LA CIERVA DORADA DE CERIN IA
Por: Martina Valor Gálvez
ÍNDICE:
¿Quién es?
¿Cómo es?
Origen
Leyenda
¿QUIÉNES?
La Cierva de Cerinia era una criatura fantástica de la
mitología griega. Fue el tercero de los trabajos de
Heracles.
Era la corza (cierva) más divina nunca antes vista, su
tamaño era igual o más grande que el de un toro pero
con mucha más majestuosidad.
¿CÓMOES?
La Cierva de Cerinea tenía pezuñas de bronce,
cornamenta (cuernos) de oro y un pelaje
divino.
La cierva era muy veloz.
ORIGEN
El coloso Atlas(titán condenado a cargar sobre sus
hombros el cielo) y la ninfa Pléyone (oceánide) tuvieron
siete hijas, las ciervas.
Estas ciervas vivían en los bosques eran cortejo de la
diosa Artemisa(diosa de la caza, los bosques y los
animales).
La diosa trató de capturarlas sin causarles ningún
daño, su intención nunca fue lastimarlas sino más bien
amansarlas para que éstas fuesen dignas de acarrear
con su carroza. Solo pudo adoptar cuatro, una de ellas
era tan ágil y veloz que no pudo alcanzarla.
LEYENDA
A Heracles se le pidió subir
al monte de Cerinea y
batallar con la bestia de
enormes cuernos pero sin
lastimarla, su misión no
simplemente consistía en
superar al animal en
velocidad, también en
desafiar a la gran
Artemisa.
Al ver al ser vivo mitológico no
podría creer lo que veía, lo
primero que le sorprendió fue
la anchura de su pecho y el
gran tamaño del gigantesco
venado, aún más grande que
un caballo, además tenía unas
patas desafiantes y firmes.
Lo que más le sorprendió
fueron las temerosas pezuñas
de bronce y el reluciente brillo
dorado de sus afilados cuernos
de oro, lucían como una
corona que indicaba que
realmente era majestad en el
bosque.
Durante semanas Heracles parecía como si estuviese
viendo reflejos paranormales, el animal era tan veloz que
apenas lograba ver su borrosa silueta. El hombre era muy
bueno con su arco, pero sabía que ninguna flecha podía
siquiera rozarle el pelaje porque con sus agudas orejas lo
podía escuchar todo.
Las semanas se convirtieron en meses y los meses en un
agotador año, en esa época se enfrentó a otras pruebas que
lo rodeaban, violentos ríos, desoladas praderas y altísimas
cordilleras.
Un buen día, la enorme cierva calmó su sed tomando la
fresca agua del rio Ladón en el monte Artemiso. Herácles
sin importarle lo cansado que estaba, aprovechó y lanzó
una especie de red para engancharla desde lejos.
Con movimientos bruscos luchaba la cierva con su enemigo,
la gran red que no la deja salir, y no le quedó más remedio
que darse por vencida tras la agotadora lucha, entonces
cedió e inclinó la cabeza frente a Herácles.
Tras comprobar que el animal no tenía un solo rasguño
Artemisa le mostró clemencia y se comprometió a dejarla en
libertad cuando Heracles hubiese demostrado que había
cumplido con su misión, que había sido capaz de dominarla.