VIDA INDESTRUCTIBLE. Por Jonathan Bravo

JonathanBravo52 6 views 5 slides Nov 01, 2025
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No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Mateo 10:28


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VIDA INDESTRUCTIBLE
Por Jonathan Bravo

Escritura: Hebreos 7:14-17

Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá,
de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un
sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento
acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.
Pues se da testimonio de Él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.”

Introducción
Hermanos, todo predicador del Evangelio, por malo que sea en el púlpito,
aunque sea débil, aunque sea tímido, y sus palabras sean pocas, debe hablar de la
muerte. Porque si no hablamos de la muerte, no hablamos del Evangelio.
Si un predicador evita hablar de la muerte, evita hablar de la realidad humana,
evita hablar de la caída, evita hablar del juicio, y por lo tanto evita hablar de
Cristo.​
​ Y un Evangelio sin Cristo crucificado es otro evangelio, y no salva. El
Evangelio no es un anuncio de mejora moral. No es terapia emocional. No es
motivación personal. No es positivismo. El Evangelio es el anuncio de la vida en
medio de la muerte.
El apóstol Pablo lo dijo con palabras abrasadoras:

“Llevamos en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús,​
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.”​
(2 Corintios 4:10)

La Iglesia no es un club de autoayuda. No somos un centro de actividades
sociales. Somos mensajeros del Calvario y testigos de la tumba vacía Somos
Grato OLOR de Cristo! Olor de Muerte para los que se pierden y Olor de
Vida a los que se salvan. 2 Corintios 2:15. Proclamamos muerte y vida: La
muerte del pecado en la cruz, y la vida indestructible: Cristo resucitado.
Predicamos a Cristo crucificado para perdón, y a Cristo resucitado para vida
eterna.

Pero vivimos en una cultura que quiere celebrar la muerte sin enfrentarse
a su realidad.
Se ha normalizado la muerte. Se ha romantizado la muerte. Se ha
comercializado la muerte.

Pueblos enteros han aprendido a convivir con esqueletos, calaveras
sonrientes, altares a los muertos, comida para los muertos, flores para los
muertos, canciones para los muertos… ¡Y el mundo lo llama cultura!

Pero la Biblia no lo llama cultura. La Biblia lo llama oscuridad, idolatría,
fetichismo, adoración de demonios.

“No haréis para vosotros ídolos… Yo soy Jehová.”​
(Levítico 26:1)
“Y no daréis culto a los muertos.”​
(Deuteronomio 26:14 / Isaías 8:19)

El culto a la muerte no dignifica al ser humano; lo acostumbra a la tumba
sin esperanza. Es una cultura sin Dios, una cultura sin resurrección, una cultura
sin Cristo.
México, Latinoamérica y el mundo están adorando a la muerte… porque
no conocen al que venció la muerte. El hombre celebra la muerte porque le teme.​
La adorna porque no la entiende. La honra porque no sabe cómo escapar de ella.
Pero nosotros sí sabemos. Nosotros no adoramos a la muerte. Nosotros
proclamamos al que la derrotó. Somos mensajeros de algo mucho más grande:
No del recuerdo de los muertos…sino de la resurrección del Viviente. No de la
nostalgia… sino de la esperanza eterna. No de altares de flores marchitas… sino
de la tumba vacía del Hijo de Dios.
Cristo murió. Sí. Real, históricamente, con sangre. Pero no quedó muerto.
Él resucitó con el poder de una VIDA INDESTRUCTIBLE (Hebreos 7:16).
Por eso predicamos: La muerte del pecado fue pronunciada en la cruz, y la
vida invencible brotó del sepulcro. No venimos a decorar la muerte. Venimos a
proclamar su derrota. No venimos a aceptar la muerte como parte “natural” de la
vida. Venimos a anunciar que la muerte ha sido vencida por Jesucristo. No
venimos a recordar a los muertos. Venimos a llamar a los vivos a nacer de nuevo.
Y aquí comienza El Mensaje: Si Cristo murió y resucitó, entonces la muerte
tiene fecha de caducidad. Tu miedo tiene fecha de caducidad. Tu pecado tiene
fecha de caducidad. El infierno mismo tiene fecha de caducidad. Porque Cristo
vive. Y Él ES El Poder de La VIDA INDESTRUCTIBLE.
I. La Condición del Hombre: Bajo el Imperio de la Muerte.

La muerte no es materia de biología.​
La muerte es juicio.

“El alma que pecare, esa morirá.”​
(Ezequiel 18:4)

“La paga del pecado es muerte.”​
(Romanos 6:23)

La muerte es el veredicto del cielo sobre la rebelión humana. La
humanidad entera vive bajo la sombra de un sepulcro inevitable.

Juan Calvino dijo:

“Mientras el hombre no reconozca la gravedad de su enfermedad,
despreciará al Médico.”

El mundo teme la muerte, la niega, la esconde… pero no puede escapar de ella.

