principalmente por el desafío de las misiones domésticas. En 1832 se formó la
Unión Congregacional de Inglaterra y Gales. En el presente siglo, el
congregacionalismo inglés, galés, y escocés, contando tal vez con medio millón
en 1928, llevó a cabo un vigoroso programa de educación y otras
benevolencias, aunque dos guerras y la depresión les han costado caras.
Metodistas Ingleses.— El metodismo inglés creció más rápidamente que
cualquier otro de los grupos disidentes durante este período, al mismo tiempo
que tenía considerables dificultades por el gran número de cismas. Después de
la muerte de Juan Wesley en 1791, el metodismo se separó rápidamente de la
Iglesia Anglicana. La rígida organización eclesiástica y la disciplina del
metodismo inglés alzaron un número de protestas. Los grandes dirigentes
después de Wesley fueron Tomás Coke (1727-1814), Jabez Bunting (1779-
1858), y el contemporáneo Juan Scott Lidgett. El movimiento, por supuesto,
tuvo una divergencia original, y un grupo se volvió calvinista y el otro arminiano.
El último resultó ser el grupo dominante. En este grupo surgieron cismas, en
1797 por la representación de laicos (los metodistas de la Nueva Conexión),
en 1810 por los métodos de las reuniones de agrupaciones (metodistas de la
Conexión Primitiva), en 1815 por el evangelismo celoso (cristianos bíblicos), y
en 1828 por la música (metodistas wesleyanos protestantes). Para 1907, sin
embargo, la organización de la Iglesia Metodista Unida unió a varios de estos
grupos, y en 1932 la mayoría de los metodistas ingleses, que sumaban más de
un millón, se unieron en un cuerpo. Los metodistas de Nueva Zelandia, en la
tercera década de este siglo, sumaban cerca de 30,000, y en Australia
alrededor de 166,000. Los metodistas ingleses también recibieron severos
golpes de las dos guerras y la consiguiente declinación espiritual.
Bautistas Ingleses.— Este período final en la historia de la iglesia está
caracterizado en parte por los bautistas ingleses al empezar el moderno
movimiento misionero. El avivamiento wesleyano trajo nueva vida a los
bautistas ingleses. Los bautistas generales se beneficiaron grandemente con el
trabajo de Dan Taylor, fundador de la Nueva Conexión de Bautistas
Generales. Los bautistas particulares fueron inspirados a iniciar el moderno
movimiento misionero. Guillermo Carey, un jornalero zapatero remendón, se
hizo bautista en 1783. Aunque carecía de una educación escolar adecuada,
pudo superarse por la propia iniciativa, llegando a dominar el hebreo, griego,
latín y holandés en sus horas libres. Con la ayuda de Andrés Fuller, Juan
Sutcliffe, Samuel Pearce, y Juan Ryland, hijo, Carey organizó una sociedad
bautista misionera en Londres en 1792. El siguiente año Carey fue a la India