Las investigaciones han demostrado en tanto que existe, desde un abordaje estrictamente
psicologista, una condición fundamental para la exteriorización -o no- de tales fenómenos: la mayor o
menor rigidez de los Mecanismos de Defensa del Yo.
Sin ánimo de convertir este capítulo en un ensayo monotemáticamente psicológico, recordemos
simplemente a título orientativo, que además de los niveles "Consciente e Inconsciente" (Individual y
Colectivo) del ser humano, existe, entre ellos dos, un crepuscular estadio que conocemos con el
nombre de "Preconsciente". Es imperativo recordar que en él se asientan los Mecanismos de Defensa,
definibles como las instancias psíquicas -unas innatas, otras adquiridas vivencialmente- que actúan de
"filtro", protegiendo por un lado al Inconsciente de múltiples y pequeñas agresiones, que no por ser
cotidianas y de poca monta, dejarían de producir, por acumulación, efectos perniciosos en nuestro
carácter, conducta y personalidad. Por otro lado, esos mecanismos impiden que aflore al Consciente
todo ese reservorio de imágenes, recuerdos, palabras, olores, números, sabores, placeres y pesares
que duermen en nuestro Inconsciente. Como es natural comprender, cualquiera puede imaginar qué
ocurriría si, por ejemplo, mientras me concentro para escribir estas líneas, mi atención consciente se
viera inundada por todos los recuerdos acumulados en mis cuatro décadas de vida: no sólo me
resultaría absolutamente imposible seguir trabajando, sino que, muy probablemente, enloquecería
rápidamente al desgarrarse mi capacidad de atención, tratando de focalizarse en miles de estímulos y
sensaciones simultáneos. Así, mi Preconsciente actúa como esos filtros unidireccionales que permiten,
verbigracia, al paso de un fluido en una dirección pero lo inhiben en la contraria. En este caso, toda
esta información psíquica pasa y es acumulada en mi Inconsciente, pero esa válvula que es el
Preconsciente no permite, en cambio, que información depositada con anterioridad en el Inconsciente
"salte a la consciencia", al menos, por supuesto, que sea a requerimiento de mi voluntad, cuando
busco un dato en mi memoria en función de mis necesidades.
Otra de las aptitudes del conjunto de estos mecanismos es la de "protegernos" contra factores
circunstanciales que, por el aspecto estresante de su irrupción en nuestra vida mental, podría
ocasionar severos prejuicios. Algunos de esos mecanismos son los siguientes: "Negación,
Racionalización, Represión, Desplazamiento»:
• Negación: Es la tendencia instintiva a no aceptar determinados hechos, aún cuando las
evidencias estén a nuestro alcance, en tanto, nuestro Inconsciente no los asimile lentamente.
• Racionalización: Es explicar lo desconocido en términos de lo conocido.
• Represión: Es ocultar, al extremo de no recordar, excepto en particulares situaciones
detonantes, específicos traumas sufridos en momentos variados de la vida.
• Desplazamiento: Es transferir a un objeto, individuo o situación, los contenidos inherentes a
otro objeto, persona o situación, etc.
Pues bien, se ha observado que cuando un individuo tiene sus mecanismos de defensa del yo
débiles, ya sea por problemáticas psicológicas, falta de educación
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o flexibiliza los mismos por el
esfuerzo consciente y voluntario de un prolongado entrenamiento, los contenidos inconscientes,
naturalmente, no encuentran tantas barreras para "salir al exterior", siendo ésta -entre otras- la causa
de disfunciones mentales, como las ya referidas. Se comprende así que, en tales personas, tal como
emanan esos contenidos inconscientes, también puede hacerlo la Potencialidad Parapsicológica,
precisamente porque, como refiriera, su situación es la del área no consciente.
13- En el sentido de que en ocasiones, la formación académica, universitaria, rigidiza y fosiliza el raciocinio del sujeto, que cambia una
religión por otra, la de la iglesia por la del laboratorio, y en su necesidad de alcanzar la paz de espíritu que supone saberlo todo, toma las
opiniones de sus docentes como una verdad revelada.