Leyder Lasprilla
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Así mismo, un rasgo muy característico de ellos es el de considerarse por encima de los demás, cuando
en lo único en lo que son superiores es en materia de ignorancia (allí no les gana nadie). De acuerdo
con su ignominiosa mentalidad, nadie está por encima de ellos en lo relativo a lo bello, lo bueno y lo
verdadero. Por eso, verdadero es solo lo que ellos dicen, bueno es únicamente lo que ellos hacen y
bello es solo lo que ellos sienten. Pero lo que sienten los demás es feo, lo que hacen los demás es malo
y lo que dicen los demás es falso. He aquí la razón por la cual asumen posturas de “grandes críticos”
del arte, la moral y la ciencia, cual filósofos legendarios (al estilo de Plotino o Kant), a la hora de hacer
sus intervenciones lingüísticas ante los demás. Platón, llamándole la atención a Aristóteles, su
discípulo, les queda pequeño a estos farsantes del saber cuando asumen posturas de “maestros” ante
sus semejantes
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. Así, se los ve frunciendo el ceño cuando van a decir algo sobre las causas de una
gripa, tocándose la barbilla con una de sus manos al expresar sus pensamientos acerca de la diferencia
entre valores y principios o mirando el horizonte con “profundidad” antes de expresar lo que
consideran es el efecto de la música sobre el cerebro, basándose en el “Yo creo que…” o en el “Yo
opino que…”, cuando en realidad no saben ni dónde están parados y mucho menos entienden lo que
ellos mismos están diciendo
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. Parecen inimputables por todas las locuras que con injustificada
soberbia dicen
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, a las que hay que practicarles el refrán que dice “a palabras necias, oídos sordos”
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.
Intrapersonalmente hablando, lo más grave de todo esto es que los necios terminan por validar en un
100 % todas las sandeces que expresan a fuerza de repetirlas, ya que, como sabía Adolf Hitler, una
mentira repetida muchas veces se termina convirtiendo en una verdad para el que la escucha
25
. Para
estos nefastos individuos, cuanto más se repite algo (necesariamente) tanto más verdadero es
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, dando
los mejores ejemplos de lo que significa el analfabetismo gnoseológico
27
, en virtud de que la verdad
no tiene nada que ver con la repetición.
Interpersonalmente hablando, los necios causan fastidio con lo que dicen a quienes son concientes de
las necedades que dicen
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y confunden a quienes ignoran y están en la búsqueda de claridad, por lo
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“Es propio de los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios”, recodaba Marco Tulio Cicerón por el hecho de que
los necios se la pasan corrigiendo las faltas ajenas, incluso donde no las hay, cual mentores de prescolar, y no ven la
cantidad y la gravedad de errores que ellos mismos frecuentemente cometen.
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“Hay necedades bien adobadas, como hay necios bien vestidos”, expresó Nicolas Sébastien Roch.
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Precisamente, por ese ridículo que hacen los necios ante las personas competentes en los temas en los que ellos son
incompetentes, pero no lo saben, recomendó Abraham Lincoln: “Más vale permanecer callado y que sospechen tu
necedad que hablar y quitar toda duda de ello”.
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“No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él”, está escrito en Proverbios
26:4 y, Paramahansa Yoganada, dijo: “Los seres inteligentes, que poseen comprensión verdadera, siempre se alejan de
las personas cerradas al entendimiento. No desean desperdiciar su tiempo y esfuerzo en disimular con quienes no tienen
oídos ni voluntad para escuchar”.
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Por ello, con mucha modestia, François Marie Arouet (Voltaire) escribió: “Decimos una necedad y a fuerza de repetirla
terminamos creyéndola”, y Fiódor Dostoyevski remató: “Quien se miente y escucha sus propias mentiras llega a nos
distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él”.
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No por casualidad dijo Anatole France: “Una necedad, aunque la repitan millones de bocas, no deja de ser una
necedad”.
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La gnoseología es la rama de la filosofía que aborda el origen, la validez, la estructura, los límites y la naturaleza de la
información, la sabiduría y el conocimiento en todas sus formas.
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“El necio solo dice necedades”, escribió Eurípides de Salamina.