Agradecimientos
En 2005, tres años después de que muriera nuestra hija Grace, mi esposo
Lorne, mi hijo Sam y yo viajamos a Changsha, China, a la provincia de Hunan,
para traer a casa a nuestra hijita, Annabelle. Tengo que dar las gracias a mucha
gente por habernos ayudado en nuestro viaje, pero ante todo a Lorne y Sam.
También a mi madre Gloria Hood, a la tía June, a la tía Dora y al tío Chuck, a mi
sobrina Melissa Hood, a mi suegra Lorraine Adrain y a mis primas Gina
Caycedo y Gloria-Jean Masciarotte, los cuales, en muchos sentidos, recorrieron
ese camino con nosotros. Nuestra adopción se hizo posible a través de China
Adoption with Love, de Brookline, Massachusetts, y tengo una eterna deuda de
gratitud con su directora, Lillian, y nuestra trabajadora social, Stephanie. Gracias
también a Sharon Ingendahl, Amy Green, Mary Sloane, Coral Burgeois, los
Thacher (Sarah, Andrew y Olivia), Ned y Polly Handy, Helen Schulman, Tracey
Minkin, Francés Carpenter, Lisa Van Allsburg y Nancy Compton, todos los
cuales nos ayudaron de algún modo a llegar a China y dieron la bienvenida a
nuestra familia de vuelta a casa. Agradezco el consuelo que nos brindaron Matt
Davies, Faith Pine y Dan Moseley y nunca lo olvidaré.
Las historias de adopción de esta novela son una obra de ficción, todas ellas
producto de mi imaginación. Para ponerme en antecedentes sobre China y sus
hijas abandonadas leí The Lost Daughters of China, de Karin Evans, y Wanting a
Daughter, Needing a Son de Kay Ann Johnson.
En China viajamos con diez familias que también trajeron a sus hijas a casa,
y deseo darles las gracias por compartir ese momento de su vida con nosotros.
Un agradecimiento especial a los Sitrin, Steven, Laura y Shira, que siguen
celebrándolo con nosotros. Kerrie Hoban y Mary Héctor me ayudaron