Un ermitaño o eremita es una
persona solitaria que rehúye la
compañía de los demás.
Ermita procede del latín
eremīta que a su vez deriva
del griego ρημίτης o de
ἐ
ρημος que significa
ἔ
«desierto».
De hecho, el ermitaño –con
éste o cualquier otro nombre-
es un personaje que se da en
todo tiempo y lugar, así tanto
en el cristianismo, como en el
Islam, en el hinduismo,
budismo, taoísmo, etc.,
existen éste tipo de figuras.
Además, tenemos más que
indicios de que entre los
Druidas, pero también entre
griegos y romanos, judíos, en
las religiones mesoamericanas,
incluso entre los pueblos de las
grandes praderas
norteamericanas y de las
sabanas africanas, siempre ha
habido ermitaños y los
continúa habiendo.
El ermitaño era el nombre dado
en Occidente, desde el S.III al
V, a miles de personas llenas de
fervor religioso que, ya para
huir de las persecuciones, o
bien para entregarse con toda
libertad a la vida contemplativa
y penitente, se refugiaron en
los desiertos de la Tebaida y
comarcas vecinas en Egipto.
Sucesivamente se denominará
así a todos los que se retiraron
a lugares solitarios,
abandonaron sus pertenencias,
familias y estilo de vida, para
vivir aisladas.
Se dice que el primer ermitaño
fue Pablo el Egipcio que vivió
noventa años en el desierto
(desde 250 a 340) y después de
él se citan a San Palemón, San
Antonio Abad, San Jerónimo,
Simón el Estilista, etc.
Originalmente el ermitaño era un
monje que fijaba su misión en el
cuidado y protección de una ermita
dedicada a algún santo y, por lo
general, en algún territorio
despoblado y poco visitado. El retiro
del ermitaño se consideraba parte de
su vida espiritual y de su entrega
cristiana. Según ciertas leyendas
algunos de estos eremitas eran
encerrados voluntariamente en una
sala situada en lo alto de las
ermitas. Estas salas carecían de
puertas o de algún otro medio para
entrar o salir, únicamente poseían
una ventana pequeña por la que
entraba algo de luz y por la cual la
gente le subía comida y bebida
utilizando una polea.
También se ha dado el nombre de
ermitaños a ciertas órdenes
religiosas como las de San Pablo,
San Jerónimo o San Agustín. Los
cartujos y los camaldulenses llevan
igualmente vida eremítica.
Ermitaño según un grabado persa
Derviche de Pakistan
Sanyasin hinduista
Saddhu instalado
bajo la protección
de un árbol
Ermitaño budista en el Himalaya.
Monje – ermitaño
taoísta en China
Ermitaño taoísta
Ermitaño taoísta
Grabado tradicional de
un ermitaño en China
Diógenes en la
antigua Grecia.
Ermitaño – Curandero de los
Sioux Lakota
El padre Basil, de 66 años, luenga y poblada barba,
un erudito conocedor de lenguas tan dispares
como el árabe, el alemán o el hebreo, es en la
actualidad el único habitante de las doce ermitas
que hay en Montserrat.
- A fines del siglo XX, en una sociedad volcada al
consumismo, ¿es posible vivir ascéticamente, como
un ermitaño?
- Para el hombre que quiere hacerlo todo es
posible con la ayuda de Dios. Existe una gracia, un
no sé qué, un amor, que me da fuerzas para ir
descubriendo que se puede vivir feliz sin tener que
satisfacer tantas necesidades. Hay mucha gente
que cree que si no tiene esto o lo de más allá no
puede ser feliz. Y entonces, cuando quizás lo
consigue tras muchos esfuerzos llega la pregunta:
"¿Y ahora qué?¿Más cosas?".
- ¿Y usted se ha contestado esta pregunta?
- Vivir. No se trata de filosofar ni de hacer un
discurso, Estás aquí ¿Qué más quieres? Respiras.
Tu corazón palpita. ¿Qué importa ayer? ¿Qué
importa el mañana? Estás aquí. Entonces ríe, ríe a
reventar. Tienes lo indispensable. No te hace falta
ni más ni menos.
Ermitaño moderno en el
Himalaya.
Imagen del Arcano
9 - El Ermitaño, del
Tarot Rider - Waite
Imagen muy conocida
que figuraba en la
portada de un disco de
la banda de Rock Led
Zeppelin
Un anciano (lo ancestral, lo antiguo de carácter
sagrado) vestido con un hábito (símbolo exterior de la
actividad espiritual), de color gris o grisáceo (el color de la
discreción o de la ocultación, aunque no hay que olvidar
que el recién nacido vive en gris y que gris es el color de la
ceniza y de la niebla; los hebreos se cubrían de ceniza para
expresar un intenso dolor y en la Edad Media los cristianos
para hacerse perdonar los pecados). En su mano
izquierda, aquella que se conecta con el hemisferio
intuitivo y la creación, un báculo, símbolo de la
peregrinación (el viaje al centro místico), que le sirve como
apoyo en la andadura pero también como arma y sobre
todo como arma mágica: hay quien lo compara con la
varita del hada y el palo de la escoba de la bruja, vehículo
de su viajes a través de los planos y los mundos… ¿Pero
sobre qué territorio anda? ¿Son las cumbres heladas de las
montañas? ¿o eran, acaso, las álgidas olas del proceloso
mar? El blanco, es el color del paisaje -considerado éste en
sentido ritual- por el cual se opera la mutación del ser,
según el esquema clásico de toda iniciación: muerte y
renacimiento. El blanco -candidus- es el color del
candidato, de aquel que va a cambiar de condición… Y el
blanco dice Kandinsky <<actúa sobre nuestra alma como el
silencio absoluto… Así resonó tal vez la tierra, blanca y fría,
en los días de la época glaciar>>.
