposición
171

173. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de que un hombre que se sabe salvado realice voluntariamente malas
obras, es sólo una construcción intelectual en la que no hace falta
detenerse. [...] La realidad es que, como dice el Comentafrio a la
Epístola a los Romanos, ‘no hacer el bien es no amar a Dios’.
Las obras, es decir, en este caso la moral y las buenas obras, son los frutos
que derivan de la fe” (op. cit. pp. 55, 56).
El determinismo absoluto del pecado en el hombre desde
la caída de Adán, es lo que Lutero quiso ilustrar, el valor nulo de
las obras humanas para alcanzar la salvación. Es decir, el “mentís”
a la teología y a la praxis católica de aquel tiempo que estaba
sobre todo centrada en la justicia de las obras más que en la
salvación por la fe. Lutero acabó convenciéndose de que esta
religión de las obras no es la del Evangelio de la gracia y de la fe.
3. Justicia imputada y justicia impartida
Aunque Lutero no hace un uso frecuente de las
expresiones justicia imputada, justicia impartida, por ser términos
jurídicos o forenses que el pueblo no comprendía, las
implicaciones de estas expresiones de la teología de la salvación,
están muy frecuentemente presentes en sus escritos:
“La fe en Cristo os quita toda confianza en vuestra sabiduría, en
vuestra justicia, en vuestra fuerza; ella os enseña que si Cristo no
hubiese muerto por vosotros y no os hubiese así salvado, ni vosotros
mismos ni ninguna otra criatura lo hubiese podido hacer.
Entonces, aprendéis a despreciar todas aquellas cosas que os resultan
inútiles.
“Sólo os queda Jesús, Jesús sólo, Jesús plenamente satisfaciente
para vuestra alma. Sin esperar ahora nada de todas las criaturas, no
172

174. tenéis más que a Cristo, del cual lo esperáis todo y al que amáis por
encima de todo.
“[...]El hombre que habla de esta manera a su mundo, no quiere
simplemente cambiar algunos abusos; quiere, ante todo, establecer la
religión verdadera. Su obra no es solamente negativa, ella es
principalmente positiva” (J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, op. cit.
p. 205).
4. La ley y la gracia
El lenguaje de Lutero en relación con el tema de la ley y la
gracia es preferiblemente el de la Ley y el Evangelio, como hace
EGW en esta cita de Palabra de Vida del gran Maestro:
“Ningún hombre puede presentar correctamente la ley de Dios
sin el Evangelio, ni el Evangelio sin la ley. La ley es el Evangelio
sintetizado, y el Evangelio es la ley desarrollada. La ley es la raíz, el
Evangelio su fragante flor y fruto.
“El Antiguo Testamento arroja luz sobre el Nuevo, y el Nuevo
sobre el Viejo. Cada uno de ellos es una revelación de la gloria de Dios
en Cristo. Ambos presentan verdades que revelarán continuamente
nuevas profundidades de significado para el estudiante fervoroso.
“La verdad en Cristo y por medio de Cristo es inconmensurable.
El que estudia las Escrituras, mira, por así decirlo, dentro de una
fuente que se profundiza y se amplía a medida que más se contemplan
sus profundidades”. (EGW, Palabras de Vida del gran Maestro,
Biblioteca del Hogar Cristiano, p. 99).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
173

175. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
5. La fe y las obras
“El deseo de justificación propia es la fuente de todas las
angustias del corazón—decía Lutero—. Pero el que recibe a Jesucristo
como Salvador tiene paz, y no solamente paz, sino también pureza
de corazón. Toda santificación del corazón es un fruto de la fe;
porque la fe es una obra de Dios en nosotros que nos transforma y
nos da un nuevo nacimiento que emana de Dios mismo. La fe mata
a Adán en nosotros; y por medio del Espíritu Santo que nos
comunica, nos da un nuevo corazón y nos convierte en hombres
nuevos. No son las especulaciones vacías—clamaba todavía—sino por
medio de esta vía práctica, que se puede obtener un conocimiento
salvador de Jesucristo” (J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, Ibid. p.
203).
“Las buenas obras no compran el amor de Dios, pero revelan que
poseemos ese amor. Si rendimos a Dios nuestra voluntad, no
trabajaremos a fin de ganar el amor de Dios. Su amor, como un don
gratuito, será recibido en el alma, y por amor a él nos
deleitaremos en obedecer sus mandamientos” (EGW, Palabras de
Vida del gran Maestro, Biblioteca del Hogar Cristiano, p. 226).
III. LA PENITENCIA Y LAS INDULGENCIAS
Aunque la controversia sobre las indulgencias, en su
dimensión histórica, será tratada con detalle en el próximo tema:
Etapas de la Reforma, veremos aquí sus implicaciones doctrinales
que no fueron pocas, pues lo que, en un principio, no pretendía
ser otra cosa que una protesta contra un flagrante abuso, la
“comercialización del perdón divino”, abuso reconocido y
detestado por muchos y que Lutero siempre creyó que sobre el
174

176. cual podía contar con la aquiescencia del papa, se convirtió
después en el inicio de su gran revolución religiosa y doctrinal.
—La predicación de las indulgencias pontificias enfrentaba desde
hacía siglos a teólogos, obispos y confesores con la santa Sede. Para los
primeros las indulgencias pontificias no otorgaban, excepto en ‘casos
reservados’, otra cosa que la remisión de la pena temporal (pena) que
correspondía al pecador, la absolución del pecado mismo (culpa) era de
la competencia del sacerdote en la confesión” (Tesis 7). (E.
LÉONARD, op. cit. p. 56).
Para Lutero sólo una relación personal con Dios puede
salvar, sin embargo sus memorables Noventa y cinco tesis contra las
indulgencias no negaban en 1517, el derecho del papa para
conceder indulgencias; sólo discutían el que las indulgencias se
hicieran extensivas a las penas del purgatorio (Tesis 22, 82).
Lutero no pretendió con ellas entrar en conflicto con Roma, por
eso las envió al arzobispo de Maguncia, la archidiócesis a la que
pertenecía. Pero son evidentes en ellas ciertos principios que,
desarrollados teológicamente, podrían revolucionar las prácticas
eclesiásticas de la época: afirmaban que el arrepentimiento no es
un acto, sino un hábito mental de toda la vida (Tesis 1). El
“auténtico tesoro de la Iglesia es el santísimo Evangelio de la
gloria y de la gracia de Dios” y no el excedente de los méritos de
la pasión Cristo y de los supererogatorios de los santos, que la
Iglesia ha recibido en depósito, como una banca espiritual, y que
podía vender a quienes no pudieran o no quisieran satisfacer las
penas temporales que ella misma les imponía para la expiación de
los pecados. El cristiano más bien que eludir, debe buscar la
disciplina divina (Tesis 40).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
175

177. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Todo cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la
plena remisión de la pena y la culpa, aún sin cartas de perdón”
(Tesis 36), y esto porque Lutero ha descubierto la gratuidad del
perdón de Dios. Por otra parte teme que este sistema de las
indulgencias banalice la gracia divina y ofrezca al pueblo una falsa
seguridad creyendo que se pueden redimir los pecados a base de
dinero (Tesis 32,84) . En un sermón de 1516 ya había dicho:
“Vigilad que las indulgencias no engendren en nosotros una falsa
seguridad, una inercia culpable, la ruina de la gracia interior”
(Véase A. GREINER, op. cit. p. 63).
En las tesis 39 y 49, Lutero pone en duda la legitimidad y
la eficacia de las indulgencias pontificias volviendo a insistir en
sus contradicciones con la doctrina del verdadero
arrepentimiento y el peligro que acarrean a los fieles: “Es
extraordinariamente difícil, incluso para los teólogos más sabios, exaltar
al mismo tiempo las facilidades de las indulgencias y la verdad de la
contrición” (39); “Debe enseñarse a los cristianos que las dispensas del
papa son útiles si no se confía en ellas y perjudiciales en sumo grado, si
hacen perder el temor de Dios”(49). En las dos últimas tesis, 94 y 95,
expone la necesidad de preferir la cruz (las penas) a la falsa paz de
las indulgencias:
“Hay que exhortar a los cristianos a que traten de seguir a su
cabeza Cristo, por la pena, la muerte y el infierno”; “Y así confíen en
entrar en el reino de los cielos, más por muchas tribulaciones que por la
seguridad de la paz (de las indulgencias)” (Para el análisis de las 95
tesis, véanse las obras citadas de M. ARTOLA, A.
GREINER, E. LÉONARD y W. WALKER).
176

178. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
A pesar de que Lutero no quiso parecer revolucionario, de
que trató de asegurar que sus 95 tesis eran el resultado de su
amor a la verdad y que su único deseo era sacarla a plena luz, la
controversia llegó a Roma y el fraile agustino alemán fue
considerado por la Curia como un hereje.
IV. DEL SIERVO ALBEDRÍO O DEL LIBRE ARBEDRÍO
Si bien las diferencias teológicas y doctrinales entre
católicos y luteranos iban en aumento a medida que se
estabilizaba y desarrollaba la Reforma, con el correr del tiempo,
los católicos llegaron a sintetizar el error fundamental de Lutero
en su concepto pesimista de la libertad humana.
“Según Lutero, el hombre es incapaz de volverse hacia Dios por
sí solo. El pecado de Adán no le ha dejado más que la libertad de
ofender a Dios. El hombre es prisionero de Satanás. Lutero no niega
que el hombre sea libre en las pequeñas opciones de la vida
corriente, pero en lo concerniente a su destino futuro el hombre es
‘siervo’.
“En cambio, para los católicos el hombre está llamado a
desempeñar un papel en su relación con Dios. El pecado necesita,
ciertamente, de la gracia, pero la gracia de Dios no actúa, sin una
aportación de la voluntad humana.
“Esta divergencia es, todavía hoy, la que más profundamente
divide a católicos y protestantes, y no es extraño que la mayor
personalidad católica de la época, Erasmo, atacara a Lutero
precisamente en esta cuestión del siervo albedrío o del libre albedrío”
(Daniel OLIVIER, El giro decisivo del año 1525, en 2000 años de
Cristianismo, Ediciones SEDMAY, Madrid, 1979, tomo V, p.
55).
177

179. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Aunque Lutero desaprobaba el humanismo cristiano de
Erasmo y en privado le acusaba de “cobarde”, “serpiente”, “rey de
la anfibología” y Erasmo calificaba a los luteranos de “locos y
estúpidos”, muchos de los cuales sólo buscan “la libertad de los
placeres de la carne”, más intolerables que los pontífices y
obispos, lo cierto es que ambos líderes se habían comprometido a
respetarse y se tenían un cierto aprecio y admiración, Lutero le
decía en una carta de abril de 1524: “no publiques ningún libro
contra mí, yo no publicaré ninguno contra ti”. Pero el 1 de septiembre
de 1524, instigado por Enrique VIII, Erasmo publicó su Diatriba
(disertación) de libero arbitrio.
En esta obra define el libre albedrío como el poder que
tiene la voluntad humana de adherirse o apartarse de lo que
concierne a su salvación. Demostraba que el hombre sigue siendo
dueño de su destino y
que la doctrina luterana lleva a la inmoralidad o al quietismo, en
contradicción con el Evangelio. La doctrina erasmiana del libre
albedrío fue en seguida acusada de pelagianismo (es decir, de
privilegiar, como lo había hecho Pelagio, el papel de la voluntad
humana).
Ocupado como estaba, en ese tiempo, con la Guerra de
los Campesinos, Lutero no se opuso al tratado de Erasmo hasta
diciembre de 1525 publicando su De servo arbitrio. Ante el ataque
del humanista, Lutero exaspera su doctrina:
“El hombre es comparable al caballo sobre el que pueden
cabalgar dos jinetes, Dios y Satanás. Cuando es Dios quien lleva
las riendas, el hombre corre hacia el bien; en manos de Satanás,
178

180. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
galopa hacia el mal. Sólo Dios tiene un libre albedrío, puesto que
es el único que hace lo que quiere. Lutero no vacila en afirmar
que Dios quiere la salvación de los unos y la condenación de los
otros (sic)” (D. OLIVIER, Ibid.).
Estas controvertibles declaraciones, tema objeto de
muchas polémicas de los luterólogos, incluso entre los
protestantes, ha hecho decir lo siguiente:
“En ningún sitio, escribe Huizinga (Johan Huizinga, Erasmus
and the Age of Reformation, Mineola, NY, 1924), la doctrina de
Lutero corresponde tan netamente a un endurecimiento de la fe y a una
exaltación de los conceptos religiosos como en el De servo arbitrio.
Pero era Lutero el que se colocaba sobre la roca de una absoluta
penetración mística de la eternidad, era él ante quien todas las nociones
interiores ardían como la paja seca en el fuego de la majestad
de Dios, a quien toda colaboración humana en la salvación
parecía un ultraje a la gloria de Dios” (Citado por E. LÉONARD, op.
cit. p. 131).
V. LOS TRES DOCUMENTOS DE 1520
1. Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana
En el verano de 1520, mientras la cancillería romana
estaba a punto de publicar la bula de excomunión de Martín
Lutero (Exsurge Domine, de fecha 15 de Junio), el reformador
publicó la impresionante trilogía de sus grandes escritos
reformadores. El primero de estos tratados apareció en agosto,
con el título Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana,
179

181. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
respecto a la reforma de la cristiandad. En este documento Lutero
pretende atacar las prerrogativas que se atribuía el papado y la
Iglesia católica en materia religiosa y transferirlas al conjunto de
la cristiandad, sin distinción entre clero y laicado. En realidad, en
el Manifiesto, el reformador presenta su reforma doctrinal sobre la
Iglesia. Declara en este primer documento que habían sido
derribados tres muros en los que estaba atrincherada la Iglesia:
El primero es la pretendida superioridad del estado
espiritual sobre el temporal. La distinción cualitativa entre el
papa, los obispos, los sacerdotes y la gente de los monasterios
como el estado eclesiástico y los principales, los señores, los
artesanos y los campesinos, como el estado laico, es infundada
porque todos los creyentes son sacerdotes. Cuando la amenaza
secular se cierne sobre la jerarquía católica, ésta pretende que está
exonerada de su control o poder porque su naturaleza es de
orden espiritual. Martín Lutero responde y proclama entonces
el gran principio eclesiástico de la Reforma: El sacerdocio universal
de todos los creyentes:
“Nadie debe dejarse intimidar por esta distinción, por el claro
motivo de que todos los cristianos pertenecen verdaderamente al
estado eclesiástico. Entre ellos no existe ninguna otra diferencia que
la de la función... Son el bautismo, el Evangelio y la fe
únicamente los que forman el estado eclesiástico y el pueblo
cristiano.
“Todos, absolutamente todos, somos consagrados sacerdotes por el
bautismo, como dice san Pedro (1 Pedro 2:9; Apoc. 5:10). Puesto
que las autoridades temporales están bautizadas igual que nosotros, y
tienen la misma fe y el mismo evangelio, debemos dejarles que
sean sacerdotes y obispos y considerar su función como legítima y
180

182. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
útil a la comunidad cristiana. Pues todo el que proviene del
bautismo puede ufanarse de estar ya consagrado sacerdote y
obispo y papa, aunque no a todos sienta bien ejercer semejante
función” (Citado por E. LÉONARD, op. cit. pp. 70,71).
Así pues todos los hombres, cualquiera que sea el estado
al que pertenecen, sean clérigos o laicos, forman un santo
sacerdocio. Y todo lo que se ha dicho del carácter indeleble del
sacerdocio no es más que una invención humana. De este modo
la doctrina del sacerdocio universal de los creyentes, ponía
remedio a esa enfermedad del clericalismo que ha gangrenado a
la Iglesia.
El segundo muro erigido por los católicos es el del
derecho exclusivo del papa y los obispos a interpretar las
Escrituras, bajo el pretexto de que el papa no puede equivocarse
en el terreno de la fe. Se trata de la pretensión del principio
católico del magisterio infalible al que Lutero responde con otra
de las doctrinas fundamentales de la Reforma: el libre examen que
significa que: “los corazones bien dispuestos pueden entender
inmediatamente la Escritura y por ello, en lo que concierne a los pasajes
necesarios para su salvación, todo cristiano tiene derecho de
interpretación, sin ningún monopolio de ministerios especializados (1
Cor. 14:30)” (Ibid, p. 72).
Finalmente también es falso el tercer muro en el que
pretende protegerse la iglesia católica: la ilegitimidad de los
concilios reformatorios no convocados por el papa. “A Lutero le es
fácil responder que el concilio de Jerusalén no fue convocado por san
Pedro, sino por todos los apóstoles y los ancianos, y el de Nicea y muchos
otros por el emperador. ‘Pero cuando el papa llegó a ejercer él solo este
181

183. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
poder, todos fueron necesariamente heréticos’. Razón por la que el
protestantismo admite solamente los primeros concilios ecuménicos"
(Ibid.).
—Si el papa quisiera usar de su derecho para impedir la
convocatoria de un concilio libre y la reforma de la Iglesia, no hay
que inmutarse. Y si se pone a lanzar rayos y truenos, es necesario tratar
con desprecio estos actos insensatos y responder a una excomunión
excomulgando a la vez, en nombre de Dios" (A. GREINER, op.
cit. p. 80).
2. La cautividad babilónica de la Iglesia
Dos meses después, Lutero publicó el segundo de los
escritos luteranos de 1520 con el título La cautividad de Babilonia.
Después de haberse dirigido, en el Manifiesto, a los jefes políticos
y por su medio a los ciudadanos de su país, Lutero se dirige ahora
a los teólogos y al clero y lo hace en latín. El propósito del escrito
es abordar el tema de los sacramentos. El valor de los
sacramentos, para Lutero, es el de testimonio de la promesa
divina; sella o testifica la Alianza de gracia, dada por Dios de
unión con Cristo y perdón de los pecados, fortalecen la fe y
aportan gracia a la vida de los creyentes. Lutero niega todo
automatismo en la apropiación de la gracia, destaca que sólo la fe
recibe saludablemente esta gracia, considera que el papel del
sacerdote en el sacramento es secundario. De acuerdo con las
normas de la Escritura, de los siete sacramentos, sólo dos
merecen este nombre: el bautismo y la Santa Cena, y en rigor la
penitencia porque la palabra de absolución pronunciada sobre el
pecador penitente lleva consigo una gracia divina. Los otros
182

184. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
cuatro son otras tantas instituciones saludables, pero humanas,
que no aportan ninguna gracia particular.
El bautismo aunque no tenga un valor automático para
borrar el pecado original, materializa la entrada en la Alianza de
gracia, bendición permanente del Padre sobre sus hijos. En
cuanto a la Santa Cena, Lutero decía que la Iglesia romana “nos
había robado el santo sacramento de la Cena de tres maneras: retirando
del pueblo el uso del cáliz, inventando el dogma de la transubstanciación
y transformándolo en un sacrificio para los vivos y para los muertos”
(Citado por A. GREINER, op. cit. p. 85). Y veamos como
presenta E. LÉONARD la doctrina del reformador sobre la Cena:
“El sacramento era restablecido en ella en la pureza de su
institución evangélica, como conmemoración del único e irrepetible
sacrificio de la Cruz, sin intervención humana. A l abandonar la
transubstanciación, como ya había hecho Wyclef, se adentra en la vía de
la consubstanciación, en la que las especies son verdaderamente
a la vez pan y vino, carne y Sangre del Salvador, pero sólo durante la
ingestión sacramental. Renuncia el reconquistar por la fuerza el uso de
ambas especies para los laicos, invita a las “conciencias a soportar la
tiranía” y desea una decisión de un concilio general” (op. cit. p.
75).
En este documento, Lutero se muestra como un teólogo
importante que elabora y construye un cuerpo de doctrina. Por
ello no debe sorprendernos que en el catecismo romano que
emanó del Concilio de Trento en la Contrarreforma, se haga
especial mención en este documento, L a Cautividad de Babilonia,
para combatir la “herejía” luterana.
3. La libertad cristiana
183

185. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
El tercer documento, La libertad cristiana, dirigido al
pueblo en alemán y al clero en latín, es una obra de cura de almas
y al contrario de los dos escritos precedentes, no contiene
ninguna polémica. Es una obra irénica, es decir, conciliadora de
sus doctrinas y va precedida de una carta personal a León X
respetuosa y extremadamente deferente:
“Mi corazón no se ha apartado de Vuestra Santidad, y no he
dejado de pedirle a Dios vuestra prosperidad y la de vuestro
pontificado... He atacado, es verdad, la Corte Romana, de la que ni vos
ni nadie negará la corrupción, mayor que la de Babilonia y
Sodoma... Lejos de levantarme contra vuestra propia persona he
creído que el levantarme con ardor contra vuestra prisión merecía vuestro
reconocimiento... Nadie puede exigirme una simple retratación.
No puedo permitir por más tiempo que se imponga una manera de
interpretar la Palabra de Dios, pues es preciso que la Palabra, origen
de toda libertad, sea también libre. Aceptado esto no hay nada
que no esté dispuesto a hacer o sufrir... ¡Oh León, Padre mío, no
escuchéis a estas sirenas que os dicen que no sois un hombre sino algo
así como un Dios... No, sois servidor de servidores” (Citado por E.
LÉONARD, op. cit. p. 75).
El tratado se inicia con la paradoja de la experiencia
cristiana: “Un cristiano es el más libre señor de todo, y no está sujeto a
nadie; un cristiano es el más devoto siervo de todos, y está sujeto a todos”.
Es libre puesto que está justificado por la fe, ya no está bajo la ley de las
obras, y está en una nueva relación personal con Cristo. Es siervo, porque
está obligado por el amor a poner su vida en conformidad con la
voluntad de Dios y ayudar al prójimo. [...] Para Lutero, la esencia del
Evangelio es el perdón de los pecados, obrado por una fe que, como en
184

186. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Pablo, no es menos que una relación personal vital y transformadora del
alma con Cristo. (Véase, Williston WALKER, Historia de la Iglesia
Cristiana, p. 345,346). Y leemos en otro lugar este fragmento de
L a Libertad Cristiana:
“El alma solamente encuentra su vida, su libertad y su justicia
por medio del Santo Evangelio, la Palabra de Dios predicada por
Cristo. Estemos, pues, bien persuadidos de que el alma puede
prescindir de todo, a excepción de la Palabra de Dios, y que fuera
de la Palabra de Dios nada puede servirle de auténtico socorro.
Con esta palabra, sois ricos y nada os falta; puesto que la Palabra
basta para dar al alma su alimento, dicha, paz, luz, talento,
justicia, verdad, sabiduría, libertad, y todos estos bienes en
abundancia.. Por esto, la única obra, el único esfuerzo de los cristianos
debe consistir en dejarse formar por la Palabra y por Cristo, ejercitarse
continuamente en esta fe y fortalecerla” (A. GREINER, op. cit.
p. 87).
Conclusión
Resumen: Las cinco “solas” de la doctrina de Martín Lutero
Como síntesis o resumen de las doctrinas fundamentales
de la Reforma de Martín Lutero, voy a copiar el breve documento
escrito por Gregg Strawbridge, en 1993, para la Reformation
Celebration at Audubon Drive Bible Church en Laurel, MS,
como parte de un servicio de adoración. Este documento ha sido
la base de otros muchos que han ampliado su contenido y que
han sido escritos por diversos ministros protestantes. Todos se
pueden consultar en Internet en la entrada “Las cinco solas de la
Reforma”.
185

187. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Sola Scriptura: La Biblia es la única autoridad normativa
“La doctrina de que la Biblia es por sí sola la autoridad
suprema, fue el ‘Principio Formal’ de la Reforma. En 1521, en el
histórico interrogatorio de la Dieta de Worms, Martín Lutero declaró su
conciencia cautiva a la Palabra de Dios diciendo: ‘A menos que
se me convenza mediante testimonios de la Escritura, y claros
argumentos de la razón—porque no le creo ni al papa, ni a los
concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado y se
contradicen entre ellos—, estoy vencido por los textos de la Sagrada
Escritura que he citado, y mi conciencia está ligada a la Palabra de
Dios”.
Sola Gratia: Salvación sólo por gracia
“Un clamor central de la Reforma fue ‘salvación por gracia’.
Aunque la iglesia romana enseña que la misa es un ‘sacrificio [que] es
verdaderamente propiciatorio’, y que por medio de la misa ‘Dios... nos
otorga la gracia y el don de la penitencia, remite nuestras faltas e
incluso nuestros enormes pecados’, los reformadores retornaron a
la doctrina bíblica de la salvación por gracia mediante la fe.
Nuestra postura con respecto a la justificación es que Dios nos la
imputa por medio de la gracia y a causa de la obra de Jesucristo
nuestro Señor. En contraste con las doctrinas del mérito personal
enseñadas por Roma, sola gratia y las doctrinas de la gracia—
depravación total, elección incondicional, la redención particular, y
la perseverancia de los santos— fueron predicadas por todos los
reformadores en todo el movimiento protestante”.
Sola Fide: Justificación sólo por la fe
186

188. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“El ‘Principio M aterial’ de la Reforma fue la justificación
solamente por fe. La Confesión de Fe Westminster establece: ‘La Fe
así recibida que permanece en Cristo y su justicia, es el único
instrumento de justificación; aunque ésta no actúa sola en la
persona justificada, sino que está siempre acompañada de todas
las demás gracias salvíficas; no siendo una Fe muerta, sino más bien,
una Fe que obra por el amor”.
Solus Christus: Salvación y mediación ante el Padre sólo por medio
de la obra de Cristo
“La Reforma dirigió un llamamiento a la Iglesia para que
retornara a la fe en Cristo como único mediador entre Dios y el
hombre. Mientras que la Iglesia romana mantenía que ‘hay un
purgatorio y las almas que están detenidas allí son ayudadas por las
oraciones intercesoras de los feligreses, y que los santos deben ser
venerados e invocados y sus reliquias deben ser veneradas, los
reformadores enseñaban que la salvación es solamente a través
de la obra de Cristo. Como Juan Calvino dice en la Institución de la
Religión Cristiana, ‘intervino Cristo e intercediendo por nosotros tomó
sobre sus espaldas la pena y pagó todo lo que los pecadores habían de
pagar por justo juicio de Dios; que expió con su sangre todos los
pecados que les hacían enemigos de Dios y que con esta expiación
satisfizo al Padre...Miremos solo a Cristo para obtener el favor divino y
su amor paternal’”.
Soli Deo Gloria: Sólo para Gloria de Dios
“La Reforma recuperó la enseñanza bíblica de la soberanía de
Dios sobre todos los aspectos de la vida del creyente. Todo en la
187

189. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
vida debería ser vivido para gloria de Dios. Como pregunta el
Catecismo Menor de Westminster, ‘¿Cuál es el fin principal del
hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar
con él para siempre’. Este gran y determinante propósito fue
enfatizado por aquellos, en el siglo X V I y X V II que buscaban
reformar a la Iglesia de acuerdo con la Palabra de Dios. En contraste
con la división monástica de la vida en sagrada contra secular
perpetuada por la Iglesia Romana, los reformadores vieron que
toda la vida debe ser vivida bajo el Señorío de Cristo. Cada
actividad del cristiano ha de ser santificada para gloria de Dios”
Epílogo
Su última confesión momentos antes de morir
y
Elogio fúnebre de Melanchthon
“Reverendo padre, ¿queréis morir apoyado en Jesucristo y en la
doctrina que habéis enseñado?” “Sí”, responde lo bastante alto para que
todos puedan oírle. Esta fue su última palabra. Media hora más
tarde entregó el espíritu. Adivinando las calumnias que se esparcirían
sobre la muerte de Lutero, Jonás, Celius y Aurifaber acaban la
relación escrita de los postreros instantes del reformador con este
testimonio solemne: “Damos testimonio en conciencia de que murió así
en la paz del Señor, sin sentir las angustias de la muerte. Bien se le
pueden aplicar aquellas palabras del Evangelio según San Juan:
‘Verdaderamente, os digo que quien guarda mi Palabra no morirá
eternamente’”.
“¡Ya no está con nosotros, el carro de Israel, el conductor de
Israel que en estos tristes y postreros tiempos ha dirigido a la Iglesia!
No es ciertamente la perspicacia humana la que ha descubierto esta
188

190. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
doctrina del perdón de los pecados y de la fe en el Hijo de Dios.
No; es Dios el que ha suscitado a este hombre, y el que, por medio de
él, nos lo ha revelado. Conservemos su recuerdo, mantengamos la
doctrina que él nos ha transmitido. Seamos más humildes y
estemos más atentos a los grandes cambios y las grandes
calamidades que han de seguir a esta muerte. Hijo de Dios, ¡oh
Emmanuel!, que por nosotros has sido crucificado y que has
resucitado, dígnate conducir, mantener y proteger a tu Iglesia.
Amén" (Citado por A. GREINER, op. cit. pp. 184, 185).
Aplicación/llamamiento
Como Martín Lutero aquel insigne miembro del periodo
de la historia de la Iglesia cristiana representado en el Apocalipsis
por el mensaje a Sardis, es decir, el tiempo de la Reforma
protestante del siglo XVI, al cual estamos re-historiando en el 500
aniversario de su rebelión contra Roma, llamado y reconocido
incluso por sus opositores católicos como “El fraile hambriento de
Dios" (Subtítulo de la biografía de Ricardo GARCÍA-
VILLOSLADA); nosotros hoy, como aquellos creyentes
destinatarios del mensaje a la iglesia de Sardis, “debemos andar
con jesús en vestiduras blancas” (Apoc. 3:4), símbolo en las
Escrituras de la justificación por la fe, doctrina fundamental de la
Reforma luterana. Y como miembros y representantes del
periodo laodicense, es decir, el tiempo de la crisis final antes de la
segunda venida del Señor, debemos aceptar la amonestación del
testigo fiel y verdadero y “ser vestidos de vestiduras blancas" (Apoc.
3:18), es decir, clamar a Dios se nos impute y aplique la cuarta
bienaventuranza de Jesús: “Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia, porque ellos serán hartos" (Mateo 5:6).
189

191. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Y como broche final de este estudio, dos gemas de Elena
G. de White acerca del don, sin costo, de la justicia de Cristo al
pecador:
“Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que
nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por
nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros
pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no
habíamos participado. E l sufrió la muerte nuestra, a fin de que
pudiésemos recibir la vida suya. ‘Por sus llagas fuimos nosotros curados’
(Isa. 53:5)” (El Deseado de todas las Gentes, Biblioteca del Hogar
Cristiano, p. 16).
“Unicamente el manto que Cristo mismo ha provisto puede
hacernos dignos de aparecer ante la presencia de Dios. Cristo
colocará este manto, esta ropa de su propia justicia sobre cada alma
arrepentida y creyente. [...] Este manto, tejido en el telar del
cielo, no tiene un solo hilo de invención humana. Cristo en su
humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos a
nosotros este carácter” (Palabras de Vida del Gran Maestro, p.
253).
BIBLIOGRAFÍA citada
Miguel ARTOLA, Textos Fundamentales para la Historia, Alianza
Editorial, Madrid, 1978
Jacques DOUKHAN, Secretos del Apocalipsis. Un vistazo judío al
Apocalipsis, APIA, Florida, 2008
Desmond FORD, Crisis! A Commentary on the Book of Revelation,
1982, vol. I
190

192. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Albert GREINER, Lutero, Biblioteca de la Historia, n° 27, Sarpe,
Madrid, 1985
Richard LEHMANN, L ’Apocalypse de Jean, Faculté Adventiste de
Théologie, Collonges-sous-Saleve, 1995
Émile G. LÉONARD, Historia General del Protestantismo,
Ediciones Península, tomo I, Madrid, 1967
J.-H. MERLE D’AUBIGNÉ, Histoire de la Reformation du seiziéme
siécle, tome I, Paris, 1860
Daniel OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de
Cristianismo, tomo V, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1979
Kenneth A. STRAND, Interpreting the Book of Revelation, 2a ed.,
Naples, FL, 1979
-Foundational Principies of interpretation, en
Symposium on Revelation, Book 1, Review and Herald,
Hagerstown, 1992
Gregg STRAWBRIDGE, Las 5 Solas de la Reforma, Reformation
Celebration at Audubon Drive Bible Church, Laurel, MS, 1993
(by Internet)
Williston WALKER, Historia de la Iglesia Cristiana, Casa Nazarena
de Publicaciones, Kansas City, 1967
Elena G. de WHITE, El Deseado de Todas las Gentes, Biblioteca del
Hogar cristiano, 1955
-Palabras de Vida del Gran Maestro, Biblioteca del
Hogar Cristiano, 1971
-Profetas y Reyes, Biblioteca del Hogar Cristiano,
1955
191

193. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
VI. “PRIM ERO HIERBA. L U E G O ESPIGA, D ESPU ÉS G RAN O
L L E N O E N LA ESPIG A ”
(Etapas de la Reforma)
Texto: —De suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después
grano lleno en la espiga. Y cuando el fruto está maduro, luego se mete la
hoz, porque ha llegado la siega” (Marc. 4:28,29)
Comentario
1. Aplicación espiritual de la parábola
En esta parábola, registrada únicamente por el evangelista
Marcos, el Salvador usa una vez más, lecciones de la naturaleza
para ilustrar principios de la vida espiritual. Elena G. de White,
en sus escritos, aplica esta parábola a la educación de los niños y
al crecimiento espiritual del creyente:
—Así el Espíritu Santo es dado para llevar adelante, de una
etapa a otra, el proceso del crecimiento espiritual [...] H a de haber
‘primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga’. Debe
haber un desarrollo constante de la virtud cristiana, un progreso
permanente en la experiencia cristiana. Esto debemos buscarlo con
intenso deseo, para que adornemos la doctrina de Cristo nuestro
Salvador” (Testimonios para los ministros, Biblioteca del Hogar
Cristiano, 1961, p. 515).
Lo mismo hace la mayor parte de los comentarios
consultados. Cito, por su pertinencia, el de L. BONNET y A.
SCHROEDER:
192

194. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“¿Cuál es ahora el pensamiento de esta parábola? Nos presenta
hechos morales, experiencias que se producen en el reino de Dios,
considerado, ya en su universalidad, ya en cada alma individual. La
semilla es, como en la parábola precedente, la palabra de Dios.
Ella posee en sí misma una potencia de vida que le permite llevar
fruto de un modo espontáneo. Entre esta palabra divina y el alma
humana hay la misma afinidad que entre la tierra y la semilla;
de modo que la acción armónica de la palabra y del alma produce de
por sí, sin ningún concurso del que ha derramado la semilla, y sin que
éste sepa cómo se realiza ese misterioso trabajo, la regeneración,
la santificación, todos los frutos de la vida nueva. Un punto
secundario de la comparación, es el crecimiento lento, gradual pero cierto
de la vida divina, hasta su perfección. Para que se opere, es
necesario tiempo, sin el cual nada llega a la madurez [...]. El Salvador
sabe que, a pesar de todos los obstáculos que su palabra encuentra en el
mundo, el día de la siega (cosecha) vendrá” (Comentario del
Nuevo Testamento, Editorial evangélica Bautista, Buenos
Aires, s.f., vol. I, p. 363).
2. Aplicación histórica de la parábola
Pero la parábola también se puede aplicar a cualquier
proceso histórico dirigido por la providencia divina. De hecho, en
junio de 1886, durante los dos años que Elena G. de White pasó
en Europa, visitó diversas ciudades de Dinamarca, Suecia y
Noruega y comprobó cómo se estaba desarrollando la obra en
Escandinavia. En la ciudad de Orebro, Suecia, la Asociación
sueca celebró su asamblea anual, en la cual Elena G. de White
pudo participar pronunciando diversos sermones. Y en una
alocución a un grupo de creyentes dijo:
193

195. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
—Ahora la obra puede parecemos pequeña; pero debe haber un
comienzo antes de que haya progresado. ‘Primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga’. La obra puede comenzar
débilmente y su progreso por un tiempo puede ser lento; sin embargo, si se
empieza de una manera saludable, habrá un progreso firme y
sustancial. [...] El Señor ha de venir pronto, y el mensaje de
amonestación ha de ir a todas las naciones, lenguas y pueblos. Mientras
la causa de Dios requiere medios y obreros, ¿qué están haciendo
los que viven bajo la luz plena de la verdad presente” (Notas
biográficas, Biblioteca del Hogar Cristiano, 1981, pp. 328,329).
Así es, Elena G. de White consideraba que como Cristo
enseñó en esta parábola, en la de la semilla de mostaza o en la de
la levadura, los inicios históricos del reino de Dios, non siempre
parecen augurar un gran crecimiento, y a decir de muchos
observadores, están fatalmente condenados al fracaso, pero hay
un poder intrínseco, interior, en todo aquello que tiene que ver
con la siembra de las verdades de la Palabra de Dios que asegura y
garantiza su crecimiento de manera gradual, por etapas,
irreprimiblemente permanente. Los ejemplos en la historia de la
Iglesia son innumerables.
3. Aplicación de la parábola a la Reforma
Y también se puede aplicar a la historia de la Reforma
luterana. No vamos a volver a la polémica de los orígenes de la
Reforma que ya hemos analizado en los temas precedentes.
Hemos señalado que la providencia divina estuvo preparando el
tiempo de la Reforma y que “venido el cumplimiento del tiempo”
apareció Martín Lutero en aquel contexto particular de la
194

196. primera mitad del siglo XVI; pero estamos obligados a subrayar,
una vez más, la diferencia que existe entre “causas” y
“circunstancias” de la Reforma. Aunque había un ambiente
religioso, cultural, social, político y en parte económico proclive a
una reforma de la Iglesia, los orígenes de la Reforma, ya lo hemos
dicho, fueron espirituales; el origen de la Reforma fue un
hombre: Lutero, un hombre de iglesia, un creyente convencido,
nada propicio al abandono o la banalización de la fe, un teólogo
profundo, un investigador y un escritor infatigable, un humanista
cristiano, más cristiano que humanista. Un hombre que, a nivel
personal, tuvo una crisis religiosa, con una evolución espiritual
interior, acorde con ese proceso, señalado por Jesús en la
parábola, del crecimiento de la semilla que es sembrada en la
tierra: primero hierba, es decir, simplemente hoja que brota, que
se da a conocer; luego espiga, o lo que es lo mismo,
conformación de una estructura vital que crea y anuncia ya su
fisonomía y su desarrollo ulterior; después grano lleno en la
espiga, es decir, el fruto que da sazón a la espiga y que adquiere
una identidad determinada.
Y cuando se aplica el proceso a la Reforma misma del
siglo XVI, podemos decir que Martín Lutero transfundió esa
crisis personal, la solución descubierta y su evolución inherente,
de su mundo interior, al mundo exterior que le rodeaba y fue así
como nació la Reforma, que iba a seguir, por su parte, el mismo
proceso de crecimiento histórico que la semilla de la parábola de
Jesús, veamos el esquema de ese crecimiento histórico:
Primero hierba, es decir eclosión, brote, comienzos: desde sus
primeros comentarios y explicaciones del libro de los Salmos y de
las epístolas de Pablo, principalmente la carta a los Romanos, a
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
195

197. los alumnos de la Universidad de Wittenberg, en 1515, en las
que algunos biógrafos encuentran ya el germen de una herejía,
hasta la difusión, en 1517, de las 95 tesis contra las indulgencias
que, sin representar todavía una fractura o rompimiento con
Roma, preludiaban una actitud reformista y cuestionaban
aspectos importantes de la doctrina católica como el sacramento
de la penitencia y la autoridad para perdonar los pecados del
pontífice romano. Se consideran el comienzo del proceso
reformador.
Luego espiga, es decir la confirmación, sin ambages, del carácter y
propósito reformador, incluso revolucionario, de la enseñanza de
Lutero consecuente a las 95 tesis. En octubre de 1518 se enfrenta
con el Cardenal Cayetano en la Dieta de Augsburgo, Lutero es
considerado hereje y se pide su muerte o destierro; el 4 de julio
de 1519, tiene lugar la disputa de Leipzig con el teólogo de
Ingolstadt, Juan Eck. En 1520 Lutero publica los tres escritos
fundamentales de la estructura o andamiaje doctrinal de la
Reforma, cuyas claves estaban en abierta oposición con Roma y
que constituyen lo fundamental y característico del
protestantismo. El 3 de enero de 1521 entra en vigor el decreto
de excomunión contra Martín Lutero del papa León X echándole
del seno de la Iglesia y en la Dieta de Worms de 17 de abril de
1521, es también condenado por un edicto del Emperador Carlos
V. Lutero ya ha sido separado de la Iglesia, la ruptura se ha
consumado. En el proceso de su crecimiento, la Reforma está en
el camino de alcanzar la independencia de Roma.
Después, grano lleno en la espiga: como consecuencia de estos
hechos, obligado por la marcha de los acontecimientos, el
movimiento de Reforma madura, fructifica, se organiza, se instala
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
196

198. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
en el tiempo y en el espacio, se constituye en una iglesia separada
que, segregada de la Iglesia católica, va a ser a partir de ahora, una
opción diversa y opuesta al catolicismo. La división del
cristianismo de Europa occidental es un hecho irreversible. Se
crean las iglesias locales luteranas, según el modelo inspirado en
la doctrina de Lutero sobre la Iglesia; en la Dieta de Espira de
1529, a partir del mes de abril, se denominan como protestantes
a los adheridos, que son muchos, al partido de la Reforma; en la
Dieta de Augsburgo de abril de 1530, Melanchthon redacta la
Confesión de Augsburgo, algo así como la carta magna o
constitución del protestantismo luterano.
Este es el plan, el bosquejo, veremos en lo que sigue, con
más detalle, las siete etapas y los eventos más característicos del
proceso histórico que fueron conformando la Reforma iniciada
por Lutero.
Pórtico:
(Dieta de Worms, momento culminante de la condena personal
del emperador a Martín Lutero)
—Vosotros sabéis que yo desciendo de los emperadores
cristianísimos de la noble nación de Alemana, y de los Reyes Católicos
de España, y de los archiduques de Austria y duques de Borgoña. Los
cuales fueron hasta la muerte hijos fieles de la santa Iglesia romana, y
han sido todos ellos defensores de la fe católica y sacros cánones,
decretos y ordenamientos y loables costumbres para la honra de Dios y
aumento de la fe católica y salud de las almas. Después de la
muerte, por derecho natural y hereditario, nos han dejado las dichas
santas observancias católicas, para vivir y morir en ellas a su
ejemplo. Las cuales, como verdadero imitador de los dichos
197

199. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
nuestros predecesores, habemos, por la gracia de Dios, guardado hasta
agora. Y a esta causa, yo estoy determinado de las guardar, según que
mis predecesores y yo las habemos guardado hasta este tiempo;
especialmente lo que ha sido ordenado por los dichos mis predecesores
ansí en el concilio de Constancia como en otros. Las cuales son
ciertas, y gran vergüenza y afrenta nuestra que un solo fraile contra Dios,
errado en su opinión, contra toda la cristiandad, así del tiempo
pasado, de mil años ha y más, como del presente, nos quiera
pervertir y hacer conocer según su opinión que toda la dicha cristiandad
sería y habría estado, todas horas en error. Por lo cual, yo estoy
determinado de emplear mis reinos y señoríos, mis amigos, mi
cuerpo, mi sangre, mi vida y mi alma; porque sería gran vergüenza a mí y
a vosotros, que sois la noble y muy nombrada nación de Alemaña, y que
somos, por privilegio y preeminencia singular, instituidos defensores
y protectores de la fe católica, que en nuestros tiempos no solamente
herejía, mas ni suspición de ella ni diminución de la religión
cristiana, por nuestra negligencia en nosotros se sintiese, y que
después de nos quedase en los corazones de los hombres, para nuestra
perpetua deshonra y daño y de nuestros sucesores. Ya oísteis la
respuesta pertinaz que Lutero dio ayer en presencia de todos
vosotros. Yo os digo que me arrepiento de haber tanto dilatado de
proceder contra el dicho Lutero y su falsa doctrina. Estoy
deliberado de no le oír hablar más, y entiendo juntamente dar forma
en mandar que sea tornado, guardando el tenor de su salvoconducto,
sin le preguntar ni amonestar más de su malvada doctrina y sin procurar
que algún mudamiento se haga de como suso es dicho, e soy
deliberado de me conducir y procurar contra él como contra notorio
hereje. Y requiero que vosotros os declaréis en este hecho como buenos
cristianos y que sois tenidos de lo hacer, como me lo habéis
prometido.
198

200. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Hecho en Worms a 19 de abril de 1521. De mi mano.—Yo el
rey” (Texto íntegro, citado por R. GARCÍA- VILLOSLADA,
Martín Lutero. El fraile hambriento de Dios. BAC, Madrid, 1976, 2a
ed., tomo I, pp. 569,570).
Introducción: Lutero no pretendía convertir la Reforma en otra
iglesia cristiana
1. Lutero no quería ser un reformador
Nacido en una familia de tradición católica, sencilla pero
conservadora, que respetaba la práctica religiosa; fue educado,
como un fiel católico, en diferentes centros docentes, desde los
siete años hasta su ingreso en el convento; en el convento, se
distinguió como un buen fraile, observador de la regla,
atormentado por su intento de adecuar su vida con la justicia
divina, (hoy, ningún luterólogo, católico o protestante, se adscribe
ya a la tesis de un Lutero “dotado de fuertes pasiones y tendencias a la
sensualidad” , bebedor y comilón, víctima de la lujuria y harto de
los rigores de la regla de la orden agustina, que sostuvo, en 1903,
el dominico, Enrique Susón Denifle, subdirector del Archivo
vaticano); nombrado vice-provincial de once conventos tuvo
reputación de buen superior; como doctor en Teología y profesor
de la Universidad de Wittenberg, explicó la Sagrada Escritura con
gran admiración de sus alumnos y otros profesores. Sobre su viaje
a Roma, en representación de su convento y lo que sucedió
después, dice E. LEONARD:
—Su viaje a Roma no le enfrentó con ella. Como fue muy corto
(desde finales de diciembre de 1510 a finales de enero de 1511) y
199

201. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
lleno de ocupaciones, no le permitió ver ni oír nada extraordinario. En
cualquier caso no volvió trastornado ni deseoso de la Reforma
por la necesidad de restaurar las buenas costumbres en la Iglesia. [...]
Pero no basta hacer notar que entonces Lutero no se preocupaba de
las debilidades morales de la Iglesia romana, y que incluso una de las
principales originalidades de este Padre de la Reforma sea que no
quiso ser un reformador de la Iglesia.
“[...] ‘L a Iglesia—escribe Lutero en el comentario al Salterio— es
el cuerpo vivo en el que todos participan para todos’. En dicho texto
protesta del ‘sentido individual’ que hace caer en la herejía, y no
abriga ninguna duda sobre la primacía de Roma, ‘que permanece en la
verdadera fe ’. De la misma manera, el curso de 1516 fue lo más
afirmativo posible: ‘la Iglesia, como toda palabra que proviene de sus
jefes, es la misma palabra de Cristo’. ‘El que se separa de esta unidad, de
este orden, puede ufanarse de alcanzar grandes luces y realizar
grandes cosas, eso no es nada’. Todavía en 1518 aconsejará a los
creyentes que confíen sus dudas a la Iglesia ‘como un niño que se
abandona en el regazo de su madre’”. (Historia General del
Protestantismo, Ediciones Península, Madrid, 1967, pp. 59,60).
Hasta este momento, ¿dónde está el Lutero violento
denunciador, agresivo, implacable que vamos a conocer después,
a partir de las 95 tesis y de la condena de Roma? Dice aún E.
LÉONARD:
“El Lutero de esta época, repetimos, es un pecador salvado que
quiere dar a conocer a todas las almas cristianas la salvación que ha
recibido; es también un joven profesor muy orgulloso de su profesión
(‘Prefiero mi doctorado—dirá—a cualquier cosa del mundo’), y de su
correcto ejercicio. No piensa en destruir ni en organizar nada.
Profetiza y enseña; de ambas maneras propaga la Verdad,
200

202. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
sintiendo que obedece a una fuerzo irresistible: ‘Mi Dios me
arrastra—escribe a Staupitz en 1519—. Ya no soy dueño de mi mismo.
Aspiro al reposo, y heme aquí en medio del combate’. Se deja llevar
tanto más fácilmente, haciendo caso omiso de su carácter
batallador, cuando le parece inimaginable que la Iglesia, en su
jerarquía y principalmente en la persona del papa, pueda ser contraria a
la Verdad de que él está convencido". (Ibid. p.p. 62,63).
2. Hasta bien avanzado el proceso romano contra él, usó de
expresiones laudatorias y respetuosas con el papa
Como consecuencia de la denuncia del arzobispo de
Maguncia a quien Lutero había enviado las 95 tesis, en Roma se
inició un proceso al fraile agustino, por presunción de herejía, en
junio de 1518. Hasta bien avanzado el proceso romano, la
correspondencia que mantuvo con el papa y los documentos de
ese tiempo, nos muestran a Lutero respetuoso con el pontífice,
usando con él de expresiones laudatorias y deseos de no ser
juzgado como hereje:
“En tu voz reconoceré la voz de Cristo, que en ti preside y por ti
habla. Si merecí la muerte, no rehúso el morir" (30 de junio, 1518,
en la Dedicatoria a su tratado Resolutiones disputationum de
indulgentiarum virtute), citado por R. GARCÍA-VILLOSLADA,
op. cit. p. 369)
“Una cosa hay que concederle por ahora: la firme y decidida
voluntad de no abandonar la Iglesia, el íntimo y ardiente deseo de que
nadie le tenga por hereje" (Comentario de R. GARCÍA-
VILLOSLADA a la Protestatio que antecede a las Resolutiones,
Ibid. p. 370)
201

203. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Tenemos hoy un excelente pontífice, León X, cuya integridad y
erudición son las delicias de cuantos oyen hablar de él. Pero entre
tanta confusión, ¿qué puede hacer, estando solo ese hombre
suavísimo, digno en verdad de pontificar en tiempos mejores?”
(Resolutiones ..., tesis 25, Ibid. p. 371)
“Cristo vive y reina no sólo en el cielo sino en Roma”, pero se
niega a admitir el fallo del papa porque “los papas no son la
Iglesia, ni pueden hablar en nombre de toda la Iglesia; son simplemente
obispos de una iglesia particular, que es la de Roma”. Y comenta estas
palabras GARCÍA-VILLOSLADA: “Aquí está la raíz más honda
de la ruptura luterana” (Respuesta de Lutero al censor de las 95
tesis en el proceso romano, Fr. Silvestre Mazzolini, de la
Orden de Predicadores, agosto de 1518, Ibid. p. 378)
“Hereje no lo seré jam ás...” (Carta de Lutero a Jorge
Spalatino, consejero del príncipe elector Federico de
Sajonia, 28 de agosto de 1518, Ibid. p. 380)
“Que él no quería decir, ni ahora ni nunca, nada que fuese
contrario a la doctrina de la santa Iglesia romana y que estaba
dispuesto a dejarse enseñar y guiar si cayese en error, sometiendo sus
dichos al sumo pontífice, y luego a cuatro Universidades: la de
Basilea, la de Friburgo, la de Lovaina y, si esto no bastaba, también la
de Paris, madre de todos los estudios” (Protestación que leyó ante
notario en la segunda comparecencia ante el Cardenal Tomás
de Vío (Cayetano), legado especial del papa en Augsburgo, 13 de
octubre, 1518, Ibid. p. 387).
202

204. 3. Factores que intervinieron para que Lutero se convirtiera en
un Reformador
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
¿A qué se debió el cambio en la actitud de Martín Lutero
con respecto a la Iglesia católica y sus dirigentes? ¿Qué motivó que
el mismo pontífice, León X, a quien, como hemos visto,
reconocía como la voz del propio Cristo, cuya erudición e
integridad eran admiradas por los fieles, hablase de él en una
carta de 11 de diciembre del mismo año, como del verdadero
Anticristo y a su sede como la Sinagoga de Satanás? Hay
historiadores que han afirmado que la división de la cristiandad,
en el siglo XVI, en dos iglesias irreconciliables, se hubiera podido
evitar si no hubiesen confluido varios factores determinantes del
giro reformador y rupturista. Veamos algunos de ellos:
(1) Sus estudios avanzados de las Escrituras como profesor
en la Universidad de Wittenberg, particularmente sus lecciones
sobre los Salmos y las epístolas de Pablo.
“Ya se encuentran en estas exposiciones posturas que más tarde
serán los soportes teológicos de su actitud reformadora: críticas a
la Iglesia-institución, invectivas contra determinadas formas de
piedad, ataques destemplados contra la escolástica; se enuncia el
principio de la justificación; el señorío indiscutible de la Escritura y la
visión profundamente negativa de las capacidades humanas junto
con la teología de la cruz”. (Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran
Historia Universal, t. XVI, pp. 151,152)
(2) La intransigencia de la curia romana que declaró a
Lutero “hereje notorio” cuando apenas conocía otras pruebas
discutibles de herejía que las 95 tesis.
203

205. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
—La Reforma no sólo fue su origen; también su evolución
posterior. Y lo que se hubiera reducido a alternativa teológica, otra más
entre tantas, por los avatares de la posición romana, por los
intereses de los príncipes, de las ciudades, por tantos motivos...
tuvo que convertirse en alternativa eclesial” (Ibid.).
(3) La propia intransigencia de Lutero, a quien no se
puede negar una personalidad batalladora, un temperamento
obstinado y pertinaz, una voluntad inquebrantable y una posición
inflexible aupada por su convicción personal de que era un
profeta de Dios y un “mesías” salvador de la Iglesia. Añadamos a
esto su obra de 1520 La cautividad babilónica, la más agresiva,
insultante y doctrinalmente rompedora que nunca quiso retirar o
corregir, así como su reacción a la bula Exsurge Domine que
excomulgaba y ordenaba la quema de todos sus libros, la cual,
como respuesta, él también arrojó a las llamas (guerra de
hogueras) a la vez que excomulgaba al propio León X. Todos estos
fueron factores decisivos que contribuyeron a la exacerbación de
las posiciones, tanto de los jueces romanos como al desarrollo
cismático, separatista, de la Reforma.
(4) Las rivalidades entre órdenes religiosas y escuelas
teológicas que estuvieron presentes en todo el proceso de Lutero,
dieron lugar a violentas polémicas que precipitaron y
condicionaron la marcha de los acontecimientos. En el capítulo
de los agustinos de Heidelberg de 1518, los dominicos sajones
asistentes lo condenaron como hereje, mientras que los agustinos
le aplaudieron. Publicadas las 95 tesis, el primero en reaccionar
contra Lutero fue el dominico Tetzel, predicador de las
indulgencias, el cardenal Cayetano en Heildelberg y el teólogo
204

206. curialista, Silvestre» Mazzolini (Prieras), en Roma, ambos censores
de la obra de Lutero, también eran dominicos y tomistas
aguerridos. Todos ellos comenzaron a hablar de Lutero como de
“hereje notorio” hasta su condena final, forzando así su
separación de la Iglesia católica.
(5) Las circunstancias políticas y eclesiásticas de la propia
Alemania, el nacionalismo, la oposición a las cargas romanas, la
fragmentación política del imperio y la aceptación generalizada de
Lutero en Alemania desde el mismo principio; los alemanes
querían hacer de él el representante y el campeón de Alemania;
teólogos y sabios, burgueses y el común del pueblo, así como la
nobleza empobrecida, todos querían afirmar la patria alemana
frente a una latinidad que la despreciaba, este hecho facilitó
también el desarrollo rupturista de la Reforma.
—Ninguna nación más despreciada que Alemania. Italia nos
llama bestias; Francia, Inglaterra se ríen de nosotros y lo mismo las otras
naciones”. Existía también tras Lutero una Alemania de gentes pobres
que sufría y aspiraba a un orden social mejor. Esto constituirá uno de los
dramas de su vida, el profeta que lleva un mensaje universal se verá
obligado por sus seguidores, por los acontecimientos, por su propia
naturaleza a convertirse en representante de un nacionalismo”
(Citado por E. LÉONARD, op. cit. pp.63,64)
(6) La imprenta, junto con la predicación, fueron
instrumentos que propiciaron la difusión y expansión de la
Reforma. En la cuestión de las 95 tesis sobre las indulgencias, no
hubo respuesta de aquellos a quienes iban dirigidas como un
procedimiento habitual en el marco académico, pero sí se
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
205

207. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
hicieron eco de ellas los editores que tuvieron acceso a ellas. Dice
el profesor Teófanes EGIDO:
“Pero allí estaba el instrumento multiplicador de la imprenta que
se abalanzó sobre este producto una vez que los pastores, a los que
respetuosamente se dirigió Lutero, no contestaron. Amigos discretos o
indiscretos hicieron que al mes de su elaboración (las 95 tesis), corriesen
ya en latín y en alemán por todo el país alemán, con la fama
consiguiente del hasta entonces oscuro profesor en una oscura
universidad. Y con algún desagrado por su parte, porque nunca
le acabó de convencer este escrito”. (Op. cit. p. 153).
I. LA CRISIS DE LAS INDULGENCIAS
(Las 95 tesis, eclosión de la Reforma)
31 de Octubre 1517, Lutero clava en las puertas de la
iglesia del castillo de Wittenberg las 95 tesis sobre las
indulgencias. Se considera este hecho el “detonador” de la
Reforma. Difusión de las tesis y comienzo del proceso canónico
contra Lutero:
1. Se duda de la autenticidad histórica del hecho:
“Durante mucho tiempo se ha creído, basándose en una
afirmación de Melanchthon, que Lutero fijó públicamente sus tesis
a la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg y que este gesto había
sido una declaración de guerra a la Iglesia romana. Pero no hay
documento alguno confirmatorio del hecho. Los escritos de Lutero
durante esta época demuestran que no tenía intención de enfrentarse
con la Iglesia; se dirigían a los responsables oficiales con el fin de
poner coto a los abusos” (Daniel OLIVIER, Lutero y la
206

208. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Reforma en 2000 anos de cristianismo, tomo V, p. 30; Cf.
también el estudio detallado de esta cuestión de R.
GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit. pp. 334-338).
2. Capítulo de la Congregación agustiniana alemana. En
Heidelberg, el 25 de abril 1518, Lutero defiende su nueva
teología. Es ovacionado por los monjes agustinos presentes, y
declarado “hereje” por los dominicos invitados asistentes.
3. Resolutiones disputationum de indulgentiarum virtute. El 30 de
junio 1518, Lutero redacta sus Resolutiones... una explicación a sus
95 tesis, defendiendo la autoridad papal y buscando la
benevolencia de León X. El escrito está dedicado al papa y lo
acompana una carta personal muy respetuosa denunciando a sus
falsos “amigos”:
—Una cosa pésima, Beatísimo Padre, he oído de mí, por la que
entiendo que ciertos amigos han hecho que mi nombre huela fétidamente
ante ti y los tuyos, como si yo hubiera intentado amenguar la
autoridad y la potestad de las llaves del sumo pontífice. Por eso me
acusan de hereje, apóstata, pérfido y otros mil apelativos e
ignominias. Se llenan de horror los oídos, y de estupor los ojos...” (Ibid.
p. 369).
4. Inicio del proceso canónico en Roma. Pero poco después, en
agosto de 1518, ya se había iniciado en Roma el proceso
canónico contra Martín Lutero que es requerido para que
comparezca ante la curia en el plazo de dos meses. La acusación se
apoyaba en una consulta que la Santa Sede había pedido a su
especialista en herejías y censuras, Silvestro Mazzolini, “maestro
de los Sacros palacios”, también conocido por Prierías, un
207

209. dominico restaurador del tomismo y gran fautor del absolutismo
pontifical. Ante el temor de que el proceso pueda tener un
desenlace fatal, el príncipe elector Federico de Sajonia consigue
que la comparecencia sea en Alemania, en la Dieta imperial
reunida en Augsburgo, ante un legado pontificio especial cuyo
nombramiento recayó en el cardenal Tomás de Vío (Cayetano),
general de los dominicos en 1508 y reputado tomista.
5. Comparecencia de Lutero ante el cardenal Cayetano. Lutero
comparece dos veces, la segunda con notarios, ante el cardenal
Cayetano que llega a la conclusión de que las ideas del fraile
agustino, a quien menosprecia, pueden suponer la creación de
otra iglesia. En ambas entrevistas, exige vehementemente a Lutero
que se retracte, pero éste no lo hace, al contrario, apela a un papa
mejor informado y a un futuro concilio. Fracasadas las dos
comparecencias, Lutero abandona Augsburgo en secreto, la
noche del 20 de octubre.
6. Mediación de Karl von Miltitz. La muerte del emperador
Maximiliano el 12 de enero de 1519 y la necesidad de nombrar
un sucesor, ralentizó las operaciones contra Lutero de la curia
vaticana, la cual envió a un diplomático sajón, camarero de León
X, Karl von Miltitz para que consiguiera que los príncipes le
entregaran la persona de Lutero. Experto contemporizador y
hábil negociador, no pretendió conducir a Lutero a Roma más
bien consiguió que éste hiciese algunas concesiones y escribiera,
en este sentido, al papa.
—El agustino pudo comunicar al duque de Sajonia un acuerdo
según el cual cesaría toda polémica por ambas partes, rogándose al
papa que remitiera el asunto a un obispo experto (esto es indicio de
que Lutero no consideraba neutrales a los jueces
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
208

210. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
dominicos tomistas que hasta entonces habían intervenido),
a cuyo oficio se conformaría. En el mes de febrero publicó una
Instrucción sobre algunos artículos de fe, tan acomodaticia
como le fue posible. En ella aceptaba la invocación de los santos, el
purgatorio y la posibilidad de ayudar a las almas con plegarias, las
indulgencias en tanto sólo afectaban a la pena, las buenas obras
como fruto de la gracia” (E. LÉONARD, Ibid. p. 66).
7. Fracaso del arbitraje del enviado pontificio Karl von Miltitz.
Aunque el diplomático pontificio recibió la felicitación de León
X en el breve Summopere nobis placuit de 29 de marzo 1519 —por la
sumisión del agustino— insistía que Lutero “debía ir a Roma a
confirmarla y no se volvería a hablar de las exageraciones a las que le
había conducido la torpeza de un colector de indulgencias”. Lutero, por
su parte, alternaba sus declaraciones con respecto a la Iglesia
romana, con afirmaciones unas veces de unidad y lealtad: “Ningún
crimen, ningún abuso puede justificar una escisión. Jam ás puede ser
legítimo romper la unidad”, “Nunca tuve la intención de combatir la
Iglesia romana, y no pongo nada por encima de ella ni en el cielo ni en la
tierra” y otras veces, como en un sermón del 22 de febrero 1519,
atacaba de manera virulenta el poder pontifical. La mediación no
consiguió llevar a Lutero a Roma como exigía el papa y Miltitz
fracasó, aunque se quedó todavía algún tiempo en Alemania.
Lutero, al final de su vida, dirá “que la ruptura se hubiese evitado si
la Curia hubiera perseverado en la política de Miltitz, que le era
claramente favorable” (Véase para el entrecomillado, Ibid. pp.
66,67).
II. EXCOMUNIÓN Y RUPTURA CON ROMA
(La disputa de Leipzig y la bula Exsurge, Domine)
209

211. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
En los años 1519-1520, la ruptura con Roma y la
excomunión de los escritos luteranos llegarán a su cénit. De
nuevo, Lutero debe someter sus escritos reformadores a un
debate entre teólogos, esta vez en la disputa de Leipzig, de 27 de
junio de 1519, inicialmente convocada para dirimir la
controversia entre el teólogo de Ingolstadt, Johann Eck y el amigo
de Lutero, Andrés Bodenstein Carlstadt, quien tuvo que
abandonar por haber sufrido un accidente en el viaje, pasando el
turno de la disputa a Martín Lutero. El debate tuvo
consecuencias importantes porque Eck calificó abiertamente a su
opositor de hereje contumaz y así lo transmitió a Roma. Por otra
parte, Lutero, en 1520, escribe sus tres tratados más significativos
para la definición de su nueva doctrina que ya hemos
considerado en el tema anterior. La ruptura con Roma es ya
inminente y el 15 de junio de 1520, el papa publica la bula
Exsurge, Domine, excomulgando y decretando el anatema sobre
todas las obras de Lutero.
1. La disputa de Leipzig y la ruptura con Roma. El enconamiento
con el agustino debido a la lógica del sistema pontifical y a la
lógica del temperamento de Lutero, le llevan a adoptar una
postura cada vez más revolucionaria, llegando al paroxismo y a la
ruptura inevitable. Lutero esperaba de esa disputa de Leipzig un
resultado decisivo: “hasta ahora no he hecho más que ‘bromear’,
ahora, por fin, se va a llegar a las cosas de verdad contra el pontífice y la
arrogancia romana” . La disputa tuvo lugar en el castillo del duque
Jorge de Sajonia, el Barbudo, que siempre fue un acérrimo
defensor de la Iglesia romana. El 4 de julio, por abandono de
Carlstadt, tuvo lugar el enfrentamiento entre el doctor Lutero y el
doctor Eck. Un duelo oratorio agotador que durará 15 días. El
210

212. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
rector de la Universidad de Leipzig que estuvo presente, describe
así a los dos contendientes:
“Eck es alto de estatura; es de una gran corpulencia. Su voz
grave sale de un pecho potente. Habría sido un buen trágico, mejor
aún, un excelente pregonero. Si su inteligencia hubiera estado a la altura
de su cuerpo, habría sido una obra maestra de la naturaleza. En
cuanto a Martín Lutero, es de mediana estatura y se encuentra tan
enflaquecido por la preocupación y el estudio que se podrían casi
contar sus huesos a través de la piel. Está, sin embargo en la edad de la
fortaleza; tiene una voz clara y penetrante. Sus maneras son educadas y
afables; no tiene nada de adusto ni altivo; se adapta a todas las
situaciones. Cuando está en sociedad, es alegre, lleno de humor, vivaz y
festivo; tiene el rostro radiante incluso cuando sus adversarios le
amenazan. Es imposible pensar que se consagra a una tarea tan
seria sin la ayuda de Dios. Sólo se le reprocha unánimemente una cosa:
la mordaz vivacidad con que reprende a sus adversarios” (Albert
GREINER, Lutero, Sarpe, Madrid, 1985, pp. 73,74)
2. Se debate entre la autoridad eclesiástica (Eck) y la autoridad de
la Escritura (Lutero). La discusión se inscribe en el marco del
principio de autoridad en la Iglesia y la dignidad y fuerza del
poder espiritual frente al de las instituciones eclesiásticas. Sólo la
Escritura puede juzgar sobre las cuestiones relativas a la Iglesia o
la doctrina. La autoridad de las instituciones de la Iglesia como la
curia vaticana, incluido el pontífice, o la del concilio deben
someterse a la Biblia, si no lo hacen no son nada. Basado en el
texto: “La fe es una firme seguridad de las cosas que no se ven”
(Hebreos 11:1), Lutero sostiene: “La verdadera Iglesia no se reviste
con la institución visible cuyo jefe es el papa; es, más bien, la comunidad
de los creyentes, constituida y unida por le fe en Jesucristo” (Citado por
211

213. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
A. GREINER, op.cit. p. 75). Dicho de otro modo “Toda la Iglesia
organizada se desmorona, subsistiendo únicamente la Iglesia invisible
constituida por la unión de los rescatados con Cristo” (E. LÉONARD,
op. cit. p. 67). A esto Eck responde que tal doctrina era la
sostenida por Juan Hus, condenada en el Concilio de Constanza
y Lutero le dice, con cierta ironía, que no había leído los escritos
de Hus. En una carta escrita, en febrero de 1520, a Spalatin,
consejero del príncipe elector, Lutero le dice: “Somos todos husitas
sin haberlo sabido. San Pablo y san Agustín son también unos perfectos
husitas”
(Cf. Ibid.). Así manifestó su pérdida de confianza en los concilios.
Pero, como era de esperar, el informe Resoluciones sobre las
proposiciones de la disputa de Leipzig, enviado al papa por Lutero, le
fue negativo y agravó su situación.
3. Bula Exsurge Domine de León X, de 15 de junio 1520. Algunos
días después de la disputa de Leipzig, el 28 de julio de 1519, los
príncipes electores alemanes, reunidos en Francfort, habían
elegido como emperador al joven rey español de 19 años, Carlos
I, nieto de Maximiliano. León X, libre ya de los compromisos
electorales con los príncipes alemanes, pudo dedicarse a combatir
a Lutero y, al mismo tiempo que éste declaraba, en la disputa de
Leipzig, que no creía en la infalibilidad papal ni en la de los
concilios, el pontífice romano iniciaba en la curia, los
preparativos para la redacción y posterior publicación de una bula
condenatoria del fraile agustino. En la tercera comisión
nombrada para preparar la minuta de la bula, los miembros más
activos, bajo la presidencia del mismo papa, eran los cardenales
italianos Pedro Accolti, docto canonista, y Tomás de Vío
(Cayetano) teólogo eminente, el teólogo alemán Juan Eck de
Ingolstadt y el español Juan de Loaysa, canónigo de Zamora y
212

214. profesor en la universidad de La Sapienza. En la reunión
consistorial del 1 de junio de 1520 se aprobó el texto definitivo
de la bula en el que se condenaban 41 proposiciones o artículos
extractados de diversas obras de Lutero y finalmente, ajustada en
todo a las reglas de la cancillería, se imprimió con la fecha del 15
de junio de 1520, año octavo del pontificado de León X. Su
redacción debe atribuirse al cardenal Accolti que como se ha
dicho era un experto en cánones.
La bula toma su nombre de las palabras iniciales Exsurge,
Domine, et iudica causam tuam (Alzate, ¡oh Señor!, y juzga tu causa).
El tono general del documento es paternal. No va dirigido a
nadie en particular y su encabezamiento reza: “León, obispo,
siervo de los siervos de Dios. Para perpetua memoria”. Después
de una patética introducción, al parecer bastante frecuente en las
bulas condenatorias de herejes, se enumeran los 41 artículos o
proposiciones censurables, falsas, escandalosas o malsonantes,
aunque no todas heréticas, de la doctrina de Lutero. Una vez
enunciados, agrega la bula la condena de todos esos artículos: “los
condenamos, reprobamos y rechazamos absolutamente como contrarios a
la verdad católica” . Ordena después la prohibición de leer, oír,
sostener, predicar, alabar, imprimir, publicar, defender por sí o
por otros, directa o indirectamente, todos los libros y escritos de
Martín Lutero (primera vez que lo cita por su nombre). Ordena
igualmente a todas las autoridades recoger dichos escritos y
quemarlos públicamente y solemnemente.
En conclusión, se condenan y excomulgan todos los
escritos del Reformador, no a su autor, pero se prohíbe a éste el
oficio de predicar, le ordena tanto a él como a sus cómplices y
fautores, que abandonen esos errores, quemen los libros que los
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
213

215. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
contienen en el plazo de sesenta días. Y en caso de contumacia,
Martín y sus adictos incurrirán en todas las penas mencionadas y
serán tenidos como notorios y pertinaces herejes. Cualquier lugar
en que residan quedará sometido a entredicho. Y todas las
autoridades civiles, altas o bajas, lo mismo que las eclesiásticas y
monacales, deberán apresar al dicho Martín, a sus cómplices y
secuaces y enviarlos a Roma. (Véase R. GARCÍA-VILLOSLADA,
op. cit. pp.489-492).
El 10 de diciembre de 1520, Lutero quemó públicamente
un texto impreso de la bula Exurge, Domine junto con otros
escritos pontificios y escribió al papa el libelo Contra la execrable
bula del Anticristo, en el cual termina con las palabras siguientes:
“[...] Con este escrito testifico que yo confieso como dogmas
católicos todo cuanto se condena en esa execrable bula... Y del mismo
modo que ellos me excomulgan en nombre de su sacrilega herejía, así
yo, por mi parte, los excomulgo en nombre de la santa verdad de
Dios. Cristo juez verá cuál de las dos excomuniones es válida
ante él. Amén” (Ibid. pp. 514,515)
La tensión de los espíritus ha alcanzado su punto
culminante. Cuando la Bula de León X es publicada el 21 de
septiembre, Lutero escribe a Spalatin: “ No quiero reconciliarme con
ellos..Alea jacta est (la suerte está echada)” (Citado por E.
LÉONARD, op. cit. p. 68). Y por parte de Roma los ánimos
tampoco están conciliadores. Enterados del libelo escrito por
Lutero contra la bula, la curia decide promulgar otra bula, la
Decet Romanum Pontificem de 3 de enero de 1521, con la
excomunión definitiva del agustino.
214

216. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Con la bula del 3 del Enero de 1521, el papa arroja a Lutero
del seno de la Iglesia. El reformador queda excomulgado; el
entredicho, es decir la suspensión de todos los oficios religiosos, cae sobre
los lugares que le acojan. Lutero se encuentra solo con su Dios”
(Albert GREINER, op. cit. p. 97).
El profesor de la universidad gregoriana GARCIA-
VILLOSLADA, reconoce que las bulas que condenaron a Martín
Lutero fueron un fruto de aquel tiempo, el tratamiento del
profeso “hereje” hubiera sido hoy diferente:
“Hoy día se hubiera hecho un mayor esfuerzo de comprensión
teológica y psicológica, y, sin duda, se hubiera tocado con mayor
profundidad y precisión el punto central de la doctrina luterana: el de la
justificación por la fe sola. Pero antes del concilio de Trento
nadie había abordado seriamente el estudio de tan trascendental
problema, y, por otra parte, lo único que pretendía León X era declarar
que ciertas doctrinas luteranas eran incompatibles con la
ortodoxia cristiana” (Ibid. p. 490).
III. CONDENA DEL EMPERADOR
(La Dieta de Worms y el edicto imperial contra Lutero)
Condenada su obra y su persona por Roma, Lutero tiene
pocas esperanzas de prevalecer. La expectativa del martirio
aparece con cierta frecuencia en los testimonios a sus partidarios
y esto a pesar de la discreta protección del príncipe elector
Federico de Sajonia. Cree, no obstante, que aún puede contar
con la ayuda y comprensión del joven emperador Carlos V, pero
éste se declaró desde el principio de su nombramiento, hijo fiel
de la Iglesia católica y defensor de la fe, del magisterio y de las
215

217. instituciones de Roma. Después de su coronación, el emperador
convocó la Dieta de Worms para, entre otros temas, solicitar
fondos de los príncipes alemanes que necesitaba para sus
campañas militares en España e Italia, tratar la cuestión luterana
y pacificar el territorio alemán del imperio. En la Dieta, el
problema canónico que se dirimió es saber, si después del proceso
condenatorio de Roma contra Lutero por causa de herejía, es
legítima una intervención revisora de parte del poder temporal
sobre la misma causa. Los nuncios del papa la protestaron y
trataron, por todos los medios, de evitarla. Pero finalmente, la
Dieta, no solo aprobó un Edicto imperial que confirmaba la
condena de Lutero sino que además patentizó el triunfo de la
presión del nacionalismo de los príncipes alemanes que
consiguieron la comparecencia en Worms del profesor de
Wittenberg.
1. Lutero escribe al emperador. Lutero está imbuido tan
hondamente de ser un nuevo profeta, descubridor de la auténtica
Palabra de Dios y anunciador del verdadero Evangelio, que no
hizo nada por moderar los términos de algunos de los 41
artículos de sus obras, censurados en la bula Exsurge, Domine; al
contrario, alentado por el príncipe elector escribe al emperador
invocando su alta protección y el poder ser oído por jueces doctos
e imparciales:
—Majestad imperial, ¡oh Carlos óptimo! [...] No quiero ser
defendido, si es que me encuentran impío y herético; solamente pido que
no sea condenada la verdad o la falsedad antes de ser oída o
refutada. Esto es digno de tu trono imperial, esto será adorno de
tu Imperio, ésta será la consagración del siglo actual para los venideros,
si no tolera su sacratísima M ajestad que el impío conculque y devore al
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
216

218. que es más justo que él” (R. GARCÍA VILLOSLADA, op. cit. p.
463,464).
Pero Carlos no contestó. Aunque no había tenido tiempo
de conocer con detalle el problema luterano, sabía que se trataba
de un fraile alemán declarado por Roma como “hereje notorio”.
Dicen del joven emperador sus biógrafos:
“Se presentaba como el paladín de la tradición medieval
católica, el símbolo del caballero cristiano que amaba
ardientemente a la nación germánica, pero dentro del organismo social y
religioso de la cristiandad. L a fidelidad inquebrantable a este ideal,
que era un sagrado deber para su conciencia, es la nota que mejor le
caracteriza. Fidelidad al Imperio alemán, fidelidad a la Iglesia romana,
fidelidad juntamente a lo más alto de la cultura europea [...]
aquel joven, sobrio sencillo, sosegado, tenaz, reflexivo cortés, poco
hablador, piadoso hasta el extremo, profesó una adhesión total a la
religión de sus mayores y una gran reverencia y estima de los
frailes y de las personas religiosas [...] Carlos entendió siempre su
dignidad de emperador romano en el sentido tradicional: de defensor de
la cristiandad y protector de la Iglesia. Su ideal no era otro
sustancialmente que el de los grandes emperadores alemanes, con la
sola diferencia que en él desapareció completamente el elemento
nacional” (Citado por Ibid. pp. 538,539).
2. La dieta de Worms, el Edicto imperial de proscripción contra
Lutero. Condena del emperador. El 28 de enero de 1521, el
emperador abrió, en Worms, la Dieta imperial. Se trataba de una
asamblea general de la nación con la presencia de las supremas
autoridades o los representantes de los numerosos estados
germánicos. Se trataban en ella cuestiones de administración
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
217

219. pública, reformas sociales y políticas, casos de guerra y paz,
subsidios económicos o militares y quejas o exigencias de los
países germánicos. Asistieron a la Dieta enviados por el papa dos
nuncios, monseñor Marino Caracciolo y Jerónimo Aleandro y
aunque el caso Lutero ya había sido juzgado por la Iglesia
romana, muchos se preguntaban: ¿Se tratará en la Dieta el asunto
luterano? ¿Será llamado a Worms el propio Lutero? ¿Se ratificará
allí la sentencia de Roma? Al parecer, el emperador era favorable,
al principio, a la comparecencia de Lutero, pero después de
escuchar al nuncio pontificio, Aleandro, que decía “este miserable
queda definitivamente condenado. No queda sino ejecutar la sentencia, y
¡ay de los alemanes que se opongan a ello!” , el emperador desistió.
Pero los miembros del Consejo imperial, instigados por el
nuncio Aleandro, comenzaron la preparación de un edicto de
proscripción contra Lutero. El 3 de febrero, un día más tarde,
Carlos V asistió a la deliberación del Consejo en pleno, en cuya
reunión se redactó y aprobó sustancialmente el edicto. Después se
discutió si debía someterse a la aprobación de los estados de la
Dieta y a pesar de que Aleandro y los que simpatizaban con él se
negaban a ello rotundamente, el edicto fue leído a la asamblea de
la Dieta, el 19 de febrero de 1521, después de escuchar un
brillante discurso del nuncio. Se decía en el edicto del rey:
—Habiendo nuestro santísimo Padre el papa León X condenado
los perniciosos escritos del fraile agustino Martín Lutero, predicador de
errores y herejías y proposiciones escandalosas contra la Santa Sede,
contra los decretos y leyes de nuestros mayores y contra los concilios
generales; visto que el dicho fray Martín, lejos de enmendarse y de oír las
amonestaciones que se le hicieron, persiste en su contumacia,
produciendo frutos cada día peores, me siento obligado, en virtud del
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
218

220. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
oficio que Dios me dio de protector de la fe cristiana, a prohibir
severamente a todos el comprar, vender, leer, imprimir o divulgar los
pestilenciales libros de Lutero, que deberán ser quemados públicamente; y
contra su autor se procederá con las penas que comporta el
crimen laesae maiestatis” (Extracto citado por R. GARCIA-
VILLOSLADA, op. cit. 546,547).
Los Estados generales agradecieron al emperador que
hubiese contado con ellos antes de publicarlo, pudiendo dar por
sí mismo el decreto; lo aprobaron con la condición de que “antes
de publicar el decreto, Martín fuese llamado, dándole salvoconducto, y se
le preguntase si había escrito él aquellos libros ordenándole que
inmediatamente retractase lo que toca a la fe y a los sacramentos; de otro
modo, sería tenido por herético y, una vez regresado de la Dieta a
Sajonia, se procedería contra él como contra un hereje” (Ibid.). Así lo
confirmó el emperador ante la dieta, Lutero aceptó la invitación
con todos los riesgos que implicaba, convencido que se
encaminaba a la muerte. El 17 de abril, a las cuatro de la tarde,
Lutero comparece ante la dieta. Más de doscientos dignatarios
llenan la sala, fuera, miles de personas se han juntado para verle
pasar. El hijo del pueblo, un monje, frente a frente con el
monarca más poderoso y distinguido de la época. El oficial, Juan
de Ecken, arzobispo de Tréveris, dirige los debates y pregunta a
Lutero en voz alta, sonora, primero en latín, después en alemán:
“¡Martín Lutero! L a sacra, invicta y cesárea Majestad, con el
consejo de todos los Estados del Imperio, te ha citado ante su trono para
que te retractes y desdigas del contenido de estos libros por ti publicados y
divulgados... Por lo tanto, en nombre de la M ajestad cesárea y de los
próceres del Imperio, te interrogo: declara en primer lugar si
estos libros aquí presentes que llevan tu nombre, y cuyos títulos te
219

221. acabamos de leer, son tuyos y los reconoces como tuyos o no; en segundo
lugar, di si estás dispuesto a retractar la doctrina que contienen o si
persistes en sostenerlos y defenderlos” (Ibid. 564).
Fray Martín respondió a lo primero que los libros eran
suyos ciertamente, ni quería ni podía negarlo; en cuanto a lo
segundo, antes de contestar, reclamó un tiempo de reflexión: “es
un asunto de fe, en el cual se juega mi salvación y que se refiere a la
Palabra de Dios” (A. GREINER, op. cit. 104). Al día siguiente, a la
seis de la tarde, Juan de Ecken vuelve a preguntarle: “¿Quieres
defender todos tus libros o quieres retractarte de algunas afirmaciones que
contienen?”. Lutero, primero pronunció un discurso en latín,
después en alemán, el oficial le volvió a preguntar si estaba
dispuesto a retractarse sí o no, a lo que Lutero respondió con las
memorables palabras siguientes:
“Ya que se me pide una simple palabra, voy a darla sin ambages
de ninguna clase: Si nadie me convence con el testimonio de la
Escritura o con razones decisivas, no puedo retractarme. Pues no creo ni
en la infalibilidad del papa ni en la de los concilios, ya que es bien
manifiesto que con frecuencia se han equivocado y contradicho. Me
siento vencido por los argumentos bíblicos que acabo de citar, y mi
conciencia está vinculada a la Palabra de Dios. Ni puedo ni quiero
retractarme de nada, porque es peligroso y nadie tiene derecho a
actuar en contra de su propia conciencia. Que Dios me ayude.
Amén”. A lo que respondió el arzobispo de Tréveris: “abandona tu
conciencia, hermano Martín, la única cosa exenta de peligro es
someterse a la autoridad establecida” - (Cf. Albert GREINER,
op. cit., pp. 106,107, también en Émile G. LÉONARD, op. cit.,
pp. 80,81).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
220

222. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
El resultado fue una aparente derrota para Lutero pero un
grandísimo triunfo de la preeminencia de la Palabra de Dios en la
Iglesia y de la inviolabilidad de la conciencia; un mes después de
emprender viaje de regreso a su hogar, el edicto del imperio
ordenaba su arresto para ser castigado y sus libros quemados.
Excomulgado por Roma desde enero, condenado ahora también
por el poder civil. Este edicto del emperador nunca fue
formalmente abrogado aunque tampoco ejecutado, y Lutero
permaneció el resto de su vida bajo la condenación imperial
aunque milagrosamente impune.
Es evidente que la Dieta de Worms fue un importante
hecho histórico que, lejos de frenar o paralizar la Reforma,
constituyó un hito significativo en su desarrollo histórico. Como
dicen algunos, fue un auténtico pronunciamiento público por la
libertad de conciencia, Lutero pudo exponer al emperador las
ideas maestras de la Reforma y la imperiosa necesidad de la
misma, y el hecho de ser escuchado por el emperador y los
estados generales del imperio, supuso para Roma “la imposición del
poder imperial sobre el romano, que resistió siempre a que la Dieta
hiciera otra cosa que consumar el edicto de proscripción del ‘hereje’ sin
m ás” (Véase Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran Historia
Universal, Valladolid, 1997, tomo XVI, p. 155).
3. Lutero secuestrado en el camino de regreso a Wittenberg. El
príncipe elector de Sajonia, Federico el Sabio, promovió el
secuestro del Reformador en el camino de regreso a Wittenberg.
“Lutero tenía que esconderse en el anonimato. El fraile tonsurado dejó
crecer sus cabellos y su barba y se puso el jubón de caballero (“el
caballero Georg”), el proscrito tenía a todo el universo contra él, el
papado y el Imperio, e ignoraba el porvenir que le aguardaba” (Daniel
221

223. OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de cristianismo,
Madrid, 1979, tomo V, p. 36), así disfrazado fue llevado al castillo
de Wartburgo para librarlo del destierro del emperador. El fruto
más transcendental de este periodo de forzado retiro fue su
traducción del Nuevo Testamento, comenzada en diciembre de
1521 y publicada en septiembre de 1522. Esa versión del texto
griego de Erasmo, determinó la forma del lenguaje que había de
tomar en lo futuro la literatura alemana. Pocos servicios más
importantes que el de esta traducción han sido prestados jamás al
desarrollo de la vida religiosa de una nación.
IV. 0RGANIZACIÓN DE LAS IGLESIAS LUTERANAS
(Desamortización del patrimonio de Roma en Alemania)
En la Dieta de Worms, se vio que la unidad contra Roma
de todos los príncipes de los estados alemanes, era un hecho
incuestionable, tanto de los que eran arduos defensores del
catolicismo contra el luteranismo, como el duque de Sajonia,
Jorge el Barbudo, primo del príncipe elector Federico el Sabio,
como de los que, como éste último, eran simpatizantes o
defensores manifiestos de las ideas luteranas. Su común protesta
era sobre todo contra las cargas económicas que les imponía la
curia romana: rentas, frutos, emolumentos y derechos a pagar al
ingreso de cualquier beneficio eclesiástico (anatas). Por otra parte,
en un tiempo de recesión económica general en Alemania, las
instituciones eclesiásticas católicas, iglesias, sedes episcopales y
monasterios, gozaban de grandes patrimonios y privilegios. Y,
como Roma no cedió nunca en sus exigencias, los estados
generales alemanes se unieron y aprovecharon la ruptura luterana
para generar, en algunos lugares filo-protestantes, un proceso
desamortizador y la creación de parroquias luteranas. Pero
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
222

224. además, otros tumultos y actitudes radicales, en la zona de
Wittenberg, durante el destierro voluntario de Lutero en
Wartburgo, dieron lugar a desórdenes y disturbios que obligaron
al Reformador a regresar. No obstante, aquellos disturbios vistos
con la perspectiva de 500 años después, permitió por una parte la
depuración y por otra la consolidación de la Reforma. Así
nacieron los modelos de iglesias que aún hoy caracterizan la
estructura eclesiástica de las comunidades protestantes.
1. Actitudes radicales, eclesiásticas y sociales. Durante la ausencia
de Lutero de Wittenberg se produjeron desórdenes, tumultos y
actitudes radicales; Carlstadt su sucesor en la ciudad y
Gabriel Zwilling un colega del convento, produjeron cambios
importantes en el culto público y en la vida monástica,
denunciando la misa y las imágenes e instando al abandono de
los votos clericales, el celibato, el canto gregoriano y la confesión
auricular; hubo también confiscación de propiedades a las
abadías, diócesis, monasterios y fraternidades. No es pues extraño
que Lutero escribiera airado, desde su refugio, contra la
revuelta y la sedición e instase al respeto de las autoridades. El
principal promotor de estas actitudes ultramontanas fue Andreas
Bodenstein, su colega Carlstadt. Dice E. LÉONARD:
—Mientras que efectivamente permanecía recluido en Wartburgo,
la revolución religiosa que él había puesto en marcha se
desarrollaba, pero siguiendo unas tendencias y llegando a unos extremos
que le eran completamente extraños... Naturalmente fue en
Wittenberg, hogar del movimiento luterano, donde primero se
produjo esta especie de retroceso imprevisto. Carlstadt proclamó la
obligatoriedad del matrimonio de los curas, facultativo el de los
religiosos; empezó a distribuir la comunión bajo las dos especies, apoyó
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
223

225. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
las predicaciones del agustino Gabriel Zwilling contra la misa.
Inauguró la ‘misa evangélica’... Apelaba a las autoridades para
realizar las reformas radicales que pedía: ‘pluguiera al cielo que
nuestros señores se parecieran a los piadosos reyes y señores del
Antiguo Testamento. L a Sagrada Escritura les da todo el poder
en las iglesias; tienen derecho a prohibir en ellas todo lo que es
perjudicial para la fe’. Como las autoridades no intervenían, Carlstadt
se puso al frente de la multitud, invadió las iglesias y en ellas
destruyó las imágenes... aplicaba los fondos de las cofradías y
conventos al mantenimiento del culto y prohibía la mendicidad y la
prostitución... El 1 de febrero proclamaba el derecho del pueblo a
ser gobernado según su voluntad...” (op. cit. p. 83,84).
2. Misticismo y fanatismo de Tomás Münzer, Pero todo se
complicó con la llegada a Wittenberg, el 27 de diciembre de
1521, de tres predicadores de la ciudad de Zwickau (Bohemia),
que se hacían pasar por profetas y que oponían a las Sagradas
Escrituras la libre iluminación interior del Espíritu. Querían
fundar el reino de Dios en la tierra, favorecían la poligamia y
predicaban la comunidad de bienes. A estos se unió un
predicador luterano, antiguo estudiante de Leipzig, llamado
Thomás Muntzer que unía a la doctrina de Lutero de la que era
ferviente partidario, escritos místicos y la creencia de una nueva
efusión de los dones espirituales y la destitución de la autoridad
debidas a la inminencia del fin del mundo. Carlstadt acogió a
todos sin reparos hasta que obligó a Lutero, que estaba en abierta
oposición con estas novedades, a dejar su refugio y regresar el 6
de marzo de 1522 a Wittenberg donde residió continuamente
desde entonces.
3. Organización de las iglesias luteranas locales y territoriales
224

226. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
La rebelión de los campesinos, la guerra del emperador
con Francisco I de Francia que le mantuvo ausente de Alemania
de 1522 a 1530, el corto pontificado de Adriano VI y el de
Clemente VII que quisieron, sin conseguirlo, que se ejecutara el
Edicto de Worms de 1521, el “saco” de Roma del 6 de mayo de
1527 que rompía violentamente el apoyo del emperador a la
causa del pontífice romano, las polémicas con Erasmo y Zwinglio
y particularmente la amenaza de los turcos en las fronteras del
Imperio, dieron a la Reforma de Lutero un tiempo de tregua y de
clarificación dogmática que le permitió, entre otras cosas,
organizarse y crear las iglesias territoriales y locales de acuerdo
con un modelo de gobierno eclesiástico de estructuras
administrativas que, según el reformador, eran la única forma
legítima de la Iglesia.
Las parroquias, tenían la facultad de interpretar la
doctrina, escoger a sus predicadores, instituirlos como tal y
revocarlos. En suma, se trataba, hasta hoy, de un sistema
congregacionalista si se proclamaba la autonomía de cada
iglesia o presbiteriano-sinodal si las parroquias dirigidas por
ancianos (presbíteros) estaban unidas entre sí por sínodos con
atribuciones legislativas y judiciales.
—Dado que una comunidad cristiana no debe ni puede subsistir
sin la Palabra de Dios... será preciso proveerla de doctores y
de predicadores con el fin de que se ejerza en ella el ministerio de la
Palabra... es preciso que nos atengamos a la Escritura y elegir
entre nosotros, y establecerlos después, aquellos de entre nosotros que
sean encontrados aptos para el ministerio, aquellos a quienes Dios
ha dotado de clara inteligencia y ornado con sus dones.
225

227. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Cuando un cristiano está absolutamente aislado en un país
no necesita otra elección que su nombre de cristiano; está llamado por
Dios, consagrado interiormente por Dios mismo, y la caridad
fraternal le obliga a predicar el Evangelio a los paganos o a los
cristianos desviados, aunque nadie le haya invitado a ello. Si por el
contrario, existen cristianos en el lugar que habita, teniendo por
consiguiente el mismo poder, el mismo derecho que él, no debe
encargarse de ejercer el santo ministerio, sino esperar a que sea
escogido a fin de enseñar y predicar la Palabra en nombre y por
mandato de sus hermanos” (Citado por E. LÉONARD, op.
cit. p. 89).
Y para contribuir a la enseñanza religiosa popular, Lutero
preparó, en 1529, dos catecismos, de los cuales el Menor es uno
de los más nobles monumentos de la Reforma.
V. DESIGNACIÓN DEL NOMBRE DE “PROTESTANTES”
(Discusión sobre los derechos de los católicos en territorios
protestantes)
Al concluir la década de 1520-1530, el mapa religioso de
Alemania había cambiado significativamente. Dice Jean
DELUMEAU: “Si el protestantismo nació en Alemania, fue
posiblemente porque Alemania era el país más religioso de Occidente”
(Los cristianos en la época de la Reforma, en 2000 años de
Cristianismo, Madrid, 1979, tomo V, p. 14). El historiador
francés se está refiriendo a la práctica religiosa católico-romana, la
única existente en Alemania hasta la escisión luterana. Pero la
ruptura del luteranismo con Roma ya estaba consumada. Dos
226

228. confesiones cristianas, la católica, la más numerosa, dominante
en la mayor parte de los estados del Imperio y la luterana presente
y activa principalmente en la alta Sajonia, configuraban ahora el
nuevo mapa. No obstante, la situación anterior persistía de algún
modo, pues era evidente que había numerosa presencia católica
en los territorios luteranos. En la Dieta de Spira de 1526 primero
y en la de 1529 después, se discutió la cuestión para tratar de
encontrar un acuerdo que permitiese la convivencia pacífica de
ambos credos y no se hicieran más innovaciones.
1. Relaciones difíciles entre los dos grandes partidos eclesiásticos.
En efecto, las relaciones entre católicos y luteranos no eran
fáciles. Por una parte, los jefes luteranos, engañados por un
oficial de la Sajonia ducal, estaban convencidos de que los
católicos intentaban atacarles y el landgrave Felipe de Hesse y el
propio príncipe elector Juan de Sajonia, determinaron anticiparse
al presunto golpe pero, en 1528, cuando se estaban preparando,
fue descubierto el engaño, con la irritación profunda de luteranos
y católicos. Los católicos, por su parte, insistían cada vez a los
estados, en las dietas, que se ejecutase el edicto imperial de
Worms de 1521 para frenar la expansión del luteranismo.
Cuando se convocó la Dieta en Espira en febrero de 1529, donde
eran mayoría, incluyeron, en la agenda de la Asamblea, el asunto
del edicto de proscripción de Lutero, pero una vez más sin
resultados. Estas circunstancias fueron un mal precedente para el
clima de la negociación de un acuerdo de tolerancia y respeto
entre los dos partidos. Finalmente, el 3 de abril se llegó a una
conclusión, y se presentó a la Dieta cuyos electores y príncipes y la
mayoría de la Dieta la aprobaron entre los días 6 y 7 de abril:
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
227

229. “Esta Dieta ordenó ahora, por decisión de la mayoría, que no
debían hacerse nuevos cambios eclesiásticos, que en las tierras luteranas
había de permitirse el culto católico romano, y que a todas las
autoridades y órdenes romanas se les habían de permitir el pleno goce de
sus anteriores derechos, propiedades y rentas” (Véase Williston
WALKER, Historia de la Iglesia cristiana, Kansas City, 1967, p.
359).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
El decreto sería válido hasta la celebración de un próximo
concilio en Alemania, de lo cual el papa Clemente VII y el
emperador ya estaban de acuerdo. Los Estados fieles al edicto de
Worms debían continuar en esa línea severa de conducta, en
cuanto a los poderes civiles de los otros miembros del Imperio
que habían aceptado las nuevas doctrinas las cuales no podían
extirpar sin riesgo de revoluciones, no podrían oprimir a nadie
por causa de religión ni quitarle tierras y jurisdicción, ni confiscar
sus bienes, ni tomar bajo su protección a los desterrados de otro
país. Hace notar GARCÍA-VILLOSLADA: “No se prohibía en el
decreto la nueva religión; solamente se prohibía el uso de la violencia y se
exigía en todas partes libertad para los católicos” (op. cit. vol. II, p.
291).
2. “Protestantes”. La reacción del partido luterano no se hizo
esperar. Sigue diciendo W. WALKER:
“Esto hubiera sido prácticamente la abolición de las iglesias
luteranas territoriales. Impotentes para oponerse a esta legislación, los
poderes civiles luteranos representados en la Dieta, el 19 de abril de
1529, presentaron una formal protesta de la mayor importancia
histórica, puesto que condujo a la designación del partido como
'protestante”. Eran sus sostenedores Juan, de Sajonia electoral, Felipe
228

230. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de Hesse, Ernesto de Lüneburg, Jorge de Brandenburgo-Ansbach,
Wolfgang de Anhalt, y las ciudades de Estrasburgo, Ulm,
Constanza, Nurenberg, Lindau, Kempten, Memmingen, Nordlingen,
Isny, San Gall, Reutlingen, Weissenburg y Windsheim” (op. cit. p.
359).
Una segunda protestación más extensa, redactada por el
canciller de Jorge de Brandeburgo, fue presentada, el 20 de abril,
al rey Don Fernando I de Austria:
“Insistían en que les era imposible aprobar la anulación del
decreto de Spira de 1526; tenían que obedecer a ‘Dios, supremo rey y
señor de los señores’, y pedían excusa de ‘no seguir el voto de la
mayoría, porque, en las cosas tocantes al honor de Dios y a la
salvación y bien de nuestras almas, cada uno por sí mismo debe
comparecer ante Dios y rendirle cuentas, de modo que nadie puede
disculparse apelando a la decisión de otros, sean mayoría o
minoría” (R. GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit. p. 292).
Volviendo al mapa religioso de Alemania que
mencionábamos al principio. Dice este mismo autor católico:
“Desde aquel momento, nadie podía negar la existencia de dos
Alemanias divididas y antagónicas: la Alemania católica y la Alemania
protestante” (Ibid.). El Imperio estaba reconociendo la realidad
irreversible de una escisión religiosa perdurable. La Reforma
luterana había dado un paso más en su consolidación histórica.
229

231. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
VI. LA CONFESIÓN DE AUGSBURGO
(La Carta Magna del Protestantismo)
Por la paz de Cambray de 5 de agosto de 1529 con
Francisco I y por el tratado de Barcelona de 29 de junio con
Clemente VII, el emperador Carlos V había conseguido que
hubiese paz en el Imperio; el 16 de octubre, el sultán turco, que
representaba la mayor amenaza para el Imperio y en suma para
todo Occidente, se había retirado de las murallas de Viena, todo
parecía pues que había llegado el momento de su coronación por
el papa y de volver a Alemania, de donde faltaba desde hacía
nueve años, para poner fin a la crisis religiosa originada por
Martín Lutero. Con tal propósito, el emperador convocó la Dieta
imperial desde Bolonia para 8 de abril de 1530 en la ciudad de
Augsburgo. La Dieta la presidiría él mismo, con el blasón de su
reciente coronación imperial e iría acompañado de su hermano
Fernando de Habsburgo, rey de Austria. Magnificado de este
modo su prestigio, estaba seguro de que los príncipes alemanes,
católicos y protestantes, aceptarían de buen grado su mediación
para llegar a un acuerdo de convivencia pacífica, de tolerancia,
respeto y entendimiento en sus territorios. Pero el césar se
equivocó. La paz no iba a ser posible. El legado pontificio
nombrado por el papa, Cardenal Lorenzo Campeggio, que le
acompañó en el viaje a la Dieta, era un experto diplomático pero
totalmente del parecer de la curia romana, intransigente y
expeditivo. Aconsejó al emperador que debía atraerse suavemente
a los protestantes con promesas y con algunas concesiones, pero,
si persistían y no daban su brazo a torcer, entonces debía
imponerse por la fuerza y aplicar estrictamente el edicto de
Worms. Carlos V siempre estuvo atento, durante la Dieta, a los
consejos de Campeggio, particularmente porque acababa de
230

232. fallecer su fiel y equilibrado consejero en asuntos de la Iglesia, el
canciller Mercurino Arborio de Gattinara
1. La Confesión de Augsburgo. Firmada la paz de Cambray y una
tregua con los turcos, Carlos V se hizo coronar emperador, en
Bolonia, el 24 de febrero de 1530 jurando defender al papa y a la
Iglesia romana. Y deseoso de cumplir este juramento, convocó la
Dieta en Augsburgo para conseguir la concordia entre católicos y
protestantes y restablecer la unidad de la fe. Cada partido debía
redactar una confesión de fe con la exposición de las doctrinas
que les unían y las diferencias que les separaban. Como Lutero
estaba desterrado en Wittenberg y no podía abandonar aquel
territorio, la confesión de fe de los protestantes le fue encargada a
Felipe Melanchthon, mucho más flexible y conciliador que
Lutero. Los católicos sin embargo, se negaron a presentar su
declaración de fe. Lutero estuvo, durante el tiempo que duró la
Dieta, en el castillo de Coburgo en donde recibía frecuentes
misivas y noticias de Augsburgo.
La Confesión de Augsburgo, aprobada por Lutero, era un
documento irénico en el que Melanchthon buscaba la concordia
primero entre los diferentes grupos protestantes enfrentados
entre sí por cuestiones dogmáticas, como se había visto en el
coloquio de Marburgo, y después con el partido católico de la
Dieta. De veintiocho artículos, veintiuno se referían a posiciones
de fe que podían ser compartidas con los católicos y siete
trataban de aquellos temas debatidos que consideraban
contrarios a la Palabra de Dios.
El redactor trataba de resaltar el deseo de unidad de los
protestantes, haciendo algunas concesiones importantes. Ni una
sola alusión al papado, al purgatorio, a la ordenación sacerdotal y
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
231

233. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
al sacerdocio universal de los creyentes. Con todo, la Confesión
tenía un tono claramente protestante. La justificación por la fe
estaba admirablemente definida, así como las notas evangélicas
sobre la Iglesia, se rechazaban la invocación de los santos, la misa
católica, la negación del cáliz a los laicos, los votos monásticos y
los ayunos obligatorios. Cuando Melanchton le envíó a Lutero el
texto definitivo de la Confesión le decía:
—Te enviamos nuestra Apología, o, mejor, Confesión. A l césar
no le gustan las disputaciones prolijas. Yo digo allí lo que juzgo que
puede ser más conveniente y provechoso. He tocado casi todos los
artículos de la fe, porque Eck ha publicado contra nosotros las
más endiabladas calumnias, a todas las cuales he querido poner
remedio. Tú, según la alteza de tu espíritu, juzgarás de todo el escrito”.
A lo que responde el Reformador:
—He leído rápidamente la Apología del maestro Felipe, y me
gusta mucho y no hallo nada que corregir ni cambiar, ni
convendría hacer esa mezcla, pues yo no puedo expresarme tan suave y
moderadamente” (Cf. R. GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit.
vol. II, p.348).
2. La Refutación de los católicos y la Apología de los protestantes.
La Confesión Fue leída al emperador primero en latín, después en
alemán, por el canciller del príncipe elector de Sajonia el 25 de
junio. Veinte teólogos católicos analizaron la Confesión y
prepararon una Refutación que terminó el Doctor Eck, el teológo
de Ingolstadt, y que le fue devuelta por el emperador y por los
príncipes electores católicos por demasiado prolija y polémica, la
cual, más tarde, moderaron. Pidieron entonces que se diera a los
232

234. protestantes un tiempo de reflexión hasta el 15 de abril de 1531,
para que se ajustasen a la Refutación. Melanchton, por su parte, en
nombre del partido protestante presente y de acuerdo con sus
representantes, preparó una Apología en defensa de la Confesión.
En un intento final de llegar a la concordia, Melanchton hizo aún
otras concesiones, pero cuando el texto fue propuesto a Martín
Lutero en Coburgo, este respondió:
“Os absuelvo de esta Dieta, en nombre de Dios, a todos vosotros
(Melanchthon, Jonás, Spalatino y Agrícola). Volved a casa,
repito; volved a casa. No esperéis concordia o tolerancia, ni yo se la pedí
jamás a Dios, sabiendo que es imposible... ¡A casa, a casa!”
(Ibid. p. 356,357).
El 30 de Agosto se dieron por terminadas las
negociaciones. Esa Apología, revisada, se publicó al año siguiente
(1531) pero fue rechazada por el emperador. Constituye una obra
clásica del luteranismo. No hubo acuerdo, una vez más, no pudo
haber concordia. No pudieron ni supieron entenderse. El Receso,
o sea, el decreto conclusivo de la Dieta con todas las disposiciones
allí tomadas, que se convertían en ley del Imperio, se promulgó el
19 de noviembre de 1530 (Véase Ibid. p. 364).
3. Fracaso de una ocasión excepcional. Dice el historiador
Teófanes EGIDO:
“La dieta de Augsburgo, convocada por el emperador, en
momentos de respiro, en 1530, fue todo un símbolo. Las palabras
convocantes son un testimonio hacia la unidad ya rota. El documento
elaborado por Melanchthon constituye el testigo de acercamientos
insospechables, del mayor acercamiento registrado hasta los
tiempos actuales del ecumenismo. Las principales cuestiones
233
LA REFORMA A MEDIO MILENIO

235. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
dogmáticas parecen quedar en segundo plano por este anhelo de
concordancia. Pero esta ‘Confesión de Augsburgo’ quedó como
testimonio histórico. La parte católica urgió al emperador; el papa no
podía tolerar; Lutero—desasosegado en el cercano castillo de
Coburgo—dio también la medida de su intransigencia, malogrando una
ocasión excepcional. Las intolerancias, y más aún los intereses
económicos en juego por mor de las transferencias realizadas en
las iglesias territoriales, explican el fracaso de coloquios
posteriores” (La Reforma, en Gran Historia Universal, t. XVI, p.
167).
Y ya para terminar. La Confesión de Augsburgo no es, en la historia
de la Reforma, un documento más, es un documento capital, algo
así como la constitución de la Iglesia luterana en muchos países.
Dice a este respecto Albert Greiner:
“En adelante, la Reforma ya no será más una cuestión personal
de Lutero y de sus adeptos.
La confesión pública de los príncipes y de las ciudades hace
aparecer la nueva religión como un hecho social. La Iglesia
evangélica se convierte en un cuerpo visible y constituido” (op. cit.,
p.169)
VII. LA LIGA DE SMALKALDA
(Conquistas de la Reforma por las armas)
Después del fracaso de la Dieta de Augsburgo, sólo
quedaba acallar la conciencia reformista de los protestantes por
medio de las armas. Aunque el emperador había confesado en
Worms, en 1521, su propósito de defender la integridad de la
Iglesia y la fe católicas con “sus reinos, sus señoríos, su sangre, su vida
234

236. y su alm a” y había decretado el controvertido edicto de
proscripción de Lutero, siempre vigente aunque nunca ejecutado,
ninguna medida represora violenta se había aplicado al desarrollo
y expansión de la Reforma luterana. Siempre trató de conseguir la
unidad de la fe sin apelar a la fuerza de las armas. A todos los
frentes de conflictos bélicos que tuvo durante su reinado, Carlos
V nunca quiso añadir uno más: la crisis religiosa de Alemania, la
represión y el castigo de los príncipes alemanes que habían
abrazado el luteranismo y que protegían al Reformador de todos
los anatemas e interdictos dictados por Roma. El emperador y sus
consejeros no quisieron convertir la revolución religiosa luterana
en un caso de guerra civil o contra el Imperio, y mucho menos
ahora, en un momento en que necesitaban la ayuda militar de los
príncipes alemanes para luchar contra los turcos.
Pero el margen de condescendencia, espera, paciencia y
negociación ya se había agotado; los principales consejeros del
césar, fautores de la paz en Alemania y propugnadores de una
Reforma de la Iglesia católica, habían fallecido: Guillermo de
Croy, señor de Chievres, el más influyente, el 27 de mayo de
1521; el confesor, fray Juan Glapion, un franciscano francés, en
1522; el canciller Mercurino de Gattinara, erasmista, el 6 de
junio de 1530. El rey estaba cansado de las deliberaciones y
airado contra la intransigencia luterana: “basta de palabras y
consejos; mano fuerte es lo que hace falta” (R. GARCIA-
VILLOSLADA, op. cit. p. 364); por otra parte, era consciente de
que el emperador del Sacro imperio no podía tolerar cisma
alguno. Escribía a Roma al final de la Dieta de Augsburgo: “Ahora
es la violencia lo que dará más resultados” (Citado por A. GREINER,
op. cit. p. 169). Y Lutero, el 20 de septiembre escribía a Justo
Jonas: “¡Si ha llegado la hora de la guerra, que venga la guerra, bastante
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
235

237. hemos rogado y bastante hemos hecho!” (Ibid.). La respuesta luterana a
este clima de guerra latente fue la Liga de Esmalkalda de 1531.
1. Preparativos para la guerra. De las dietas de Espira de 1526 y
1529 surgió un protestantismo organizado que ante la amenaza
de un ataque católico, había empezado a “velar las armas”. El
partido protestante tenía la convicción de que de un momento a
otro podía estallar un conflicto armado con los estados católicos
o con las propias tropas del emperador. Entre los protestante
había líderes políticos que, en contra del parecer de los teólogos,
viendo el pánico que se apoderaba de muchos correligionarios
ante el peligro de que el emperador o la Corte suprema de
justicia, ejecutando el articulado del edicto de la Dieta de
Augsburgo, tomasen medidas rigurosas contra ellos por no haber
restituido todos los territorios y bienes episcopales, abaciales y
parroquiales confiscados a las autoridades eclesiásticas, estaban
dispuestos a adelantarse a los católicos y “encender la mecha del
enfrentamiento militar” si no había sido ya encendida por los
halcones más radicales del partido: el landgrave Felipe de Hessen,
el canciller de la Sajonia electoral, G. Brück y los juristas, que
hacía tiempo estaban propugnando la guerra o como ellos decían
la “resistencia armada”.
2. Organización de la Liga de Esmalcalda. Todos los
compromisarios de la Confesión de Augsburgo, de 1530, a
iniciativa y por invitación del elector Juan de Sajonia, hermano
de Federico el Sabio, y uno de los paladines más piadosos y
aguerridos defensores del protestantismo luterano, se reunieron,
el 22 de diciembre, en la pequeña y pintoresca ciudad de
Esmalcalda, para tratar los riesgos que les amenazaban y
defenderse mutuamente si alguno de ellos era perseguido por la
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
236

238. Corte suprema de justicia. En una segunda reunión, en el mismo
lugar, el 27 de febrero de 1531, formularon oficialmente un
pacto o documento constitucional llamado Liga de Esmalcalda. En
ella, y únicamente en propia defensa y libertad para predicar en
sus tierras la Palabra de Dios, impedir ser compelidos a renegar
de ella y practicar el servicio divino, determinaron una alianza
militar si estos u otros principios de derecho divino y humano
fueran vulnerados o violentados por las instituciones del
emperador o por los estados católicos del Imperio. Según este
pacto cuando uno de los firmantes fuese atacado, todos y cada
uno considerarían el ataque como inferido a sí mismos, y en
consecuencia, sin aguardar el uno al otro, auxiliarían con todas
sus fuerzas al atacado.
Esta liga militar, bajo la presidencia del elector de Sajonia
y del landgrave Felipe de Hessen, sería válida por seis años, plazo
que después fue alargado a diez. Nuevas ciudades y príncipes
alemanes se le fueron agregando, todos coaligados por la nueva
constitución del 23 de diciembre de 1535, inspirada, al parecer,
en la Liga católica de Suabia, creada en ocasión de la guerra de los
campesinos y que se disolvió en 1534. El movimiento reformista,
eclesiásticamente bien organizado, preparado para la guerra,
convertido en iglesias territoriales y urbanas, con un Consistorio
regulador, se había trocado en un asunto importante de la
política imperial, los teólogos habían dado paso a los hombres de
estado. Sus principados o ducados así como las grandes ciudades
necesitaban defenderse de sus enemigos, por ello crearon
organizaciones militares como la Liga de Smalkalda. El propio
Lutero que se debatía sobre la legitimidad teológica de la guerra
escribió en 1536 los Artículos de Smalkalda, todavía una confesión
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
237

239. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de fe, ésta muy radical que indicaba lo imposible de la
reconciliación.
3. Batalla de Mühlberg, victoria del emperador sobre la liga de
Esmalcalda. La Liga protestante de Esmalcalda fue militarmente
vencida por el emperador Carlos V, en 1547, en la famosa batalla
de Mühlberg, ciudad alemana de Sajonia, a las orillas del Elba, en
la que él mismo participó mandando una de las columnas
militares de caballería. (Véase José Luis CANO SINOBAS, art°
Batalla de Mühlberg, en Diccionario de Historia de España, t. 2, p.
1153). Tiziano inmortalizó esta victoria de Carlos V en un
famoso retrato ecuestre que se expone en el Museo del Prado.
Pero Lutero ya había muerto el 18 de febrero de 1546. la Liga de
Esmalcalda llegó a ser, entre 1534 y 1541, la mayor fuerza anti­
imperial dentro de Alemania, como algunos han dicho “un
Imperio dentro del Imperio” que reclutaba ejércitos, negociaba
con naciones extranjeras, como Francia e Inglaterra y Dinamarca.
Después de Mühlberg la cuestión religiosa en Alemania persistió
todavía hasta la celebración del Concilio.
Conclusión
Resumen
—M ás de tres meses duraron las conferencias, los diálogos las
deliberaciones, bajo la mirada alentadora de un emperador amado y
admirado por los dos partidos. Y, sin embargo, la unión no pudo
realizarse; los coloquios se demostraron estériles y absolutamente
ineficaces.
—¿Por qué? Porque, de una parte los protestantes no tanto
pretendían un acuerdo doctrinal cuanto un decreto de tolerancia que les
238

240. permitiese conservar todos los hitos hasta ahora conquistados, de otra,
los católicos se engañaban ingenuamente creyendo que todavía era posible
la vuelta de los disidentes al seno de la Iglesia romana. De una y otra
parte eran las concepciones dogmáticas tan radicalmente
contrarias, que, por mucha buena voluntad que hubiese en todos, lo
único que podían conseguir era olvidar por un momento las
diferencias, disimularlas diplomáticamente, acercarse entre sí lo
suficiente para sentarse un día amistosamente en torno a una mesa, mas
no establecer una doctrina común para ilustrar la fe y para ordenar la
vida religiosa de los pueblos.
Con más claridad que Melanchthon, que Erasmo y que el mismo
Carlos V contemplaban las cosas Lutero desde Sajonia y
Clemente VII desde Roma. Por eso, ni uno ni otro confiaban en el
diálogo, ni siquiera en un concilio ecuménico.
La Dieta de Augsburgo puso en evidencia que el Imperio se
desgarraba irremediablemente. Para Carlos V fue una gran
desilusión y un profundo dolor. Se desmoronaban todas las esperanzas
que había cifrado en aquel Reichstag (Dieta), donde su mano hábil
y poderosa había pretendido coser los retazos deshilachados del viejo
manto imperial. El emperador del Sacro Imperio no podía tolerar cisma
alguno. Y como la vía del concilio en orden a la unión religiosa le parecía
muy problemática, no vio otro recurso que el de la guerra” (R.
GARCIA-VILLOSLADA, op. ct., vol. II, pp. 366,367).
Epílogo
—Dios tiene una verdad especial y una obra especial para su
Iglesia en cada generación. La verdad oculta a los hombres sabios y
prudentes del mundo, es revelada a los humildes y a los que son como
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
239

241. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
niños. Exige sacrificios. Tiene batallas que luchar y victorias que
ganar. Al principio son pocos los que la defienden.
Ellos son contrarrestados y desdeñados por los grandes hombres
del mundo y la iglesia que se conforma al mundo. [...] Ved a Martín
Lutero oponiéndose a la poderosa iglesia que es la obra maestra de la
sabiduría del mundo. Vedle aferrándose a la Palabra de Dios frente al
emperador y al papa, declarando ‘Aquí hago mi decisión; no puedo
hacer de otra manera. Que Dios me ayude’.
“[...] Y en esta última generación la parábola de la semilla de
mostaza ha de alcanzar un notable y triunfante cumplimiento. La
pequeña simiente llegará a ser un árbol. El último mensaje de
amonestación y misericordia ha de ir a toda nación y tribu y
lengua ‘para tomar de ellos pueblo para su nombre’ (Hech. 15:14). ‘Y
la tierra será alumbrada de su gloria’ (Apoc. 18:1) (EGW, Palabras de
Vida del Gran Maestro, Biblioteca del Hogar Cristiano, pp.
56,57).
Aplicación
Cuántas veces, a lo largo de estos temas, hemos podido
comprobar la preeminencia de la Palabra de Dios en los avatares
históricos de la Reforma de Lutero. También nosotros debemos
dar ese valor indiscutible, único, infalible a la Biblia. En ese
contexto de la historia de la Iglesia y de la Gran controversia
entre el bien y el mal, Elena G de White escribió para nuestro
tiempo.
“Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia
y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de
240

242. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las declaraciones
de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y
discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las
mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser
considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe
religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos
cerciorarnos de si los autoriza un categórico ‘Así dice Jehová’” (El
Conflicto de los Siglos, Biblioteca del Hogar Cristiano, 1954, p.
653).
BIBLIOGRAFÍA
Luis BONNET- Alfredo SCHROEDER, Comentario del Nuevo
Testamento. Evangelios Sinópticos, Editorial Evangélica
Bautista, Buenos Aires, 1955, 2a edición, tomo I
José Luis CANO SINOBAS, art° Batalla de Mühlberg, en
Diccionario de Historia de España, Alianza Editorial, Madrid,
1981, vol. 2
Jean DELUMEAU, Lutero en el corazón de la Reforma, en 2000
años de Cristianismo, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1979, t. V
Teófanes EGIDO, La Reforma, en Gran Historia Universal,
Ediciones Generales de Castilla, Valladolid, 1997, tomo XVI
Ricardo GARCÍA-VILLOSLADA, Martín Lutero. El fraile
hambriento de Dios, t.I y En lucha contra Roma, t.II, Biblioteca de
Autores Cristianos, Madrid, 1976
Albert GREINER, Lutero, Biblioteca de la Historia, Sarpe,
Madrid, 1985
Émile LÉONARD, Historia General del Protestantismo, Ediciones
Península, Madrid, 1967, vol I
241

243. Daniel OLIVIER, Lutero y la Reforma, en 2000 años de
Cristianismo, SEDMAY Ediciones, Madrid 1979, tomo V
Williston WALKER, Historia de la Iglesia cristiana, Casa Nazarena
de Publicaciones Arkansas City, 1967
Elena G. de WHITE, E l Conflicto de los siglos, Biblioteca del Hogar
Cristiano, 1954
Testimonios para los Ministros, Biblioteca del
Hogar Cristiano, 1961
Palabras de Vida del Gran Maestro, Biblioteca del
Hogar Cristiano, 1971
Notas biográficas de Elena G . de White, Biblioteca
del Hogar Cristiano, 1981
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
242

244. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
VII. “SU SIT U A C IÓ N FIN A L R ESU LTA PEOR Q U E LA
PRIM ERA”
(La Contrarreforma. El Concilio de Trento)
Texto: —Ciertamente, si habiéndose ellos liberado de la corrupción del
mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se
dejan de nuevo enredar y atrapar en ella, su situación final resulta peor
que la primera” (2 Pedro 2:20, Biblia inter-confesional)
Comentario:
“Su situación final resulta peor que la primera” o “la
situación de esa persona resulta peor al final que al principio”
(Mat. 12:45). Tres veces registra el Nuevo Testamento esta
expresión que parecería responder a un dicho o refrán popular.
Cristo la usó en la parábola del espíritu impuro que vuelve
(Mateo 12:43-45 y Lucas 11:24-26) y Pedro al abordar el tema de
los falsos profetas y falsos maestros de su tiempo (2 Pedro 2:20).
En los tres textos, la enseñanza es la misma: hay cambios que en
lugar de mejorar un estado, aunque momentáneamente se hayan
producido aparentes resultados positivos, a la larga lo empeoran,
porque esos cambios guardaban la semilla del estado anterior o
porque los fines últimos del cambio no permitieron una
verdadera y total transformación del estado.
Hagamos, antes de seguir con la aplicación de la frase, dos
aclaraciones: una, que se trata de una comparación, parábola o
figura del lenguaje que difícilmente puede cubrir en todo su
alcance la realidad que queremos ilustrar y dos, que al referirse a
un movimiento o proceso de una organización, como fue la
Contrarreforma, no se está juzgando a las personas tanto como a la
entidad que representan.
243

245. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
La Reforma luterana fue una iniciativa cuya eclosión se
adelantó, en más de 25 años, a la Reforma católica, necesaria
como un imponderable, y requerida, clamada, por muchos en la
Iglesia, desde hacía más de un siglo. Este retraso, debido a Roma
y a los monarcas católicos, en el inicio de la reforma general de la
Iglesia, con la convocatoria de un concilio ecuménico como el de
Trento, dio a la Reforma católica, una orientación polémica,
combativa, reaccionaria contra el protestantismo ya establecido y
ahí debemos encontrar el germen de su peor estado posterior,
porque por esa vía la Contrarreforma dio a luz al catolicismo
romano, como un sistema religioso de intolerancia y de
intransigencia, perseguidor y cuasi totalitario, monopolizador de
la única verdad existente y de la única iglesia verdadera. Y esto
durante 500 años, hasta el concilio Vaticano II.
Pero en honor de la verdad histórica, no ocultaremos ni
callaremos ese otro catolicismo contrarreformista, heroico, santo,
ejemplar, rico en hazañas cristianas encomiables, que Dios, sin
duda, aprueba, y la Sagrada Escritura confirma. Ese catolicismo
abierto, de manos extendidas, inspirador del verdadero
ecumenismo que une invisiblemente a todos los que, desde la
diversidad, el amor y la fidelidad a Dios, buscamos en el silencio y
la complementariedad, la sincera unidad en Cristo.
Pórtico
—H asta la Reforma no había en Occidente más que una Iglesia:
la Iglesia católica. A partir de la Reforma habrá varias Iglesias, una de
las cuales se apropiará el calificativo de católica. M ás aún, se habla
de catolicismo. Expresión nueva que eleva al rango de sistema o de
244

246. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
ideología la doctrina y la práctica de esta Iglesia surgida de una
reforma que es también inseparablemente Contrarreforma...
¿Cuáles son los caracteres específicos de este catolicismo?
“Bajo el aspecto más externo, el catolicismo es mediterráneo y
romano. Cabe preguntarse si fueron circunstancias puramente
históricas —la proximidad a la Sede Pontificia, la autoridad de los Reyes
de España— las que hicieron que en siglo XV I los dominios del
catolicismo se confundieran prácticamente con los países
mediterráneos, o si hubo razones mucho más profundas que responden
al plano de la cultura o del temperamento religioso...
“En un sentido más fundamental, el catolicismo es romano. Lo
que hubiera podido no ser más que una afirmación de principios,
en respuesta a los reformadores que negaban el primado del papa, se
convirtió, por la voluntad y el genio de papas como Pío V o Sixto
V, que supieron ponerse a la cabeza de la Reforma católica, en un
proceso centralizador de notable eficacia...
“Pero, si observamos en profundidad, descubriremos que las
opciones teológicas, antropológicas y sociológicas sobre las que se
edificó el catolicismo contrastan con las opciones de la Reforma
protestante... En el plano sociológico, la Iglesia católica es la que,
frente a las rupturas protestantes, asume toda la continuidad
cristiana. Los ritos y las creencias populares no se rechazan en un primer
momento como en las Iglesias protestantes, las cuales, para dejar
campo libre a la Palabra y a la Escritura, pisotean sin escrúpulo todo
un fondo cultural, tachándolo de abuso y superstición. Esto ha
contribuido en buena medida a retener dentro del catolicismo a las masas
rurales y urbanas... A partir del siglo XVII, la autoridad católica se
compromete, a su vez, en un movimiento continuo de represión de
las viejas sacralidades populares, que corre parejas con el proceso
integrador de las mismas, realizado por la catequesis y la
alfabetización. Pero a partir de entonces cabe preguntarse si la
245

247. misma Iglesia católica no ha asentado con esa desacralización las bases
de lo que se ha llamado descristianización” (Marc VENARD,
Universidad de Paris, Originalidad del Catolicismo, en 2000 años de
Cristianismo, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1979, tomo
VI, p.7)
Introducción. Concepto histórico-religioso de Contrarreforma
1. ¿Dos reformas con un objetivo similar?
Hemos tratado hasta aquí la eclosión, desarrollo y
eventualidades históricas y teológicas de la Reforma luterana,
pero ya vimos cómo la necesidad perentoria de una reforma de la
Iglesia era una convicción compartida por muchos en todos los
ámbitos de la sociedad europea del siglo XVI. La Iglesia católica
tuvo, en distintos países, episodios de reforma interna que fueron
simultáneos o coetáneos de la Reforma protestante alemana. Por
esta razón, algunos historiadores hablan de dos Reformas y no
sólo de la de Lutero. La afirmación necesita ciertas matizaciones
de fondo y no solamente de forma. Veamos cómo la define Jean
DELUMEAU, en un artículo titulado Un lamentable divorcio:
—Hay una cuestión que apenas se planteaba en otro tiempo y que
de día en día va adquiriendo una importancia creciente: ¿en qué
consistía la religión de las masas europeas —rurales sobre todo— a
comienzos del siglo XVI? ¿en qué consistía exactamente la
cristiandad? En la actualidad se tiene la impresión de que la Reforma
protestante se propuso especialmente dos fines: levantar acta de la
descristianización y hacer retroceder el ‘paganismo’; de ahí la
insistencia en la Escritura.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
246

248. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Pero esta comprobación había sido hecha también por la élite
católica. Las dos Reformas, pretendidamente rivales, perseguían
fundamentalmente —aunque por diferentes caminos— el mismo
objetivo: cristianizar una Europa de la que se pensaba que no había sido
impregnada en profundidad por el mensaje de Jesús. Visto desde este
ángulo, el divorcio entre ambas denominaciones cristianas resulta aún
más lamentable; evidentemente, se saldó con un enorme despilfarro de
fuerzas que se habrían podido invertir más provechosamente en una
acción pastoral común.
“Entonces, ¿qué había que hacer en el periodo 1517-1520? ¿Y
qué hay que hacer ahora? Para el que sepa leer la historia la respuesta
es clara: el pluralismo en la caridad, en el respeto a la teología y a los
ritos de los otros y en la adhesión a un credo común" (En 2000 años de
Cristianaismo, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1979, t. V, p.
7).
No, el polígrafo francés, profesor del Collége de France, se
expresa movido por un ideal de ecumenismo que sin duda
corresponde al clima de acercamiento entre católicos y
protestantes generado por el Concilio Vaticano II (1962-1965),
pero que, de ningún modo, corresponde a la época de Martín
Lutero. Los objetivos de la Reforma luterana, como ya hemos
visto, no eran solamente la cristianización de la sociedad europea,
sino también y sobre todo producir una profunda revisión
doctrinal con todas sus implicaciones prácticas, una vuelta a los
orígenes del Evangelio, y la identificación o desenmascaramiento
del papado como la personificación del Anticristo de la profecía
bíblica. No obstante, sí hubo dos reformas y al pretender definir
la católica, no se puede ni debe obviar el carácter de ésta como
una reacción de defensa y ataque contra la luterana, por eso se la
llamó Contrarreforma.
247

249. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2. ¿Qué se entiende por ‘Contrarreforma’?
Como en tantos otros temas correspondientes al siglo
XVI, la respuesta a esta pregunta, dependerá aún hoy, de la
confesionalidad de la historiografía. Los historiadores católicos,
por lo general, prefieren el nombre de Restauración católica o el de
Reforma católica subrayando los aspectos positivos de las distintas
iniciativas reformadoras tomadas por la jerarquía católica, el
Concilio de Trento, los obispos, las órdenes religiosas y los
monarcas y que se plasmaron en realizaciones históricas
sobresalientes y en la creación de instituciones religiosas algunas
de las cuales han subsistido hasta nuestros días. La historiografía
protestante, a la que se atribuye la introducción del término
Contrarreforma en el siglo XIX, en Alemania, prefiere esta
designación porque, como dice un historiador católico,
puntualiza mejor:
—La reacción de la Iglesia católica ordenada a contrarrestar los
efectos de la Reforma luterana. H. JED IN , piensa que aquel
periodo histórico contiene un elemento polémico y de reacción anti­
protestante, bien expresado por la palabra Contrarreforma, y otro
elemento espontáneo y vital, que debe expresarse con los vocablos
Reforma católica: las dos expresiones se complementan y de ambas
tendrá que valerse el historiador. Nosotros persistimos en que la palabra
Contrarreforma basta para expresar tanto el elemento polémico, anti­
protestante, de lo cual nadie duda, como el vital y positivo de
reforma católica. Gram atical y lexicográficamente Contrarreforma
significa una reforma positiva que se establece frente a otra” (R.
GARCIA'VILLOSLADA, art° Contrarreforma, en Diccionario
de Historia Eclesiástica de España, CSIC, Madrid, 1972, p.609).
248

250. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
3. Contrarreforma y Catolicismo
Pero señalemos otra cuestión relacionada con el concepto
de Contrarreforma que tiene una enorme importancia para
calificar y definir todo su alcance: Como ha dicho el profesor
Marc VENARD, junto y paralelamente al proceso de la
Contrarreforma se va consagrando “la expresión nueva catolicismo que
eleva al rango de sistema o de ideología la doctrina y la práctica de esta
Iglesia surgida de una Reforma que es también inseparablemente
Contrarreforma” (Ver supra). El catolicismo es, en efecto, un
sistema religioso: una identidad no solamente eclesiástica sino
también social y política; una comunidad de fe cristiana, es cierto;
una determinada cosmovisión, concepción del mundo y del
cristianismo; un conjunto de tesis interpretativas y definitorias de
la religión, de la ciencia, en suma, de la historia; la confluencia de
prácticas religiosas, acciones programáticas e instituciones que,
coordinadas según una ley y ordenadamente relacionadas entre sí,
contribuyen a un determinado objeto y función y, en virtud de su
convicción exclusivista y monopolística del concepto de verdad, a
la oposición y condena de otros sistemas religiosos paralelos o
divergentes.
El catolicismo es también una ideología que se materializa
en el dogma de una religión cristiana, cuyos fieles reconocen al
papa, obispo de Roma, como autoridad suprema, lo cual deriva
en un sistema de gobierno autocrático, papal, que se ejerce a
través de los cardenales, arzobispos, obispos, abades y sacerdotes.
El catolicismo reconoce dos fuentes de revelación a partir del
concilio de Trento, de igual valor: las Escrituras y la tradición
cuya única interpretación autorizada corresponde al magisterio
249

251. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
infalible del papa y los obispos; la gracia divina necesaria para la
salvación, el catolicismo la administra a través de los siete
sacramentos a los que el creyente debe añadir la fe y las buenas
obras; cree además, en el juicio divino inmediato a la muerte y en
virtud de la inmortalidad del alma, en el tratado de los novísimos:
purgatorio, cielo e infierno; la vida perdurable, la segunda venida
y la resurrección de la carne son también dogmas de la escatología
católica. La preocupación por la ortodoxia, la pureza de la
doctrina, defendida, en la historia del catolicismo, con un espíritu
dogmático e intolerante y el centralismo rígido que, a partir del
siglo XIX, caracterizó al papado como consecuencia de sus
iniciativas monárquicas, forman parte de esa imagen entre
política y religiosa que ha proyectado el catolicismo.
Pues bien, del proceso histórico de la Contrarreforma de los
siglos XV - XVII, que vamos a estudiar, nació y se constituyó, paso
a paso, el catolicismo como sistema religioso y como ideología que
hemos tratado de definir en sus grandes líneas.
I. EL MARCO POLÍTICO, RELIGIOSO Y CULTURAL
DE LA CONTRARREFORMA
Aunque la Reforma luterana y la Reforma católica fueron
en muchos sentidos dos movimientos paralelos y simultáneos que
tuvieron sus precedentes y raíces históricos en la Baja Edad
Media, la Contrarreforma, como proceso religioso específico, tuvo
un comienzo bien determinado, fue tributaria de un periodo
significativo que se inició con el concilio de Trento (1545-1563),
se desarrolló con iniciativas importantes y decisivas hasta el final
de la Guerra de los treinta años en 1648 y siguió creciendo
lentamente, configurando un sistema confesional característico,
250

252. extendiéndose hasta prácticamente la celebración del concilio
Vaticano II (anunciado en 1959 por Juan XXIII y realizado entre
1962 y 1965, y que ha sido considerado por algunos católicos
como una verdadera ‘revolución’). En el periodo más activo y
creativo de la Contrarreforma que estamos estudiando aquí,
vivieron y gobernaron, fueron protagonistas exclusivos ciertos
hombres y mujeres, hombres y mujeres de iglesia, hombres y
mujeres de estado, monarcas, papas, obispos, teólogos,
misioneros, militares, escritores, artistas; ejercieron también una
función decisiva ciertas instituciones, tanto religiosas como
políticas: universidades, consejos reales y de estado,
congregaciones, órdenes religiosas, tribunales civiles y religiosos
como la Inquisición moderna y la vaticana; se dieron
circunstancias únicas, situaciones de guerra, batallas importantes,
alianzas, invasiones, descubrimientos, la colonización de
territorios nuevos, ignotos, crisis económicas de recesión y de
expansión, etc. Todo ese contexto histórico tuvo, sin duda, una
importancia capital en lo que la historiografía alemana llamó a
partir del siglo XIX, la Contrarreforma, nombre comúnmente
aceptado después por todos, incluso por la propia Iglesia católica.
1. Los Estados. Los modelos europeos. Expresamos en primer
lugar dos constataciones de carácter general que nos parecen
pertinentes:
(1) Guerra permanente y época de grandes hazañas. La
primera, y acaso la más lamentable, es el estado de guerra
permanente, los constantes conflictos bélicos que caracterizan el
período de la Reforma y la Contrarreforma entre los países de ese
conglomerado de estados que constituían la vieja Europa la cual
observaba, con asombro y temor, el desarrollo creciente del
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
251

253. Imperio hispánico: Francia y España, disputándose el Milanesado
y algunos territorios de la herencia de los Habsburgo como el
ducado de Borgoña; los estados pontificios y España por la
veleidad de algunos papas de querer reducir, a toda costa, la
enorme influencia de España en Italia, de cuyo enfrentamiento
nos ha quedado el tristemente famoso “saco de Roma” de 1527;
las Guerras de religión en Francia que, iniciadas en Alemania
entre los principados y ducados católicos, apoyados por el
emperador, y los que habían acogido el luteranismo, involucraron
más tarde a Francia, ocho guerras civiles (1562-1594) de católicos
contra calvinistas hugonotes; la Guerra de los Treinta años, que
no se concluyó hasta la paz de Westfalia de 1648; las campañas
militares del Imperio otomano, con la movilización de enormes
ejércitos, que llegaron a suponer una grave amenaza para Europa
occidental, con el sitio de Viena, en 1529. Manuel FERNÁNDEZ
ALVAREZ ha escrito:
—Entre 1500 y 1555 (a lo largo, pues, de la vida de Carlos V),
apenas si hay un año de paz. ¿Se dieron cuenta los coetáneos de lo que
ello suponía? ¿Lo veían ya como algo natural, en lo que ni siquiera se
paraban a pensar?” (Los Estados y la política Internacional
(1500-1555), en Gran Historia Universal, La Contrarreforma,
tomo XVII, p. 7).
La segunda constatación que queremos hacer es que esa
época fue una de las más brillantes de la historia de los tiempos
modernos, con logros espléndidos, realizaciones prodigiosas,
algunas de las cuales cambiaron el ritmo de la historia, abrieron
nuevos derroteros y vías de comunicación, dejaron la huella
imborrable de verdaderos genios de la humanidad: Cristóbal
Colón y el descubrimiento del Nuevo mundo, la imprenta de
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
252

254. Gutenberg, la Biblia Políglota de Alcalá, los grandes maestros del
arte del Renacimiento, Erasmo y los humanistas cristianos, los
reformadores y fundadores de nuevos sistemas religiosos: Lutero,
Calvino, Ignacio de Loyola, etc. Y ahora volvemos a preguntar:
¿Fueron conscientes los hombres y mujeres de la Edad Moderna
de lo que estaban creando? ¿Se dieron cuenta de la herencia
política, cultural y religiosa que estaban dejando a las futuras
generaciones? FERNÁNDEZ ÁLVAREZ nos ha dejado la
siguiente reflexión:
—Cuando se viven estos momentos (el profesor de Salamanca
se refiere al final del siglo XX y principios del XXI), el
historiador no puede coger la pluma, sin más, y escribir del pasado como
si se tratase solamente de revolver ciertas memorias. Tiene el ánimo
prensado por la angustia del presente y en él es lícito —y aún
necesario— que palpite la aspiración a que, por su esfuerzo, se contribuya
a la consolidación de la paz, ese bien universal por el que todos los
hombres debemos luchar” (Ibid.).
(2) Modelos de estados europeos. El modelo más
característico de esta época, cuando ya se habían consolidado los
grandes cambios del 1500, son los estados nacionales de la
Europa occidental que se han constituido como monarquías
nacionales:
Francia, en torno a la dinastía de los Valois, Francisco I,
Enrique II y la regente catalina de Médicis, que incluía el reino
francés, redondeando su frontera nordeste con la anexión de los
tres obispados de Metz, Toul y Verdún, arrebatados en 1552 al
Imperio por una ofensiva relámpago de Enrique II.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
253

255. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Inglaterra, en torno a la dinastía de los Tudor, Enrique
VIII afianzado en su ruptura con Roma, se convierte en el primer
rey cismático de los tiempos modernos. Se apoya en la nobleza y
en la burguesía que se han enriquecido con los bienes confiscados
a la Iglesia católica —los de los conventos y monasterios
suprimidos—. Isabel, hija de Enrique VIII y Ana Bolena,
mantendrá un situación de hostilidad permanente contra Felipe
II de España y no podrá cerrar, en su reinado, la frontera que
tenía abierta por el norte con el reino de Escocia, aunque
mantuvo por el sur, bajo su control, a Irlanda.
María Estuardo, reina de Escocia de 1542 a 1568, de la
familia francesa de los Guisa, procuró por todos los medios a su
alcance mantener el catolicismo en su reino, con muy diversa
fortuna, pues la Reforma calvinista se había extendido
considerablemente, facilitada por la nobleza que aspiraba a los
bienes de la iglesia como en Inglaterra. En medio de una revuelta
general contra la corona que representaba un episodio más de la
lucha de la Reforma y la Contrarreforma, fue obligada a abdicar
en su hijo Jacobo a condición de que éste se convirtiese al
calvinismo. Habiéndose refugiado en la Inglaterra de su prima
Isabel, fue condenada a muerte y ejecutada en 1587.
En la península Ibérica, las dos monarquías, España y
Portugal, habían terminado con sus rivalidades por la
colonización y gobierno de las tierras descubiertas y habían
contraído una firme alianza que les aseguraba a cada uno su
propia expansión oceánica:
—Portugal confirma su dominio de la ruta de las Indias
orientales, con el periplo africano y el océano Indico... En cuanto a
254

256. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Castilla, es la época de la Conquista, tanto en América del Norte, con su
base principal en Méjico, como en América del Sur, con sus bases en
Lima, Bogotá, Caracas, Buenos Aires y Santiago de Chile. Un
Imperio doblado en Europa por la coincidencia de que el rey de las
Españas fuera también el Emperador del Sacro Imperio Romano-
Germánico, en unas circunstancias históricas que ya no se volverían
a repetir, y que daría a España la coyuntura de hacer notar su presencia
más allá de las tradicionales penetraciones en la península italiana,
proyectándose tanto sobre los Países Bajos como sobre el corazón de
Alemania” (Ibid. p. 11).
Felipe II, el rey prudente, principal monarca de la
Contrarreforma, recibió la influencia mayor en su vida de su
propio padre. Es interesante ver cómo lo preparó para enfrentar
el problema religioso en sus estados. Dice a este respecto Henry
KAMEN:
“En sus Instrucciones de 1543, que estaban destinadas a ser un
código de conducta para la primera regencia del infante, Carlos le
encargaba que sirviera a Dios, defendiera a la Inquisición, reprimiera
la herejía, hiciera justicia y mantuviera el equilibrio entre sus
consejeros” (Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714, Alianza
Editorial, Madrid, 1984, pp. 202,203).
Italia, la paz de Cateau-Cambrésis (1559) concertada entre
Felipe II de España y Enrique II de Francia, ponía fin a la larga
lucha, entre España y Francia en el siglo XVI. En ella se dirimió
definitivamente los derechos franceses y españoles al ducado de
Milán, al de Borgoña en Francia y a la plaza de Calais ocupada
largo tiempo por los ingleses y que Felipe II reclamaba por su
matrimonio con María Tudor de Inglaterra. Italia tenía una
255

257. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
diversidad de modelos estatales, desde ciudades-estado como
Florencia, Génova y Venecia, que era una república regida por un
patriarcado urbano con participación de sus más ricos
mercaderes, pasando por el supranacional Estado Vaticano,
electivo, con su capital en Roma; al otro lado de los Alpes,
confederaciones de pueblos como los cantones suizos. Italia
entraba además en la pax hispánica conservando el dominio
español en Milán, Nápoles. Cerdeña y Sicilia. Algunos autores
estiman que la paz Cateau-Cambrésis, después de 38 años de
guerra itermitente, fue una reconciliación de sus dos
contendientes, para hacer frente a la herejía, aunque también
habrá que tener en cuenta el agotamiento económico que estaban
sufriendo ambas casas reales. Valentín VAZQUEZ DE PRADA,
ha señalado:
—La Paz de Cateau-Cambrésis señala el fallo completo de la
política francesa en Italia y el comienzo de una época de predominio
español en Europa, la época de la Contrarreforma. ” (art° Paz de Cateau-
Cambrésis, en Diccionario de Historia de España, tomo I,
p. 796).
En cuanto al Imperio, la Paz de Augsburgo de 1555,
muerto ya Lutero en 1546 y habiendo abdicado el emperador
Carlos V el mismo año de la paz, confirmará la escisión política
definitiva, entre católicos y protestantes, en ese territorio. La
rebelión de los Países Bajos y la pérdida del poder español en las
provincias del norte, se inicia con Guillermo de Nassau, el
Taciturno, príncipe de Orange, de religión protestante que estuvo
en relación con Isabel de Inglaterra, los luteranos alemanes y los
hugonotes franceses. En el norte, Suecia rompió la liga de Kalmar
rebelándose contra el mandato de Dinamarca y, habiendo
256

258. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
aceptado el protestantismo, hizo del factor religioso, como en
Alemania e Inglaterra, un motivo de nacionalismo.
“La fuerza del sentimiento nacionalista es evidente,
constituyendo uno de los más importantes motores que operan en
la Historia Universal de los tiempos modernos, tampoco se puede olvidar
que el tipo de monarquía supranacional, al modo como la que funda
el español Fernando I sobre Austria y Hungría, penetra a través de
toda la Edad Moderna, haciendo falta nada menos que el cataclismo
de la Primera Guerra Mundial de nuestro siglo XX, para
hacerla desaparecer. Y en un tono menor, la misma ciudad-estado,
como la República de Venecia, aguanta bastante bien durante toda la
Edad Moderna, hasta caer bajo el acoso de Napoleón” (Manuel
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, op. cit. p. 13).
2. Confesionalización de los estados. Dice Miguel Avilés, profesor
de la Universidad de Córdoba:
“Se caracteriza esta coyuntura de la Contrarreforma por la
generalización de un fenómeno como lo es el de la confesionalización de
los diversos Estados europeos, según algunos de los paradigmas que
se ofrecen en el ‘mercado de modelos religiosos’ nacido de la
Reforma. En este proceso encontramos lo mismo a estados de ámbito
planetario, como la propia monarquía hispánica, definida de acuerdo
con el modelo católico, como a los pequeños estados principescos
o las ciudades-Estado en que se adopta alguna confesión reformada
como modelo religioso oficial.
“La confesionalización de los Estados, es la consecuencia lógica
del acceso al poder de los individuos y grupos que han adoptado, en
el foro de sus conciencias, una determinada opción religiosa, acceso
que, en muchos casos, ha exigido desbancar a quienes
257

259. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
anteriormente lo detentaban pero que, en otros muchos, se
produce de modo insensible desde el momento en que las propias personas
y grupos que ejercen el poder han optado por asumir este o aquel
modelo...
“Carlos V pretendió la descalificación jurídica del
confesionalismo fáctico. Intentó someter a los titulares de los
Estados integrados en la Liga de Esmalkalda a la jurisdicción de la
C ám ara Suprema Imperial de Justicia; pero las circunstancias por
las que atravesaba su política general se lo impidieron. La Tregua
de Nuremberg (1532) y la Pacificación de Candau sancionaron estos
aplazamientos...
“La victoria de Mühlberg (1547), culminación de la Guerra
de Esmalkalda, pareció abrir el camino del Concilio, mas los
acontecimientos posteriores, desfavorables al emperador (reticencia
pontificia a convocar el Concilio y derrota de Carlos V en
Innsbruck) llevaron al reconocimiento jurídico de la escisión
religiosa en la Paz de Augsburgo, de 1555, hecho absolutamente
significativo cuyas repercusiones marcarían decisivamente todo el
periodo de la Contrarreforma” (La Contrarreforma, en 2000 años de
Cristianismo, SEDMAY Ediciones, Madrid, 1997, tomo XVII, p.
61,62).
Esta confesionalización de los Estados tuvo como
consecuencia la pérdida de la libertad religiosa individual y
colectiva en el interior de cada Estado, por lo tanto, dio lugar a la
persecución religiosa de los grupos o individuos disidentes que
eran condenados y entregados al ‘brazo secular’; supuso la unión
de la Iglesia y el Estado con todos los abusos que esto lleva
implícitos; originó la intromisión del Estado en las cuestiones de
iglesia y viceversa; creó una dependencia económica de la Iglesia
con respecto al Estado, los ministros del culto eran pagados por el
258

260. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Estado y considerados como funcionarios, se privilegió la
concesión de subvenciones y exenciones a la iglesia oficial;
convirtió las campañas militares motivadas por cualquier causa,
entre estados de confesionalidad distinta, en cruzadas religiosas.
Con la confesionalización católica del Estado, el término
Catolicismo que se generalizó entonces, se fue cargando de un
sentido peyorativo, porque se le identificó como una supra
organización político-religiosa, un estado dentro de los estados.
En España, en los primeros años del gobierno del General
Franco, el Fuero de los Españoles, una especie de constitución o
carta magna de la dictadura, declaraba confesional al Estado
español y el catolicismo español recibió el nombre, dentro y fuera
de nuestro país, incluso entre los propios católicos europeos, de
Nacional Catolicismo, de triste recuerdo.
3. La Reforma protestante después de Lutero
(1) Control de la ortodoxia y la ortopraxis. La rápida
expansión del luteranismo en Europa facilitada por la imprenta,
la libertad de interpretación de los escritos del fundador y de la
Escritura, que su doctrina inspiraba, así como la falta de un
Corpus doctrinal homogéneo, reconocido y autorizado, que fuera
incorporando o rechazando los hallazgos y las matizaciones, tanto
doctrinales como de práctica religiosa, resultantes de la evolución
y adecuación a las circunstancias del colectivo religioso, estaba
desencadenando una situación de incontrolabilidad de la
Reforma. Así se había visto, en 1521, en Wittenberg, durante el
retiro forzoso de Lutero a Wartburgo. El reformador tuvo que
abandonar su refugio y acudir a sofocar las alteraciones creadas
por Carlstadt, Müntzer y los profetas de Zwickau. La necesidad
por lo tanto de una organización o sistema encargados de
259

