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pardos, cabello lacio y castaños. Sensible y caritativa, hacia parte de su vida los problemas
de los demás. Muere de una grave enfermedad, esta fue corta y el final vino pronto, solo
duro tres meses”. (Sinnet Manuel Octavio, “Belisario Porras o La vocación nacional”, 1972).
Luego del fallecimiento de su madre Porras queda al cuidado de la abuela materna, Doña
Francisca León viuda de Joaquín Barahona. Su infancia y adolescencia los vive en su pueblo
natal, con restricciones por la estrechez económica de la familia. Para educarle, su abuela, le
proporcionó maestros, entre ellos Don J. E. Brandao, padrino de Belisario; Don Isauro
Borrero y Don Nemesio Medina, este último descubre el privilegiado ánimo de aquel niño,
deseoso de adiestrarse y conocer todas las ramas del pensamiento humano.
Desde una prematura edad, nación en Belisario, su deseo de consagrarse a la causa liberal,
de la cual contradecía a los ideales de su padre ya que este era conservador de doctrinas muy
puras y su abuela y sus tíos no militaban en campos partidarios. Pero dos ilustres istmeños
fueron los inspiradores de sus sueños: El Dr. Gil Colunje y el General Buenaventura
Correoso, a quienes tuvo la oportunidad de conocer cuando todavía era muy niño, y ellos le
inculcaron el culto a la causa liberal.
Al cumplir los 14 años, el padre reclamó a Belisario para que tomara por las vías del Derecho
y las Ciencias Sociales. Debido a esto se traslada, escoltado de uno de sus tíos, a la ciudad
de Panamá para que Don Juan Mendoza, ilustre hombre público y Diputado al Congreso
colombiano, lo llevara a Bogotá. Demetrio Porras, recibió con una gran ilusión y cariño a su
hijo Belisario y en el mes de febrero de 1872, lo internó en el prestigioso Colegio de San
Bartolomé.
Culminado su bachiller en filosofía e historia, ingresó para seguir la carrera de abogado en la
Universidad Nacional, donde hizo entrañable amistad con Carlos A. Mendoza y Francisco
Mata. Entre sus profesores se encontraban el Dr. Gil Colunje y Diógenes Arrieta, asistente
de letras, gran idealista y poeta.
Su clase en la Universidad Nacional, hizo nacer en Porras, según nos cuenta Concha Peña
en: “una dulce experiencia. Se sentía feliz y muy a gusto, porque muy pronto adquirió
amistades y con ellas acudía a reuniones intelectuales que se efectuaban en casas
particulares y en el atrio de la Catedral, ateneo pintoresco que era cátedra de oratoria. Los
temas que se discutían eran variados: medicina, derecho, sociología, historia y sobre todo
literatura.” (Peña Concha, “Belisario Porras (Poeta)”, Panamá, 1956.)
Debo aclarar que Porras realizo sus estudios con algunas complicaciones causada en su gran
mayoría por el conflicto civil que sucedía en Colombia en esas épocas, otros por problemas
económicos, conflictos con su padre y por los movimientos separatistas del istmo de Panamá.
Tres años después, regreso al istmo de Panamá desilusionado, ya que prácticamente se le
había dado de baja, ya que no podía pagar los estudios universitarios. Arrastrando estos
inconvenientes decidió luchar realizar cualquier sacrificio para culminar su carrera.