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LA CHELITO
La diferencia abismal entre Joaquín Belda y el resto de escritores eróticos, sicalípticos, es
que Joaquín Belda es un gran escritor a secas, que de vez en cuando cuela espectaculares
polvos, polvazos. Su hiper-fluida técnica de narración cinematográfica, con toques de
documental hiper-realista, es profundamente moderna, envolvente, te mete de lleno en la
historia como espectador privilegiado, como testigo presencial, desde el primer párrafo,
desde el primer plano secuencia, como Henry Hathaway. Y que nadie asimile
cinematográfica con descriptiva, con vulgar realismo, Joaquín Belda no es un simple
retratista de los bajos fondos, es un estilista, un creador de lenguaje, sus eufemismos
sexuales son un alarde de ingenio, de humor. La España miserable, atrasada, desencantada,
de Belda, es la misma España miserable, atrasada, desencantada, de los escritores del 98,
pero su enfoque libertario, desprejuiciado, extrae belleza, vitalidad, de la sordidez, de la
mezquindad. Su risa no es condescendiente, irónica, es comprensiva, liberadora, redentora,
suicida. Su sexo, en todas las vertientes posibles, heterosexual, homosexual, lésbico, sádico,
etc., es festivo, expansivo, no hay sentimiento de culpa ni límites morales, estéticos, es puro
goce, diversión, presente. Belda muestra la vida sin velos, sin condón, sin adoptar la
distancia del voyeur, del mero espectador, es al lector al que le corresponde criticar,
analizar, si es que consigue que la sangre le llegue a la cabeza.