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1. IMPORTANCIA DEL CONOCIMIENTO DE LAS HEMORROIDES
PARA EL MÉDICO FAMILIAR
Las hemorroides constituyen la patología proctológica más frecuente en la práctica
clínica y, sin embargo, a menudo son motivo de errores diagnósticos y de manejo.
En el artículo que elegí para este ensayo, el cirujano chileno Alejandro Murúa
Barbenza nos invita a comprobar que esta condición ha evolucionado y por lo tanto
nos pide replantear su manejo en el primer nivel de atención. Para el médico familiar,
cuya labor es el abordaje integral, la promoción de la salud y la resolución de
problemas, el conocimiento actualizado sobre hemorroides es esencial porque esta
patología no solo afecta la calidad de vida, sino que además puede ser la
manifestación inicial de otros padecimientos que deben ser descartados
oportunamente.
Iniciemos analizando esta patología considerando en primer lugar su alta
prevalencia: “hasta la mitad de los adultos experimentará síntomas hemorroidales
en algún momento de su vida” . Esta cifra se traduce en una gran demanda
asistencial, lo que convierte al médico familiar en el primer contacto del paciente
con el sistema de salud. Además, no podemos negar el impacto en la calidad de
vida. Aunque las hemorroides rara vez ponen en riesgo de muerte a los pacientes,
los síntomas como sangrado rojo rutilante, prurito, dolor o la sensación de masa
anal generan ansiedad, vergüenza y limitaciones sociales. El médico familiar debe
abordar no solo el síntoma físico, sino también el componente emocional y
educativo, brindando información clara que elimine mitos frecuentes, como la
asociación automática de cualquier sangrado anal con hemorroides, lo que puede
retrasar diagnósticos más graves como cáncer colorrectal.
Un aspecto fundamental que resalta el autor es la fisiopatología actualizada: las
hemorroides no son simples varices, sino cojinetes vasculares fisiológicos del canal
anal que, al perder su fijación por factores como edad, estreñimiento crónico o
traumatismo local, generan prolapso, inflamación y sangrado. Este cambio de
paradigma permite al médico familiar comprender mejor la enfermedad y orientar un
manejo racional, privilegiando medidas conservadoras antes que tratamientos
agresivos innecesarios.
El conocimiento de las opciones terapéuticas también es relevante. Mientras que en
hemorroides grado I y II se recomiendan medidas conservadoras o procedimientos
ambulatorios, en casos avanzados como el grado III y IV con prolapso significativo,
la referencia a cirugía general es indispensable. El médico familiar debe saber
cuándo escalar la atención y reconocer complicaciones como trombosis hemorroidal
o fluxión, que ameritan derivación inmediata.