¿Qué nos está diciendo esta carta? Nos
habla de muchas cosas. Por lo pronto de
algo que se adquiere con el tiempo, ya que
quien aparece en la imagen no es un niño
sino un anciano. Se trata de una persona
que ha invertido tiempo en la búsqueda de
algo. ¿Por qué una búsqueda? Porque lleva
un candil encendido, y además un bastón
para que le sirva de ayuda en los
momentos necesarios.
La luz suele interpretarse como el
conocimiento, la sabiduría. Y sí, este
hombre se ha lanzado a la búsqueda de la
sabiduría, y para ello no ha tenido ningún
problema en permitir el paso del tiempo,
pero un tiempo en el que no se ha quedado
parado a esperar, sino que ha emprendido
la marcha.
Y lo que es más, no le ha importado
emprender el camino solo si no encuentra a
nadie que quiera acompañarlo. Nadie va a
detenerlo en esta búsqueda del
conocimiento y de lo espiritual. A pesar del
frío que implica esa temporal soledad, tiene
herramientas más que suficientes para
vencerlo y alcanzar su meta.
El tiempo de El Ermitaño es un
tiempo sagrado, es tiempo de
recogimiento, momentos mágicos
en los que necesitarás aislarte.
Cuando sientas esa necesidad de
aislamiento es entonces cuando las
fuerzas de El Ermitaño están
actuando sobre ti, modificando la
estructura de tu mente, adaptando
tu cuerpo a las nuevas verdades, a
los nuevos conocimientos
espirituales que has de incorporar
en ti. Es la percepción del
relámpago iluminador, la
experiencia mística del éxtasis.
Todas las personas que te hayan
introducido en el conocimiento de
verdades espirituales son
representantes de mi Arcano.
Los libros que sobre materias
espirituales o esotéricas has leído,
la baraja de Tarot que posees, los
autores de esos libros, los
profesores de los cursos que sobre
temas de naturaleza trascendente
has realizado, son también
emisarios de El Ermitaño.
En el Arbol de la Vida me
encuentro en el camino
entre “Chesed” (Bondad –
Júpiter) y Tipheret (Belleza
– El Sol).
Si tratamos de interpretar
esto, notamos como se
logra aplacar el “ego”
(sentido de importancia de
la materia) gracias a estas
dos esferas, de la belleza y
la bondad.
En Magia Cabalística me
utilizan en meditación para
ayudar a encontrar la
vocación (el talento innato).
Todos venimos con una
semilla especial, diferente y
única, y si te detienes a
meditar en mi, encontrarás
cual es tu misión en la vida,
o mejor dicho, que rol
viniste a interpretar en el
escenario de la vida
El Ermitaño según el
Tarot de Marsella
La forma en que se representa el Ermitaño del Tarot de Marsella hace
hincapié en su capacidad para operar una transición suave entre la
salida y el retorno. Aunque es un solitario, utiliza el hábito de una
orden religiosa con la que, por supuesto, debe mantenerse en
contacto, y pone de relieve su capacidad para moverse con facilidad
entre dos mundos.
Como el ritmo de la respiración de la vida se mide por la inhalación y
la exhalación, la necesidad de introversión sigue un patrón rítmico
similar. El Ermitaño parece que se mueve de manera constante,...
Podría ser que él nos esté diciendo que la vida es un proceso, no un
problema, que el Tao es un viaje, no un objetivo.
Con una linterna para guiar sus pasos, el ermitaño no necesita de
casa. No está sobrecargado con los bienes personales.
Es evidente que su luz brilla para los demás también, pero no
intencionalmente.
Hoy, quizás más que en cualquier momento anterior de la historia,
estamos pisando un terreno totalmente nuevo. En nuestro mundo no
hay caminos fijos, no hay una única luz central utilizable por todos.
Tal vez la oscuridad comienza a disiparse para que el mensaje
silencioso del ermitaño puede brillar más brillante para todos
nosotros: "Cada uno de nosotros debe descubrir su propia luz
interior”. Me gusta pensar que el papel del ermitaño es devolver
parte del fuego sagrado a su fuente. Eso es lo que hace cada uno de
nosotros cuando se recrea el Espíritu.
¿Hay alguien ahí? El Ermitaño está esperando nuestra respuesta.
Cerl G. Jung.
El mismo Jesús de Nazareth, fue durante un tiempo Ermitaño en el desierto, como tantos
otros, antes de regresar a las multitudes a llevar su Mensaje.
Por eso no puede
extrañarnos encontrar
una imagen como ésta
en la que Jesús es
representado con los
mismos atributos del
Ermitaño.
A continuación
podéis ver algunas
de las
representaciones
del Arcano 9 El
Ermitaño que he
podido encontrar
en la web.