mundo y la generación que se ha entronizado en la dirección del propio mundo y ha impreso en éste su visión de las cosas: los
hombres que oscilan entre los 45 y los 60 años. Antes de los 30, en general, los hombres son aún proyectos en ciernes, sin haber
abrazado aún o comprometido con una causa. Después de los 60 años, los hombres sólo esporádicamente intervienen en la
historia." En ionio a (¡titileo: Esquema Je Ui.s crisis.
Para reconocer el proceso anterior, es importante atender tanto al proceso de renovación de las tres
vertientes de la dirigencia nacional —es decir, la dirigencia política, económica e intelectual— como a
los vínculos que las cohesionan. Mientras que la dirigencia ideológica tiene una velocidad de renovación
relativamente alta, por el carácter más o menos abierto para la integración de sus componentes, la
dirigencia económica, por el contrario, tiene una velocidad de renovación relativamente lenta, por el
carácter hereditario de transmisión de la propiedad de las empresas, es decir, del poder económico. La
velocidad de renovación de la dirigencia política, en cambio, se mantiene en un nivel medio, porque no
es totalmente abierta ni totalmente hereditaria: el nombre y prestigio familiar son una ayuda en el
escalamiento político, pero no son definitorios.
Por otra parte, mientras que la pirámide empresarial tiene corno vínculo de cohesión el interés
económico y la pirámide política el interés de escalamiento, el vínculo de cohesión de la pirámide
intelectual, es la afinidad de las ideas. Es importante la diferencia entre los tres cohesionadores porque
los económicos y políticos son más concretos y tangibles que los ideológicos, pero en contrapartida
estos últimos tienen un alcance y penetración mayor que los otros. Así, cohesionadores y velocidad de
renovación, aunados al impacto de 1968, al embarnecimiento de la clase media, al fortalecimiento de la
sociedad civil y a la velocidad de comunicación de hoy en día, vienen produciendo la formación de una
nueva pirámide invisible a la inercia tradicional que es el ejército ideológico.
Este ejército se constituye de tres instancias: primera, un pequeño estado mayor de un par de docenas
de lúcidos intelectuales mexicanos, en su mayoría de generaciones posteriores a la estudiantil de 1968;
segunda, una oficialidad intermedia que la forman los investigadores académicos, los profesores
universitarios, los asesores en las dependencias oficiales, los responsables de las unidades de estudios
económicos en las empresas y que pueden ascender en términos estimados a 100 mil personas; y
tercera, la infantería ideológica constituida principalmente por los más jóvenes —alumnos, analistas,
auxiliares— que interactúan con la oficialidad mencionada y que en términos estimados pudiera
ascender a más de un millón de personas.
Esta pirámide tiene también una diferenciación en la estructura de edades que vincula a los mayores
con los jóvenes y así la acción de esta pirámide ideológica penetra en las pirámides política y económica
en un sentido de abajo hacia arriba que está por lo tanto invadiendo desde la formación educativa a los
futuros dirigentes de la economía y de la política mexicana. La fuerza del estado mayor ideológico radica
en su capacidad y lucidez para leer la realidad social, formularla en planteamientos claros y fácilmente
comunicables y posteriormente ser reforzada con credibilidad, prestigio y autoridad moral, mismas que
la dirigencia económica y la política pierden a favor de la dirigencia ideológica.
En adición a lo anterior y en beneficio de esta pirámide intelectual, parece que en este momento en
México el gran conector de los acontecimientos que ocurren en los planos social, económico y político,
es precisamente el hecho superestructural, el hecho cultural, es decir la toma de conciencia, la
percepción que los individuos tienen de su realidad, filtrada a través de los valores en cualquiera de los