“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez,
y después el juicio.”​
(Hebreos 9:27)

Todo ser humano está en procesión hacia su tumba. Pero Dios no nos dejó
allí.

II. Cristo Entró a la Muerte Para Destruirla Desde Adentro.
Cristo no vino solo a enseñar, no solo a hacer milagros, ni solo a dar
ejemplo. Vino a morir!

“Porque El Hijo del Hombre vino para dar su vida en rescate por muchos.”​
(Marcos 10:45)

“Este es mi cuerpo… esta es mi sangre derramada por ustedes.”​
(Mateo 26:26-28)

Y en esa muerte, Cristo derrotó al enemigo más antiguo:

“Para destruir por medio de la muerte
al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.”​
(Hebreos 2:14)

La cruz fue la trampa mortal para la muerte. La muerte mordió al
Cordero… y se tragó al León.

John Owen escribió:
“La muerte murió en la muerte de Cristo.
Gloria sea al Cordero!”

III. La Resurrección: Cristo ES La VIDA INDESTRUCTIBLE

El sepulcro no pudo retenerlo.

“No dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu Santo vea corrupción.”​
(Salmo 16:10)

“Yo soy el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí vivo por los siglos
de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades.”​
(Apocalipsis 1:18)

Él no volvió simplemente a respirar. No resucitó para luego morir otra vez.​
Él resucitó con vida eterna, sin posibilidad de deterioro, sin fin, sin límite.

“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos,
ya no muere; la muerte no se enseñorea más de Él.”​
(Romanos 6:9)

Martín Lutero dijo:

“La muerte es ahora una puerta, no una prisión.
La tumba es ahora el vestíbulo de la gloria para el creyente.”

IV. Los Que Están en Cristo Participan de Su Vida Indestructible.

Esto no es metáfora. Esto no es poesía espiritual. Esto es realidad y
seguridad eterna!

“El que tiene al Hijo tiene la vida.”​
(1 Juan 5:12)

“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto vivirá… y no morirá jamás.”​
(Juan 11:25-26)

Su vida es nuestra vida. Su victoria es nuestra victoria. Su eternidad es
nuestra eternidad.

Charles Spurgeon dijo:

“La vida que Cristo da no puede ser quebrada, extinguida ni robada.
Es tan inmortal como su propia vida.”

V. Por Eso Predicamos: La Vida Indestructible.

No predicamos religión. No predicamos moralismo. No predicamos
mejoramiento personal. Predicamos a Cristo crucificado y resucitado.

“Nosotros predicamos a Cristo crucificado.”​
(1 Corintios 1:23)

Proclamamos el llamamiento eficaz a La Vida Eterna. …Ese poder de una
Vida que la muerte ya no puede tocar.

Conclusión:

Hermano, hermana, amigo que me escuchas: Tu vida es breve. Tus fuerzas
no son eternas. Tu corazón un día se detendrá. Tu nombre será olvidado por los
hombres. Tu cuerpo regresará al polvo. Y TU NO puedes hacer nada para evitarlo!
Pero tu alma no morirá. Tu alma comparecerá delante del Dios vivo. Si
permaneces en tu pecado, la muerte será tu condenación. Y TU NO puedes hacer
nada para salvarte! Pero si vienes a Cristo, la muerte será vencida en tu favor.
Porque Cristo vive. Y los que están en Cristo vivirán también. La Escritura dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran
amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo.” (Efesios 2:4-5)
Dios es rico en misericordia. No escaso. No tacaño. No dudoso. ¡Rico! Rico
para perdonar. Rico para restaurar. Rico para salvar. Y si hoy tú vienes a Él con
corazón quebrantado, Él no te echará fuera (Juan 6:37). No importa: el tamaño
de tu pecado, la profundidad de tu culpa, la negrura de tu pasado.​
​ La sangre del Cordero es más profunda, más fuerte, más poderosa que tu
pecado. Cristo murió para que tú no mueras eternamente. Cristo resucitó para
darte La Vida Indestructible. Por eso hoy — ahora — mientras respiras —
arrepiente tu corazón delante de Dios. No mañana. No después. No “cuando
tengas tiempo”. Hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2).
Entrégale tu vida. Confiesa tu pecado. Humíllate bajo su mano. Y cree
solamente en Jesucristo, El Hijo de Dios, que murió y resucitó. Levanta tu alma
hacia Él y dile:
“Señor Jesús, sálvame. Ten misericordia de mí. Hazme tuyo.”
Y Él lo hará. Porque Él no solo perdona… Él da VIDA.

Mateo 10:28
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed
más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

Levantemos la voz como trompeta y testimonio: ¡La tumba está vacía!​
¡El Cordero reina! ¡La Vida Indestructible se ha manifestado! Y nosotros — hasta
que Él vuelva — llevamos por dondequiera la muerte y la vida de Cristo.




JBravo