télica sobre ser) es análogo o polivalente, como dice
Maritain, y lleva en su seno los modos esencialmente
diversos: a se (Dios) y ab alio (creatura), per se (subs-
tancia) e in alio (accidente), sus predicados, el unum,
verum et bonum, no se llaman categorías sino transcen-
dentales, porque ellos también como el ser al que se re-
fieren y con cuyo concepto se identifican, son análogos.
Sólo después de determinar el concepto del ser, tomando
el analogado ab alio, y dividiéndolos en conceptos dis-
tintos de ens ab alio per se, y ens ab Mo in alio, ens ab
alio quantum, quale etc...) sólo entonces nuestros con-
ceptos comienzan a ser univocos, perfectos, que se pue-
den predicar por ende con todo su contenido, y sólo
entonces, por eso, comienzan las categorías.
5.— Valor de las Categorías Aristotélicas. À las
categorías aristotélicas, como conceptos abstractísimos
que son, aplicaseles la doctrina general del Estagirita del
valor de las ideas o conceptos universales, doctrina ésta,
0 de parte del lager, y tenemos la ubicación, no consideado al ciden de
Jas parts en el Jugar, lo cal € la Suación (en el loga) y de tsa mas
er, cuando, squelo de donde = toma el predcamento, tn orto sentido
Eden dl sito de quen se predica, y s certamente eo t hace 0 Meno
a como ación, porque dl princio
Hace eo Yendendo rio,
ido ‘ecole, de poten te:
a}, porque la parón termina cn el sujeto pacte”. (ln Y Mecphye.
erly stop ‘ Ph
5, Agustin expresa mis brevemente a6n esta misma docs arito-
Wien de Ins diez categoria, en el ro De Véniate (ib 5, apı 3 me 6)
org es lr cuts cdo Y modi, lo que no se ainbure come
inca, deberá auibuire como acidetes porque todas las cos que
eden pére 0 dame sobreviene coño sient: a (at ma
des las cualidades: y 10 que me dice supero de alo, como a
des, parentezcos, weridumbrer, vemejanza, Iyaldaden y coy some)
A tacón y ei hábito; Tor Topas y Hempse; atom y pastes”
170
que, como es sabido, ha sido durante siglos el centro de
las investigaciones y discusiones de la filosofía medieval,
hasta la adquisición definiva del realismo moderado de
Juan de Salisbury y sobre todo de S. Tomás.
El universal en cualquier estadio del árbol Porfi-
riano (substancia, cuerpo, viviente, animal, hombre) es
real en cuanto a su contenido, pero no en cuanto al
modo intelectual con que es representado. El id quod
repraesentant (contenido) de los conceptos y no el
modus quo reprdesentant est reale. Tal será la concisa
fórmula de la filosofía escolástica que condensará esta
doctrina.
El entendimiento a través y mediante los sentidos,
enseña Aristóteles en su tratado De Anima, llega a cono-
cer el acto, la esencia, las formas inteligibles de la reali-
dad sensible despojadas de la materia, objeto de los
sentidos.
Tal es la abstractio formalis que llaman los escolás-
ticos, Por este solo hecho de que la inteligencia abstrae
las formas de la realidad sensible, prescindiendo de la
materia, prescinde ipso facto de las motas individuantes
(ya que el principio de la individuación es para S. Tomás
materia signata quantitate), y retiene un aspecto uni-
versal de la realidad. La inteligencia, sin embargo, no
toma conciencia de la universalidad de este concepto sino
en un segundo acto, en que, volviéndose por reflexión
sobre esta primera idea y comparändola con la realidad
individual, conoce la identidad del contenido de este
concepto uno con cada uno de los individuos (unum
aptum esse in pluribus). El primer acto de la inteligen-
cia llega a la forma del ser sensible, prescindiendo de lo
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