del quiste del conducto nasopalatino con la ayuda de RMI, ya que este último es un
quiste intraóseo [15]. El quiste nasolabial debe diferenciarse de los quistes dermoides
y epidermoides, ya que el color de la mucosa es una decoloración amarilla, mientras
que en los quistes nasolabiales, el color de la mucosa es un tono rosado natural o
similar al azul. Además, los quistes epidermoides y dermoides se encuentran
típicamente en la infancia, mientras que los quistes nasolabiales se observan con más
frecuencia en un adulto [7]. Otros diagnósticos diferenciales incluyen quistes
sebáceos, así como tumores de glándulas salivales benignos o malignos [4]. En
menor grado, la diseminación de la infección desde los quistes puede simular sinusitis
maxilar aguda, absceso periodontal, forunculosis nasal o celulitis facial [13]. Las
pruebas para el diagnóstico incluyen endoscopio nasal, TC y RMI [8]. Tanto la TC
como la RMI son valiosas para revelar el origen de los quistes y evitan la aspiración
con aguja o la cirugía dental injustificadas [3, 7].
La ecografía podría utilizarse como una herramienta de diagnóstico en el consultorio
para el quiste nasolabial [16]. La TC es de gran importancia y de costo relativamente
bajo. Se describe como la modalidad de imagen de elección para la evaluación de los
bordes de la lesión. Por esta razón, la TC se considera esencial para la estimación
preoperatoria de la extensión y limitación de la lesión [17]. Los quistes se localizan
generalmente por delante de la apertura piriforme [13]. Sin embargo, se debe llegar a
un diagnóstico definitivo mediante un examen histológico [4,7,13]. Por tanto, la
resección del quiste es tanto diagnóstica como curativa al permitir el examen
histológico [9]. Varias modalidades en el manejo de quistes nasolabiales incluyen
marsupialización endoscópica, escisión quirúrgica, incisión y drenaje, inyección de
agentes esclerosantes, aspiración simple y cauterización. Excluyendo la escisión
quirúrgica completa y la marsupialización endoscópica, todas las demás modalidades
tienen una alta tasa de recurrencia [8,13]. Sheikh et al. revisaron 79 artículos donde
se presentaba 311 pacientes con quiste nasolabial y no reportaron una tasa de
recurrencia significativa entre la escisión de marsupialización sublabial y transnasal
[18,19]. Casi en toda la literatura publicada, la escisión quirúrgica completa se
describe como el mejor tratamiento para el quiste nasolabial [6,13]. Este tiene éxito
con una rara recurrencia del quiste [20]. Las indicaciones de la cirugía son establecer
un diagnóstico, prevenir la infección del quiste y mejorar cualquier deformidad
cosmética [13]. El abordaje implementado más regularmente es la enucleación
intraoral mediante anestesia local mediante una incisión sublabial en el surco bucal
superior, lo que permite que el campo quirúrgico sea más amplio y más garantía de
una escisión completa sin desgarrar la mucosa nasal o entrar en el seno maxilar
[5,8,9,13]. Como los quistes nasolabiales están situados cerca del piso de la cavidad
nasal, puede ocurrir una perforación de la mucosa durante la escisión. Esta
complicación no es poco frecuente y, una vez que ocurre, debe cerrarse con suturas
para evitar la formación de fístulas oronasales [7]. Algunos autores defienden que
cuando se producen pequeñas perforaciones, se pueden dejar sin tratar con un
taponamiento suave en el vestíbulo; sin embargo, las perforaciones grandes deben
suturarse [6,13]. Existen otras complicaciones como infección de la herida,
tumefacción de los tejidos blandos y hematoma [21].
CONCLUSIÓN
Su et al describieron en 1999 el uso del abordaje transnasal endoscópico para la
marsupialización de los quistes nasolabiales, que es eficaz y sencilla, como