Las infusiones son bebidas a base de hierbas
que se preparan agregando una cantidad de
las mismas a una taza de agua,
preferiblemente caliente, para que las
sustancias medicinales pasen al líquido.
En algunos lugares le llaman infusión,
aromático, tisana, guarapo, brebaje o
bebedizo pero en Venezuela somos bien
particulares, popularmente le llamamos "Te" a
todas esas bebidas.
Vale todo: endulzarlo con azúcar,
edulcorante, miel y hasta papelón, matizarlo
con leche o crema, darle un toque distinto
con alguna fruta en trozos, rodajas o jugo, y
hacerlo distinto con un chorrito de limón o de
atrevido ron. El té, más versátil que el café, se
está colando en la rutina venezolana igual
como se cuela en el tamiz.
Otra diferencia está en el protocolo para degustarlo.
En Venezuela no existe una formalidad ni
remotamente similar a la de los ingleses. La versión
local de los salones de té tiene colores alegres, es
abierta y complementa las infusiones con propuestas
de comidas como ensaladas y paninis.
Dulzón y colorido, así es el té que prefieren los
venezolanos. Se inclinan por los afrutados y coloridos,
como el de flores de jamaica o de frambuesa. Para el
venezolano, el té es una bebida refrescante. Tanto
que su principal competidor no es el café, sino el
refresco.
Sabemos que las hojas del "Te" son muy diferentes a
las de la manzanilla, anís, albahaca, toronjil, menta,
jamaica, malojillo, etc., pero por alguna razón en el
lenguaje popular venezolano se ha creado una
obsesión con la palabra "Te", así que es muy común
escuchar a alguien pedir un "Te" de manzanilla, que
traducido al castellano venezolano popular, sólo
quiere una infusión de Manzanilla.