LA HUMANIDAD CONVERSA AMIGABLEMENTE CON LA MÁQUINA.

ManfredNolte 1 views 4 slides Oct 12, 2025
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La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una presencia cotidiana. Ya no asombra su capacidad de escribir, traducir o programar, sino el uso masivo y silencioso que los ciudadanos hacen de ella.


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LA HUMANIDAD CONVERSA CON LA MÁQUINA.
Manfred Nolte
La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una
presencia cotidiana. Ya no asombra su capacidad de escribir, traducir o programar, sino
el uso masivo y silencioso que los ciudadanos hacen de ella. A eso se dedica el primer
estudio exhaustivo publicado por OpenAI y el National Bureau of Economic Research
(NBER), un trabajo de siete autores liderados por David Deming, profesor de Harvard,
que rastrea nada menos que un millón y medio de conversaciones anónimas con
ChatGPT entre 2022 y 2025. El resultado es una radiografía global de cómo la
humanidad está empezando a hablar con la máquina.
El informe revela que uno de cada diez adultos en el planeta ha utilizado ChatGPT de
forma directa, una cifra que ningún avance tecnológico reciente había alcanzado tan
deprisa. Y también que el perfil del usuario se ha ampliado: si al principio eran sobre
todo hombres con formación técnica, hoy el mapa es más equilibrado por género y nivel
de renta, con un crecimiento más rápido precisamente en los países de ingresos bajos y
medios. En apenas tres años, la inteligencia artificial ha pasado de los laboratorios a los
bolsillos.
Pero lo más interesante no es quién usa ChatGPT, sino para qué. Según el estudio, casi
tres cuartas partes de las conversaciones se concentran en tres grandes categorías:
“buscar información”, “pedir orientación práctica” y “escribir”. En conjunto representan
el 80 % del tráfico, lo que sugiere que la IA se ha convertido en una suerte de asistente
universal para resolver dudas, planificar tareas o redactar textos. El uso profesional —
unos tres de cada diez intercambios— crece de forma sostenida, aunque el ocio y la
curiosidad personal crecen todavía más deprisa.
El hallazgo tiene su ironía: el invento más sofisticado de nuestra era se emplea
mayoritariamente para cosas corrientes. La gente no programa sistemas expertos, sino
que pide consejos, mejora un correo o busca inspiración para una receta. La revolución
de la IA, al menos por ahora, es prosaica: no sustituye el trabajo humano, sino que lo
acompaña en sus rutinas. La propia OpenAI reconoce que el gran valor económico del

modelo no está tanto en hacer tareas, sino en ayudar a decidir mejor: proporcionar
apoyo cognitivo, claridad o juicio, en especial en profesiones de conocimiento.
Otros estudios refuerzan esta idea. Un equipo de economistas norteamericanos
encabezado también por Deming constató que la adopción de la IA generativa ha sido
más rápida que la del ordenador personal o Internet en sus comienzos. En Estados
Unidos, cerca del 40 % de la población adulta la ha probado y un 10 % la utiliza a diario
en el trabajo. La consultora Gallup coincide: el uso laboral de la IA se ha duplicado en
dos años, pasando del 21 % al 40 %. Y entre los desarrolladores informáticos —los
primeros expuestos—, más de la mitad reconoce emplearla cada jornada, según la
última encuesta global de ‘Stack Overflow’.
Lo que empieza a dibujarse, por tanto, es una nueva frontera entre el trabajo y el ocio
digital, más difusa que nunca. Una misma herramienta que sirve al abogado para
resumir un contrato sirve al estudiante para preparar un examen o al jubilado para
planear un viaje. El estudio del NBER lo refleja con una fórmula simple: un 30 % del
uso es laboral y un 70 %, no laboral. Pero ambos crecen. La IA, en cierto modo, está
borrando la distinción entre productividad y entretenimiento, entre pensar para producir
y pensar para la diversión.
También la geografía del uso se ha transformado. En los países de renta baja el
crecimiento es cuatro veces más rápido que en los de renta alta, impulsado por la
gratuidad de las versiones básicas y la escasez de barreras lingüísticas. La
democratización digital, tantas veces prometida y tantas veces fallida, parece
materializarse aquí con una velocidad inesperada. En 2022 la brecha de género era
pronunciada —apenas un tercio de los usuarios eran mujeres—; hoy ellas representan
más de la mitad. La IA se está popularizando y vela por el equilibrio de género.
Claro que los números tienen sus sombras. Encuestas recientes del Pew Research Center
muestran que más de la mitad de los adultos norteamericanos aún no usa IA de forma
consciente, y muchos ni siquiera saben que conviven con ella a través de buscadores,
redes o navegadores. Existe una ‘brecha de percepción: se usa más de lo que se cree,
pero se comprende menos de lo que se usa. Otros trabajos, como los realizados en
universidades británicas, apuntan a que los estudiantes declaran menos horas de uso de
las que realmente emplean, acaso porque consideran la IA un apoyo clandestino, no una
herramienta formal de estudio.
En el ámbito empresarial, la adopción avanza con prudencia. Las grandes compañías
tecnológicas ya la integran en sus procesos, pero las pequeñas y medianas empresas
siguen atrapadas entre el interés y la desconfianza. Les faltan recursos, formación y
certezas legales. Los investigadores europeos que han analizado este fenómeno —entre
ellos Heimberger y Schwaeke— hablan de ‘adopción condicionada’: la IA no penetra
por decreto, sino cuando se alinean incentivos, cultura corporativa y utilidad visible. De
momento, el entusiasmo está más en los individuos que en las organizaciones.
Hay, además, una dimensión humana que ningún algoritmo captura. Varios
experimentos, uno de ellos con ingenieros de Google, muestran que la ayuda de la IA
puede reducir el tiempo de trabajo en torno a un 20 %, pero también que la supervisión
humana sigue siendo insustituible. Otros estudios observan un fenómeno curioso: los
usuarios más asiduos desarrollan una cierta vinculación emocional con la máquina, una

