Catequesis…. kerigmática … mistagógica, son tres conceptos diversos pero significativamente entrelazados, uno y otro se complementan, se sustentan entre sí. Pero sobre todo, son hoy más que nunca, el antídoto para acompañar el crecimiento en la fe de los hombres y mujeres que se enfrentan actualmente al desafío de vivir su cristianismo, cuando pareciera que la cristiandad estuviera cayendo en el atardecer de su existir.
Pero retomemos brevemente lo que significa cada uno de estos elementos y enseguida, fundamentamos la necesidad de una catequesis que sea kerigmática y mistagógica como lo está pidiendo el Directorio para la catequesis. (DC 2,74, 98)
CATEQUESIS
La tradición de la Iglesia nos ha enseñado que la palabra catequesis se deriva del griego “ katejein ” que significa literalmente “resonar” o “hacer resonar un ruido”, especialmente el sonido o el eco de la voz humana. Etimológicamente, el término “catequesis” evoca una comunicación oral y dialogada porque se trata de hacer resonar una palabra en el oído de un oyente que es también un interlocutor.
La palabra KATEJESIS no aparece en la Sagrada Escritura, en cambio, el verbo KATEJEIN sí se menciona en el Nuevo Testamento con dos significados: Narrar, relatar o informar sucesos ( Hch 21, 20-24; Lc 1,1-4) Enseñar oralmente los misterios de la fe ( Hch 18,25; Rom 2,18; Gal 6,6)
Según Emilio Alberich la catequesis pertenece al signo de la “ martyría ”, es decir, al servicio de la palabra o ministerio profético, junto con otras expresiones del mismo, como el anuncio misionero, la predicación litúrgica, la reflexión teológica, etc. Es, pues, en este ámbito donde debe precisar su misión y significado.
Por otra parte, la actualidad de la evangelización obliga también a un esclarecimiento del término, respecto a la totalidad de la acción pastoral y de la catequesis, de manera que cada acción pastoral pueda cumplir con su cometido de manera orgánica y respetando la naturaleza de cada uno. Por tanto, hemos de situar a la catequesis al servicio de la iniciación cristiana que se describe como un proceso en el que nos adentramos en el misterio de Cristo.
La Iglesia primitiva para dar el bautismo exigía dos condiciones: La conversión y la fe. Y dado que la iniciación Cristiana es obra de la Santísima Trinidad, en ella encontramos las siguientes Dimensiones básicas: Dimensión Teológico – Sacramental Es decir la iniciativa es de Dios quien hace a los hombres participes del acontecimiento Pascual de Cristo. Dimensión Eclesial La Iglesia, que es comunidad anuncia al Señor, da testimonio y celebra la alianza; acoge al hombre y lo acompaña.
D imensión catequética A través de la cual se enraíza la adhesión firme por la fe a la Palabra y garantizar su aprendizaje y maduración. Dimensión existencial escatológica Que nos habla de la vida nueva en el Espíritu que nos ha configurado con Cristo. Vida nueva que tiene un origen, se vive aquí y tiene una meta en la segunda venida de nuestro Señor. En síntesis, la catequesis de iniciación, incorpora a la comunidad que vive, celebra y testimonia la fe. A través de ella se ayuda al discípulo de Cristo a transformar al hombre viejo, a asumir sus compromisos bautismales y a profesar la fe desde el corazón (cf. DGC 67. 68). (DC 2)
KERIGMÁTICA
Cuando hablamos de kerigma, nos referimos a este primer paso necesario que se orienta a despertar y suscitar la conversión. Es lo que tanto se hace referencia como el “primer encuentro”. Es el corazón mismo del Evangelio, que contiene el mensaje central de la fe cristiana y que todos los creyentes están llamados a proclamar con la vida y la palabra. Sursum Corda. Levantemos el corazón ❤️ Doxologia : P or Cristo con él y en él….
Una experiencia que se transmite de persona a persona, una vez que se ha tenido la experiencia de encuentro fundante y transformadora con la persona de Jesús. Esto nos evoca el texto bíblico que pone en evidencia la necesidad de diseñar experiencias de encuentro con Dios: “No podemos callar lo que hemos visto y oído” ( Hch 4,13-21); la fe se asimila y se acepta mejor cuando va acompañada del testimonio de aquellos que se han encontrado con la Perla valiosa, y se han convencido de que vale la pena venderlo todo para adquirirla.
