Erich Segal Doctores
Les advirtió sobre el hecho de no pasar por alto ninguna área de la
actividad fisiológica, ningún sistema, vena, glándula u órgano. Y dio a los
novatos diagnosticadores un buen consejo:
—La mayoría de los pacientes desconocen los términos médicos que
designan funciones tales como la micción, la defecación y el intercambio sexual.
Por lo tanto, pudiera ser que ustedes tuviesen problemas a la hora de hacerles
comprender sus preguntas si las formularan de una manera estrictamente
científica, no sé si me comprenden. Puede que sea incluso necesario emplear
términos más vulgares.
«Sí, profesor Shaw —pensó toda la clase a la vez—, sabemos lo que quiere
decir con eso.»
—Por tanto, después de examinar la respiración y determinar si hay alguna
anomalía cardíaca o vascular, problemas importantes de estómago, riñones,
glándulas, sistema nervioso, historial psíquico, les preguntaremos si tienen
algún problema al mear o al joder.
Finalmente llegó el turno de las preguntas.
—Recuerden —entonó Shaw— que en la investigación médica no hay
tecnología, sea este fluoroscopio, rayos X o incluso microscopio, que convierta
los sentidos humanos en obsoletos. Los instrumentos fundamentales de la
diagnosis siempre serán los ojos, los oídos, la nariz (algunas bacterias producen
mal olor) y las manos. Y recuerden que en el momento en que tocan a su
paciente, empiezan a causar la impresión de que ya han iniciado el proceso de
curación.
»El cuerpo es una sinfonía de sonidos, los cuales, si están en armonía,
interpretan una melodía vivificante, y, si se hallan en discordancia, indican que
en algún punto de la orquesta corporal existe algún instrumento desafinado.
»Por tanto, nuestro primer ejercicio en diagnosis será el acto de la
auscultación, para aprender a diferenciar entre la gran variedad de sonidos que
sólo puede distinguir un buen oído.
»Si se oye un rumor encima de una gran arteria quiere decir que hay un
estrechamiento de vaso sanguíneo o bien una obstrucción parcial. Y en el tórax,
al que podríamos llamar el Carnegie Hall pulmonar, donde las costillas
confieren una acústica maravillosa, el sonido similar al oboe conocido como
egofonía nos informará sobre las emanaciones de las membranas pulmonares.
Los estertores emitidos por la sección de viento pueden denominarse
«tintineantes», «silbantes», «aflautados» o «graves». En cualquiera de estos
registros, subyace el preludio de una disfunción bronquial. A continuación, la
resonancia timpánica, un sonido grave similar al de un tambor que se oye al
percutir sobre el pecho del paciente con las puntas de los dedos, revela la
presencia de fluido o bien de una infección en la cavidad que hay debajo.
»Y, naturalmente, a continuación está el soplo, un murmullo en el corazón
que, al subir y bajar en la escala, sugiere el hecho de que la válvula está dañada.
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