intereses, lo cual, según un antiguo Gran Maestre, Alain Bauer, abro la puerta
à toda clase de compromisos y de comupciones, sobre todo porque en ellas se
reúnen masones pertenecientes a obediencias diferentes, que no dudan en
lanzarse püblicamente anatemas como el de constituir una «masonería irregular»
Es el caso, en Francia, de la Gran Logia Nacional Francesa, que por un lado
condena, en un totum revolutum, al Gran Oriente de Francia, a la Gran Logia de
Francia, a Le Droit Humain (mixta) y a la Gran Logia Femenina, mientras por otro
sus miembros se reúnen en las fralemales organizadas por esas mismas
úobediencias. En Francia hay hasta una fratemal, Los Amigos de Cambacérés, que
agrupa a masones gays 0 lesbianas. Numerosos escándalos han manchado a
estas fratemales, hasta el punto de que algunos masones, descorazonados, han
creado una página web (http:/www.hiram.be) para denunciarles. El más
conocido de estos escándalos fue objeto del proceso Eif-Aquitaine, en el cual casi
todos sus protagonistas eran masones y terminaron en la cárcel.
En fin, siete Maestros pueden constituir una logía «salvaje», que no tiene que
rendir cuentas a nadie y donde con frecuencia se practica la magia: a mi me
propusieron formar parte de una de ellas, sin que la incorporación llegara a con-
cretarse. Existen, Igualmente, clubs específicamente masónicos, como el Club
de los Cincuenta, donde se integran cincuenta de los masones más
influyentes de cada gran ciudad de Francia, que se reúnen en los mejores
restaurantes y no en la logía. Sin olvidar a los «masones durmientes», que han
salido de su logía pero que siguen defendiendo en su vida profesional o política los
principios masónicos, y que se mantienen en las redes y en las fraternales.
Mientras que todos conocemos a San Pedro, primer Obispo de Roma, a
quien Jesús confió su Iglesia, los orígenes de la masonería especulativa son
discutidos. Sin embargo, muchos historiadores admiten que es el resultado de la
transformación y la fusión de cuatro grandes logias de la masonería operati
(constructores de catedrales) en Londres, en el año 1717, impulsada por dos
pastores, James Anderson, presbiteriano, y Jean Théophile Desaguliers,
anglicano, secretamente influidos por Isaac Newton, fisico de reconocido prestigio
pero notorio hereje, practicante de la alquimia, admirador del adivino
Nostradamus... y de los filósofos denominados de las Luces (ilustrados), lo cual
‘es cuando menos contradictorio.
Por lo demás, las Constituciones fundadoras, llamadas de Anderson
(1723), mencionan a Dios una sola vez y en un comienzo de capitulo, pero
nunca aluden a la Santísima Trinidad, el pecado, la salvación, la Resurrección, la
Ascensión, Pentecostés ni la venida del Espiritu Santo. En Francia, la masonería
aparece ya en 1725, entre otros lugares, en Burdeos, con el filósofo
Montesquieu. Sus miembros, nobles, grandes burgueses, incluso eclesiásticos,
son galicanos, es decir opuestos a la preeminencia del obispo de Roma, el Papa,
sobre los demás obispos. Lo prueba el hecho de que la primera condena de
Clemente XII contra la masonería, en 1738, no fuera jamás aplicada en Francia.
En cualquier caso, la masonería, sea operativa O especulativa, es un
resurgimiento de la gnosis, herejía ya condenada por San Ireneo en el siglo I. La
‘gnosis trata siempre de pervertir la verdadera fe cristiana mediante la introducción