Dicha cita bíblica, delata la convicción y conversión de los discípulos que no pueden callar lo que han visto, la experiencia de estar junto a Jesús, de ver sus gestos, los milagros, de escuchar sus palabras, de compartir la vida y la fe, fueron momentos de un encuentro tan íntimo y transformador que los exhorta a ser fieles a Él. Compartir con entusiasmo y energía la experiencia primera de haberse topado con Jesús, que cambia la existencia, es una experiencia kerigmática .
El Directorio para la catequesis señala de manera muy clara y evidente que la realidad de nuestros tiempos exige a la Iglesia responder con nuevos métodos y lenguajes significativos, como por ejemplo los que nos recomienda este documento, poniendo en evidencia la necesidad de una catequesis que pueda definirse coherentemente de manera kerygmática , es decir, una catequesis que sea una “profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor”. (DC 57)
Señala también que la catequesis, no siempre se puede distinguir del primer anuncio y está llamada a ser, en primer lugar, un anuncio de la fe, por lo que no debe delegar a otras acciones eclesiales la tarea de ayudar a descubrir la belleza del Evangelio.
Es importante que, precisamente a través de la catequesis, cada persona descubra que vale la pena creer. De esta manera, la catequesis ya no se limita a ser un mero momento de crecimiento más armónico de la fe, sino que contribuye a generar la fe misma y permite descubrir su grandeza y credibilidad (cf. DC 57).
Por su parte, la encíclica Evangelii Gaudium, escrita por el Papa Francisco y publicada en 2013, no trata específicamente sobre el kerigma. Sin embargo, el kerigma es un tema fundamental en la enseñanza y el pensamiento cristiano, y muchos de los principios y conceptos presentes en el kerigma están en consonancia con los mensajes y la visión presentados en la encíclica.
El término "kerigma" se refiere al anuncio o la proclamación del Evangelio, es decir, la buena nueva de la salvación a través de Jesucristo. En el contexto cristiano, el kerigma se centra en la invitación a la conversión, el arrepentimiento y la fe en Jesucristo como Salvador y Señor. (DC 58)
En Evangelii Gaudium, el Papa Francisco enfatiza la importancia de una Iglesia en salida, que va al encuentro de las personas y lleva la alegría del Evangelio al mundo. El Papa insta a los cristianos a ser testigos del amor de Dios y a compartir su fe con los demás. Si bien la encíclica se centra en temas más amplios relacionados con la evangelización y el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo, se puede encontrar resonancia con el kerigma en el llamado a anunciar la Buena Nueva y a vivir una fe auténtica y comprometida. En resumen, aunque la encíclica Evangelii Gaudium no trata directamente el tema del kerigma, comparte muchos principios y valores relacionados con la proclamación del Evangelio y la importancia de una fe viva y compartida con los demás.
MISTAGÓGICA
La mistagogía es un término que proviene del griego y se utiliza en el contexto de la teología y la catequesis cristiana. Se refiere a la etapa de profundización y vivencia de los misterios de la fe que sigue al bautismo y a los sacramentos de iniciación cristiana (como la Confirmación y la Eucaristía). Etimológicamente significa iniciación en el misterio (o misterios), de manera que se pone el acento en el significado profundo de la “iniciación” como una de las claves para la comprensión del fenómeno religioso, particularmente en la fe cristiana, que se distingue de otras, precisamente por el seguimiento radical de Cristo.
La mistagogía se centra en ayudar a los recién bautizados y a los fieles en general a comprender más profundamente los misterios de la fe cristiana, especialmente los sacramentos, y a experimentarlos de manera más plena en su vida cotidiana. Esta etapa tiene como objetivo llevar a los creyentes a un encuentro personal y transformador con Cristo y a una participación más consciente y activa en la vida de la Iglesia. (cf. DC 63)
La mistagogía se entiende también como una estructura pedagógico-religiosa que contribuye en esa iniciación al Misterio y que implica una ruptura de la vida anterior, una introducción a los mitos de origen, una serie de pruebas conductuales y unos ritos iniciáticos que desembocan en un nuevo nacimiento. (cf. DC 291) En la historia de la humanidad, las prácticas mistagógicas aparecen en muchas culturas, es decir, las practicas iniciáticas, suelen ser comunes en algunos elementos en los diversos grupos humanos.
