Al hacer un análisis de la situación actual de esta entidad y por medio de entrevistas a los empleados, se pudo evidenciar que según el análisis de riesgo psicosocial se obtuvo un puntaje de 30/100, que ubica a los servidores en un riesgo alto . Como puntos neurálgicos se destacan la falta de liderazgo, ausencia de trabajo en equipo, apatía, altos niveles de ansiedad y estrés. Algunos empleados, pese a su experiencia laboral, conocimiento del sector y desempeño sobresaliente, se sienten infravalorados por su superior jerárquico. Ellos mismos expresaron entre otras cosas: No confío en mi jefe, pues hoy puede darnos unas orientaciones que mañana desmentirá, es experto en tergiversar verdades, en cambiar de opinión y en crear una atmósfera de incertidumbre constante . Le gusta la crisis. Es todo un experto en crear un clima de miedo para después sacar partido de las preocupaciones de las personas. Amenaza, somete, manipula y culpabiliza como el mejor de los tiranos, buscando siempre el beneficio personal . Mi subdirector parece un dictador, cualquier que lo cuestione pasa a su lista negra, nos reprende y amenaza con el despido constantemente. Esta misma conducta la aplica con los contratistas que mantienen aterrorizados con la amenaza de no volver a ser contratados si no lo obedecen al pie de la letra. Las personas talentosas no caben en el Instituto porque son vistas como una amenaza, como figuras capaces de cambiar las cosas o, más aún, de ser mejores que el jefe. Por eso acá solo se premia la sumisión y la obediencia por encima del talento. Si tengo una dificultad, a la última persona que acudo es a mi jefe, porque no solo no me guiará hacia una solución, sino que además corro el riesgo de terminar regañado por otra cosa. Mi jefe solo ve más problemas ante la aparición de un problema. Cuando aparece una dificultad, imprevisto, fallo o fracaso, lo primero que hace es buscar culpables. Aplica una conducta reactiva, eludiendo toda responsabilidad.