COMENTARIO:
“Pirámide triangular” no es un poliedro de tres caras y base triangulares común.
Efectivamente es una pirámide que sobre una base en forma de triángulo equilátero
levanta sus correspondientes tres planos triangulares isósceles; pero tiene la parti-
cularidad de que las caras se propagan en el espacio en una progresión matemáti-
ca, de manera que una cara está compuesta por 2 triángulos superpuestos, otra
por 3 y la otra por 4, todos ellos minuciosamente iguales, que se sustentan sobre
una base formada por 1 triángulo diferente. Esta peculiaridad, que se apoya en un
diseño matemático de repeticiones y que obedece a una progresión aritmética cuya
razón es 1 (el nº de triángulos dispuestos en la base, siendo la secuencia: b = 1 / c1
= 1 + 1 / c2 = 2 + 1 / c3 = 3 + 1), está materializada con otras repeticiones previas de
varillas como material constructivo de distintas dimensiones: los laterales iguales,
más grandes, de los triángulos isósceles de las caras de la pirámide (2 x 2 = 4 en
una, 3 x 2 = 6 en otra y 4 x 2 = 8 en la otra) y sus correspondientes bases, más pe-
queñas (2 x 1= 2 en una, 3 x 1 = 3 en otra y 4 x 1 = 4 en la otra), iguales de tamaño
que las varillas de la base de la pirámide pero con distinto angulaje (3 x 1 = 3).
Este plan de diseño descrito lo tenía concebido y decidido a priori, por lo que
era previo al inicio de la ejecución, como es propio de una arquitectura proyectada;
por consiguiente, “Pirámide triangular” responde fielmente a un esquema constructi-
vo cerrado, de modo que en su materialización he ido realizando en cada momento
lo que tenía previsto y determinado, y con el material concreto que ya había desti-
nado a este proyecto, procedimiento que no es el habitual en mi trabajo. Únicamen-
te mantenía abierto en dicho plan el material de pintura y la técnica que emplearía.
Sin embargo, no todo en dicho hermético plan ha sido pura racionalidad, puesto
que se da la circunstancia de que en su origen hubo claros intervinientes de impul-
sividad y azarosidad. Realmente el estímulo, y con él la idea de la construcción,
vino de Nora, mi nieta de tres años, que jugando juntos con una arquitectura de pie-
zas magnéticas apiló de forma resuelta, casi impulsiva, triángulos isósceles en tres
grupos y luego los levantó conformando una especie de pirámide carente de base;
posteriormente, ese encuentro azaroso que experimenté me condujo a poner en
juego las facultades mentales y, sin soporte material -de forma abstracta-, planificar
esta escultura.
Probablemente el vocablo pirámide nos evoque las emblemáticas construccio-
nes egipcias destinadas al enterramiento de los faraones, arquitecturas que alber-
gan espacios practicables completamente ciegos al exterior; sin embargo, este in-
formal poliedro, en buena medida desmaterializado, no tienen ningún afán repre-
sentativo. Está pensado como un tetraedro expansivo en personal consonancia con
el constructivismo geométrico, vía plástica abierta a mediados de la década de
1910 por V. TATLIN y A. RÓDCHENHKO (construían sus esculturas con elementos
que insinuaban dinamismo sin reproducir la realidad perceptible), y conecta con el
concepto de desocupación y expansión desarrollado 40 años más tarde por J.
OTEIZA (entendía el espacio como apertura articulada en la que interrelacionaban
los vacíos y las masas).
Aunque la escultura está ideada tomando el triángulo equilátero por base, admi-
te colocarse apoyándose sobre cualquiera de los isósceles, modificándose conse-
cuentemente a voluntad su presencia.