En lo que concierne a nosotros los católicos, cuando hablamos de “misterio”, no es, para la fe cristiana, simplemente algo oculto y oscuro, un enigma, algo que se esconde y aleja, sino algo que se nos ha acercado y revelado en Jesús, el proyecto divino del Padre, proyecto de salvación en Jesucristo y el Espíritu ofrecido a todos los pueblos. En último término, el Misterio es Cristo, es un Misterio inefable de salvación y amor (cf. Rm 16, 25; Ef 1, 9; 3, 3-9; Col 1, 26-27; 2, 2; 4, 3; 1 Tm 3, 16).
Este presupuesto, lo conserva la Iglesia primitiva y patrística cuando mantiene la estructura iniciática en la organización del catecumenado que preparaba a los nuevos cristianos para los sacramentos de la iniciación, y suponía una separación o ruptura con el mundo anterior, lo cual implicaba un proceso de conversión, dejar anteriores oficios y situaciones de vida no correctas; una iniciación en la historia de salvación, la cual se concretaba en la entrega ( traditio ) y explicación del Credo y el Padre nuestro; una muerte iniciática por la participación sacramental en la muerte y resurrección pascual de Jesús, simbolizada por el descenso a las aguas bautismales y el ascenso del agua, la efusión del Espíritu y la participación en la eucaristía comunitaria de la Iglesia.
Ésta es la experiencia fundante del cristianismo; la transformación en una nueva persona, un nuevo nacimiento, un neófito; a todo ello se añadían en muchos lugares las catequesis mistagógicas, es decir, la iniciación más profunda en los misterios recibidos, pues estaban convencidos los Padres de la Iglesia que hay cosas que sólo pueden entenderse después de haberlas experimentado; también en el catecumenado la iniciación es realizada por expertos: diáconos, presbíteros, el obispo, con participación de toda la comunidad cristiana.
Este aspecto mistagógico, el Directorio para la catequesis nos lo presenta de la siguiente manera: “La restauración del catecumenado, favorecida por el Concilio Vaticano II, se logró con la publicación del Ritual de la Iniciación cristiana de adultos. El catecumenado, «verdadera escuela de formación para la vida cristiana» (AG 14), es un proceso estructurado en cuatro tiempos o períodos, dirigido a guiar al catecúmeno hacia el encuentro pleno con el misterio de Cristo en la vida de la comunidad, y es considerado, por tanto, un lugar típico de iniciación, catequesis y mistagogía. Los ritos de paso entre los períodos evidencian la gradualidad del itinerario formativo del catecúmeno: (DC 63)
En el precatecumenado tiene lugar la primera evangelización en orden a la conversión y se hace explícito el kerygma del primer anuncio; El tiempo del catecumenado, propiamente dicho, está destinado a la catequesis integral; se accede a él con el rito de la admisión, en el cual puede llevarse a cabo la “entrega de los Evangelios”
El tiempo de la purificación e iluminación proporciona una preparación más intensa para los sacramentos de iniciación; este periodo, en el que se ingresa con el rito de la elección o de la inscripción del nombre, prevé la “entrega del Símbolo” y la “entrega de la Oración del Señor” Con la celebración de los sacramentos de iniciación en la Vigilia Pascual comienza el tiempo de la mistagogía que se caracteriza por una experiencia cada vez más profunda de los misterios de la fe y de la inserción en la vida de la comunidad” (DC 63).
“La inspiración catecumenal de la catequesis no significa reproducir al pie de la letra el catecumenado, sino asumir su estilo y dinamismo formativo, respondiendo también a la «necesidad de una renovación mistagógica, que podría tomar formas muy diversas de acuerdo con el discernimiento de cada comunidad educativa».
El catecumenado tiene un tono misionero connatural, RICA 6: “Tres son, pues, los grados o pasos o puertas que deben considerarse como los momentos más fuertes e importantes de la iniciación. Estos grados se sellan con tres ritos litúrgicos: el primero, por el Rito de admisión al catecumenado, el segundo, por la elección, y el tercero, por la celebración de los sacramentos” (DC 64).
Este elemento fue muy apreciado cuando se realizó la presentación del Directorio para la catequesis, por Monseñor Rino Fisichela , quien lo señaló como una de las más sobresalientes novedades: “Este nuevo Directorio hace suya la centralidad del kerygma que se expresa en sentido trinitario como compromiso de toda la Iglesia. Y se articula tocando varios temas que no hacen más que remitir al objetivo de fondo. Una primera dimensión es la mistagogía que se presenta a través de dos elementos complementarios entre sí: ante todo, una renovada valorización de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana; además, la progresiva maduración del proceso formativo en el que está implicada toda la comunidad”.
