egún los aztecas del antiguo México, antes de que existiera este mundo había un total de cuatro, cada
uno iluminado con su propio sol. Así, existía el sol de los gigantes, el sol del viento, el sol de la lluvia y el sol del agua,
bajo cuyo gobierno una gran inundación destruyó la tierra. Después de esto, los dioses crearon una nueva tierra y
la llenaron de personas, animales y plantas.
Los dioses se reunieron en la oscuridad para decidir cómo crear un sol último y definitivo. Decidieron que uno de
ellos debía sacrificarse para convertirse en el Sol, y pidieron voluntarios. Dos de los muchos dioses que asistieron a
la reunión se ofrecieron para ello. Uno era el orgulloso y fanfarrón Tecuciztecatl y el otro, el humilde Nanahuatzin,
que estaba enfermo.
Cuando llegó el momento del sacrificio, Tecuciztecatl iba espléndidamente ataviado, con ropa de oro y collares de
jade y coral. Nanahuatzin vestía una toga de papel. El resto de los dioses se reunieron en torno a un gran fuego que
llevaba cuatro días ardiendo y pidieron a Tecuciztecatl que saltara dentro. Sin embargo, el vanidoso dios hablaba
mucho pero no hacia nada. Cuatro veces corrió hasta las llamas y cuatro veces se detuvo justo en el borde de la
hoguera. Entonces los dioses se enfadaron y llamaron a Nanahuatzin. Él no lo dudó ni un segundo y se lanzó
directamente al centro de las llamas. Inmediatamente fue consumido por el fuego. Avergonzado por el coraje de su
rival, Tecuciztecatl se enfrentó finalmente al fuego. Y también murió.
Todos los dioses alzaron la mirada al cielo, que se tornó de un rojo magnífico. En lo alto, al este del horizonte flotaba
Nanahuatzin, que ya no era una figura pobre y enferma, sino el espléndido Sol, que emitía rayos de deslumbrante
luz sobre la Tierra. Los dioses le llamaron Tonatiuh, y fue el quinto sol. De pronto, otra luz apareció por el este. Era
Tecuciztecatl, el orgulloso dios pero cobarde. Los dioses consideraron que dos soles darían demasiada luz a la
Tierra, así que uno de ellos lanzó un conejo a la cara de Tecuciztecatl, que así se convirtió en la Luna. Cuando hay
luna llena aún se puede ver el conejo en su cara. Había pues un Sol y una Luna, pero no tenían movimiento. Tuvieron
que morir uno a uno todos los dioses para que el Sol pudiera moverse por el cielo; así es como el quinto sol se
convirtió en el único que aún vemos hoy en día.
En la cultura azteca ¿qué representa Tonatiuh?
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¿Qué valores y anti-valores se identifican en los personajes de la leyenda?
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49
El quinto sol
amplias perspectivas
S e cuenta que doña Carmen era hija única de un padre intransigente y violento, pero como suele
suceder, siempre triunfa el amor por infortunado que éste sea. Doña Carmen era cortejada por su galán don
Luis, en un templo cercano al hogar de la doncella, primero ofreciendo de su mano a la de ella el agua bendita.
Al ser descubierta sobrevivieron al encierro, a la amenaza de enviarla a un convento, y lo peor de todo,
casarla en España con un viejo y rico noble, con el que, además, acrecentaría el padre su mermada hacienda.
La bella y sumisa criatura y su dama de compañía, doña Brígida lloraron e imploraron juntas. Así, antes de
someterse al sacrificio, resolvieron que doña Brígida llevaría una carta a don Luis con la nefasta nueva.
Mil conjeturas se hizo el joven enamorado, pero de ellas hubo una que le pareció la más acertada. Una
ventana de la casa de doña Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho, que era posible, asomado
a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente. Si lograra entrar a esa casa podría hablar con su
amada, y entre los dos, encontrar una solución a su problema. Preguntó quién era el dueño de aquella casa y
la adquirió a precio de oro.
Hay que imaginar cuál fue la sorpresa de doña Carmen, cuando, asomada a su balcón, se encontró a tan corta
distancia con el hombre de sus sueños. Unos cuantos instantes habían transcurrido de aquel inenarrable
coloquio amoroso, y cuando más abstraídos se encontraban los amantes, del fondo de la pieza se escucharon
frases violentas. Era el padre de doña Carmen increpando a Brígida, quien se jugaba la misma vida por
impedir que su amo entrara a la alcoba de su señora.
El padre arrojó a la protectora de doña Carmen, como era natural, y con una daga en la mano, de un solo
golpe la clavó en el pecho de su hija. Don Luis enmudeció de espanto... la mano de doña Carmen seguía entre
las suyas, pero cada vez más fría. Ante lo inevitable, don Luis dejó un tierno beso sobre aquella mano tersa y
pálida, ya sin vida. El lugar existe y es sin duda uno de los más típicos de la ciudad de Guanajuato, y
precisamente se le llama “El Callejón del Beso”.
¿Cómo se acostumbraba a formar matrimonios de acuerdo a la época de esta historia?
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Menciona otra leyenda que conozcas de la Historia de México y descríbela brevemente.
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48
El callejon del beso
mentes reflexivas
S
amplias perspectivas
El Quinto Sol´