«Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser
bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene
necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!».
Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que
así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron
los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse
hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta toda mi predilección» (Mt 3,13-17).
La manifestación de Jesús
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
• El BAUTISMO de Jesús en el Jordán es el momento en que finaliza su
vida oculta y comienza su actividad pública.
• Sus palabras y acciones los Apóstoles llegarían a comprenderlas como
una MANIFESTACION de la presencia de Dios entre los hombres:
«Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo
que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de
poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio,
porque Dios estaba con él» (Hech 10,38).
• Si prestamos atención a este texto, podemos advertir que Lucas no dice que Jesús fue bautizado.
Sólo dice que Jesús comenzó su ministerio después de la predicación de Juan…
«Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser
bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que necesito ser
bautizado por ti, ¡y eres tú el que vienes a mí!» (Mt 3,13-14).
Jesús no cometió pecado
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
• En cambio en su Evangelio, donde Lucas afirma claramente que Jesús
fue bautizado, sin embargo no menciona a Juan como administrador de su
bautismo. Después de relatar la muerte del Bautista, dice:
Porque era por todos sabido que lo que Juan proclamaba era «un bautismo de conversión para el
perdón de los pecados» (Mc 1,4).
Pero, por otro lado, la fe de los creyentes proclamaba que «Jesús no cometió pecado» (1 Pe
2,22).
Así, el dato histórico del Bautismo de Jesús producía una dificultad, pues hacía difícil compaginar
la inocencia de Jesús con el rito al cual se sometió.
Mateo no evita la dificultad, pero deja claro que la actitud de Jesús no fue de necesidad. Para eso
muestra la resistencia del Bautista a incluir a Jesús entre la gente que «se hacía bautizar por él en
las aguas del Jordán, confesando sus pecados» (Mt 3,6).
«Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús» (Lc 3,21).
Queda la impresión de que ha evitado subordinar a Jesús a la acción de
Juan. Y Lucas no es el único que procede de este modo. ¿Por qué?
«Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que
así cumplamos toda justicia». Y Juan se lo permitió» (Mt 3,15).
Jesús entre los pecadores
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
Mateo expone la libertad de Jesús para hacerse SOLIDARIO con los
pecadores, y la subordinación de Juan a su voluntad. Deja claro así que
Jesús «es más poderoso que Juan» (Mt 3,11).
Pero Mateo también deja claro que el gesto con el que Jesús inicia su
actividad pública está en correspondencia con lo que será su misión:
Juan era un hombre justo (fiel a Dios) que predicaba la conversión. Los
que se consideraban a sí mismos justos no lo escucharon. Sí lo hicieron los
que eran despreciados como pecadores:
«Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores»» (Mt 9,13).
«Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en
cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él» (Mt 21,32).
• Jesús se reunió en el Jordán con los pecadores que aceptaron la llamada
de Juan. Y ellos se animaron, preparados por la predicación del precursor,
a reunirse con Jesús para realizar una vida nueva en la justicia.
«Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron
los cielos…» (Mt 3,16).
Los cielos abiertos
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
• Lo más importante para todos los Evangelistas es la MANIFESTACION
(gr. EPIFANIA) divina que acontece en el momento del Bautismo.
• Dios presenta al que será su mediador de salvación entre los hombres.
Para eso se evocan una serie de escenas bíblicas en las que Dios envía a
sus mensajeros para anunciar o iniciar la redención de su pueblo.
• La primera evocación es la de los cielos abiertos:
«Ellos se acordaron de los días del pasado, de Moisés, su servidor:
¿Dónde está el que hizo subir de las aguas al pastor de su rebaño?
¿Dónde está el que puso dentro de él su Santo Espíritu, el que hizo
marchar su brazo glorioso a la derecha de Moisés, el que separó las
aguas delante de ellos, para ganarse un renombre eterno?... ¡Si
rasgaras el cielo y descendieras las montañas se disolverían delante
de ti!» (Is 63,11-12.19).
En el Jordán se manifiesta que Dios nuevamente desciende hasta un
pueblo necesitado de redención (Ex 3,8), para proveer de su Espíritu al
que los guiará a la salvación. Como Moisés (Ex 2,10), también Jesús
surge de las aguas…
«… y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia
él» (Mt 3,16).
