88 Los números en la Biblia
el número siete. Las frases «la/s generación/es de» o
«la/s genealogía/s de» aparecen en trece lugares del
Antiguo Testamento; el libro de Mateo, por su parte, da
comienzo con las siguientes palabras: «Libro de la gene
alogía de Jesucristo», que conforman el número catorce,
o dos veces siete. El Hijo de Dios nacido al mundo ini
cia una nueva creación, y completa en su perfección la
obra de Dios. En el mismo capítulo de Mateo se hallan,
también, estas palabras: «De manera que todas las
generaciones desde Abraham hasta David son catorce;
desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce: y
desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce»
(v. 17). Así, con esta triple repetición de dos veces siete,
se muestra que el Hijo de Dios vino al mundo en la ple
nitud del tiempo y en la perfección de los designios del
Padre.
Consideremos, pues, las genealogías de Jesucristo, las
cuales sólo aparecen, de acuerdo al propósito divino, en
dos de los cuatro evangelios. La frase de Zacarías 9:9,
«he aquí tu rey», resalta la presentación que de Jesús
hace el libro de Mateo; «he aquí mi siervo» (Is. 42:1), la
del evangelio de Marcos; «he aquí el varón» (Zac. 6:12),
la de Lucas; y «ved aquí al Dios vuestro» (Is. 40:9), la de
Juan. Sin embargo, un siervo no necesita genealogías, de
la misma manera que Dios, el eterno, no posee genealo
gía alguna; esta es la razón de que Marcos y Juan no la
incluyan entre sus páginas. Por el contrario, Marcos
aporta el testimonio de Dios hacia su siervo perfecto:
«... Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia»
(Mr. 1:11); y Juan nos conduce a Aquel que se halla ante
todo, el que habita la eternidad, el Dios Todopoderoso:
«En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios» (Jn. 1:1). Por otra parte, puede que
La perfección numérica de Cristo 89
sea del agrado de un hombre el poseer genealogía; pero,
en el caso de un rey, ésta es imprescindible; por esta
razón, Lucas y Mateo nos presentan cada uno una. Estas
genealogías difieren, pero no se contradicen, sino que se
hallan en perfecta armonía, ya que Mateo, al centrarse en
Jesús como rey, sigue la línea de descendencia real a par
tir de Salomón, mientras que Lucas, con la mira puesta
en el Jesús hombre, traza su linaje natural desde Natán,
hermano mayor de Salomón.
Setenta y siete nombres constan en la genealogía de
Lucas: Dios es quien la inicia y su Hijo, Jesús, quien la
finaliza, poniendo en contraste la perfección humana
con la perfección de la Deidad. En la de Mateo se hace
un recuento de cuarenta y dos generaciones, o seis veces
siete. Se ha señalado que, en la lista de Mateo, cuatro
nombres han sido omitidos: Ocozías, Joás, Amasias y
Joacim, los cuales, junto a los veintiún nombres anterio
res a Abraham, darían un total de sesenta y seis. El
Señor Jesucristo era, pues, el sextuagésimo sexto des
cendiente en el linaje de Salomón, lo que determina su
perfecta humanidad. De esta manera coinciden en
Cristo Jesús la perfección de la Deidad y la perfección de
la humanidad; en una sola y a la ve/, bendita persona.
Centrémonos de nuevo en la vida de Jesús entre los
hombres. ¿Cómo fue personalmente? Santiago 3:17 des
cribe apropiadamente a Jesús, suprema manifestación y
encarnación de la sabiduría: «Pero la sabiduría que es de
lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable,
benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin
incerüdumbre ni hipocresía.» Así fue Cristo, sabiduría de
lo alto.
1. ¿Fuepuro?: Jesús fue «santo inocente y sin man
cha» (He. 7:26).