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gemido evolutivo. Así como este desplazó al feudalismo gradual y subrepticiamente,
hasta que un día la mayor parte de las relaciones humanas se basaron en el mercado y
el feudalismo fue arrasado, hoy el capitalismo está siendo derrocado por un nuevo modo
económico: el Tecnofeudalismo. Porque la extracción de valor se ha alejado cada vez
más de los mercados hacia plataformas digitales, como Facebook, Amazon, Google y
otras que ya no operan como empresas oligopólicas, sino más bien como feudos o
propiedades privadas. Internet, y el mundo digital, la nube, han logrado hacer lo que el
proletariado nunca consiguió. Se han utilizado las modernas tecnologías y sus
aplicaciones como Alexa, Google Assistant o Google Maps para robotizar a los seres
humanos y volver a precarizarlos. “En el libro -habla Varoufakis- sostengo que nuestras
preferencias ahora no están determinadas por los mercados sino por las redes de
máquinas, lo que yo llamo “capital de la nube”. Alexa de Amazon, por ejemplo, es el
portal a un sistema totalitario y totalmente centralizado, de creación y satisfacción de
preferencias.”
El Tecnofeudalismo denuncia los ingresos gratuitos obtenidos por las plataformas
tecnológicas. Lo que otorga a la economía digital su peculiar sabor tecnofeudal es que,
si bien los trabajadores siguen siendo presuntamente explotados de todas los antiguos
maneras capitalistas, -siempre según Varoufakis-, ahora son los nuevos gigantes
digitales, armados con sofisticados medios de depredación, los que más se benefician.
De forma análoga a los señores feudales, consiguen apropiarse de enormes porciones
de la masa global de plusvalía sin participar directamente en la explotación del trabajo
o en el proceso productivo. El intelectual griego piensa que cada vez que alguien publica
algo en Facebook, tuitea o compra en Amazon y publica una reseña, está agregando
capital a los capitalistas directamente. Hasta ahora, la única forma de crear capital era a
través del trabajo asalariado. El capitalista retiene la plusvalía del trabajo -el célebre
tópico marxista-, y a partir de esa plusvalía el capitalista acumulaba capital. Esa relación
es ya historia.
El proceso se sustenta en dos pilares. En primer lugar, no hay mercado, ni competencia
ni capitalismo, allí donde los bancos centrales han imprimido billones de billetes para
entregárselo a los bancos y a las grandes empresas en particular a las tecnológicas,
reemplazando de esta manera el dinero bancario a los beneficios del capital. Y en
segundo lugar, las plataformas sustituyen a los mercados. Amazon no es ni un mercado
monopolístico ni un mercado capitalista. Amazon.com, simplemente no es un mercado,
según el catedrático helénico. En el momento en que se entra en Amazon.com se accede
a un feudo digital propiedad de un solo hombre. Un hombre que decide lo que vas a ver.
Lo que vendes o compras en esa plataforma está determinado por ese algoritmo, por
los términos y condiciones establecidos por esa empresa.
El secreto del éxito de las gigantescas plataformas de las tecnologías de la información
radica en su capacidad para extraer, ensamblar y beneficiarse de una variedad de
conjuntos de datos. Disfruta de un eficaz monopolio debido a los efectos de red y a las
impresionantes economías de escala. Estas plataformas no son en realidad capitalistas,
sino rentistas disfrazados y las analogías feudales son fáciles de trazar: la tierra son los
datos, los ingresos son rentas y los feudalistas son en todo caso equivalentes, una
reducida clase dominante. Por la digitalización llegamos a la refundación del feudalismo.