El descenso del Espíritu
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
En descenso del Espíritu Santo se manifiesta que Jesús era el
anunciado por Juan:
«Sobre él reposará el Espíritu del Señor» (Is 11,2).
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El
me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vender los corazones
heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los
prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor» (Is 61,1-2).
El Espíritu será el que mueva en adelante a Jesús y el que hace comenzar
el Reinado de Dios entre los hombres, como reconoce Jesús:
«El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego» (Mt 3,11).
El Espíritu de Dios es el que capacita a Jesús para su misión profética y
liberadora. Es el que lo unge como iniciador del gran cambio mesiánico:
«Si expulso a los demonios con el poder del Espíritu de Dios, quiere decir
que el Reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12,28).
«Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en
quien tengo puesta toda mi predilección» (Mt 3,17).
El Hijo de Dios
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
• Por ser ungido por Dios, Jesús es proclamado asimismo Hijo suyo, según
la declaración del Salmo de entronización de los reyes de la casa de David:
• Los Evangelios Sinópticos, en cambio, muestran que Jesús actuó y vivió
como Hijo de Dios durante todo su ministerio.
«Los reyes de la tierra se sublevan, y los príncipes conspiran contra el
Señor y contra su Ungido. [Pero dice el Señor] «Yo mismo establecí a mi
Rey en Sión, mi santa Montaña». [Por su parte el rey declara:] Voy a
proclamar el decreto del Señor: El me ha dicho: «Tú eres mi hijo, yo te he
engendrado hoy» (Sal 2,2.6-7).
El Apóstol Pablo utiliza el mismo Salmo, pero lo refiere a la resurrección
de Jesús. Ése sería el momento de la unción mesiánica de Jesús:
«La promesa que Dios hizo a nuestros padres, fue cumplida por él en
favor de sus hijos, que somos nosotros, resucitando a Jesús, como está
escrito en el Salmo segundo: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado HOY»
(Hech 13,32-33).
«Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en
quien tengo puesta toda mi predilección» (Mt 3,17).
El Hijo muy querido
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
Los sentimientos de amor declarados por la voz divina añaden una
nueva evocación bíblica, que asemeja a Jesús al hijo de Abraham:
«Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto
mi Espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones» (Is 42,1).
Dijo Dios a Abraham: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac,
vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el
que yo te diga». Levantóse, pues, Abraham de madrugada, aparejó su
asno y tomó consigo a dos mozos y a su hijo Isaac. Partió la leña del
holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios»
(Gn 22,2-3).
«Dios no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros» (Rom 8,32 )
También la predilección de Dios sitúa a Jesús en un rol de servidor, para restablecer la justicia
entre los hombres:
Mateo ve cumplida esta profecía de Isaías en el hecho de que Jesús curó a todos los que lo
siguieron (cf. Mt 12,15-18).
El bautismo de Jesús y el nuestro
DOMINGO I - Tiempo Ordinario El Bautismo de Jesús
• En el Nuevo Testamento no encontramos una conexión entre el bautismo
recibido por Jesús y el bautismo cristiano, como si fuera el origen o modelo
del mismo. Más bien será la muerte y resurrección de Jesús el modelo del
bautismo cristiano. Así lo enseña Pablo y lo practica la Iglesia, al dedicar
una liturgia bautismal durante la Vigilia Pascual:
«Jesús fue bautizado para que pudiera purificar el agua del bautismo
mediante su pasión» (Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios 18,2).
«¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús,
nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados
con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del
Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva» (Rom 6,3-4).
: Sólo en una época posterior aparecen conectados ambos bautismos:
El relato del Bautismo de Jesús nos muestra la unción de Jesús por medio del Espíritu de Dios
para llevar adelante su misión de conducir a los hombres a la reconciliación con Dios.
Esta misión será consumada en su Pasión y Resurrección, cuando entregue, a su vez, el
Espíritu recibido a quienes reciban el Bautismo en su nombre:
«Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los
pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo» (Hech 2,38).