PIEDAD FILIAL
Es fundamental que los guerreros se ocupen debidamente de sus padres. Si no
se ocupan de ellos es que no son buenas personas, aunque sean
excepcionalmente inteligentes, amables, y agraciados.
Me explicaré. En el “camino del guerrero” resulta esencial hacerlo todo
correctamente, desde lo más pequeño a lo más importante, desde la raíz a las
ramas, porque si no se entienden la raíz y las ramas, no habrá manera de
comprender cuál es su deber. Quien no sabe cuál es su deber difícilmente puede
considerarse un guerrero.
Entender la raíz y las ramas significa comprender que nuestros padres son la
raíz de nuestros cuerpos, y que estos, a su vez, son ramas de la carne y la sangre
de nuestros padres. Por nuestro deseo de labrarnos una posición, acabamos
descuidando a nuestros padres, que son las raíces. Este problema se debe a la
falta de comprensión de la relación que existe entre raíces y ramas.
Ahora bien, hay dos maneras de ocuparse debidamente de los padres.
Supongamos que hay padres de temperamento dulce que educan a sus hijos
con ternura y afecto, proporcionándoles lo necesario, que les casan bien, y que
luego se retiran, dejándoles bien situados, con los recursos necesarios. Para los
hijos de unos padres así, cuidar a sus progenitores no tiene nada de particular ni
admirable.
Si con aquellos que, aunque ajenos a la familia, nos han tratado bien y
ayudado en lo personal, o en cuestiones económicas, no tenemos reparos a la
hora de devolverles los favores, ayudándoles, ¡cómo vamos a olvidarnos de
nuestros padres, considerando la profundidad del amor que nos han demostrado
en todas las ocasiones! Por eso es por lo que digo que la piedad filial normal no
tiene nada de extraordinario.
Ahora bien, supongamos que hay padres que son renegones, malhumorados y
discutidores, que insisten en llevar la casa y se niegan a ceder, que son
inoportunos, desconsiderados y exigentes, y encima que se quejan a otros de
que son vejados y maltratados por sus hijos, arruinando así la reputación de
estos. Honrar a padres tan poco considerados, tomarse la molestia de prestarles
atención, lamentar su envejecimiento y cuidarles con sinceridad, sin asomo de
negligencia, es el objeto de todo hijo respetuoso.
Cuando un guerrero, imbuido de este espíritu, se pone bajo las órdenes de un
señor feudal y se convierte en funcionario, comprende lo que significa la lealtad
y el deber. Cuando a su señor feudal le va bien, eso no tiene mérito, pero
17