Con la doctrina hecha por el hombre de la elevación de obispos a un lugar que no se les
concedió en la Escritura, el siguiente paso fue el otorgamiento de títulos categorizados
que llegó a ser unajerarquía religiosa; porque pronto había arzobispos sobre los
obispos y cardenales sobre los arzobispos y para el tiempo de Bonifacio III había un
papa sobre todos, un Pontífice.
Con la doctrina Nicolaíta y la mezcla de Cristianismo con Babilonismo los resultados
tenían que ser lo que vio Ezequiel en el capítulo 8:10: "Entré, pues, y miré; y he aquí
toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que
estaban pintados en la pared por todo alrededor". Apocalipsis 18:2: "Y clamó con voz
potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de
demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación".
Ahora esta doctrina Nicolaíta, esta regla que fue establecida en la iglesia no le cayó bien
a la gente, porque ellos podían leer la rara epístola o ensayo sobre la Palabra, escrita
por alguna persona piadosa. Así que ¿qué hizo la iglesia? Excomulgó a los maestros
justos y quemó los pergaminos. Ellos dijeron: "Se necesita una educación especial para
leer y entender la Palabra. Pues aun Pedro dijo que muchas cosas que Pablo escribió
eran difíciles de entender". Habiendo quitado la Palabra de la gente, pronto se llegó a
que las personas solamente oían lo que el sacerdote tenía que decir, y hacían lo que él
les decía. A eso llamaron Dios y Su santa Palabra. Ellos tomaron control de las mentes y
de las vidas de la gente y los hicieron siervos de un sacerdocio despótico.
Ahora, si Uds. quieren pruebas de que la Iglesia Católica demanda las vidas y las mentes
de los hombres, sólo escuchen el edicto de Teodosio X. El Primer Edicto de
Teodosio. Este edicto fue promulgado inmediatamente después de que él fue bautizado
por la Primera Iglesia de Roma. "Es la voluntad de nosotros, los tres emperadores, que
nuestros súbditos se adhieran firmemente a la religión que fue enseñada por San Pedro
a los Romanos, la cual ha sido fielmente preservada por la tradición y la cual es ahora
profesada por el pontífice Dámaso de Roma, y Pedro, obispo de Alejandría, un hombre
de santidad Apostólica según la institución de los Apóstoles, y la doctrina del Evangelio;
creamos en una Deidad del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, de igual majestad en la
Santa Trinidad. Nosotros ordenamos que los seguidores de esta fe sean llamados
Cristianos Católicos; llamamos a todos los seguidores insensatos de las otras religiones
con el nombre infame de herejes, y prohibimos que sus reuniones ilegales asuman el
nombre de iglesias. Además de la condenación de la justicia divina, ellos deben esperar
el grave castigo que nuestra autoridad, guiada por la sabiduría celestial, vea
conveniente aplicar..."