mezcla de costumbre y confianza. No es exactamente dependencia, pero sí una relación
funcional nueva: el ordenador deja de ser herramienta y se convierte en interlocutor.
El reto, por tanto, no es solo técnico, sino cultural. Estamos aprendiendo a convivir con
una inteligencia distinta que se acomoda a la nuestra. La IA no nos quita la palabra: nos
obliga a pensar mejor lo que decimos. Nos enfrenta, de manera insospechada, a un
espejo mental que refleja tanto nuestras preguntas como nuestras limitaciones. Quizá
por eso el estudio de OpenAI concluye que su mayor aportación no es el ahorro de
tiempo, sino el ‘soporte a la decisión’, una forma elegante de decir que nos ayuda a
razonar y a construir.
La historia de la tecnología enseña que cada gran invención redefine lo que entendemos
por trabajo y por conocimiento. La imprenta multiplicó la memoria; Internet, la
información. La inteligencia artificial multiplica la interacción. Y, como toda revolución
silenciosa, empieza en lo cotidiano: en una conversación cualquiera, en un texto que
alguien pide mejorar, en una duda resuelta sin buscar demasiado. Quizá dentro de unos
años recordemos este tiempo como el momento en que la humanidad empezó, sin darse
mucha cuenta, de forma espontánea, a conversar con la máquina.
Referencias
Bick, A., Blandin, A., & Deming, D. J. (2024). The Rapid Adoption of Generative AI.
Center for Economic Policy Research / NBER Working Paper.
https://ctstate.edu/images/Forms-Documents/AI-presidential-fellows/The-Rapid-
Adoption-of-Generative-AI.pdf
Chatterji, A., Cunningham, T., Deming, D. J., Hitzig, Z., Ong, C., Shan, C. Y., &
Wadman, K. (2025). How People Use ChatGPT (NBER Working Paper No. 34255).
National Bureau of Economic Research.
https://www.nber.org/papers/w34255
Gallup. (2025). Use of Artificial Intelligence at Work Has Nearly Doubled in Two
Years. Gallup Workplace Analytics Report.
https://www.gallup.com/workplace/691643/work-nearly-doubled-two-years.aspx
Heimberger, D. (2024). Determinants of Artificial Intelligence Adoption in the
European Economy. AI & Society, 39(2), 411–433.
https://link.springer.com/article/10.1007/s10799-024-00436-z
Hou, X., et al. (2024). Understanding Student Engagement with Generative AI Tools: A
Longitudinal Study. arXiv preprint arXiv:2412.16453.
https://arxiv.org/abs/2412.16453
OpenAI. (2025, September 15). How People Are Using ChatGPT. OpenAI Research
Publication.
https://openai.com/index/how-people-are-using-chatgpt
Pew Research Center. (2025, April 3). Artificial Intelligence in Daily Life: Views and
Experiences.

https://www.pewresearch.org/internet/2025/04/03/artificial-intelligence-in-daily-life-
views-and-experiences
Schwaeke, F., Lechner, M., & Dauth, T. (2025). AI Adoption in SMEs: Barriers,
Drivers, and Economic Implications. Journal of Economic Studies, 52(1), 87–106.
https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/00472778.2024.2379999
Stack Overflow. (2025). Developer Survey 2025: Artificial Intelligence Usage.
https://survey.stackoverflow.co/2025/ai
U.S. Federal Reserve Board. (2024, February 5). Measuring AI Uptake in the
Workplace (FEDS Notes).
https://www.federalreserve.gov/econres/notes/feds-notes/measuring-ai-uptake-in-the-
workplace-20240205.html
Zhang, Y., & Roberts, M. (2024). AI Assistance and Worker Productivity: Evidence
from Software Engineers. arXiv preprint arXiv:2410.12944.
https://arxiv.org/abs/2410.12944