influencia que debe forzosamente ejercer sobre las ideas. Por otra parte, él es anunciado claramente
en los Hechos de los Apóstoles: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi espíritu sobre
toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán.”
Es el anuncio inequívoco de la vulgarización de la mediumnidad, que se revela en nuestros
días en individuos de toda edad, sexo y condición y, en consecuencia, de la manifestación universal
de los espíritus, ya que sin espíritus no habría médiums. Tal cosa, se dice: llegará en los postreros
días. Ahora bien, ya que no llegamos al fin del mundo, sino, por el contrario, a su regeneración,
debemos entender tales palabras como: los postreros días del mundo moral que termina (El
Evangelio según el Espiritismo, cap. XXI).
El juicio final
62. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él,
entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y
apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a
su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces
los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o
sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te
cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les
dirá: De cierto os digo en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y
no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis;
enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también le responderán diciendo: Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te
servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno
de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida
eterna” (San Mateo , 25:31 a 46 y El Evangelio según el Espiritismo , cap. XV).
63. El bien debe reinar sobre la Tierra, pero para ello es preciso que los espíritus
endurecidos en el mal, y que podrían ocasionar disturbios, sean excluidos de ella. Dios les dio el
tiempo suficiente en ella para mejorar. Pero habiendo llegado el momento en que este planeta debe
elevarse en la jerarquía de los mundos, por el progreso moral de sus habitantes, la estancia como
espíritus y como encarnados les será prohibida a quienes no hayan aprovechado las instrucciones que incluso recibieron de él. Serán exiliados en mundos inferiores, como lo fueron en otra época
sobre la Tierra los componentes de la raza adámica, al paso que serán reemplazados por espíritus superiores a ellos. Esta división será presidida por Jesús, y ella es descrita por estas palabras del
juicio final: “Los buenos pasarán a mi derecha, y los malos a mi izquierda” (cap. XI, n.º 31 y ss.).
64. La doctrina de un juicio final, único y universal, poniendo punto final para siempre a la
Humanidad, repugna a la razón, en el sentido de que implicaría la inactividad de Dios durante la eternidad que precedió a la creación de la Tierra y durante la eternidad que seguirá a su destrucción. Surge una pregunta, ¿de qué utilidad sería entonces el Sol, la Luna y las estrellas que, según el
Génesis, fueron hechos para iluminar a nuestro mundo? Sorprende que una obra tan inmensa haya
sido levantada por tan poco tiempo y en beneficio de seres destinados, en su mayor parte y
anticipadamente, a los suplicios eternos.
65. Materialmente, la idea de un juicio único era, hasta cierto punto, admisible para quienes no buscaban la verdad de las cosas, cuando se creía que la Humanidad entera se hallaba
exclusivamente sobre la Tierra y que todo, en el Universo, había sido hecho para sus habitantes. Es