TRATADO EL MAESTRO SILENCIOSO "IN MANUS TUAS DOMINE" No. 211

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TRATADO EVANGELISCO QUE PROCURA EL BIEN DE NOSOTROS LOS PECADORES Y BUSCANDO QUE OBTENGAN LA SALVACION ETERNA Y UNA NUEVA VIDA


Slide Content

“In Manus Tuas, Domine” (No. 211)

En la galería de arte de Manchester, Inglaterra
puede verse un famoso cuadro de Briton Riviere,
intitulado “In Manus Tuas, Domine” 1879, acerca el
cual el artista dijo: “Si mi cuadro no lleva un mensaje
para la época presente, sean cuales fueren nuestras
dudas y temores, diré que he fracasado”.

Asimismo, si este tratado no despierta el
interés, impacta y lleva una bendición al lector, no
hemos logrado el propósito para el cual fue escrito. Por
eso hemos orado a Dios para que él haga su buena obra
y conduzca al lector a tomar conciencia de su
necesidad, así como también a tomar decisiones para su
bienestar temporal y eterno.

En esta pintura se puede observar a lo menos
cuatro aspectos: 1. Tres perros de caza que miran con
temor y se frenan para seguir hacia adelante, además
un imponente caballo blanco, cuya cabeza inclinada,
nariz temblorosa y miembros trémulos denotan un intenso terror. En la vida que tenemos por
delante nos vemos muchas veces en igualdad de condiciones y cuando se nos ofrece seguir a
Cristo miramos con temor si podemos perseverar en él.

2. Un camino oscuro, donde se extiende un desierto con sus peligros y temores
desconocidos. Nuestra vida presente y futura es impredecible y llena de grandes incertidumbres.
Andamos algunos con metas bien definidas, pero otros sin rumbo claro. La Palabra de Dios dice
que estamos circulando por el camino ancho en el cual andamos “a nuestras anchas” y tenemos
en poco las cosas de Dios. Sin embargo, queremos decirte que este camino conduce a la
perdición. Gracias a Dios que también nos muestra el camino estrecho que conduce a la vida, el
cual es Jesucristo. Dios dice:
13
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y
espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
14

porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan. (Mateo 7:13,14).

3. Un joven caballero revestido de su armadura y montado sobre el caballo. Él siente
temor así como sus acompañantes por el camino y futuro que le espera. Nos apoyamos en cosas
de esta vida para seguir adelante, nuestro intelecto, capacidades, estudio, trabajo, dinero, familia,
etc., cosas que son buenas e indispensables para vivir, pero que sin embargo, cuando se presenta
la hora de la adversidad estas cosas nos ayudan pero le faltan la firmeza necesaria para enfrentar
los momento críticos y es cuando algunos sucumben. Te decimos, que vale la pena afirmar
nuestra vida en la Roca inconmovible de los siglos “Cristo”. (Mateo 7:24-29).

4. Una espada en la mano del jinete que se levanta en forma de cruz. Pone su mirada en
ella y confía para proseguir hacia adelante. Esto nos hace pensar en cada uno de nosotros que

siendo pecadores, sin Cristo, sin Dios y sin esperanza, (Efesios 2:12) estamos siguiendo la
corriente de este mundo, pero necesitamos reflexionar y buscar lo que permanece y es eterno. La
obra muestra un hombre que se dirige a la batalla, el caballero al levantar la espada dice: “In
Manus Tuas, Domine” es decir: “En Tus Manos, Señor”. Viene a nuestra memoria a aquel
Jesús que dio su vida por ti, por mí y por todos en la cruz. Cuando decidimos dejarlo entrar en
nuestro corazón y seguirle, nuestra vida adquiere una nueva manera de vivir, con sentido y metas
transcendentales. Podemos decir como ese joven caballero: “Nos ponemos en tus manos Señor”.
Tendremos que enfrentar diferentes batallas y ¿Crees que será fácil? Te podemos decir: ¡No!, no
será fácil, pero actuáremos por la fe, confiando en Dios y declarando “In Manus Tuas,
Domine”.

Jesús te dice: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame. (Marcos 8:34). Es un llamado personal para seguirle y ¡que bendición trae! Ven
ahora mismo a Cristo, confiésale tus pecados, déjalo entrar a tu corazón y tendrás perdón y vida
eterna.

Dr. Luis A. Silva Cisneros