261. controlar la ortodoxia y la ortopraxis evangélica, para evitar la
anarquía y el caos en la convivencia social y religiosa de los
creyentes, se hizo apremiante. Y aunque esta superestructura
eclesiástica era contraria a lo enseñado por Lutero, éste tuvo que
encarar y dar solución a este dilema:
“¿Era lícito forzar a los creyentes a aceptar una disciplina única,
recurriendo a la violencia, si fuera preciso, o era mejor aceptar con
la mayor permisividad y tolerancia que cada creyente buscara el
camino que se le antojara más aceptable o que le inspirase el
Espíritu Santo?
“Quien había establecido como única fuente de la Revelación la
Sagrada Escritura, ¿estaba en condiciones de precisar quién, que no
fuera la Iglesia jerárquica, tenía autoridad para establecer su
sentido auténtico, para evitar desviaciones exegéticas y para
forzar a los disidentes, si fuera preciso, a la corrección o al exilio
espiritual?
Y también los otros reformadores, Zwinglio en Zurich,
Ecolampadio en Basilea, Calvino en Ginebra, Farel en Neuchátel,
Knox en Edimburgo, tuvieron que responder al mismo dilema.
Cada uno tuvo que encontrar aquellas fórmulas organizativas que
mejor se adaptaban a los miembros de su confesión. Sigue
diciendo Miguel Avilés
“Así la ortodoxia luterana triunfó allá donde predominó el
régimen señorial sobre la burguesía y el proletariado urbano y
campesino, es decir donde los príncipes mantuvieron su poder,
acrecentado ahora con la anexión de los bienes eclesiásticos, y no
hubo una burguesía suficientemente poderosa y organizada que
contrarrestase su influencia. Allí, por el contrario, donde esta burguesía
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
260

262. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
pudo enfrentarse con éxito a los poderes feudales, la ortodoxia luterana
cedió el puesto a otras fórmulas organizativas, como las derivadas de las
llamadas ‘reformas magistrales’, según las cuales, la comunidad de
creyentes se erigió en moderadora de quienes ejercían el poder civil. Entre
estas reformas destacaría por su ulterior difusión, la realizada en
Ginebra por Juan Calvino” (Ibid. p. 64).
(2) Expansión de la Reforma. La Reforma se había
establecido inicialmente en las ciudades del sur de de Alemania y
en los principados del centro del país. Pero ya desde 1525
comienza su expansión hacia el este, en los territorios de Alberto
de Hohenzollern y en la ciudad de Dantzig y más tarde en
Polonia y en las zonas montañosas del norte de Alemania;
también en Dinamarca y los Países Escandinavos. En todos estos
lugares las escasas instrucciones organizativas que Lutero había
dejado se fueron adaptando a las necesidades de cada lugar. En
1530, Dinamarca ya tenía organizada una Iglesia reformada
independiente y el estado danés se había dado una constitución
inspirada en el cesaropapismo, donde sólo había una autoridad
que incluía a la secular y a la espiritual, en contra de la separación
que había inspirado Lutero. Suecia abrazó el luteranismo como
bandera de su independencia de la Dinamarca de Cristián II,
todavía católica, pero tardó en institucionalizarse, de forma que
conservó muchas prácticas católicas de la tradición eclesiástica
medieval: culto de los santos y de la Virgen, las formas más
características de la liturgia etc. que, por desuso, fueron
desapareciendo con el tiempo.
(3) . Unificación del luteranismo. Tras la muerte de Lutero
en 1546, se disputan la defensa de la ortodoxia luterana los
seguidores de Melanchthon, llamados “adiaforistas” o “filipistas”
261

263. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
y los “integristas” que defienden enérgicamente su postura
cerrada al pensamiento de Lutero. Estos últimos publican la
Confutación de Weimar (1559) en la que se condenan todas las
ideas que se desvían de la palabra de Lutero, entre otras, las
doctrinas de Miguel Servet, de los anabaptistas, los zuinglianos y
los adiaforistas. El luteranismo va pues a conocer un periodo de
lucha entre los partidarios de cada tendencia, con persecución a
los considerados como “herejes”, y conservación compulsiva e
imposición de las doctrinas consideradas ortodoxas.
Paradójicamente esta situación represiva va a ser tan doctrinaria o
aún peor que el catolicismo de la Contrarreforma. Finalmente, en
1580, se corrigieron estos sangrientos conflictos con la
publicación del Libro de Concordia que fue, según el profesor
Miguel AVILÉS:
“La más notable de las sumas teológicas de la Reforma. Uno de
sus principales méritos consiste en que, más que justificar
teológicamente las diferencias confesionales, se interesa en mantener, en
la más completa aceptación de la verdad evangélica, las condiciones
de una concordia eclesiástica. Recupera el viejo espíritu de los
Catecismos de Lutero con claridad terminológica, con un elogiable
sentido histórico y mediante unas expresiones que evitan toda
ofensa a quienes hayan podido defender doctrinas diversas de las que
en el Libro de Concordia se determinan...
“El Libro de Concordia terminó por imponerse, no sin
dificultades, en la mayor parte de las Iglesias luteranas de Alemania
y de los Países Escandinavos, con lo que propició la unificación y
posterior supervivencia del luteranismo. El que en su redacción se
hubiesen tenido en cuenta más las exigencias de la unidad que las
precisiones de los teólogos, muestra una vez más hasta qué punto
pesaron en el desarrollo ulterior del luteranismo las
262

264. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
consideraciones pragmáticas de los gobernantes más que las propuestas
maximalistas de los doctrinarios.
—Fuera de las áreas de población germánica y de los Países
Escandinavos, el luteranismo apenas se difundió” (Ibid. p. 69).
4. Las guerras de religión en Francia. Según el historiador
francés, L. ROMIER, las guerras de religión son otra página más
del periodo llamado Contrarreforma. En Francia comienzan hacia
1560, entre católicos y calvinistas, son guerras civiles que, según
este autor, se enlazan directamente con la Paz de Cateau-
Cambrésis (1559) firmada por Felipe II de España y Enrique II de
Francia; en esta paz prevalecieron los intereses del rey español,
triunfando con él la Contrarreforma que se impuso en Francia y
que representó una gran ofensiva contra los calvinistas.
Introducido en Francia el calvinismo a través del humanismo
cristiano, se formó el partido hugonote que creció primero entre
la burguesía de las ciudades industriales, después entre los
campesinos y artesanos y, a partir de 1555, entre la nobleza que se
unió al partido por intereses políticos. Pero lo cierto es que los
grandes señores aportaron a los hugonotes prestigio y una gran
fuerza militar. Añadamos a esto que el capitalismo incipiente de
la época, originó problemas económicos, sociales y políticos que
se sumaron a los estrictamente religiosos.
Se generan revoluciones, tumultos, enfrentamientos,
donde se expresan controversias religiosas, los católicos luchan
por mantener la unidad de fe en Francia, los protestantes para
obtener la libertad de culto y, en cierta medida, la independencia
con respecto al poder civil; pero hay más, las guerras de religión
fueron también luchas feudales y de oposición al poder real. Se
cuentan ocho guerras de religión en Francia, en varias de ellas, los
263

265. católicos, ayudados por España y Roma (tropas españolas
peleaban con las de la regente Catalina de Médicis), consiguieron
varias victorias sobre los hugonotes, y estos obtuvieron edictos de
tolerancia, tales como la libertad de conciencia y de culto
extramuros de las ciudades y algunas concesiones como las cuatro
plazas de seguridad, recibidas en 1570.
Tras la paz de Saint Germain (agosto de 1570), el
almirante Coligny, principal líder hugonote, entró en el Consejo
Real y de acuerdo con Catalina de Médicis y el rey Carlos IX,
comenzó a preparar una campaña militar contra Felipe II,
ayudando a los rebeldes de los Países Bajos. De este modo se
buscaba en Francia un enemigo común para terminar con la
guerra civil. El proyecto fracasó pero el poder del almirante
Coligny era tan grande que Catalina incitó al rey a producir una
gran matanza de hugonotes en Paris, reunidos en la capital para
la boda de Enrique de Navarra con Margarita de Valois, hermana
del rey. El 24 de agosto de 1572, se produjo la matanza conocida
como “la noche de Saint Barthélemy” en la que murieron en
Paris y otras ciudades más de 2000 hugonotes.
Continuaron las guerras civiles sexta a octava. Los
católicos crearon la Liga Católica que no se dirigió directamente
contra el poder real, sino que declaró que respetaría la autoridad
del rey siempre que no se opusiera a los intereses de la Iglesia
católica. La Liga pidió ayuda a Felipe II que se comprometió a
suministrar tropas y los subsidios necesarios para exterminar la
herejía tanto en Francia como en los Países Bajos. Enrique de
Navarra o de Bearne se puso al frente del ejército hugonote y así
comenzó la octava y última guerra de religión en Francia, llamada
de los tres Enriques: el rey Enrique III, el duque Enrique de
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
264

266. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Guisa, católico, y Enrique de Navarra o de Borbón, hugonote. La
guerra concluyó con la victoria de la Liga Católica, con la ayuda
de las tropas españolas a las que se les permitió que entraron en
Paris, con los asesinatos del duque de Guisa y del rey Enrique III,
con la toma de Paris, la conversión de Enrique de Borbón al
catolicismo y su aceptación, en París, el 22 de marzo de 1594,
como rey de Francia con el nombre de Enrique IV (a quien se le
atribuye como motivo de su conversión, la famosa frase,
posiblemente apócrifa: “Paris bien vale una m isa”. Contrastando
con él, se atribuye a Felipe II, el principal rey de la
Contrarreforma, la frase “Prefiero perder mis Estados a gobernar sobre
herejes”).
II. PRINCIPALES PROPULSORES DE LA
CONTRARREFORMA
La Contrarreforma fue el resultado, en parte consciente y
en parte inconsciente, de la concatenación de diversos factores y
de diversas iniciativas patrocinadas por individuos e instituciones
que respondieron así a circunstancias que reclamaban su
intervención y concurso a favor de la reforma de la Iglesia
católica. Hubert JEDIN, sacerdote y escritor alemán, autor de una
Historia de la Iglesia en 10 volúmenes, escribe:
uNo debemos considerar los esfuerzos católicos de reforma de
fines de la Edad Media como un río poderoso que, aún sin la crisis
protestantes, habría desembocado en una reforma de conjunto, y que
únicamente se vio perturbado y desviado por ésta. L a Reforma
protestante fue capaz de obtener los éxitos que obtuvo porque los
esfuerzos católicos por la Reforma, surgidos en el seno de la Iglesia, no
habían conseguido su objetivo” (Historia del Concilio de Trento,
265

267. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2008. Citado por Marc VENARD, Raíces de la Reforma
católica, en 2000 Años de Cristianismo, tomo VI, p. 10).
Según el profesor R. GARCÍA-VILLOSLADA, seis fueron
los principales factores propulsores de la Contrarreforma:
1. El Concilio de Trento. El apologista católico Marcelino
Menéndez Pelayo, dijo del Concilio de Trento (1545-1563) que
era “tan español como ecuménico” , frase cuyo precedente se
encuentra en lo que se decía en Roma a principios de 1552, “que
el concilio tridentino era un concilio toledano”. De este modo, se
subrayaba la decisiva influencia de los teólogos y obispos
españoles en Trento. En este concilio, vencido el temor de Roma
a la teoría conciliar que consideraba al concilio la autoridad
suprema de la Iglesia, superior a la del papa, se pusieron las bases
sólidas de la reforma católica y se fijaron y clarificaron los dogmas
combatidos por Lutero y Calvino. Por esta razón se considera a
Trento el concilio de la Contrarreforma. Por su importancia,
volveremos a analizarlo con más detalle.
2. Los papas. Ejercieron su autoridad apoyando la obra de Trento
y urgiendo su aplicación y cumplimiento. Los papas de la
Contrarreforma fueron: Paulo III (1534-1549) que instituyó la
Inquisición romana, aprobó oficialmente los estatutos de la
Compañía de Jesús y convocó el concilio de Trento. Dice de él
Rafael BALLESTER:
“En 1535, Enrique VIII había extremado en Inglaterra sus
rigores persecutorios. Paulo III le excomulgó y puso el reino inglés en
entredicho... En 1543, Paulo III instituyó la publicación de un Índice
de libros prohibidos por la Iglesia católica por considerarse nociva su
266

268. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
lectura para los fieles... Bajo este pontificado murieron Lutero y
Enrique VIII, y dos años después les seguía Paulo III a la tumba”.
(Historia de los papas, Editorial Bruguera, Barcelona, 1972, p. 150).
Tras los breves pontificados de Julio III (1550-1555) y
Marcelo II (1555), Paulo IV, Juan Pedro Caraffa, (1555-1559),
napolitano, hizo la guerra a los españoles para echarlos del
gobierno de Nápoles, fue sometido por el Duque de Alba que
invadió los estados pontificios. Fue muy rigorista en cuestiones de
disciplina incluso con sus parientes. Pretendió que el rey de
Francia, Enrique II, introdujese el Tribunal de la Inquisición en
su país, pero no lo consiguió. En su tiempo se volvió a convocar
el concilio de Trento. Pío IV (1559-1565), de la familia de los
Médicis, estuvo asesorado por Carlos Borromeo que intervino
hábilmente en las deliberaciones conciliares para conseguir que se
obligase a los obispos a residir en sus diócesis. En su tiempo
comienzan en Francia las guerras de religión. Bajo su pontificado,
el 9 de diciembre de 1565, se concluyeron los trabajos del
concilio de Trento y por medio de la bula Benedictus Deus, ratificó
todos los decretos tridentinos y creó el Seminario de Roma. Las
disposiciones conciliares más importantes fueron: afirmación del
dogma católico, declaración de la tradición eclesiástica de igual
valor que las Sagradas Escrituras, validez de los siete sacramentos,
liturgia en latín, ratificación de la doctrina de que las buenas
obras son necesarias para la justificación del pecador, se mantuvo
el culto de los santos, la veneración de las reliquias y el celibato
del clero, se prohibió que una misma persona pudiera acumular
varios cargos eclesiásticos (beneficios), se acentuó el carácter de la
institución pontificia como poder central de la Iglesia, fue
declarada de valor canónico la traducción de la Biblia hecha por
san Jerónimo, la Vulgata latina. Le sucedió Pío V (1566-1572),
267

269. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
dominico, el papa de la batalla de Lepanto que había sido
Inquisidor general en el pontificado anterior, hombre de gran
austeridad y piedad, fue elevado a los altares en 1712, por
Clemente XI. Reorganizó la curia romana e intentó aplicar los
postulados tridentinos. Es una época en que Isabel de Inglaterra y
Felipe II de España figuran, respectivamente, a la cabeza de los
partidos protestante y católico en Europa. En febrero de 1570, el
pontífice excomulgó a Isabel I de Inglaterra. Gregorio XIII (1572­
1585) que hizo una reforma del calendario juliano (de Julio
César), en su tiempo. Catalina de Médicis, reina madre de
Francia, organizó la monstruosa matanza de hugonotes
protestantes en la noche de San Bartolomé en Paris y Sixto V
(1585-1590) un papa de origen muy humilde, ambos
contribuyeron también en el desarrollo de la Contrarreforma.
(Véase Historia de los papas, Editorial Bruguera, Barcelona, 1972,
p.150-156)
3. Los obispos. Contribuyeron en la Contrarreforma aceptando y
aplicando en sus diócesis los decretos del concilio y
ejemplarizando, en sus vidas, la imagen del obispo ideal que Juan
Gerson, canciller de la universidad de Paris, ya había señalado en
su obra Espejo de obispos en el siglo XV. Celebraron concilios
provinciales y sínodos diocesanos, manifestaron una conciencia
más clara de su función pastoral, visitando las parroquias de sus
diócesis; fundaron seminarios para asegurar la formación
adecuada del clero, una de las necesidades más evidentes antes de
Trento; promovían las vocaciones al sacerdocio y controlaban su
vida y ministerio en las iglesias. Hubo entre ellos algunos prelados
insignes como Juan Mateo Giberti, obispo de Verona, Carlos
Borromeo, arzobispo de Milán; Tomás de Villanueva y Juan de
Ribera, arzobispos de Valencia, etc.
268

270. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
4. Los santos. Causa y efecto de la Reforma católica. La época se
caracteriza por el número considerable de profesantes católicos
subidos a los altares y venerados por los fieles. Un buen número
de ellos fueron fundadores de institutos religiosos y órdenes
religiosas, estos son los principales: Cayetano de Tiene y J.P.
Carafa el futuro Paulo IV, fundadores de los teatinos; Ignacio de
Loyola de la Compañía de Jesús; Juan de Dios de los
Hospitalarios de San Juan de Dios; José de Calasanz de los
escolapios; Felipe Neri del oratorio de música sacra; Vicente de
Paúl de los lazaristas o paúles; Teresa de Jesús y Juan de la Cruz
de los carmelitas descalzos.
5. Las nuevas órdenes religiosas y las antiguas reformadas. La
labor que realizan en la época de la Contrarreforma los institutos
religiosos fue decisiva para la configuración de lo que
históricamente se llama Catolicismo que, como ya hemos dicho, se
desarrolla junto y a la vez que la Contrarreforma. Se distinguieron
principalmente en la predicación, en las obras de misericordia, en
las misiones extranjeras. Sin duda las dos órdenes más
típicamente contrarreformistas son la de los capuchinos,
reformada de los franciscanos y la compañía de Jesús. La acción
de los jesuitas es universal y casi monopolizadora. Un historiador
protestante, G. Droysen, llega a afirmar: “Del mismo modo que sin
Lutero no habría nacido la Reforma luterana, sin Ignacio de Loyola no
tendría vida la Contrarreforma”. (Citado por R. GARCIA-
VILLOSLADA, Ibid. p. 610). En efecto, Jaime VICENS VIVES,
maestro de historiadores, ha calificado a la Compañía como “la
organización magistral de la Reforma católica” (Jaime VICENS
VIVES, Historia General Moderna, apartado, La Compañía de
Jesús devuelve la universalidad a la Iglesia, Mountaner y Simón,
269

271. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Barcelona, 1951, t. I, p. 148). Por su importancia y significación,
volveremos a estudiar separadamente este instrumento propulsor
de la Contrarreforma.
6. Los reyes y príncipes. El factor reaccionario, de persecución a
los considerados como herejes y de protección y defensa de la
ortodoxia, aunque estaba inspirado por la Iglesia católica, se
manifiesta, sobre todo, en los príncipes católicos. El famoso
historiador alemán Ranke ha escrito: “El avance de la Compañía de
Jesús entre nosotros debe considerarse como una nueva invasión de la
Europa romana sobre la germánica. En nuestro país, en terreno alemán,
los jesuítas nos vencieron, arrancándonos una parte de nuestra patria...
Pero es claro que eso no les hubiera sido tan fácil, sin el auxilio del brazo
secular, sin el favor de los príncipes del Imperio”. Recuérdese que dos
de los que más decididamente lucharon contra los novadores —el
emperador Fernando II y el príncipe elector de Baviera,
Maximiliano el Católico— eran discípulos de los jesuitas. Pero
ninguno de ellos puede compararse con Felipe II de España,
reconocido universalmente como el protector de la Iglesia y el
brazo armado del pontificado. El monarca español combatió a los
protestantes, dentro de su reino por medio de la Inquisición, y en
el exterior por medio de las armas (en las guerras de religión de
Alemania, Francia, Países Bajos e Inglaterra) y también por medio
de los subsidios económicos con que apoyaba a cualquier
empresa católica.
(Véase para este apartado sobre Los principales propulsores...
Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Ibid.).
270

272. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
III. EL CONCILIO DE TRENTO
Veintiocho años pasaron entre el concilio V de Letrán,
clausurado en 1517, y el concilio de Trento. En ese tiempo,
Lutero, en 1518, consolidó su rebelión religiosa en Alemania; en
1522, Zwinglio inició su reforma en la Suiza alemánica; en 1534,
Enrique VIII de Inglaterra rompió con el papa y en 1536,
apareció la primera edición de la Institución cristiana de Calvino.
Muchos en la Iglesia romana, incluidos los monarcas, pensaban
que el concilio no podía retrasarse más. Adriano VI, convencido
y así lo expresó, de que la Iglesia católica necesitaba una reforma,
lo intentó pero su pontificado fue muy corto, Clemente VII, lo
evitó por temor a la teoría conciliar que había triunfado en el
concilio de Constanza. Finalmente Paulo III, desde su subida al
solio pontificio en 1534, lo propició pero los dos monarcas
católicos, Carlos V y Francisco I, estaban en guerra, así que el
concilio se retrasó hasta 1545 que fue convocado
apresuradamente por el pontífice reinante.
El concilio de Trento duró casi 20 años (1545-1565). Se
convocó tres veces (en Mantua, en Vicence y finalmente en
Trento). Las dos primeras se suspendieron y la última fue efectiva
comenzándose el concilio un año después, el 13 de diciembre de
1545 en la ciudad de Trento, en el Tirol, porque estaba
equidistante de Alemania y de Italia. Habían transcurrido 25
años, demasiado tiempo desde la primera condena de Lutero. Los
protestantes fueron invitados desde el principio, éstos querían un
concilio abierto a todas las discusiones teológicas y superior al
papa; los papas y la curia no querían que se revisara la condena
de las tesis luteranas. De los protestantes enviados por algunas
ciudades imperiales y por el príncipe elector Mauricio de Sajonia,
271

273. sólo asistieron juristas, no teólogos; y aunque era esperado,
Melanchthon no asistió a ninguna sesión del concilio de Trento.
Entre el segundo y el tercer periodo, tuvo lugar por fin la paz de
Augsburgo (1555) entre el emperador y la Liga protestante de
Esmalkalda. Allí se aprobó el principio de la religión de estado,
cuius regio, eiusjeligio: “según sea la del rey, así será la religión del
reino” que hizo imposible a partir de entonces la pretendida
unidad entre católicos y protestantes que algunos buscaban con el
concilio.
El concilio estuvo dividido en tres periodos: primer
periodo (1545-1547) con Paulo III, segundo periodo (1551-1552)
con Julio III y tercer periodo (1562-1565) con Pío IV que lo
clausuró el 9 de diciembre de 1565. Tuvo XXV sesiones y las
largas interrupciones de sus trabajos, se debieron en parte, al
conflicto que enfrentaba a los príncipes cristianos. Dos fueron las
grandes y decisivas tareas de Trento: una, la doctrinal y otra, la
disciplinar. Por la primera, se estableció el dogma católico de la
Contrarreforma, en muchos sentidos, en oposición al
protestantismo y se restableció al papado; por la segunda, se
produjo la reforma interna de la Iglesia corrigiendo los abusos y
excesos del clero “en la cabeza y en los miembros”: sacerdotes,
jerarquía, frailes y monjes de las órdenes religiosas, tanto
masculinas como femeninas, con evidentes resultados.
Apunta el profesor Valentín VÁZQUEZ DE PRADA
(Art° Concilio de Trento, en Diccionario de Historia de
España, Alianza Editorial, Madrid, 1981, 2a edición, vol.
3, p. 805):
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
272

274. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
—El Concilio de Trento es seguramente el hecho más
trascendental (se sobreentiende, después de la Reforma
luterana) de la historia de la Iglesia en los tiempos modernos. En él la
iglesia romana definió de manera clara sus dogmas esenciales,
estableciendo una barrera rígida entre católicos y reformistas, entre
ortodoxia y herejía y poniendo fin a la época de tentativas y de equívocas
concesiones —de sello erasmista— en el terreno dogmático.
Consolidó también la jerarquía y estableció una seria disciplina
entre los clérigos. En resumen, del Concilio de Trento salió el
catolicismo en su forma actual (el autor escribió antes del
Concilio Vaticano II)”.
1. Primer periodo (13.12.1545 - 11.3.1547). El concilio se
inauguró con la asistencia de tres legados, cuatro arzobispos,
veintiún obispos, cinco generales de órdenes y numerosos
teólogos y delegados de príncipes seculares. Se decidieron las
cuestiones de orden: el concilio estaría presidido por un legado
pontificio, el voto no se haría por naciones sino por cabezas; sólo
tendrían derecho a votar los cardenales, los obispos, los generales
de las órdenes religiosas y los abades de los monasterios. Los
temas a tratar serían designados por los legados del papa, sin
orden de preferencia, pero como hubo contradicción al respecto,
se decidió que se presentarían alternativamente en cada sesión,
un decreto dogmático y un decreto disciplinario. Los temas serían
primero estudiados por congregaciones particulares de canonistas
y de teólogos, sometidos después a las congregaciones generales
de obispos, siendo promulgados los decretos en sesión general y
finalmente confirmados por el papa.
Debido a una epidemia de peste, y a la amenaza de una
invasión de las tropas protestantes, el concilio se trasladó a
Bolonia, a donde los prelados españoles y alemanes no fueron
273

275. por orden del emperador. Éste, en una usurpación escandalosa de
autoridad eclesiástica, y por hacer concesiones a los protestantes,
concedió la comunión con dos especies y el matrimonio de los
sacerdotes en el Interim de Augsburgo, lo que, prácticamente,
suponía la disolución del concilio, tal y como ocurrió en
septiembre de 1549. Paulo III murió dos meses después.
2. Segundo periodo (1.5.1551—24.4.1552). Se abrió bajo el
pontificado de Julio III, que no era otro que el cardenal Del
Monte, anterior legado en el concilio. El emperador puso varias
condiciones: que no volvieran a tratarse las cuestiones ya
definidas; que asistiera al concilio el rey de Francia Enrique II;
que se admitiera en el concilio algunos teólogos protestantes y
que tuviesen poder para participar en las deliberaciones.
El rey de Francia se excusó diciendo que su país estaba
limpio de herejía y que no necesitaban participar en un concilio
ecuménico, uno nacional sería suficiente para la reforma de la
Iglesia francesa. Argumentó además que Trento no le ofrecía
garantías de independencia de los designios imperiales, por cuya
razón se negó a la asistencia de los prelados franceses. Finalmente
rompió las relaciones con la Santa Sede y envió un representante
a Trento para comunicar en nombre del rey el rechazo a asistir.
Los obispos alemanes asistieron sin ninguna esperanza de
llegar a un acuerdo con los protestantes porque sabían que los
representantes españoles e italianos no querían el menor
compromiso con la Reforma. La participación, por consiguiente
iba a ser muy restringida pero a pesar de ello, Julio III, el primero
de mayo de 1551, abrió el concilio. Pero Mauricio de Sajonia,
abandonando la causa católica, se alió con los protestantes y
avanzó hacia el Tirol con lo cual hubo que suspender el concilio
en su sesión XVI.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
274

276. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
3. Tercer periodo (18,1,1561—4,12,1563, Julio III murió en
marzo de 1555 sucediéndole otro de los legados pontificios en el
primer periodo del concilio, con el nombre de Marcelo II que
sólo vivió 22 días, El papa siguiente fue Paulo IV que era
contrario a la celebración del concilio, Era más bien partidario de
que la Reforma de la Iglesia la dirigiese una comisión
cardenalicia, de modo que no convocó al concilio durante todo
su pontificado, concluido en 1559,
Pío IV, su sucesor, aunque mostró decidido interés por la
reapertura del concilio, encontró muchos obstáculos, La guerra
entre Francia y España se había terminado con la paz de Cateau-
Cambrésis (1559), pero habían comenzado las guerras de religión
en Francia, Felipe II estaba comprometido en estas guerras a favor
de Francia porque de ese modo defendía sus estados en los Países
Bajos que amenazaban con la independencia, pero temía, a la vez,
irritar a Isabel de Inglaterra, si apoyaba la reapertura del concilio,
porque ésta recelaba una unión contrarreformista hispano -
francesa, El emperador Fernando I, por su parte, no quería
desagradar a sus súbditos protestantes con los que había firmado
la paz religiosa de Augsburgo (1555); y en Francia, Catalina de
Médicis amenazaba con la celebración de un concilio nacional si
el ecuménico se retrasaba,
Finalmente Pío IV, el 29 de noviembre de 1560 promulgó
la bula Ad Ecclesiae regimen, convocando la reanudación del
concilio en Trento en la Pascua próxima, Una interrupción que
no debía haber durado más de un año se había prolongado
nueve, Había entonces, en 1561, en el seno del clero francés, una
fuerte explosión de galicanismo, Los monarcas llevaron al
concilio la propuesta de ser ellos los que designaran los temas a
estudio y debate, pero prevaleció la primacía de la autoridad
eclesiástica, de forma que los embajadores debían comunicar a los
275

277. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
legados sus demandas para que estos decidieran. Se volvió a
plantear, sin resultado, la teoría conciliar, arguyendo el arzobispo
de Granada, Pedro Guerrero que el concilio representaba a la
Iglesia universal; también se debatió si los obispos tenían su
jurisdicción del papa o directamente de Cristo y los jesuitas
(Laínez) y los teólogos italianos —considerados por algunos
católicos como los “ultramontanos” de Trento— defendieron con
ardor la primera tesis diciendo que el poder viene directamente
de Dios, pero que el poder de jurisdicción viene a los obispos
mediatamente de Dios e inmediatamente del pontífice romano.
Pío IV ratificó todos los decretos del concilio de Trento
por la Bula Benedictus Deus et Pater de 26 de enero de 1564, y
redactó la Profession fidei Tridentina, que deben jurar todos los
obispos en su consagración y todos los profesores de las
universidades católicas.
4. Los cánones del concilio de Trento. Los decretos del concilio
de Trento se fijaron en cánones que fueron impresos el 18 de
marzo de 1564. Pretender recoger todos estos cánones es tanto
como hacer una recopilación de toda la doctrina católica. No
obstante, vamos a hacer un extracto de los más importantes:
-Reafirmación del Símbolo de Nicea, Completado en
Constantinopla, como base de la fe cristiana (sesión III).
-Fuentes auténticas de la Revelación: las Escrituras y la
Tradición apostólica (sesión IV):
“La misión de enseñanza de la Iglesia —dice el concilio en el
comienzo de sus decretos dogmáticos—, es velar por la perfecta
integridad de estas dos fuentes de nuestra fe: las Santas Escrituras y la
Tradición. En virtud de la autoridad que ha recibido de Cristo,
276

278. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
el concilio renueva el antiguo canon de las Sagradas Escrituras, fija en
la Vulgata el texto auténtico y normal, finalmente vela por su difusión
e interpretación... En las cuestiones concernientes a la fe y
costumbres, nadie debe atribuir a la Escritura otro sentido que el
que le ha dado y que le da la Iglesia” (Citado por DOM Ch.
POULET, Histoire de l’Eglise. Temps modernes,
Beauchesne, Paris, 1943, 18a edición, tomo II, p. 112).
-La justificación, (sesiones V, VI). Los teólogos españoles Laínez
y Salmerón (jesuitas) distinguían entre gracia inherente e imputada,
como los protestantes, pero consideraban que una era inseparable de
la otra, y añadían que los méritos de Cristo se comunicaban al hombre
por la fe viva, es decir, con obras, produciendo mediante la cooperación
humana a ellos, méritos sobrenaturales.
- Los sacramentos (sesiones VII a XXIV). Especial atención a la
Eucaristía y a la misa, particularmente a la doctrina de la
transubstanciación (sesiones XII, XIII, , XXI, X X II):
“Si alguien niega que en el sacramento de la muy santa
Eucaristía están contenidos verdaderamente, realmente y
substancialmente el cuerpo y la sangre con el alma y la divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo, por consecuencia Cristo entero, y
pretende que no están presentes más que como signo y figura, o por su
propia virtud, sea anatema... Si alguien dice que en el muy santo
sacramento de la Eucaristía, permanece la substancia del pan y
del vino con el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo, y
niega esta maravillosa y única conversión de toda la substancia del pan
en el cuerpo y de toda la substancia del vino en la sangre, que no
deja subsistir más que la apariencia del pan y del vino,
conversión que la Iglesia católica llama con el nombre muy apropiado
de transubstanciación, que sea anatem a” (Ibid. p. 113).
277

279. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
-Los decretos sobre el purgatorio, el culto a los santos, las
reliquias, las imágenes e indulgencias fueron tratados en la última
sesión (XXV).
-En relación con la preeminencia de la Santa Sede, el tema más
combatido por los protestantes, no se tomó ninguno acuerdo, pero
el concilio la llamó madre y maestra de todas las iglesias y ordenó que,
en los concilios provinciales y en la toma de posesión de las dignidades
eclesiásticas, todos deberían prometer obediencia al papa.
En cuanto a las cuestiones disciplinarias, de reforma moral y
eclesiástica de la Iglesia, el concilio estima que deben ser tratadas
internamente por los obispos, a quienes se obliga a residir en sus
diócesis, no pudiendo ausentarse dos o tres meses como máximo y
nunca durante Adviento o Cuaresma, con riesgo si lo hacen de
perder parte de sus beneficios; a predicar; a visitar sus
demarcaciones, como mínimo cada dos años para la reforma de
las costumbres y la salvaguardia de la disciplina; celebrar cada año
un sínodo diocesano y cada tres años un concilio provincial; cuidar de
la formación de un clero hábil y digno, erigiendo centros de
formación (seminarios); tomar medidas para corregir y castigar los
abusos del clero, tanto en su vida como en lo relativo a las
prebendas. Los sacerdotes deberán llevar una vida digna; el párroco,
los domingos y días festivos, deberá predicar e instruir a los niños
en la doctrina cristiana (catecismo). En lo que concierne a la vida
monástica, se prohibió la profesión antes de los 16 años a los
varones y de los 12 a las mujueres; obligación a la estricta pobreza,
los monjes a la clausura y sólo podrían acceder a puestos de abad los
religiosos regulares, no los seculares. Después, el concilio se preocupó de la
pureza de la familia cristiana: indisolubilidad y santidad del
matrimonio, prohibición de los matrimonios clandestinos, libertad, en
278

280. particular a las mujeres, en los casamientos. Finalmente se intentó de
enmendar las relaciones entre la Iglesia y los príncipes seculares, a cuyo
pernicioso influjo se debían en gran parte los males que afectaban a un
clero, impuesto por esos poderes” (Véase sobre este extracto de
los cánones, Valentín VÁZQUEZ DE PRADA (Art° Concilio
de Trento, en Diccionario de Historia de España, Alianza
Editorial, Madrid, 1981, 2a edición, vol. 3, p. 808, passim y
DOM Ch. POULET, Histoire de l’Eglise. Temps Modernes,
Beauchesne, 1943, 18a edición, tomo II, pp. 107-115,
passim).
5. Síntesis de la obra del concilio de Trento. Terminamos este
capítulo con las palabras de un historiador católico ya fallecido,
Bernardino LLORCA, y recogiendo algunos testimonios
históricos citados por él, en su estudio sobre la Participación de
España en el concilio de Trento:
“Así pues, con los decretos dogmáticos, por una parte, y los
decretos de reforma, por otra, realizó el concilio de Trento la
obra que entonces se necesitaba. Ciertamente no pudo ya impedir que se
rompiera la unidad de la Iglesia cristiana. Pero con sus decretos
dogmáticos opuso un muro firmísimo e inexpugnable en defensa del
dogma católico y con los decretos de reforma contribuyó eficazmente a
la completa renovación de la Iglesia, la cual inicia, desde este momento,
un incontenible avance y un progresivo movimiento de reconquista.
“Con justa satisfacción, el cardenal Carlos de Lorena, al
terminar la sesión X XV , y con ella todo el concilio, lleno de
emoción, prorrumpió en aquellas sentidas proclamaciones:
‘Esta es la fe de todos nosotros; esta es la persuasión unánime de
todos, y, en señal de nuestra aceptación, todos la suscribimos’.
“Y con idéntica emoción respondían los demás conciliares:
279
LA REFORMA A MEDIO MILENIO

281. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
‘Así lo creemos, así lo sentimos, así lo firmamos’.
“Aún historiadores protestantes como Leopoldo von Ranke han
formulado el juicio más favorable de la obra positiva del concilio de
Trento:
‘Con rejuvenecida fuerza se presentaba ahora el catolicismo
frente al protestantismo’.
“Y de un modo semejante lo enjuicia el historiador católico
Pastor:
‘El concilio de Trento echó los cimientos de una verdadera
reforma y estableció de un modo comprensivo y sistemático la doctrina
católica’.
“Todo esto se debía en gran parte a la obra del concilio de Trento
y a la inmensa y eficaz colaboración que en ella tuvieron los reyes de
España Carlos V y Felipe II y los obispos y teólogos españoles” (La
Iglesia en la España de los siglos X V y XVI, en Historia de la Iglesia
en España, BAC, Madrid, 1980, tomo III, 1°, pp. 500-503
passim).
IV. LA COMPAÑÍA DE JESÚS
1. Fundador y constituciones. Dice el historiador catalán
VICENS VIVES:
“Toda religiosidad se mueve entre dos polos: el activo y el místico.
A la España del siglo XV I le cupo la gloria de reunir ambos en
apretado haz. Así como Santa Teresa es, en la Iglesia, uno de los
mayores exponentes del misticismo, San Ignacio de Loyola y su
Compañía representan el ápice del activismo católico. Nacido en
Loyola, en 1491, en el seno de una noble familia vasca, paje en la corte
del Rey Católico, se dedicó en su primera juventud a la carrera
de las armas. Herido en Pamplona en 1521, con motivo de un
280

282. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
ataque de las tropas de Francisco 1 a esta plaza durante su primera
guerra con Carlos V, leyó y meditó en su lecho de dolor sobre la vida de
Cristo y de los santos... En un tiempo de meditación y
arrepentimiento, en Manresa, bajo la influencia de la mística
montserratina, escribe sus ‘Ejercicios espirituales’, según Lortz el
libro más importante del Catolicismo moderno, un sistema
metódico para llegar al dominio de todas las potencias del
espíritu y encaminarlas hacia Dios ( 1 5 2 2 ) . madura su programa
sobre el modelado activista del espíritu y para ello necesita poseer la
cultura de su época y a ello se aplica en Barcelona, Alcalá y
Salamanca y finalmente en París (1528). L a atracción de su
poderosa individualidad y la práctica de los Ejercicios reúnen a su
alrededor seis figuras selectas, compañeros de estudios, es la célula de
la futura sociedad católica. En Montmartre (Paris, 1534) se
proponen su programa básico: conversión de los musulmanes o ponerse a
la disposición del Papado. Ya en Italia, y contando con nuevos
adherentes, la Sociedad recibe un nombre, Compañía
de jesús (Venecia, 1536), y una permanencia en forma de Orden
religiosa, aprobada por el papado, después de fuertes oposiciones,
por la bula Regimini militantes Ecclesiae (27 de septiembre de
1540).
“La nueva Orden añadía a los tres votos tradicionales otro de
obediencia al servicio de Cristo y el papado para realizar su misión,
muy próxima a la de los teatinos: junto a la propia santificación, la
difusión de la fe entre los incrédulos, los heréticos y los creyentes.
Para alcanzar este fin, la Compañía fue organizada en un
sentido de obediencia y acción. Escrupulosa selección de sus
miembros, refuerzo de sus personalidades individuales,
eliminación de todo lo subjetivo, coherencia y agrupación firme
entre ellos, tales fueron los principios normativos de la Compañía. Por eso
es la muestra más completa de la reacción contra las fuerzas
281

283. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
disolventes del Renacimiento, un cambio completo de actitud frente a las
críticas de los humanistas y de Lutero. Organizada con espíritu
militante, con un pleno y a veces sentido heroico de la
obediencia, la Compañía de Jesús suministró a la Iglesia las tropas
más selectas de la Reforma católica.
“ La organización de la Compañía de Jesús fue establecida por
las Constituciones, aprobadas en 1558, dos años después de la
muerte del fundador, aunque fueron proyectadas por éste desde 1550
y puestas, desde luego, en práctica. La Compañía se compuso de
coadjutores temporales y espirituales; estos últimos habían de ser,
primeramente, novicios, y luego escolásticos. De los coadjutores
espirituales, formulados ya los tres votos simples, se nutría la última
categoría, la de los profesos, que presentaban el voto de obediencia
al papado. Los miembros de la Compañía se agrupaban en
provincias, y éstas en cinco asistencias. Los asistentes tenían su residencia
en Roma; allí formaban un colegio central junto al admonitor y al
general de la Orden. Éste asumía plena autoridad, limitada
teóricamente por la Congregación general (formada por los provinciales y
delegados de las provincias), cuya misión concreta consistía en el
nombramiento del sucesor a cada vacante. En esta organización,
el fundador puso sumo cuidado en preservar la independencia de la
Orden respecto de las diócesis eclesiásticas...
“La obra de la Contrarreforma y de la evangelización de las
tierras descubiertas por la audacia de españoles y lusos es, casi por
completo, obra de la Compañía... A la muerte del fundador, formaban
parte de la Orden 1000 miembros; 13000 se contaban al
iniciarse el siglo X V II... En el Concilio de Trento rindieron uno
de los máximos servicios al papado y a la catolicidad” (Ibid. pp. 147­
150).
282

284. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2. Expulsados del Imperio español en 1767, por Carlos III. Como
era de esperar, los jesuitas crearon en torno a ellos prevención y
hostilidad. No sólo fueron acumulando un inmenso patrimonio
en el ejercicio de sus funciones en la sociedad y en las misiones,
sino que además su obediencia inquebrantable al papa y su
enorme influencia política —en algún momento se les acusó de
haber intervenido contra los intereses de la Corona— les hicieron
temibles y temidos, tanto que los políticos regalistas los
consideraban como ‘intrusos en su propia casa’ o ‘un estado
extranjero dentro de otros estados’.
A partir de la Ilustración, en efecto, la desconfianza de los
estados en la Compañía de Jesús, particularmente de los partidos
regalistas (los defensores del derecho del estado nacional a
intervenir, recibir y organizar las rentas de sus iglesias nacionales),
fue en aumento y surgieron duras disputas entre los jesuitas y los
regalistas ilustrados, sin ningún tipo de deferencia hacia un
instituto religioso como era la orden. Los primeros por su actitud
inflexible en defensa de los derechos de la Santa Sede, los
segundos porque actuaban a favor de los derechos de los reyes y
veían en ellos simplemente adversarios políticos. En Portugal, en
1759, en Lisboa, 180 religiosos fueron encarcelados y el resto
expulsados, acusados de instigar un atentado contra la vida del
Rey. Tres años más tarde, en 1762, Francia usó el mismo
argumento y declaró su ilegalidad a raíz de un caso de
malversación de fondos. Acusaciones no siempre probadas que
mostraban una mentalidad adversa a Compañía debida, en
particular, a su vinculación incondicional al papado.
En España, el rey ilustrado Carlos III, firmó la Pragmática
Sanción, en 1767, que dictaba la expulsión de los jesuitas de
283

285. todos los dominios de la Corona de España, incluyendo los de
ultramar y decretaba la incautación del patrimonio que la orden
tenía en el imperio; la causa, se les atribuía haber participado en
el Motín de Esquilache, una revuelta social debida al alza
exagerada del precio del pan, hubo cuarenta muertos. La razón
verdadera hay que encontrarla en la intención de la Corona
española de reafirmar su control estatal sobre la iglesia española.
Las tropas reales, el 2 de abril de 1767, acudieron a las 146 casas
de los jesuitas. Fueron deportados de España 2641 religiosos y de
las Indias 2630. El papa Clemente XIII resistió las presiones de
los monarcas europeos que pedían la supresión total de la orden
pero en 1773, José Moñino, futuro Conde de Floridablanca,
consiguió de Gregorio XIV, conocido por su poco aprecio por los
jesuitas, la supresión de la Compañía de Jesús mediante el breve
Dominus ac Redemptor, decretando la conversión de los jesuitas en
miembros del clero secular (los religiosos que no hacen los tres
votos de las órdenes religiosas). En 1814, el papa Pío VII, restauró
la Compañía por la bula Solicitudo omnium Ecclesiarum. El rey
Fernando VII, nieto de Carlos III, autorizó inmediatamente su
vuelta a los dominios españoles.
¿Contribuyeron los jesuitas en la configuración de ese
régimen político-religioso, contrarreformista, centralista,
supranacional, totalitario, propugnador de la unión Iglesia-estado,
un estado dentro de los estados, controlador de las conciencias,
intolerante, inquisitorial, perseguidor de los disidentes,
omnipresente, monopolizador de la verdad religiosa, que se ha
venido llamando, desde la Contrarreforma del siglo XVI,
Catolicismo? Sin duda, pero con ciertas matizaciones, y tal vez por
ello, durante siglos, la Compañía de Jesús ha tenido que afrontar
la oposición, la crítica, la denuncia y, también a veces, la
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
284

286. incomprensión e incluso el odio, del otro mundo religioso. Émil
LÉONARD hace este comentario de los jesuitas:
“Es conocida la divisa de la Compañía: Ad majorem Dei
gloriam (A la mayor gloria de Dios): esta es también la de la
Reforma, con lo cual se manifiesta la profunda unidad del cristianismo
del siglo XVI. Por otra parte, Loyola y sus primeros discípulos sintieron
esta unidad. Sienten una especie de simpatía, en el sentido
etimológico de la palabra, para con los protestantes. La palabra se
encuentra incluso en la pluma de uno de ellos: ‘Los que quieren
prestar un servicio a los herejes deberían esforzarse por tener una gran
simpatía y un gran amor hacia ellos, amarles de verdad, en el sentido
de que deben alejar de su espíritu todas aquellas consideraciones
que normalmente disminuyen la estimación. En segundo lugar, es
necesario granjearse su amor y su estimación’.
“Estos consejos podrán degenerar en una técnica ‘jesuítica’ de la
controversia y de las relaciones humanas, en las que la afabilidad y la
seducción se convierten en un medio subordinado a un fin y a una
voluntad inflexible por no decir, a veces, secretamente despreciables y
deshonestas: Loyola y los suyos no habían llegado aún a esto; con
toda sinceridad Ignacio recomendaba oraciones especiales y
constantes por Lutero, Melanchthon y Bucero. Movidos,
ciertamente, por el deseo de eficacia: entre sus adversarios y entre
los mismos indiferentes que hay que conquistar, los jesuitas buscarán
siempre a las cabezas rectoras. Pero, primero, por verdadero
amor, entre espíritus angustiados por los mismos problemas...
“Lutero había terminado por aceptar -como en otro tiempo san
Francisco— que otros convirtieran en instituciones su
experiencia y su fe. Loyola se encargó de ello él mismo, y el Loyola de la
institución, el más conocido, recubrió, sin llegar a sustituirlo, al
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
285

287. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Loyola esencial” (Historia General del Protestantismo, tomo I, p.
246, 247).
V. ESPAÑA Y LA CONTRARREFORMA
1. “España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma”. Con
esta frase singular concluye Marcelino MENÉNDEZ PELAYO su
Historia de los Heterodoxos Españoles (BAC, Madrid, 1956, tomo II,
p. 1194). Aunque cargada, como toda la obra del historiador
montañés, de un profundo sentido apologético, la realidad es que
el papel desempeñado por España en la Contrarreforma fue
extremadamente importante. Primero, como ya hemos visto en
las Guerras de Religión, Felipe II combatió a los protestantes en
Alemania, Francia, Países Bajos e Inglaterra y es reconocido
universalmente como el protector de la Iglesia y el brazo armado
del pontificado. Dentro de España, por medio de la Inquisición
moderna, establecida por los Reyes Católicos en 1478, trató de
crear una verdadera barrera a la entrada de autores o de libros
luteranos. Después, como veremos en el próximo tema, en los
autos de fe de Valladolid (21 de mayo 1559 y 8 octubre 1559) y
de Sevilla (24 de septiembre 1559 y 22 de diciembre 1560), se
amputaron totalmente los inicios del protestantismo autóctono
en España. A partir de entonces y hasta comienzos del siglo XIX,
el protestantismo, en este país, fue siempre foráneo.
2. Predominio del espíritu español en la Contrarreforma. Lo cierto
es que la Contrarreforma no puede entenderse sin la acción de
España y no solamente en el dominio de las armas sino en
muchas otras iniciativas tanto intelectuales como eclesiásticas: (1)
El fundador de la Compañía de Jesús, Orden universal al servicio
de los papas, fue un español. (2) El concilio Trento, base y
columna vertebral de la Contrarreforma, no hubiera existido sin la
286

288. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
firme voluntad de Carlos V y el apoyo de Felipe II) y sin la
actuación teológica y reformatoria de los obispos españoles. (3)
Sin Felipe II la Contrarreforma hubiera fracasado
inmediatamente en su aspecto político militar y las naciones
católicas hubieran sido invadidas por el protestantismo, no sin
razón dijo de él Pío V, en 1568, “que no tenía otro defensor esta
santa sede... porque de su vida depende toda la Cristiandad”. (4)
La reforma de la teología, parte integrante de la reforma católica,
se debió a Francisco de Vitoria y a sus discípulos, que de España
la difundieron a toda Europa. (5) El despertar de las fuerzas
evangelizadoras debe incluirse en el movimiento total de la
Contrarreforma, y ese despertar, que originó la evangelización de
nuevos mundos, fue obra casi exclusiva de la Península ibérica. Y
a todo esto debemos añadir la espiritualidad contrarreformista,
escritores místicos y ascéticos, algunos de los más egregios fueron
españoles (Véase R. GARCÍA-VILLOSLADA, op. cit. p. 610).
3. España punto de partida de las corrientes de la reforma
católica. Jaime VICENS VIVES explica de este modo la
participación de España en la Contrarreforma:
“Por su acendrado espíritu religioso, forjado en la tenacidad de
una larga lucha contra el Islam, y por la hegemonía política que iba a
ejercer sobre Europa, la España del siglo XV I es el punto de partida
de las corrientes de la Reforma católica, que sella con sus rasgos
típicos. Los primeros intentos reformadores se registran desde el
reinado de los Reyes Católicos (1479-1516), en que desenvuelve su
actividad el cardenal Jiménez de Cisneros (Véase tema I de esta serie,
L a pre-reforma). A su figura se vinculan la reforma del monacato, del
clero y de las universidades, las cuales se transforman en
eficaces células intelectuales de la renovación espiritual del siglo
287

289. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
XVI. En las universidades de España, especialmente en Salamanca y
Alcalá, se registra el segundo florecimiento de la Escolástica por la
conjunción de los métodos humanistas, puestos al servicio de la
catolicidad, con el tomismo medieval... gracias a relevantes
personalidades como Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Melchor
Cano...
“Paralelamente, el movimiento místico de Teresa de Jesús se
refleja en un doble aspecto: como reformadora de su comunidad
monacal, los carmelitas (1562), en el sentido de retorno a la severa
pobreza primitiva, y un segundo aspecto, como definidora de la
mística del nuevo catolicismo. Es en este segundo aspecto que
Santa Teresa logra su valor universal. Aunque de carácter íntimo, el
misticismo teresiano cae fuera, por su mismo contenido ortodoxo,
de todo espiritualismo erróneo, de toda falsa dirección panteísta,
de todo visionarismo arbitrario. A la vez, no excluye sino que
condiciona, la vida activa, en sentido caritativo y apostólico...
Con el tomismo humanista y el nuevo misticismo, España aporta a la
catolicidad moderna dos de los elementos decisivos en su recuperación
inminente” (op. cit. pp. 143,144).
(Véase también, R. GARCÍA-VILLOSLADA, Ibid.)
VI. VALORACIÓN HISTÓRICA Y RELIGIOSA
DE LA CONTRARREFORMA
Con la perspectiva que nos dan cuatro siglos de historia
de catolicismo contrarreformista (1545-1962), y rechazando
cualquier motivación confesional o intención apologética,
bastante frecuente al analizar ese período histórico, vamos a hacer
una valoración de la Contrarreforma resumiendo un artículo de
Jean DELUMEAU, titulado Un Siglo de Santos:
288

290. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
1. Sombras y excesos. Sin duda es imposible silenciar las
deficiencias, sombras y abusos, de lo que todavía se sigue
denominando Contrarreforma.
Tuvo desgraciadamente, un aspecto militar en Bélgica,
Bohemia, Alemania y Francia. En una localidad de la Bohemia
vencida, tras la batalla de la Montaña Blanca (1620), los soldados
acordonaron la ciudad y los jesuitas y capuchinos emprendieron
inmediatamente una acción masiva de predicación y conversión.
La Iglesia recurrió más que nunca al brazo secular para hacer
retroceder a la herejía. La teología exaltaba el poder de derecho
divino de los reyes y predicaba la sumisión a la autoridad, aunque
esta fuera injusta. El clero francés consiguió de Luis XIV la
revocación del Edicto de Nantes, pero anteriormente el rey había
creado una “caja de conversión” para sobornar a los protestantes
menos firmes en su fe. Tres cardenales, en los siglos XVII-XVIII,
Richelieu, Mazarino y Fleury, fueron primer ministro en Francia,
así como un arzobispo Lomenio de Brienne. El rey nombraba a
los titulares de las diócesis y de las grandes abadías.
Fue ésta una era de triunfalismo, tanto en el dominio de
las declaraciones como en el de la decoración y las
construcciones. Se exaltó desmesuradamente las victorias de la fe
y de la cruz, la derrota de la herejía, la conquista religiosa de
tierras lejanas, el heroísmo de los santos, la gloria del pontificado,
la eficacia de los sacramentos. Con el concilio de Trento comenzó
la edad de oro del ceremonial, del ritualismo y del formalismo
minucioso.
La Iglesia se dotó en el concilio de Trento de una doctrina
fuertemente estructurada, que tuvo la ventaja de la claridad, pero
que implicaba una fuerte dosis de excesivo rigor, dogmatismo e
incomprensión del otro, barreras excesivamente rígidas que
289

291. arrojaron a las tinieblas exteriores una cultura nueva de talante
científico, como Galileo o Descartes.
Afianzamiento del clericalismo. Nunca fue tan intensa y
apremiante la acción de los sacerdotes sobre las conciencias, en
los planes de evangelización de masas. Machacona insistencia en
el pecado mortal, recurso constante a la amenaza del infierno. La
Iglesia colocó a sus fieles en una situación de total dependencia
espiritual respecto al sacerdocio. Como poderosa empresa de
moralización colectiva, la Iglesia abusó de la culpabilización,
suscitando la obsesión enfermiza del escrúpulo. Dio al
catolicismo de los siglos XVI y XVII un aspecto rigorista, dolorista
y desencarnado que nos ahuyenta.
La técnica evangelizadora de los misioneros, acusando
sumariamente de satanismo a las civilizaciones no europeas,
destrucción brutal de los monumentos “paganos”, solidaridad
demasiado frecuente con el poder colonizador y voluntad de
cristianizar a toda costa, actitudes que hoy nos resultan
inconcebibles, eran aceptadas como algo evidente. Estas son
algunas de las acusaciones que recibe hoy la Reforma católica
(Contrarreforma) a la luz de una amarga experiencia y de una mejor
lectura del Evangelio.
2. Renovación de las instituciones y enseñanza de la religión
cautivando la imaginación. Pero, también hay que decirlo, a los
ojos de una historiografía serena, la Reforma católica presenta no
pocos aspectos positivos.
Una Roma renovada. No hubo ya papas escandalosos. Los
pontífices que gobernaron la Iglesia romana, lo hicieron con
dignidad y ejemplaridad religiosa. Aunque no se vieron muy
honradas en Roma la pobreza y ni el trabajo y aunque siguió
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
290

292. habiendo en ella numerosas cortesanas, a partir de mediados del
siglo XVI, Roma dejó de ser la ciudad licenciosa y pagana que
había denunciado Savonarola. Hubo una notable organización
hospitalaria, fue una ciudad urbanamente impresionante y
moralmente respetable para las renovadas peregrinaciones. En
realidad el concilio de Trento había reforzado la posición de
Roma.
Un nuevo sacerdocio. A los ojos de los fieles, el concilio
de Trento había propiciado un clero secular muy superior, en
cualidades morales y en instrucción al de la Edad Media. Es
verdad que los obispos siguieron siendo grandes personajes,
príncipes de la Iglesia; pero muchos tomaron como modelos a
San Carlos Borromeo, a San Francisco de Sales, se implicaron
mucho más en sus responsabilidades pastorales, vivieron con
dignidad —aunque no con sencillez—, crearon seminarios para la
instrucción de los sacerdotes, vigilaron a los curas y vicarios y
singularizaron a los sacerdotes a través de la tonsura, el traje talar,
la prohibición del trabajo manual y la frecuentación de tabernas,
uso del latín en la misa y la obligación del celibato. Se les dio una
cultura teológica muy decorosa. El clero francés, el belga o el
alemán, bajo el Antiguo Régimen, fueron más dignos y eficaces
que el clero italiano, el español o, sobre todo, el de la América
latina.
Se generalizó la enseñanza del catecismo, resultado de lo
cual fue una sólida reestructuración parroquial que se vio
reforzada por las misiones populares de los misioneros del
interior. Los misioneros llegaban a la parroquia en equipos de
cuatro o de ocho y no se marchaban hasta que toda la población
se hubiera confesado. La acción de estos predicadores itinerantes
se ha mantenido hasta mediados del siglo XX. El aspecto
autoritario de esta catequesis no nos convence en la actualidad,
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
291

293. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
hubiera sido mejor menos sermones y más caridad, menos
catecismo y más educación cristiana, menos sentimentalismo y
más fe profunda.
Se debe también señalar el dinamismo de las órdenes
religiosas, tanto masculinas como femeninas. Los jesuitas entre
1550 y 1650 constituyeron uno de los elementos con mayor
vitalidad de la Iglesia católica, también se desarrollaron aunque a
otro nivel social los capuchinos de la rama franciscana, y junto a
ellos otras muchas órdenes religiosas: el Oratorio, los Lazaristas
de San Vicente de Paúl, los cartujos, los dominicos, los
franciscanos conventuales y observantes, alcanzaron su apogeo en
la segunda mitad del XVI y XVII. En cuanto a las órdenes
femeninas, las ursulinas, las salesas, las hijas de la caridad, las
carmelitas descalzas de Teresa de Jesús, constituyeron un
verdadero fenómeno del Renacimiento católico.
Y finalmente, hay que constatar el importante número de
santos que, en busca de santidad y con una dosis poco común de
heroísmo, fueron beatificados y canonizados en la época de la
Contrarreforma.
Eficacia y santidad no se contradicen. La Reforma
católica, por sus clarificaciones doctrinales, sus innovaciones
artísticas (el Barroco), la consolidación del encuadramiento de los
fieles y sus iniciativas en materia docente y caritativa, contribuyó
al surgimiento de la modernidad occidental, como de una
manera paralela lo había hecho la reforma protestante (Ver Jean
DELUMEAU, Un siglo de santos, en 2000 años de Cristianismo,
tomo VI, pp.65-71, passim).
Conclusión
Resumen-Epílogo
292

294. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Espiritualidad de la Contrarreforma:
El paso de la oración a la actividad, de la contemplación al
apostolado
“El Concilio de Trento definió la justificación en un sentido no
pasivo sino activo. No se lograba con una mera aceptación de la
gracia que Dios concedía: había que ganarla activamente, a través de la
participación en su cuerpo místico, la Iglesia. En cierto modo,
ésta sería la tónica de toda la espiritualidad de la Contrarreforma. La
dirección entera del movimiento radicaba en apartarse de la lucha
incesante por la salvación personal hacia el logro de la salvación de todos
los hombres; pasar, en fin, de la oración a la actividad, de la
contemplación al apostolado...
“En esta espiritualidad activista y proyectada al exterior residía
el gran sello distintivo de la Reforma católica... Para no interpretar
mal este énfasis sobre la actividad, basta con echar una ojeada a los
escritos de tres santos sobresalientes cuya obra fue fundamental
para la Contrarreforma. En las obras espirituales de Santa Teresa de
Ávila (Las moradas, El camino de perfección), en los Ejercicios
Espirituales de san Ignacio de Loyola, en la Introducción a la
vida devota de San Francisco de Sales, la preocupación exclusiva
de los autores era el alma individual y su relación con Dios... El primer
problema del cristiano era su vida interior, y todos sus deberes se
cifraban en servir a Dios. ¿Significa esto que hubiera una
contradicción entre los énfasis interno y externo de la espiritualidad
católica?
“La respuesta la dan los Ejercicios Espirituales (publicados en
1 5 4 8 ) . que eran un manual de práctica más que de meditación.
Ignacio no exhortaba, guiaba; no se dirigían únicamente al clero,
estaban escritos tanto para clérigos como para laicos. No
apuntaban a la dirección espiritual de una orden monástica ...
293

295. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
porque el objetivo primordial de Ignacio no era la contemplación, sino la
actividad en el mundo. La devoción absoluta a la Iglesia había
de ser un complemento necesario del rejuvenecimiento interior.
‘Es herejía, —opinaba San Francisco de Sales, obispo de Annecy-
Ginebra, en su Introducción a la vida devota—, querer excluir la vida
devota de la compañía de soldados, del taller del artesano, de la corte
del príncipe, del hogar conyugal. Dondequiera que estemos, debemos y
podemos aspirar a la vida de perfección’. El trabajo y la oración del
católico forman parte igualmente de una tarea, su
perfeccionamiento como individuo al servicio de Dios...
“La Contrarreforma y Trento determinaron una virtual
revolución del culto sacramental: las formas antiguas permanecían,
pero tanto la teoría como la práctica fueron radicalmente alteradas”
(Henry KAMEN, E l siglo de Hierro. Cambio social en Europa,
1550-1660, Alianza Universidad, Madrid, 1977, pp. 278-280,
passim).
Llamamiento
La Historia de la Iglesia ilumina ciertos periodos, oscurece
otros, advierte de nuevas trayectorias y de nuevas tendencias. Es
hija del tiempo; indisolublemente unida al devenir histórico
secular, no puede emanciparse de la dependencia que mantiene
con éste. Por ello, los protagonistas de la Historia de la Iglesia no
pueden permanecer ni neutrales ni desprevenidos. Debemos
mirar al presente, atentos a la huella que va dejando la cultura, la
civilización, el mundo... los creyentes debemos estar preparados,
formados, dispuestos a defender, a proteger, a guardar, a retener
lo que se nos ha confiado: “Retén lo que tienes para que ninguno
tome tu corona...” (Apoc. 3:11).
Pero esta mirada al presente, no debe quedarse ahí, en
una contemplación admirada o triunfalista ni en una observación
294

296. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
crítica, desencantada o pesimista. Debemos mirar, a la vez, al
futuro, a sus retos, a sus posibilidades, a sus nuevas
oportunidades y con espíritu de búsqueda permanente de la
excelencia, procurar el crecimiento, mejorar, superar obstáculos,
nunca hacer marcha atrás, nunca anquilosarse o caer en la
intransigencia, la intolerancia o el sectarismo, como le ocurrió a
la Iglesia católica en las sombras y pequeñas luces de la
Contrarreforma.
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Jaime VICENS VIVES, Historia General Moderna. Del renacimiento
a la crisis del siglo XX, mountaner y Simon, Barcelona, 1951,
tomo I
296

298. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
VIII. ¿QUIÉN NOS APARTARÁ DEL AMOR DE CRISTO?
(La Reforma en España)
Texto: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? o
angustia? o persecución? o hambre? o desnudez? o peligro? o espada?
Como está escrito: ‘por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos
contados como ovejas de matadero’. Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del amor de Dios, que es en
Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8:35-39).
Comentario:
A juicio de muchos comentaristas, este elocuente y
apodíctico pasaje, más propio de ser declamado que leído, cierra
la primera parte del contenido teológico más importante de la
epístola de Pablo a los Romanos: la doctrina de la justificación
por la fe. Melachthon dijo de este escrito del apóstol que era
cabeza y resumen (caput et summa) de toda la doctrina cristiana y
Lutero calificó a la epístola como la pieza más importante del
Nuevo Testamento, “es Evangelio puro” y recomendaba “bien vale la
pena a un cristiano no solamente memorizarla palabra por palabra, sino
también vivir en ella, todos los días como si fuera el pan de cada día del
alm a” (Véase Wikipedia, Epístola a los Romanos), y Karl Barth, en
1919, en su comentario a esta epístola dijo que Romanos es
ampliamente considerada como “el comienzo de la neo-ortodoxia
protestante”.
1. La justificación por la fe y el amor de Cristo (1:16-8:39)
297

299. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Después de haber argumentado ampliamente sobre la
pecaminosidad universal de los seres humanos y de afirmar, sin
paliativos, que los pecadores son completamente impotentes para
librarse por sí mismo de esta situación, Pablo presenta la
universalidad de la gracia divina manifestada en el perdón, en la
restauración de la santidad, en suma en la justificación mediante
el sacrificio de Jesucristo por el hombre (3:23, 24, 28; 6:22, 23).
Por parte del hombre, el camino a seguir es la fe en Jesucristo: fe
para aceptar las condiciones necesarias para el perdón; fe para
aceptar el poder que se ofrece, mediante el Espíritu Santo, para
vivir una vida recta. Y todo este proceso de justificación y
salvación gratuita, Pablo lo atribuye al amor de Dios manifestado
en Cristo (5:8).
2. Nada ni nadie nos podrá separar del superabundante
amor de Dios en Cristo (8:35-39)
Como conclusión a este razonamiento, Pablo hace una
aplicación práctica a las circunstancias difíciles que a veces
confluyen en la experiencia cristiana y que pueden ser
demoledoras de la fe y la seguridad del creyente en la salvación.
Algunos comentaristas intuyen que Pablo no sólo está
testimoniando de los peligros y penurias que ha vivido en su vida
(2 Cor. 11:23) sino que, como una premonición, está refiriéndose
a las que les sobrevendrán en el futuro.
Es comúnmente aceptado que la expresión “amor de
Cristo” no se refiere al amor que podemos profesar al Salvador,
una fuerza siempre voluble como cualquier otro sentimiento
humano, sino al amor de Dios que es en Cristo Jesús,
inconmovible, inalterable, sempiterno. De ese amor de Cristo
que hemos descubierto en el Evangelio, que nos sostiene, que nos
rodea con sus amorosos brazos, que es vínculo irrompible de
298

300. nuestra fe y esperanza, no hay circunstancia capaz, no hay
situación de tribulación, angustia o dolor, persecución, hambre o
falta de alimentos, desnudez o falta de vestido, peligros
innumerables o condena a la pena capital que nos pueda
arrancar de sus brazos en contra de nuestra voluntad.
Pablo recuerda las amenazas de muerte que llevaban sobre
sus conciencias los hijos de Dios del Antiguo Testamento, tal
como las narra el salmista: sensación de la inmediatez de la
muerte, comparación descriptiva con las ovejas que, llevadas al
matadero, esperan ser sacrificadas de un momento a otro (Sal.
44:22). Pues bien, a pesar de todo esto, el creyente que
permanece unido a Cristo, que permite que el poder viviente de
su amor actúe en él (Gál. 2:20), saldrá más que vencedor (apax,
sólo aquí en el Nuevo Testamento) en las pruebas, porque la
provisión y la fuerza de ese amor superará a la fuerza o intensidad
de la prueba. Y concluye el apóstol afirmando su convicción
profunda de que ni los poderes celestiales, ni los terrenales, ni el
terror a la muerte, ni la liviandad de una vida sin preocupaciones
ni amenazas, en el tiempo presente o en la eternidad, ni ninguna
otra cosa creada, existente, serán capaces de separarnos del amor
de Dios.
¿Quiero esto decir que no cabe la disidencia, el fracaso, el
abandono, la ruptura del vínculo por parte del creyente? No
olvidemos que en cualquier tipo de relación del hombre con
Dios, la libertad humana juega siempre un papel fundamental y
que sólo cuando somos capaces, por el Espíritu, de convertir
nuestras convicciones intelectuales o impersonales, en algo
viviente, cuando el amor de Cristo es mucho más que un mero
pensamiento, es una fuerza viviente que actúa en nosotros,
podremos decir con el apóstol: “todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Fil. 4:13). Y, por otra parte, debemos siempre tener en
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
299

301. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
cuenta que el juicio sobre el abandono forzado, la ruptura debida
a la fragilidad de la carne o la renuncia formal carente de un
sincero, verdadero asentimiento espiritual, es algo que sólo
pertenece a Dios y no a la intransigencia ni a la ignorancia de las
conciencias de los seres humanos.
3. Aplicación a la historia de la Reforma en España
Esta reflexión espiritual de Pablo, en el contexto
inmediato de la doctrina de la justificación por la fe, cabe
aplicarla, con propiedad, a los creyentes reformados del
protestantismo español del siglo XVI. Es como si el apóstol,
inspirado por Dios, la hubiera escrito expresamente para ellos
que, casi dieciséis siglos más tarde, se iban a encontrar en tales
circunstancias, pagando con sus vidas y con brutales sufrimientos,
sus esfuerzos por rehabilitar, defender y propagar la verdad
fundamental que Pablo nos dejó expuesta, argumentada y
atestiguada en la epístola a los Romanos. ¿Quién, qué los sostuvo
cuando enfrentaron la persecución, los juicios infames, la muerte
horrorosa en las llamas del quemadero? Podemos anticiparlo con
total seguridad, sin temor a equivocarnos, antes de que
analicemos la historia de la Reforma en España: el amor de Dios
en Cristo Jesús. Sirva pues este análisis y esta profunda
convicción para honrar, como un homenaje, como un testimonio
histórico, con espíritu de admiración y emulación, la fe que
solamente salva (sola fide) de los primeros protestantes españoles.
Pórtico
—Y aunque soy cierto que, siendo cosa que toca tanto a la honra
y servicio de nuestro Señor y a la conservación de estos reinos, donde por
su bondad se ha conservado tan bien lo de la religión, se hará para la
300

302. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
averiguación de ello lo posible y aún más; os ruego tan encarecidamente
como puedo, que además de mandar al arzobispo de Sevilla
(Fernando de Valdés, Inquisidor General) que por ahora no se
ausente de esa corte, pues estando en ella se podrá proveer y prevenir a
todo lo demás, le encarguéis, y a los del Consejo de la Inquisición, muy
estrechamente de mi parte, que hagan en este negocio lo que ven que
conviene, y yo de ellos confío, para que se ataje con brevedad tan gran
mal, y que para ello les deis y mandéis dar todo el favor y calor
que fuese necesario, y para que los que fueren culpados sean
punidos y castigados con la demostración y rigor que la cualidad de sus
culpas merezca, y esto sin excepción de persona alguna; que si
me hallara con fuerzas y disposición de poderlo hacer, también
procurara de esforzarme en este caso a tomar cualquier trabajo, para
procurar por mi parte el remedio y castigo de lo sobredicho,
debido a lo que por ello he padecido”.
“Creed, hija, que este negocio me ha puesto y tiene en tan gran
cuidado y dado tanta pena, que no os lo podría significar... Y así
conviene que como este negocio importa más al servicio de nuestro Señor,
bien y conservación de estos reinos que todos los demás, y por ser, como
dicho es, principio y con tan pocas fuerzas que se pueda fácilmente
castigar, así es necesario poner mayor diligencia y esfuerzo en el breve
remedio y ejemplar castigo... Y así se debe mirar si se puede proceder
contra ellos como sediciosos, escandalosos, alborotadores e inquietadores
de la república, y que tenían fin de incurrir en caso de rebelión, porque
no se puedan prevaler de la misericordia... porque creed, hija, que si
en este principio no se castiga y remedia, para que se ataje tan grande
mal, sin exención de persona alguna, no me prometo que adelante
será el rey ni nadie parte para hacerlo” (Cartas de Carlos V,
desde su retiro en Yuste (27.4.1558 y 25.5.1558), a su hija la
princesa Doña Juana de Austria, gobernadora de España (de
1554-1559), cuando le comunicaron la detención, por la
301

303. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Inquisición, del Doctor Cazalla (predicador del rey), y de sus
hermanas. Citado por Marcelino MENÉNDEZ PELAYO, Historia
de los Heterodoxos Españoles, BAC, Madrid, 1956, pp. 1063­
1065, passim).
Introducción. También España tuvo su episodio de Reforma
luterana
1. Triunfo del luteranismo en Alemania y otros países de Europa
(1) Segregación religiosa irreversible. A partir de la paz de
Augsburgo (1555), Carlos V abandonó el control que, durante
más de treinta años, había ejercido como árbitro de las relaciones
entre Roma y la Alemania protestante. La batalla por conseguir la
unidad de la Iglesia cristiana estaba definitivamente perdida. El
largo camino recorrido por el Concilio de Trento y el Ínterim que
él mismo había establecido en 1548, no habían alcanzado sus
objetivos, más bien habían servido para confirmar la segregación
y el triunfo del protestantismo y terminar con las ilusiones de una
cristiandad unida bajo el pontificado del papa de Roma. El
heredero del Imperio, no sería ya el príncipe Felipe, sino
Fernando I de Austria, el hermano del monarca español, quien
tendría que asumir el control de las nuevas iglesias nacionales.
Pero además, la Reforma protestante había roto las fronteras del
luteranismo alemán y había penetrado en Francia donde ya se
estaba organizando el culto como una confesión disidente;
también se estaba consolidando el anglicanismo en Inglaterra,
tras la breve restauración del catolicismo con María Tudor. En los
países bálticos la expansión del luteranismo era también un
hecho irreversible, así como el establecimiento de la rama
zwingliana y calvinista del protestantismo en Suiza, donde
302

304. Ginebra, tras la muerte en la hoguera del español Miguel Servet,
se afirmaba como la metrópoli de una nueva ortodoxia
protestante. Pero hay más, en los Países Bajos, particularmente en
Flandes, territorio perteneciente a la corona española, había
penetrado el luteranismo protestante alentado, como ocurrió en
Alemania, por un movimiento muy firme de nacionalismo
independentista.
(2) El Concilio de Trento y la involución católica. En
Italia, el irénico erasmismo de los humanistas cristianos que
había luchado ideológicamente a favor de una conciliación,
perdió, por una parte, el apoyo temporal de la política imperial y,
por otra, se tropezó siempre con la intransigencia protestante. La
doble reforma católica, propugnada por los defensores de la
unidad, que exigía cambios importantes en el dominio de las
costumbres y en el de la fe, no había encontrado en el Concilio
de Trento los resultados necesarios para conseguir la pacificación
de la cristiandad; al contrario, hoy podemos decir, con la
perspectiva que nos ofrecen cuatro siglos de historia de la Iglesia
católica, que Trento no sólo no produjo la evolución reclamada
por muchos espíritus clarividentes de aquel tiempo, sino que fue
un Concilio involucionista a efectos de la superación de la crisis
de la ruptura luterana, en el que nació el movimiento
reaccionario de la Contrarreforma y un régimen político-religioso
llamado desde entonces Catolicismo. En una interpretación
generalizadora de aquel tiempo, al que Henry KAMEN llama El
siglo de Hierro (1550-1660) (Alianza Editorial, Madrid, 1977, p.
13), podemos decir, sin abusarnos, que tuvo su origen la
intransigencia católica de los tiempos modernos, la de las
implacables persecuciones de disidentes, la del exterminio de los
primeros y únicos protestantes españoles.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
303

305. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2. Pero España no era una isla.
(1) Barreras rotas por la Reforma luterana. Aunque la
Iglesia católica española estaba protegida por su aislamiento
geográfico, por el régimen, casi totalitario, de una monarquía
absoluta de “derecho divino”, por la unidad religiosa, bajo el
palio de la tradición católica multisecular más conservadora,
conseguida por los Reyes Católicas en el siglo XV y, desde 1482,
por un tribunal de la fe con poderes omnímodos, el del Santo
Oficio de la Inquisición, a pesar de todo, la Reforma luterana
también penetró en España. ¿Por qué? porque geográficamente la
Península Ibérica no es una isla, tiene casi 3000 kms. de litoral,
una buena parte abierto al mar Mediterráneo, un mar interior
que necesariamente relaciona a muchos países europeos entre sí,
(el Mare nostrum de los romanos), por el ismo de los Pirineos que
une España con Francia y Europa; porque los reinos hispánicos
no estaban herméticamente cerrados a las corrientes ideológicas
que circulaban por Europa; porque aquí, la necesidad de una
reforma de la Iglesia, formó parte del programa de la monarquía
católica y tuvo un precedente significativo en la reforma
iluminista y de las órdenes religiosas iniciada por el cardenal
Cisneros; porque la Universidad de Alcalá, fundada por él, fue
un bastión del humanismo renacentista cristiano y más
particularmente del erasmista; finalmente, porque como
consecuencia de la política matrimonial de los Reyes Católicos, la
corona española, en tiempos de su nieto Carlos I, heredó el Sacro
Imperio Romano Germánico, donde eclosionó la Reforma
luterana la cual involucró y comprometió directamente a su
emperador Carlos I de España y V de Alemania.
(2) Contactos con la Europa de la justificación por la fe.
Marcel BATAILLON reconoce que los teólogos y predicadores
304

306. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
del rey que le acompañaron en sus viajes a Alemania y a otros
países europeos, en definitiva, que viajaron por Europa: el Dr.
Constantino Ponce de la Fuente, Bartolomé Carranza de
Miranda, el Dr. Agustín de Cazalla, todos ellos apresados y
penitenciados por la Inquisición, dos de ellos relajados al brazo
secular, no es por casualidad que tuvieran la misma o parecida
suerte con la Inquisición española. Sin lugar a dudas, “estuvieron
en comunicación con lo que se puede llamar la Europa de la justificación
por la fe, vasta comunión internacional que vio una gran esperanza en
cierta política imperial” (Erasmo y España, p. 516). En otro lugar, el
hispanista francés habla de “protestantismo internacional”. En
efecto, esta doctrina fundamental del luteranismo alemán, no
sólo fue el santo y seña de la Reforma protestante, sino que era
también la principal marca distintiva, buscada por los
inquisidores para identificar sumariamente a los “herejes”. Esta
doctrina, en la que se creía y defendía el principio de la salvación
sólo por fe (sola fide), sin la necesidad imprescindible de las obras,
estaba como flotando, suspendida, en el ambiente religioso e
intelectual que se respiraba en Europa. Entre los humanistas,
nadie quería confesarla y enseñarla abiertamente por temor a la
inmediata identificación con los apóstatas protestantes, pero era
un lugar común, plenamente justificado teológicamente, del que
participaron erasmistas y protestantes españoles.
3. La Reforma luterana en España. Una página heroica y cruel
(1) Imposibilidad de un estatuto de tolerancia o libertad.
Aceptado pues el hecho histórico de la penetración de la Reforma
protestante en España, cabe ahora preguntarnos ¿por qué tuvo
aquí un desarrollo final tan radical y cruel? ¿por qué la disidencia
no se estableció como algo eventualmente permanente y por qué
no consiguió, como en otros países europeos, un estatuto de
305

307. tolerancia por no decir de libertad religiosa? Para responder a
estas preguntas, muy acordes con la visión actual que tenemos del
sentimiento religioso como algo privado y libre, debemos
situarnos en aquel tiempo, donde estaba sacralizada la mayor
parte de las acciones político-sociales del estado, donde la Iglesia
era una institución y sus ministros un estamento privilegiados,
donde el monarca, la autoridad suprema por derecho divino,
tenía el irrenunciable deber de velar, proteger y facilitar la
difusión de la ortodoxia. Porque tales soluciones eran en España
inviables, imposibles en un contexto social y político donde la
Inquisición, el tribunal de la fe, era omnipresente y era admitida
por todos, aunque lo fuera “con temor y temblor”; porque los
conceptos de ortodoxia y heterodoxia eran entonces
necesariamente excluyentes. Señalemos además que, la
Inquisición siendo un tribunal religioso, debiera haber estado
bajo el control directo de las autoridades vaticanas quienes, con
independencia del poder político existente en el país, debieran
haber moderado o prohibido totalmente el uso con fines políticos
que la monarquía hacía del Santo Oficio de la Inquisición. Pero
estas razones no eran válidas ni aplicables a la España de Felipe II,
en campeón de la Contrarreforma, ni a la Inquisición española ni
tampoco al pontificado del extremadamente estricto ex-inquisidor
Paulo IV.
(2) La indefensión y la crueldad no eran privativas de la
Inquisición española. Sin ánimo de justificar los procedimientos
inquisitoriales ni mucho menos la naturaleza de las causas que le
incumbían, debemos reconocer, no obstante, que tanto la
Inquisición vaticana como los tribunales reales por doquier en
Europa, eran tremendamente crueles con los reos que juzgaban.
De la primera leemos:
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
306

308. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
—Con Paulo IV, sube al trono pontificio el más inflexible de los
inquisidores. Dos de los cardenales que habían sido colegas suyos en el
Santo Oficio (vaticano) van a expiar sus simpatías por una reforma
erasmizante. Morone, culpable sobre todo de haber difundido el
tratado valdesiano (de Juan de Valdés) del Benefizio di Cristo, sufre
persecución, y no saldrá de la cárcel sino después de la muerte de
Paulo IV. Pole y su secretario Priuli son más sospechosos aún. El
Cardenal Pole muere sin haberse lavado de la sospecha de herejía que
pesa sobre él. Carnesecchi es condenado por contumacia. Marco
Antonio Flaminio muere a tiempo para salvarse de la hoguera; su
hermano Cesare perece en lugar suyo en las llamas (Con
respecto a estas muertes, Véase Pastor, Historia de los Papas, tomo
XIII, pp. 204-216 y tomo XIV, pp. 224-230, 246-269 y 398­
408). No hay que olvidar estas persecuciones romanas contra los
conciliadores y los spirituali si se quiere esclarecer debidamente la acción
que la Inquisición española emprenderá muy pronto contra el
‘luteranismo’ y el ‘iluminismo’... Es evidente que, en el celo nuevo
con que la Inquisición española va a acosar a la herejía, tiene su parte el
ejemplo romano" (Ibid. p. 701).
En cuanto a la dureza con la que trataban los tribunales
reales las causas de carácter religioso, tenemos un caso
comparativo que analicé cuando estaba preparando mi tesis de
doctorado. Se trata de los procesos de las monjas benedictinas del
convento de San Plácido de Madrid (1628-1660), incoados y
sentenciados por el tribunal de la Inquisición de Toledo, y el caso
de las religiosas ursulinas del convento de Loudun (1632-1640),
juzgadas por el tribunal civil correspondiente de Francia, ambas
causas juzgaron un mismo delito de posesión demoniaca, con
fenómenos y coincidencias ambientales de sorprendente
similitud:
307

309. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
El director espiritual de las monjas ursulinas francesas, el
Padre Urbain Grandier, tanto como el prior de San Plácido de
Madrid, tenían ambos reputación de ser dogmatizantes y de
‘cautivar a sus hijas de confesión con su palabra y de permitirse actitudes
galantes con algunas de ellas, tanto solteras como casadas’. El primero
fue acusado de hechicero, lo que en el lenguaje inquisitorial,
equivalía a tener pacto con el demonio; Fr. Francisco García
Calderón, prior del convento de San Plácido, fue acusado de lo
mismo y de alumbrado. Pero a diferencia de éste, Urbain
Grandier fue sentenciado a morir quemado en la Plaza pública y
a echar sus cenizas al viento, lo cual ejecutaron los soldados del
rey, mientras que Fr. Francisco, salvó la vida, tuvo que abjurar de
vehementi y pasar el resto de su vida en la celda de un convento de
su orden y otras penitencias. Es evidente que la Inquisición de
Toledo fue mucho más benigna en la condena del prior de San
Plácido que lo fue la justicia real francesa con el de las ursulinas
del convento de Loudun (Véase Carlos Puyol Buil, Inquisición y
política en el reinado de Felipe IV . Los procesos de Jerónimo de
Villanueva y las monjas de San Plácido, (1628-1660), Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1993, p. 180).
I. LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA
1. Inquisición medieval, Inquisición vaticana e Inquisición
española.
(1) Inquisición medieval. Implantada de manera general
por la bula Excommunicamus, en 1231, por el papa Gregorio IX,
—para que haga ‘inquisitio’ y juicio a los herejes” en los diferentes
países católicos, reemplazando a la jurisdicción episcopal. Se
308

310. trataba de un proceso de centralización de la Iglesia romana
mediante el cual, el papa nombraba a un legado pontificio, como
juez extraordinario o inquisidor general, al que encargaba de
investigar (inquisitio) a los sospechosos de herejía.
La inquisición medieval no fue nunca un tribunal de la fe
ordinario y estable, por eso no se podía hablar de la inquisición
de Francia, sino de la inquisición en el reino de Francia o en
Italia o en España. En Castilla, por ejemplo, nunca llegó a
instalarse ese inquisidor legado pontificio. La doctrina canónica
concerniente al funcionamiento de los tribunales de la fe,
comenzó a desarrollarse a partir del decreto papal Ad abolendam
de Lucio III, en 1184. El concilio provincial de Tarragona, en
1242, fijó los primeros principios de una organización
inquisitorial y en 1250 se publica la primera legislación canónica
con respecto a las cuestiones de procedimiento. La práctica
procesal de la tortura, por ejemplo, se legalizó por el decreto Ad
extirpanda de Inocencio IV en 1252, y la práctica de desenterrar
los restos mortales de los herejes para que fueran quemados, se
decretó en el concilio de Albi de 1254.
Esta inquisición medieval nació para perseguir las herejías
de los albigenses y cátaros del sur de Francia y norte de Italia que
durante más de dos siglos, reforzados más tarde por los valdenses,
fueron fuerzas vivas reformadoras de la cristiandad y dejó de
funcionar con la desaparición de estos.
(2) Inquisición vaticana, Sagrada Congregación de la Romana
y Universal Inquisición. Fundada por el papa Paulo III en 1542,
bajo la influencia del cardenal Giovanni Pietro Caraffa, futuro
Paulo IV, que fue su primer inquisidor; fue uno de los
instrumentos más poderoso del pontificado de Paulo IV y,
durante siglos, de la Contrarreforma. En 1908, Pío X le cambió el
nombre por el de Sagrada Congregación del Santo Oficio, a la cual,
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
309

311. en 1965, Pablo VI llamó Congregación para la Doctrina de la Fe, su
nombre actual. Entre 1917 y 1966 centralizó su labor de
prohibición de libros. Desde 1981, fue prefecto de la
Congregación Joseph Ratzinger hasta que fue elegido papa con el
nombre de Benedicto XVI. Actualmente preside la Inquisición
vaticana, el cardenal Gerhardr Ludwig Müller.
(3) Establecimiento de la Inquisición moderna en España.
Fragmentada la España medieval en diversos reinos y coronas y
conviviendo en ella las tres religiones del libro: islam, judaísmo y
cristianismo, los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de
Aragón, consiguieron mediante su matrimonio la unidad política,
consumada con la toma de Granada, el último reino moro de la
península ibérica y, una vez muertos los Reyes Católicos, con el
reinado de su nieto, el príncipe Carlos, hijo de Juana la Loca y
Felipe el Hermoso, llegado de Flandes. También procuraron la
unidad religiosa y con esa intención pidieron, en 1478, al papa
Sixto IV el establecimiento del tribunal de la Inquisición para
perseguir a los conversos judaizantes e islamizantes de sus reinos
y, más tarde, en 1492, con la expulsión de los judíos de España.
Así nació y se desarrolló durante tres largos siglos, la última forma
de represión católica de la disidencia religiosa. Pero la Inquisición
española fue mucho más que un tribunal religioso, aunque bajo
la jurisdicción eclesiástica del papa, también estaba bajo la
jurisdicción política del rey a cuyo régimen polisinodal de
gobierno centralizado pertenecía como un consejo más, el
Consejo de la General Inquisición, la Suprema, con residencia en
la Corte. Dice a este respecto Francisco TOMÁS Y VALIENTE:
—Es claro que la Inquisición española fue una institución
eminente y eficazmente represiva, un instrumento policial de gran
utilidad para ‘la creación y el mantenimiento de una sociedad
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
310

312. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
teocrática cerrada’. En una sociedad con un poder monárquico
fuerte que aglutinaba intereses de unos estamentos privilegiados y
en la cual había una religión vencedora en términos político-
militares respecto a otras, el Santo Oficio fue un instrumento
político-religioso encaminado a imponer la unidad religiosa y a
‘garantizar, bajo el hermetismo ideológico, el inmovilismo social’...En
la actualidad se tiende a destacar el carácter político de la
Inquisición, basándolo en ‘las tendencias claramente regalistas de la
incipiente monarquía española’.
“Pero el reconocimiento de esta vertiente política de la
Inquisición, a mi juicio evidente, no debe conducirnos a simplificaciones
inadmisibles. Creo que ‘la Inquisición tal y como existió a partir de
1483 fue en todos sentidos un instrumento de la política real y
siguió políticamente sujeta a la Corona’; pero pienso que todo esto no
hizo de ella un tribunal puramente secular: su finalidad primaria (la
represión por causas religiosas) y su dependencia del papa en algunas
cuestiones de importancia fundamental configuraron siempre a dicha
institución como una entidad mixta, de doble vertiente y en cierto modo
ambigua”. (Francisco TOMÁS Y VALIENTE, Relaciones de la
Inquisición con el aparato institucional del estado, en La Inquisición
Española. Nueva visión, nuevos horizontes, Siglo veintiuno
editores, Madrid, 1980, pp. 42-44 y ss. passim).
2. Naturaleza, estructura y métodos de la Inquisición española.
Las fuentes para el estudio de esta institución son diversas. Los
procesos completos, guardados localmente, son escasos si se tiene
en cuenta que la actividad de los tribunales duró casi cuatro siglos
y que su funcionamiento era minucioso dejando copia de todas
las diligencias. Dos investigadores, Gustav Henningsen, de
Dinamarca y Jaime Contreras, de la Universidad Autónoma de
Madrid, han estado trabajando con las relaciones de causas que los
311

313. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
tribunales estaban obligados a enviar regularmente a la Suprema;
una documentación archivada en la sección de Inquisición del
Archivo Histórico Nacional (AHN) y que se ha conservado casi
intacta, ofreciéndonos, a partir de 1978 en que se abrió este
archivo a los investigadores, una información detallada, del
funcionamiento, de los delitos, de los medios y procedimientos y
de las sentencias de los tribunales. Los procesos más relevantes
también aparecen en las crónicas de la época, aunque sólo como
noticia lo que los hace poco fiables, los papeles mismos de los
procesos estaban protegidos por el secreto y no podían tener libre
circulación so pena de cometer un delito contra la Inquisición; el
secreto fue una característica exclusiva de la Inquisición española,
de su hermetismo, y que generaba una enorme indefensión en los
reos.
(1) Organización y estructura de la Inquisición.
Dependientes del Consejo Supremo de la Inquisición, estaban
los tribunales permanentes de provincias que tenían jurisdicción
en un determinado territorio donde se encontraba la sede del
tribunal dotado con instalaciones carcelarias. Los tribunales se
gobernaban por las llamadas Instrucciones y Cartas acordadas, que
les enviaba regularmente el Consejo de la Inquisición el cual
actuaba como tribunal supremo de apelación de causas y
recusación de jueces. Los inquisidores de los tribunales de distrito
debían cursar visita regular a las poblaciones bajo su jurisdicción y
promulgar, como mínimo una vez al año, el Edicto de Gracia
desde el púlpito de la iglesia mayor. Tenía una vigencia mínima
de un mes; en ese edicto se daban instrucciones a la población de
los indicios de herejía que podían mostrar los herejes, para que
los denunciaran a los inquisidores. También podía haber en ese
tiempo auto-delaciones o simples confesiones que generalmente
312

314. se dirimían con algunas penitencias. Los tribunales de provincias
debían enviar periódicamente al Consejo las relaciones de causas
que contenían lo esencial de los procesos incoados. A partir del
siglo XVII estaban obligados a someter al Consejo todas las
sentencias. Así mismo eran los encargados de organizar los autos
de fe, siempre después de aprobados por la Suprema.
(2) Personal. Como quiera que el primer tribunal de la
nueva Inquisición fue el de Sevilla, seguiremos ese modelo con
respecto al personal asistente en los tribunales inquisitoriales
porque conservó tal estructura durante la mayor parte de los tres
siglos que duró la institución, había: dos o tres inquisidores
procedentes de los colegios mayores de Salamanca, Valladolid y
Alcalá de Henares y cuya formación era jurídica, es decir
canónica, ya que su función era la de jueces eclesiásticos; un fiscal
con una formación semejante y que solía ascender a inquisidor de
número; un juez de bienes confiscados; un alguacil mayor que
representaba el poder ejecutivo y que solía ser miembro de alguna
familia de la nobleza, un alguacil a las órdenes del anterior,
cuatro secretarios ordinarios, un secretario de secuestros, un
contador, un abogado del Fisco, dos capellanes, dos notarios, un
médico y algunos subalternos. Al servicio del tribunal estaban
también los consultores teólogos y los calificadores, a quienes se
entregaban las obras escritas por los detenidos para que
dictaminaran su ortodoxia o heterodoxia y que solían pertenecer
a diferentes órdenes religiosas y en alguna ocasión al clero secular.
Finalmente estaban los familiares de la Inquisición, varones
seglares, solteros, de sangre limpia, es decir, sin ascendencia judía;
su función consistía en acompañar a los inquisidores, prender a
los reos, custodiarlos durante los autos; los familiares gozaban de
enorme prestigio en la sociedad; tenían un fuero especial, no
cobraban un salario como los otros empleados inquisitoriales,
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
313

315. pero estaban exentos de ciertos impuestos y no podían ser presos
por las autoridades ordinarias. En el reinado de Felipe II el
número de familiares estuvo limitado a 50 en los tribunales
importantes. Es curioso ver que en la plantilla del personal
inquisitorial no hubiera un verdugo a pesar de la aplicación de la
tortura (la question de tormento) como medio de prueba y
procedimiento procesal habitual. Se solía utilizar a los verdugos
de la ciudad, aunque se quejaban los tribunales de su escasa
destreza y de corromperse con las dádivas de familiares o amigos
de los presos. En las ciudades y poblaciones importantes
pertenecientes a la sede de un determinado tribunal, había
familiares, alguaciles de vara y comisarios, residentes en esos
lugares.
(3) Recursos económicos. La Inquisición se financió, en
su primera fase de causas contra judaizantes, de la confiscación de
los bienes de los reos, principalmente conversos judaizantes que
solían ser pudientes. La confiscación era lo primero que solía
hacerse al detener a un presunto reo. Del valor de la misma se
debía pagar su manutención durante el tiempo de prisión y las
costas del proceso. Era un embargo de bienes preventivo, y del
resultado del proceso dependía que hubiera devolución total o
parcial o la confiscación total. Más tarde, cuando las
confiscaciones no fueron suficientes, los reyes concedieron a los
tribunales juros o títulos de deuda pública; las catedrales y
colegiatas estaban obligadas a otorgar canonjías en el cabildo de la
ciudad; recibían también ingresos por la venta de oficios, (la
mayor parte iban a las arcas de la hacienda real), estos oficios eran
los de secretarios, notarios, alguaciles o simples familiaturas,
nunca puestos de inquisidor o fiscal; finalmente, otro medio de
obtener recursos eran los expedientes de pureza de sangre de cuya
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
314

316. investigación se ocupaba la Inquisición a petición de los
solicitantes y que eran requeridos para diversos menesteres.
(4) Delitos juzgados por la Inquisición. La Inquisición
sólo juzgaba los delitos cometidos por los bautizados, es decir que
ni los judíos ni los mahometanos que practicaban sus religiones
respectivas sin haberse nunca convertido y sin haber sido
bautizados, no eran perseguidos; pero sí lo eran los protestantes
porque habían sido bautizados en una confesión cristiana, y en
particular los judaizantes, es decir los que después de haberse
convertido volvían a las prácticas del judaísmo en secreto,
llamado cripto-judaísmo, o cripto-mahometismo. Estos casos
fueron los más numerosos en el tribunal de Sevilla hasta
comienzos del siglo XVIII. Según se señala en la documentación
de la época, fue para perseguirlos que los Reyes Católicos
pidieron al papa Sixto IV el establecimiento de la Inquisición
moderna en sus territorios.
Aunque Carlos V fue bastante condescendiente con los
que se adhirieron a la Reforma de Lutero en Alemania, su
posición se fue endureciendo hasta la intransigencia absoluta, a
medida que el protestantismo se fue expandiendo porque
amenazaba no sólo a la Iglesia católica sino también al Estado. En
España el luteranismo fue perseguido con los máximos rigores en
los años del Inquisidor General Fernando de Valdés, de quien
dice MARCEL BATAILLON, citando a otros autores: “ Don
Fernando de Valdés, arzobispo de Sevilla, era hombre de natural
autoritario y ambicioso, que no pocass veces exageró su celo para salvar
una situación personal am enazada” (Erasmo y España, p. 702).
Después de los dos autos de fe en Valladolid (1559) y de los
cuatro en Sevilla (1559-1562), en los que fueron entregados a las
llamas miembros relevantes de la nobleza y del clero, apenas se
encuentran casos de luteranismo en las relaciones de causa que se
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
315

317. han estudiado. Las causas contra protestantes extranjeros,
generalmente comerciantes, tampoco fueron muy numerosas
porque España se vio obligada a pactar tratados de tolerancia con
los países de origen de estos comerciantes.
Otros delitos contra los que dirigió sus pesquisas la
Inquisición española fueron la bigamia, la blasfemia (ambas
perseguidas también por los tribunales civiles), las proposiciones
(frases que podían tener un contenido contrario a la doctrina de
la Iglesia), los procesos de hechicería (pacto con el demonio) no
fueron frecuentes en España, en Sevilla no se quemó a ninguna
“bruja”, como sí ocurrió en otros países de Europa, sin presencia
de la inquisición pero donde los tribunales reales fueron
implacables con “ellas”. Algunas bulas papales dieron a la
Inquisición fuero contra el delito de usura, pero no sabemos si
llegó a ejercerlo; también persiguió el Santo Oficio a los que
vendían caballos a los hugonotes franceses porque mantenían
relaciones con herejes e indirectamente les estaban favoreciendo;
y el estado confió a la Inquisición (1623) la persecución de los
que entraban y sacaban del país moneda de vellón extranjera
(aleación de plata y cobre con más del 60% de cobre, utilizado en
épocas de devaluación monetaria). La sodomía y el bestialismo
(tener ayuntamiento con animales) fue también materia juzgada
sólo por la Inquisición del reino de Aragón y que se castigaba con
la muerte.
Un delito frecuente aunque callado con discreción (no
salían en los autos de fe) para proteger el buen nombre de los
sacerdotes, fue el de solicitación (eclesiásticos que profanaban el
sacramento de la penitencia utilizándolo con las penitentes ad
turpia como instrumento de seducción o acoso sexual). Trento
decretó la separación o aislamiento del confesor y la penitente ya
que antes de la aparición del confesionario tridentino,
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
316

318. confesaban cara a cara. También era bastante frecuente el delito
de impediente que se consideraba un delito contra la Inquisición,
el que impide, obstaculiza o contribuye a que otros impidan la
ejecución de las órdenes de la Inquisición, se le solía calificar de
fautor de herejes. Finalmente estaba el caso de los alumbrados, con
procesos numerosos en los tribunales de Llerena, Córdoba-Jaén y
Sevilla. Dentro de este nombre se englobaban personajes de muy
diversa identificación, todos los que pretendían seguir caminos
propios y personales, sin intermediarios, para comunicar con la
divinidad; hubo místicos eminentes como fray Luis de Granada,
Teresa de Jesús, Juan de la Cruz que fueron inquietados como
presuntos alumbrados; bastantes monjas milagreras; monjas
revelanderas; frailes libidinosos, donde es difícil distinguir entre
los representantes de la picaresca religiosa y aquellos iluminados
de buena fe. Adherido históricamente al nombre está lo que
algunos han llamado “el mito erótico de los alumbrados” porque
con frecuencia se daban entre ellos relaciones deshonestas.
Fueron castigados con dureza por la Inquisición, algunos
condenados pagaron sus culpas con la pena de “galeras”.
(5) Sentencias y penas. Como ya hemos dicho, las
confiscaciones de bienes eran preventivas pero suponían la
incautación antes de que hubiera sentencia, por el mero hecho de
una delación seguida de detención y apresamiento. Las penas
pecuniarias, eran frecuentes y generalmente suponían la
confiscación de bienes. Cuando la persona había muerto o
huido, la pena de confiscación de bienes se aplicaba igualmente
sobre los bienes que habían pertenecido al causante. También
eran frecuentes las penas de destierro por un tiempo determinado
o definitivamente, la cárcel perpetua (las cárceles comunes
inquisitoriales eran sólo preventivas), “por sucesivas desgravaciones
para muchos resultó temporal. Después de un tiempo más o menos largo
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
317

319. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de encarcelamiento, se les daba por cárcel su propia casa o un convento,
aún tratándose de laicos; más adelante se les permitía salir por la
población y en algunos casos por su entorno hasta cinco leguas;
finalmente llegaba la libertad absoluta” (Juan MESEGUER
FERNÁNDEZ, Las primeras estructuras del Santo Oficio, en Historia
de la Inquisición en España y América, BAC-Centro de estudios
inquisitoriales, Madrid, 1984, t. I, pp. 393,394); las penas de
infamia y descrédito social, los nobles no podían montar a
caballo, vestir ropas de seda, galas y plumas, quedaban también
inhabilitados durante un tiempo o definitivamente para
funciones públicas (lo cual suponía además la pérdida de salarios
y beneficios económicos), se colgaba en la iglesia parroquial un
sambenito con el nombre de la persona condenada, debía llevar
un sambenito en procesión por las calles de la ciudad, y si era
notable o clérigo se leía la sentencia del tribunal en presencia de
personas ajenas al proceso, gente del pueblo, representantes de la
misma orden religiosa y de otras si eran religiosos, miembros del
cabildo, etc.; abjuración de levi o de vehementi, cuando había serios
o simplemente leves indicios de haber incurrido en lo que era
acusado pero sin poderlo probar; anulación temporal o definitiva
del ministerio u orden sacerdotal; ayunos, penitencias y
disciplinas (flagelaciones) a los religiosos.
Finalmente, la Inquisición tenía potestad, como los
tribunales reales, para condenar a muerte a los reos confesos de
herejía, o usando la terminología propia de la institución a los
relajados entregándolos al brazo secular, porque la Inquisición no
ejecutaba a sus condenados, como hemos dicho, no tenía un
verdugo entre sus empleados, al contrario, no sin sarcasmo,
recomendaba a los ejecutores que tratasen benignamente a los
reos de muerte, si bien los soldados no podían hacer otra cosa
que lo estrictamente dictaminado por el tribunal a menos que
318

320. incurrieran en el delito de impedientes es decir los que
obstaculizan el funcionamiento del tribunal. La pena era la de
hoguera, prevista en una ley de las Siete Partidas de Alfonso X el
Sabio y ratificada por la legislación posterior. El quemadero se
encontraba, por lo general, fuera de la ciudad, y la ejecución de
los reos aunque era inmediata, no formaba parte del auto de fe.
La muerte de un reo no interrumpía el proceso, la condena recaía
entonces contra su memoria y fama, y afectaba también a sus
bienes que quedaban confiscados e indirectamente desacreditaba
a sus descendientes. Los relajados ausentes eran quemados en
estatua y los ya fallecidos eran exhumados y quemados sus restos.
Un grupo de religiosos acompañaba a los relajados hasta el
mismo momento de la muerte instándoles a que se convirtieran,
si así lo hacían, no eran quemados vivos sino que se les aplicaba
previamente el garrote vil (estrangulamiento) y después se
quemaban su cadáver. La ubicación del tribunal de Sevilla era el
castillo de Triana, los autos públicos de fe se celebraban en la
plaza de San Francisco. Allí se celebró, el 24 de septiembre de
1559, el auto en el que fueron condenados a muerte 19
luteranos. También hubo muchos autos de fe en la parroquia de
Santa Ana. El quemadero se encontraba en el Prado de San
Sebastián.
(6) El Auto de fe: reos relajados al brazo secular. En el
mismo librito, Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ relata lo
siguiente:
“Después de los 41 protestantes inmolados en los autos de 1559­
1562, las penas de relajación (o sea, de muerte) pronunciadas por la
Inquisición de Sevilla fueron muy pocas... Como muestra de la
variedad de actitudes que puede adoptar el espíritu humano ante
el momento supremo reproducimos el acta notarial extendida por un
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
319

321. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
escribano del Ayuntamiento de Sevilla de la muerte de dos
portugueses condenados por judaizantes en el auto de 30 de noviembre de
1692... El mismo escribano, con la misma fecha, dio fe de la
muerte del segundo relajado que fue rodeada de circunstancias
____tan
abominables que sólo la obligación moral de no encubrir nada nos hace
reproducirlas. Debió ser un caso excepcional, como también fue
excepcional que no se atendiera a su demanda final de morir como
cristiano.
“Juan Joseph del Castillo, escribano del Rey Nuestro Señor y
propietario de la Real Justicia de esta ciudad de Sevilla, doy fe que el
día treinta de noviembre próximo pasado, siendo la una del día,
estando el señor Teniente Mayor D. Ginés de Henestrosa
conmigo, en un tribunal que se hizo en el ante-cabildo de esta ciudad, D.
Francisco Madueño del Hoyo, secretario de Su Majestad y del secreto
del Santo Oficio de la Inquisición de esta ciudad trajo a dicho
Tribunal a presencia del dicho señor Teniente, la persona de D.
Juan Antonio de Medina, (el segundo relajado), natural de Lisboa y
vecino de Utrera, donde ejercía el cargo de administrador de la renta de
la sal (como el primero, declarado hereje apóstata, judaizante,
fautor y encubridor de herejes, y que entre otras penas fue
mandado relajar a la Justicia y Brazo secular). Los preparativos
fueron en todo iguales al anterior, con la diferencia que éste se debatió y
hubo que subirlo a viva fuerza a la ‘bestia de albarda’ y encadenarlo
a un palo fijo en ella.
“Y habiéndole vuelto a hacer los religiosos muchas
amonestaciones sobre su conversión y viendo que no daba indicios de
reducirse y que sólo lloraba por miedo de la muerte, se le pegó fuego a
mucha cantidad de leña que había al pie de él y quemándose los cordeles
con que estaba afianzado y habiéndosele abierto un eslabón de la
cadena se arrojó el dicho reo encima del dicho quemadero, a donde
320

322. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
lo cogieron algunas personas, y prosiguieron los dichos religiosos
exhortándole a su conversión (y) decía siempre, procurando huir,
lo dejasen vivir, que él sería cristiano, y habiéndose apartado de él
los religiosos, viendo su contumacia, lo arrojó el ejecutor encima
de la hoguera que estaba ardiendo. Se levantó de ella y se arrojó
del quemadero abajo, y habiéndole vuelto a subir y a exhortar
repetía llorando como de miedo las mismas palabras, y habiéndole vuelto
a arrojar a la hoguera con un cordel atado a los pies y estado en ella
más tiempo de un credo, luego que se quemó el cordel volvió a salir
de ella y a arrojarse del quemadero abajo, donde uno de los soldados que
había en dicho sitio le dio con un cañón de un mosquete en la
cabeza y lo atolondró y se (le) volvió a subir y a echar en las llamas
vivo, siendo las cuatro de la tarde poco más, donde se quemó y convirtió
en cenizas, las cuales con una pala se esparcieron por el aire
que no quedase memoria de él, durando todo ello hasta las dos de la
tarde del día siguiente, como todo ello más largamente consta y
parece de los autos que originales quedan en mi poder, a que me
refiero, para que conste para efecto de entregar en el dicho Tribunal
del Santo Oficio de la Inquisición, di el presente en Sevilla en dos de
Diciembre de mil y seiscientos y noventa y tres años” (Extraído de
Archivo Histórico Nacional, Sección Inquisición, 3014, y citado
en Autos de la Inquisición de Sevilla (siglo XVII), Servicio de
Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla 1981, pp.
69-73).
3. Significación. La evaluación y significación de la “siniestra”
Inquisición española podemos encontrarla en los testimonios de
algunos insignes historiadores de ayer y de hoy. Testimonios,
unas veces serenos y equilibrados, otras más apasionados; el que
voy a citar es de un historiador, ya fallecido, especialista en temas
de la Edad Moderna Española, académico de la Real Academia
321

323. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de la Historia, maestro de historiadores, publicó más de 400
trabajos de investigación histórica, al cual tuve el privilegio de
consultar cuando preparaba mi tesis de doctorado sobre un tema
acuciante de la Inquisición de Toledo del siglo XVII, se trata de
Antonio DOMÍNGUZ ORTIZ; no vamos a citar a un clásico,
como Juan Antonio LLORENTE (1756-1823), abogado,
sacerdote, canónigo, secretario de la Inquisición de Madrid, un
liberal afrancesado de su tiempo, exiliado en Francia, donde
escribió varios libros sobre la institución española de entre los
cuales destaca su Historia crítica de la Inquisición en España,
publicado el 11 de Julio de 1817, porque se trata de una historia
crítica, yo añadiría tendenciosamente crítica. Dice de él José
JIMÉNEZ LOZANO:
“Llórente murió más de un mes después de haber llegado a
España. Este hombre, en lucha toda su vida contra la institución
inquisitorial, vino a ser, de rebote, una víctima del espíritu de ésta de la
que el frío y la miseria, ciertamente, fueron esta vez ministros.
“El año anterior, había aparecido, en Madrid mismo, la edición
española de la Historia crítica... Para nosotros, es un texto erudito y
testimonial a la vez, que debe ser leído en conexión con las
circunstancias concretas de la azarosa vida y aventura espiritual
de su autor y del momento en que fue escrito” (Prólogo a la
Historia crítica de la Inquisición en España, Libros Hiperión,
Madrid, 1981, 2a edición, tomo I, pp. VII-XXVn).
Así valora DOMÍNGUEZ ORTIZ a la Inquisición
española tal como se desarrolló en el Tribunal de Sevilla:
“Conmemoramos este año 1981 el V centenario de la
Inquisición de Sevilla sin ira y sin nostalgias. Son tantos los
322

324. reproches que se harán (que hacemos ya) a nuestro propio tiempo que no
nos sentimos autorizados a lanzar anatemas sobre los anteriores, y
menos a proclamar nuestra superioridad. Cuando se divulgue que
en tres siglos de Inquisición de Sevilla sólo mató entre mil y mil
quinientas personas no faltarán quienes comparando estas cifras
con las de otros holocaustos recientes la acusen de tener un bajo
índice de productividad. Pero basta de ironías, que el tema es
demasiado serio y doloroso, y a ese número relativamente bajo de
condenados a muerte (en una época en que la justicia civil prodigaba
las ejecuciones capitales) hay que añadir otro mucho mayor de
gentes encarceladas, torturadas, arruinadas o forzadas al exilio como mal
menor.
“ ...No hay pruebas de un rechazo masivo de la Inquisición por la
opinión pública antes de que se derrumbara el Antiguo Régimen, del
que formaba parte esencial. L a crítica empezó por las clases altas,
y también fueron estas clases altas las que mantuvieron con la
Inquisición frecuentes choques, por motivos jurisdiccionales, por
conflictos de preeminencia, no por cuestiones ideológicas. La masa
aceptaba la existencia de la Inquisición como algo natural, con
aspectos inquietantes y terribles, pero necesario para mantener el orden
establecido; colaboraba con ella denunciando a los transgresores y
llenaba los lugares donde se celebraban los autos de fe.
“...Los inquisidores, rara vez se dejaban ver en público; formaba
parte de su imagen no prodigarse, aislarse, dar la impresión de
que eran seres aparte. Pero la huella de la Inquisición y de sus
actividades se veía en numerosos puntos de la ciudad. La
tradición y la historia conservan los recuerdos, pero es asombroso
cómo erosiona el paso del tiempo las huellas más profundas.
"...A veces pensamos si no será bueno que de algunas cosas
perezca hasta el recuerdo. Pero ¿de qué serviría ello si no perece la
naturaleza humana, cuyos instintos parecen inmutables? Vale más
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
323

325. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
escuchar las lecciones de la historia y extraer de ellas, con
modestia y serenidad, cuanto pueda servirnos para evitar pasados
errores y luchar contra el monstruo que todos llevamos dentro.
“...Los primeros años (del Tribunal de la Inquisición de
Sevilla), los más dramáticos de aquella institución, son conocidos hasta
donde lo permite la destrucción casi total de la documentación
primaria, gracias a autores coetáneos, entre los que resalta el
escalofriante testimonio de Andrés Bernáldez, cura de los Palacios
(historiador de los Reyes Católicos y de Cristóbal Colón del que
era amigo personal). Gracias a ellos, la persecución inicial contra
el poderoso núcleo de judaizantes sevillanos, verdadero origen de
la fundación del Tribunal, es, en lo que cabe, bien conocida.
“En el siglo XV I hay otro episodio que por su importancia
espiritual y su dramatismo ha atraído más que ningún otro la
atención de los estudiosos: la destrucción del incipiente núcleo de
protestantes sevillanos y utilizamos la palabra protestantes para
mayor claridad, sin entrar en la polémica de si_ fueron
_____auténticos
luteranos hombres como Rodrigo de Valera y los doctores Egidio y
Constantino o más bien se les debe considerar como representantes de
una corriente erasmiana avanzada. Este núcleo desapareció, una parte
en la emigración (los monjes de San Isidoro del Campo), otra en los
autos de fe de 1559-1562.
“La centuria final de la Inquisición ofrece muy poco interés: son
monótonos procesos de costumbres, sin apenas ningún elemento
ideológico, ni siquiera simplemente colorista” (Ibid. pp. 9-13 passim).
II. LA REFORMA EN ESPAÑA: LUTERANISMO ESPAÑOL
1. Penetración. Son diversos los medios y caminos a través de los
cuales la Reforma luterana penetró en España. Señalemos
algunos de ellos:
324

326. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(1) Participación del sentir generalizado de la necesidad de
una reforma. Como ya vimos, desde la época de los Reyes
Católicos, en tiempos del Cardenal Cisneros, ya se tomaron, en
España, algunas iniciativas de Reforma de la Iglesia. Este sentir
estaba muy generalizado aunque no se expresase en términos de
ruptura con Roma como lo hizo el luteranismo, ni tampoco en
términos de una reforma doctrinal. Afectaba sobre todo a las
costumbres, bastante deterioradas, del clero secular y a las
órdenes religiosas. Aún antes de que pudiera haber algún
contacto, el terreno estaba, en cierto modo, abonado para la
siembra luterana.
(2) Impregnación de luteranismo en algunos personajes
del séquito de Carlos V. Debemos señalar también el hecho de
que, a la muerte de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio
romano germánico, abuelo de Carlos I, el joven monarca de las
coronas de Castilla y Aragón, y aunque la corona imperial no era
hereditaria, el rey de España era un candidato muy significado
para sucederle en el Imperio como así lo decidieron los príncipes
electores alemanes reunidos en Fráncfort en 1517, desestimando
a los otros pretendientes: Francisco I de Francia, candidato del
papa y el príncipe Federico de Sajonia, candidato de Enrique VIII
de Inglaterra. A partir de ese momento, los problemas
dimanantes de la crisis religiosa de Alemania pasaron a ser
también problemas de la corona española. Carlos I de España y V
de Alemania, viajó repetidas veces al Imperio, tuvo que adoptar
una estrategia de cierta tolerancia con el luteranismo para no
generar otro frente bélico más en Europa, llevó con él, en los
viajes, a sus consejeros de estado, a sus predicadores y capellanes
privados y a algunos teólogos españoles, como fray Bartolomé de
Carranza. Y como podía esperarse, estos encuentros y contactos
con el luteranismo alemán no fueron inocuos. No sólo algunos
325

327. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
miembros de su séquito se impregnaron de las doctrinas de la
Reforma sino que además se convirtieron en transmisores,
propagandistas y finalmente dogmatizadores al regresar a España.
Este fue el caso, muy probablemente, del propio Fr. Bartolomé de
Carranza, del Dr. Agustín de Cazalla en Castilla, del Dr.
Constantino Ponce de la Fuente en Andalucía.
(3) Introducción de libros prohibidos y Nuevos
Testamentos en España. La imprenta fue un poderoso
instrumento de propagación y expansión de las ideas luteranas.
Primero en latín, después en las diversas lenguas nacionales,
alemán, inglés, francés, español. Los protestantes españoles que
habían huido de España y se habían refugiado en Suiza, Alemania
e Inglaterra, comenzaron a escribir y traducir obras en español
que fueron introducidas en el país burlando la vigilancia que la
Inquisición tenía montada en las fronteras con Europa. El
personaje que las introdujo se llamaba Julián Hernández,
Julianillo, como le llamaban los sevillanos. Dice a este respecto
Marcelino MENÉNDEZ PELAYO con algunas calificaciones
sectarias que podía haberse ahorrado:
—No se comprendería la rápida propagación del luteranismo en
Sevilla, no hubieran bastado los sermones de Egidio y Constantino, ni
los mil artificios y rodeos de éste para producir aquel incendio sin la
ayuda de un singular personaje, el más activo de todos los reformadores,
hombre de clase y condición humilde, pero de una terquedad
(debiera haber dicho firmeza) y fanatismo (debiera haber dicho
fidelidad a sus principios religiosos) a toda prueba, de un valor
personal que rayaba en temeridad y de una sutileza de ingenio y
fecundidad de recursos que verdaderamente pasman y maravillan...
Transportó de Ginebra España en 1557 dos grandes toneles, no de
biblias, como dice Montes (Reinado González de Montes),
326

328. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
porque aún no habían publicado los protestantes ninguna completa en
lengua castellana, sino de Nuevos Testamentos, traducidos por el Dr.
Juan Pérez; y los esparció profusamente en Sevilla” (Historia de
los Heterodoxos, t. 2, pp. 84, 85).
(4) A través de los humanistas formados en la Universidad
de Alcalá. Confundidos y perseguidos como luteranos por la
Inquisición, un cierto número de graduados de la Universidad de
Alcalá, considerados hoy como humanistas cristianos seguidores
de Erasmo, tenían algunas ideas doctrinales afines a los luteranos,
en particular afirmaban la independencia con respecto al estudio
e interpretación de la Escritura que siempre defendieron los
luteranos (libre examen) y en ese camino convergente se
encontraron y se unieron. Este es el caso de Juan Gil (Egidio) con
Rodrigo de Valer y con el Dr. Constantino Ponce de la Fuente,
todos ellos penalizados por la Inquisición de Sevilla. Dice
Reinaldo González de Montes y apuntilla MENÉNDEZ
PELAYO:
“Constantino fue el primero que dio a conocer en Sevilla la
verdadera religión” ayudado por Egidio y por un cierto Dr. Vargas, a
quienes todos citan y nadie da más puntual noticia. Los tres habían
estudiado juntos en Alcalá. Los tres, de común acuerdo, se dieron
con fervor a la propaganda. Vargas explicaba desde el púlpito el
evangelio de San Mateo y los Salmos. Egidio y Constantino
predicaban con frecuencia, aunque más el primero que el
segundo. Cipriano de Valera, en la Exhortación que precede a su
Biblia, dice que Arias Montano (1527-1598, humanista, hebraísta,
editor de la Políglota Regia de Amberes (1572), encargada
por Felipe II), entonces estudiante, oía de muy buena gana esos
sermones... no sólo los oía él, sino todo Sevilla” (Ibid., p. 69).
327

329. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(5) Círculos protestantes fuera de España. Eran una
fuente de dogmatizantes y propagandistas que introducían las
doctrinas luteranas en España. En particular hay que citar el
Círculo valdesiano de Nápoles de Juan de Valdés y de su
hermano Alfonso de Valdés, ambos humanistas y luteranos
profesos; de este círculo procedía el italiano D. Carlos de Seso
que llegó a ser corregidor (gobernador) de la ciudad de Toro,
difusor del protestantismo en Castilla, relajado por el tribunal de
la Inquisición de Valladolid. Hubo también círculos protestantes
españoles que funcionaban en Ginebra, Paris y Londres.
2. Principales focos luteranos en España y sus principales
protagonistas.
El protestantismo español tuvo, en el siglo XVI, dos focos
principales que fueron cruelmente yugulados por la Inquisición,
en los autos de fe de 1559 a 1562. Con inicios y duración casi
paralela y similar, el foco castellano, erradicado en Valladolid y
aledaños, estuvo integrado principalmente por personas
pertenecientes a la baja nobleza. El foco andaluz, más numeroso
y, sobre todo, mucho más influyente debido a las traducciones y
escritos importantes que publicaron en el centro de Europa
algunos de sus representantes huidos de España cuando empezó
la persecución inquisitorial, se concentró particularmente en la
Sevilla de la Casa de Contratación donde se gestionaba todo el
comercio de Indias. Aquí, el componente principal fueron
clérigos y religiosos del monasterio de jerónimos de San Isidoro
del Campo cerca de Sancti Ponce (antigua Itálica).
(1) Principales representantes del foco castellano de
Valladolid. Para evitar la repetición de los nombres, los
328

330. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
señalaremos únicamente en la relación de reconciliados,
penitenciados y relajados de los respectivos autos de fe de
Valladolid y Sevilla. Aquí expondremos solamente aquellos cuya
actividad dogmatizadora en la predicación y en los libros que
escribieron, su retractación antes de morir en el quemadero o su
testimonio heroico hasta la muerte, nos parecen más relevantes.
En el grupo castellano destacan:
Agustín de Cazalla, predicador del emperador. Estudiante en
Alcalá, su nombre aparece en la promoción de los bachilleres en
artes de 1531 del Colegio Trilingüe de Alcalá, junto a Diego
Laínez que llegaría a ser General de la Compañía de Jesús. Sus
padres Pedro Cazalla y Leonor de Vibero, conversos, habían sido
infamados por judaizantes. En todo caso, BATAILLON subraya
en él la influencia del iluminismo erasmizante a través de diversos
agentes:
—El caso del Doctor Agustín Cazalla ha sido peor comprendido,
si cabe, que el del Arzobispo Carranza. Menéndez Pelayo admite que
‘se pervirtió a la vuelta’, y que sus viajes por los países heréticos no
hicieron más que preparar su apostasía. El 1543, cuando
comenzó su recorrido de Europa, Cazalla era completamente
ajeno, según eso, a las tendencias religiosas que años después habían de
llevarle a la hoguera. Pero todo lo que se sabe de sus orígenes familiares y
de su juventud invita a creer lo contrario. Ernst Schafer, (Beitrage zur
Geschichte des spanischen Protestantismus [Aportación a la historia del
protestantismo español], Gütersloh, 1902, t. I, p. 263, nota
5) ya mejor informado, se pregunta si su pensamiento religioso final no
deben algo al iluminismo en que estuvo bañada su infancia... dada su
carrera ulterior, no se puede menos de ver en él uno de los
329

331. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
hombres que aseguran la continuidad entre el movimiento erasmiano
perseguido hacia 1533 y el ’luteranismo’ perseguido hacia 1558.
“El pensamiento religioso de Cazalla nos es mal conocido, pues
no escribió libros, y su proceso mismo se ha perdido. Pero Gonzalo de
Illescas nos lo muestra sufriendo en fuerte grado la influencia de D.
Carlos de Seso después de su regreso definitivo a España... Este
seglar ‘alumbrado’ pudo confirmar a Cazalla en la creencia de la
justificación por la fe y llevarlo a ciertas opiniones incompatibles con el
catolicismo, como la negación del purgatorio. Pero sin duda no
hizo más que reanimar un iluminismo ya bien anclado en Cazalla y
que se manifestaría en su predicación en la Corte” (op. cit. pp. 520,
521).
Don Carlos de Seso, corregidor de la ciudad de Toro. De origen
italiano, conoció el luteranismo en el círculo valdesiano de
Nápoles. Durante su proceso fue interrogado con respecto a un
intento de fuga del reino, que finalmente no se produjo, y sobre
sus conversaciones con Pedro de Cazalla, cura de Pedrosa, y con
el arzobispo Carranza sobre el purgatorio. A esto respondió:
“Me dijo Fr. Bartolomé: Vos habéis dicho que dudabais del
purgatorio, ¿en qué os fundáis? Yo le dije que en la superabundante paga
que por nuestros pecados era la sangre y pasión de Nuestro Señor
Jesucristo. A lo cual me respondió que ningunas razones eran
bastantes para que yo me apartase de lo que tiene la Santa Madre
Iglesia, y que me aconsejaba que así lo hiciese, porque no todos iban tan
limpios de este mundo y llevaban tanta fe, esperanza y caridad
que fuesen con Dios al cielo... Yo le dije que grande merced me
había hecho su paternidad, y que yo procuraría redimir mi
entendimiento... Y que ahora me aquietase con lo que así lo
tiene la Santa Madre Iglesia. Y añadió: Mirad que esto que aquí ha
330

332. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
pasado quede aquí enterrado y que por ningún evento lo digáis. Yo
me fui luego a mi casa, y aquieté mi espíritu, creyendo que
muchos que no llevaban tan entera fe, esperanza y caridad y tanta
contrición de sus pecados como se requiere para gozar luego de Dios,
iban al purgatorio, y juntamente con esto, creyendo que los que
mortificasen su carne y se empleasen en servicio de Nuestro Señor
y muriesen con conocimiento de sus pecados, confesados como lo
manda la Santa Madre Iglesia, y se supiesen aprovechar del tesoro que
tenían en Cristo... que para estos tales no había purgatorio” (Ver
Marcelino MENÉNDEZ PELAYO, Historia de los Heterodoxos
Españoles, t. I, pp. 1077, 1078).
Es evidente que todos querían evitar una censura o
denuncia, caer en falta grave ante la Inquisición o ser tenidos por
herejes, y, por esta razón, daban su asentimiento a la existencia
del purgatorio. Pero tanto en el Catecismo de Carranza como en
la declaración de fe, antes de morir, de Carlos de Seso, ambos
negaron o se retractaron de la creencia en la doctrina del
purgatorio:
“Yo he dicho en mis confesiones y deposiciones que creo que
después de esta vida hay lugar de purgatorio, en lo cual dije gran
falsedad y blasfemia y ofendí a la caridad de Dios y al valor de la pasión
de Jesucristo... me desdigo de lo que entonces dije que creía que había
purgatorio, y también lo deje de confesar entonces por no decir con
quien lo había comunicado por no hacer daño a quien no lo merecía,
teniendo entendido que habían de ser habidos por herejes y así
deshonrados, perdidos y por ventura muertos, o no llevaba remedio del
daño... D. Carlos de Seso” (Ver infra, p. 21).
331

333. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(2) Principales representantes del foco protestante
sevillano. La importancia de la ciudad de Sevilla en el siglo XVI,
la vemos reflejada en esta cita poco conocida de Cipriano de
Valera, escrita probablemente desde Ginebra:
—La ciudad de Sevilla es una de las más civiles, populosas, ricas,
antiguas, fructíferas y de más suntuosos edificios que hoy día hay en
España; ser riquísima se ve claramente, pues que todo el tesoro de las
Indias occidentales viene de ella; y pues que de ella ha el rey un millón y
medio de ducados cada año. L a cual es tan gran renta, que pocos
reyes hay que tengan tanto de todo un reino entero... ser fructífera
se prueba por el Aljarafe, donde hay tantos y tantos olivares, de los cuales
se saca tanta copia y abundancia de aceite, que provee no solo a
gran parte de España, más aún a otras muchas tierras bien
distintas de España, vese también por las vegas de Cardona y de Jerez,
tan abundantes en trigo; y por los campos, tan llenos de viñas,
naranjales, higuerales, granados y de otros infinitos frutos... Tiene
mucho ganado, y principalmebnte ovejuno, del cual envía mucha lana a
Italia y Flandes” (Citado por Gabino FERNÁNDEZ
CAMPOS, op. cit. p. 21, Dos tratados del Papa y de la Misa,
Londres 1588, Reimpresión de Luis Usoz, 1851).
En el grupo o foco sevillano debemos distinguir los
conventículos en las casas de Isabel de Baena, M aría Cornejo y Luis
de Abrego, donde se recogían los fieles para oír la palabra de Dios,
según escribe Cipriano de Valera (Dos tratado del papa y de la
missa..., p. 251) y el monasterio de jerónimos de San Isidoro del
Campo, fundación de D. Alonso Pérez de Guzmán el Bueno,
ocupado por esta orden religiosa desde 1431. De todos los
profesos protestantes sevillanos destacan:
332

334. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Rodrigo de Valer, vecino de Sevilla, noble caballero de vida
mundana, convertido al leer en latín y meditar en la Biblia, debió
poseer alguno de los libros de protestantes que circulaban por
Sevilla. Fue un valiente defensor y propagandista, poco discreto
pues discutía públicamente en las plazas y calles con clérigos y
frailes. Arrestado por la Inquisición, dice de él Cipriano de
Valera: “disputó valerosamente de la verdadera Iglesia de Cristo, de sus
marcas y señales, de la justificación del hombre... cuya noticia Valer
había alcanzado sin ningún ministerio ni ayuda humana, sino por pura y
admirable revelación divina” (Citado en Historia de los Heterodoxos
españoles, II, p. 61). La Inquisición le consideró “loco” y después
de diversos procesos, en 1545, le hicieron retractarse y le
condenaron a sambenito y cárcel perpetua. “Hizo algunos prosélitos
de cuenta, entre ellos el Dr. Egidio” (Ibid.).
Juan Gil, el Dr. Egidio. Estudió en la Universidad de Alcalá
donde se doctoró y se familiarizó con las doctrinas erasmianas. Se
distinguió como predicador y obtuvo en 1537 la canonjía
magistral de Sevilla por llamamiento directo de aquel cabildo, fue
amigo de Rodrigo de Valer de quien, en efecto, pudo aprender a
conocer otros libros y otros directores de los que había tenido en
Alcalá. También trabó amistad con el Dr. Constantino Ponce de
la Fuente, de visita en Sevilla, quien, sin duda, ya había aceptado
la doctrina protestante y que le adoctrinó en ella. Por su prestigio
como predicador y hombre de iglesia, fue propuesto por Carlos
V, en 1550, al obispado de Tortosa, lo cual produjo una abierta
oposición de sus enemigos que lo acusaron de hereje a la
Inquisición. Los cargos que le hicieron fueron sobre la
justificación, el valor de las obras, el purgatorio, la certidumbre de
la salvación, el culto a las imágenes, la invocación de los santos y
la Biblia como única regla de fe. Preso en las cárceles de la
333

335. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Inquisición, escribió una apología de su creencia sobre la
justificación. Presionado por inquisidores y calificadores teólogos,
se retractó de todo el 21 de agosto de 1552 y se dictó una primera
sentencia contra él. En la reseña de su proceso, MENÉNDEZ
PELAYO dice “Egidio siguió en el fondo de su alma tan luterano como
antes de esta retractación. Hizo un viaje a Valladolid para entenderse
con los discípulos del Dr. Cazalla y pocos días después de su vuelta a
Sevilla murió en 1 5 5 6 ” (Ibid. p. 65). Más tarde, estuvo implicada su
memoria en los procesos de luteranos de Valladolid, y se dictó
una segunda sentencia contra él: fue desenterrado su cadáver,
confiscados los bienes que habían sido suyos y quemada su
estatua en el auto de fe de Valladolid en 1560. Se atribuye al Dr.
Egidio la introducción de las doctrinas luteranas en el Monasterio
de San Isidoro del Campo.
El Dr. Constantino Ponce de la Fuente. Reconocido por
MENÉNDEZ PELAYO como excelente escritor y aún mejor
orador: “Dios le había concedido, sobre todo, el don de la elocuencia...
L a gente invadía las iglesias, desde las cuatro y las tres de la madrugada,
por oírle” (p. 67). Y un humanista, panegirista suyo afirma:
“Mucho debió al arte, pero mucho más a la naturaleza y a la rica vena
de su ingenio, que cada día produce cosas tales, que el arte mismo con
dura y pertinaz labor no podría alcanzarlas” (Ibid.). Era tal el prestigio
y el crédito de la elocuencia y sabiduría del Dr. Constantino que
el emperador Carlos V le hizo capellán y predicador suyo y con él
viajó algunos años por Alemania y Países Bajos. Acompañó al
príncipe D. Felipe a Flandes y a la Baja Alemania y en la
Cuaresma de 1549 predicó en Bruselas famosísimos sermones. (p.
69). Y aún a raíz de las sospechas que se suscitaron debido al
proceso del Dr. Egidio, en 1551, el secuestro inquisitorial de
cuatro Biblias completas y ocho libros sueltos de la Escritura, en
334

336. 1552, a frailes de San Isidoro, el Dr. Constantino que ya había
aceptado el luteranismo guiado por el Dr. Egidio y los contactos
que había tenido en Alemania y Flandes, se encargó de una
cátedra de Sagrada Escritura en el Colegio de Niños de la
Doctrina de Sevilla y el 24 de abril de 1556, opositó y ganó no sin
gran oposición del provisor la canonjía magistral de Sevilla.
Como escritor, publicó, en 1545, la Summa de doctrina
christiana. En que se contiene todo lo principal y necesario que el hombre
christiano debe saber y obrar, que se imprimió sin obstáculo después
de examinado por los inquisidores y por el Consejo del
emperador. El autor de la Historia de los Heterodoxos Españoles
comenta: “El Dr. Constantino no era lerdo ni se aventuraba en sus
escritos tanto como en sus sermones” (Ibid. p. 71). El libro, escrito en
forma de diálogo, es un cumplido modelo del género didáctico.
La doctrina de la fe y las obras, punto crucial del análisis
inquisitorial, está expuesta con delicada prudencia: “Y no penséis
que son vanas las oraciones que hace la Iglesia y los Sanctos della, ni
otras buenas obras. Porque, bien entendido todo esto, son pedazos y
sobras de la riqueza de JesuChristo, y todo se atribuye a Él y tiene valor
por El... y en El se ha de poner la confianza” (citado en Ibid.). No
alude una sola vez al primado del pontífice, ni le nombra, ni se
acuerda del purgatorio, ni menciona las indulgencias, todos los
puntos de controversia están hábilmente esquivados. De nuevo
MENÉNDEZ PELAYO concluye: “el libro, en suma, era mucho más
peligroso por lo que calla que por lo que dice” (p. 72).
Pero pronto, a causa de sus sermones, se vio envuelto en
sospechas de herejía de parte de los padres jesuitas quienes lo
rechazaron cuando intentó entrar en la Compañía para buscar
protección. Pero el Dr. Constantino ya había sido denunciado a
la Inquisición de Sevilla donde se esperaba únicamente la
autorización de la Suprema para prenderle. Entretanto los
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
335

337. inquisidores encontraron escondidos sus libros inéditos en el
registro de la vivienda de una miembro del grupo protestante que
había sido procesada. Y al leer en uno de sus escritos que el Dr.
Constantino llamaba al papa el Anticristo, inmediatamente fue
decretada su prisión en el castillo de Triana de Sevilla donde pasó
dos años, al cabo de los cuales murió víctima de su deteriorado
estado de salud y de la incomodidad de la prisión. No tardaron
sus detractores de acusarle de suicida y bígamo, aunque lo más
probable fue que murió como consecuencia de haber sufrido la
tortura durante el proceso.
Garci-Arias y los monjes jerónimos del monasterio de San Isidoro
del Campo. A siete kilómetros de Sevilla, sobre la antigua Itálica,
se encontraba el monasterio de San Isidoro del Campo de monjes
jerónimos. El Dr. Egidio introdujo en aquel convento la lectura
de la Biblia y catequizó de luteranismo prácticamente a toda la
comunidad, con su prior, Garci-Arias, llamado también el
Maestro Blanco, al frente. Según Reinaldo González de Montes,
el prior llegó a substituir las horas canónicas y toda especie de
rezo por la lectura y explicación de las Sagradas Escrituras, vedó
los ayunos, abstinencias y mortificaciones y el culto de las
imágenes. Pero con el procesamiento del Dr. Egidio por la
Inquisición (1551), surgió la alarma en la comunidad y una
docena de religiosos de los monasterios jerónimos de San Isidoro
del Campo y Nuestra Señora del Valle de Écija, huyeron a
Ginebra a mediados de 1557. Cristóbal de Arellano monje muy
versado en la teología escolástica, ‘predicador de inculpada vida’,
Antonio del Corro y Cipriano de Valera, notables escritores de la
Reforma española, Casiodoro de Reina, hebraísta traductor de la
Biblia al castellano, los tres eran de los huidos a Suiza. El Santo
Oficio procedió contra los que permanecieron en sus respectivos
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
336

338. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
claustros y a los que se les halló culpables de luteranismo,
incluido el prior Garci-Arias, se les condenó a la hoguera, a la
cárcel perpetua y a otras penas. Pero la detención de luteranos no
terminó ahí. La delación de una criada del Licenciado Zafra,
M aría Gómez, viuda del boticario de Lepe, Hernán Núñez, beata
reclusa en casa de Zafra, en un rapto de locura, se presentó en la
Inquisición delatando a su propio amo y a más de trescientas
personas como luteranos. “La presa fue tan grande que se hinchieron
las cárceles, y aun algunas casas de particulares. Ochocientos fueron los
que por la religión quedaron entonces presos en Sevilla, cosa que asombró
a los mismos inquisidores” (Cipriano de Valera, citado por Gabino
FERNÁNDEZ CAMPOS, p. 25). ¿Cómo pudo haber tantas
conversiones al protestantismo en Sevilla?
Julián Hernández, Julianillo. El Dr. Juan Pérez en Ginebra
se encargaba de traducir al castellano e imprimir obras escritas
por autores protestantes y Nuevos Testamentos que después un
sencillo buhonero, Julián Hernández, Julianillo, traía a Sevilla
camuflados en grandes toneles de vino con doble fondo. En la
ciudad hispalense le servían de depósito la casa de Juan Ponce de
León y el monasterio de san Isidoro del Campo. Dice
MENÉNDEZ Y PELAYO: “ Este tipo de contrabandista (debiera
haber dicho buhonero o transportista de vino) puesto al servicio de
una causa religiosa, no era sevillano, ni andaluz siquiera, sino castellano
viejo, de tierra de Campos, nacido en Villaverde. ‘Se había criado en
Alemania entre herejes’, dice el Padre Roa, y esto es cuanto se sabe de sus
primeros años” (op. cit. pp. 84,85).
Los libros circulaban secretamente de mano en mano y las
gentes se iban adhiriendo a la verdad contenida en ellos, hasta
que la cadena se rompió por una delación. Enterado Julián
Hernández de las detenciones, quiso huir a Ginebra, pero fue
337

339. detenido en la sierra de Córdoba y encerrado en las cárceles del
castillo de Triana. Entre los libros que distribuía Julianillo, la
Inquisición sevillana requisó un ejemplar de la Imagen del
Antichristo, referido al papa. Durante más de tres años se
hicieron esfuerzos extraordinarios para que denunciara a todos
los que habían recibido ese y otros libros “heréticos”, pero el
buhonero no denunció y se mantuvo impenitente y tenaz, ni las
persuasiones ni los tormentos pudieron domeñarle. Reinaldo
González de Montes, autor de libro Artes de la Inquisición de
España, escribió:
“Ni el dolor de las descoyunturas, ni con las amenazas de
los ministros, ni con el rigor, en fin, cualquiera que fuese,
podían impedirle que al volver del suplicio, o más bien, al pasar
arrastras por las cárceles de sus compañeros, les hiciese
entender su victoria y la vergüenza de sus enemigos con esta
canción:
“Vencidos van los frailes, vencidos van.
Corridos van los lobos, corridos van"
(Citado por FERNÁNDEZ
CAMPOS, p.59)
Julián Hernández, el heroico “traficante” de vino murió
en la hoguera en el auto de fe del 22 de diciembre de 1560.
Otros protestantes apresados por la Inquisición de Sevilla
fueron: Juan Ponce de León, hijo de D. Rodrigo, Conde de Bailén
en cuya sentencia se decía como era de rigor “las penas impuestas se
extienden a sus descendientes" murió en la hoguera; el médico
Cristóbal Losada que servía como pastor de la comunidad; Elvira
Núñez, detenida junto a su madre Leonor Gómez, su tía Teresa
Gómez, su prima Leonor Gómez y su hermana Lucía Gómez; Juana
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
338

340. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de Bohórquez que murió en la cárcel como consecuencia de sufrir
la tortura sólo una semana después de haber dado a luz; Juan
González, “clérigo harto afamado”, a quien le hallaron muchos
libros luteranos los inquisidores que no consiguieron ni en las
audiencias ni con los tormentos que delatara a otros protestantes.
Murió quemado en el Auto de fe de 24 de septiembre de 1559,
junto con sus dos hermanas Catalina y M aría; en el Auto de 26 de
abril de 1562, también fue quemado Gerónimo otro de los
hermanos y su hermana Elvira penitenciada con la sentencia de
“reconciliada por encubridora de herejes, en cuerpo, con una vela de cera
en las manos y una soga a la garganta, y que le sean dados cien azotes”;
el último de los hermanos, Francisco, salió en el Auto del 28 de
octubre del mismo año, con la condena “en cuerpo, vela, abjuración
de vehementi, y doscientos azotes, y que sirva en las galeras de su
Majestad al remo por tiempo de tres años”; por último, a los dos años,
el 19 de marzo de 1564, los inquisidores sentenciaron a la madre:
“Isabel González... difunta, condenada su memoria y fama y relajada su
estatua y huesos a la justicia y brazo secular por hereje luterana, relapsa,
con confiscación de bienes”. En suma, toda una familia compuesta
por la madre y cinco hijos (Véase Reforma y Contrarreforma en
Andalucía. pp. 63,64).
El estamento religioso estaba bien representado entre los
reformadores andaluces: además de los canónigos ya citados, Dr.
Egidio y Dr. Constantino, “Hernán Ruíz de Hojeda, de la catedral
sevillana, había una docena de sacerdotes de las parroquias de la capital
y los alrededores... de los numerosos conventos, figuraron entre los
procesados veintitrés jerónimos, un dominico, una franciscana y una
jerónima. También había varias beatas y un ermitaño”. Hubo gentes
que ejercían una profesión liberal: médicos, impresores, plateros y
traperos, un jurado, mercaderes, tanto españoles como
339

341. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
extranjeros. No faltaron los artesanos: bordador, calderero,
cerrajero, albañil, tabernero, calcetero, tabernero, candelero y
gallineros. Tres eran estudiantes. En cuanto a los extranjeros
destaca Carlos de Brujas, flamenco residente en Sevilla, fue el
creador y artífice de la vidriera dedicada a la Resurrección en la
catedral. El más joven de los sentenciados fue un niño de origen
inglés que tenía doce años y el de más edad, Hernán Ruíz cabeza de
Vaca de setenta y cinco. En cuanto a la etnia, hubo dos de origen
judío (Dr. Constantino y el Maestro Garci-Arias) y ocho moriscos.
Así concluye este capítulo FERNÁNDEZ CAMPOS:
—Es verdad que no tenemos toda la información necesaria para
trazar con rigor y exactitud el perfil social y el número de los
reformadores andaluces. Aun así la cantidad de procesos conocidos, que
bien puede multiplicarse por cuatro (pues no todos lograron ser
apresados o identificados), nos da un millar de miembros a
mediados del X V I, con presencia de todos los grupos sociales de la época”
(Véase, Ibid. pp. 35, 36).
III. REPRESIÓN DEL PROTESTANTISMO ESPAÑOL
1. Procesos y autos de fe de Valladolid. Seguiremos en este
capítulo las relaciones que encontramos en Marcelino
MENÉNDEZ PELAYO en su Historia de los Heterodoxos Españoles.
El autor tuvo acceso a numerosas relaciones coetáneas que nos ha
dejado registradas en su obra. No podremos reproducir aquí
literalmente ni todas las diligencias de los procesos ni todos los
autos de fe por ocupar un espacio del que no disponemos en
estos temas.
(1) Auto de fe en Valladolid de 21 de mayo de 1559. El
auto de fe tuvo lugar en la plaza Mayor de Valladolid. Para
340

342. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
proceder con el rigor y la celeridad con que procedió, la
Inquisición española consiguió breves especiales y concesiones del
papa Paulo IV que había sido anteriormente inquisidor de la
Inquisición Vaticana. El principal condenado a relajación fue el
doctor Agustín de Cazalla, predicador del emperador. La
sentencia del tribunal se la comunicó al reo fr. Antonio de la
Carrera el 20 de mayo, es decir un día antes de la ejecución.
Cazalla se mostró muy débil y arrepentido, pidió perdón y
misericordia y aunque trató de inculpar a otros para colaborar
con el tribunal y conseguir la reconciliación, el comunicante le
dijo que “sin ningún remedio había de morir... aparejaos para bien
morir en penitencia de vuestra culpa y de vuestros errores y herejías, y
detestadlos y abominadlos, y tornaos a la fe y obediencia de la Santa
Iglesia Católica Romana, y no pasemos el tiempo, sino tratad de vuestra
alma y de aparejarla para Dios, y confesaos con uno de nosotros, el que
quisiéredes".
Otros sentenciados fueron:
D .a Beatriz de Vibero, beata, hermana de Cazalla,
confiscación de bienes y entrega al brazo secular; Juan de Vibero,
hermano de Cazalla, confiscación de bienes, cárcel y sambenito
perpetuos, con obligación de comulgar en las tres Pascuas del
año; D .a Constanza de Vibero, hermana de Cazalla, viuda de
Hernando Ortíz, cárcel y sambenito perpetuos; D .a Leonor de
Vibero, madre de Cazalla, fallecida años antes, quemar sus huesos,
derrocar y asolar sus casas, donde se habían tenido los
conventículos e instalar en ellas un paredón de mármol que
transmitiese esta memoria; el maestro Alonso Pérez, clérigo de
Palencia, degradación y entrega al brazo secular; D .a Francisca de
341

343. Zúñiga, beata, cárcel y hábito perpetuos; D. Pedro Sarmiento,
comendador de Alcántara (caballero con encomienda en alguna
orden militar o de caballería), privado de hábito y encomienda,
sujeto a cárcel y sambenito perpetuos; D .a Mencía de Figueroa,
mujer de Pedro Sarmiento, cárcel y sambenito perpetuos; D. Luis
Rojas, marqués de Poza (era un muchacho), destierro perpetuo de
la corte y privación de todos los honores de caballero; D .a Ana
Enríquez, hija del marqués de Alcañices, mujer de de D. Juan
Alonso de Fonseca, “fue condenada a que saliese al cadalso con el
sambenito y vela y ayunase tres días y volviese con su hábito a la
cárcel y desde allí fuese libre”; Don Juan de Ulloa Pereyra,
comendador de San Juan, vecino de Toro, cárcel y sambenito
perpetuos, confiscación de bienes y privación de hábito y honores
de caballero; D .a M aría de Rojas, hija del marqués de Poza, monja
en Santa Catalina de Sena, “fue condenada a que saliese al auto
con sambenito y vela y la volviesen al monasterio, y allí no tuviese
voto activo ni pasivo, sino el más ínfimo lugar de todos”; D .a
Juana de Silva, mujer de D. Juan de Vibero, confiscación de
bienes, sambenito y cárcel perpetua; Antón Domínguez, vecino de
Pedrosa, confiscación y tres años de cárcel; Juan García, platero de
Valladolid, se le entregó como impenitente al brazo secular; Antón
Asel, borgoñón, paje del marqués de Poza, perpetuo sambenito;
Cristóbal del Campo, vecino de Zamora, entregado al brazo secular;
Leonor de Toro, vecina de Zamora, y Gabriel de la Cuadra,
sambenito, cárcel perpetua y confiscación; Cristóbal de Padilla y el
Licenciado Herrezuelo, ambos como dogmatizantes; Catalina Román,
Isabel de Estrada y Juana Velázquez, vecinas de Pedrosa; Catalina
Ortega, vecina de Valladolid, hija del fiscal Hernando Díaz, mujer
del capitán Loaysa; el Licenciado Herrera, vecino de Peñaranda de
Duero y un judaizante portugués llamado Gonzalo Váez; estos
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
342

344. ocho últimos todos entregados al brazo secular. De todos los
relajados, sólo Herrezuelo estuvo impenitente y firme en sus
creencias hasta el final y por ello “se dejó quemar vivo —dice
Gonzalo de Illescas—, con la mayor dureza que jamás se vio. Yo me
hallé tan cerca dél que puede ver y notar todos sus meneos. No pudo
hablar, porque por sus blasfemias tenía una mordaza en la lengua... noté
en él que aunque no se quejó ni hizo extremo alguno con que mostrase
dolor, murió con la más extraña tristeza en la cara de quantas yo he visto
jam ás”. Los demás se retractaron públicamente, sin duda por
temor a morir quemados vivos y por ello se les conmutó el género
de suplicio: fueron agarrotados y reducidos sus cuerpos a cenizas.
(Véase BAC, Madrid, 1956, vol. 1, pp. 1067-1077, passim).
(2) Auto de fe en Valladolid de 8 de octubre de 1559. En
este auto de fe fueron condenados a muerte los más importantes
representantes del protestantismo castellano, si cabe más heroicos
que los del auto anterior. Al luctuoso evento, asistió el rey Felipe
II, recién llegado de Flandes, la princesa gobernadora Doña Juana
de Austria, su hermana, y el príncipe D. Carlos. Posiblemente el
Inquisidor General, quiso guardar para esta ocasión, estando el
rey presente, los reos que hicieron las declaraciones más
comprometidas acerca del su principal perseguido, el arzobispo de
Toledo Fr. Bartolomé de Carranza, primado de España, de cuyo
proceso no haremos un estudio aquí por sus extensas
implicaciones: recusación del Inquisidor general, Fernando de
Valdés, apelación al papa, traslado del reo a Roma, juicio
vaticano y sentencia inculpatoria de abjuración de vehementi, y
porque más que un luterano declarado se le debe considerar
simplemente como un erasmista filo-luterano, como tantos otros
teólogos católicos de entonces, hoy exculpados y sobreseídos por
la Iglesia católica. Los dos reos más importantes fueron D. Carlos
de Seso y Fr. Domingo de Rojas.
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
343

345. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
a) D. Carlos de Seso. De D. Carlos de Seso conservamos
su valiente y ferviente declaración de fe poco antes de morir en
las llamas: En los papeles del proceso de Bartolomé Carranza,
Arzobispo primado de Toledo, aparece una buena parte del
proceso y muerte en el auto de fe tenido en Valladolid, el 8 de
octubre de 1559, con la presencia del rey Felipe II y de la
gobernadora Doña Juana de Austria, donde fue relajado y
quemado vivo Carlos de Seso, perteneciente al grupo luterano
castellano. José Ignacio Tellechea que ha publicado el inmenso
proceso del arzobispo Carranza, comenta los últimos momentos
del condenado y la confesión de fe que pronunció:
—Presentó una larga declaración en que ratificaba su fe en la
redención de Cristo y afirmaba que las obras eran necesarias, ‘pero que
no eran causa de nuestra salvación; y esto porque la gloria de
nuestra salvación es razón se dé a Jesucristo Nuestro Señor, que
sólo la merece, y no a nosotros que todo mal merecemos’. Luego
escribe sin paliativos que no hay purgatorio para los que mueren en
gracia, porque la satisfacción de Cristo es plena y nos redime de
toda culpa y pena. Para que no quedase lugar a dudas desmiente sus
anteriores declaraciones: ‘Yo he dicho en mis confesiones y
deposiciones que creo que después de esta vida hay lugar de
purgatorio, en lo cual dije gran falsedad y blasfemia y ofendí a la
caridad de Dios y al valor de la pasión de Jesucristo... me desdigo de lo
que entonces dije que creía que había purgatorio, y también lo deje de
confesar entonces por no decir con quien lo había comunicado por no
hacer daño a quien no lo merecía, teniendo entendido que habían
de ser habidos por herejes y así deshonrados, perdidos y por ventura
muertos, o no llevaba remedio del daño’.
344

346. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“Luego perdonó solemnemente a cuantos habían testificado
contra él y aún les agradecía el haber sido ellos medio para morir por
Cristo y hacía formal profesión de fe en:
‘Aquello que creyeron los Apóstoles y cree y tiene la Santa Madre
Iglesia Católica Apostólica, verdadera esposa de Jesucristo nuestro
Señor, la cual jamás falto de la voluntad de su esposo expresa en su
palabra, que es la divina Escritura, y creo y abrazo todo aquello que
conforme a la Palabra de Dios han declarado y determinado los
concilios en Espíritu Santo congregados; fuera de lo cual o sin ser
fundado en ella, quien quiera que se haya atrevido a ordenar alguna
(sic) importante a la salvación se ha engañado o ha hecho mal, y no
lo acepto y repudio de mi..., en ello quiero morir y muero como fiel
miembro de la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Y digo y
concluyo que en sólo Jesucristo espero, en sólo en Él confío y a Él
adoro, con Él me abrazo y a Él tengo por único tesoro mío; y puesta mi
indigna mano en su sacratísimo costado, voy por el valor de su
sangre a gozar las promesas por Él hechas a sus escogidos’. Don Carlos de
Seso” (En El Arzobispo Carranza y su Tiempo, Ediciones
Guadarrama, Madrid 1968, tomo I, pp. 147,148).
Durante su proceso fue interrogado con respecto a un intento de
fuga del reino, que finalmente no se produjo, y sobre sus
conversaciones con Pedro de Cazalla, cura de Pedrosa, y con el
arzobispo Carranza sobre el purgatorio. A esto respondió:
“Me dijo Fr. Bartolomé: Vos habéis dicho que dudabais del
purgatorio, ¿en qué os fundáis? Yo le dije que en la superabundante paga
que por nuestros pecados era la sangre y pasión de Nuestro Señor
Jesucristo. A lo cual me respondió que ningunas razones eran
bastantes para que yo me apartase de lo que tiene la Santa Madre
345

347. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Iglesia, y que me aconsejaba que así lo hiciese, porque no todos iban tan
limpios de este mundo y llevaban tanta fe, esperanza y caridad
que fuesen con Dios al cielo... Yo le dije que grande merced me
había hecho su paternidad, y que yo procuraría redimir mi
entendimiento... Y que ahora me aquietase con lo que así lo
tiene la Santa Madre Iglesia. Y añadió: Mirad que esto que aquí ha
pasado quede aquí enterrado y que por ningún evento lo digáis. Yo
me fui luego a mi casa, y aquieté mi espíritu, creyendo que
muchos que no llevaban tan entera fe, esperanza y caridad y tanta
contrición de sus pecados como se requiere para gozar luego de Dios,
iban al purgatorio, y juntamente con esto, creyendo que los que
mortificasen su carne y se empleasen en servicio de Nuestro Señor
y muriesen con conocimiento de sus pecados, confesados como lo
manda la Santa Madre Iglesia, y se supiesen aprovechar del tesoro que
tenían en Cristo... que para estos tales no había purgatorio” (Ver
Historia de los Heterodoxos Españoles, t. I, pp. 1077, 1078).
Es evidente que todos querían evitar una censura o
denuncia, caer en falta grave ante la Inquisición o ser tenidos por
herejes, y, por esta razón, daban su asentimiento a la existencia
del purgatorio. Pero tanto en el Catecismo de Carranza esta
doctrina católica no es explícitamente relevante. Carranza no la
defiende ni la censura, como hace con otras creencias que eran
objeto de polémica con los protestantes. En cuanto a la
declaración de fe, antes de morir, de Carlos de Seso, éste se
retracta de lo que había confesado anteriormente y la niega con
contundencia, sin paliativos:
—Yo he dicho en mis confesiones y deposiciones que creo que
después de esta vida hay lugar de purgatorio, en lo cual dije gran
falsedad y blasfemia y ofendí a la caridad de Dios y al valor de la pasión
346

348. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
de Jesucristo... me desdigo de lo que entonces dije que creía que había
purgatorio, y también lo deje de confesar entonces por no decir con
quien lo había comunicado por no hacer daño a quien no lo merecía,
teniendo entendido que habían de ser habidos por herejes y así
deshonrados, perdidos y por ventura muertos, o no llevaba remedio del
daño... D. Carlos de Seso” (Supra, p. 14,15).
b) Fr, Domingo de Rojas. Dice de él MENÉNDEZ
PELAYO:
“En su declaración de 23 de mayo, se envolvió en mil
disimulaciones y rodeos; delató a Juan Sánchez como pervertidor de
las monjas de Santa Catalina, a quienes había dado una copia de las
Consideraciones de Valdés, delató a su propia hermana D .a
M aría de Rojas, y, sobre todo, al arzobispo Carranza, de quien se decía
fiel discípulo... de Carranza decía haber oído la explicación de las
epístolas a los G álatas y Efesios, y en ellas muchas cosas de estas de
lenguaje de luteranos; pues aunque el arzobispo no negaba la
eficacia de las obras, las tenía por de poco momento, comparadas con el
beneficio de Cristo... con increíble frescura, llega a retractarse a sí mismo
en los ‘vanos doctores que con santas y dulces palabras entran como
lobos disimulados’. Se conoce que a toda costa quería engañar a los
jueces y alargar indefinidamente el proceso...
“En vista de la terquedad de Fr. Francisco en hablar siempre de
las cosas del prójimo y no de las suyas, se le dio tormento; pero sólo sirvió
para que declarase que Fr. Bartolomé tenía certeza de su salvación, y
que así se lo había dicho muchas veces.
“Casi hasta el pie de la hoguera llevó la animosidad contra el
arzobispo y el empeño de arrastrarle en su ruina. El 7 de octubre,
víspera del auto, un fraile jerónimo que se le había dado por confesor,
vino a hacer en su nombre ciertas declaraciones. Todas se
347

349. redujeron a decir que, ‘aunque el arzobispo condenaba a los
luteranos siempre que se ofrecía, la frasis de muchas cosas que escribe es
conforme a la de los libros vedados’”. (Ibid. pp. 1079, 1080).
c) Los reos sentenciados como luteranos fueron: D. Carlos
de Seso, relajado como impenitente al brazo secular. Se le atribuye
haberle dicho al rey por qué le dejaba quemar, a lo que Felipe II
respondió: “Muy bien que la sangre noble, si está manchada, se
purifique en el fuego; y si la mía propia se manchare en mi hijo, yo sería
el primero que le arrojase en él”; Fr. Domingo de Rojas, relajado al
brazo secular Pidió licencia para hablar al rey y dijo “Aunque yo
salgo aquí en opinión del vulgo por hereje, creo en Dios Todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, y creo en la pasión de Cristo, la cual sólo
basta para salvar a todo el mundo, sin otra obra más que la justificación
del alma para con Dios; y en esta fe me pienso salvar”.
Le fueron acompañando más de cien frailes de su orden,
amonestándole para que se convirtiera pero él respondía. ¡No,
no!, hasta que consiguieron que dijera que creía en la Iglesia de
Roma, y por esto no le quemaron vivo. (Véase Ibid. p. 1081)
También fueron relajados al brazo secular:
Pedro de C azalla, cura de Pedrosa; Juan Sánchez; el
Licenciado Domingo Sánchez, presbítero, discípulo de Carlos de
Seso; D .a Eufrosina Ríos, monja de Santa Clara; D .a Catalina de
Reinoso, de veintiún años, monja del convento de Belén, de
sangre judía hermana de D. Francisco de Reinoso, obispo de de
Córdoba; D .a Margarita de Santisteban, monja del mismo convento;
D .a M arina de Guevara, idem.; D .a M arina de M iranda, monja del
mismo convento, —dice Illescas en su Historia que ésta y las
anteriores eran ‘monjas bien mozas y hermosas, que, no
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
348

350. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
contentas con ser luteranas, habían sido dogmatizadoras de
aquella maldita doctrina’; D. Pedro Sotelo, de la diócesis de
Zamora; Francisco de Almarza, del obispado de Soria; Juana
Sánchez, beata, se había suicidado en la cárcel con unas tijeras
hiriéndose en la garganta, y murió impenitente sin confesión. Su
estatua y huesos salieron en el auto.
Fueron reconciliadas con sambenito, cárcel perpetua y
confiscación de bienes:
D .a Isabel de Castilla, mujer y discípula de D. Carlos de
Seso; D .a Catalina de Castilla, su sobrina; D .a Francisca de Zúñiga y
Reinoso, monja de Belén, hermana de Doña Catalina y del obispo
de Córdoba; D .a Felipa de Heredia y D .a Catalina de Alcaraz, monjas
del mismo convento, fueron privadas de voto activo y pasivo en
su comunidad.
Los demás reos condenados en este auto lo fueron por
delitos ajenos al luteranismo. De los doce relajados, sólo dos, D.
Carlos de Seso y Juan Sánchez, fueron quemados vivos. El
segundo, estando medio chamuscado, se soltó de la argolla y fue
saltando de madero en madero, sin cesar de pedir misericordia.
Pero alzando los ojos, y viendo que D. Carlos se dejaba quemar
vivo, se arrepintió de aquel pensamiento de flaqueza y él mismo
se arrojó en las llamas.
Sigue diciendo MENÉNDEZ PELAYO: “Con estos dos
autos quedó muerto y extinguido el protestantismo en Valladolid. Por
Illescas (Historia) sabemos que, el 26 de septiembre de 1568, ‘se hizo
justicia de Leonor Cisneros, mujer del bachiller Herrezuelo, la cual se
dejó quemar viva, sin que bastase para convencerla, diligencia ninguna
de las que con ella se hicieron, que fueron muchas...; pero al fin ninguna
349

351. cosa bastó a mover el obstinado corazón de aquella endurecida mujer”
(Ibid. p. 1083).
2. Procesos y autos de fe de Sevilla
(1) Auto de fe de 24 de septiembre de 1559. Se celebró en
la plaza de San Francisco con gran solemnidad, como era
costumbre, y la asistencia de los obispos de Tarazona que llevaba
la representación del arzobispo Fernando de Valdés, inquisidor
general, los obispos de Lugo y Canarias, la Real Audiencia, el
cabildo de la catedral, muchos grandes y caballeros y una
multitud innumerable de pueblo. Los relajados al brazo secular
fueron veintiuno y ochenta los penitenciados, no todos por
luteranos. Los relajados en persona fueron:
Isabel de Baena, cuya casa fue arrasada y colocado un
padrón de ignominia; Don Juan Ponce de León, quien al parecer se
confesó en el momento del suplicio y fue agarrotado previamente;
el sacerdote Juan González, salió con mordaza, cuando se la
quitaron recitó el salmo 106 antes de ser quemado vivo; Garci-
Arias, Maestro Blanco, prior del monasterio; Fr. Cristóbal de
Arellano, reputado teólogo; Fr. Juan Crisóstomo; Fr. Juan de León; Fr,
Casiodoro (no Casiodoro de Reina que era uno de los doce
huidos); el médico Cristóbal de Losada; Fernando de San Juan; D a.
M aría de Virués, D a. M aría Coronel y D a. M aría Bohorquez, las tres
murieron agarrotadas; el licenciado Zafra, salió en estatua; el P.
Morcillo abjuró a última hora y evitó la muerte de fuego. El resto
de relajados no lo fueron por luteranos.
(2) Auto de fe de 22 de diciembre de 1560. Se celebró en
la misma plaza. Hubo quatorce relajados, tres en estatua, treinta y
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
350

352. cuatro penitenciados y tres reconciliados. Las estatuas fueron: el
Dr. Ejido, el Dr. Constantino y el Dr. Juan Pérez.
El principal relajado era Julián Hernández, Julianillo, fue al
suplicio con mordaza y él mismo se colocó los haces de leña sobre
la cabeza, finalmente, atado de pies y manos, enmudeció y murió
abrasado; con él murieron D a. Francisca de Chaves, monja de Santa
Isabel; Ana de Ribera, viuda de Hernando de San Juan; Fr. Juan
Sastre, lego de san Isidoro; Francisca Ruiz, mujer del alguacil
Francisco Durán; M aría Gómez, la beata delatora; su hermana
Leonor Núñez y sus tres hijas Elvira, Teresa y Lucía.
Entre los penitenciados figuraban, D a. Catalina Sarmiento;
D a. M aría y D a. Luisa Manuel; Fr. Diego López; Fr. Bernardino Valdés;
Fr. Domingo Churruca; Fr. Gaspar de Porres y Fr. Bernardo de San
Jerónimo, todos monjes de San Isidoro. Abjuraron de vehementi o
de levi por sospechas de luteranismo, Diego de Virués, jurado de
Sevilla; Bartolomé Fuentes, un mendigo, y dos estudiantes Pedro
Pérez y Pedro de Torres por copiar versos en alabanza de Lutero.
Finalmente fueron penalizados algunos extranjeros: relajado al
brazo secular un mercader inglés llamado Nicolás Burton por
manifestar opiniones anglicanas; abjuración de vehementi de otro
inglés de Bristol, Juan Fronton y reconciliados por sospechas leves,
un flamenco, Guillermo Franck y un genovés, Bernardo Franchi,
ermitaño cerca de Cádiz. En este mismo auto se proclamó la
inocencia de la desdichada D a. Juana Bohorquez que falleció en las
cárceles de Triana a consecuencia de una brutal tortura que le fue
aplicada una semana después de haber parido. (Véase
MENÉNDEZ PELAYO, pp. 86-94, passim).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
351

353. Así terminó la historia de la Reforma en España, en sus
dos focos principales: Valladolid y Sevilla. Dice el apologista
católico antes citado:
—Una enérgica reacción católica borró hasta las últimas reliquias
del contagio. El monasterio de San Isidoro fue purificado; los
monjes católicos que allí quedaban suplicaron a los Jesuitas que viniesen
a su convento a doctrinarlos con buenas pláticas. Las misiones
duraron dos años” (p. 94).
3. Protestantismo foráneo hasta el siglo XIX.
(1) Vestigios de protestantismo en otras comarcas. Afirma
Llórente que “apenas dejó de salir un luterano en cada auto
desde 1560 a 1570”, pero la mayor parte eran extranjeros a los
cuales se les hacía abjurar y eran expulsados del país con
apercibimiento de ir a galeras si volvían a entrar. Hubo un
crecimiento limitado de casos por la proximidad de los hugonotes
protestantes del Bearne francés y las guerras de religión en
Francia. La incidencia de apariciones de protestantismo también
era mayor en los puertos que en el interior pero sin grandes
consecuencias. Y a medida que el peligro de infiltración
disminuía, se reducía el rigor de las penas y castigos que siempre
eran menores con los extraños que con los naturales.
(2) Primera muestra de tolerancia forzada a partir del siglo
XVII. En el largo periodo que va desde el siglo XVII al XIX,
apenas encontramos en los anales de la Inquisición española
procesos por luteranismo incoados contra protestantes españoles.
Es cierto que la actividad represiva general de los tribunales
inquisitoriales fue aminorándose considerablemente con el paso
del tiempo. Se dice que el periodo del Inquisidor General Diego
de Arce y Reinoso (1640-1665) en el que se dieron un cierto
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
352

354. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
número de procesos importantes como el del protonotario de
Aragón y las monjas de San Plácido, fue el canto de cisne de la
Inquisición española. En efecto, en lo que respecta a la
persecución de luteranos, durante más de doscientos años, sólo
encontramos causas inquisitoriales contra comerciantes y
artesanos extranjeros que, bien por estar en tránsito o como
residentes en España, eran acusados de prácticas religiosas
luteranas, calvinistas o anglicanas condenadas por la ortodoxia
católica. El problema hubiera podido tener otras dimensiones si
el estado español no se hubiera visto obligado a hacer pactos con
los países de origen de esos comerciantes para garantizarles un
marco de tolerancia o libertad de sus prácticas y creencias
religiosas siempre que lo hicieran en privado y sin producir
escándalo. El pacto al respecto entre Felipe III de España y Jacobo
I de Inglaterra en 1604, quedó redactado en siguientes términos:
“Por cuanto los derechos del Comercio, que se siguen de la Paz,
no deben resultar infructuosos, como lo serían si a los vasallos del rey
de Inglaterra que van y vienen a los reinos y dominios del rey de
España y en ellos se detienen con motivo de comercio o negocio,
se les causara molestia por razón de conciencia; por lo tanto, para
que el comercio sea sin peligro y seguro, así por tierra como por mar,
el rey de España cuidará que por la referida razón de conciencia
no sean molestados ni inquietados... siempre que no den escándalo a
otros” (Citado por Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, Instituciones y
sociedad en la España de los Austrias, Editorial Ariel, Barcelona,
1985, p. 185).
“Por razón de conciencia”. Expresión que supera el marco
histórico real de la tolerancia religiosa en los siglos XVI-XVII.
Excelente muestra de la capacidad de propiciar el respeto a las
353

355. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
cuestiones de conciencia individual, en un tiempo de rigurosa
intransigencia inquisitorial e implacable persecución de las
conciencias disidentes.
Cuadro de luteranos penitenciados en los autos de fe, del siglo
XVI, en el tribunal de Sevilla
(Gabino FERNÁNDEZ CAMPOS, op. cit. p. 62)
Conclusión
Resumen y valoración de este periodo histórico
“..dban a mí con mucho miedo a decirme que andaban
los tiempos recios, y que podría ser que me levantasen algo y
fuesen a los inquisidores” (Teresa de Jesús, Vida, c. 33, n. 5).
"La sabrosa definición teresiana de un momento espiritual
español me ha servido para bautizar esta recopilación de estudios. En el
castizo adjetivo se transparenta condensadamente cuanto aquella hora
tuvo de rigor, de gravedad, de aspereza... Como protagonistas de tan
pesada situación ambiental aparecen en el trasfondo los
inquisidores; y en escena toda una gama de pasiones y crispaciones
emocionales: el encono contra la herejía, la suspicacia, el miedo, la
denuncia, el secreto, la calumnia, el afán desesperado de salvar la
vida o al menos la fama.
"... Calificar los años 1558-1560 como tiempo de dureza
represiva, de omnipotencia inquisitorial, de ruptura con Europa, es
tópico usual en ensayos o manuales de historia. Equivale a retratar una
realidad viva desde diez mil metros de altura. Todo resulta
insignificante, inerte, petrificado. L a vista aérea de una
muchedumbre humana sería lo más parecido a un hormiguero quieto. Si
fuésemos descendiendo, percibiríamos sus gritos, su movimiento. Si
nos incrustamos en esa masa, percibiremos su euforia y su serenidad,
354

356. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
su calor y su sudor, sus reacciones íntimas, sus pasiones expresadas o
contenidas.
"... Hombres que persiguen rabiosamente el curso de un papel
comprometedor, que identifican su juicio con el ‘juicio de Dios’,
que defienden puntillosamente su fama y hasta su infalibilidad, sensibles
a toda censura, y para quienes un paso atrás constituye una
mácula inadmisible. Hombres acosados, que callan o delatan, que
encubren y falsean, movidos por el miedo, y que a su vez se sienten
delatados y descubiertos por viejos compañeros.
¡Qué rudas batallas entre la fuerza del poder y la fuerza de
las convicciones! ¿No habrá alguna fisura en la aparente seguridad
del primero, tan hipersensible al menor cuarteamiento de su fama, su
justicia, su honorabilidad? ¿Quién se atreverá a reprochar la cobardía de
algunos perseguidos, a dudar de su fidelidad quebrada por el espanto?
A algunos el pensamiento de la muerte les hace flaquear; a l italiano
Seso le devuelve su perdida firmeza, su dignidad, la sacudida originaria
de su Turmerlebnis personal (Iluminación, ‘experiencia de la
torre’, la solución a la crisis espiritual de Lutero), y esta
catarsis lo lava de sus ambigüedades, debilidades y hasta mentiras. Y ¿por
qué definir como flaqueza el retorno a la vieja fe y el repudio de
novedades abrazadas que luego aparecían como la pesadilla de
un sueño, eso sí, de amargo despertar?
"... ¡Cómo se desvanece el ‘sueño irénico de la conciliación’, de la
conciliación interconfesional entre cristianos, y qué grietas se
abren entre la misma familia católica hispana! ¡Qué penosas y falaces
son las sombras y descalificaciones con que se marcan nombres
venerables o nombres a los que una fiel firmeza hasta la muerte hace
respetables! ¡Qué opaca es la sempiterna etiqueta de fautoría de
herejes—herejía es disidencia en el más amplio sentido de la
palabra—, pretexto para imponer sin fisura posible la propia
355

357. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
identificación con la verdad y justicia y para reprimir toda
disidentificación con el poder absoluto, sea éste del color que sea!
Tan maligno proceder queda hoy al descubierto. La praxis
inquisitorial, amparada en principio en la lucha ‘contra la herética
parvedad y apostasía’ extendía con excesiva holgura la patente de
heterodoxia, a auténticos disidentes en la fe o a simples
contestatarios de los criterios, normas y procedimientos inquisitoriales.
No hace falta esperar a los dicterios inflamados del siglo X IX , a las
críticas más veladas del X V III o repasar la literatura coetánea
procedente de los perseguidos, para detectar cierta crítica en el
propio seno del catolicismo, si no a la institución y a su razón de ser, sí a
los modos de actuar de sus miembros, altos o bajos. Los márgenes
no siempre precisos que otorga una serena teología a la heterodoxia, no
concuerdan con los que instrumentaliza la inquisición, no ya por
boca del fiscal, siempre proclive a extender esos límites, sino inclusive por
la pluma de sus calificadores teólogos... Ya es hora de que abandonemos
la ensayística fácil y alegre, para apurar todo cuanto nos dicen los
documentos y, aun al precio de análisis agotadores, decir ‘la verdad, toda
la verdad y nada más que la verdad’, rechazando por igual a
quienes instrumentalizan o magnifican medias verdades, sea a favor o
en contra del pasado...” (José Ignacio TELLECHEA IDÍGORAS
(1928-2008), sacerdote, Doctor en Historia de la Iglesia por la
Universidad Gregoriana de Roma, profesor de Historia de la
Iglesia, desde los 35 años hasta su jubilación, de la
Universidad Pontificia de Salamanca. El texto transcrito es un
fragmento del Pórtico de su obra Tiempos Recios. Inquisición
y Heterodoxias, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1977, pp. 15­
17 passim. Es evidente la valoración crítica, negativa, que hace del
periodo histórico de la aparición y aniquilamiento de la
Reforma protestante en España).
356

358. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Epílogo
—¿Será mera coincidencia el que la misma trágica mala suerte sea
común a Constantino Ponce de la Fuente, a Bartolomé Carranza,
a Agustín Cazalla?... se ha dicho, se contaminaron de la herejía
durante su permanencia en Alemania. Menéndez Pelayo vio
muy bien que esta tesis no era demostrable históricamente. Pero pasó
de largo por la verdad histórica que en ello está oculta.
“Un Constantino, un Carranza, un Cazalla, en Alemania o en
cualquier otra parte, estuvieron en comunicación con lo que se
puede llamar la Europa de la justificación por la fe, vasta comunión
internacional que vio una gran esperanza en cierta política
imperial. Italia forma parte de esa Europa con el mismo título que
Alemania. Menéndez Pelayo a quien tan misterioso parecía el caso
de Carranza, a causa de los antecedentes del Arzobispo, habría
encontrado absurdo sin duda el decir que este teólogo del concilio de
Trento, futuro Primado de las Españas, había recibido la simiente
herética gracias a las temporadas que pasó en Italia, antes del
Concilio o durante él. Pues bien esta afirmación no sería ni más ni
menos falsa que la que explica el pensamiento religioso de los dos
célebres predicadores imperiales por sus experiencias alemanas...
Las experiencias europeas de un Carranza, de un Cazalla, de un
Constantino, fueron sin duda decisivas para confirmarlos en su fe.
“En ello radica la contribución de Europa a lo que se puede
llamar la Reforma española. Si estos hombres se vieron incitados a
romper con la Iglesia oficial para abrazar confesiones heréticas, no fue
por sus intercambios de opiniones con extranjeros. Se
convencieron de que la religión tal como ellos la concebían era
también la religión de los mejores espíritus de todas las naciones, de que
su triunfo era la meta de los esfuerzos del emperador, y de que el
concilio tenía finalmente que hacerla suya si quería renovar la
357

359. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Iglesia. Pero su religión, salvo error, tiene sus raíces en la misma España,
en el iluminismo erasmista... Si nunca se ha intentado relacionar el
movimiento de que ellos fueron inspiradores con el movimiento
erasmiano que fue la atmósfera de su juventud, ello se debe, ante todo,
a la falta de documentación. Pero también a una concepción insuficiente
del erasmismo español, en el que no se ha querido ver otra cosa que
una “Fronda” religiosa sin alcance, y no una fe” (Marcel
BATAILLON, op. cit. 516, 517).
Aplicación-llamamiento
Independientemente de la retractación puntual que
algunos protestantes españoles hicieron con relación a la fe
evangélica que habían abrazado, aterrorizados ante la perspectiva
de morir abrasados vivos en los quemaderos de la Inquisición,
estas páginas, leídas hoy desde la protección que nos da la
salvaguardia civil de los derechos individuales, nos conmueven
profundamente y despiertan en todos nosotros un común
sentimiento de admiración hacia las víctimas y de repudio hacia
sus verdugos. Pero la tiranía de la intolerancia, la intransigencia y
la crueldad de los abusos del poder, persisten hoy de muy
distintas maneras. Como siempre hemos defendido y
proclamado, seamos en toda circunstancia, protagonistas del
amor y del respeto al otro, aunque sea “samaritano”, porque
Cristo murió por él y por todos, y porque finalmente somos
hermanos y no queremos volver la cabeza o guardar silencio
cuando Dios nos pregunte: “¿Dónde está Abel, tu hermano? “.
BIBLIOGRAFIA
358

360. Ángel ALCALÁ y otros, Inquisición española y mentalidad
inquisitorial, Editorial Ariel, Barcelona, 1984
Marcel BATAILLON, Erasmo y España. Estudios sobre la historia
espiritual del siglo XVI, Fondo de Cultura Económica, 2a
edición, 1a reimpresión, Madrid, 1979
Bartolomé BENNASSAR, Inquisición española: poder político y
control social, Editorial Crítica, Barcelona, 1981
George BORROW, La Biblia en España, Introducción, notas y
traducción de Manuel Azaña, Alianza Editorial, Madrid, 1983
Bartolomé CARRANZA DE MIRANDA, Comentarios sobre el
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LA REFORMA A MEDIO MILENIO
360

362. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
IX. “HEREDEROS DE LA JUSTICIA QUE ES POR LA FE”
(La Reforma En El Tiempo Del Fin)
Texto: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas
que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase,
y por esa fe condenó al mundo y fue hecho heredero de la justicia que es
por la fe” (Hebreos 11:7).
Comentario:
1. En el contexto de un cataclismo universal
Nadie duda hoy del diluvio universal. Las huellas de este
cataclismo que cambió por completo la morfología de la
superficie de la tierra, son indiscutibles, son totalmente evidentes.
Rastros del diluvio han sido descubiertos por doquier y tanto los
geólogos como los paleontólogos hablan de la teoría del
catastrofismo para explicar el origen de lo que hoy contemplan
nuestros ojos: las rocas sedimentarias que cubren una buena parte
de la superficie terrestre son de origen diluvial. Las huellas de las
glaciaciones, los valles en forma de U; las cadenas montañosas
alpinas con cumbres agudas de rocas jóvenes; los valles fluviales,
los desiertos, la deriva continental, la actividad volcánica, etc. son
huellas del diluvio, un fenómeno natural mucho más activo y de
proporciones mucho más extensas de lo que nos podemos
imaginar.
Y de ese cataclismo nos habla la Biblia en el Génesis, así
como también hablan otras culturas antiguas, la mesopotámica, la
egipcia, la americana precolombina, etc. Pues bien, en el centro
del relato bíblico encontramos a Noé, un personaje singular que
361

363. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
proyecta su imagen en la historia bíblica, como un tipo vetero-
testamentario del Mesías y del pueblo de Dios de los últimos
tiempos: Jesús dijo: “Como los días de Noé así será la venida del Hijo
del hombre...” (Mat. 24:37). En un mismo contexto escatológico
aparecen Noé y los cristianos del tiempo del fin.
2. Noé calificado por la Biblia como un reformador de la justicia
que es por la fe
(1) Noé halló gracia en los ojos de Jehová. En medio de
una generación corrupta, violenta, llena de malicia de los que, el
relato bíblico dice “el designio de los pensamientos del corazón de ellos
era de continuo solamente el m al” (Gén. 6:5), Noé se distinguió
como un fiel adorador del verdadero Dios. Por ello, halló gracia
en los ojos de Jehová quien no sólo lo salvó del diluvio
inminente, sino que además le encomendó la construcción de un
arca en que su familia se salvase como testimonio de la justicia
divina.
(2) Por ello, la Escritura lo llama “pregonero de justicia” (2
Pedr. 2:5), porque durante ciento veinte años, anunció el diluvió,
el juicio de Dios, y proclamó la gracia y el perdón divinos: “Los
que creyesen en el mensaje, y se preparasen para ese acontecimiento
mediante el arrepentimiento y la reforma, obtendrían perdón y serían
salvos” (EGW, Patriarcas y Profetas, Biblioteca del Hogar Cristiano,
1955, p. 81).
(3) Heredero de la justicia que es por la fe. Sin poderlo
saber o comprender, Noé estaba siendo un representante de una
reforma espiritual y dogmática: “la justificación que es por la fe”.
Como Pablo en su tiempo, como Lutero en el siglo XVI, como la
Iglesia Adventista del Séptimo Día en el tiempo del fin, este fue el
mismo y perentorio mensaje. Y si Pablo y Lutero siguieron el
362

364. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
camino de la reforma de Noé, así también la Iglesia Adventista,
debe hoy seguir la reforma enseñada por Pablo y proclamada por
Lutero: la justificación por la sola fe:
“Mientras Noé daba al mundo su mensaje de amonestación, sus
obras demostraban su sinceridad. Así se perfeccionó y
manifestó su fe. Dio al mundo el ejemplo de creer exactamente lo que
Dios dice. Todo lo que poseía lo invirtió en el arca. Cuando
empezó a construir aquel inmenso barco en tierra seca, multitudes
vinieron de todos los rumbos a ver aquella extraña escena, y a oír las
palabras serias y fervientes de aquel singular predicador. Cada
martillazo dado en la construcción del arca era un testimonio para la
. »
gente .
Y llegó el momento pavoroso en que las aguas del diluvio
iban a barrer la tierra. “Dios mandó a Noé: ‘Entra tú y toda tu
casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta
generación’ (Gén. 7:1).., Noé y su familia estaban en el arca; ‘y
Jehová le cerró la puerta’ (v. 16). Noé quedó adentro y los que habían
desechado la misericordia de Dios quedaron afuera. E l sello del cielo fue
puesto sobre la puerta; Dios la había cerrado, y sólo Dios podía
abrirla. Asimismo, cuando Cristo deje de interceder por los hombres
culpables, antes de su segunda venida en las nubes del cielo, la puerta de
la misericordia será cerrada” (Ibid. p. 86).
Un fuerte vínculo espiritual, el de la justificación por la fe,
nos une a Noé, a Pablo y a Martín Lutero. Por ello, como
veremos más adelante, nos podemos considerar, nos debemos
considerar HEREDEROS DE LA REFORMA.
363

365. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Pórtico
“Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas, levantarás cimientos
desolados por generaciones, y serás llamado reparador de portillos,
restaurador de viviendas en ruinas” (Isaías 58:12)
“Vivimos en una época especial de la historia de este mundo;
una gran obra debe ser hecha en muy poco tiempo, y cada creyente
debe contribuir personalmente a sostenerla. Dios está pidiendo
hombres dispuestos a consagrarse a la obra de salvar almas.
Cuando comencemos a comprender el sacrificio que Cristo realizó
para salvar al mundo condenado a perecer, lucharemos poderosamente
para rescatar almas. ¡O jala que todas las iglesias pudieran ver y
comprender el sacrificio infinito de Cristo!
“En visiones de la noche pasó delante de mí un gran movimiento
de reforma en el seno del pueblo de Dios. Los enfermos eran
sanados y se efectuaban otros milagros. Se advertía un espíritu de oración
como lo hubo antes del gran día de Pentecostés. Veíase a
centenares y miles de personas visitando las familias y explicándoles la
Palabra de Dios. Los corazones eran convencidos por el poder del
Espíritu Santo, y se manifestaba un espíritu de sincera
conversión. En todas partes las puertas se abrían de par en par
para la proclamación de la verdad. El mundo parecía iluminado por la
influencia divina. Los verdaderos y sinceros hijos de Dios recibían
grandes bendiciones. Oí las alabanzas y las acciones de gracias:
parecía una reforma análoga a la del año 1 8 4 4 ” (Elena G. de White,
Joyas de los Testimonios, tomo 3, Biblioteca del Hogar
Cristiano pp. 344,345).
Introducción: La Reforma y otras reformas
364

366. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
1. Definición: La reforma es un movimiento de cambio,
restauración, mejoramiento. Cuando se trata de definir la
Reforma luterana, la naturaleza específica del tema, como un
evento histórico ya acontecido, nos permite aportar a la
definición características propias que son conocidas,
procedimientos que fueron aplicados y resultados concretos que
se obtuvieron, pero pretender definir el término reforma de una
manera general, es necesariamente más impreciso y necesitará ser
aplicado a determinadas circunstancias para que tome un sentido
más concreto y específico.
Algunos diccionarios nos ofrecen las siguientes variantes:
—Mejoramiento producido en el dominio moral o social; restablecimiento
o restauración de la regla primitiva en una orden religiosa; cambio
profundo producido en la forma de una institución a fin de mejorarla y
obtener mejores resultados; mejora parcial progresiva del orden social (en
oposición a los movimientos rápidos, violentos, revolucionarios). En
política se habla de la reforma agraria, de la reforma política, de
la reforma educativa, de la reforma laboral o de la reforma fiscal
etc. En todos los casos, la acción reformadora o reformista
implica cambio, formar de nuevo, modificar, corregir, restaurar,
mejorar. En el orden eclesiástico y religioso, las reformas tienen
por lo general, un matiz característico que tiene que ver con lo
que debe servir de canon o base para medir, la regla primitiva, los
orígenes como punto de referencia, aquello que se define como
ortodoxia aceptada generalmente por todos, por ejemplo un
credo o una declaración de fe. En el cristianismo, ese factor de
referencia, esa regla de fe, la constituyen las Sagradas Escrituras,
Así lo afirma EGW en la introducción a su libro E l Conflicto de los
Siglos:
365

367. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“En su Palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento
necesario para la salvación. Las Sagradas Escrituras deben ser aceptadas
como dotadas de autoridad absoluta y como revelación infalible de su
voluntad. Constituyen la regla del carácter; nos revelan doctrinas, y son
la piedra de toque de la experiencia religiosa... Las Escrituras
declaran explícitamente que la Palabra de Dios es la regla por la
cual toda enseñanza y toda manifestación religiosa debe ser probada”
(Biblioteca del Hogar Cristiano, 1954, pp. 9,10).
“Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia
y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de
todas las reformas... Antes de aceptar cualquier doctrina o
precepto debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico
‘Así dice Jehová’” (Ibid. p. 653).
2. Biblia y tradiciones. Llegados a este punto que, como veremos
más tarde, tanto el luteranismo como el protestantismo en
general admiten y comparten, la pregunta que nos surge, como
un factor de reflexión, es por qué entonces, la autoridad soberana
de la Escritura parece quedar desmentida por la práctica de
ciertas tradiciones católicas en el seno de las iglesias de la
Reforma. ¿Quedó algo pendiente en el movimiento de Reforma
del siglo XVI? ¿Iban a ser necesarias otras reformas para
completar la reforma luterana? Y si es así, ¿a quiénes podemos
considerar como depositarios de esas reformas? Leamos antes de
responder algunas citas importantes:
“¿No se plantean estas cuestiones de autoridad, con acuidad en
nuestro propio protestantismo que conserva algunas tradiciones,
para todas las cuales no tenemos una justificación bíblica? Nos
estamos refiriendo al domingo que sustituyó al sábado, desde
366

368. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
luego mucho antes de la Reforma; al bautismo de los niños,
ignorado por el Nuevo Testamento, a las diversas maneras de
practicar la comunión y el ayuno; a toda suerte de ceremonias;
incluso a prácticas místicas. El texto bíblico no las sanciona
como tampoco lo hace con otras tradiciones católicas y, sin
embargo, esas tradiciones han tomado fuerza de ley para los
protestantes” (Louis F. GOUMAZ, Le Semeur Vaudois, 3 de
julio, de 1943; p.1, citado por A. Vaucher, Historia de la
Salvación, Safeliz, 1988, p. 42).
“El hecho de que las iglesias protestantes acepten las
creencias o las prácticas fundadas únicamente en la
tradición, no prueba en absoluto que la regla establecida
por los Reformadores (la Biblia autoridad única y
soberana en materia de fe) sea incorrecta. Lo indiscutible
es que los protestantes se equivocan al aceptar en detalle
lo que habían rechazado en bloque. La lógica exige una
reforma de la Reforma, en el sentido de una mayor fidelidad a
las Escrituras” (Alfred VAUCHER, op. cit. p.41, 42).
3. La reforma de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Digámoslo, sin orgullo y sin iras. La Reforma
luterana todavía no ha terminado. Es nuestro parecer. Porque las
reformas eclesiásticas no son algo único,
aislado o excluyente. Una reforma religiosa debe ser permanente,
el espíritu de reforma es consustancial a
las confesiones y credos que representan. Deben mirar hacia
delante para responder a las necesidades de
las nuevas generaciones y a las exigencias de las nuevas
circunstancias que les toca vivir; pero deben mirar a
367

369. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
la vez al pasado, a los orígenes en donde nacieron, a sus raíces,
para no perder la identidad, para ser
genuinos, auténticos y fieles, para completar el ideario que no se
pudo realizar entonces. Así ha ocurrido a
lo largo de estos cinco siglos de existencia de la Reforma
luterana, de aquel tronco común providencial,
necesario, heroico, han ido surgiendo otras reformas que
completaron, mejoraron si cabe, la obra de Lutero.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una de ellas pero no es
una más, es la reforma anunciada en el texto
Bíblico para estos tiempos. Sobre la base de la Palabra de Dios
(sola scriptura) y de la justificación por la fe,
(sola gratia- sola fide) estos herederos de la Reforma puntualizarán
el verdadero valor y propósito de la ley
De Dios; la verdad presente, el mensaje de Dios para ese tiempo,
lo protagonizará la reforma de la
Restauración del sábado, el día instituido como día santo por
Dios Creador:
“El papa cambió el día de reposo del séptimo al primer día de la
semana. El pensó cambiar el mandamiento que fue dado al
hombre para que se acordase de su Creador. Pensó cambiar el
mayor mandamiento del Decálogo y hacerse así igual a Dios o
aún exaltarse sobre Dios. El Señor no cambia, y por lo tanto su
ley es inmutable... (El papa) holló bajo los pies el día santificado
por Dios, y por su propia autoridad puso en su lugar uno de los
seis días hábiles... El papa hizo una brecha en la santa ley de
Dios, pero vi que había llegado ya plenamente el tiempo en que
esta brecha tiene que ser reparada por el pueblo de Dios y los
lugares asolados han de ser reedificados” (EGW, Primero
Escritos, Biblioteca del Hogar Cristiano, 1962, p. 65).
368

370. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, como indica su
nombre, abanderará, en el seno del
cristianismo, la reforma de la esperanza viva en el segundo
advenimiento de Cristo: ¿qué es? Es “la actitud
de la espera y de la esperanza. Espera vigilante, confiada y activa;
esperanza firme, gozosa y comunicativa”
(Alfred Vaucher, L ’Adventissme, Collonges-sous-Saleve, 1962, p.
5).
La reforma de la educación, otro de los imperativos que se
imponen, en este tiempo, a la misión de
la Iglesia Adventista en el seno del cristianismo:
“... Y serás llamado reparador de portillos, restaurador de
calzadas para habitar...” (Isa.. 58:12; 61:4).
“Estas palabras de la Inspiración señalan a los creyentes en la
verdad presente la obra que debe hacerse ahora en la educación
de nuestros niños y jóvenes...
“Nuestra obra es reformatoria, y es propósito de Dios que
mediante la excelencia del trabajo hecho en nuestras
instituciones educacionales, se llame la atención de la gente al
último gran esfuerzo por salvar a los que perecen” (Joyas de los
Testimonios, Biblioteca del Hogar Cristiano, 1953, 2, p.
409).
La reforma de la salud, como morada y templo del
Espíritu Santo (1 Cor. 3:16,17): “El veneno del
pecado está obrando en el corazón de la sociedad, y Dios pide
reformadores que se levanten en defensa de
las leyes que él ha establecido para gobernar el organismo físico” (Ibid.
417).
369

371. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
La reforma de la Mavordomía Cristiana: El egoísmo, la
insolidaridad, las crisis económicas, las crisis
sociales y laborales, la inseguridad en el trabajo, “las riquezas
podridas de unos y los clamores
reivindicativos de otros” (Sant. 5:1-8), todo está haciendo más
necesaria que nunca esta reforma en la que el
creyente reconoce que Dios es el dueño de todo y nosotros sus
administradores. Si los negocios, el trabajo,
la hacienda, van mal, confiamos que Dios intervendrá en favor de
lo que es suyo y si todo va bien, debemos
devolverle lo que le pertenece.
La reforma de la restauración del ministerio sacerdotal de
Cristo en el Santuario celestial, ignorado
por la mayor parte de las confesiones cristianas, tipificado en los
servicios anuales del santuario israelita
(Hebr. 9:22-26) y finalmente suplido por la teología de la cruz y
por el ministerio de los sacerdotes católicos en
la misa.
La reforma de la culminación de la obra misionera en el
mundo: “Y será predicado este evangelio del
reino en todo el mundo, por testimonio a todas las gentes, y entonces
vendrá el fin” (Mateo 24:14). Poder,
decir finalmente con Jesús en su oración sacerdotal: Señor,
“Hemos acabado la obra que nos diste que
hiciésemos” (Juan 17:4). El momento de que el Salvador vuelva a
este mundo ya ha llegado. La tribulación no
se levantará dos veces, Dios volverá a ser “todo en todos” (1 Cor.
15:28). El paréntesis del Gran Conflicto entre
el bien y el mal estará cerrándose. Las alabanzas de toda la
creación al Dios eterno inundarán el universo
370

372. entero, aquí en la tierra, arriba en los cielos y en los cielos de los
cielos. ¡Amén!
I. CARACTERÍSTICAS DE UNA REFORMA RELIGIOSA
VERDADERA
La obra de reforma no siempre se puede realizar en un
contexto de aceptación y comunión fraterna. Debemos tener en
cuenta las reacciones vindicativas, los intereses amenazados, los
argumentos de la contrarreforma, el orgullo de no querer asumir
errores, omisiones, suplantaciones dogmáticas, el haber sufrido la
pigmentación de las modas culturales o lo que es aún peor la falta
del reconocimiento humilde de haber perdido el camino
verdadero, de haberse extraviado y de la necesidad perentoria de
una reforma. Por todo ello, hay ciertos principios que debemos
respetar si queremos conducir con éxito cualquier movimiento de
reforma. Elena G. de White nos hace algunas recomendaciones al
respecto.
1. Jesucristo y el estudio de la Biblia. No busquemos ni pongamos
otro fundamento. Pablo lo dice: “Conforme a la gracia de Dios que
me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento... porque
nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es
Jesucristo" (1a Cor. 3:10,11). En efecto, toda reforma debe estar
fundada en la enseñanza de Jesucristo, debe ser cristocéntrica,
debe ser cristiana... Hay muchos ideales, repertorios
programáticos, máximas, filosofías que pueden inspirar una
reforma, pero el verdadero fundamento debe venir de Cristo.
Pablo decía aún a los Corintios: “Así que hermanos, cuando fui a
vosotros, no fui con altivez de palabra, o de sabiduría, a anunciaros el
testimonio de Cristo. Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
371

373. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Cor. 2:1,2). Y este comentario
que sorprende hay que leerlo entre líneas, porque Pablo llegó a
Corinto después de haber “fracasado” en Atenas. Por eso cambió
su táctica e evangelización (Hech. 17:32-34; 18:1).
En cuanto al estudio de la Biblia, EGW dice:
“Las urgentes necesidades que se están haciendo sentir en este
tiempo exigen una educación constante en el conocimiento de la
Palabra de Dios. Esta es la verdad presente. Por todo el mundo
debiera haber una reforma en el estudio de la Biblia, pues hoy se
necesita como nunca antes. A medida que esa reforma progrese, se
realizará una obra poderosa; pues cuando Dios declaró que su Palabra
no volverá a él vacía quiso decir realmente todo lo que dijo. El
conocimiento de Dios y de Jesucristo, a quien envió es la más elevada
educación y ella llegará a cubrir la tierra con su maravillosa luz, como
las aguas cubren la m ar” (Ibid. p. 412).
2. La reforma de la piedad. Antes de pretender reformar a otros,
debemos comenzar por reformarnos a nosotros mismos. Y antes
de aplicarnos un cambio o una renovación teológica, doctrinal o
eclesiástica, debemos comenzar por reformar nuestras propias
vidas. Hay un texto excelente escrito por el apóstol Pablo para los
que viven la bienaventurada esperanza adventista que habla de la
piedad práctica: “Porque la gracia que trae salvación a todos los
hombres, se manifestó, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a
los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa y píamente,
esperando aquella esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa
del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo” (Tito 2:13).
Vivir en este siglo, en este tiempo —dice el apóstol—
templadamente o temperantemente, es decir en una actitud
correcta con nuestros hábitos personales de vida, Pablo subraya
372

374. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
aquí la moderación tanto en el comer como en el beber (Véase
Lucas 21:34; Rom. 13:13), principio fundamental de la reforma
de la salud. Después Pablo subraya una vida justa, es decir
mantener una actitud correcta en nuestras relaciones con el
prójimo, es tanto como decir, una vida solidaria, compartiendo,
distribuyendo, atendiendo y respetando los derechos y
necesidades de los demás. Finalmente, Pablo habla de una vida
piadosa, es decir una actitud correcta en nuestra relación personal
con Dios. Estas son las tres dimensiones en que se relaciona y
manifiesta la vida del creyente, y todo ello mientras se espera,
mientras invocamos la bienaventurada esperanza en el segundo
advenimiento.
3. La reforma implica edificar, ayudar, actuar con cortesía y
respeto. (1) Algunos han entendido la obra de los reformadores
como destructiva: ¡hay que derribar los altares del error, los
monumentos a la impiedad, los memoriales y padrones de la
apostasía! Pero los textos que hablan de reforma hablan de
reconstruir, de reedificar, de reparar, de levantar lugares y
espacios donde se pueda morar. EGW sale al paso de esto y
recomienda:
—Tenemos nuestra obra que hacer, la cual no ha de derribar sino
edificar. Hemos de reparar la brecha que ha sido hecha en la ley de
Dios. L a obra más noble es la de edificar, la de presentar la verdad
con su fuerza y con su poder, y permitir que ella corte y se abra camino a
través del prejuicio, y revele el error en contraste con la verdad...
Nuestra obra consiste en decir la verdad con amor, y no mezclar en la
verdad los elementos no santificados del corazón natural, expresar cosas
que participen del mismo espíritu que poseen nuestros enemigos”
(Evangelismo, Casa Editora Sudamericana, 1949, pp. 366,367).
373

375. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(2) Refiriéndose a los católicos, EGW nos advierte:
“Por lo que el Señor me ha mostrado, sé que se salvará un gran
número de entre los católicos... existe el peligro de que nuestros pastores
hablen demasiado contra los católicos, y provoquen contra sí
mismos los más fuertes prejuicios de esa iglesia. Hay muchas almas en la
iglesia católica romana que están mirando con interés a este pueblo;
pero el poder del sacerdote sobre las personas que están a su cuidado es
grande, y si él puede inculcar el prejuicio en la gente con el argumento de
que deben permanecer alejados, de manera que cuando se presente la
verdad contra las iglesias caídas, ellos no la oigan, lo hará seguramente...
Entre los católicos hay muchos que son cristianos muy concienzudos,
y que andan en toda la luz que brilla sobre ellos, y Dios obrará en su
favor” (Ibid.).
(3) Principios semejantes aplicables con las otras confesiones:
“No censuréis a los demás; no los condenéis... Tened cuidado. Al
presentar el mensaje, no hagáis ataques personales a otras iglesias, ni
aún a la Iglesia Católica Romana. Los ángeles de Dios ven en las
diferentes denominaciones a muchas personas que pueden ser alcanzadas
únicamente al mayor cuidado. Por tanto seamos cuidadosos con
nuestras palabras. No sigan nuestros pastores sus propios impulsos al
denunciar y exponer ‘el misterio de iniquidad’. Acerca de estos temas el
silencio es elocuencia. Muchos están engañados. Hablad la verdad
en tonos y palabras de amor. Que Cristo Jesús sea exaltado. Manteneos
en la afirmativa de la verdad. Nunca dejéis el camino recto que Dios
ha señalado, con el propósito de dar a alguien una estocada. Esa
estocada puede hacer mucho daño y ningún bien. Puede extinguir
la convicción en muchas mentes... L a mejor manera de exponer la
374

376. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
falacia del error es presentar las evidencias de la verdad” (Ibid.
p. 368, 369).
II. GRAVE ERROR HISTÓRICO: CONDENACIÓN Y
MUERTE DE MIGUEL SERVET
Durante este Siglo de Hierro (1550-1660), como lo llamó
primero Don Quijote y después Henry KAMEN, cuajado de
episodios significativos, tanto en el campo político como en el
religioso, se dieron episodios dolorosos, crueles, devastadores,
rupturistas, unas veces; esperanzadores, aperturistas,
clarificadores, otras. Hubo grandes escritores en todos los
dominios, eminentes teólogos, místicos, moralistas y juristas;
hubo multitud de santos y no pocos verdugos; hubo heresiarcas y
reformadores; grandes políticos y soldados no menos grandes y
valerosos. Pero el hispanista inglés analizó particularmente
España, donde existió y funcionó, desde el siglo XV, la
Inquisición moderna, protagonista de una historia más digna de
ser olvidada que de ser recordada. Pero la Inquisición y sus
procedimientos, sus sentencias de muerte en la hoguera, su
denostado “secreto”, sus miles de procesos o causas de fe, no fue
única. Fue arma eficacísima de la contrarreforma, ludibrio y
baldón del catolicismo autocrático pero no fue único. La
sentencia de muerte en la hoguera del médico aragonés Miguel
Servet (Villanueva de Sigena, Huesca, Comarca de los Monegros,
29 de Septiembre de 1511 — Ginebra, colina de Champel, 27 de
octubre de 1553) tuvo lugar en la Ginebra reformada,
protestante, del célebre dictador y autócrata Juan Calvino.
Condenado primero en Francia, perseguido también por
la Inquisición española, detenido, encarcelado, juzgado y
375

377. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
condenado en Ginebra, este hombre que más que un heresiarca
podría ser considerado como un libre pensador con ideas
panteístas y antitrinitarias. Según la sentencia, Servet fue
condenado sólo por dos cargos: negar la Trinidad y oponerse al
bautismo infantil. Nada se dice en el veredicto sobre su
panteísmo ni pretendida negación de la inmortalidad del alma, ni
tampoco sobre su pretendida conducta inmoral, ni se menciona
delito político alguno. Pero el rigor de la ejecución fue
implacable. De nada sirvieron sus repetidas súplicas de
¡misericordia! Este fue el relato de su muerte que alguien le
imputó a él mismo:
“Hace dos horas me han comunicado la sentencia y aún no
puedo creerlo. Mi cuerpo tiembla y apenas consigo controlarme
para no caer en tierra aullando y entregarme a la desesperación... Debo
ser atado y conducido a la colina de Champel, y allí me
quemarán vivo con la Restitución del Cristianismo que di a los
hombres para el conocimiento de la verdad de Dios.
“En las primeras horas de la madrugada, todavía noche cerrada,
Tissot, síndico de lo criminal de la ciudad ha venido con gentes de
armas a la celda para llevarme al ayuntamiento, donde se
encontraba reunido el tribunal... Caras hinchadas y
somnolientas de los jueces, deseosos de acabar cuanto antes la farsa
que ellos mismos habían montado y marcharse a dormir... Me leyeron la
sentencia, un largo batiburrillo de disparates... que blasfemé
contra el Hijo de Dios... injurias y calumnias contra los auténticos
cristianos... haber puesto en circulación falsa doctrina herética...
arruinar y perder almas, por todo lo cual debía ser cercenado de
la Iglesia de Dios el miembro corrompido. C aí de rodillas aplastado
por el asombro y el miedo, pues aunque conocedor de la perversidad de
376

378. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Calvino, no esperaba una sentencia de muerte tan cruel, y en cuanto al
miedo, me entran escalofríos de pensar en el dolor de las llamas
desgajando mi cuerpo, un dolor que aumentarán mis alaridos de
sufrimiento ante la curiosidad indiferente del populacho, hoy calvinista
y mañana papista, según quien le empuja...
“A l escuchar la sentencia mis suspiros y voces resonaron por toda
la sala y sacudieron la modorra de aquellos jueces miserables, que
me miraban como si estuvieran contemplando a un fantasm a... Por
unos momentos me volví loco, babeé, vociferé frases sin sentido y
seguramente el diablo se apoderó de mí, aunque Dios quiso que fuese por
poco tiempo... recuerdo que grité ¡Misericordia! Y quedé insensible e
inmóvil, tumbado cual largo era en el suelo, adelantando el cadáver que
pronto seré... Aunque digo mal, porque no habrá cadáver, ya que las
llamas harán de mí cenizas que dispersará el viento.
“Pedí ver, por última vez, la cara de mi verdugo, y el Consejo
accedió... Vino a verme Calvino y le pedí perdón pensando en lo que nos
mandó Jesucristo pero él adoptó en seguida ese gesto falsamente
contrito, de hombre indulgente con las injurias recibidas, elegido
de Dios para convertir a los pobres pecadores como yo. Lo que más
me reventó fue escucharle decir que mi tortura en la hoguera no
sucedería sin el expreso deseo de Dios... No pude soportar esos
aires santurrones, farsantes y cínicos, y terminé echándole de mi
vista, llamándole perro del infierno y aborto de Satanás... Luego los
carceleros cerraron la puerta, y yo, aprovechando unos últimos
minutos, hasta que la puerta se abra de nuevo para ser llevado al
fuego, escribo, escribo, sabiendo que esta nota ya no la leerá nadie,
pues todos mis papeles serán destruidos o quemados conmigo... El
temblor de mis manos ha derramado la tinta y apenas me queda
algo para acabar de emborronar el papel... Toda mi vida parece haber
377

379. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
sido el sueño de una lucha en la que yo, Miguel Servet, siempre he
llevado la peor parte... Me hubiera gustado soñar de otra manera, pero
los hombres no somos dueños de nuestros espejismos... Ya oigo los pasos
de los sicarios que van a conducirme al suplicio... ¿Tendré fuerzas?
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué no
me dijiste que todo acabaría así?” (Citado por Fernando
MARTÍNEZ LAÍNEZ, Miguel Servet. Historia de un fugitivo,
Institución “Fernando el Católico” (CSIC), Zaragoza, 2011, pp.
153-154)
Y concluye así este relato biográfico de Miguel Servet:
“Hoy, la fam a de Servet crece al mismo tiempo que el oprobio de
Calvino por enviar a la hoguera a un hombre inocente. Un
valeroso aragonés de alma inquieta y obstinada que abandonó de joven
su patria para no regresar nunca más a ella, y cuyo paso por la
tierra podría resumirse en las palabras que figuran al pie del
monumento que le dedicaron en el pequeño pueblo francés de
Annemasse, a sólo cinco kilómetros del sitio donde lo quemaron vivo”
(Ibid. p. 159).
“Miguel Servet, geógrafo, médico, fisiólogo, ha merecido la
gratitud de la humanidad por sus descubrimientos científicos, su
devoción a los enfermos y a los pobres, y la indomable independencia
de su inteligencia y de su conciencia”.
378

380. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
III. ;ES LA IGLESIA ADVENTISTA HEREDERA DE LA
REFORMA PROTESTANTE?
1. INFORME de las conversaciones bilaterales entre la
Federación Luterana Mundial (LWF) y la Iglesia Adventista
del Séptimo Día (SDA), 1994 - 1998
—Durante las últimas décadas, representantes de la LW F y de la
SD A se han encontrado regularmente en las reuniones de secretarios
de las Comuniones Cristianas Mundiales. Como resultado de esos
contactos y también porque los Adventistas se consideran
herederos de la Reforma, se planteó la idea de organizar una consulta
teológica conjunta con el fin de poder alcanzar un mejor conocimiento
mutuo. Esta propuesta fue aprobada, en 1993, por los dirigentes de la
Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día (SDA) y por
los de la Federación Luterana Mundial (LWF).
La consulta tuvo lugar el 1-5 de Noviembre de 1994 en
Darmstadt, Alemania. Allí se definieron los objetivos siguientes:
-alcanzar un mejor conocimiento mutuo,
-terminar con los falsos estereotipos,
-descubrir las bases doctrinales,
-descubrir puntos de fricción real o imaginaria.
Las discusiones en Darmstadt comenzaron de manera franca y
amigable. Rápidamente quedó claro el fuerte aprecio de los teólogos
adventistas por la obra de Martín Lutero lo cual supuso un punto de
acercamiento inicial en el intercambio. La experiencia de adorar
juntos nos llevó también al sentimiento de un profundo
compañerismo espiritual. A l final de esta primera consulta los
participantes tuvieron la impresión que el comienzo había sido
379

381. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
excelente y se había realizado compartiendo los objetivos fijados.
Tanto los representantes luteranos como los adventistas estaban de
acuerdo en que otros encuentros, sobre la base de ese comienzo, podrían
ser un verdadero paso positivo para ambas iglesias.
Los miembros de la consulta recomendaron en la conclusión que
los SD A y los LW F tuvieran otras tres consultas más, entre 1996
y 1998. Los temas de estos tres encuentros serían los siguientes:
La primera sesión: la Justificación por la Fe; la Ley; la Ley y el
Evangelio
Segunda sesión: Eclesiología y la comprensión de la Autoridad de
la Iglesia
Tercera sesión: Escatología
Esta propuesta fue aprobada por ambas Iglesias mundiales. Se
determinó que los objetivos de estas conversaciones fueran los
establecidos en Darmstadt. El informe de la reunión de Darmstadt
explicó también las razones por las cuales se seleccionaron tres tópicos
indicados.
(1) La doctrina de la justificación por gracia a través de la sola
fe es una doctrina central tanto para los Luteranos como para los
Adventistas. L a discusión sobre este tema central parece ser un buen
espacio para comenzar una reflexión teológica. Por otra parte, la
comprensión del lugar que ocupan la ley y el evangelio es una de
las doctrinas definitorias del Luteranismo. Y los Adventistas, por su
parte, han sido a menudo llamados legalistas a causa del lugar
central que ellos dan a la ley y a la obediencia como un resultado
380

382. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
lógico de su posición con respecto a la justificación. Por consiguiente,
una discusión detallada de estas cuestiones puede ser un buen
punto inicial que servirá de fundamento a cualquier otra posterior
exploración teológica.
(2) Los Adventistas del Séptimo Día han sido designados
frecuentemente como una “secta”. Es pues necesario explorar qué
lugar les corresponde tener en el espectro de las iglesias Cristianas. Es
importante saber cómo ellos mismos se consideran, o bien como
una iglesia con una visión que determina hasta qué punto se
consideran a sí mismos parte de la iglesia Cristiana mundial, o
bien si se consideran un movimiento especial aparte de ella. Con
este fin, una discusión de los Adventistas y los Luteranos sobre la
comprensión de la doctrina de la iglesia y de su autoridad es
importante. Se debería incluir aquí la explicación de los
Luteranos sobre el papel de las confesiones y de los Adventistas
sobre los escritos de Elena G. de White.
(3) Teniendo en cuenta el extenso testimonio bíblico con respecto
a la escatología y el gran interés actual suscitado por este tema, es
necesario explorar si la escatología luterana es demasiado indefinida o si
la escatología adventista es demasiado definida. La doctrina
fundamental adventista sobre el Remanente y los términos teológicos
como “Babilonia” y “la marca de la bestia” deberán incluirse en
este estudio. Además la visión adventista del santuario celestial y el juicio
investigador necesita ser discutida en el amplio contexto de la una
vez para siempre expiación en la cruz y la actividad sacerdotal de
Cristo en el cielo.
La primera sesión tuvo lugar del 17-21 de Junio 1996, en
Mississauga, cerca de Toronto, Canadá. Sobre la base de varios
381

383. estudios por escrito previos y de las extensas discusiones habidas,
se llegó a una declaración común que fue aprobada y redactada
(capítulo 1 del apartado siguiente). El mismo estilo de trabajo fue
continuado en el siguiente encuentro sobre el segundo tema
escogido que tuvo lugar del 1-6 de Junio 1997, en Jongny, Suiza.
La consulta final tuvo lugar del 10-16 de Mayo 1998, en Cartingy,
Suiza. En esta ocasión se acompañó a la tercera declaración
escrita unas recomendaciones para el futuro de nuestras iglesias.
—La consulta se concluyó con un servicio de culto adventista en
Collonges, Francia, el 16 de Mayo. Nos reunimos juntos en 1994
como extraños, terminamos en 1998, como amigos. Llegamos llenos de
preguntas, partimos con un mutuo aprecio. Aunque algunas
significativas diferencias doctrinales permanecen, descubrimos
mucho en común: el amor por la Palabra de Dios, una herencia
compartida de la Reforma, un profundo aprecio por la obra y las
enseñanzas de Martín Lutero, la preocupación común por la libertad
religiosa, y por encima de todo, el evangelio de la justificación por
gracia a través de la sola fe. Al haber dedicado muchas horas juntos
escuchando y tratando de comprender, estando de acuerdo unas
veces, en desacuerdo otras, comiendo y especialmente orando juntos,
experimentamos el vínculo del Espíritu bajo nuestro único Señor
Jesucristo” (Report of the bilateral conversations between the
Lutheran World Federation and the Seventh-day Adventist Church, en
Lutherans & Adventists in Conversation, Silver Springs,
Geneva, 2000, pp. 5-7).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
382

384. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
2. Resumen de los temas doctrinales analizados en las consultas.
(1) La justificación por la fe
Tanto los Luteranos como los Adventistas enseñan que la
justificación es la obra de Dios en Cristo y que se alcanza sólo por
fe. Somos justificados por la gracia de Dios y no por nuestras
propias obras.
La Confesión luterana de Augsburgo (CA, art° IV)
sostiene que “no podemos obtener el perdón de los pecados y la
justificación ante Dios por nuestros propios méritos, obras o
satisfacciones, sino que recibimos el perdón de los pecados y llegamos a ser
justos delante de Dios por gracia, por los méritos de Cristo, mediante la
fe...’’. Según las doctrinas fundamentales de los Adventistas del
Séptimo Día (FB, 10), “ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo,
como sustituto y ejemplo. Esta fe que acepta la salvación nos llega por
medio del poder divino de la Palabra y es un don de la gracia de Dios.
Mediante Cristo somos justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios
y liberados del dominio del pecado” (M anual de la Iglesia, ed. 2005, p.
41).
Durante las conversaciones llegó a parecer obvio que
ambos, Luteranos y Adventistas, afirman incondicionalmente los
principios de la Reforma: sola scriptura, solus Christus, sola fide, sola
gratia. Ambas iglesias se consideran a sí mismas como herederas
de la Reforma Protestante y como hijas de Lutero. Ambas
también citan Rom. 3:21-26 como el fundamento bíblico de su
enseñanza sobre este tema.
Los Adventistas enseñan que “la salvación es totalmente por
la gracia y no por las obras, pero su fruto es la obediencia a los
mandamientos” (FB, 19). Los Luteranos enseñan también “la nueva
obediencia”, es decir que “la fe debe producir buenos frutos y buenas
383

385. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
obras y que debemos hacer esas buenas obras tal y como Dios lo ha
ordenado” (CA VI). Las dos confesiones están de acuerdo en
reconocer que no entienden las buenas obras como un
requerimiento o como méritos para la salvación, sino como frutos
y, por consiguiente, ya que ambas iglesias hablan de obediencia y
frutos en lugar de requerimientos y méritos, podemos acordar
que ni una ni otra enseñan la justificación por las obras de la ley.
La Justificación, en el pleno sentido de la palabra, consiste
en la fundamental imputación de la justicia divina por los méritos
de Cristo y en la morada de Cristo en el corazón del creyente
arrepentido. Este “don de la nueva vida” o “morada de Cristo”
puede ser llamada santificación; y aunque conceptualmente esta
se distingue de la declaración fundamental del perdón de los
pecados, estos dos aspectos de la justificación son inseparables en
la experiencia del creyente.
Ambos, los Luteranos y los Adventistas caracterizan esa
nueva vida o nuevo nacimiento como el proceso santificador de
la justificación, como la morada de Cristo en el corazón o la
nueva vida en el Espíritu. Y a pesar del énfasis que puedan poner
en la nueva vida “en Cristo” o “en el Espíritu”, reconocen que en
ningún caso es algo que sea resultado del esfuerzo personal. La
nueva vida es un don transformador de Dios. Los adventistas
enseñan que la nueva vida no excluye la posibilidad de pecar y la
tradición luterana subraya que el creyente, aunque esté
justificado, sigue siendo un pecador.
(2) La Ley. Nuestras conversaciones sobre la ley revelaron
cuatro áreas de observación. En ellas, los Luteranos y los
Adventistas del Séptimo Día tienen tanto acuerdos significativos
como matices y énfasis diferenciadores y algunas
divergencias.
384

386. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
(2.1) Los dos grupos religiosos afirman categóricamente que la
justificación es totalmente por la gracia y que la observancia
de la ley no aporta mérito ni contribuye a la salvación. La
obediencia a la ley debe ser comprendida como el resultado
y la respuesta al libre don de Dios de la salvación. En este punto
están en completo acuerdo.
(2.2) Luteranos y Adventistas reconocen la importancia de los
diez mandamientos, pero las connotaciones de la ley difieren en
cada confesión.
Para los Adventistas “Los grandes principios de la ley de Dios
están incorporados en los Diez mandamientos y ejemplificados en la vida
de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y el propósito de Dios con
respecto a la conducta y a las relaciones humanas, y son obligatorios para
todas las personas en todas las épocas. Esos principios constituyen la base
del pacto de Dios con su pueblo y son la norma del juicio divino. Por
medio de la obra del Espíritu Santo, señalan el pecado y despiertan el
sentido de la necesidad de un Salvador. L a salvación es totalmente por la
gracia y no por las obras, pero su fruto es la obediencia a los
mandamientos. Esta obediencia desarrolla el carácter cristiano y da como
resultado una sensación de bienestar espiritual. Es una evidencia de
nuestro amor al Señor y de nuestra preocupación por nuestros semejantes.
L a obediencia por fe demuestra el poder de Cristo para transformar las
vidas y por lo tanto fortalece el testimonio cristiano” (FB, 19, M anual de
la Iglesia, Ibid. pp. 44, 45).
Para los Luteranos “ley” es una referencia más abarcante
que el Decálogo y puede ser un término negativo que contrasta
con la gracia. Los Luteranos tienden a ser cuidadosos con
relación al llamado uso didáctico de la ley como, por ejemplo,
decir que la ley es una guía de la vida cristiana. Aunque afirman
385

387. la validez del contenido de los Diez mandamientos y la necesidad
de “la nueva obediencia” para los cristianos, al mismo tiempo
quieren afirmar la libertad cristiana. Así pues ven la ley, en el
contexto de la ley y el evangelio, con la primordial preocupación
de proteger la justificación como sola gratia y sola fide.
Los Adventistas, sin embargo, ven la ley en un contexto
más positivo. Con el énfasis dado a que la ley es una revelación
de la voluntad divina, pretenden mostrar la perpetuidad de los
Diez Mandamientos y la obediencia a ellos, como el fruto de la
santificación.
(2.3) Luteranos y Adventistas están de acuerdo en que la vida
de una persona justificada debe ser demostrada por
actos de fe. El Espíritu Santo genera “frutos” para gloria de Dios
(Gal. 5:22) de una manera espontánea que no pueden quedar
reducidos a un código escrito.
Los actos de fe para los Adventistas se pueden ver en la
doctrina FB 19, anotada anteriormente. Los actos de fe para los
Luteranos se reflejan, por ejemplo, en CA XX: “Nuestros profesores
han sido falsamente acusados de enseñar la prohibición de las buenas
obras. En sus escritos sobre los Diez Mandamientos y en otros escritos
también, muestran que dan buenas y provechosas explicaciones e
instrucciones con relación al estado y obras de los justificados... También
se enseña entre nosotros que las buenas obras deben hacerse, no para
depositar confianza en ellas o ganar gracia sino porque debemos cumplir
la voluntad de Dios y darle gloria. Siempre será por la fe que obtenemos
la gracia y el perdón de los pecados. Y cuando por medio de la fe nos es
dado el Espíritu Santo, el corazón es impulsado a las buenas obras”.
Las dos confesiones enseñan la doctrina del juicio final
(Luteranos. CA XVII; SDAs: FB 10, 24), aunque los Adventistas
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
386

388. ponen mayor énfasis en esta doctrina. Y aunque unos y otros
están de acuerdo en que las obras del cristiano estarán bajo
revisión en el juicio (Hechos 17:31; Rom. 14:10; 2 Cor, 5:10),
ambas partes mantienen que es gracias a nuestra situación en
Cristo (justificación) que sólo podemos tener esperanza.
(2.4) Ambas comuniones toman en serio el tercer/cuarto
Mandamiento. No obstante, las conclusiones prácticas
finales sobre este Mandamiento son divergentes.
Los Luteranos guardan como día santo, siguiendo la
práctica tradicional de la Iglesia Cristiana, el día de la
resurrección, primer día de la semana. El Domingo tiene
asignadas para los Luteranos muchas de las funciones del Sábado
(véase el Catecismo extenso y reducido de Lutero).
Los Adventistas ven el Sábado como una parte del
designio divino en la creación. El tercer/cuarto Mandamiento del
Decálogo recuerda a los seres humanos esta verdad, dirigiéndoles
a considerar la observancia del Sábado como un elemento vital en
la manifestación de la amorosa obediencia al Dios Creador y
Redentor. Pero para los Adventistas la observancia del sábado no
supone una obra meritoria ni algo que les convierta en el único
pueblo de Dios; más bien, es la aceptación agradecida de un don
divino. Los Adventistas no pretenden que sólo los observadores
del sábado podrán ser salvos. Reconocen que los Luteranos al
guardar el Domingo pueden encontrar algunos argumentos
bíblicos así como una antigua tradición cristiana.
Para los Adventistas, su práctica está basada en las
enseñanzas del Apóstol Pablo sobre el papel de la ley en la vida de
los Gentiles cristianos. En Cristo, los Cristianos no están bajo la
ley en el mismo sentido que los Judíos, pues la ley es vista desde
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
387

389. la perspectiva de la libertad cristiana. Pablo se opone a cualquier
intento de imponer la ley judía a los Gentiles cristianos. Estas
directrices paulinas son las que dan forma a su comprensión del
tercer/cuarto Mandamiento desde la iglesia primitiva hasta la
Reforma.
(3) La Escritura y la autoridad en la Iglesia
Luteranos y Adventistas consideran las Sagradas Escrituras
como el fundamento de la autoridad de la Iglesia. El principio de
la Reforma sola scriptura une en el corazón mismo a las dos
confesiones, con las Escrituras como base de su respectiva
proclamación. Los Luteranos tienen un concepto orgánico de la
autoridad. Ésta se ejerce a través del ministerio de la palabra y de
los sacramentos. La Escritura es la base documental y los
sacramentos sus signos exteriores; los sínodos, los otros
organismos eclesiásticos y los ministros ordenados son sus
portadores públicos, y el Espíritu su agente activo. Para los
Adventistas, la autoridad está en Cristo que la delega difusamente
en su iglesia, es decir, en todos sus miembros. Todas las
enseñanzas, prácticas, y decisiones deben estar sostenidas por la
Palabra de Dios. El artículo sobre las Sagradas Escrituras aparece
como el primero de sus creencias fundamentales, que en resumen
se expresa así:
—Las Sagradas Escrituras son la infalible revelación de la
voluntad divina. Son la norma del carácter, el criterio para evaluar
la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, un registro
fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia”
(M anual de la Iglesia, Ibid. p. 37).
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
388

390. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
En ambas confesiones, Cristo es la cabeza de la iglesia.
Todos los aspectos del ministerio se derivan de él, incluido el
sacerdocio universal de todos los creyentes y la autoridad
delegada de los ministros ordenados. Para los Luteranos, el
evangelio, comprendido como la justificación inmerecida, es el
centro orgánico de la Escritura; es la clave hermenéutica para su
estudio e interpretación. Los adventistas se refieren a la totalidad
de la Escritura, considerando a Cristo como el centro de ella y el
Nuevo Testamento como la cumbre de la Escritura.
Las dos confesiones mantienen que la Biblia es la norma
decisiva —norma normans— pero asignan también autoridad a otros
documentos como normas derivadas —norma normata—. Las
iglesias de la Reforma luterana se adhieren a cinco credos o
documentos confesionales, los antiguos credos (de los Apóstoles,
el de Nicea, el de Atanasio), la Confesión de Augsburgo y el
pequeño Catecismo de Lutero. Este último es usado en general
para la educación cristiana, y la Confesión de Augsburgo tiene su
función en la orientación y el aprendizaje teológico.
Los Adventistas afirman el contenido bíblico de los
antiguos credos y por ello en sus Creencias fundamentales
confiesan explícitamente creer en la Trinidad (FB 2-5, Ibid. pp.
38,39). Aunque los Adventistas no consideran los escritos de
Elena G. de White como documentos confesionales, le conceden
un alto valor, en quien creen se manifestó el don de profecía. Su
obra consiste principalmente en ofrecer consejo y edificación
espiritual a la iglesia, “una permanente y autorizada fuente de verdad
que proporciona consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia”
(FB, 18, Ibid. p. 44). La autoridad de Elena G. de White es una
autoridad derivada: ella firmemente sostiene el principio sola
scriptura, y los Adventistas someten sus escritos al criterio de las
Escrituras. Aunque con diferencias relativas a la autoridad y
389

391. estructuras de la iglesia, y con respecto a los documentos fuera de
las Escrituras, ambas confesiones tienen, en el fondo, la misma
fuente esencial de autoridad—las Sagradas Escrituras.
(4) Eclesiología
Los Adventistas sostienen que “la iglesia es la comunidad de
creyentes que confiesan que Jesucristo es Señor y Salvador. Como
continuadores del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, se nos invita a
salir del mundo” (FB, 12, Ibid. p. 42).
La confesión luterana sostiene que “...una santa iglesia
Cristiana existirá y permanecerá por siempre. Es la asamblea de
todos los creyentes a los cuales el Evangelio es predicado en su pureza y
los santos sacramentos le son administrados de acuerdo con el
Evangelio” (CA 7).
Aunque los Luteranos hoy en día hablan a menudo de la
iglesia en el Antiguo Testamento, esta forma de hablar pertenece
a la tradición de la confesión luterana (por ejemplo Apol. VII, 14­
19; XXVII 98). Las raíces de la Iglesia Cristiana se encuentran en
los tiempos del Antiguo Testamento y la Iglesia Cristiana
manifiesta la nueva alianza de Dios con el pueblo de Dios. El
principio de continuidad dentro de esta comunidad de creyentes
es pues de gran importancia para las dos iglesias. En CA 7, los
Luteranos identifican a la Iglesia Cristiana a través de las llamadas
marcas de la iglesia que son el evangelio y los dos sacramentos: el
bautismo y la cena. Los Adventistas por su parte también señalan
marcas paralelas como importantes para la vida de la iglesia: “nos
congregamos para adorar, para estar en comunión unos con otros, para
recibir instrucción en la Palabra, para la celebración de la Cena del
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
390

392. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
Señor, para servir a toda la humanidad y para proclamar el evangelio en
todo el mundo” (FB, 12, Ibid.).
Juntos afirmamos las descripciones bíblicas de la iglesia
como pueblo de Dios, como el cuerpo de Cristo y como el templo
del Espíritu Santo. La Iglesia no es una entidad estática ni una
mera organización exterior: es la asamblea de los creyentes, una
comunidad espiritual, el santo pueblo de Dios que espera la
venida de nuestro Señor Jesucristo. En la Iglesia Cristiana
confesar a Jesucristo como Salvador y Señor, es aceptar la llegada
de su reino y proclamar el mensaje del evangelio a todo el
mundo. El reconocimiento de esta misión es esencial para la
comprensión de la iglesia.
Un aspecto importante de cómo los Adventistas y los
Luteranos se evalúan mutuamente, es tener en cuenta cómo ven
cada iglesia el bautismo y la Cena del Señor. Para los Luteranos es
suficiente para mantener la unidad de la iglesia, ponerse de
acuerdo sobre la enseñanza del evangelio y la administración de
los sacramentos (CA, 7). Para los Adventistas, las ordenanzas
correspondientes al bautismo y a la Cena del Señor son
importantes pero no tienen el mismo significado en eclesiología
como lo tienen para los Luteranos, aunque en las creencias
fundamentales de los Adventistas, los artículos de estas dos
ordenanzas (FB, 15,16) son presentados inmediatamente después
de los artículos sobre la iglesia (FB, 12-14). La realidad es que
como una parte de la Cristiandad Protestante, los Adventistas
reflejan muchos aspectos de la teología de la Reforma
concerniente al bautismo y la Cena del Señor.
Y mientras que los Luteranos siguen la práctica de un
buen número de iglesias de bautizar a los niños, los Adventistas
coherentemente se han adherido al bautismo por inmersión de
los creyentes. Los Luteranos admiten que no hay claras
391

393. referencias al bautismo de los niños en el Nuevo Testamento, y
los Adventistas aunque rechazan el bautismo de los niños,
reconocen que esa práctica es antigua y está muy extendida entre
los Cristianos. Ambas confesiones están de acuerdo en que no se
puede separar la fe del bautismo pero mientras los Luteranos
dicen que el bautismo para ser efectivo debe conducir a la fe, los
Adventistas enseñan que la fe debe preceder al bautismo.
En lo que respecta a la Cena del Señor, tanto unos como
otros admiten la presencia de Cristo en la mesa de la comunión,
pero los Luteranos hablan de una presencia real y corporal,
mientras que los Adventistas explican esa presencia en términos
espirituales y como una experiencia espiritual del creyente, tal y
como lo hacen los Calvinistas. Las dos confesiones, no obstante
están de acuerdo en reconocer que la Cena del Señor contiene
una fuerte dimensión espiritual. Los Adventistas enseñan que “la
preparación para la Cena incluye un examen de conciencia, el
arrepentimiento y la confesión” (FB, 16, Ibid. p. 43). Los Luteranos
están de acuerdo plenamente con esa preparación, aunque para
los Adventistas la Cena está precedida por el servicio del
lavamiento de los pies como expresión de esta preparación. Entre
los Luteranos la Cena del Señor paralelamente está precedida a
menudo de la confesión de los pecados y la absolución.
Cuatro son los elementos que los Adventistas establecen
en su autodefinición: primero, tienen un alto aprecio de la
Reforma y se consideran a sí mismos como herederos de Lutero y
los otros Reformadores, especialmente en su adhesión a los
grandes principios de sola scriptura, sola gratia, sola fide, solo Christo.
Los Adventistas se ven a sí mismos como parte de la lucha
existente entre el bien y el mal. Esta visión apocalíptica mundial,
la extraen de la Escritura. Cristo, victorioso en el Calvario, y
Señor de la Iglesia nos asegura el triunfo final del bien y el fin del
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
392

394. mal. Los Adventistas se consideran una entre otras agencias del
bien.
Un tercer elemento de esa auto definición es la
importancia que ellos dan a la misión, incluyendo la
evangelización. Se sienten impelidos por la visión de Apocalipsis
14 a proclamar el evangelio eterno a “cada nación, tribu, lengua y
pueblo” antes de la segunda venida de Cristo. Por esta razón, dan
a la misión un orden de prioridad.
Y en esa autodefinición, los Adventistas se expresan a sí
mismos como el remanente. Este término que tiene profundas
raíces bíblicas designa un grupo que ha sobrevivido a la crisis
(remanente histórico), así como aquellos que son fieles al Señor
(remanente fiel). Fundan este término en el uso que hace el
Apocalipsis. Reconocen que la identidad del remanente fiel a
Dios sólo es conocida por Dios y que incluye a Cristianos
pertenecientes a muchas iglesias en el mundo. Pero que durante
la crisis final, antes del retorno de Cristo, este remanente será
fácilmente identificable como “los que guardan los mandamientos de
Dios y tienen la fe de Jesús".
Aunque el concepto de remanente no es frecuente en el
Luteranismo, la tradición luterana ha visto a veces a la Iglesia
Cristiana en términos escatológicos. En el Pietismo luterano se
creyó y todavía se cree, que sólo un pequeño rebaño de
verdaderos creyentes será fiel a Cristo en el tiempo del fin.
Y, por consiguiente, como quiera que los Cristianos fieles,
se pueden encontrar integrados en otras iglesias, debemos señalar
que la verdadera iglesia como “asamblea de los creyentes santos”
o el “remanente fiel” no es idéntico a la iglesia histórica. Por esta
razón se abren posibilidades para las relaciones inter-iglesias. Para
los Luteranos, esta afirmación significa también que la visión
adventista de si misma no debe ser contada entre las falsas auto-
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
393

395. definiciones eclesiásticas que identifican a un cuerpo eclesiástico
determinado con la asamblea de todos los verdaderos creyentes
(cf. CA, VIII).
(5) Escatología
Ambas confesiones afirman que Jesucristo es el centro de
la escatología. El es el Señor del tiempo y del espacio, y su muerte
expiatoria en la cruz ha ganado la batalla decisiva sobre todas las
fuerzas del mal y ha asegurado la restauración final de todas las
cosas. “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y
por él reconciliar todas las cosas a sí, pacificando por la sangre de su
cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Col.
1:19,20).
Para el creyente en Jesús, la escatología tiene dos
dimensiones, una presente y otra futura. La persona que ha sido
justificada por la gracia sola a través de la fe sola ha pasado ya de
la muerte a la vida (Col. 3:3) y está sentada con Cristo en los
cielos (Efe. 2:6). El que está de este modo justificado es una nueva
criatura (2 Cor. 5:17), un ciudadano de la comunidad divina (Efe.
2:19), y un hijo de Dios (1 Juan 3:1,2), que nunca más vivirá en el
terror o la incertidumbre delante de Dios.
Adventistas y Luteranos afirman no solamente la presente
realidad de la justificación sino también la esperanza del segundo
advenimiento de Jesús en gloria. Esta “bienaventurada esperanza”
(Tito 2:13) está expresada en el nombre “Adventista”, y es
compartida por los Luteranos que viven también en la
expectación del “querido día final” (Lutero, WA Br 9, 175). En
muchos aspectos las dos confesiones tienen una similar
comprensión de la historia de la salvación. Ambos afirman que la
historia no es cíclica sino lineal, no como resultado del azar sino
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
394

396. que se mueve en la dirección de un objetivo, (su telos) hacia la
restauración final. “Porque sabemos que todas las criaturas gimen a
una, y a una están de parto hasta ahora” (Rom. 8:22).
Y cuando hablamos de escatología en un nivel individual,
Luteranos y Adventistas afirman que el testimonio de la Escritura
apunta a la resurrección del cuerpo más bien que a la
inmortalidad del alma. Luteranos y Adventistas atestan también
que la Escritura enseña el juicio de Dios en asociación con la
segunda venida de Cristo (2 Tim. 4:1), como declaraba el antiguo
credo: “Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos” y las
recompensas o la herencia que el pueblo de Dios recibirá en ese
momento le son dadas por los méritos de Cristo y en ningún caso
como resultado de sus propias buenas obras. La recepción de la fe
en Cristo, base fundamental de la vida eterna, es en sí misma un
don divino y un misterio. Los Luteranos afirman que la persona
individual no puede hacer una libre elección por o contra Cristo,
sino que es totalmente dependiente de Dios, del Espíritu Santo
(Véase Lutero, Pequeño Catecismo, II, 6.).
Con respecto a la comprensión de la profecía bíblica,
ambas confesiones comparten algunos principios de
interpretación. Primero que la Escritura se interpreta a sí misma;
segundo, que deberíamos ejercer humildad al pretender conocer
el futuro, y tercero, que la profecía tiene únicamente una clara
interpretación una vez que se ha cumplido. “Y ahora os lo he dicho
antes que se haga; para que cuando se hiciere creáis” (Juan 14:29).
Adventistas y Luteranos comparten ciertas convicciones
con respecto a la literatura bíblica apocalíptica. Esa literatura es
importante para el estudio, la proclamación y la instrucción de la
vida cristiana; reconocen que esa literatura como toda la
literatura bíblica, está fundada en un contexto histórico y que no
sólo se dirige al medio en el que emerge sino que también aporta
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
395

397. un importante mensaje a las generaciones futuras. En relación
con el libro de Apocalipsis, están de acuerdo en que Cristo es el
centro de este libro y que describe el conflicto entre el bien y el
mal en un formato de drama cósmico.
Pero a pesar de los puntos de acuerdo, los Adventistas dan
un énfasis mucho más fuerte a todo lo concerniente a la
escatología, cinco artículos de las 27 Doctrinas Fundamentales
tratan de escatología (FB 24 —El ministerio de Cristo en el Santuario
Celestial; FB 25 —La Segunda venida; FB 26 —L a muerte y la
Resurrección; FB 27 —El milenio y el fin del pecado; FB 28 —La tierra
nueva). Mientras que la confesión luterana se limita a lo expuesto
en los antiguos credos, los Adventistas consideran crucial la
correspondencia histórica de la Escritura. Por otra parte los
Adventistas no aceptan la noción de la profecía escrita ex eventu
(después del acontecimiento que anuncia). Más que considerar el
libro de Apocalipsis como un libro predictivo, predicciones que
se cumplieron después que el libro fue escrito, los Luteranos
tienen la tendencia de ver en ese libro acontecimientos que
tuvieron un significado crucial para la iglesia primitiva (sistema de
interpretación preterista).
El interés de los Adventistas en la apocalíptica, les ha
llevado a una enseñanza escatológica distintiva en relación con
otras iglesias —el juicio investigador previo al advenimiento (FB,
24 - El ministerio de Cristo en el Santuario Celestial). La idea central
de esta enseñanza es considerar el comienzo del juicio en un
tiempo determinado de la historia (1844), según los estudios
realizados en el libro de Daniel, Hebreos y otras Escrituras.
Mientras los Luteranos aceptan la cristología que presenta a Jesús
como Sumo sacerdote (Hebr. 7-9), no encuentran base bíblica
para una doctrina que indica que el sumo sacerdocio de Cristo
comienza una nueva fase en su ministerio en un tiempo
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
396

398. determinado de la historia reciente. No obstante reconocen que
los Adventistas invocan tanto evidencias bíblicas como teológicas.
Otras dos enseñanzas adventistas tienen que ver con los
símbolos de Babilonia y la marca de la bestia. Los Adventistas
creen que Babilonia tal y como es usada en el Apocalipsis
representa una apostasía manifestada durante la era cristiana que
culminará en una apostasía escatológica en el mundo cristiano. Se
formará entonces una alianza político-religiosa que tendrá como
resultado una gran persecución (Apo. 13:15-17). Los Adventistas
han identificado históricamente la marca de la bestia con el
gobierno opresivo mundial que impondrá la observancia del
Domingo en el tiempo del fin. No creen, sin embargo, que la
observancia del Domingo hoy, constituya la marca de la bestia o
que aquellos que observan el Domingo tengan la marca e la bestia
(Véase cap. 1, “La ley”). Por falta de tiempo, la consulta no trató
otros tópicos de escatología, por ejemplo, el milenio.
A pesar de las diferencias en el énfasis o la interpretación
en relación con la escatología, Luteranos y Adventistas, afirman
su fe común en Jesús como Salvador, Justificador y Señor de la
historia. Juntos esperan la plena realización de la oración de
Cristo por la unidad de su pueblo (Juan 17:23) cuando “los reinos
del mundo hayan llegado a ser los reinos de nuestro Señor, y de su Cristo:
y reinará para siempre jam ás” (Apoc. 11:15).
6. Recomendaciones
En nuestras conversaciones hemos llegado a conformar
significativas convergencias en nuestra comprensión de la fe
Cristiana. No queremos ocultar la existencia de diferencias
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
397

399. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
doctrinales, pero no obstante creemos que las siguientes
recomendaciones pueden ser hechas a nuestras iglesias:
1. Recomendamos a lo Adventistas y Luteranos que mutuamente
reconozcan el compromiso básico cristiano de las otras
confesiones. Este reconocimiento general se especifica como
sigue:
a. Recomendamos que los Luteranos en su contexto
nacional y regional no traten a los Adventistas del séptimo
día como una secta sino como una iglesia libre y una comunión
cristiana mundial. Esta recomendación está basada en la
comprensión adventista del bautismo en el nombre de un Dios
trino, una comprensión que para los Luteranos significa
que el bautismo es válido y “además en la convicción conjunta
de que cristianos fieles pueden ser hallados en otras iglesias”
(véase capítulo II, “Eclesiología”), una visión que es
compatible con CA VIII.
b. Recomendamos también a los Adventistas que en sus
relaciones con otras iglesias cristianas busquen tener esta
convicción consistentemente afirmada. Esta recomendación
puede ser vista como una expresión del Working Policy de la
Asociación General, 1996/1997, O 75 que inequívocamente
habla de “otras iglesias cristianas” y reconoce que son “agencias
que elevan a Cristo delante de los hombres como parte del plan
divino de la evangelización del mundo”. Por otra parte, de
acuerdo con la comprensión adventista de la Cena del Señor, los
Luteranos como creyentes cristianos (FB, 16) son bienvenidos
como participantes en el servicio de comunión adventista.
398

400. 2. En nuestras discusiones hemos alcanzado un consenso general
sobre las Escrituras como el único fundamento de la autoridad en
la iglesia y Cristo como cabeza de la iglesia. Los credos y los
documentos confesionales son para los Luteranos normas de fe
derivadas (norma normata). De análoga manera los escritos de
Elena G. de White representan para los Adventistas una
autoridad derivada de la Escritura y que debe estar sometida al
juicio de la Escritura.
Sobre la base de este consenso urgimos a los Adventistas y
a los Luteranos a que en su enseñanza pública y educación
teológica presenten la visión de las otras fuentes de autoridad
eclesiástica de manera sincera no polémica y que corresponda a
su propia comprensión de este tema.
Reafirmamos la importancia de dar a la Escritura la
prioridad en la predicación y en la vida diaria. Consideramos el
estudio personal de la Biblia como parte fundamental de la vida
cristiana y animamos a los miembros de nuestras iglesias a que se
comprometan a un estudio conjunto de la Biblia.
3. Mientras cada confesión deberá continuar manteniendo su
identidad y sus convicciones, recomendamos que los Luteranos y
los Adventistas procuren fomentar la edificación y vinculación
consultativa para el bien de la total comunidad cristiana, para la
comprensión y mejora de la humanidad. Algunas áreas de
cooperación, tales como:
a. Aliviando el sufrimiento de la humanidad
b. Defendiendo la libertad religiosa
c. Asociaciones ministeriales / compartiendo el pastorado
d. Eventos para la oración conjunta
e. Trabajo con la Sociedad Bíblica
LA REFORMA A MEDIO MILENIO
399

401. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
4. Como consecuencia de las conversaciones ya concluidas,
recomendamos que Luteranos y Adventistas tengan reuniones
consultativas bilaterales ocasionales para explorar cuestiones de
mutuo interés. Y particularmente recomendamos que una de las
primeras reuniones consultativas debería tratar los fundamentos
teológicos y la dimensión espiritual de la observancia del día de
reposo y culto, con particular referencia a la sociedad moderna.
Esta consulta debería incluir un conjunto de teólogos, pastores,
líderes de las iglesias y laicos de las dos confesiones con la
posibilidad de otros invitados.
5. Recomendamos que tanto la Federación Luterana Mundial
como la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día,
desarrollen planes para la diseminación y el estudio de este
informe entre sus iglesias de forma que los miembros de ambas
confesiones puedan tener un mejor conocimiento unos de otros
en particular de los puntos de vista religiosos y preocupaciones
espirituales.
Cartigny / Suiza, 15 de Mayo de 1998.
Conclusión
Resumen. El remanente
“Los Adventistas del séptimo día creen que ‘la iglesia universal
está compuesta por todos los que creen verdaderamente en Cristo, pero en
los últimos días, una época de apostasía generalizada, se ha llamado a
un remanente para que guarde los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús... Los adventistas se ven a sí mismos como el cumplimiento de
la profecía apocalíptica, un movimiento profético llamado a preparar a
400

402. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
un pueblo en todas las partes de la tierra para estar listo para la
aparición de Cristo... Ven su mensaje como el cumplimiento
final de Isaías 58:12-14, que combina las ideas de restauración y
preparación. Enfatizan las verdades restauradas del evangelio de la
justificación por la fe en Jesucristo y la santificación en la
obediencia voluntaria de un corazón redimido a la ley del pacto de
Dios... Para ellos, la celebración del sábado no es un análisis aislado
acerca del día correcto de la semana, sino una señal designada
de adoración verdadera del Creador por un pueblo redimido y
santificado...
“Los Adventistas del séptimo día creen que, como iglesia
remanente, su papel señalado es restaurar la verdad revelada
para adorar a Dios como Creador y Redentor... basados en la urgencia de
este mensaje, convocan a los hijos de Dios en todas las iglesias a huir
de la apostasía histórica para librarse del castigo por los pecados de
Babilonia (Apoc. 1 8 :1 -5 ). Los que formen parte del pueblo
remanente final de Dios en la historia, serán un pueblo espiritual
que ‘incluirá cada seguidor verdadero y fiel de Cristo entre muchas
denominaciones y religiones” (Hans LaRondelle, El remanente y el
mensaje de los tres ángeles, en TEOLOGIA. Fundamentos bíblicos
de Nuestra Fe, APIA-GEMA EDITORES, 2005, Tomo 8, pp.
233-236, passim).
Epílogo
Aplicación-llamamiento
“Un reavivamiento de la verdadera piedad entre nosotros es la
mayor y más urgente de todas nuestras necesidades. El buscar esto
debe ser nuestro primer trabajo.
401

403. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
“H a llegado la hora de hacer una reforma completa. Cuando
ella principie, el espíritu de oración animará a cada creyente, y el
espíritu de discordia y de revolución será desterrado de la iglesia.
“Debe realizarse un reavivamiento y una reforma bajo la
ministración del Espíritu Santo. Reavivamiento y reforma son dos cosas
diferentes. El reavivamiento significa una renovación de la vida
espiritual, una vivificación de los poderes de la mente y del corazón, una
resurrección de la muerte espiritual. L a reforma significa una
reorganización, un cambio en las ideas y las teorías, en los hábitos y
las prácticas. L a reforma no traerá los buenos frutos de la justicia a
menos que esté vinculada con el reavivamiento del espíritu. El
reavivamiento y la reforma han de realizar la obra señalada, y al
hacer esta obra ambas deben combinarse" (Elena G. de White, Servicio
Cristiano, Biblioteca del Hogar Cristiano, 1959, pp. 53, 54).
Bibliografía
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citado por A Vaucher Historia de la Salvación, Safeliz, 1988,
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Hans K, LaRondelle, El remanente y el mensaje de los tres ángeles, en
TEO LO G ÍA . Fundamentos Biblicos de Nuestra Fe, APIA-GEMA
EDITORES, 2005, tomo 8.
Lutherans & Adventists in Conversation, Report and Papers
Presented 1994 - 1998, General Conference of Seventh-day
Adventists, Silver Springs & The Lutheran World
Federation, Geneva, 2000
M anual de la Iglesia, Iglesia Adventista del Séptimo Día, Asociación
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402

404. LA REFORMA A MEDIO MILENIO
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Fernando MARTÍNEZ LAÍNEZ, Miguel Servet. Historia de un
fugitivo, Institución “Fernando el Católico” (CSIC), Zaragoza,
2011
Norval F. PEASE, Solamente por Fe, Publicaciones
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Alfred Vaucher, Historia de la Salvación, Safeliz, 1988
Elena G. de WHITE, Evangelismo, Casa Editora Sudamericana,
1949
Id. , Joyas de los Testimonios, tomos II, III, Biblioteca
del Hogar Cristiano, 1953
Id. , E l Conflicto de los Siglos, Biblioteca del Hogar
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Id. , Patriarcas y Profetas, Biblioteca del Hogar
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Id. , Servicio Cristiano, Biblioteca del Hogar Cristiano,
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Id. , Primeros Escritos, Biblioteca del Hogar Cristiano,
1962
2006
403