motivo central; el revolucionario y el postrevolucionario se distinguen por la creciente
acumulación de bloques elevándose unos sobre otros....Mientras que el Barroco era la
expresión de sentimientos desatados e ilustraba la pasión del hombre, la arquitectura
revolucionaria pretendía impresionar por la potencia de las masas, por la fuerza de las formas
-de ahí su predilección por lo egipcio, que no cristalizó tan sólo a causa de la campaña
napoleónica-, en fin, por el tratamiento de los materiales.
La ciclópea prominencia de los edificios para las Salinas, la imponente disposición del Palacio
de Justicia de Aix, la gravedad de la prisión para esta misma ciudad, con las rechonchas
columnas de entrada y los desnudos muros con escasas aberturas, dan cumplido ejemplo de
esta voluntad, que tuvo su analogía en el genial vigor de la actitud del Sturm und Drang
alemán. En el vestido, la ambición de "efectos" condujo a ciertos excesos en la moda, a los
incroyables, las merveilleuses.
Estrechamente ligado a la tendencia al efectismo figuraba el deseo de que el edificio debía
hablar por sí mismo, tenía que dar cuenta del uso al que estaba destinado. Una iglesia debía
suscitar sentimientos sublimes, una prisión infundir temor; así lo exigía la teoría de la época.
Francesco Milizia, en sus Principii di Architettura civile (1781), aconseja, por ejemplo, para el
exterior de las cárceles, "aberturas angostas e informes...articulaciones toscas que arrojen
intensas sombras, entradas desagradables, cavernosas". De esta fuente proceden muchos de
los símbolos con los cuales el neoclasicismo "adornó" sus creaciones: la vara de Esculapio
para los baños, la lira para los teatros y otros similares. En los muros de las Salinas de Ledoux,
las urnas volcadas, de las que parece brotar un manantial petrificado, pretenden recordar el
agua salina, portadora de prosperidad. Los medios de la architecture parlante nos parecen en
la actualidad de miras estrechas. Pero como la idea era nueva, Ledoux la recogió y la llevó a
sus últimas consecuencias como lo demuestra el edificio para los vigilantes del lago, que
encarna la sumisión de las fuerzas salvajes de la naturaleza, o el taller destinado a la
fabricación de aros, cuyas fachadas parecen compuestas por anillos concéntricos.
Para entender el sentido de estos extraños proyectos, es necesario aceptarlos por lo que son:
ejemplos expresivos de la "arquitectura parlante" y pruebas de la vehemencia con que Ledoux
reaccionó ante las nuevas ideas, débiles en sí mismas. "Les projects les plus simples prennent
la teinte de l'ame qui les concoit".
La inquietud del periodo revolucionario también conmovió profundamente a la arquitectura. De
los objetivos últimos de la era nos hablan un gran número de proyectos de Ledoux que, de
modo más intenso que todos los mostrados hasta ahora, presentan los rasgos característicos
de aquel momento. El arquitecto quería erigir monumentos dignos a la fe, a la moralidad, al
derecho, a las nuevas ideas de fraternidad, a la armonía, a la humanidad y, finalmente, a la
gloria de la nación y a la del género femenino. Dentro de la arquitectura visionaria de la
Revolución, las innovaciones de Ledoux ocupan un puesto de relieve pues estaba empeñado,
con mayor intensidad que sus colegas animados por los mismos anhelos, en hallar la
ascensión hacia un nuevo arte partiendo de las nuevas ideas. El cubo de su "casa de la Paz" le
parecía legitimado por ser aquél el símbolo de la estabilidad y la justicia y, de modo análogo,
todas las formas elementales debían parecerle signos trascendentales dotados de intrínseca
claridad. La ville naissante, la ciudad en la cual hubiera debido encontrar una vida mejor y más
elevada, estaba englobada en el puro contorno de una elipse. Cuando ya entrado en años se
asomó con mirada retrospectiva a su juventud, escribió con plena satisfacción: "La forme est
pure". No es, ciertamente, un capricho hacer derivar también la pureza de las nuevas formas
de una nueva pureza en el modo de pensar. En L'Architecture, precisamente respecto al
edificio del nuevo Derecho, el Pacifere, afirma: "El edificio que ha imaginado mi fantasía, debe
ser simple como la justicia que en él se administrará".(...)
Fiel al espíritu de Rousseau proyectó Ledoux la "Casa de la Armonía", consagrada a la idea de
fraternidad y destinada a centro educativo de la juventud futura, con diversos lugares dedicados
al reposo, e ideó también un hospicio que, según el nuevo concepto de humanidad, ofreciera
refugio al caminante alejado de la ciudad en caso de verse sorprendido por la noche o por una
tormenta. Al igual que todos los edificios comunitarios pensados para Chaux, el hospicio (un
edificio bajo, con arcadas en sus cuatro costados y articulado en torno a un patio porticado