La mistagogía en las catequesis del Papa Francisco
En los últimos meses el Papa Francisco de alguna manera, nos ha hecho saber la importancia de promover que la catequesis esté siempre impregnada de esa necesidad de contagiar el anhelo por vivir el evangelio, pero partiendo de una experiencia evangelizadora acompañada desde la mistagogía, es decir, de ese caminar desentrañando lo más profundo de los misterios de nuestra fe, pero de una manera apasionante. Es por ello, que desde el mes de enero del presente año, ha iniciado un nuevo ciclo de catequesis, dedicadas al tema urgente y decisivo para la vida cristiana: la pasión por la evangelización, es decir, el celo apostólico. Se trata de una dimensión vital para la Iglesia: descubrir que la comunidad de los discípulos de Jesús de hecho nace apostólica y continúa siendo misionera, no proselitista. Vivir el evangelio
Se trata de esta dimensión apostólica y misionera, dado que el Espíritu Santo la plasma en salida, para que no se repliegue en sí misma, sino que sea extrovertida, dando un testimonio contagioso de Jesús ―puesto también la fe se contagia―, orientada a irradiar su luz hasta los últimos confines de la tierra. Pero puede suceder – señala el Papa Francisco-, que el ardor apostólico, el deseo de alcanzar a los otros con el buen anuncio del Evangelio, disminuya, se vuelva tibio. A veces parece eclipsarse, cuando los cristianos son cerrados y no piensan en los demás. Cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte de la evangelización, el horizonte del anuncio, se enferma: se cierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita. Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica. (11 de enero 2023).
En la cuarta catequesis del Papa Francisco, nos recuerda que hay una pasión que involucra completamente a la persona: la mente, el corazón, las manos, los pies, es decir, todo, en donde toda la persona está involucrada con la proclamación del Evangelio, y por esto hablamos de pasión de evangelizar, un acento consecuente de la catequesis mistagógica, que pone en juego todo el ser de cada cristiano.
Por tanto, puede llevar el Evangelio de Jesús solo la persona que está con Él. Alguien que no está con Él no puede llevar el Evangelio. Llevará ideas, pero no el Evangelio. Igualmente, sin embargo, no hay estar sin ir. De hecho, seguir a Cristo no es un hecho intimista: sin anuncio, sin servicio, sin misión la relación con Jesús no crece. Notamos que en el Evangelio el Señor envía a los discípulos antes de haber completado su preparación: pocos después de haberlos llamado, ¡ya les envía! Esto significa que la experiencia de la misión forma parte de la formación cristiana. Recordemos entonces estos dos momentos constitutivos para todo discípulo: estar con Jesús e ir, enviados por Jesús.
Conclusión Constatamos la urgencia de renovar y fortalecer los procesos catequéticos en las Iglesias locales, que sin descuidar el aprendizaje de las verdades básicas de nuestra fe, requiere de diseñar auténticas experiencias de encuentro con Dios, a través de una pedagogía kerigmática y mistagógica que acompañe a las personas. Este conocimiento experiencias no debe ser ocasional, reducido a los momentos previos a los sacramentos de iniciación solamente, pues como dice el documento de Aparecida, se requiere de un proceso orgánico y progresivo que abarque todo el arco de la vida (cf. DA 298).
Lo q hemos visto y oído ahora se los comunicamos Como pedirle a un adolescente que entre al misterio cuando el catequista poco hace oración..poco celebra la eucarístia y nunca va. Espíritu Santo es quien guía el Camino ilumina, guia ysana Más q actuar con elEspiritu hay que dejarlo actuar. Mucho ayuda el no estorba Sin el Espíritu Santo todo se vuelve una carga. La renuncia silenciosa Ser mistagogo es vivir según el Espíritu de la santidad Para ser mistagogo..no hay libritoo...no taller para lograrlo..solo humilde..oración..sacrificio..es la escalera Vivir en comunidad.. Transmitir con palabras lo q hemos vivido es un desafìo.
UNA NUEVA PASTORAL Centrada en el Reino, más que en la Iglesia. Trinitaria, no cristomonista . Misión centrífuga, no centrípeta. Evangelizadora, no sacramentalista . En diálogo con el mundo y propositiva, no encerrada y a la defensiva. Al servicio integral de la persona y de todos, no espiritualizante ni ahistórica . Interpersonal y comunitaria, no masiva y mediática