conciencia, hagamos aquí un ejercicio de imaginación, para tener una ligera
aproximación, sólo ligera, de la debacle histórica y hereditaria que esto ha podido
llegar a generar, a nivel individual, familiar, social, educacional y colectivo;
arrastrando en masa a países enteros durante generaciones, renegociando la sombra
alimentada, tiempo después, entre pornografía cara y barata, prostitución de todos
los tipos, violencias de todos los géneros, abusos reales e imaginarios…
Movimientos de liberación sexual y bisexual, de gays y de lesbianas; sexo online a la
carta, orgías de empresa, noches locas, inconscientes “rápidos de borrachera”;
fetichismo, voyeurismo, exhibicionismo, tantrismo; bizarre, bondage, gang-band,
Latex: Sado-maso...
Nada de esto ha salido de la “imaginación convulsa del hombre”.
Todo se debe a grandes lastres acumulados, enormes cantidades de represión que
habrá de ser expresada, efecto tipo “olla a presión”, para sanar o equilibrar la
enorme sombra generada.
Desde nuestra función de “ordenadores biológicos”, todo software implementado en
nuestros sistemas operativos funcionará para el inconsciente como la realidad
misma, y ese software será el encargado de manifestar después la realidad de cada
cual, y esta función se desempeña, por atracción de resonancia mórfica, en todos
aquellos estratos superiores, que a su vez conformarán, a escala, grandes programas
o “egrégores”, y estos pasarán a tomar el relevo de las conciencias uni-personales
conectadas a la “red principal”, y alimentándola a su vez.
Así se crean dogmas, complejos sistemas de creencias y leyes artificiales que, al fin,
serán las que dominen la situación de la conciencia al completo.
Lo que funciona en todos los casos, es, simple y llanamente, información: Todo el
tiempo información. (Y recordemos que información somos, de modo que tengamos
en cuenta que todo lo relativo a este término tiene conciencia, luego vida propia, y
es, en sí, la fuerza que crea lo que entendemos por “realidad”, en cualquiera de los
casos).
El campo cuántico representado por el mundo de hoy, ha estado respondiendo a un
ponzoñoso y específico software de tipo “religioso”.
En masa, podemos asegurar que la comunidad ibero-americana (todos los países de
habla hispana y sus derivados), han participado y continúan participando de una
programación donde la confusión, devengada de separar lo sexual, de la vida natural,
ha ido engrosando, a grandes dosis, ese saco inconsciente que nace del rechazo ante
la fuerza más primigenia del universo.
Tener sexo por estrictos motivos de procreación, como ordenaban los “santos
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